Memorias de la lucha Sandinista

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Nicaragua:

Experiencias prácticas de formación de cuadros1



Mi agradecimiento profundo a los compañeros del Movimiento de los Sin Tierra (MST), por la oportunidad de aprender con sus dirigentes y educadores. Mi agradecimiento por el privilegio de exponer junto con los experimentados y excelentes conferencistas que participan en este seminario. Mi agradecimiento por las experiencias de lucha del MST que iluminan en el momento actual el camino de las batallas que aún quedan por librarse por la libertad, la justicia y la equidad.


I. Introducción


Nicaragua, un pequeño país de Centroamérica, ha sido uno de los más empobrecidos y expoliados de nuestra América. Desde su independencia de España en 1821, Nicaragua fue varias veces intervenida militarmente por las tropas norteamericanas.


Contrariamente a muchos países de América Latina, Nicaragua no conoció una etapa de desarrollo democrático y de fortalecimiento de sus instituciones. Su secular atraso económico propició también el atraso de su clase política.


Después de un intento fallido de una Revolución Liberal, a finales del Siglo XIX, Nicaragua pasó a ser prácticamente un protectorado yanqui, administrado alternativamente por los dirigentes de los partidos tradicionales llamados liberales y conservadores.


En los años 20 surge una generación de patriotas que se enfrenta a la oligarquía y a los yanquis. Encabeza esta resistencia Augusto C. Sandino, General de Hombres Libres (1927-1934), quien logra la movilización de miles de campesinos descalzos en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. Sandino lleva adelante una lucha de carácter patriótico, nacionalista y antiimperialista, pero también cuestiona el régimen oligárquico prevaleciente y propone importantes cambios sociales.


Sandino expulsa a los invasores, pero los marines ya habían organizado un ejército títere y formado a sus principales cuadros. El principal de ellos, Anastasio Somoza García, convertido en Jefe del Ejército, asesina a Sandino. A partir de ello se abre un período de represión y muerte contra los dirigentes y campesinos sandinistas, junto con la implementación de un modelo de gobierno inicialmente de corte paternalista, que se transforma luego en una de las más feroces dictaduras de América. Este fue un largo período de represión y descenso de las luchas populares.


El atraso económico, la inexistencia de una clase obrera, junto con la represión, impidieron el desarrollo temprano de luchas por la democracia, y no digamos de luchas por transformaciones más radicales. Durante muchos años, el rol de oposición a la dictadura fue ocupado por un viejo partido oligárquico, el Partido Conservador. El pueblo permanecía sometido a los dos partidos tradicionales. Las élites de ambos partidos pactaron numerosas veces el reparto de cuotas de poder entre ellos, ignorando los intereses del pueblo.


Con un analfabetismo superior al 60% y con una férrea dictadura, las ideas revolucionarias comienzan a hacerse presentes a través de literatura clandestina de reducida circulación. Aunque se había fundado un Partido llamado Socialista, en el año de 1944, el economicismo, legalismo y eventualmente la cooptación por la dictadura de algunos de sus líderes, no le permiten jugar un rol de mayor relevancia.


Carlos Fonseca, el Fundador del Frente Sandinista, ilustra esta realidad con la siguiente reflexión:


Después del asesinato de Augusto C. Sandino, o lo que es lo mismo, desde la implantación del régimen somocista, durante más de veinte años, la lucha popular de Nicaragua estuvo bajo la exclusiva dirección de políticos que representan una posición capitalista. Estos políticos, por lo general titulándose conservadores, a vecestitulándose liberales, llevaron al fracaso la lucha popular, paralizaron las acciones de las masas obreras y campesinas, paralizaron a todas las personas dignas y volvieron impotente al pueblo. Los métodos de acción política de estos elementos, sus tendencias a las pláticas por arriba, despreciando el combate popular por reivindicaciones sociales y revolucionarias, penetraron ̶ incluso ̶ al movimiento estudiantil” 2.


En 1956 se forma de manera independiente la primera célula marxista, en la cual se integra Carlos Fonseca, como miembro del ala radical del PSN. Ese mismo año, el Patriota Rigoberto López Pérez ajusticia al tirano. Se inicia así el proceso de ascenso de la lucha revolucionaria. El contexto internacional que se abre posteriormente, en el que destaca la Revolución Cubana, favorece este ascenso que se expresará en múltiples intentos organizativos y guerrilleros que conducen al nacimiento del FSLN en 1961.


II. Experiencias de formación de cuadros del FSLN en la lucha contra la dictadura somocista


Carlos Fonseca, el gran Educador y Formador del FSLN


De origen humilde, estudioso y tenaz, redescubre a Sandino y rescata su legado. Hasta finales de la década de los años 50 y la primera mitad de los 60, la figura de Sandino había sido tergiversada por la tiranía y la oligarquía. Sandino había sido convertido, por ellos, en un bandolero. Carlos investiga y lee todo cuanto puede sobre Sandino, rescata su memoria y lo convierte en guía para la acción revolucionaria.


La importancia del esfuerzo individual


La formación inicial de los cuadros –para ese entonces– fue sobre todo fruto del esfuerzo individual. Carlos, el padre fundador del FSLN, es el principal ejemplo de ello. La acuciosidad, y el espíritu crítico y autodidacta de Carlos, lo hace devorar cualquier obra de corte progresista que cayera en sus manos: desde el “Canto General” de Pablo Neruda, a “Las Viñas de la Ira” de John Steinbeck; desde la “Enfermedad Infantil del Izquierdismo en el Comunismo”, de Lenin, pasando por “La Madre” de Gorki, la “Historia de los Estados Unidos” y “El Manifiesto Comunista”. No resulta extraño que cuando se bachillera (1955), su tesis versa sobre “El Capital y el Trabajo”.


La formación de los cuadros iniciadores del FSLN


La formación de los cuadros iniciadores del FSLN estaba basada en:


-Una actitud moral. Una alta sensibilidad y actitud de repudio frente a la realidad de opresión que vive el pueblo;


-El estudio de las ciencias sociales, de las experiencias de lucha de otros pueblos, y de las ideas marxistas;


-El estudio acucioso de la historia nacional que conduce a una visión antiimperialista. Así forja Carlos Fonseca su propio pensamiento y emprende la formación de una concepción revolucionaria para la lucha que necesitaba Nicaragua.


-El estudio de la historia y prácticas revolucionarias para el diseño de la estrategia.


Usando como herramienta de análisis el marxismo, Carlos Fonseca puso especial atención en recoger las enseñanzas de la práctica revolucionaria en Nicaragua, comenzando por Sandino, pero analizando también las experiencias de los años posteriores, y las de otros pueblos.


Su objetivo no es el conocimiento en sí, sino la necesidad de formular una estrategia y una táctica. Una práctica y un programa. Estos instrumentos deben ser puestos en acción, para irlos perfeccionando a partir de la cotidiana experiencia de la lucha revolucionaria. A partir de ello, fue capaz de atraer, en un lento proceso, a jóvenes patriotas inquietos que se forjaron en el combate y el estudio, hasta llegar a conformar un destacamento de Vanguardia, el Frente Sandinista ̶ nombre que dio Carlos Fonseca al puñado de hombres y mujeres que se propusieron el derrocamiento de la dictadura por la vía armada, y la construcción de una sociedad democrática y justa ̶ .


Ricardo Morales Avilés, profesor y psicólogo, y uno de los dirigentes más estudiosos (cayó en combate en septiembre de 1973), resumía esta filosofía diciendo: “Hay que estudiar nuestra historia y nuestra realidad como marxistas, y el marxismo como nicaragüenses” 3.


El destacamento de vanguardia es un destacamento de cuadros


En los años 60, la incorporación al FSLN era muy restringida. Cada combatiente era a la vez un cuadro, cuya misión principal era el trabajo directo con el pueblo. Cada militante debía llenar las cualidades de dirigente. Cada cuadro tenía que ser un organizador y organizador de organizadores. Pero, además, debía estar atento para saber escoger de entre la multitud a los mejores, decía Carlos.


Hay que decir que Fonseca, el principal cuadro, no se autoproclama comunista, pero expresamente su pensamiento incorpora la ciencia marxista como herramienta de análisis. Carlos rechaza el dogmatismo y la aplicación mecánica de las experiencias del socialismo soviético, a las propias realidades nicaragüenses. Propone el uso de estas herramientas para el análisis de la propia historia, de donde se debían desprender los rasgos particulares del programa, de la estrategia y las tácticas de lucha.


La formación es un proceso único de combate, organización, trabajo en el pueblo y reflexión


Concebido inicialmente como un destacamento de vanguardia, el Frente Sandinista dio primordial importancia a la formación de sus militantes, como un proceso único en el que se combinan el coraje y la sabiduría. Carlos resume así la formación de los cuadros:

Alcanzaremos la victoria si somos capaces de prepararnos para dirigir con sabiduría la lucha. Esa sabiduría podremos adquirirla si sabemos aprender. Es preciso que tomemos en serio la responsabilidad que la historia ha depositado en nuestras manos. Hemos demostrado combatividad, pero nos hace falta sabiduría. Al acostarnos debemos soñar con la Nueva Nicaragua. Tenemos que ser humildes y superar la tontería de la vanidad. Debemos ser conscientes de nuestros defectos, practicar la autocrítica. El pueblo es franco y más el pueblo de Nicaragua, y si pretendemos compartir sus anhelos debemos ser francos como él. Todos los días debemos estudiar nuestra experiencia y también la experiencia de otros pueblos hermanos. Todos los días debemos estar en contacto con nuestra realidad y con los problemas del pueblo” 4.


Selección de cuadros y formación para desarrollar cualidades y crecer dentro del pueblo en base al ejemplo


Frente a ese desafío, el conjunto de cuadros que conformaban el Frente Sandinista eran cuidadosamente seleccionados de entre los mejores luchadores del pueblo. En particular se priorizaba la combatividad, la disposición a la lucha, pero se cuidaba el proceso de formación de cualidades que garantizarían el crecimiento entre el pueblo, y su incorporación a la lucha. Si el objetivo era sumar más y más nicaragüenses del pueblo a la lucha, esta suma sólo se conseguiría siendo ejemplo.


El soldado revolucionario se ganará la confianza del campesinado dándole pruebas de sinceridad y honradez, porque esto es más convincente que la más ardorosa proclama” 5. El pueblo sólo nos creerá por la fuerza de nuestro ejemplo, sostenía Fonseca.


Entre 1965-1969, la insuficiencia de cuadros fue un factor que determinó importantes reveses. En esos años se realizó un significativo trabajo político dentro del campesinado, y se abrieron espacios para el desarrollo de la lucha de masas contra los terratenientes, pero no existían –escribió Carlos en su obra “Nicaragua Hora Cero”,6– cuadros “dotados de suficiente desarrollo, capacidad y decisión para organizar las luchas populares.”.


Desarrollar capacidad para identificar lo que hay que hacer en cada momento. Saber usar el cerebro.


Había convicción de que la lucha era larga, y que la victoria no dependería de las armas, porque “lo fundamental es la elevada moral del soldado del pueblo” 7.


Era importante la valentía, pero “participar en el combate no es el último fin del soldado. Hace falta lo fundamental que es alcanzar la victoria. Ya en esto entra en juego algo más que la valentía y es el empleo del cerebro, el empleo de los cinco sentidos que posee el hombre, que iluminan el campo de batalla y nos enseñan en qué puntos es más débil el enemigo… nadie en el mundo debe tomar más en cuenta la realidad, como el soldado revolucionario” 8.


Estar en contacto con el pueblo: cualidad fundamental


Pero la cualidad fundamental era la del contacto permanente con el pueblo. El contacto con los problemas de la gente, la identificación con sus dolores y padecimientos, es la escuela más apreciada de los revolucionarios.


Porque sólo el pueblo es el protagonista de su propia emancipación, la labor del cuadro militante revolucionario es la de acompañar al pueblo en la interpretación de las causas de esos problemas, en conocer el origen, los datos históricos que permitan desentrañar la raíz de la explotación, para llevar al compromiso con la acción para transformar la realidad.


El programa, instrumento de la formación revolucionaria


La construcción y puesta en marcha de un programa revolucionario era esencial. Carlos Fonseca demandaba “un programa que proclame sin rodeos los ideales de los grandes revolucionarios de la historia: Carlos Marx y Augusto C. Sandino, Camilo Torres y Ernesto Che Guevara”.


Denunciaba la influencia de la oposición comprometida con la clase capitalista, que ha llegado a titubear para asimilar un pensamiento revolucionario inequívocamente radical”; y decía: “la experiencia nacional demuestra que el movimiento revolucionario debe disponer de su propia organización, de su propia táctica, de su propio programa.” 9


La necesidad del estudio estaba vinculada a la necesidad de darle a la insurrección armada un carácter revolucionario.“Estamos en la obligación de imprimirle a la insurrección nicaragüense un hondo contenido revolucionario, de radical cambio social... en la historia contemporánea se han dado casos en que la victoria insurreccional no ha significado la victoria de la revolución proletaria”, decía Carlos.


La lectura y el estudio como disciplina de la organización


Pese a las dificultades que imponía la clandestinidad, se dedicaba tiempo al estudio. En células clandestinas urbanas o en las unidades de combate de la montaña, el Frente Sandinista establecía la obligación de estudiar algunos materiales dentro de los cuales se encontraban los Estatutos, el Programa del Frente y también algunos manuales de formación marxista.


En particular usamos el “Materialismo Histórico” de Martha Harnecker y a Luis Althuser. Pero principalmente estudiamos las experiencias de otros pueblos: la Revolución Cubana, la lucha del pueblo Vietnamita, las luchas de liberación nacional en África y Asia, la Revolución China. En general, el acceso al estudio de la teoría marxista era una actividad individual a través de las lecturas de los militantes. Algunos cuadros provenían de las filas del Partido Socialista, en donde habían tenido acceso a la Teoría Clásica Marxista. También algunos que estuvieron exiliados, tuvieron oportunidad de hacer estudios más rigurosos, en Moscú, en La Habana o en México.


En los años 70, numerosos compañeros liberados de las cárceles, mediante golpes militares audaces, viajaron a Cuba y varios de ellos aprovecharon su estancia en ese hermano país, para estudiar a profundidad el pensamiento marxista y la experiencia de la Revolución Cubana.


Frente a la subestimación del estudio, por algunos compañeros, Ricardo Morales los persuadía: “Algunos compañeros no comprenden que la preocupación por la teoría de la revolución en nuestro país, se halla ineluctablemente ligada al desarrollo de la organización revolucionaria y al incremento consecuente de su capacidad combativa.”.


La dimensión cultural y la espiritualidad


La incorporación masiva de jóvenes procedentes de los movimientos cristianos ̶ animados por los enfoques de la iglesia popular ̶ , a principios de los años 70, enfatizó una dimensión fundamental para el desarrollo de los procesos de formación política en la lucha y la incorporación masiva del pueblo creyente.


Resultado de las oleadas de reflexión y acción de cristianos en América Latina, y puesto que amar al prójimo implica luchar por los cambios que mejoren las condiciones de las mayorías excluidas, los jóvenes cristianos de entonces fortalecimos los valores revolucionarios, la mística, la consecuencia, la honestidad, el amor al pueblo, como valores fundamentales del FSLN.


Sacerdotes, religiosas, pastores de distintas denominaciones, animaban la lucha como una causa que es buena a los ojos de Dios.


Así, en los campamentos guerrilleros se cantaba la Misa Campesina Nicaragüense que enaltece “al cristo obrero, al cristo trabajador, al Dios de los pobres, al Dios humano y sencillo, al Dios que suda en la calle, al Dios de rostro curtido”.


Esta dimensión le dio originalidad también al proceso de construcción de la nueva Nicaragua en la década de los 80.


La apertura y el pluralismo ideológico. Si bien fue favorable para conseguir la victoria en 1979, marcaron de alguna manera el rumbo del FSLN


En la década de los 70 se produce un doble fenómeno. Una mayor incorporación de los sectores estudiantiles, universitarios y de jóvenes de los nacientes movimientos cristianos. Ello dinamizó el trabajo amplio entre el pueblo, y alimentó la discusión y el debate sobre asuntos teóricos y sobre la táctica y la estrategia que debía seguir el FSLN.


Las nuevas potencialidades y problemas internos, conducirían luego a la división en tres tendencias del FSLN en 1975, una de las cuales incluso reclamó el carácter proletario de la vanguardia, y la importancia de la construcción del partido con perfiles leninistas. Otra de las tendencias, que al final predominó en la correlación de fuerzas, reivindicó la apertura del FSLN a las alianzas, y al pluralismo ideológico.


La apertura y el pluralismo ideológico, si bien fue favorable para conseguir la victoria en 1979, marcaron de alguna manera el rumbo del FSLN en los años 80 y han determinado, además, la actividad política del FSLN después de la derrota electoral de 1990. Los principales representantes de dicha tendencia, Daniel Ortega y su hermano Humberto, desestimaron la importancia de la formación político-ideológica, dándole preeminencia a la táctica, la coyuntura y los enfoques pragmáticos.


III. Los jóvenes y las mujeres


Desde sus orígenes, el FSLN se nutrió especialmente de los jóvenes. Uno de los muchos méritos de Carlos Fonseca es, sin duda, que anticipó el rol decisivo de los jóvenes, en particular de los estudiantes ̶ a éstos dedicó varios de sus escritos: ̶


Nuestros hermanos estudiantes –decía– han de tener en cuenta que el país que habitan se llama Nicaragua. En este país la inmensa mayoría de la población vive en las tinieblas del analfabetismo. Las personas que arriban a la enseñanza media y universitaria tienen que considerarse como privilegiadas. Este sector minoritario de la población, que tiene acceso a la enseñanza media y superior, no puede dar la espalda a las oprimidas mayorías populares. Los jóvenes con instrucción cuentan con mayor facilidad para conocer la causa de los problemas que padece la nación… cuentan con más posibilidad de estar en contacto con las ideas que explican certeramente la raíz de los problemas sociales.” 10.


La historia demostró cuán importante era el trabajo entre los jóvenes y, en particular, entre los estudiantes de todos los niveles. La lucha insurreccional y la victoria sandinista del año 1979 no se podrían explicar sin comprender el estratégico papel que descansó en los jóvenes y los estudiantes. Ellos fueron una cantera fructífera de militantes revolucionarios. El espíritu combativo, la generosidad con que ofrendaron sus vidas los
jóvenes de la generación de los 70, quedó grabada para siempre en la historia.


De igual manera, son los jóvenes los protagonistas de las más importantes tareas de la Revolución en los años 80, con la Campañas de Alfabetización, las jornadas productivas y especialmente, en la defensa armada de la Revolución y el combate contra la agresión imperialista. Decía Carlos Fonseca:


... debido a su joven edad, los estudiantes son personas en cuyos espíritus no han penetrado muy hondo las mentiras y los vicios engendrados por la corrompida sociedad capitalista. Los estudiantes representan hoy el sector popular que con más dificultades se enajena al régimen capitalista dominante.” 11.


La incorporación de mujeres en los años 60 fue esencialmente simbólica. Sin embargo, en el Programa Histórico del FSLN, Carlos Fonseca incorpora el compromiso de que la Revolución “abolirá la odiosa discriminación que sufren las mujeres con respecto de los hombres”. En los años 70, la incorporación de mujeres como cuadros se amplió considerablemente y en la insurrección se destacan en todas las tareas, incluidas las de conducción político-militar.


El FSLN propició la organización de las mujeres alrededor de sus propias demandas, pero el desarrollo de la conciencia feminista en el seno del FSLN ha sido bastante desigual. Las luchas de las mujeres al interior del FSLN por conseguir su propia proclama se desarrollaron durante la Revolución, y se ampliaron después de la salida del FSLN del poder. Pero en la conducción sandinista ha predominado una lógica machista y utilitaria de la mujer, que ha generado tensiones y ruptura con el movimiento amplio de mujeres.


IV. Las experiencias de formación de cuadros durante la Revolución


La conducción de la Revolución tuvo un interés desigual en la formación de los cuadros. Esto tiene que ver con su funcionamiento un tanto fragmentado en donde cada Comandante de la Revolución atendió un área de trabajo, en el que se mezclaban las tareas del Estado Revolucionario con las labores de organización propias del Partido.


Dado el elevado índice de analfabetismo en el país, extraordinarios combatientes y líderes populares apenas sabían leer y escribir. Se establecieron escuelas especiales de superación cultural intensivas para líderes (primaria y secundaria acelerada). En dichas escuelas se combinaba el estudio regular con el estudio político.


Muchos jóvenes habíamos abandonado las universidades para marchar a la clandestinidad, y así se abrieron 4 carreras universitarias para estudiar por encuentros sabatinos, destinadas principalmente a los cuadros: Ciencias Sociales, Economía, Derecho y Agricultura.


Se abrió una Escuela Nacional de Cuadros, en la que se impartían cursos principalmente de reflexión sobre la práctica. Se priorizaba la creación de la capacidad de estudiar la propia realidad, construir diagnósticos y elaborar planes para el cambio. Esto era muy importante para el trabajo territorial y sectorial (organizaciones populares). Se trataba de que los cuadros dominaran las herramientas teóricas y prácticas para la construcción del espíritu crítico. El estudio de los clásicos del marxismo no era el énfasis principal, y en esto se dieron algunas discusiones. En particular con el debate del uso de los manuales que nos llegaban de los países socialistas. El nivel cultural hacía temer que el uso de tales manuales generara un enfoque mecánico y sectario. El énfasis era instrumental.


Se produjeron masivamente libros de Historia de Nicaragua, textos sobre Sandino, del pensamiento de Carlos Fonseca, Ricardo Morales Avilés, y hasta se llegaron a editar textos como “Teoría y Práctica Revolucionaria en Nicaragua: curso breve de marxismo”, producido por un “equipo interdisciplinario latinoamericano de expertos en marxismo, coordinado por el filósofo y sociólogo Otto Maduro”.


También se hizo énfasis en la organización de debates. Se contó con la presencia de Martha Harnecker y Amadeo Vasconi, entre otros muchos. Se elaboraron materiales para el estudio que partían del análisis de la propia historia. Muchos cuadros del más alto nivel también pudieron recibir cursos más completos de marxismo en países socialistas, en especial Alemania Democrática, Cuba, URSS y Bulgaria. Innumerables jóvenes pudieron viajar y hacer estudios formales y carreras universitarias en estos países.


Se creó una brigada especial de formación que llamamos “Omar Torrijos”, en la que dirigentes de todos los niveles y sectores sociales realizaban un proceso de educación y contacto directo con el campesinado en zonas de confrontación militar, a fin de forjar cualidades en el riesgo y la adversidad. Las organizaciones populares también crearon sus centros de formación especializados como sindicalismo, organización comunitaria, etc.


En las células de base sandinistas se priorizaba el análisis de la coyuntura y el estudio de los discursos de los dirigentes. Era indispensable la práctica de la crítica y la autocrítica, como mecanismo de superación de las fallas y errores, así como el ejemplo revolucionario, la abnegación y el sacrificio para la lucha y las tareas.


V. La formación política después de la derrota electoral del 90


En los primeros años del 90 se realizaron importantes luchas populares y de resistencia frente al desmontaje de los logros sociales y las transformaciones alcanzadas por la Revolución, pero, la conducción del sandinismo dio particular importancia a la
preservación de las instituciones armadas nacidas del proceso revolucionario.


La defensa de la propiedad, tierras y fábricas entregadas apresuradamente a campesinos, trabajadores y cooperativistas, adquirió relevancia, pero lamentablemente con ello también se encubrió la apropiación indebida y privada de medios y bienes que hicieron algunos dirigentes sandinistas. La denominada “piñata” debilitó la hasta entonces indiscutida fuerza moral y ética del sandinismo en su conjunto.


Durante todos estos últimos años, los comités de base y los procesos de formación y educación política, llegaron a ser totalmente descuidados hasta el abandono. En los últimos años se ha carecido de formación política y las bases no cuentan ni siquiera con información alternativa propia sobre los problemas del país y del mundo. Las escuelas políticas, la infraestructura con que se contaban, también fueron privatizados o reconvertidos en ONG's.


Muchos libros de texto de teoría revolucionaria fueron lanzados a la basura, o se encuentran sin uso en algunas bibliotecas. Los medios de comunicación, patrimonio del FSLN, como Radio Sandino, Radio Ya y Canal 4, no realizan labores de información y educación política. Antes bien se han convertido en un mecanismo de propaganda caudillista.


Las bases del FSLN, desprovistas de información adecuada, con ausencia de educación y debate político, desprovista del instrumental ideológico para enfrentar las nuevas condiciones, con la desaparición de la vida colectiva del partido, terminaron asumiendo rasgos de la cultura política dominante. El Caudillismo se entronizó en la figura de Daniel Ortega.


Las nuevas decisiones políticas orientaron la acción del FSLN a la lucha electoral, a la defensa y preservación de los espacios de poder que se derivan de la lucha y resultados electorales. Ha sido un cambio dramático de orientación para el que no estaba ni preparado ni diseñado el FSLN. De Sandino todos cantábamos que él nunca quiso ser presidente, ahora aprendimos a cantar que sólo Daniel puede ser presidente, y la aspiración a este cargo determina obsesivamente sus más importantes decisiones.


De Sandino enseñábamos al pueblo “que aquél que de su patria no reclama ni un pedazo de tierra para su sepultura merecía ser creído”, ahora comenzamos a enseñar que era legítimo y necesario tener capitales, o multiplicarlos, desde los espacios políticos.


Sería faltar a la verdad e injusto no enfatizar, que miles de sandinistas, alejados de las estructuras, militan en la causa del pueblo a través de organizaciones populares, o en la acción social. Que miles de sandinistas que forman parte de la estructura orgánica, que ocupan cargos en los municipios y departamentos del país, siguen siendo leales a los ideales de Carlos Fonseca y aspirando a un mundo distinto. Sus sinceros esfuerzos, sin embargo, se opacan por la cuestionable política oficial del partido.


Esta fuerza sandinista, sigue siendo la cantera estratégica de las nuevas luchas y de los procesos de formación político ideológico.



VI.  Conclusión

Los dirigentes fundadores y forjadores del Frente Sandinista en la etapa de la lucha contra la dictadura somocista, nos enseñaron con su ejemplo que no bastaba el coraje y la lucha de las armas, porque los militantes revolucionarios también debíamos llenar las siguientes exigencias:

-Amor por el pueblo, es decir, desarrollar la capacidad de sentir y compartir los sufrimientos del pueblo.

-Ser capaces de forjar una nueva ética. La conducta personal del militante debe ser ejemplar. Su mejor argumento para persuadir al pueblo tiene que ser la fuerza de su ejemplaridad, su franqueza, su humildad, la ausencia de vanidad y la capacidad de reconocer sus errores.

-La valentía y la audacia no son suficientes. Necesita apropiarse la sabiduría. El militante tiene que dedicar parte de su tiempo al estudio. No puede enseñar ni aprender del pueblo si no se capacita. Tiene que estar dotado de una visión crítica del mundo y ser un conocedor de la historia de su propio pueblo. Estar atento además a aprender de las luchas de los otros pueblos del mundo.

-El militante debe ser un organizador y saber distinguir de entre la multitud a los mejores.

-La disciplina y lealtad con la causa deben acompañarle siempre y también su capacidad de sacrificio sin límites.

Con orgullo podemos decir que el Frente Sandinista de Carlos Fonseca, de nuestros héroes y mártires, con dedicación y con su propio ejemplo, forjaron estas virtudes y capacidades en la militancia sandinista histórica. Esa fue la vanguardia que convenció a todo el pueblo a marchar a la insurrección para poner fin a la dictadura somocista.

Sin duda hoy estamos en deuda con nosotros mismos, con nuestro pueblo y con quienes nos brindaron toda su solidaridad. Con franqueza y humildad tenemos que reconocer que en nuestra organización, la hegemonía de estos valores y conductas se ha debilitado. No logramos construir en estos últimos años la fuerza subjetiva suficiente para neutralizar y contener el tsunami de los valores del mercado y la fuerza de la ideología neoliberal.

Quiero expresamente señalar que, seguramente la ausencia de trabajo educativo entre la juventud, sea una de nuestras fallas sustantivas. Quizás ello explique en parte, el hecho de que en la actualidad, la inmensa mayoría de jóvenes, no sólo no sabe casi nada de Sandino o de la dictadura, sino que ni siquiera conocen aspectos básicos de la historia nacional.

Hoy nos hace falta reconstruir ese paradigma debilitado. Reconstruir entre los seres humanos de nuestra sociedad, los valores de honradez, dignidad, sentido de la responsabilidad, solidaridad, amor al trabajo, iniciados por la Revolución. Pero estamos llenos de optimismo y tenemos confianza que la semilla sembrada por los mejores hijos de nuestra patria y de nuestro Frente Sandinista está viva, que aprenderemos de nuestros errores y que un nuevo resurgimiento está en curso, en esta inevitable marcha hacia la victoria sobre el capital y su injusta sociedad.






NOTAS


1 Exposición para el Seminario “La política de formación de cuadros: elaboración teórica, experiencias y actualidad”, organizado por el Movimiento de los Sin Tierra (MST), en ocasión de la inauguración de la Escuela de Formación Política, Escuela Nacional Florestán Fernándes (ENFF). Sao Paulo, Brasil.


2 Carlos Fonseca, “Mensaje del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, a los estudiantes revolucionarios”. Publicado en mimeógrafo en abril de 1968, desde algún lugar de Nicaragua. Publicado por la Editorial Nueva Nicaragua en el texto: “Bajo la Bandera de Sandino, Obras de Carlos Fonseca”. 1981. Pp. 65.


3 Ricardo Morales Avilés. “No pararemos de andar jamás”. Editorial Nueva Nicaragua, 1981.


4 Carlos Fonseca. “La lucha por la transformación de Nicaragua”. Tomado de una copia mecanográfica encontrada en el archivo de la OSN (Oficina de Seguridad Nacional) de la dictadura militar somocista. Data de 1960. Publicado por la Editorial Nueva Nicaragua en el texto: “Bajo la Bandera de Sandino, Obras de Carlos Fonseca”. 1981.


5 Ídem. Pp. 28.


6 Carlos Fonseca. “Nicaragua Hora Cero”. Escrito a finales de 1969, editado clandestinamente en mimeógrafo. Aparece en Carlos Fonseca, “Obras. Bajo las Banderas de Sandino”. Pp.75.


7 Ídem. Pp. 29.


8 Ídem. Pp. 31.


9 Ídem. Pp. 67.


10 Carlos Fonseca. “Mensaje del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, a los estudiantes revolucionarios”. Publicado en mimeógrafo en abril de 1968, desde algún lugar de Nicaragua. Publicado por Editorial Nueva Nicaragua en el texto: “Bajo la Bandera de Sandino, Obras de Carlos Fonseca”. 1981. Pp. 60.


11 Ídem. Pp. 60.


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