Memorias de la lucha Sandinista

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LA REEDICIÓN DEL ESPINO NEGRO1

Señor Presidente:


La doctrina de la Democracia Representativa proclama que los miembros electos del parlamento somos representantes del pueblo.


Hoy hemos sido convocados para, en nombre del pueblo nicaragüense, aprobar de manera definitiva las reformas al principal instrumento jurídico-político de nuestro país: la Constitución Política de la República.


Permítanme Señor Presidente y estimados colegas, tratar de cumplir con mi obligación de representar la opinión mayoritaria del pueblo nicaragüense que ha expresado su desacuerdo con estas reformas a la Constitución y, muy particularmente, quiero expresar la opinión del pueblo sandinista que rechaza los acuerdos Ortega-Alemán, que han hecho posible esta propuesta de enmiendas constitucionales.


Tengo la obligación moral y política de representar estas voces aún y cuando ello me ponga en contradicción con la opinión de la dirigencia de mi partido y mis hermanos de la bancada del Frente Sandinista, aún y cuando ello conlleve pagar los costos que sean necesarios.


Tengo en mis manos la última encuesta de Cid Gallup, que como ustedes saben, recoge en una muestra representativa la opinión de la gente y, hasta donde yo sé, es la única referencia empírica con que contamos, teniendo en cuenta además que este Parlamento, el gobierno y las dirigencias de nuestros partidos, han tomado estas decisiones de manera inconsulta con el pueblo.


Todos sabemos que estas enmiendas son el resultado de los acuerdos entre las dirigencias cupulares del PLC y del Frente Sandinista, es decir, entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega.


La primera pregunta que debemos hacernos tiene que ver con la legitimidad de los propósitos de estos acuerdos y si ellos son asumidos y comprendidos por la gente.


En la mencionada encuesta, en su conclusión número 26, la firma encuestadora preguntó a los ciudadanos qué era lo que se proponían el FSLN y el PLC con estos acuerdos que hoy estamos materializando. Pregunta la encuesta: ¿Se proponen la gobernabilidad del país o la repartición de cargos? El resultado es concluyente:


El 66.8% afirma que el propósito de este pacto es la repartición de cargos y sólo el 28.2% dice que el propósito es la gobernabilidad del país. Óigase bien el 66.8% afirma que el propósito es la repartición de cargos, es decir, que desde su raíz, la opinión mayoritaria de los ciudadanos deslegitima estos acuerdos.


La misma pregunta fue hecha de manera específica a los Sandinistas, a los ciudadanos que se reclaman Sandinistas. Escuchen el resultado: el 57.8% de ellos dicen que el propósito es la repartición de cargos y sólo el 39% cree que es por la gobernabilidad y la estabilidad del país.


Es por ello que me atrevo, contra viento y marea, contra sanciones y pasadas de cuenta, a oponerme a estas reformas, porque la mayoría de los Sandinistas expresa su desacuerdo con los propósitos que hoy nos conducen a enmendar la Constitución del país.


Estas dos razones bastarían para suspender esta sesión e ir al pueblo para explicarle lo que se pretende hacer, y procurar la adhesión del pueblo si realmente pretendemos representarlo. Desde luego, sé que ello es imposible, por lo menos en este hemiciclo.


Como representante del Frente Sandinista y a mucha honra, tengo que lamentar y debo oponerme a estas decisiones porque ello daña profundamente a mi partido.


El Frente Sandinista se supone es el principal partido de oposición al gobierno liberal y sólo haciendo oposición a este gobierno y sus políticas es que el FSLN puede aspirar a retornar al poder por la vía electoral. ¿Y cómo ve el pueblo nicaragüense al Frente Sandinista en el marco de estos acuerdos? Escuchen los resultados de la encuesta: preguntan a los ciudadanos cómo perciben al Frente Sandinista, si lo ven como opositor al gobierno o si lo consideran como aliado del gobierno.


Las respuestas son: el 30.8% cree que el Frente Sandinista actúa como partido opositor y escuchen esto: el 60.3% dice que el FSLN actúa como aliado del gobierno. Pero escuchen más, la encuesta pregunta a los Liberales como ven a los Sandinistas y el 59.6%, es decir, el 60% de los liberales ven a los Sandinistas como aliados del gobierno.


Pero, es más todavía, preguntan a los mismos Sandinistas cómo ven a su partido y el 46.3% de los Sandinistas, con una gran tradición de disciplina partidaria, dicen que perciben a su partido actuando como aliado del gobierno.


Permítanme, por lo tanto, esta mañana representar a la mayoría del pueblo que se opone a estos acuerdos y a esa mitad de los Sandinistas que se opone rotundamente al pacto.

Preguntémonos, ¿qué es lo que nos recomienda la sabiduría del pueblo? Pregunta la encuesta, creen ustedes que el PLC y el FSLN deben continuar o desistir de estos acuerdos. Escuchen los resultados, escúchenlos aunque no los tomen en cuenta:


El 61.6%, es decir, la amplia mayoría dijo que hay que desistir de esos acuerdos, hay que romper esos acuerdos y solamente un 26.2% opina a favor de continuarlos. Si hubiese sensatez y patriotismo y espíritu democrático, estos resultados serían razón suficiente para desistir del camino que hoy hemos escogido, si realmente queremos legislar tomando en cuenta la opinión del pueblo.


Estas son algunas de las razones por las cuales me opongo al pacto. Como ustedes podrán observar, no se trata de una posición antojadiza y unilateral, sino que se trata de ser respetuoso de la opinión de los ciudadanos y, en mi caso, de ser respetuosa con el pueblo Sandinista y velar por los intereses de mi partido.


Permítanme para concluir, hacer una brevísima reflexión sobre lo que nos enseña la historia del pueblo nicaragüense.


La historia de los partidos políticos en Nicaragua ha estado jalonada por la historia de los pactos. Desde la ruptura del pacto federal de 1838, pasando por el pacto de 1857 entre Martínez y Jerez, transitando por los pactos Dawson, discurriendo por el pacto Chamorro Bryan, por el pacto del Espino Negro de 1927, por el pacto Somoza-Cuadra Pasos, por el pacto de los generales Somoza–Chamorro de 1950 y luego por el pacto libero-conservador Agüero-Somoza de 1971.


La historia de nuestros partidos políticos ha sido, en fin, la historia de amarres oligárquicos, de cúpulas y caudillos en detrimento del pueblo nicaragüense.


Una y otra vez las oligarquías de turno, arcaicos hacendados unos, eclesiales otros, añileros después, cafetaleros más tarde, comerciantes y representantes de los banqueros yanquis, exportadores, algodoneros luego, manufactureros, financieros y banqueros después, de manera recurrente en nuestra historia, los partidos políticos, sus dirigencias descompuestas, fueron una y otra vez a la mesa de dados a decidir por sus propios intereses, dejando como siempre al pueblo en la calle. Por eso les decía Sandino: “los pícaros políticos quienes han vivido de la sangre del pueblo”.


Y por eso dijo también Sandino: “el general Moncada ahorcó al liberalismo en el Espino Negro, como el general Emiliano Chamorro mató al Partido Conservador al firmar los tratados Chamorro-Bryan. No hay pues partidos en Nicaragua ̶ decía Sandino ̶ sino partidas”, pero Sandino tenía fe en el porvenir. Y agregó: “pero en un futuro el pueblo nicaragüense se dará su propio gobierno autónomo”. Eso es lo que pensaba Sandino de los pactos y sus consecuencias para los partidos y el destino del pueblo nicaragüense.


Sandino fue enemigo de las paralelas históricas; fue por ello, precisamente, que creó una nueva fuerza para desterrarlas de la historia. Sandino fue el principal adversario de un bipartidismoque conspiró siempre contra la democracia y los intereses populares. Fue precisamente contra la traición de Moncada en el Pacto del Espino Negro, que se levanta junto al pueblo pobre, junto a los campesinos del norte y su Ejército de desarrapados, para construir una nueva alternativa a la historia de pactos y traiciones.


Hubo que esperar más de un cuarto de siglo para que Carlos Fonseca retomara la bandera de Sandino y reaccionará con las armas en la mano a la traición de Agüero y al Pacto del Kupia Kumi, y que construyera de manera definitiva la nueva fuerza, la fuerza alternativa del Frente Sandinista de Liberación Nacional.


No tendríamos ninguna autoridad moral, si hoy queremos justificar estos errores, con las traiciones del pasado. Los pactos y amarres del año 1995 que condujeron a las reformas constitucionales de ese año, no son justificación alguna, para legitimar el matrerismo constitucional de ahora.


Aprendamos de la historia. Como militante del Frente Sandinista me aterra la idea de que estas injustificables decisiones políticas, causen un daño irreversible a mi partido y a las esperanzas del pueblo en el Frente Sandinista.


Las paralelas históricas fueron siempre eso: unas paralelas, es decir, que los intereses oligárquicos, de caudillos y cúpulas políticas, no chocarán nunca. Correrán siempre en el mismo sentido, nunca serán fuerzas antagónicas. En el siglo que acabamos de concluir, los pactos se articularon siempre conducidos de la mano por la intervención yanqui. Después por el arbitraje de los Somoza y su todopoderosa guardia nacional, y siempre con la benevolencia del Departamento de Estado de EEUU.


Hoy en que se inicia este nuevo siglo, como que si la Historia nada nos enseñara, nos quieren imponer nuevamente los pactos y sus paralelas, bajo la mágica atracción del mercado, las migajas de la globalización, y la sonrisa maliciosa y complaciente del Tío Sam.


Nada deseo más que la victoria del Frente Sandinista, y creo en las posibilidades de una verdadera victoria. Aquella que deviene del respaldo de más de la mitad de la población, como acaba de ocurrir con la Izquierda chilena. Creo que esa victoria es posible con el trabajo arduo de toda la militancia, bases y dirigentes, entre el pueblo, convenciéndolo y persuadiéndolo de que el FSLN es una alternativa real y distinta de estos gobiernos neoliberales inhumanos y corruptos.


Nada deseo más que la victoria del Frente Sandinista en las próximas elecciones. Y es porque creo en el Frente Sandinista, porque creo en el pueblo, porque confío en la justeza de nuestra causa sandinista, porque quiero evitarle a mi partido y a la nación un daño irreparable, es que hoy debo oponerme a estas decisiones, que conspiran contra la esperanza de los desamparados y excluidos de mi pueblo, que desean y esperan la victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional para la redención de los oprimidos que es, a su vez, la causa de mi vida.



18 de enero de 2000





NOTAS


1 Intervención de Mónica Baltodano en Plenario de la Asamblea Nacional durante el debate de las Reformas Constitucionales del Pacto Alemán- Ortega en segunda legislatura. 18 de Enero del 2000.


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