Memorias de la lucha Sandinista

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MOVIMIENTOS SOCIALES,

PARTIDOS Y GLOBALIZACIÓN1



La Federación de Organismos no Gubernamentales me solicitó presentar una ponencia sobre los Movimientos Sociales y la Globalización.


1.- ¿Globalización o imperialismo?


Comencé por preguntarme, de qué globalización hablar. Porque en los últimos tiempos es frecuente el uso del término para referirse a la realidad desde distintas perspectivas históricas, ideológicas e intereses de clase.


Hablan de globalización Fidel Castro y George Bush. Los indígenas combativos de Bolivia y Ecuador, y los capos de las grandes transnacionales que se reúnen en Davos o más discretamente en el selecto Club de Londres. Hablan de globalización los magnates como Bill Gates, y dirigentes campesinos como Bové, al estrellar su tractor contra la transnacional MacDonald, en Francia, para protestar por la desgravación a las importaciones de carne norteamericana.


Entonces, ¿de qué globalización estaríamos hablando? ¿Aquella que según los teólogos del neoliberalismo expresa una nueva etapa de la humanidad, en la que el capital circula libremente en todo el globo para buscar en donde realizar la máxima ganancia, “etapa superior” en la que todos seremos culturalmente homogenizados, estandarizados?


Como Darío denunció proféticamente:

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?”

¿Tantos millones de hombre hablaremos inglés?”


O bien, me dije, tomo el enfoque encantador de un Anthony Guiddens, quien desde el laborismo inglés nos explica que la globalización es sencillamente “la intensificación de las relaciones sociales en todo el mundo, por la que se enlazan lugares lejanos, de tal manera que los acontecimientos locales están configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia, o viceversa.” (Mellón, José Antonio, 81).


Podríamos optar por el enfoque liberal: para ellos ahora vivimos simplemente bajo el reino del mercado y la democracia. “Mercados abiertos y democracia”, reitera Bush, y que repiten a coro Bolaños y sus tecnócratas para quienes lo único que sucede es que de manera “natural” el Estado, la sociedad y su sociedad civil, transitan también de manera natural por un simple y necesario proceso de ajuste, y lo único que nos hace falta es tiempo y paciencia, pues “vamos por el buen camino”, según dicen.


O también podríamos asumir las elocuentes explicaciones post-modernas, de tal suerte que lo esencial es comprender que ya no vivimos en las ciudades industriales de la primera mitad del Siglo XX, sino en la sociedad “financiera”. Que ésta ya no tiene centro ni puesto de mando, que ya no tiene rostro ni jefes y que, por lo tanto, tampoco tiene responsables. Que la sociedad que compartimos ahora, es básicamente, “la internacionalización de los mercados financieros, del comercio de bienes y servicios, que ha creado ya un espacio de competencia internacional, que se extiende por todo el globo”.


O mejor aún, sencillamente nos podríamos conformar con un Fukuyama, para quien lo que ha ocurrido es: “la inquebrantable victoria del liberalismo económico y político” y que nos encontramos, para él, desde hace cincuenta años “en el último paso de la evolución ideológica de la humanidad”.


El término globalización usado en estos últimos años por moros y cristianos, por amos y esclavos, tiene seguramente una enorme ventaja. Todos creemos o por lo menos damos la impresión, o nos quieren dar la impresión, de que nos estamos refiriendo a la misma cosa.


Entonces pensé, ¿no sería mejor hablar de Imperialismo, para que quede más claro que estamos hablando de la mundialización e imposición del modelo capitalista, ahora bajo su forma neoliberal?


Porque, ¿es o no verdad que este Imperialismo tiene como su centro de mando unos cuantos Estados, quienes usan su poder económico, político, mediático, propagandístico y últimamente, sobre todo, el poder militar para imponerse a otros Estados? ¿No será mejor hablar de la dinámica de nuestras sociedades sometidas a los impulsos de ese poderío?


¿No será mejor hablar del afán de dominación del mundo, por un conjunto de naciones? ¿No será mejor hablar de Imperialismo norteamericano, japonés, británico, etc.? Para señalar que desde ahí se organizan las medidas de protección de los intereses de las grandes corporaciones, la propagación y defensa de sus intereses comunes, la conquista de nuevos mercados, la recolonización de naciones enteras; relaciones de dominación que luego se imponen a nuestros países por múltiples rutas, que nuestra gente conoce como las “condicionalidades” de los programas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM).


¿No resultaría dicha categoría más exacta para explicar por qué desde esos Estados se organizan las invasiones y las guerras contra otros Estados, como la de Afganistán, Irak o Haití, e intervenciones solapadas a procesos como el de Venezuela, el bloqueo a Cuba, el apoyo a fuerzas represivas de Colombia y el aplastamiento del Pueblo Palestino? ¿No nos permitirá acaso, entender mejor la denuncia del unilateralismo y el peligroso debilitamiento de Naciones Unidas y del Orden Jurídico Internacional?


Desde esta perspectiva comprometida se vuelve más comprensible que “el 85% de las multinacionales, empresas y bancos están en manos de Estados Unidos y Europa, y que entre las 50 empresas más grandes del mundo dos tercios son estadounidenses”.¿Nos permite entender por qué Estados Unidos tiene hoy tropas en 180 países y bases militares en 120 naciones del planeta? (J. Petras, 2).


Estas breves referencias, espero sugieran que no se trata de un asunto semántico y, mucho menos, rechazar las bondades del término globalización, o la globalización misma como producto del progreso humano.


Lo que quiero indicar, es que el concepto imperialismo, nos permite mayor transparencia en la lectura de la realidad, incluso la actual. Aún y cuando estoy plenamente consciente, de los deliberados prejuicios que sobre este enfoque, propagan y estimulan en particular, quienes están interesados en obnubilarla.


Por otra parte dicho enfoque permite también indicar, el carácter y la dirección de la resistencia y lucha nuevamente librada por una parte de la humanidad y que explica –en buena medida ̶ la naturaleza de la acción y no pocas de las nuevas modalidades de los movimientos sociales.


2.- Acercamiento conceptual sobre los movimientos sociales


Un segundo momento de mí reflexión consistió, por lo tanto, en el análisis de la categoríaMOVIMIENTOS SOCIALES, y a quienes deberíamos realmente entender como tales. Al acercarme a la búsqueda de una definición de los mismos, me encontré con esta sugestiva cita:


En sociología, hay numerosas definiciones y teorías sobre los movimientos sociales... En muchos aspectos, todos nos parecemos un poco a los seis famosos ciegos hindúes en la parábola clásica. Cada uno de ellos colocaba su mano en una parte diferente del elefante y en consecuencia describía un animal distinto.” (Joseph Gusfield).


También con relación a los movimientos sociales, tenemos que delimitar de qué estamos hablando. Conscientes, al acercarnos a una definición, de su límite referencial. Además, no pretendemos describir con exactitud un fenómeno que tiene sus especificidades en relación a la diversidad del espacio donde actúan, y al tiempo en que actúan, que determina su origen, evolución y desarrollo. Tiempo y espacio, del que se desprenden la naturaleza de sus demandas, sus formas y métodos de actuación, y las distintas banderas que levantan.


Los movimientos sociales como forma de acción colectiva, se han construido y destruido a lo largo de la historia, en particular de la historia moderna, como expresión del conflicto siempre presente, entre el sistema dominante y aquellos a quienes domina. Expresan el desarrollo de la conciencia colectiva de grupos, sectores y cuerpos sociales. Los movimientos sociales, coinciden todos los enfoques, son expresión de la necesidad de explicitar el conflicto.


Pero estos cuerpos sociales devienen en movimientos sociales, únicamente cuando son capaces de construir identidades, imaginarse una situación distinta y actuar rompiendo los límites impuestos por el sistema dominante, para conseguir cambios sociales.


En gran parte del Siglo XX, los movimientos sociales analizados desde la perspectiva marxista, se ubicaban como expresión de los conflictos de clase, su accionar y sus luchas, como parte de la confrontación con el sistema; sin embargo, su acción se subordinaba en gran medida a las líneas de los sujetos preferenciales del cambio (partidos y sindicatos), y la acción política tenía una dirección casi única: la lucha por conquistar el poder. El sistema sólo podría ser cambiado cuando se lograra la toma del poder, para transformar de raíz ese sistema y construir uno en el que las reivindicaciones de los sectores habrían de ser definitivamente conquistadas y resueltas.


Con el surgimiento de los nuevos movimientos sociales de los años 60-70 (ecologistas, feministas, pacifistas, movimientos gay, movimientos por los derechos de los negros, por los derechos humanos, etc.,), se emprende el cuestionamiento del enfoque ideológico, y se desarrolla una visión que se ha dado en llamar “post-modernismo”. Comprensión que reivindica el fin de las ideologías, y que explica el surgimiento de estos nuevos movimientos sociales en oposición a los enfoques ideológicos, como reivindicando la posibilidad de hacer cambios, hacer transformaciones, particularmente en la esfera cultural y jurídico político, a partir de la acción generalmente pacífica de aquellos.


No pueden ser negados los cambios y los avances que estos movimientos consiguieron en materia de derechos, particularmente, los derechos de las mujeres, o cambios culturales importantes, alrededor de la protección del medio ambiente ̶ por ejemplo ̶ , o la lucha contra la violencia doméstica, los derechos civiles y humanos, en general.

Será a mediados de los años 90, cuando asistimos a la explosión de nuevos movimientos sociales y a la paulatina transformación de aquellos de los años 60-70. Las nuevas condiciones expresan otro nivel de los conflictos y, por supuesto, innovadoras y novedosas formas de acción política.

Dentro de la sociología moderna, connotados teóricos de los nuevos movimientos sociales, representativos de las corrientes de opinión que se mueven sobre este tema (Alain Touraine, y Alberto Melucci, entre otros) nos permiten acercarnos a una demarcación.

Estas últimas definiciones, a las que haré referencia, obedecen al estudio más directo de los actuales movimientos sociales así:

Un Movimiento Social es una forma de acción colectiva que apela a la solidaridad (Melucci), lo que sugiere que tenga capacidad para compartir una acción colectiva. Sus miembros se reconocen unos a otros como similares, como actores que tienen los mismos problemas, porque pertenecen a un determinado segmento social.

Por otra parte, un Movimiento Social hace evidente un conflicto social. Los movimientos sociales, por lo tanto, son cuestionadores de una forma de dominación social.

Por último, un movimiento social rompe los límites del sistema en que se producen. De tal forma que los movimientos sociales se construyen en relación (o en contraposición) al ámbito de lo político, en donde se expresa la correlación de fuerzas sociales, la hegemonía, o dominación. Su objeto es modificar esa realidad, y puede plantearlo desde una perspectiva estructural, integral o desde una perspectiva coyuntural (Zemelman, 1989).


Los movimientos sociales son pues, sujetos activos en una realidad social determinada. Pero su constitución no es sólo el resultado de esa realidad determinada, sino que requieren además, como condición, la construcción de una voluntad colectiva, es decir, una direccionalidad racional. La definición concreta de un fin hacia el cual se orientarán las acciones del colectivo. De tal suerte, que para identificarlos plenamente, hay que descubrir el vínculo que unifica, que permite la construcción de identidad colectiva.


En este sentido, los movimientos pueden tener distinta extensión en el tiempo. Pueden emerger, y desaparecer, no sólo porque se estructuran para una coyuntura determinada (una consulta popular, por ejemplo, un plebiscito, oposición a un acto de privatización etc.), sino porque aunque se planteen objetivos a más largo plazo no logren la construcción de una sólida identidad colectiva.


También pueden actuar en un espacio, pequeño: un barrio, un municipio, o llegan a actuar a nivel nacional, regional e, incluso, mundial. Y dependiendo de sus objetivos pueden ser cuestionadores del sistema, estructuralmente hablando, o de alguna de sus partes.


El primer paso de la constitución es el diagnóstico y la denuncia del problema. Pueden desarrollarse iniciativas para solucionar dicho problema, pero para que sea un verdadero Movimiento Social debe existir acción colectiva para el cambio social.


Estas precisiones, permiten diferenciar a la multiplicidad de organizaciones, redes, grupos de interés, y asociaciones, algunas de las cuales tienen puntos en común con el Movimiento Social, pero se distancian en que no proponen cambio social.


Lo anterior nos sugiere que no debemos confundir entonces cualquier organización o entidad ciudadana, clubes, comités, Ong, con el Movimiento Social. Además, existen corrientes sociales, que tampoco son Movimiento Social, en tanto no tienen dimensión organizacional o intencional. “Los Movimientos Sociales tienen conciencia clara de sí”, dice Touraine.


Por otra parte, los movimientos sociales en términos genéricos son parte de la sociedad civil, pues es un sector autonomizado, separado del Estado, por oposición forman parte del cuerpo diferenciado de la clase política. Pero el movimiento social actúa en contraposición al Estado, específicamente por cambios sociales. El Movimiento Social es sociedad civil, pero actuando por cambios sociales, y arrancándolos, construyéndolos, a partir de la ruptura de los límites del sistema. El Movimiento Social pertenece a la “sociedad civil de abajo” -como diría Francois Houtart-.


Es muy importante también destacar que no es un concepto inmóvil, que grupos, redes y asociaciones de acuerdo a la evolución de sus compromisos, pueden convertirse en Movimiento Social y, por el contrario, que organizaciones otrora Movimiento Social, pueden asimilarse al sistema y terminar siendo otra cosa.


Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con formidables Movimientos Sociales cuyos dirigentes han sido cooptados por gobiernos y se han convertido en “colaboradores” del sistema, o de movimientos que ̶ como ha señalado Sofía Montenegro ̶ , por medio de la cooperación externa se han homogeneizados, a veces por necesidad del sostenimiento económico de sus burocracias, terminando por reducir su accionar al proyectismo, y no ya a explicitar un conflicto y para luchar por los cambios sociales.


3.- Mutaciones en los tradicionales sujetos del cambio


En nuestro caso, me parece que el análisis actual de los movimientos sociales, tenemos que hacerlo tomando como referencia, los movimientos más representativos, activos y beligerantes que conocemos en nuestra América, e inevitablemente contrastarlos con la desmovilización de movimientos que jugaron un rol de cambio en el pasado reciente.


En la mayor parte de América Latina y el mundo, se ubican los años 80 e inicios de los 90 como una década de desmovilización social, caracterizada por la hegemonía y el predominio de la lógica neoliberal, y el dominio del llamado “pensamiento único”.


De esta lógica no escapan la mayoría de los partidos políticos de izquierda, vanguardias y sindicatos, que hasta entonces aparecían como los sujetos propulsores del cambio.


En efecto, el impacto del derrumbe del “socialismo real”, la crisis de los paradigmas tradicionales, la propaganda y la emergente hegemonía cultural del neoliberalismo, la claudicación de una buena parte de la intelectualidad progresista y los efectos materiales desestructurantes de esas políticas, terminaron por configurar un escenario en el que las luchas sociales pasaron a ser consideradas como “acciones desestabilizadoras que afectan la posibilidad del desarrollo que al final va a beneficiar a todos”. Las ilusiones y promesas de la nueva era, debilitaron temporalmente el Movimiento Social.


Las mutaciones en la estructura de producción, el traslado creciente de la generación de la ganancia de manera predominante a la esfera financiera y de manera especial en la especulación de los capitales, provoca una reducción en el tamaño de la clase obrera industrial, la que, a su vez, ha implicado la reducción de obreros sindicalizados, y con ello asistimos al debilitamientos de las grandes organizaciones sindicales, disminuyéndose el rol de “la clase”, otrora sujeto preferencial del cambio.


No pocos coinciden que, en muchos países, el tránsito de una economía productora de bienes dominada por el sector industrial, a una productora de servicios dominada por el sector terciario; que los cambios de la nueva distribución ocupacional, la emergencia del trabajo informal, el declive y crisis de la agricultura, la desvalorización de los medios productivos, la revalorización de la información, la tecnología y el conocimiento, trastocaron los referentes subjetivos y objetivos que habían constituido el basamento del Movimiento Social en muchas partes.


Ello no sólo debilitó la fuerza social tradicional, peor aún, dejó a los dirigentes tradicionales con las siglas históricas, pero sin base social beligerante.


Dice James Petras que“en las marchas convocadas en Brasil, por Los Sin Tierra (MST) aparecen sólo dos mil funcionarios de la CUT (Central Única de Trabajadores) cuando esta central obrera tiene 15 millones de afiliados. No tienen poder de convocatoria, son un gigante con pies de barro".


En Argentina, en los levantamientos de diciembre de 2001, Víctor De Gennaro (máximo dirigente de la Central de Trabajadores de Argentina, CTA) estaba haciendo consultas... para ver si era o no legítimo comprometer el sindicato. Están inmovilizados, mientras otros se mueven”, concluye Petras.


Si bien esta desmovilización se puede explicar en parte por factores objetivos, no es menos cierto que también se produjo una verdadera colonización a nivel intelectual y el desmontaje de los paradigmas que hasta entonces habían guiado a los sujetos sociales del cambio.


La inmovilidad de algunos sindicatos y organizaciones históricamente beligerantes, opera también, por la lógica de la secular dependencia y subordinación a los partidos políticos, en particular a los partidos de izquierda, huérfanos, ahora, de proyecto histórico, y atrincherados en la resignación del pragmatismo. A contrario sensus, resulta indicativo el ejemplo de la permanente movilización de los sindicatos venezolanos contra Chávez. ¡Allí no están desmovilizados!


Hay que decir con toda claridad y honestidad que no todo es culpa, ni atribuible al neoliberalismo. Hoy resulta incuestionable, observando el accionar y la práctica cotidiana de no pocas organizaciones sindicales y partidos de izquierda, que la reducción de la acción política al ámbito de las negociaciones, a la política parlamentaria, al electoralismo y la privilegiada búsqueda de espacios de poder institucional, no sólo han hundido en la claudicación a otrora dirigencias revolucionarias, sino que arrastran consigo a los dirigentes de las organizaciones populares y sociales.


Para estos últimos, abundaron y abundan en muchos casos la asignación de butacas en parlamentos, consejos, ministerios y candidaturas de toda suerte. Y lo más dramático, estos últimos, se niegan a ceder sus responsabilidades en el Movimiento Social a los cuadros que realmente permanecen comprometidos en él.


Por otra parte no puede desconocerse el peso de la mentalidad tradicional. Según Manuel Antonio Garretón, “la dificultad de alcanzar la autonomía de las antiguas expresiones del Movimiento Social, en especial los sindicatos, es que va en contra de su historia y memoria colectiva”.


Pero felizmente estas reglas también tienen sus excepciones. Un dirigente del MST me comentaba en Brasil el año pasado, que con la victoria de Lula, algunos dirigentes del movimiento ganaron diputaciones. El movimiento les sustituyó en sus responsabilidades, para que no contaminen ni mediaticen las luchas. “Siguen siendo amigos, militantes del MST, pero no pueden tener rol de dirigentes”, me decían.


4.- La emergencia de nuevos movimientos sociales: el MST


Las mutaciones operadas en los tradicionales sujetos de cambio, contrastan con la emergencia y características que despliegan, en las nuevas realidades los Movimientos Sociales.


Se ha constituido en un objeto de estudio desde distintas visiones, uno de los movimientos más emblemáticos de finales del Siglo XX: el Movimiento de los Sin Tierra (MST), cuya fundación oficial se produjo en 1984, pero su conformación fue resultado de un largo proceso que inició con las tomas de tierra de un pequeño lugar y que fue adquiriendo paulatinamente las dimensiones de un formidable movimiento en un inmenso país: Brasil.


Se destaca el cuidadoso proceso de construcción de identidad a través de la concientización y organización, el desarrollo de sus propias formas de relación, su autonomía frente a los partidos políticos y la esmerada atención que dedican a la labor de formación política.


Las prácticas de los Sin Tierra, los ha convertido en un verdadero “laboratorio social”, donde se experimentan novedosas formas de articulación, relación, luchas y la conquista de cambios sociales, a partir de una reivindicación urgente para millones de campesinos brasileños: tierra, financiamiento, asistencia técnica y atención a los problemas sociales campesinos.


Los Sin Tierra se convierten en un referente obligado, cuando hablamos de los movimientos sociales. Efectivamente ellos son una formidable acción colectiva, fundada en la solidaridad.La solidaridad y el colectivismo se ha convertido en forma de vida entre sus militantes (así se auto llaman: “militantes”). Desarrollan el trabajo de forma colectiva, se dirigen colectivamente, luchan porque no se personalice la Dirección del movimiento.


Expresan y explicitan el conflicto social, teniendo como centro “la democratización de la tierra”. El conflicto es tan evidente, que ha dado lugar a represión y violencia, y decenas de muertos. El conflicto lo plantean no sólo a nivel político, sino también a nivel cultural. Están tratando de cambiar la manera como la sociedad brasilera analiza el conflicto que ellos explicitan. Y lo han ido consiguiendo.


Al principio de la lucha tenían un amplio rechazo en la población. Ahora la sociedad respalda su lucha y sus métodos: las tomas de tierra, las marchas, plantones, etc. En encuesta del año 2000, 80% de la población se manifestó a favor de sus luchas.


Este fenómeno de conquista de legitimidad y ampliación de sus bases, es explicado como una característica moderna de los movimientos sociales a los que se les aplica la categoría de “reflexivos”. Dice Gusfield que:


"... dichos movimientos introducen una controversia respecto de un estado de cosas, cuya legitimidad y sentido normativo se daba por hecho antes que surgiese el movimiento, lo cual ya no sucede después...


...vuelven controvertido un aspecto de la realidad que fue previamente aceptado -(que no tuvieran tierra los campesinos era triste pero “normal”-. Pero mediante su acción y su trabajo hacen reflexionar a la sociedad. Un problema que se veía antes como una situación natural, desgraciada, puede ser visto como una situación injusta que se puede cambiar y que se tiene que cambiar por toda la sociedad.".


El MST busca el cambio social. Lo expresa claramente y lo ratifica con sus acciones, con el montaje de su sistema de trabajo permanente, que afianza cada día la identidad colectiva, no sólo alrededor de la tierra, sino la necesidad del cambio estructural. Por ello, el MST ha llegado a formular colectivamente la vocación de construcción de otro tipo de sociedad, y se declaran abiertamente socialistas. Sus militantes lo asumen permanentemente en sus discursos, lo tienen interiorizado.


La diferencia con los sujetos tradicionales, es que no apuestan todo a la toma del poder, para hacer luego los cambios, sino que consideran que los cambios deben hacerse “aquí y ahora”, y el movimiento por la tierra no es más que el inicio de un proceso del cambio social integral.


Otra característica a destacar, es que ellos no se consideran un modelo que debe ser seguido o copiado. Sus experiencias no pretenden universalizarlas como nueva construcción teórica, o recetas para todos los males, incluso para el mismo Brasil. Como ellos mismo dicen “no debemos tomar decisiones por todos, hay que crear espacios en donde la opinión de los diferentes actores campesinos aporte al debate y, en el diálogo común se definan los caminos. No aceptamos la idea de que un movimiento tiene que ser hegemónico en sus planteamientos...”.


Finalmente, hay que destacar que las transformaciones culturales las trabajan en primer lugar entre sus afiliados, de manera permanente, y han ido construyendo sus propios ritos y formas de comunicación que los fortalecen.


Las llamadas “místicas” del MST, son la combinación de cantos, poesía, teatro, uso de los elementos simbólicos, sus banderas, sus tradiciones, que sirven para desarrollar el imaginario colectivo, de lo que debe construirse ya, para cambiar la sociedad. Por ejemplo, en sus escuelas de formación de líderes jóvenes se combate el machismo de manera práctica. En los campamentos juveniles, los hombres realizan cualquier tarea doméstica, y cada hecho es sometido a reflexión integral, en la búsqueda de cambios sobre las percepciones de la vida.


5.- Movimientos sociales y movimiento mundial antiglobalización


Los nuevos movimientos sociales emergieron en los años de la recesión política de la izquierda, aunque no siempre se expresaron en términos de movilización. Los más sólidos de ellos pasaron muchos años en proceso de gestación, otros aparecieron públicamente como grupos pequeños, que rápidamente sumaron afiliados debido a la pertinencia de sus demandas.


El desarrollo de los mismos, y del movimiento antiglobalización, resulta de una convergencia de intereses, de los sectores que resultan de la exclusión social engendrada por el neoliberalismo. Por ello, es que muchos de estos movimientos están constituidos por ex-obreros, campesinos sin tierras, indígenas, pequeños empresarios en quiebra, etc.


No podremos detenernos en ahondar sobre estos otros movimientos, cuyo trabajo hemos tenido oportunidad de conocer, pero nos referiremos, en orden cronológico a algunos de ellos, para hacer el vínculo de estos con los movimientos antiglobalización que se han desarrollado en el Siglo XXI.


En 1988, por primera vez, una cumbre del FMI y del Banco Mundial realizada en Berlín, fue confrontada con una sorprendente manifestación de rechazo, demandando el fin de sus políticas.


En 1991, se funda VIA CAMPESINA, con el propósito de articular las acciones de distintas organizaciones campesinas. Es interesante mencionar que este esfuerzo tiene sus orígenes en el desarrollo de las organizaciones de trabajadores del campo de América Central.


Hasta hoy, el Secretariado Ejecutivo se encuentra en Honduras. Inicialmente las organizaciones constituyentes fueron centroamericanas, (ATC, en Nicaragua). Posteriormente Vía Campesina ha integrado a organizaciones de todos los continentes del mundo.


Un año después, 1992, por primera vez se organizó una CONTRACUMBRE de organizaciones de la sociedad civil, particularmente movimientos ecologistas y ONG, cuando se realizó la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro.


En 1993, se fundó el movimiento de Deudores de los Bancos Mexicanos. El novedoso movimiento El Barzón, nace como una auténtica organización autónoma de los partidos políticos, para enfrentar el drama de las ejecuciones bancarias contra los campesinos, medios y pequeños.


En enero de 1994, de obligada referencia, el mundo es conmovido por las acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyo accionar puso de manifiesto no sólo las contradicciones y profunda descomposición del régimen político mexicano, sino que cuestionó frontalmente el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, y el régimen neoliberal impulsado por Salinas de Gortari bajo el lema de “la modernidad”.


No hay duda de que el movimiento Zapatista constituye un hito que marcó y animó el surgimiento de nuevos movimientos sociales, y radicalizó el accionar de los existentes.


En 1998, se organiza en Europa la AGP (Acción Global de los Pueblos), expresando su decisión de luchar contra el capitalismo, y nace el conocido movimiento de intelectuales ATTAC, con un análisis crítico del capitalismo y algunas “medidas paliativas” ̶ como algunos le han llamado ̶ a la Tasa Tobin, para los capitales especulativos. Crece el llamamiento a las calles contra el sistema capitalista.


A partir de 1999 se produce una explosión de movilización contra el capitalismo, iniciándose en las calles de Seattle, en ocasión de la reunión de la Organización Mundial de Comercio. Se evidencia la permanente acción global frente a las principales reuniones y cumbres de quienes dominan el mundo: Washington, Davos, Génova, hasta llegar a la realización del Foro Social Mundial en Porto Alegre, en contraposición al encuentro de las transnacionales en Davos, en 2001.


La represión violenta contra los manifestantes en Génova, Italia (2001), y los sucesos del 11 de septiembre en EEUU, marcan el incremento represivo contra estas movilizaciones por parte de los Estados unidos y sus aliados.


6.- Piqueteros en Argentina, CONAIE en Ecuador, Cocaleros en Bolivia. “Somos millones”


No podemos dejar de mencionar el Movimiento de Piqueteros en Argentina, en 2002. Este amplio movimiento está conformado de miles de desempleados, quienes paradójicamente, según algunos analistas, se han estructurado a partir de los planes “de contingencia” que crea el propio sistema para tratar de “paliar” la crisis, (Planes de trabajo), cuya ejecución fue trasladada a las ONG, factor que favoreció los procesos de toma de conciencia, y organización.


El fenómeno se ha multiplicado geométricamente y se han constituido como un movimiento con capacidad de acción política. Se organizan en pequeñas agrupaciones zonales y confluyen en una coordinadora.


El movimiento expresa un conflicto, y usa el método de la presión, tomas de avenidas y corte de las carreteras. El Colectivo Situaciones, afirma:


... el piquete es expresión de la sociedad argentina actual. Sobre todo del desfondamiento del Estado nacional y su captura por parte de un conjunto de bandas mafiosas que se han apoderado incluso de las fuerzas represivas. Actualmente la sociedad argentina tiende a dividirse en dos dinámicas paralelas, que conviven complejamente. De un lado, los lazos que ligan al capital global y al Estado mafia (con sus bandas represivas) del otro, las experiencias más radicalesde un contrapoder: una sociedad paralela que tiende a la auto organización...


...El Contrapoder actual, a diferencia de otras épocas y lugares, no se organiza a partir ̶ ni a través ̶ de los partidos políticos, inclusive de los revolucionarios o de izquierda. No posee dirigentes excluyentes, ni centro condensadores en este sentido.”.


Además de los piqueteros, en Argentina, existen las Asambleas Vecinales, más de 200 fábricas tomadas y auto gestionadas por sus trabajadores, centenares de experiencias campesinas, educativas, ligadas a los derechos humanos y las culturas aborígenes.


En Ecuador, con una amplia población indígena, se han constituidos innumerables movimientos locales cuya articulación a nivel nacional ha sido la CONAIE. Esta articulación ha puesto contra la pared, de manera sucesiva a varios gobiernos ecuatorianos. Mediante el método de la movilización pacífica han logrado entrar masivamente en el Congreso, en la Casa Presidencial. Hasta sacar a Yamil Mahuad en el año 2001.


Sus reivindicaciones apuntan a derechos indígenas, pero también contra las privatizaciones, la dolarización, etc. Lo cierto es que la vinculación de la emergencia de los Movimientos Sociales y el fenómeno del indigenismo, merecería un trabajo especial.


El movimiento de los COCALEROS en Bolivia. Es el resultado de la resistencia contra los intentos de sustituir la producción de coca, sin dar ninguna alternativa a los campesinos que históricamente han vivido de ello, y a los indígenas que, además, la consumen milenariamente.


En los últimos dos casos, los movimientos han constituido a su vez expresiones políticas (Pachacutik en Ecuador y Movimiento Acción Socialista en Bolivia, que lidera el campesino cocalero Evo Morales). En el primer caso apoyaron firmemente la campaña de Lucio Gutiérrez del que ahora se han distanciado.


7.- Los foros: Convergencia de los movimientos sociales, y otras organizaciones progresistas


La multitud de nuevos movimientos sociales, han convergido en diferentes foros con otras organizaciones: ONG, iniciativas como ATTAC, sindicatos, gremios, organizaciones estudiantiles, universidades, grupos de intelectuales, etc.


Las 4 reuniones del Foro Social Mundial (I, II, III, en Porto Alegre; IV en Mombai, India, han sido encuentros para articular una multiplicidad de organizaciones y expresiones del descontento con el sistema, dentro de los cuales los movimientos sociales ocupan un lugar importante, pero no con exclusividad. De hecho en el marco del foro, se produce el encuentro de los Movimientos Sociales, los cuales elaboran su propio pronunciamiento. Es también objeto de tensiones el tema de la presencia creciente de grandes ONG, o el dominio de estas en la organización del mismo. Desde 2002, se abrió un fuerte debate sobre la presencia creciente de Partidos Políticos, (en particular del Partidos Socialdemócratas de Francia y el PT de Brasil).


La verdad es que una buena parte de los asistentes son militantes de partidos políticos, pero asisten al Foro en función de sus organizaciones sociales, y no como militantes partidarios, pues es uno de los principios del foro.


Hasta el año 2002, la dinámica prevaleciente fue la contestataria, Cumbre-Contra Cumbre. A partir de entonces se hace el énfasis en convertir los mismos en un mecanismo de intercambio de experiencias, de animación a los pueblos a la lucha, de demostración de fuerzas.


Los movimientos antiglobalización cuentan con gran cantidad de jóvenes y en sus movilizaciones han llegado a ser millones, en particular en la lucha contra la invasión a Irak. En éstas hacen uso de formas de comunicación simbólica, el teatro, la mofa, la música. Y en su organización, de la asamblea masiva y la horizontalidad y se debate si sería conveniente una mayor organicidad.


Hasta ahora, la movilización es por las “CAMPAÑAS”, a la que se comprometen los participantes, pero cuyos resultados son obviamente desiguales. Por ejemplo, aunque en Nicaragua ATC, CST, y otras organizaciones tradicionales para-partidarias del FSLN asisten regularmente a estos foros, en la realidad no han organizado las réplicas de estas campañas en el país. Quienes hacen enconados esfuerzos, con resultados sumamente modestos, son otros grupos, como las Comunidades Eclesiales de Base, Red de Defensa del Consumidor, y otras organizaciones.


Aunque el pacifismo prevalece, en Mombai, se discutió combinar la acción masiva, pacífica, con las acciones de “desobediencia organizada”, para fuerzas más orgánicas.


Los movimientos sociales se expresan dentro del foro, con su propia radicalidad y la denuncia del capitalismo, como un sistema que constriñe estratégicamente sus derechos. Hoy por hoy, los cuestionadores de la realidad estructural capitalista son los movimientos sociales.


En el llamamiento de Mombai se afirma:


... nos hemos reunido aquí para organizar la resistencia y luchar para construir alternativas al capitalismo...


... La ocupación de Irak mostró el vínculo existente entre el militarismo y la dominación económica por parte de las corporaciones transnacionales...


Los movimientos sociales reafirmamos nuestro compromiso de lucha contra la globalización neoliberal, el imperialismo, la guerra, el racismo, las castas, el imperialismo cultural, la pobreza, el patriarcado y todas las formas de discriminación y exclusión, económica social política, étnica, de género, sexual…”.


8.- Una observación sobre partidos políticos y movimiento social


Permítanme, aunque sé que hay exposiciones específicas, una breve referencia a la relación de los Partidos Políticos, con los nuevos movimientos sociales.


El hecho de que los Partidos Políticos en su mayoría han centrado su accionar a la esfera exclusiva de las instituciones, ha generado en la subjetividad del movimiento social, un rechazo al control de los partidos políticos, y a la reivindicación de su autonomía, como garantía de que sus demandas no van a ser “negociadas” o mediatizadas por aquellos.


Objetivamente la mayor parte de los partidos de izquierda han querido reducir a las masas, subordinarlas al diálogo con las instituciones. Los movimientos sociales incluso han sido fundamentales para que algunos partidos y personas lleguen al gobierno, y una vez en él, abandonan sus “promesas electorales”, para terminar administrando las políticas dictadas por los organismos financieros internacionales.


En algunos sectores de los movimientos sociales existe un discurso anti partido. Algunos analizan este fenómeno con preocupación, porque se identifica con los esfuerzos por despolitizar a la sociedad, y trasladar todo al mercado (privatización de la política). Pero en buena parte de los movimientos sociales, hay conciencia de que los cambios sociales requieren la convergencia de todo el que se quiera sumar a la resistencia permanente contra el sistema. La mejora de las relaciones partidos-movimiento sociales es un desafío en el que los partidos tienen la mayor responsabilidad.


Durante varias décadas, los partidos y las grandes organizaciones sindicales, fueron la vía para la expresión de la conflictividad social en una buena parte del mundo, y en el caso de América Latina, también lo fueron las organizaciones de liberación nacional, pero ahora, una buena parte de ellos se encuentran formando parte de la esfera y del Estado, ya sea del Ejecutivo, como parte de los espacios institucionales: Parlamento, Poder Judicial, etc.


Está demostrado que en sociedades donde impera el desempleo y pocas posibilidades de movilidad social, uno de los mecanismos con que opera el sistema para “su estabilidad” es la cooptación de los dirigentes de las luchas a través de los espacios institucionales, los buenos salarios y las “buenas butacas”.


Tomemos la experiencia de los indígenas de la CONAIE que contribuyeron directamente a la victoria de Lucio Gutiérrez, en Ecuador. Ellos señalaban auto críticamente que el ubicar como funcionarios estatales a dirigentes del movimiento, les había debilitado el movimiento.


Cuando Pachacutik rompió su alianza con Lucio, debido a que este gobierno ha enfilado su administración en la más absoluta subordinación a Washington y las instituciones financieras, decidieron entonces, retirar a los dirigentes que habían asumido cargos de Ministros y otras tareas (a través de una renuncia masiva), pero no pocos de los dirigentes intermedios prefirieron quedarse gozando de “las mieles del poder”.


El tema de la lucha por el poder, por parte de los movimientos sociales es otro tema de debate que recién comienza a expresarse.


9.- A manera de conclusión


El mundo del capitalismo, en la fase de la globalización neoliberal, es decir, en plena madurez, con el control casi unipolar del planeta, en medio de su arrogancia, de su indiscutible fuerza económica y comercial, de su hegemonía cultural, con el dominio y control de la ciencia y la tecnología, del poderío ideológico que se desprende de su gran poder mediático, en fin, de su poder militar, que le permite imponer su dominio, a través del uso de la fuerza o de la amenaza del uso de la fuerza, de la subordinación de la institucionalidad internacional y del orden jurídico mundial a sus intereses, todo ello en el contexto de la nueva sociedad global; aún y a pesar de semejante poderío, el mundo, al decir del jefe de turno, el señor Bush, el mundo hoy, es más inestable, inseguro”.


Nuestro Rubén Darío citado al inicio se interrogaba:


¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

¿callaremos ahora para llorar después?”.


La mundialización-globalización del modelo capitalista ha ampliado en millones a los excluidos. La exclusión social ha elevado dramáticamente los conflictos objetivos de millones y millones de seres humano, que hoy se niegan a callar.


Los movimientos sociales son expresión de ese conflicto. De los niveles de conciencia y organización alcanzado por los excluidos. Pero quizás más relevante que eso, es el hecho de la emergencia de un nuevo sujeto transformador, que asume multiplicidad de formas de lucha y resistencia, que nos obligan a pensar que los cambios, la transformación, se expresará ahora, a través de un sujeto más colectivo, más dinámico, más plural y multifacético.


Proviniendo “al igual que muchos de Uds.” de la lucha armada y del Movimiento de Liberación Nacional, no puedo menos que sentirme alentada. Si el optimismo que nos inspira el Movimiento Social, tiene algo de justificado, ello podría significar entre otras cosas, la emergencia de una nueva posibilidad, para una nueva teoría de la organización revolucionaria, es decir, de la transformación social.


Por eso he insistido hoy en el respeto a la autonomía del movimiento social. Aprender de él y evitar la estéril tentación de querer subordinarlo a la voluntad de las dirigencias partidarias, por más de izquierda que estas se proclamen.


Por último y quizás más relevante aún, los verdaderos movimientos sociales, han puesto al orden del día, la lucha por los cambios aquí y ahora. Marcando una decisiva diferencia frente a dirigencias partidistas sometidas al pragmatismo y a la claudicación.


Los movimientos sociales han rescatado y reivindicado para los sectores populares, la virtud de la política, tan desacreditada por tantos luchadores de ayer. Han felizmente roto los esquemas y puesto fin a los tabúes y nos llaman a comprender frente a las élites del poder estatal y partidario, cuánta razón tenía Bolívar cuando pedía.


"LO IMPOSIBLE HAGÁMOSLO HOY, QUE LO POSIBLE LO HAREMOS MAÑANA".

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1 Mellón, Joan Antón . "Las ideas políticas en el Siglo XXI". Editorial Ariel. 2002.

2 Petras, J. "Globalización, Imperio e Imperialismo, un debate contemporáneo", charla brindada en la Cátedra Ernesto Ché Guevara de la Universidad Madres de Plaza de Mayo. Marzo, 2004. Publicada en Rebelión http//www.rebelion.org

3Gusfield, Joseph. “La Reflexividad de los Movimientos Sociales: revisión de las teorías sobre la sociedad de masas y el comportamiento colectivo” en E. Laraña y J. Gusfield (eds), "Los nuevos Movimientos sociales: de la ideología a la identidad". Madrid. Centro de Investigaciones Sociológicas. 1994. Pp.221-249.

4Garretón, Manuel Antonio. "Movimiento Social y Política". Revista Coyuntura. Septiembre, 2003.






NOTA


1 Exposición ante el Tercer Seminario: "Los Desafíos de los movimientos sociales y ONG en el contexto de la Globalización", organizado por la Federación de Organismos no Gubernamentales (FONG). 29-30 de abril 2004. Managua, Nicaragua.


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