Memorias de la lucha Sandinista

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Los colaboradores del FSLN en Carazo

Aristides Rojas, Yico Sánchez, Julio Hernández y Rodolfo Porras


Jinotepe

Aristides: Doña Yolanda Silva, esposa de Yico Sánchez, madre de Orlando Castellón, caído en la montaña, fue una de las colaboradoras que más aportó a la Revolución en nuestro departamento. Era la casa de seguridad que tenía la Dirección Nacional del FSLN. Ella siguió atendiendo a los clandestinos del Frente Sandinista cuando después del 27 de diciembre en que ocurrió el asalto a la casa de Chema Castillo, una gran cantidad de jinotepinos y caraceños caímos presos. Yico, el esposo de Yolanda, estaba preso, su hijo, en la montaña, y ella siguió asistiendo a la gente, arriesgando su vida y las de sus hijos, porque además, su vivienda era una casa “quemada”. Quien llegaba ahí corría el riesgo de ser detectado, pero a la vez se pensaba que a la Guardia no se le ocurriría que un clandestino estuviera ahí, y por eso se siguió usando.

Rodolfo: Quiero decir que doña Yolanda también nos apoyaba cuando hicimos la toma de las iglesias. Andaba de iglesia en iglesia con otras compañeras para mantener el suministro de alimentos. Posteriormente, cuando se llegaba a un acuerdo o lográbamos el objetivo que nos proponíamos, ella, en representación del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) o del Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR), iba y entregaba el local a los curas o a quien fuera, para que quedara constancia de que todo estaba bien. Ella nos decía que no tocáramos las alcancías de la iglesia y que no desbaratáramos nada, siempre estaba en eso.

Aristides: Otras colaboradoras que recuerdo fueron Teresa Berríos, una de las primeras en Jinotepe; Alma Nubia Hernández y Toña Acuña, esta última, una mujer muy humilde; y la mamá del militante Ramón Portocarrero. Ahí hacíamos las reuniones, era una casa tan precaria que si la Guardia hubiera llegado, nos quebraba y mataba a todos. Otras colaboradoras fueron Olga y Zeneyda Cruz Navarrete, así como Ivette Cruz y Juanita, la esposa de Oswaldo Münkel.

Rodolfo: Howard Hall y su esposa Elena Hurtado, papás de Helen Hall. Su casa era de las más seguras, pues nadie sospecharía que siendo de un gringo, fuera casa de seguridad. Ahí estaba el archivo departamental del Frente Sandinista.

También colaboró Leonor Gómez, allí vivieron William Ramírez y Ana Isabel Morales. Tenían una distribuidora grande y eso les permitía ayudar mucho. Hoy, Leonor está en malas condiciones, tuvo grandes negocios y se le han ido abajo. Olga Morales, del Barrio San Antonio, de Jinotepe, también luchó bastante, así como Laura Porras, Rosario Aburto, conocida como “Chayo Diablo”. Doña Sara Tapia, también fue muy activa en la lucha desde el “Movimiento 11 de Noviembre”.

Asimismo colaboraba doña Elena Mayorga, quien tenía un negocio grande de zapatos, “Calzado Mayorga”. El marido, Miguel Mayorga, era un sastre muy famoso. Tenían una vida bastante cómoda. En varias ocasiones se me orientó ir ahí a recoger la colaboración, que eran sobres cerrados que contenían dinero. En otras, recogí sacos con botas, que se pedían para la gente que estaba en la zona rural.

A inicios de los años ochenta, los Mayorga se tuvieron que ir del país porque los acusaban de estar colaborando con la Contra, y los tenían vigilados y amenazados. Antes de irse me contaron esto, y me dijeron: “¡Viste qué mal nos pagaron, muy mal, muy mal!”.

Colaboraban Iván Zúniga y su esposa Vivian Sánchez de Zúniga. Nos daban sacos con víveres, potería y una que otra vez, un sobre sellado, como se orientaba en esos tiempos, que contenía colaboración monetaria.

Fue muy triste lo que les pasó. Tenían un hijo, y cuando se estableció el Servicio Militar Obligatorio, se lo llevaron, y posteriormente desertó. A los papás los capturaron y los trataron muy mal. Vivian Sánchez, es hermana de Yico y de otra gran colaboradora, doña Teresa Sánchez, madre de Álvaro, “El Cabo”, Sánchez, asesinado por la Guardia.

Aristides: Orlando Matus, esposo de la Sara Tapia, era un colaborador, también las hermanas Rita y Marta Lorena Moraga con la mamá, doña Mélida García, quien es hermana de doña Elena de Mayorga. Estas hermanas tenían la misma trayectoria. Igualmente doña Maruca Solórzano, quien tuvo que irse del país porque la Revolución la trató muy mal.

Yico: Otro colaborador histórico se llamaba César Hanón. Él trabajaba con unas personas que dependían del capital de Nacho González, porque tenían acciones en la Cervecería y en la Coca-Cola. A veces le pedía colaboración algo fuerte. Él me llevaba cuatro o cinco mil pesos de colaboración cuando necesitábamos completar algún dinero para comprar armas. Era mucho dinero entonces, y se lo dábamos a William Ramírez. César Hanón ya murió, era de Nandaime, sus hijos y otros familiares todavía viven en Jinotepe.

Al triunfo, las hijas de Nacho González llegaron a mi casa a buscar un poquito de protección para que no les quitaran todo. Eran personas que, aunque no tenían nuestra ideología, sí colaboraron, y no pueden quedar olvidadas de la historia.

En la casa de Enrique Valery con su esposa Maruca, siempre hablábamos de política y de las cosas que necesitábamos. Daban cierta ayuda. Recuerdo que una vez me llamaron para pedirme que trasladara a una guerrillera, que resultó ser Mónica Baltodano. Con mi esposa Yolanda fuimos a dejarla a Managua.


Diriamba

Yico: Fueron destacadas las hermanas Larios y la familia Blanco, en la que había también varias mujeres. Todos ellos trabajaron duro por esta lucha.

Aristides: Conozco bien a las Larios, mantuvieron a mucha gente en su casa. Tenían su negocito y la capacidad de mantener ahí a compañeros clandestinos. También la familia de Margarita Lara, cuya vivienda era casa de seguridad de Mauricio Duarte; Yadira Rocha, la esposa de Silvio Mora, era colaboradora. También la familia Gutiérrez Lara, que vivía por el Cementerio de Diriamba; y José Antonio Gutiérrez, un colaborador que involucró a su familia, a su señora y a todos sus hijos. Mauricio Duarte estuvo ahí con ellos.

Alguien que se merece un homenaje es Francisco Alemán, conocido como “Paco” Alemán. En la década de los sesenta, colaboraba con su imprenta. Lo que le llevábamos lo reproducía, y no nos cobraba ni un centavo. Le llevaba comunicados, papeletas y volantes, y él llamaba a uno de sus empleados y le decía: “Hacete esto vos solo”. Tenía la conciencia de que las cosas se debían hacer bien, la prueba está en que la Guardia nunca se dio cuenta de que en su imprenta se elaboraban tantas cosas. Hay muchos que pueden hablar de Paquito, como los hermanos Torres. Era un viejo luchador del Partido Liberal Independiente (PLI). Aún está vivo.

Alicia: Recuerdo que para la lucha del magisterio, don Paco imprimía los comunicados. No dudaba en hacer todo lo que fuera para la lucha en contra de la dictadura. También le llevé documentos de los grupos cristianos y comunicados del Frente Sandinista.

César Estrada: Don Paquito tiene entre 105 y 108 años, habita de la Farmacia Santa Gema media cuadra al sur, en Diriamba, en la misma casa donde funcionó la imprenta.


Santa Teresa

Julio: Quiero referirme a una mujer excepcional: se llamaba doña Esperanza Rodríguez de Medina, de Santa Teresa. Aristides y yo la conocimos en las huelgas de hambre en la Cruz Roja. Esta señora era una de las participantes en las jornadas por la libertad de los reos políticos. Es la madre de Santos Medina Rodríguez.

Santos Medina fue víctima varias veces de lo que se llamaba “el pisa y corre”, que consistía en que un juez daba la orden de libertad, lo ponían en la calle, lo dejaban caminar unos pasos, y la Guardia lo estaba esperando para volverlo a meter tras las rejas. Con esto estaban destruyendo a este hombre, volviéndolo casi loco.

Doña Esperanza murió en el Hospital de Jinotepe. Fuimos con Santos a conseguir la ambulancia para trasladarla a Teresa, pero no querían llevarla porque había muerto de tétano. Una de las primeras acciones sociales de Arlen Siú, fue precisamente para ayudar a Santos con los gastos del funeral de su mamá, para lo cual buscó colaboración entre los chinos. Esta señora dejó otro hijo huérfano, Níger Medina, de unos nueve años.

La casa en la que caen Leonel Rugama, Róger Núñez Dávila y Mauricio Hernández Baldizón, por donde era el Mercado Periférico o por el Cementerio Oriental, es la casa de doña Esperanza. Por eso, en las fotografías tomadas después del combate, sale Níger Medina, un niño, en los brazos de su hermana María Félix Medina, otra hija de doña Esperanza, en el momento en que entra la Guardia.

Aristides: Níger fue un gran pintor, como sus hermanos Santos y Efrén Medina. Desgraciadamente se volvió alcohólico y falleció, pero dejó grandes recuerdos, dejó grandes pinturas en Carazo. Cuando doña Esperanza muere, nos solidarizamos con los hijos, quienes eran militantes del Frente. Fuimos al entierro, Alicia Torres, Leonel Torres, Julio Hernández, Arlen Siú y yo.

En Santa Teresa hay una familia Dinarte con varias mujeres que, aun siendo chavalitas, colaboraban también.

Yico: Llevé a Agustín a Santa Teresa, como había llevado a Mauricio también, a donde un amigo muy personal que se llamaba Terencio Campos, quien tenía una pequeña finca con unas cuatro vaquitas, y su casa servía para acoger a compañeros del Frente. Terencio Campos convivía con otra señora, pero la esposa vivía a media cuadra de donde él, y se llamaba Modesta Castellón. Se divorció de Terencio, pero también nos daba colaboración.

También conozco la historia de la que le decían “La Abuela”, mamá de varios combatientes y colaboradores como ella y toda su familia. Me acuerdo que al principio de la Revolución en la casa de “La Abuela” hubo una reunión a la que llegó el Presidente de la República Daniel Ortega, y ella recibió un homenaje. Ahí conoció a muchos que habían sido colaboradores y todo, pero se olvidaron de la señora, murió y sus familiares ni siquiera una corona recibieron de parte del Frente Sandinista. Ahí estuvieron Mauricio Duarte, Agustín Lara y William Ramírez.

Era una gente que tenía una vida de trabajo, tenían su casa, sus animalitos, su caballito, su vaquita, sus cosas, eran unos campesinos como de clase alta en el monte.

Rodolfo: “La Abuela” se llamaba doña Adilia Fonseca, era casa de seguridad y centro de operaciones. Su hija Elaisa Cortés, era el correo, la encargada de los mensajes, de trasladar municiones, medicinas y todo. Esta señora se quitaba su bocadito de la boca, aunque fuera tortilla con sal, para atendernos, nos daba una jicarita de agua o una jicarita de pinol, siempre fuimos bien atendidos, es la forma en que ella colaboró desde una casa súper humilde, una casita del campo.

Pero es muy triste recordar que después del triunfo, estuvo capturada cuando se dio un hecho delictivo de parte de un hombre que era miembro del Ministerio del Interior (MINT), el Teniente Pedro Cruz Rodríguez “Peñita”. Este compañero intentó un asalto y cometió un crimen masivo en la carretera, y como él pernoctaba y llegaba frecuentemente a esa casa, sospecharon de “La Abuela”, esta gran colaboradora que hemos mencionado. Vi cómo a la viejita la trajeron esposada a las Oficinas de Operaciones de la Seguridad del Estado de Jinotepe. Al momento en que la bajaron del vehículo en que la llevaron, pude escuchar que la señora decía: “Llegó William Ramírez, y me ofreció que me iban a meter el agua potable, llegó Manuel Salvatierra, y me ofreció que me iban a meter la luz, y miren lo que me dan”, e hizo un gesto con las manos esposadas.

Horacio: Mariana Jirón fue casa de seguridad, de mal nombre le dicen “Chechenga”, de Santa Teresa. El hijo de ella participó en la lucha, le dicen “Frito”, era correo y llevaba todo. Según me contaba, ella participó en la manifestación del 22 de enero de 1967. Era opositora de mucho antes.

También era colaboradora Salvadora Jirón, su mamá y su hermana. Como tenían una panadería, uno llegaba con facilidad, el lugar se prestaba para hacer maniobras para visitarlas. Fueron casas de seguridad donde estuvieron muchos compañeros que venían de la ciudad. Fue una de las que murió cuando “Peñita” segundo de la unidad de combate Chico López, ya descompuesto socialmente realizó un asalto en el que murieron varios comerciantes a finales de 1982.


Masatepe

Yico: En Masatepe colaboró Matías, hermano de la mamá de René Sánchez, de los Sánchez Vanegas. Este es un señor de clase media campesina y su casa quedaba de Masatepe hacia Diriamba, metida en unos cafetales, era una casa muy segura. Ahí se ubicó Mauricio Duarte cuando era el Jefe de la zona. Otra colaboradora fue Ángela Palacios García. Platiqué con esta señora y me estuvo contando de toda su lucha. Aun siendo familiar de Anastasio Somoza García, ella luchó, lo expuso todo por la causa sandinista.

Aristides: En Masatepe colaboraba Narciso Uriza, un señor que era prestamista y vivía por Veracruz. Yo llegaba a traer su colaboración.

Rodolfo: Otra colaboradora es Yagura Abud, le decíamos “La Turquita”. En los años ochenta, fue parte de la Seguridad Personal del Comandante Luis Carrión.

Yico: Antonio Conrado era de ascendencia conservadora y miembro del Partido Conservador, pero estaba dispuesto a la lucha contra el somocismo en cualquier punto que se le buscara. En su finca hicimos buzones de armas y su casa servía para cobijar a clandestinos. Su esposa, como mencioné, era Elaisa Fonseca. 


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