Nunca más
En homenaje a David y al Dr. Fernando Cedeño, testigo
del asesinato de un mártir en 1968, y luego él mismo
asesinado por la guardia genocida somocista.
Uno de los cuentos que me hacían cuando estaba niña
era de cómo se morían las estrellas,
era fantástico, pero me producía pesadillas.
En mi inocencia,
en mis sueños, trataba de encerrarlas en un cofre para que no las
encontraran
y tiraba la llave al fondo del mar,
esto
era mágico para mí.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces.
Pero hace poco desperté
afligida porque en mis sueños habían escapado
las estrellas de los cofres, y con ellas una historia vivida,
que estaba envuelta en la niebla, en el infierno del olvido
que estaba atrapada en un rincón de mi corazón.
Esa noche se abrieron puertas y compuertas
y como un chiflón, como una exhalación,
escaparon presurosas mis estrellas,
como viento del desierto levantando arena
produciéndome quemaduras en el cuerpo.
esta
noche infernal no tiene un solo escondite,
el sueño vuelve y me impresiona:
“Se lo llevó la guardia preso con su hermano, se lo llevaron
a empujones, montones de guardia, todo mundo lo vio
y están desaparecidos.
Semana Santa cruel, vía crucis por Managua,
de radio en radio, de periódico en periódico
de cárcel en cárcel, otra vez, y otra vez. De nuevo la misma historia de
cuando niña. Hasta la mismísima Casa Presidencial.
Nadie lo tiene, aquí no está, quieren perjudicar a la guardia,
Búsquenlo, búsquenlo, búsquenlo,
nada, nada, nada, nada.
Una noche fui citada de manera secreta
a una entrevista con el médico de la guardia nacional,
lugar secreto,
jurar, jurar, jurar, jurar, jurar, no decir nada, no decir nada
Él está muerto, lo mataron, lo masacraron, está muerto, despedazado,
pero su hermano está vivo ¡Lo tiene la guardia¡¡¡¡¡¡¡
Hay que salvar a su hermano, dice el médico.
Hay que salvar a su hermano es la orden de mi corazón:
tienes que actuar, tienes que moverte, tienes que gritar,
Hay que estremecer a la nación.
Hay que estremecer la conciencia del mundo
para que nunca ocurra, para que no suceda más nunca,
para que lo sepan las piedras, las nubes, los árboles
las hojas, el viento, los hijos, los hijos de los hijos,
las madres, los padres, el pueblo entero.
Para que el hombre queme su mala levadura
Para que mate el animal que lleva dentro
Para que los hombres sean hombres y no bestias,
Para que no olvidemos, para que no olvidemos,
Para que no olvidemos, para que no olvidemos
Para que nunca ocurra más, para que nunca ocurra más
Para que nunca ocurra más, para que nunca ocurra más
Para que no lloremos por nuestros hijos, para que no lloremos
Por nuestros padres, para que no desparezcan a nuestros hermanos,
Para que nunca más, para que nunca más, para que nunca más
nuestro suelo Patrio se llene de sangre
Para que no sangren nuestros corazones, ni lloren nuestras almas.
Hay que hacer marchas, hay que tirarse a la calle, hay que denunciar, que
aparezcan nuestros deudos,
que nos entreguen a los detenidos,
demos los nombres de los esbirros
demos los nombres de los torturadores
señalen nuestras manos a los que fueron
señalen nuestros dedos al criminal y sus conjurados.
Consejo de guerra a los señalados.
Está muerto, está muerto, está muerto.
Su cuerpo despedazado pedazo a pedacito
Y para ocultar el delito
dejado caer en el cráter del Volcán.
Horror de los horrores, grito, grito, grito, grito
grito, grito, grito, grito, grito, grito,
que llegue hasta el cielo, que conmueva a los mares,
que se estremezcan los bosques,
que lloren los ángeles, que lloren el sol y las estrellas,
alarido, alarido, alarido, alarido, alarido, alarido,
desgarro, desgarro, desgarro, desgarro, desgarro.
Hay que salvar a su hermano me dije y mi corazón:
luchar, está vivo, está vivo, está vivo, que lo presenten,
Que lo entreguen, que lo entreguen, que lo entreguen.
Cae de bruces mi pobre alma, mi pobre cuerpo
Mi
corazón de niña se hizo una cascarita.
Los
fantasmas de los muertos
Me acariciaban la cabeza.
Nicaragua, había llegado por el túnel de la vergüenza hasta el final
No pudimos enterrar su cuerpo.
Pero su hermano fue liberado.
Por mi parte, recogí mi corazón que como decía Vallejos,
Se encontraba tirado debajo de un zapato viejo,
Mi padre me recibió esa noche con un abrazo y un beso
Y lloramos los dos interminablemente.
Luego me senté a esperar en la oscuridad
La llegada del nuevo día.
Gloria Gabuardi
A 30 años del triunfo de la Revolución.
A 20 años de la pérdida de la Revolución.
Margine Gutiérrez :
Hermosísimo y lacerante. Lo leí con el corazón en la boca. ¡¡¡¡¡Cuánto sufriste Gloria Gabuardí!!!!
07 Apr, 18