Memorias de la lucha Sandinista

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Aceptamos el desafío de Carlos Fonseca

Irving Larios e Irving Dávila


Irving Larios nace en Corinto, Chinandega, el 15 de mayo de 1958. Estudia primaria en Corinto y secundaria en el Colegio San José, en Chinandega. Se integra al Movimiento Estudiantil de Secundaria (MES) y participa en las jornadas de protesta por el despido de varios médicos revolucionarios en el año 1975. En 1977 inicia estudios de Economía en Managua, y se incorpora a las estructuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Es miembro del Comité Ejecutivo del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) Edgard Munguía, en el período 1978-1979, y al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es miembro del Comité Nacional de la Juventud Sandinista y del Consejo Nacional de Educación Superior (CNES). Entre 1980 y 1988, labora en la Dirección V del Ministerio del Interior y luego en el Departamento de Relaciones Internacionales del FSLN. Después del año 1990 concluye estudios de licenciatura y Maestría en Economía. A la fecha de la entrevista, trabaja en la organización de movimientos de la sociedad civil, que luchan por sus derechos civiles y políticos.

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Irving Dávila nace el 12 de diciembre de 1954 en Chinandega. Ingresa a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en León, en el año 1973. Participa en las jornadas por la libertad de Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton. Es electo miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Estudiantes de Derecho de León. Es electo Presidente del Centro Universitario de la Universidad Nacional en el período 1976-1977. Asesora al Movimiento de Estudiantes de Secundaria de Chinandega, Estelí y Matagalpa.

Se incorpora a la lucha clandestina en mayo de 1978 y es combatiente de la escuadra guerrillera César Augusto Salinas Pinell y luego de la Columna Bonifacio Montoya, y en el año 1979 combate en el Frente Nor-Oriental Pablo Úbeda.

Después del triunfo de la Revolución es fundador del Ejército Popular Sandinista y luego pasa a ocupar responsabilidades en el Departamento de Relaciones Internacionales DRI- FSLN. Se reincorpora al Ejército en el año 1982 y es retirado en 1990. Concluye sus estudios de Derecho en la UNAN, y realiza un post-grado en Derecho Internacional y Europeo en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. A la fecha, es docente universitario en las universidades Americana y Centroamericana (UAM y UCA), y trabaja en organizaciones de la sociedad civil.

El movimiento estudiantil nicaragüense había sido desafiado por Carlos Fonseca en su mensaje a los estudiantes revolucionarios en 1968. El balance que hace Carlos del movimiento estudiantil en las dos universidades, es muy duro, pues valora que a esa fecha la penetración ideológica capitalista ha desmovilizado al estudiantado; y responsabiliza a los estudiantes revolucionarios de falta de beligerancia para enfrentar las políticas de conciliación que impulsa la Democracia Cristiana y los “falsos marxistas”.

Carlos desnuda los contenidos del documento de la Universidad Nacional, denominado Plan de Desarrollo, en donde se determina que hay que “vincular” a la universidad con los “planes de desarrollo”. Al mismo tiempo que “los profesores de ideología capitalista pretenden alejar a los estudiantes de la lucha”, los quieren poner al servicio de sus propósitos, “son los planes elaborados por el imperialismo yanqui y sus agentes del gobierno de Nicaragua”... “El progreso de Nicaragua, el desarrollo de su economía, la liquidación de su pavorosa miseria, al igual en toda América Latina, no podrá alcanzarse sino bajo un nuevo sistema, un sistema de plena liberación nacional. Y mientras la universidad y los estudiantes no participen en la lucha por la liberación, es absurdo e hipócrita hablar de una legítima vinculación al desarrollo”.

En el año 1969 las resoluciones del IV Congreso Estudiantil y las elecciones para el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), significaron un salto en la dirección revolucionaria reclamada por Carlos Fonseca.

En 1971 se organiza el Movimiento Estudiantil de Secundaria, que en algunos departamentos se denomina Asociación de Estudiantes de Secundaria. Para estos años, en la Universidad existían varias organizaciones: los Comités de Lucha de Estudiantes Universitarios (CLEU), brazo estudiantil del Movimiento de Acción Popular Marxista Leninista (MAP-ML), de influencia maoísta; la Juventud Socialista Nicaragüense que organizó la Unión Democrática Estudiantil (UDE); la Liga Marxista-Leninista; la Izquierda Revolucionaria Cristiana, de los socialcristianos; el Frente Estudiantil Liberal Somocista, que después se convirtió en el Frente Estudiantil Revolucionario Nacionalista, (FERNA). Estas organizaciones hacen su trabajo entre los estudiantes y se disputan la hegemonía a través del control de las Asociaciones y la presidencia del CUUN.

Hablamos con dos dirigentes estudiantiles de la segunda mitad de los años setenta, de lo que fue la última camada del FER antes del triunfo de la Revolución en 1979, quienes nos ofrecen su testimonio y reflexionan sobre los desafíos de las nuevas generaciones de estudiantes.

Mónica: Como de costumbre, quiero saber ¿cómo se involucran en la lucha revolucionaria, qué factores de motivación encontraron en los primeros años de su vida para comprometerse en la lucha por la transformación de Nicaragua?

Irving Dávila: Mi mamá se llama Daisy Dávila Rodríguez, quien también fue mi padre, como se dice; ella fue mi mamá y papá al mismo tiempo. Ella me crió sola y yo era su único hijo, pero fue muy rígida, muy severa, en la transmisión de valores, que también venían un poco por la vía religiosa-católica. Me inculcó valores cristianos. En los primeros años también tuve mucha influencia de la Iglesia Católica, fui monaguillo, estudié en colegios religiosos y muchos de esos valores los asimilé y fue lo que en alguna medida me permitió ver con un ojo más crítico la realidad que me circundaba. Pero es hasta que llego a la universidad, donde comienzo a tener influencia de otras ideas, y empiezo a analizar y a vincular todos aquellos valores que yo tenía, con una práctica concreta.

Había mucha represión de la Guardia Nacional. En mi casa también había mucha represión, mucho me controlaban; en el colegio igualmente nos controlaban; es decir, era un ambiente bastante represivo, y era muy difícil escapar de él. No fue sino hasta que salí de secundaria, cuando ya me sentía un poquito más grandecito, que me daban un poco más de libertades.

Mónica: Ingresás a la Universidad y ahí nomás te incorporás a la lucha. ¿O sea, que ya venías con ciertas inquietudes?

Irving Dávila: Creo que era por ese ambiente represivo que yo sentía; eso me provocó rebeldía, y mis primeras rebeldías se dan precisamente contra la religión católica, porque cuando comienzo a ver que las realidades son distintas de cómo me están enseñando en el catecismo, en el colegio, yo comienzo a tener mis primeras rebeldías frente a la religión, de cuestionamiento de mí mismo, de mi propia individualidad, de mi propia existencia, de la vida, de la injusticia y sobre la validez de una serie de valores. Sin embargo, en esa etapa yo no lograba hacerlos trascender en una acción política, pero sí sentía en mí una profunda rebeldía frente a la sociedad. La represión era tal, que en esa época ni siquiera nos dejaban que nos creciera el pelo. Un centímetro nos crecía y los curas en el colegio nos levantaban de la patilla y nos mandaban a rasurar más corto todavía.

Irving Larios: Nací en Corinto en una situación muy particular que ahora, a estas alturas de mi vida, me doy cuenta que esas vivencias que tuve en mi infancia, fueron las que me llevaron a formar mi conciencia, mi identidad de clase. Yo les cuento a mis amigos que nací en medio de los prostíbulos de Corinto, en uno de los barrios marginados, y mi gente tuvo que trabajar muy duro para poder desarrollarse.

Mis primeros pasos, efectivamente, fueron actos de rebeldía vinculados a la Iglesia Católica en los primeros años de trabajo pastoral del cura progresista José Chendel, quien nos animaba a un compromiso con los pobres. Él fue colaborador del Frente. Tuve la oportunidad, a los catorce años, de integrarme a los movimientos sociales que se crearon en Corinto, a las huelgas de esos años. Incluso fui expulsado del instituto en Corino, por participar en una de estas huelgas y tuve que trasladarme a Chinandega, donde seguí estudiando.

Mis primeras manifestaciones de toma de conciencia tuvieron que ver con una situación muy particular en relación con la Guardia Nacional. De unos trece años, aproximadamente, iba un guardia en una bicicleta; me atropelló, y en vez de detenerse y levantarme, se quitó su fusil y comenzó a culatearme. Entonces esto me marcó.

Desde 1973, cuando estaba en secundaria, ya participé en los movimientos estudiantiles. En los años 70, Corinto pasaba por una situación de bonanza económica, había trabajo, los salarios eran fuertes, sólidos, porque era la época algodonera, de las exportaciones, y la gente tenía una situación bastante cómoda, en medio de la pobreza general. Lo que me vino a terminar de fortalecer mi conciencia fue cuando participé en la primera manifestación que se dio, creo que fue en el año 1976, y la Guardia nos reprimió en Las Betlemitas. Ya Irving Dávila era dirigente estudiantil en León y llegó a apoyarnos.

Cuando me traslado a la universidad en Managua, a finales del año 1976, ya traía mi compromiso. Me fue fácil integrarme, y por las limitaciones y la urgencia que tenía el Frente de sacar gente, yo tuve la dicha de pasar a asumir responsabilidades rápidamente. No fue porque las quisiera, sino porque alguien tenía que asumirlas. Me acuerdo que me tocó venir en la época que se estaban yendo Antenor Rosales, Noel Escobar, Felipe Escobar; y nos tocó junto a Guillermo Avendaño, a Germán Ruiz y a Mario Noguera, asumir responsabilidades sin ninguna experiencia.

Irving Dávila: Ésa fue la última camada del FER, antes del triunfo de la Revolución, porque yo soy parte de la generación sucesora tuya, de Omar Cabezas, Hugo Torres, Iván Gutiérrez “Churumbel” y toda la gente que se va en 1974, que es donde yo entro.

Mónica: Ustedes nos relevan a los que nos fuimos a la clandestinidad en 1974. Tengo la misma edad que Dávila, pero nunca fui parte de la estructura estudiantil, salvo la presidencia de mi sección cuando estaba en el Básico, en primer año. Mi trabajo fue impulsar el movimiento cristiano y el trabajo de barrios. Pedro Aráuz nos pedía que no nos involucráramos y no nos quemáramos en el movimiento estudiantil; pero era inevitable porque participamos de diversas jornadas de lucha, en las marchas contra el incremento del precio del transporte público y del litro de leche, la huelga de la construcción en 1973, la huelga de las enfermeras, las tomas de la Catedral por la libertad de Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton, y toda esa jornada de 1973 que fue muy importante.

Irving Dávila: Nosotros somos el relevo de ustedes, porque prácticamente el Partido Socialista y la UDE, que era los que tenían expresión en la universidad, el CLEU, el MAP, etcétera, quisieron aprovecharse de esas circunstancias, y nosotros nos vimos empujados por el ejemplo de todos los que se habían ido, y nos animamos, nos llenamos de coraje y asumimos responsabilidades.

Recuerdo que ni hablar sabíamos y, sin embargo, tuvimos que agarrar un micrófono en el Auditorio del Básico en la UNAN y enfrentarnos a Federico López, quien había venido de la Unión Soviética, preparado en la Patricio Lumumba, y era un extraordinario orador. Yo nunca lo entendí, porque lo que hablaba era muy elevado, sobre todo cuando hablaba de marxismo, en lo que mis conocimientos eran casi nulos. Y lo escuchaba y no lo entendía cuando hablaba de la dialéctica, del materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Yo te lo juro que no lo entendía en absoluto, y nos pasaba igual a todos los pelones que estábamos en ese año. Esa fue la circunstancia que nos tocó.

Mónica: Los presidentes del CUUN después de “La Gata” Munguía fueron: Octavio Rivas (1970); Melvin Rivas (1971); Miguel Bonilla (1972), prolongándose su período hasta 1974, por el terremoto; Carlos Vicente “Quincho” Ibarra (1974); Francisco “Chico” Meza (1975); Irving Dávila, por León (1976). Dicho sea de paso, el candidato seleccionado por el FER era Víctor Hugo Tinoco, pero perdió en las elecciones internas en la Facultad de Medicina frente a Larry Balladares.

Luego Irving Dávila se va a la clandestinidad, más o menos en la misma época que Antenor Rosales “El Capi”, entre 1977 y 1978. Irving Larios es de los relevos de ustedes, ¿quiénes fueron los que quedaron al frente del movimiento estudiantil entre 1977 y 1978?

Irving Larios: En Managua estábamos con Enrique Morales, Patricia Orozco, Germán Ruiz, Mario Noguera, éramos el núcleo principal. Tuvimos experiencias que no se me olvidan.

Mónica: Yo entro como responsable clandestina de todo este trabajo en 1978, después que salgo de la cárcel. Estuve una noche en la casa de mi madre, viendo a mi hijo, abrazándolo después de casi un año sin poder tocarlo. Y al día siguiente me llevan a una gran asamblea en el Auditorio 12 de la UNAN; y de ahí sale una marcha donde supuestamente iba yo, pero en realidad me recoge un vehículo, y paso de nuevo a la clandestinidad, un día después de salir de la cárcel. Me acuerdo de Walter Mendoza, quien estaba en esa asamblea a pesar de que ya andaba semi-clandestino.

Irving Larios: Es correcto. A mí me tocó sacar la marcha ese día, que era un mundo de gente que se nos juntó. Mi primera célula fue con Mayra Reyes, Mayra González y Guillermo Avendaño. A él lo asesinan saliendo de la casa de su papá, lo acribillaron, lo ametrallaron.

Irving Dávila: La Guardia comenzó a tratar de matar a dirigentes estudiantiles descaradamente en la calle. Lo mismo hizo con Oscar Robelo, lo mataron abiertamente en la calle para dar un ejemplo a los estudiantes y que no se anduvieran metiendo en esos asuntos.

Mónica: El caso de Oscar fue terrible, porque él andaba una granada, y al dispararle la Guardia, la granada estalló, y partes de su cuerpo, la quijada, trozos de manos, quedaron colgadas en un alambre que tensaba un poste, exactamente frente al Múnich. Ahí está todavía un pequeño monumento a Oscar Robelo.

Oyente: Sólo quería decirles que cuando lo mataron, el compañero Guillermo Avendaño dirigía el Movimiento Sindical Pueblo Trabajador (MSPT), y había un soplón que se llamaba Silvio Ramírez Benavente, quien fue el que lo señaló para que lo acribillaran en la calle.

Mónica: Sí. Este caso fue terrible. Silvio era infiltrado. Luego se hizo un operativo de ajusticiamiento contra Silvio Ramírez Benavente, pero no murió. Quedó parapléjico. Después del triunfo de la Revolución, y por la generosidad que había, lo mandaron a Cuba a curarse del balazo. Efectivamente también había infiltrados, y una represión dirigida contra los líderes estudiantiles.

Sería bueno que ustedes puedan contar sobre la vinculación del movimiento estudiantil con los movimientos de barrios y los movimientos sindicales.

Irving Larios: Ésa era una de las tareas que nosotros más desarrollábamos desde el CUUN y desde el FER. Organizábamos grupos de compañeros estudiantes que estaban articulados en las células, o eran activistas del CUUN, y después de las cuatro, cinco de la tarde, salían a las calles en grupos de dos o tres, a distribuir volantes, a hacer mítines. Me acuerdo que cuando yo vine a Managua, a comienzos del año 1977, me tocaba andar en una moto con Harry Chávez, en San Judas, Monseñor Lezcano, y yo un poco inseguro porque no conocía Managua.

Oyente: Habla María Haydee Sequeira. Quiero hacer algunas remembranzas y compartir con ustedes, porque se nos acerca la fecha de conmemoración de nuestros hermanos caídos el 23 de julio en León. Nosotros tuvimos muchas experiencias. Yo trabajé con el FER, iniciándome en las tareas revolucionarias en aquellos barrios humildes de León, en donde tuve la oportunidad de conocer a Doris Tijerino, a Edgar Munguía –ese hermano inolvidable con su ejemplo de honestidad y de lucha tan abnegada–, a Juan José Quezada, que junto a Edgard fueron los primeros compañeros que se me acercaron y me explicaron la situación difícil del país.

Pero desde antes ya se alfabetizaba en los barrios humildes, en San Carlos, La Providencia. Era la época cuando estaba Rommel Martínez, Rogelio Ramírez, también Sócrates Flores, grandes compañeros que se destacaron.

Después conocí también a Irving y a Mónica. También se visitaban los barrios pobres y se apoyaba los sábados a las religiosas de La Recolección. Se atendía con los compañeros que estudiaban medicina. Era la época de Roberto Huembes y de Iván Montenegro. Se celebraban las fiestas y los carnavales testimoniales de protesta por la universidad, y se le señalaba al pueblo, de manera muy alegre pero a la vez muy realista, la situación difícil que se estaba viviendo.

Mónica: Creo que el mensaje de Carlos a los estudiantes es fundamental para mejorar la calidad del trabajo que se había realizado, y expresa valoraciones sobre el rol de los estudiantes en ese momento. Voy a leer algunos fragmentos.

Carlos ve con optimismo que después de Pancasán,

...por primera vez en Nicaragua después de producirse serias derrotas, la organización revolucionaria se encuentra en condiciones de continuar sin interrupción el trabajo conspirativo con miras a reanudar la acción reivindicadora...

Otros de los progresos realizados se refieren a la consolidación de la autoridad moral...

Pero al mismo tiempo observa que,

...las dificultades para el desarrollo del movimiento revolucionario son una consecuencia del debilitamiento provocado por la política oportunista, seguida por los falsos marxistas. Tal política oportunista de renuncia a la lucha armada para conquistar el poder acaparó la dirección del movimiento revolucionario por varios decenios y le imprimió métodos de trabajo pacifiqueros...

Critica al movimiento estudiantil de desmovilización y acomodamiento:

La inactividad que hemos apuntado, no se refiere únicamente ante las obligaciones de evidente carácter revolucionario. Ocurre que la educación del país sufre tremendos problemas quedando la mayoría de los niños fuera de la escuela; se limita el ingreso en determinadas facultades universitarias; ocurre, en fin, que el Gobierno mutila el presupuesto universitario, negándose a financiar la construcción de las edificaciones necesarias. Mientras tanto el movimiento estudiantil y de su sector revolucionario se cruza de brazos. Superar esto es un punto decisivo en el fortalecimiento de la batalla por transformar el nefasto sistema político y social que domina Nicaragua. Esta superación ha de ser posible en la medida en que el movimiento estudiantil de Nicaragua se mantenga fiel a la línea de los estudiantes que no han escatimado sacrificios personales para cumplir con el deber de defender al pueblo. El movimiento estudiantil nicaragüense ha escrito páginas brillantes que permiten confiar en que sabrá ser leal al pueblo...

Nuestra exigencia de una resuelta militancia revolucionaria de los estudiantes es naturalmente repudiada por los ideólogos capitalistas, que por cierto, son más capitalistas, que demócratas.

Considero que este mensaje de Carlos Fonseca a los estudiantes son líneas políticas que determinan el salto de calidad que observamos en el movimiento estudiantil, en la década de los setenta.

Irving Dávila: Precisamente eso significa la universalidad de ideas que nos encontramos y que era absolutamente desconocida para nosotros en el mundo estrecho y limitado que veíamos. Encontramos a un movimiento estudiantil fuerte, que tenía una acción concreta al interior de la universidad en la lucha por la defensa de los intereses de los estudiantes. Pero que además de eso, estaba profundamente volcado hacia la calle, hacia el barrio, hacia la comunidad.

Desde los primeros días en que nos vinculamos al movimiento estudiantil fuimos a las calles de León. Comencé a conocer las calles de León repartiendo papeletas, yendo casa por casa a dejar un comunicado, a hablar con la gente, a meternos a los barrios, como Sutiava, que no conocía porque estaba recién llegado a León y Sutiava quedaba muy largo, porque éramos gente de a pie y teníamos que caminar mucho, no nos podíamos montar en cualquier tipo de vehículo por la represión de la Seguridad Nacional (OSN).

Comenzamos a conocer a la gente, a hablar con la gente, a conocer los problemas de la gente, y eso nos dio una mayor vinculación, y una mayor fortaleza, y un mayor sustento en el trabajo que estábamos haciendo, y obviamente esto se convertía en una retribución a nuestra propia conciencia política.

Creo que es importante señalar el ejemplo de quienes nos precedieron, los que habían muerto y los que estaban vivos, y los que se habían ido a la clandestinidad; porque todo ese caudal de inquietudes, de rebeldías, no eran rebeldías sin causa, eran rebeldías con causa y, precisamente, el Frente Sandinista constituyó para nosotros el cauce donde desbordamos nuestras inquietudes.

Y a través del FSLN, que tenía una vinculación profundamente popular, de defensa de los intereses populares, obviamente nos sentimos como peces en el agua, y no nos costó mucho integrarnos. No fue un choque estar pensando que era una organización clandestina y que si no era clandestina. Evidentemente nos daba miedo, a todos nos dio miedo; pero era mucho más fuerte el nivel de conciencia que habíamos adquirido para superar ese miedo y continuar trabajando.

Nos daba miedo cuando salíamos a las calles. Nos daba miedo cuando pensábamos que “El Chele” Aguilera o Espinales o “El Chino” –agentes de la Oficina de la Seguridad Nacional y el segundo, oficial de la Guardia Nacional– nos podían atrapar en León. Sin embargo todos los días volvíamos a salir, porque sabíamos que había una causa noble, justa y que había un partido o una organización político-militar con militantes con una profunda mística, a quienes nosotros debíamos seguir ejemplarmente.

Oyente: Comandante, mi nombre es Juan Freddy Cruz, vivo aquí en Jinotepe, pero soy rivense. Quisiera decirle rapidito, pues, darle los buenos días, tranquilo, cómo estamos y acordarme que cuando yo tenía ocho años de edad, en 1978, con los estudiantes que eran mayores, del Colegio San Martín, de Rivas, los chavalitos nos tomamos la escuela de primaria de Santo Domingo, y teníamos apenas ocho años, y nosotros apoyamos la lucha siendo estudiantitos chiquititos, y rompimos la puerta de la Dirección de la escuela y le dimos el mimeógrafo a los mayores, para que ellos hicieran las volantes.

Nosotros rompimos unas mantas, y estábamos chiquitos. Y nos pusimos las máscaras con esas mantas y aquella algarabía (se ríe) de los chavalitos, y llegó la Guardia y nosotros no le tuvimos miedo. También hay que recordar la Federación de Estudiantes de Secundaria, y después, los cortes de café, cuando nos organizamos para ir al Servicio Militar.

Irving Larios: Cuando nosotros nos incorporamos a la lucha contra la dictadura, a pesar de que había una bonanza económica, había razones de fondo para luchar. Existían ejemplos, la mística, y eso está muy relacionado con la situación actual.

Teníamos líderes que realmente convocaban a la juventud, la motivaban. Teníamos propuestas de movilización de los jóvenes. El trabajo se realizaba por conciencia, no por un salario como ocurre hoy con los dirigentes estudiantiles. Nos mandaban a buscar casa, a buscar recursos en general, a reclutar gente; pero además nosotros teníamos que buscar nuestra propia alimentación, nuestros propios recursos, y se nos enseñaba que los recursos de la organización eran sagrados.

Es decir, un ambiente totalmente distinto al de ahora, y eso pesa, y ese relevo no logra encontrar esos valores. ¿Cuáles son las cosas que puedan conducirlos o arrastrarlos a una lucha? Porque la crisis económica que hay en las actuales circunstancias, es más difícil que la crisis económica que existía en tiempos de Somoza, y nosotros fuimos capaces desde el Frente Sandinista de convocarlos. Ahora hay deterioro en la salud, hay las mismas condiciones de analfabetismo y la gente no está motivada.

Mónica: En la década de los años noventa se abrió la contrarreforma capitalista en Nicaragua, y no hemos logrado salir de ella. Y ese reflujo penetra todos los estamentos de la sociedad y ha penetrado la Universidad y al movimiento estudiantil. Hay retroceso en las ciencias sociales, la universidad se ha mercantilizado y ha perdido el papel crítico que debe jugar en la sociedad. De alguna manera se ha doblegado al poder.

Irving Dávila: Sí, pero yo tengo otra lectura también del asunto. No tengo contradicción con lo que señalás, pero también hay otras cosas. Señalaba cómo nos incorporamos y las razones de ello. Es cierto, había una situación de bonanza, y mucha gente de los viejos de hoy, añoran esa época y hablan de los años del algodón; pero recuerdo que en esos años me impactaba profundamente ver sobre las calles de Chinandega cómo venían decenas de miles de campesinos arrastrados prácticamente, en los tráileres donde cargaban el algodón; allí venían a la ciudad a recibir un escuálido salario, que después lo dejaban en las cantinas, en los juegos de azar, no volvían a su casa, es decir, era una tragedia.

La bonanza también tenía su contraparte que era la tragedia y la miseria de las mayorías, y quizás mucha gente tal vez no recuerde muy bien esto, pero todas estas cosas eran realidades, así como la represión de la que nos contaba Irving que le tocó vivir. Recuerdo que no podía ir a las fiestas, porque cada vez que regresábamos a las doce de la noche, era un temor terrible cuando veíamos un vehículo detrás de nosotros, porque si era la Guardia, seguro nos levantaba.

Todas esas cosas de represión política, de explotación económica a la población eran reales. Había otros elementos de motivación muy individuales que se conectaban. Mis propias motivaciones de organización: la Universidad, un Frente Sandinista que está vinculado a los intereses populares, y aquí es donde quiero dar la explicación. El Frente Sandinista en esa época tenía una estrategia político-militar. Y había una línea de masas concreta.

Aquí se subía cinco centavos a la leche, y nosotros estábamos en la calle. Un peso a la gasolina, y nosotros estábamos en la calle. Cinco centavos al bus, y nosotros salíamos a la calle. Porque el Frente Sandinista estimulaba también esas reivindicaciones y nosotros estábamos ahí presentes. En esa época había condiciones revolucionarias, pero también condiciones subjetivas, que eran las condiciones de organización y de conciencia que aportaba y estimulaba el Frente Sandinista a través de toda su estructura, y nosotros éramos parte de eso.

Oyente: Habla Armando Martínez. Yo también estoy preocupado con la problemática de los estudiantes, porque recuerdo que en 1971, cuando tenía diez años, participé en la huelga contra el alza del precio de la leche. Eso me costó la expulsión de la escuela y mandaron un telegrama a nivel nacional, para que no me dieran matrícula en ningún centro. Ahora veo que los estudiantes se han interesado nada más en el seis por ciento, y los problemas cotidianos de toda la ciudadanía en general no les importan, no protestan por nada y no hay quien encabece estas luchas. Yo me pregunto, ¿qué es lo que pasa?

Mónica: Antes teníamos un proyecto de cambio radical. Ahora tendríamos que preguntarnos si existe una fuerza política empeñada en ese cambio. Creo que lo primero que habría que dilucidar es qué fuerza encarna ahora ese proyecto de cambio profundo, del que Carlos Fonseca dice: “Las fuerzas políticas capitalistas con influencia en ciertos sectores del pueblo, pretenderán un cambio a base de componendas, un cambio sólo de nombre de Somoza en el aparato estatal, pero conservando en lo fundamental intacto el poder económico de la clase capitalista nacional y extranjera”. Frente a esas pretensiones, el Frente Sandinista de izquierda, que encabeza Carlos, presenta un proyecto revolucionario.

Pero, ¿quién encarna ahora ese proyecto? Porque si lo hubiera, aún con diferencias de enfoques, se podrían sumar esfuerzos para determinadas etapas, o rutas del proyecto. Sumar todos los esfuerzos para luchar por ese cambio en el sector estudiantil, en el sector sindical, en el campo.

Pero creo que la gran trampa en la que se están moviendo todos los sectores sociales en Nicaragua, es la trampa del electoralismo, de creer que los cambios se van a producir nada más a partir de ganar las elecciones, sin darse cuenta que los verdaderos cambios son aquéllos que se pueden producir por acción directa del mismo pueblo, que fue lo que pasó en la lucha contra la dictadura.

Irving Dávila: Sí, el movimiento popular genera su propio liderazgo pero también la labor del partido político, del movimiento político, es precisamente contribuir a dotar a esos dirigentes de los elementos políticos de análisis necesarios para poder asumir los intereses de los trabajadores.

No es una concepción vanguardista. Yo creo que sigue siendo válido tener en cuenta que hay sectores de la población atrasados, hay un alto índice de analfabetismo en este país, hemos vuelto a los años 70, estamos arriba del 35 por ciento, al menos oficialmente, porque extraoficialmente se habla de un porcentaje más alto.

Creo que nos corresponde a los sectores que tenemos contacto con el saber, con el conocimiento, con la ciencia, llevar también esos conocimientos a los sectores más atrasados de la población para que ésta aprenda a descubrir su propia realidad y sea sujeto de transformación. Pero, ¿cuál es el problema? Creo que ahí es donde la cúpula del Frente Sandinista tiene una gran responsabilidad en lo que está pasando en este país.

Antes, como explicaba, había una línea política, una línea de masas, un programa político. ¿Qué es lo que sucede? Esa fuerza maravillosa, extraordinaria, esa fuerza coadyuvante de los procesos de transformación que son la juventud y particularmente los movimientos estudiantiles, era potenciada por ese proyecto del Frente.

He estado en reuniones con jóvenes y encuentro en ellos una gran rebeldía. Pero hoy no tienen referentes como nosotros los tuvimos, ejemplos como los que tuvimos nosotros, de compañeros con una profunda mística, que dieron hasta su vida. ¿Cuál es el ejemplo que ven los jóvenes el día de hoy? Compañeros descompuestos moralmente, que andan muy cerca de la delincuencia, de la corrupción de los dirigentes políticos, es decir, alejamiento de los intereses populares, defensa de intereses mezquinos, y eso no es ejemplo para movilizar a la juventud.

La juventud ha tomado distancia de esa dirigencia porque esa dirigencia está interesada en la desmovilización de la juventud, porque son los factores y las fuerzas fundamentales para la transformación. Hay un interés claro en el caso del movimiento universitario, como decía Irving Larios, y esa es responsabilidad directa de la cúpula del FSLN. Lo que hay allí son dirigentes a sueldo, y un gran fenómeno de corrupción en la dirigencia universitaria; ahí se manosea y se manipula las becas, las ayudas económicas a los estudiantes, y los mediatizan y los inmovilizan, y sólo los mueven cuando hay intereses políticos de la cúpula del FSLN o por el seis por ciento, que nunca se ha logrado, y hasta muertos han quedado en el camino.

Creo que estamos en un momento de reflujo revolucionario; pero los flujos no llegan solos, llegan en la medida en que hay personas, dirigentes, organismos, organizaciones que sean capaces de poder asumir su propia responsabilidad. En este caso, la responsabilidad ciudadana más allá de los procesos electorales. Porque, pase lo que pase en las elecciones, el hambre persiste, la explotación, la miseria, la prostitución infantil, los huele pega en la calle, etcétera. Todo esto persiste y va más allá de los procesos electorales. Y un partido político que se precie de revolucionario, debería estar por encima de los procesos electorales, porque debe defender los intereses nacionales, los intereses de la mayoría.

Mónica: Cuando luchábamos contra la explotación, luchábamos para construir una Nicaragua basada en otros esquemas económicos, en otro esquema de carácter social, una Nicaragua con igualdad, con justicia. ¿Qué pasa?, que después de la derrota electoral hay quienes han pensado que esta lucha contra el sistema no se puede dar. El sistema funciona como un engranaje, como el dispositivo de un reloj, un conjunto de ruedas dentadas que una se engancha con la otra. De repente una de las ruedas está arriba y la otra está abajo, pero todas conforman el engranaje de la maquinaria llamada reloj.

A veces los partidos políticos son eso, uno está arriba y el otro abajo, pero al final forman parte del mismo engranaje. Así opera la democracia capitalista, y el capitalismo tiene una capacidad tan grande de entusiasmar a la gente con las fiestas electorales, porque los afiliados creen que al estar una de las ruedas de arriba, va a cambiar la cosa, pero en realidad forman parte del mismo engranaje. Y la única manera de que una organización revolucionaria no termine siendo parte del engranaje, es que haga una propuesta de cambio de ese sistema. Con otra constitución, distinta a la de ese engranaje perverso.

Entonces, al no estar presente esa propuesta de cambio en las actuales circunstancias, no hay una preocupación por el tema de la conciencia, por desnudar el carácter del sistema que nos oprime, sino más bien de convivir con este sistema y aprovechar las migajas del sistema buscando estar arriba, pero al final de cuentas, formando parte de ese engranaje.

Oyente: Compañera, mire. Es que quería, ya que está recordando ahí a los compañeros dirigentes estudiantiles, quería ver si se le hacía un recuerdo ahí al compañero Guillermo Avendaño, quien murió rafagueado por la Guardia somocista allá por los talleres del barrio Riguero; y al mismo tiempo, también al compañero Enrique Flores, quien fue uno de los más destacados en la lucha anti-somocista del colegio que, desgraciadamente, los somocistas le volvieron a cambiar el nombre, pues actualmente se llama Modesto Armijo.

Irving Larios: Casimiro, “La Gata” Munguía, Guillermo Avendaño, Chico Meza, Ulises Rodríguez, todos estos compañeros lucharon frontalmente contra el sistema. Ahí no había duda de que nosotros nos dispusimos a romper el sistema somocista, a luchar contra el sistema opresor, a transformar y a luchar por transformar ese sistema.

Creo que el movimiento estudiantil de hoy, igual que los otros sectores sociales, tiene dificultades en asumir un papel revolucionario con más combatividad, porque está siendo mediatizado; su rol se limita a ser mero espectador del sistema, y no está integrado a esa lucha frontal, tal como nosotros la vivimos.

Mónica: Algunos de los oyentes manifiestan dudas sobre los métodos para conseguir transformaciones. Yo creo que el método universal es la lucha. Algunos creen que todo se puede conseguir por el diálogo y le tienen terror a la confrontación. Y no estamos hablando de vivir permanentemente en manifestaciones o detrás de barricadas. Pero cuando un sector es agredido por una política, lo que tiene que hacer es luchar por sus derechos.

Pongo un ejemplo, el caso de los maestros que tienen salarios de hambre. ¿Vos creés que alguien les va a aumentar los salarios a los maestros? ¿Será que los maestros estarán esperando que si gana el Frente Sandinista automáticamente se les van a mejorar los salarios? Yo creo que la mejoría de los salarios de los maestros sólo se puede conseguir con lucha. Toda la historia de la humanidad así ha sido, las cosas no caen como el maná del cielo, son resultados de las luchas.

Irving Larios: También como lección sobre los métodos de lucha de esta etapa, recuerdo que estábamos en una confrontación armada, pero no confundíamos los escenarios. Por las características represivas que tenía la Guardia, no salíamos a la calle armados de morteros. Nos hubieran aniquilado con la primera marcha; pero íbamos al barrio con el teatro estudiantil, con la mosca; íbamos a movilizar a la población, a que ésta hiciera su fogata. Esos eran los métodos que nosotros utilizábamos, porque en los métodos de lucha está la creatividad.

Recuerdo la huelga de hambre que inició doña Albertina Serrano, la mamá de Marcio Jáenz, quien estaba en huelga de hambre con Tomás Borge en la cárcel. La señora se instaló en la Cruz Roja para respaldar la lucha de su hijo, y logró movilizar a todos los estudiantes del país, hasta los niños de primaria. Precisamente de esa jornada surgió Luis Alfonso Velásquez Flores.

Y no estamos hablando de acciones estrictamente violentas. Estamos hablando de una combinación de distintas formas de lucha. El problema es que la gente tiene una visión de que sólo hay un método de lucha, pero aquí tenemos que pensar que hay que articular otras alternativas, distintas alternativas, porque el sistema también te va cerrando espacios.

Mónica: Antes de terminar, quiero dar algunos elementos informativos. Cuando el Frente Sandinista se dividió, también se dividió el FER entre GPP y Proletarios. En esos tiempos ocupaba la presidencia Francisco Meza que era Prole. Y a partir de eso, las fuerzas que se confrontan en las elecciones para el CUUN son las del FSLN dividido. Pero en todas las elecciones ganó el candidato de la GPP. En el año 1977 el presidente fue Antenor Rosales. El último presidente del CUUN elegido antes del triunfo revolucionario, fue Noel Martínez, en 1979, y tuvo como oponente a Fernando Caldera, de los Proletarios.

De igual manera se dividió el trabajo en la secundaria. Los Proletarios organizan la AES en los departamentos, donde el FER-GPP controlaba el MES; de manera que en León y Managua la AES es de los Proles y el MES de la GPP, no así en Matagalpa, donde el movimiento de secundaria siempre se llamó AES y estuvo bajo la hegemonía de la GPP.

Cerremos este programa con alguna reflexión.

Irving Larios: Quiero agradecer el esfuerzo que estás haciendo por reconstruir la tradición de lucha del movimiento estudiantil, su papel de fiel aliado de los sectores populares, su compromiso con la revolución, y a partir de ahí hacer un esfuerzo por el empoderamiento y la retoma del rol transformador de las nuevas generaciones de estudiantes.

Creo que esta etapa de reflujo va pasar como ha pasado toda la violencia, toda esa fuerza del modelo neoliberal. Este sistema va a pasar en la medida que todos los revolucionarios continuemos en ese camino, en esa senda de lucha, y estoy seguro que ahí van a estar nuevas generaciones de líderes estudiantiles trabajando por organizar a los estudiantes.



22 de julio del 2000




Últimos comentarios del relato
  • yo :

    También sería muy rico que entrevistara a Mario Noguera ( llamarada), para que le de otra perspectiva del trabajo que se hizo en Jinotega.

    05 Apr, 15
  • yo :

    Mi estimada Monica, si gusta le puedo conseguir una entrevista con los hijos de Juan Francisco Guillén.

    05 Apr, 15
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    Claro que si, me encantará. Puedes escribirme a administracion@memoriasdelaluchasandinista.org saludos Monica Baltodano

    25 May, 15

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