Memorias de la lucha Sandinista

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Periodismo de Catacumbas

Manuel Espinoza Enríquez y Carlos García


Manuel Espinoza Enríquez nace en Jinotega el 21 de abril del año 1939. Se bachillera en el Instituto Juan José Rodríguez, en Jinotepe. En el año 1960 ingresa a la carrera de Periodismo en la Escuela de la Embajada Americana, y después que la cierran, ingresa a la carrera de Economía, que estudia durante tres años. En 1962 fue Vicesecretario General del Centro Universitario de la Universidad Nacional. Fue fundador del Frente Estudiantil Revolucionario.

Trabaja como reportero en los noticieros Al Día, de René Jirón, y La Verdad. Su primer programa propio fue Ventana al Aire, con Fernando Gordillo; luego funda el noticiero Extra, con Rolando Avendaño, después el periódico Extra, y luego el semanario y la revista del mismo nombre. También publicó Carta Informativa Extra Económico. Finalmente incursiona en la televisión y crea en el año 1978 Extra Visión, luego Esta Semana y ABC Noticias.

Su primer contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional lo realiza en el año 1964, a través de Silvio Mayorga y Fernando Gordillo. Con este último integra una célula en que participan, además, Michelle Najlis y José Benito Escobar. Durante todos esos años trabajó en distintas labores militantes.

Durante el gobierno revolucionario de los años 1979 a 1990, fue Director de Divulgación y Prensa de la Presidencia de la República, que adquiere rango de Ministerio en 1985. Fue el creador de los programas De Cara al Pueblo, que inicia un estilo de comunicación directa y diferente entre gobernantes y gobernados.

Después de 1990 ha trabajado en el periodismo como dueño y director de Extra Visión. Funda el Canal 23, y actualmente es Director y dueño de la estación de televisión en la banda UHF, Extra Plus 37, donde personalmente dirige dos programas.

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Carlos José García Castillo nace en Managua el 22 de diciembre de 1949. Se bachillera en el Instituto Nacional Ramírez Goyena y estudia periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, y de 1971 a 1979 trabaja como corresponsal en Managua del diario leonés El Centroamericano. Es redactor de distintos noticieros: Extra, en Radio Continental; Sucesos, en Radio Corporación; El Momento, en Radio Mundial; y Buenos Días Nicaragua, en Radio Mi Preferida.

Es responsable de la revista La Gaceta Sandinista de 1978 a 1979, en Panamá; fue directivo del Sindicato de Radio periodistas de Managua (SRPM) y fundador de la Unión de Periodistas de Nicaragua en el año 1978. Es parte del equipo de dirección del “Periodismo de Catacumbas”.

En los primeros años de la Revolución es Representante ante el Consejo de Estado, luego, Embajador de Nicaragua en Mozambique; Director fundador de la Agencia de Noticias Nueva Nicaragua (ANN) desde octubre de 1979 hasta 1987.

También fue redactor político del diario Barricada. Después del año 1990, es Subdirector de la revista Visión Sandinista, y actualmente reportero parlamentario de Radio La Primerísima.

El periodismo nacional comprometido jugó un destacado papel en la lucha contra la dictadura somocista: La labor de informar con la verdad en un país donde la libertad era reducida a su mínima expresión. Muchos periodistas se involucraron en la lucha directamente como guerrilleros. Jamás se deberá olvidar el límpido ejemplo del periodista Manuel Díaz y Sotelo, varias veces capturado y torturado por decir la verdad sobre Somoza, y que llegó a pensar que “en este país no se puede hacer nada escribiendo. Hay que luchar de otro modo”. Al tiempo armó su propio grupo guerrillero y murió en ese esfuerzo, después de ser martirizado brutalmente en agosto de 1959, en Pueblo Nuevo. Díaz y Sotelo abrió la ruta a la incorporación a la lucha armada en la fase previa a la fundación del FSLN.

No fueron pocos los periodistas que, desde sus espacios noticiosos, desde la tribuna de un diario, desde su verbo, se posesionaron frontalmente contra el régimen. Esto tiene un valor especial y se reviste de una heroicidad indiscutible, pues a campo raso se enfrenta la pluma contra el fusil opresor, la verdad a la mentira, y se arriesga tanto o más que en la lucha guerrillera clandestina en donde teníamos la posibilidad de defendernos con las armas frente a nuestros enemigos. En este sentido, no pueden dejar de ubicarse en su justa dimensión el coraje y la valentía de periodistas como Adán Selva y, desde luego, Pedro Joaquín Chamorro, Mártir de las Libertades Públicas.

Si bien siempre hay y habrá quienes se venden a los poderosos y forman parte de las maquinarias de dominación, siempre florecen los paradigmas de la dignidad y de la libertad. En la década de los 70 había muchos periodistas que coqueteaban con el dictador y sobrevivían de las dádivas, regalías, sobornos y “venados” del régimen; por ello, la labor de informar sobre los abusos del poder, la corrupción, sobre la violación de los derechos humanos y sobre la represión, puso en la mira de la dictadura la labor de los periodistas libres; y una y otra vez los persiguieron, los encarcelaron, cerraron medios, y se impuso la censura previa y el Código Negro.

A finales de la década de los setenta, cuando ya el pueblo se enfrentaba masivamente al régimen, el gobierno somocista reaccionó ante las expresiones de resistencia de la minoría del gremio, con una brutal censura que obligó al Sindicato de Radio periodistas de Managua a buscar nuevas formas de comunicación con el pueblo.

Un puñado de hombres y mujeres de prensa decidieron seguir informando a la población de manera directa, e impulsaron lo que se llamó “Periodismo de Catacumbas”. Para conocer detalles de esta modalidad de lucha, conversamos con dos periodistas participantes de esas patrióticas jornadas.

Mónica: Estamos con dos conocidas figuras del periodismo revolucionario nicaragüense, exponentes del Periodismo de Catacumbas: Carlos García Castillo y Manuel Espinosa Enríquez.

Me detendré un poco en señalar una faceta de Manuel, que es poco conocida. Y es que desde que se contacta con el FSLN en el año 1964, dio importantes aportes como colaborador, como militante del sandinismo y como periodista. Su trayectoria, podríamos decir, es una trayectoria rectilínea, sin baches, sin vacilaciones; siempre hizo y trabajó en las tareas que le encomendó la historia. Como él dice, cada quien hizo lo que en las circunstancias y en el momento pudo hacer. Y Manuel es de esos.

Manuel Espinosa es también un hombre de mucho prestigio dentro del mundo del periodismo, y en particular de la televisión. Yo diría que es uno de los precursores de los noticieros televisivos en Nicaragua.

Cuando estábamos clandestinos, su programa Extra Visión era de los pocos espacios creíbles que mirábamos desde nuestras casas de seguridad. Porque ahí teníamos información alternativa –por así decirlo– a las que presentaba el régimen. Informaciones desde una lógica independiente, de oposición.

Y mientras Manuel trabajaba públicamente en televisión, en su casa a lo mejor estaban escondidos guerrilleros como Henry Ruiz u otros altos dirigentes del Frente Sandinista. O guardaba sacos de dinero de las recuperaciones económicas, de asaltos a bancos, los cuales tenían que hacerse para financiar la lucha guerrillera. Y de ese dinero nadie tocaba un centavo, ni para el pasaje del taxi, como hizo una vez Jorge Navarro. Era la mística y el ideal lo que nos movía y no ningún interés material, ni de puestos, ni de cargos, como ocurre ahora.

Antes de comenzar a hablar de eso que se llamó Periodismo de Catacumbas, conoceremos un poco de las historias personales de nuestros invitados.

Manuel: Muchas gracias por esta invitación y un saludo a tus oyentes. Yo trabajo ligado a la profesión de periodismo desde que me bachilleré. Tuve que trabajar como locutor y periodista desde el año 1958 para sufragarme los gastos de mis estudios universitarios, por eso no entro a la universidad inmediatamente después de bachillerarme.

Entré a estudiar Periodismo en 1960, cuando la Escuela era de la Embajada Americana, a través del Centro Cultural Nicaragüense Americano. Luchamos desde el primer momento para que la Escuela pasara a ser de la Universidad Nacional. Nos reunimos con Mariano Fiallos Gil, quien expresó que hiciéramos la solicitud y que la UNAN con gusto aceptaría esa Escuela. Entonces organizamos la Junta Directiva de los estudiantes y fui electo Presidente. Otros miembros fueron: Eligio Álvarez Montalván y Oscar Moncada, hoy diputado del PLC; Constantino Baltodano, Natalia Valle, y un profesor de apellido Canales.

Nosotros planteamos la idea en una clase con un profesor norteamericano, pero se produjeron incidentes porque otros estudiantes estaban opuestos, como Horacio Ruiz y Agustín Fuentes. Entonces el Centro Cultural cerró la Escuela. Después hicimos una manifestación en la cual nos pegaron una gran culateada, llevábamos un ataúd en lo que era el entierro de la Escuela de Periodismo, acompañados por estudiantes de Economía. Fue en la Avenida Roosevelt, en junio del año 1960. Por eso no pude seguir estudiando Periodismo. Me matriculé en Economía y estudié tres años ahí, compartiendo aula con Julián Roque Cuadra.

Mónica: ¿Y quién te invita a integrarte al FSLN?

Manuel: Me reclutó Silvio Mayorga y trabajé en una célula con Fernando Gordillo, Michelle Najlis y José Benito Escobar. Por ese tiempo abrí mi primer espacio informativo propio, que se llamaba Ventana al Aire, con Fernando Gordillo.

También conocí en ese tiempo al “grupo de los muchachos”. Eran Daniel y Humberto Ortega, Carlos Guadamuz, Francisco Moreno y Jacinto Suárez, que se mantenían por el restaurante Coliseo, barrio San Antonio.

Un asunto que creo que es importante es que fui del grupo fundador del Frente Estudiantil Revolucionario. De los estudiantes fundadores, me acuerdo de Rigo Sampson, Octavio Martínez Ordóñez, Mariano Barahona, Oscar Danilo Rosales, Allan Gross, Fernando Gordillo, y otros de Managua como de León.

Ya los demócratas cristianos estaban bien organizados, y había organizaciones de la juventud liberal, juventud conservadora, juventud socialista, pero no había una juventud de izquierda revolucionaria. El congreso constitutivo del FER fue en la Facultad de Economía, al que nos llegó una proclama de Carlos Fonseca. Uno de los participantes fue el dirigente socialista don Carlos Pérez Bermúdez, quien ofreció una lección inaugural. La fecha no la preciso, fue en 1962 ó 1963. Luego, esta estructura se convirtió en el brazo estudiantil del Frente Sandinista.

Antes de eso habíamos ido a la Escuela de Ciencias y Letras, en León, y nos habíamos reunido con Amaru Barahona, Michelle Najlis, y otros personajes que ahora ya no están ni cerca, como Orlando Quiñónez y Enrique Morazán, así como René Guandique, un estudiante de Derecho, de Masaya, y la Hortensia Rivas, que en ese entonces era novia de Oscar Danilo Rosales. Estaba también la doctora Lacayo, quien tiene una farmacia por El Arbolito, en Managua. No fue que el Frente Sandinista fundó el FER, sino que fue gente de izquierda, y luego se convirtió en una organización importantísima del Frente.

Después estuve apoyando los preparativos de Pancasán. Mis contactos de entonces eran: Julio Buitrago, David Tejada y Gustavo Adolfo Vargas. Cuando la masacre de Pancasán, a mí me llegó el mensaje del combate en la Hacienda Washington, a través de Julio López Campos, quien me dio la noticia de que había varios combatientes vivos. Yo estaba transmitiendo en la noche, y en ese momento la Guardia Nacional está haciendo el anuncio de que todos fueron aniquilados. Era como a las ocho de la noche, y me tocó ir donde doña Elsa Mayorga, mamá de Silvio Mayorga, y donde la mamá de Francisco Moreno, a llevarles la dura noticia.

Todos esos años, mi contacto fue Julio Buitrago, con quien había mantenido permanente relación. El trajo a Denis Ortega “Macondo”, un viejo guerrillero jinotegano, a quien entrevisté. Cuando cae Julio Buitrago, entro en contacto con Efraín Sánchez, Payín, pero la relación ya no fue igual. Después trabajo con Bayardo Arce y con William Ramírez. Ya en la fase final, mi contacto permanente fue Gustavo Moreno, al que le decíamos “El señor del radio”, porque llegaba con el pretexto de que iba a componer la radio.

Desde el punto de vista profesional, me cupo la oportunidad, porque es cuestión de oportunidad, de realmente desarrollar el noticiero moderno de televisión en Nicaragua, porque ya existían noticieros. Nicolás López Maltez tenía Teleprensa, que había logrado buena audiencia, pero se fue al Canal 6. Yo miré la oportunidad de hacer mi propio noticiero; hablé con Oscar Miranda, que ya era el Gerente de Ventas del Canal 2, y él me presentó a Octavio Sacasa. Después convencí a Rolando Avendaño a que nos fuéramos a hacer un noticiero, como lo hacía Nicolás, con cámaras de cine. Filmábamos las imágenes nada más, pero le agregamos un audio adaptado. Grabábamos las entrevistas y las poníamos sin que se vieran los labios. Eso fue en el año 1972.

Vino el terremoto y el año siguiente Somoza no permitió el noticiero, pero logré colar un programa que se llamaba Habla la Iniciativa Privada, que jugó un papel muy importante en la organización de algunos sectores empresariales frente a Somoza. Después del terremoto, hubo choques entre Somoza y los empresarios, por intereses económicos.

Mónica: Claro, la reconstrucción de lo destruido por el terremoto puso en evidencia la voracidad y el uso patrimonial del Estado por parte de Somoza, acaparando con sus empresas particulares los contratos de reconstrucción. Eso creó fisuras con el gran capital y generó contradicciones con los empresarios.

Manuel: Claro, entonces abrí ese programa y logré que le pusieran el visto bueno, tanto el Coronel Alberto Luna como Octavio Sacasa; fue patrocinado inmediatamente y salió al aire, dos veces por semana, durante el año 1973, en la cadena nacional que integraban los canales 6 y 2. Hacíamos entrevistas, incluso llevamos a estudiantes del CUUN. Ese programa Habla la Iniciativa Privada cumplió un gran papel.

En 1974, siempre con cámaras de cine, integramos una cámara de video muy incómoda, porque era eléctrica; de modo que si la noticia estaba a cien metros, teníamos que poner un cable de cien metros. Era incomodísimo. Luego trajimos una cámara de batería, pero tenía fallas; y fue en diciembre de ese mismo año, que logramos traer la primera cámara U-matic, en lo que se llama tres cuartos.

Fíjate cómo es de increíble la historia. La primera noticia que reporteamos con esa cámara, fue la salida del Comando Juan José Quezada de la casa de José María Chema Castillo. Cuando iban para el aeropuerto, yo me metí corriendo por la pista, detrás del microbús donde iban guerrilleros y rehenes, era del Colegio Primero de Febrero.

Yo iba corriendo con el camarógrafo y entonces algunos de los rehenes me gritaban: – ¡Manuel, no corrás!, ¡te van a matar, te van a matar! Naturalmente que el microbús me dejó, porque iba a toda velocidad, y luego lo vimos al fondo de la pista, pero ya la Guardia no nos dejó pasar. Pasamos todos esos detalles en el noticiero.

Carlos: Otra de las grandes noticias fue la toma del Palacio, ustedes cubrieron la noticia, estaba Silvio Mora.

Manuel: Silvio Mora era el reportero; me llamó por medio de un radio transsiver que teníamos, ni siquiera eran walkie talkies, y me dijo: –Mirá, en este momento la Guardia Nacional está dando un golpe de estado, escuchá el tiroteo. Y puso el micrófono de modo que yo escuchara. Mónica, mirá lo que hice yo: marqué por teléfono directo a Costa Rica, a mi amigo Rolando Angulo, que era Director de la Radio Reloj, y le dije: –Rolando, el Frente Sandinista se acaba de tomar la Cámara de Diputados.

Mónica: O sea, vos te diste cuenta de inmediato que no podía ser la Guardia. ¿Ya tenías información?

Manuel: Te voy a decir por qué me di cuenta. En la mañana, visitando empresas, buscando anuncios, conversé con Manuel Ignacio Lacayo, y estábamos hablando de la lucha, acababa de venir el Grupo de los Doce. Entonces me dice: –No te preocupés, vienen acontecimientos; en los próximos días vienen acontecimientos. Entonces cuando Silvio Mora me llama y me dice que la Guardia Nacional se está tomando el Palacio Nacional, yo lo que pienso es que es el Frente... Y entonces, sin mayores investigaciones, antes que me cierren los espacios, que corten los teléfonos, marco y doy la noticia a Costa Rica. Efectivamente, media hora después, llegó el dueño del Canal a decir: – ¡Miren, cuidado me están dando noticias al exterior!

Así pasó también el 9 de septiembre de 1978. En la mañana, me llamó William Ramírez y me dijo: –Mirá, Manuel, te informo que hoy es la fiesta, a las 6:00 de la tarde en punto comienza la fiesta. Y no tuve más elemento que ese. Inmediatamente entendí y me preparé con unas grabadoras y todo para grabar el audio de los combates, porque yo ya estaba fuera de la televisión, me habían sacado del Canal 2, me habían cerrado ese día precisamente. Entonces a las seis en punto comenzó el tiroteo allá por la Colonia Centroamérica; yo lo grabé y llamé al corresponsal de la CBS en México, y le dije: –Mirá, están comenzando los combates en la ciudad de Managua, el Frente Sandinista está combatiendo en la ciudad de Managua. Y un minuto después la noticia estaba en México.

Mónica: Manuel, en tu estudio vos tenés una foto con Carlos Fonseca. ¿Te acordás de las circunstancias en que tomaron esa foto? ¿Era el juicio a Carlos Fonseca?

Manuel: No, no. Esa era una conferencia de prensa que estaba dando Carlos en Costa Rica, en la Penitenciaría Central de San José.

Carlos cae preso un viernes, y la noticia aquí se conoce un lunes en la mañana, y yo ya estaba en San José de Costa Rica a las 3:00 de la tarde de ese lunes, con Oscar Montalván. Nos hospedamos en un hotelito que queda frente al Banco Central y la Penitenciaría está a tres cuadras al norte; y nos vamos a pie, preguntamos en la Penitenciaría y nos dicen: –No, aquí no está don Carlos, está en la OIJ. Ésta es la Oficina de Investigaciones Judiciales o algo así. – ¿Y dónde queda eso? –Aquí contiguo.

Nos vamos a la OIJ, pero no hay nadie; empujamos la puerta y no hay nadie en la habitación, empujamos la otra puerta y está oscuro; golpeamos la puerta y Oscar Montalván comienza a decir: – ¡Eh! ¿Hay alguien aquí, hay alguien aquí? Somos Oscar Montalván y Manuel Espinoza. ¿Hay alguien aquí? Y de pronto, de la oscuridad surge una voz: – ¡Viva el Frente Sandinista, la lucha no termina, viva el Frente Sandinista! Era Carlos. Estaba en una habitación solito, sólo había un guardia cuidándolo, hasta lo podían haber matado; y entonces Oscar Montalván, que es el que iba con la grabadora, grabó todo. Eso lo transmitimos a Managua. Lo había guardado William Ramírez, quien lo enterró, se dañó y se perdió.

Yo estaba con una cámara tomando fotos para el Semanario Extra; entonces Oscar Montalván le preguntaba: – ¿Y cómo te capturaron? – ¡Viva el Frente Sandinista! – ¿Y qué pensabas vos? – ¡Viva el Frente Sandinista! Sólo eso contestaba Carlos. Ante los gritos, llegaron los guardias; y nos sacaron. Me fui a revelar mis fotos al diario La Nación y Oscar llamó aquí.

Mónica: Pero, ¿vos no conocías a Carlos de antes?

Manuel: Yo lo había visto, primero sin saber quién era, porque llegaba a ver a un poeta que vivía frente a mi casa en Las Delicias del Volga. Me llamaba la atención un hombre tan larguirucho, pelo ensortijado para atrás, luego lo vi en el Gimnasio Nacional, durante el primer acto que se hizo en Managua el 21 de febrero, en el aniversario de Sandino. Al primer hombre que yo oí hablar públicamente de Sandino, fue a Carlos Fonseca. Después tuve alguna comunicación con él siendo dirigente estudiantil, porque a mí me tocó dirigir la huelga nacional cuando lo echaron preso con Víctor Tirado, en el año 1964, en el barrio San Luis.

Yo estaba de locutor en la Radio Reloj, cuando en esa ocasión llegó “Rolando”, Adrián Roque, a decirme: –Mire, compañero, acaban de capturar al Comandante. ¿A cuál Comandante?, –le dije. –Al Comandante Carlos. Entonces esperame pues –le digo. Eran casi las 6:00. Terminé mi turno y me fui a la Facultad a buscar a los compañeros de la dirigencia estudiantil. No encontré a nadie.

En eso me encontré a Sergio Ramírez, que ya había salido de la Universidad, era Secretario de Relaciones Públicas, y le dije: –Ve, Sergio, fíjate que así, así, así. Hay que moverse –me dice Sergio, hay que moverse, si no, lo pueden matar. Entonces busqué a otros compañeros, logré encontrarlos, nos reunimos y hablamos; llamamos a León, y les propusimos que decretáramos un paro nacional, y ellos estuvieron de acuerdo; hicimos un comunicado, lanzamos el comunicado y al día siguiente no había ningún estudiante, ni en los institutos, ni en la universidad: estaba parado todo el estudiantado.

Mónica: Fue una respuesta rapidísima.

Manuel: Rapidísima. Después vi a Carlos en los Juzgados del Trébol, pero no hablé con él. Fue cuando hizo la famosa declaración aquella “Desde la cárcel yo acuso a la dictadura”. La edité y la publiqué. Después Carlos me mandó, como reconocimiento, un diploma del Colegio Andrés Castro. Me llegaron a explicar: –Esto te lo manda Carlos, como un reconocimiento.

Te decía que después que nos sacaron los guardias de la OIJ, nos fuimos al hotel, y ya en la noche estaban muchos periodistas de Nicaragua, estaba lleno el hotel de periodistas de Nicaragua, todos iban a parar al mismo hotel. Solicitamos una conferencia de prensa, y al día siguiente, Carlos dio la conferencia de prensa, que es esa foto a la que hacés referencia y que siempre tengo en mi despacho.

Cuando terminó la conferencia, Carlos me dice: – ¡Quedate, quedate! Entonces me quedé. Ve, –me dice– andá frente al Mercado Central de San José, preguntá por el doctor Obregón Valverde; subí unas graditas de una escalera que está en la calle; en el segundo piso de la casita, trabaja el doctor Obregón Valverde, pregunta por él; le decís que necesito que venga a hablar conmigo, porque él es el que me va a defender. Entonces fui yo, y entonces el doctor Obregón Valverde me decía...

Mónica: No te pedía permiso Carlos, te daba órdenes.

Manuel: No, no, sólo me ordenó. Y entonces me dice el doctor Obregón Valverde: –No, yo no puedo; soy miembro del Partido Comunista, le voy a hacer daño a don Carlos. Entonces regresé a la Penitenciaría, pedí permiso para hablar con Carlos, y me dejaron entrar hasta la celda. Entonces le digo: –Mirá, Carlos, fijate que el hombre dice que no puede, porque es miembro del Partido Comunista, y dice que más bien te va a hacer daño. ¡Cochón este jodido!, –dice. Decile que me haga daño, pero que me defienda. Entonces regresé donde el doctor. Y el doctor lo defendió.

Mónica: Tengo entendido que Henry Ruiz bajó de la montaña y llegó a tu casa buscando contacto con la gente del Frente Sandinista de la ciudad. ¿Llegó sin que lo conocieras?

Manuel: No, yo conocía a Henry porque estudié en el Instituto Juan José Rodríguez, de Jinotepe. Ahí se bachilleraron Tomás Borge, Modesto Duarte y Henry Ruiz, a quien lo conocí desde chavalito, con el pelo chirizo, chelito, muy seriecito. Creo que él estaba como en cuarto o quinto grado cuando me bachilleré.

Luego lo vi cuando estaba más grande, precisamente cuando, como dirigente estudiantil, hicimos una huelga, ya como universitarios. A mí me tocó ir a hablar con los estudiantes de Jinotepe y de Granada, y el Presidente de los estudiantes de Jinotepe era Henry, y hablamos. Tenía un gran lunar encima del ojo derecho, creo, era una seña particular muy llamativa. El lunar se lo operó y se lo quitaron en Moscú.

Mónica: Claro, porque para un clandestino era fatal andar una seña.

Manuel: Sí, tan visible; de tal manera que cuando él vino de la montaña, era un domingo, me acuerdo, y mi casa era uno de los lugares donde se reunían las de AMPRONAC, y estaban Nora Astorga, Lea Guido, Gloria Carrión, reunidas ahí con la Olimpia, mi esposa, cuando llegó Henry con Dorotea Wilson. Estaba lavando el carro cuando sentí que alguien me tocó el hombro. ¡Idiay! hombré, ¿cómo estás? –le dije. Lo reconocí inmediatamente. Pasá adelante, pues –le dije. Y pasó. Saludamos a las AMPRONAC, y nos sentamos afuera.

Mónica: Venía de la mera montaña.

Manuel: Sí, venía de la mera montaña. Me acuerdo que venía con una camisetita deportiva, unos zapatitos Hush Puppies, unos zapatos que tenían un tacón y la punta cortada, muy nice, estaba muy jovencito. Dorotea se fue, él se quedó esa noche, y al día siguiente llegó William Ramírez a traerlo. Los fui a dejar en mi carrito no muy sospechoso, un Alfa Romeo. Entonces iba Henry adelante con su infaltable 45, y atrás William.

Nos pasó una cosa interesante en esa ocasión. Tal vez te acordás cómo andaban los BECAT en las calles. En cierto momento, cuando íbamos por el Mercado Roberto Huembes, iba un BECAT adelante y uno atrás de nosotros; un guardia apuntándonos adelante y otro guardia apuntándonos atrás, y entonces William, que es jodedor, decía: – ¡Ajá jodido, ahora sí! Y entonces Henry hizo una reflexión: –Bueno, ¿quién tiene más huevos aquí, vos que llevás pistola, yo que llevo pistola o Manuel que no tiene pistola?

Mónica: Esa meditación me la hice muchas veces viendo a los colaboradores, los que dieron sus casas de seguridad, los que andaban manejándonos los vehículos. Eran muy valientes, llenos de un gran coraje ¿sabés por qué? Te pongo un ejemplo: muchas veces dormí, viví, comí, en una casa en Estelí, y la señora tenía siete chavalos, y ella estaba ahí sola con sus niños. Si llegaba la Guardia, ella estaba ahí toda. Yo tenía a mi familia por otro lado. Yo corría mis propios riesgos, pero estos colaboradores arriesgaban a sus familias, sus hijos, sus bienes, sus casas.

Yo valoro enormemente el papel de los colaboradores, el papel de los que no pudieron empuñar un fusil, pero dieron lo que pudieron, desde sus distintas posibilidades, y que, como vos decís, Manuel, a veces arriesgaban más, porque ahí, si hubiera disparado el BECAT, ellos por lo menos podían disparar con sus 45, pero vos estabas ahí con tus manos limpias.

Vamos a darle la guitarra y preguntarle a Carlos García. ¿Qué te motivó a incorporarte a la tarea, a la misión –diría yo- o al sacerdocio del periodismo?

Carlos: Hace uno días, hablando con William Grigsby, recordábamos que los periodistas en esa época, no teníamos muchas opciones, eran realmente limitadas en el sentido de que, o nos incorporábamos al sistema o status quo de la época, al sistema corrupto que de alguna manera imperaba en ese momento en el periodismo nacional, o nos incorporábamos a la lucha contra la dictadura somocista.

Entonces los estudiantes de aquella época, periodistas jóvenes, comprometidos con la liberación del país y en contra de la dictadura somocista, no teníamos más opciones que, desde nuestras propias circunstancias, tratar de coadyuvar a la lucha que ya en ese momento el Frente Sandinista desarrollaba con mucha fuerza.

Me integro al periodismo en 1972. Recuerdo que Juan Molina Palacios, quien en ese momento era Director de la Escuela del Periodismo, es el que me lleva de la mano prácticamente, y me incorporo como corresponsal en Managua, de lo que fue el periódico El Centroamericano, de León, que ya desapareció. En aquel momento ese diario era el decano del periodismo nacional. Después de un año paso al noticiero Extra, que era el del primer lugar en esa época, aunque ya no tenía quizás el brío de cuando en ese noticiero trabajaron William Ramírez, el Gordo José Esteban Quezada, y que hicieron de este noticiero, propiedad de Manuel Espinoza y de Rolando Avendaña Sandino, un noticiero de gran influencia en el país. La televisión no tenía tanta influencia como la tiene hoy. La radio era muy poderosa.

Los periodistas jóvenes de la Escuela de Periodismo, queríamos hacer muchas cosas, realizar lo que aprendíamos en las aulas, como hacer periodismo investigativo, periodismo científico, periodismo comprometido con las grandes causas del pueblo nicaragüense y la sociedad en general; pero nos encontrábamos que uno de los enormes obstáculos era la corrupción, y por supuesto, la dictadura somocista.

Las circunstancias en que vivía el país y además, conocer las arbitrariedades, la represión política, la lucha de los campesinos, la lucha del Frente Sandinista, etcétera, nos va motivando a incorporarnos para dar nuestro granito de arena en la transformación de la sociedad.

Tenemos que recordar que apenas hacía una década que se había dado la Revolución Cubana, y estaba todo el movimiento de liberación nacional en América Latina, la figuras del Che y de Fidel Castro. La correlación de fuerzas a nivel mundial se estaba transformando, iban surgiendo nuevos países con revoluciones en Asia y África. Entonces los periodistas jóvenes también nos queríamos incorporar a esa tarea de transformar la sociedad y contribuir a lo que ya estaba haciendo el Frente con enorme empuje, conduciendo la lucha del pueblo nicaragüense.

Mónica: ¿Primero hacés periodismo de catacumbas y después militás en el Frente Sandinista?

Carlos: Se va dando paralelamente. Primero me incorporo al Frente Estudiantil Revolucionario, con Vivian Torres, William Ramírez y Bayardo Arce, profesores de la Escuela de Periodismo. El ejemplo de ellos de alguna manera se transmitió a un grupo de jóvenes estudiantes de Periodismo, algunos se incorporaron a la lucha revolucionaria, otros cayeron en la lucha. William y Bayardo mantenían contacto con nosotros, prácticamente son los que nos reclutan. Entonces siendo del FER, pasamos al Periodismo de Catacumbas y del Periodismo de Catacumbas, al Frente Sandinista.

Mónica: ¿Qué circunstancias rodearon la experiencia del Periodismo de Catacumbas?

Carlos: Los jóvenes periodistas queríamos transformar el sistema viciado que existía en el periodismo, y que todavía sigue existiendo; pero en aquella época la gran mayoría eran periodistas complacientes con el régimen, que vivían del soborno y “el venado”, que era muy fuerte. En la jerga de los periodistas, el término “venadeo” o “venadear” se utilizan para designar las prácticas corruptas en el ejercicio de esta profesión, realizadas con el fin de obtener regalías o prebendas, sacrificando la ética profesional.

Nosotros mirábamos que el Sindicato de Radio periodistas de Managua podía ser un arma, un instrumento de lucha; pero que estaba en manos de periodistas complacientes, que eran parte del status quo de la corrupción. Había sus excepciones; por ejemplo, en el año 1977 estaba de Secretario General Manuel Eugarrios, un compañero de lucha de mucha trayectoria. Aunque el Sindicato era de radio periodistas, en la práctica participaban periodistas de los distintos medios escritos, el mismo Manuel Eugarrios era de La Prensa.

Ya para 1976 y 1977, muchos jóvenes periodistas estábamos incorporados en espacios noticiosos como Extra, Sucesos, El Momento, entre otros, y participábamos en las asambleas de los periodistas en la casa del Sindicato de Radio periodistas, lo que nos permitió entrar en contacto con colegas comprometidos con la lucha como Manuel Eugarrios, César Cortés Téllez, Alejandro Romero, etcétera. Era gente con bastante experiencia profesional.

Nuestra idea era convertir al Sindicato de Radio periodistas en un instrumento de lucha contra la censura previa, impuesta por el régimen somocista a raíz de la toma de la casa de Chema Castillo por un comando sandinista en diciembre de 1974.

Mónica: Había Estado de Sitio, Ley Marcial, y censura a los medios de comunicación.

Carlos: Era terrible. Recuerdo que teníamos que ir a la Oficina de Información y Prensa de la Presidencia de la República a entregar todo el material del radio periódico. También los periódicos tenían que entregar todos sus materiales, sus fotografías, y ahí te censuraban; decían, esto va y esto no va. La censura previa era un motivo de lucha, como lo hacíamos en contra del “Código Negro”. Así se denominó el instrumento represivo de la dictadura en contra de la libertad de expresión y de prensa.

A veces a media noche tenías que pegar carreras para rellenar los espacios de lo que te censuraban, y que te aprobaran, nuevamente ese material. ¡Era una cuestión terrible! A veces uno estaba a las dos o tres de la madrugada frente adonde fue la Iglesia del Perpetuo del Socorro, allí quedaba la oficina de la censura que impuso el somocismo.

Recuerdo que cada vez que llegaba un periodista, el oficial de la censura montaba su metralleta israelita UZI. Para ellos éramos parte de la subversión que quería cambiar el sistema. Entonces los periodistas comenzamos a buscar formas alternativas de información, y desde el Sindicato se plantea la posibilidad de que algunas estaciones de radio unifiquen en cadena sus noticieros, para romper la censura y decir cosas de última hora. La lucha contra el Código Negro y la censura va extremando las medidas ante la represión somocista. Ahí se unieron algunos noticieros, Sucesos es uno de ellos, El Momento, Radio Mi Preferida, de Manuel Jirón, que en esos años era muy beligerante. Recordemos que la Guardia somocista la mandó a quemar.

No sólo censuraban y cerraban noticieros, sino que también imponían multas, y para nosotros el pago de esa multa a la Dirección de Información, que dirigía el Coronel Alberto Luna, fue un elemento para movilizar a la población, y para que la gente se identificara con la lucha de los periodistas. Por ejemplo, íbamos a los mercados, a los lugares donde había concentración de personas, explicábamos lo que estaba sucediendo, y pedíamos colaboración, y la gente aportaba un córdoba, o lo que pudiera, para pagar esa multa.

Después íbamos en grupo a un banco, a pagar la multa; lo hacíamos con gran despliegue, invitábamos a fotógrafos de los medios escritos, como una forma de ir venciendo la censura previa; pero esto obligó a la dictadura a radicalizar, a extremar la represión, y comenzó a cerrar los medios de comunicación.

En febrero de 1978, la Unión Democrática de Liberación1 comienza una campaña anti-somocista muy fuerte. Se inicia una huelga general de los empresarios, una huelga de brazos caídos. Es en ese momento que los periodistas, y prácticamente todos los medios informativos anti-somocistas cerrados, nos percatamos de que no teníamos dónde dar a conocer nuestras noticias. Entonces nos planteamos: ¡Hagamos comunicación directa! ¡Vayamos a los mercados!, decían unos; ¡Vayamos a las iglesias!, plantean otros.

Carlos: Esto era una cuestión de organización, de directiva, de gremio. Ya el Sindicato en ese momento era un instrumento de lucha.

Yo planteo, en una asamblea de periodistas, la necesidad de hacer un nuevo periodismo, de comunicarnos directamente, una comunicación de doble vía, que es la verdadera comunicación. Como la que existe ahora en la radio participativa.

Oyente: Buenos días. Habla el ingeniero Moreira, de León. Yo encuentro mucha similitud en lo que también el Frente hizo en el tiempo que estuvo gobernando. Aquí hubo una censura horrible, un manipuleo espantoso, que también lo hicieron en el tiempo del Frente. Vos sabés muy bien qué está pasando ahorita, lo vivimos con la Revolución. Hubo gente del Frente que lo único que quería era poder para joder a la gente, esa es la verdad. No tenían ningún principio revolucionario, ni nada por el estilo. Esto lo venimos viendo en la historia de nuestro país, lo hemos venido viendo poco a poco en las barbaridades de personas que hace tiempo se quitaron la máscara, que nunca fueron revolucionarios, que fueron unos oportunistas, que no les importó la sangre de mucha gente que murió.

Mónica: Carlos, no sé si querés comentar algo sobre la intervención del ingeniero Moreira, porque yo creo que él tiene razón en el sentido de que también nosotros cometimos errores y uno de ellos fue precisamente el de la censura. Estamos claros que había una guerra y en este caso era una guerra impuesta desde afuera, impuesta desde los Estados Unidos; pero al final, la censura ni siquiera funciona, más bien genera más molestias y fortalece las posiciones del contendiente. La Revolución no puede ir contra libertades públicas esenciales, como el derecho a la libre información.

Carlos: Claro. Yo creo que sí, efectivamente hay errores que todavía no se han evaluado, y que habría que reconocer. Había una situación muy particular, pero creo que queda la lección sobre la censura y las reacciones que provoca; porque es difícil callar a un pueblo, es difícil callar los sufrimientos, particularmente como ahora, que vivimos políticas neoliberales que estrangulan y matan. Y hay que ver la situación de hoy también. No hay censura previa, pero desde el poder hay medidas como el terrorismo fiscal contra los medios.

Mónica: Y también se da por medio del chantaje económico. A los medios que hacen crítica al gobierno, éste no les da anuncios; y el gobierno, como es uno de los principales anunciantes a través de las instituciones y empresas estatales, no le da publicidad a los que tienen posiciones críticas. Retomando el hilo del tema, explicanos sobre el proceso del Periodismo de Catacumbas.

Carlos: El Sindicato se plantea convocar a la gente a participar activamente en esa gran protesta contra la dictadura somocista. Es ahí cuando planteamos hacer comunicación directa. Juan Alberto Henríquez propone como escenario las iglesias, cuando hubiese gente reunida. Hablamos con los responsables de las iglesias. En un principio dijeron que sí, aceptaron que usáramos los púlpitos para informarle a la población sobre lo que estaba ocurriendo. Después, algunas veces encontramos cerrados los templos; pero aun así, no dejamos de informar.

Mónica: Aquí tenemos la lista: San Judas, Santa Ana, Santa Faz, La Paz, Larreynaga, La Centroamérica, Pío X, El Riguero, Open Tres, San Pablo, Santiago de Jinotepe, etcétera.

Manuel: También Monte Tabor, a mí me tocó ir ahí con Angelita Saballos.

Carlos: Inicialmente fue en Managua, pero luego también en los departamentos. Ya no dábamos abasto, la gente quería que fuéramos a todos lados.

Manuel: Había una redacción central que redactaba las noticias, se mimeografiaban. También participaron locutores de las radios como Eduardo López Meza, César Estrada, Maynor Curtis. El Periodismo de Catacumbas fue todo un proceso de reflexión, de creatividad y de lucha inclaudicable.

¿Qué es lo que pasaba? Cuando había un paro, lo lógico es que todo el mundo se parara. El paro nacional de ese año fue a finales de febrero. Entonces, estábamos reunidos como todos los sábados en la Casa del Periodista, que era una casita que quedaba ahí frente a donde está ahora el Ministerio del Trabajo. Yo llegaba a las asambleas de los periodistas, aunque en ese tiempo ya era dueño de espacio, de Extravisión, igual que Rodolfo Tapia Molina y Joaquín Absalón Pastora; pero seguíamos llegando a las reuniones donde se suponía que sólo deberían asistir periodistas asalariados.

Estaba la discusión de cómo apoyar el paro, y lo que te digo de las oportunidades es que a mí me cupo de repente la oportunidad de mocionar. –Ve, ¿y por qué vamos a ir al paro nosotros? Nosotros lo que tenemos que hacer es informar. Entonces todo el mundo estuvo de acuerdo con la moción mía de que debíamos informar. Acordamos ir a hablar con los dueños de los medios, de las radios, y yo iba hablar con el Canal 2, donde trabajaba, para ver si nos permitían informar. Yo trabajaba también en la Radio ABC.

La gran prueba era la radio. El lunes en la mañana comenzaba el paro, por lo que el domingo hablamos, y quedamos de encontrarnos nuevamente en la casa del Sindicato de Radio periodistas, en la tarde; y Fabio Gadea Mantilla, Mariano Valle Peter, Octavio Sacasa –dueño del Canal 2–, Manuel Arana –dueño de Radio Mundial–, dijeron que no, que ellos no se podían exponer, que preferían que los espacios no salieran.

Entonces propuse que por lo menos hiciéramos sentir la ausencia de los noticieros y que pusiéramos música sacra. Y grabamos música sacra y la repartimos para que se pusiera en todas las radioemisoras.

Hicimos luego otra asamblea, adonde llegó el Coronel Alberto Luna, quien nos llegó a decir que nosotros no podíamos estar levantando al pueblo. Yo le riposté: –Si nosotros no lo estamos levantando, estamos informando; por ejemplo, si informo que la Ferretería Lang está abierta, dentro del contexto que todos los establecimientos están cerrados, ¿puedo decirlo? – ¡Claro que sí! Pero si está cerrada, ¿también puedo decirlo? –le digo yo. Entonces no se atrevió a contestar. Pero allí quedamos claros de que no había dónde informar. Entonces fue que se dijo, vamos a ir a las iglesias pues, alguien lo mocionó, y se organizó.

Y me acuerdo que en esa ocasión, un periodista que está en la Radio Corporación ahora que le dicen Sameva, Santiago Meneses Vallecillo, mocionó para ir a buscar armas para combatir. ¡En la asamblea de los periodistas! Alberto Reyes se puso de pie y le respondió que era un irresponsable, que cómo se le ocurría estar diciendo eso ahí, que lo que íbamos a lograr era que llegara la Guardia y que nos llegara a matar.

En esa misma asamblea se organizaron varias comisiones de trabajo. También se formó un comité público y un comité clandestino para dirigir el Periodismo de Catacumbas. Se hizo así para que, si fueran capturados los integrantes del comité público, no quedara descabezada la lucha. También había una redacción central; los reporteros llegaban, reportaban su noticia, se redactaban centralmente, y se repartían.

Carlos: El comité público fue integrado por Alejandro Romero, Lily Soto, César Cortés, Juan Alberto Henríquez, Vivian Torres y yo.

Mónica: ¿Y la gente llegaba?

Carlos: No sólo eso, sino que nos protegían. Recuerdo que una vez, en el lugar donde me tocó ir con Eduardo López Meza, leía, y la gente escuchaba; pero cuando estábamos en plena lectura de la información en la que incluíamos hasta comunicados del FSLN, aparece un BECAT, los cara volteadas de la Guardia, y entonces, inmediatamente, la gente que estaba afuera, pegada a las ventanas –porque no alcanzaban en el interior– nos avisan, nos sientan en la primeras bancas, y se pusieron a cantar la misa. La Guardia pasó, lo que ellos vieron fue una misa; así que cuando se fueron, seguimos en nuestra labor informativa.

Inicialmente no se llamó “Periodismo de Catacumbas”. Pero cuando regresamos de las primeras experiencias, don Eduardo López Meza, quien es cristiano y muy dado a recordar a San Francisco de Asís, dice: –Hombre, nosotros ya estamos como en la época de los primeros cristianos que huían de los romanos, de la represión, de la persecución. Estamos como los primeros cristianos que se escondían en las catacumbas. De ahí nació el nombre, porque nosotros también éramos perseguidos, estábamos siendo reprimidos, y nos escondíamos para informar.

Manuel: Es que fue como muchas de las cosas de la Revolución, fue un momento creativo, muy creativo.

Oyente: Abel Calero. Me he sentido bastante emocionado al estar escuchando cosas que nos tocó vivir y que nos hacen recordar a mucha gente que son héroes anónimos. Un protagonista del Periodismo de Catacumbas fueron esos radioescuchas que se convirtieron nuevamente en feligreses, que con buena disciplina y fervor religioso se sentaban a escuchar las noticias.

Como protagonistas también de esta actividad podemos recordar a Mercedes Solís de Hernández y don Francisco Hernández Segura; a William Montiel y Peña y Telma Nidia Guerrero, entre otra gente. Como decía Manuel, los periodistas comprometidos nos distribuíamos para cubrir las iglesias, los mercados y hasta esquinas; porque unas veces encontramos cerrada la iglesia y tuvimos que hacer el noticiero en una esquina, como me ocurrió a mí con la iglesia Santa Marta.

En otra ocasión, Lily Soto y Alberto Reyes regresaban de leer las noticias, ya toda la población se había dispersado, y cuando iban como a las tres cuadras, en Altagracia, llegó un BECAT; los guardias los pusieron a cargar piedras canteras, y cuando lo estaban haciendo, golpearon en la espalda e hicieron arrodillarse a Alberto Reyes.

También íbamos a leer noticias a lo que hoy se conoce como Villa Venezuela y Villa Revolución, Las Américas, a unas iglesitas que se estaban cayendo; pero había mucho amor, mucho entusiasmo. Por ejemplo, cuando estábamos leyendo las noticias, la misma señora que el domingo recogía la limosna durante la misa, pasaba la canastita de la limosna entre los asistentes, recogiendo lo que la gente llamaba “una contribución a la lucha por la libertad de expresión”. Y salíamos con plata, que era llevada a la casita del Sindicato de Radio periodistas de Managua, en los escombros, donde fue la Cruz Roja, frente a donde hoy es el Ministerio del Trabajo.

Recuerdo también cuando íbamos a esa heroica e histórica Colonia Nicarao, donde todos los días llegaba un señor con un carretón en el que llevaba parlantes, los cuales ponía afuera de la iglesia, para que el que no pudiera entrar, escuchara desde afuera; y la gente le subía el volumen a ese amplificador para que se escuchara en toda la Nicarao. Allí no podía entrar la Guardia, porque los habitantes del sector llamado Río Seco, eran un pueblo combativo.

Después que terminábamos de leer, la gente nos daba comida, o sea que nos íbamos comidos, nos íbamos con la plata, que no era una limosna, sino una contribución solidaria, y posteriormente nos reuníamos en el Sindicato. Pero nadie llegaba cansado, todo mundo llegaba con mucho ánimo, como que si estuviésemos ganando mucha plata, cuando en realidad era una contribución esmerada, solidaria y revolucionaria.

Manuel: No sé si te acordás, Carlos, que esto tuvo un corolario; ya estaba terminando el paro, que fue la conmemoración del día del Periodista en marzo de 1978. Entonces nos fuimos a manifestar donde cayó asesinado Pedro Joaquín Chamorro, y llegó el Coronel de la Guardia, Alesio Gutiérrez a disolver la manifestación.

Carlos: A tiros. Corrimos por todos esos escombros de la vieja Managua…

Manuel: Estábamos todos los periodistas corriendo por los escombros; nos decomisó la cámara de Extravisión, y me acuerdo que ahí se portó valiente Silvio Mora, se le enfrentó a las tapas a Alesio, reclamándole la cámara.

Mónica: Silvio Mora protagonizó hechos muy importantes; por ejemplo, él fue el que hizo tartamudear a Somoza, y reconocer que tenía preso a Tomás Borge, lo cual, en cierta manera le salvó la vida. Sabíamos que lo habían capturado vivo, pero no lo presentaban de ninguna manera; entonces no teníamos claro si estaba vivo o muerto. Silvio agarró movido a Somoza. ¿Te acordás de esa anécdota?, ¿cómo fue exactamente?

Manuel: Sí. Considero justo reconocer que Orlando Murillo, siendo somocista, mostró sensibilidad con este caso de Tomás Borge. Tal vez porque había sido miembro de la Juventud Patriótica; pero siendo empleado somocista llegaba al Canal 2 a preguntar: – ¿Qué has sabido del viejo? Nada –le decía yo. – ¡Hombré, lo van a matar si no se logra sacar a luz que está vivo! Era una manera de recomendarnos hacer algo.

En esos días, Silvio fue invitado como reportero de Extravisión a una conferencia de prensa de Somoza. Entonces se invitaba por telegrama, y éste servía de intransmisible. Él me dijo que había sido invitado, entonces redactamos la pregunta para Somoza, que decía más o menos así: El día tal del mes de febrero, frente a la Colonia Centroamérica, fue capturado alguien, quien gritó ¡Soy Tomás Borge! ¿Cuándo lo van a presentar al Juez? Redactamos la pregunta y le insistí a Silvio que la dijera exactamente así, para inducir una respuesta de Somoza, y para que no se nos fuera por la tangente y saliera diciendo otra cosa. Dábamos como un hecho que Tomás estaba preso. Cuando preguntamos cuándo lo va a presentar al Juez, entonces Somoza se sonrió un poco nervioso, movió la cabeza, y dice: –La próxima semana.

Posteriormente, en una reunión de Presidentes centroamericanos, que también cubría Silvio, Somoza lo llamó, y delante de todos, le dijo: –Miren, este es amigo de Tomás Borge, es comunista como él; fue el que me hizo la pregunta que le salvó la vida a Tomás Borge.

Oyente: Tirsa Sáenz. Mi pregunta es ¿por qué nos cuesta hoy hacer ese tipo de periodismo? Obviamente, en circunstancias totalmente distintas, pero un periodismo más valiente, de decirle las cosas a la gente. Me parece que nos hace falta más valentía, más fuerza para decir las cosas. Si los problemas económicos eran los mismos antes, son los mismos ahora, ¿cuál es la diferencia, en qué radica? Y quisiera que ustedes, que vivieron esa etapa dura y bonita del periodismo, puedan quizás darnos luces ahora.

Manuel: Yo creo que ésta en una etapa diferente, porque realmente, en aquella oportunidad, el periodismo era anti-somocista, era claramente anti-dictadura.

Ahora hay una búsqueda de hacer un periodismo menos panfletario, menos representativo de intereses políticos; pero sí, yo creo que hay un esfuerzo por hacer un periodismo comprometido en la lucha contra la corrupción, por la gobernabilidad, por el desarrollo de la democracia, por el no retroceso en las conquistas democráticas que ha tenido el país. Creo que sí existe el periodismo comprometido, sí creo que se está haciendo un esfuerzo y, si no, miremos las amenazas que está sufriendo el periodismo. Diferentes amenazas. Yo creo que el periodismo actualmente, está haciendo un rol que es una verdadera oposición, con todas las dificultades y todas las limitaciones que da la actual situación.

En la medida en que realmente la sociedad comience a hacer un papel más activo, en que los grupos políticos y la sociedad civil comiencen un papel más activo reclamando sus derechos, sí se va a quitar presión sobre los medios de comunicación; pero ahorita los medios son los que tienen sobre su responsabilidad muchas de las verdades que se saben en este país.

Carlos: El periodismo nacional es una institución sumamente creíble. Creo que de nuevo el periodismo va a terminar siendo el más combativo. Van a organizarse, no sé en qué tipo de organización, no quisiera decir partido, pero hay muchos periodistas que hacen su labor profesional, luchan contra la corrupción, por la institucionalidad del país, etcétera, pero muchos de ellos no están organizados.

Manuel: Una de las cosas que a mí me preocupa fundamentalmente, es el asunto de la dignificación, del derecho que tienen los periodistas de ser respetados como profesionales y como personas. Yo creo que, como decía Carlos, una de las instituciones más respetadas y creíbles del país, es el periodismo. Sin embargo, a nivel de tratamiento político, el periodismo es, no sólo menospreciado, sino que todos los días se trata de utilizar a los periodistas. Les recomiendo a los periodistas que desde el punto de vista personal y profesional, no se dejen utilizar.

En lo otro en que estoy totalmente de acuerdo con Carlos, es que en los periodistas tenemos empresarios medianos, pequeños; trabajadores de la comunicación, reporteros, camarógrafos, fotógrafos, y ¡debemos organizarnos!, no necesariamente que nos afiliemos a la Unión de Periodistas o a la Asociación de Periodistas de Nicaragua, para defender a los periodistas, y sobre todo, los derechos de informarse e informar, que son derechos de toda la gente.

Carlos: Sólo quería recordar que del Periodismo de Catacumbas y del Sindicato surgió la UPN, como una agrupación más amplia que luchara contra el sistema. Fue esa organización la que nos permitió incorporarnos a la lucha, apoyando al Frente Sandinista en el gran fenómeno que fue la Revolución Popular Sandinista.

Creo que lo que debe privar es la necesidad de organizarnos, de retomar las experiencias del pasado y organizarnos en la sociedad civil. El país requiere de participación y el gremio de los periodistas tiene que volver a buscar formas creativas de organización. Así como en aquel momento el Periodismo de Catacumbas tenía su comité de dirección, en la actualidad el país requiere de participación de la ciudadanía en la organización que sea, pero no podemos seguir ensimismados, pasivos ante todo esto que está pasando.

Manuel: Quiero agregar algo. Los periodistas no sólo escribimos el Periodismo de Catacumbas, sino estuvimos combatiendo en otros Frentes. Me acuerdo que a Carlos García yo me lo encontré, creo que fue un 24 de febrero, en la asonada que hubo en Diriamba; yo andaba con un corresponsal de la CBS, y de repente, en la primera esquina, me encuentro a Carlos con su pistolita disparándole a la Guardia, que estaba con sus rifles Garand, con sus Galil, en el reloj de Diriamba.

Entre otros compañeros periodistas combatientes, además de William Ramírez y Bayardo Arce, recuerdo a César Cortés Téllez y a Orlando Salazar. Y por supuesto a Álvaro Montoya; lo miré en Peñas Blancas, Costa Rica. Yo andaba cubriendo como periodista y estuve platicando con él. Y al día siguiente lo mataron.

Mónica: Tenemos que recordar a Manuel Díaz y Sotelo, caído el seis de agosto de l959, y por supuesto al Mártir de las Libertades Públicas, Pedro Joaquín Chamorro. A Aura Ortiz y Walter Mendoza, caídos el siete de junio y el siete de julio, respectivamente, de 1979; y a Álvaro Montoya Lara, caído el catorce de julio de1979 en el Frente Sur. Recordar a periodistas combativos, brillantes, como Adán Selva, como lo recuerda siempre don David Rivas, viejo y combativo periodista él también.



22 de enero del 2000





NOTA


Movimiento creado por Pedro Joaquín Chamorro para articular a la oposición de sectores de derecha contra Somoza.


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