Memorias de la lucha Sandinista

Descargar documento

Introducción


En la elaboración de esta obra sobre la lucha social, política y armada del pueblo nicaragüense y su vanguardia contra la dictadura somocista, fui descubriendo los principales rasgos de esta etapa histórica. El trazo que tiene mayor relevancia para el desafío siempre presente de los cambios revolucionarios, es que no hay revolución posible sin la participación organizada y consciente de mujeres y hombres del pueblo.

Si pudiésemos hacer un corte transversal a la ofensiva final y examinar tan sólo sus más importantes componentes, nos encontraríamos con las huellas inconfundibles de resistencias pasadas y el peso del acumulado histórico de las luchas populares. Por eso, algunos discursos oficiales que han pretendido explicar la victoria sandinista como hechos unívocos, no se sostienen ante los testimonios de la historia. Son explicaciones monistas que pretenden que los complejos hechos y la multiplicidad de fenómenos ocurridos en las luchas, tienen una sola explicación.

Por ejemplo, se ha querido dejar establecido como un factor determinante del triunfo sobre la dictadura, el talento estratégico de tal o cual dirigente; la acción y el empuje de determinada tendencia del FSLN en la ofensiva final; o acciones intrépidas y heroicas de los combatientes sandinistas; o bien, a la conjunción de algunos de los factores anteriores combinados con los excesos y abusos de la dictadura, y al abandono en el que ésta quedó, a última hora, por parte del gobierno norteamericano.

Lo primero que salta a la vista del examen crítico de esta historia, es que en la ofensiva final se encuentran las huellas, las evidencias incontrovertibles de un complejo recorrido de millares de gentes que parecen tener su origen genético en Diriangén, en los mískitos, sumos, ramas, garífunas o cimarrones que no se dejaron esclavizar, en los indios de Matagalpa, Sutiava y Monimbó, en la piedra de Andrés Castro y en los patriotas de la guerra nacional contra los filibusteros yanquis, en la mejor poesía de Darío, y en los ejemplos de Zeledón y Sandino.

Frescos, inconfundibles, aparecen vestigios incontestables que proceden de los herederos de Sandino, Pedro Altamirano, Ramón Raudales, Santos López, Rigoberto López Pérez y Amanda Aguilar; y de las luchas de El Chaparral, Las Trojes, Raití y Bocay. Sobre esa ruta bajan y suben, hay pisadas de botas o pies descalzos, pasan por barrios, fábricas, quebradas, milpas y sindicatos, se multiplican en aulas de chavalos y de universitarios.

Son los surcos de poetas rebeldes que caen con el fusil en la mano, de cárceles, de gritos de horror y torturas, de carcajadas solitarias en las noches de montaña de hombres que parecen desquiciados, de un incansable ir y venir, de avances entusiastas que proclaman victorias y de desesperados gritos de retirada. De marchas por las calles, de proclamas en los portones de las fábricas, de reuniones ocultas con voces de silencio. De complots y conspiraciones, de pechos abiertos y denuncias públicas de los tiranos. De centenares y miles de actos de heroísmo y sacrificios que salpican aquí y allá a todas las comunidades de la geografía nacional.

Rastros y rostros de hombres y mujeres estudiando a Marx con un candil, y de otros enseñando a leer. De dos en dos, de tres en tres, van y vienen las huellas por todos lados, de gentes que casi siempre andan desarmados, gritando: ¡Viva Sandino! ¡Derecho a la huelga! ¡Muera Somoza! ¡Mejores salarios para los maestros! ¡No a la reelección! ¡Patria libre o morir! Proclamas y ensayos, indubitables indicios materiales de que hubo una vez en que en Nicaragua se comenzó a pensar de manera diferente, dejando entrever por primera vez, la historia de clases. Son interminables las huellas, las pruebas materiales de una vasta historia, pasada, acumulada, que encierra, que esconde, el aparente misterio de las explosiones finales que echaron al traste a la dictadura.

En Pancasán, por ejemplo, hay memorias, vestigios inconfundibles de santos, de héroes y visionarios, que no sólo soñaron con las multitudes insurreccionadas, sino que las fraguaron con sus manos e ideas, que las formaron durante años de soledad y sacrificios, para que parieran después los futuros contingentes sandinistas del gran movimiento anti-somocista de la ofensiva final.

Hay pisadas de todo tipo, de signos políticos e ideológicos diferentes, de todos los estamentos y clases sociales que, por cierto, confunden y desconciertan a muchos. No sólo hay sudor, huellas y sangre de humildes sandinistas. Fueron muchos los rebeldes que lucharon con las armas y la pluma, el verso, la prosa y la caricatura, que a veces parecían ser la misma cosa. No pocos de ellos cayeron como patriotas en este largo recorrido. Fueron muchos los dirigentes obreros y obreras del campo y la ciudad, maestras, profesores universitarios, periodistas, escritores, poetisas, venidos muchas veces de otros ríos y creencias, y que forman parte integrante, legítima, del mismo torrente nacional anti-dictatorial.

Este proceso fue, por lo menos, un prolongado octubre que duró no menos de veinte años de historia. Nada fue producto del azar, ni fruto del ingenio de dirigentes en las últimas jornadas. Es una curiosa historia en la que los grandes acontecimientos se hacen sin caudillos ni jefes oligarcas. Sin árbitros ni intermediarios. Sin indispensables, ni Charles Atlas ni Superman.

Sólo quienes no sean capaces de entender, de percibir y conocer la oculta y frecuentemente silenciosa rebeldía de los nicaragüenses, que en interminables flujos y reflujos se vino forjando en décadas de lucha, a veces abierta, a veces de manera silenciosa, a veces con tiros y otras con sólo guitarras, pueden inútilmente intentar desvirtuar la historia. Sin duda, desentrañar esta multiforme y prolongada resistencia popular y el proceso que termina con fundirla con la vanguardia, representará, para algunos, el peligro de derrumbar interesados y mezquinos mitos y leyendas.

Dicho esto, quiero resaltar lo que considero son los rasgos definitorios de esta época, una síntesis de las lecciones históricas que extraigo de las entrevistas e investigaciones que realicé en este arduo trabajo. No tengo la menor duda de que nada puede sustituir el valor histórico, la riqueza, la belleza del testimonio y las originales descripciones que, de sus vidas y de la lucha sandinista, hicieron mis entrevistados; pero no puedo dejar de presentar lo que constituyen para mí los trazos más claros de estos años de lucha, al tiempo que dejar planteadas algunas interrogantes.

1. La dictadura somocista que dominó en Nicaragua después del asesinato de Augusto C. Sandino y que se prolongó durante 45 años (1934-1979), basó su régimen en el poder de las armas: el sometimiento y subordinación de la Guardia Nacional, cuyo Jefe Director desde 1934 fue siempre un Somoza. El régimen somocista, a su vez, se subordinó totalmente a los Estados Unidos, y éstos respaldaron económica, política y militarmente a la dictadura hasta poco antes de su derrumbamiento.

2. Pese a su carácter militar, la dictadura funcionó como un sistema encuadrado en los rituales democráticos: procesos electorales, separación de poderes y existencia de partidos políticos e instituciones; pero todo ello en el mal oliente sistema de pactos con la oposición conservadora, el reparto de privilegios y cuotas de poder, fraudes electorales y represión.

Durante la mayor parte de esos 45 años, Somoza logra representar estabilidad y garantía para los intereses oligárquicos de terratenientes, ganaderos, importadores, industriales y banqueros, asegurándoles sus negocios y ganancias sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo estacionaria de la mayoría de los nicaragüenses, en un Estado corrupto y prebendario. En el transcurso, la familia Somoza y sus allegados logran amasar una importante fortuna, y se constituye como grupo económico que domina grandes esferas de la economía nicaragüense, gracias a la utilización del Estado como patrimonio familiar.

3. Las primeras embestidas represivas de la naciente dictadura tuvieron como víctimas las bases campesinas de la lucha patriótica de Augusto C. Sandino, en particular, en el norte de Nicaragua. Los campesinos sandinistas siempre mantuvieron viva la llama de las inquietudes revolucionarias y oficiales del Ejército de Sandino (Generales Ramón Raudales, Simeón González, y Coroneles Asunción Pulido, Lázaro Salinas, Santos López, Heriberto Reyes y Capitán Santiago Dietrich); y soldados, como Pastor Ramírez, se involucraron en levantamientos contra el régimen y estuvieron vinculados a los movimientos que antecedieron la organización del FSLN, estableciéndose así un vínculo de continuidad directa de Sandino a Fonseca.

4. La instalación del régimen dictatorial, encabezado por Anastasio Somoza García, coincidió con el auge internacional de las ideas fascistas –que lograron alzarse con el poder en varios países europeos– y con las corrientes caudillistas y populistas en América Latina. La dictadura a su vez empujó, aunque limitadamente, el modelo capitalista en el agro, impulsó el desarrollo de instituciones financieras públicas y privadas, infraestructuras como puertos y carreteras, a la par que implementaba, en determinadas coyunturas, en afán de conseguir apoyo popular, ciertas transformaciones que fueron en su momento aplaudidas por las organizaciones obreras, como el Código del Trabajo, la Seguridad Social y el derecho de las mujeres al voto.

5. Los afanes dictatoriales de Anastasio Somoza García fueron enfrentados inicialmente por grupos minoritarios dentro del propio Partido Liberal Nacionalista (PLN), y de ahí surge el Partido Liberal Independiente (PLI) en 1944, en una jornada de protesta anti-reeleccionista. Meritorios esfuerzos de rebelión se realizaron en distintos momentos, incluso dentro de la propia Guardia Nacional, como el levantamiento en la Fuerza Aérea de los pilotos Alfonso Sálomon y el Subteniente Carlos Ulloa. Este último cayó luego defendiendo la Revolución Cubana en Playa Girón. Todos estos esfuerzos terminaron siempre en el fracaso, la represión y el exilio.

6. En el seno del Partido Conservador (PC), también surgieron grupos que se rebelaron al anti-patriótico rol de “zancudos” y pactistas que dominaron al PC y fueron múltiples los actos de insubordinación. Destacan las jornadas de lucha anti-reeleccionista de 1947, en coalición con el PLI; los intentos de abril de 1954, el Movimiento de Olama y Mollejones en 1959, y el Movimiento 11 de Noviembre, que realiza los ataques a los cuarteles de Jinotepe y Diriamba, en 1960.

Siempre hubo dentro de los conservadores sectores honrados que mantuvieron la bandera anti-dictatorial. Ello explica en parte que algunos en las bases populares sobre las que creció el FSLN, particularmente en el campo, tuvieran frecuentemente una raíz de oposición conservadora.

7. Desde las primeras décadas del siglo XX, se venían gestando los primeros almácigos de la organización sindical nicaragüense y se escuchaba hablar de revolución socialista como un susurro. Esto lleva a la conformación en 1944, del partido de los comunistas nicaragüenses, que se llamó Partido Socialista Nicaragüense (PSN). Ellos plantean, aunque en términos teóricos, la posibilidad de cambios sociales y hablan de liberación de la clase trabajadora y de sustituir en el poder político a las clases dominantes, aunque el escaso desarrollo del proletariado nicaragüense no daba para más.

De la escuela del PSN, y muchas veces cuestionando acremente sus posiciones como inconsecuentes frente al régimen, surgen, entre otros, Carlos Fonseca, Francisco Buitrago, Oscar Turcios, Doris Tijerino, Gladys Báez, José Benito Escobar, Bernardino Díaz Ochoa y Henry Ruiz, quienes en distintos momentos serán pilares importantes del FSLN.

8. La acción de Rigoberto López Pérez y otros patriotas, que termina con la vida del primer Somoza el 21 de septiembre de 1956, fue una acción heroica que abrió una nueva etapa en la lucha de resistencia. La sucesión familiar por otro Somoza confirmó la voluntad dinástica del somocismo; y la represión desatada, el carácter criminal de la dictadura.

9. Durante sus primeros treinta años, la dictadura navegó sin grandes tempestades porque el pueblo de Nicaragua no contaba con una organización capaz de hacerle frente. Los afanes de cambio no tuvieron un vehículo político adecuado. Todos los intentos cívicos fueron reprimidos con la cárcel, el exilio o el asesinato, razón por la cual los sectores opositores concluyeron en que para quitar a los Somoza había que alzarse en armas.

Después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, estos movimientos se multiplican, y algunos reciben el apoyo directo de dirigentes del nuevo gobierno cubano, en particular, la guerrilla de El Chaparral, el Movimiento 15 de Septiembre y el Frente Revolucionario Sandino.

10. Los esfuerzos armados más importantes, antes de la fundación del FSLN, fueron:

a) La guerrilla del General sandinista Ramón Raudales, quien cayó combatiendo heroicamente el 18 de octubre de 1958 en Yaulí. En este movimiento participan el Coronel sandinista Heriberto Reyes, junto al ex militar de la Guardia Nacional, Julio Alonso Leclaire;

b) La guerrilla de El Chaparral, en junio de 1959, donde resulta herido Carlos Fonseca;

c) La guerrilla de Chale Haslam, junio-noviembre de 1959, que fue una de las pocas que se organizó desde el interior del país, y logró cierto respaldo campesino en la zona de Las Bayas, Pancasán y El Bijao;

d) La Columna 15 de septiembre, que dirige Julio Alonso Leclaire y respaldan Julio Molina y Julio Velázquez (por eso le decían la de los tres Julios). Se desarrolla entre octubre de 1959 y 1960, y se incorporan varios cubanos, entre ellos, Renán Montero;

e) La Columna A. C. Sandino, que dirige el periodista Manuel Díaz y Sotelo, y que penetra al país el 24 de julio de 1959. Sotelo es asesinado brutalmente el 7 de agosto en Pueblo Nuevo, y su lugarteniente, el cubano Luis Escalona, cae en combate el 8 de agosto en Estelí;

f) Heriberto Reyes, veterano sandinista, armó un breve movimiento en Boca de Yamales, en diciembre de 1959. La Guardia Nacional incursiona en Honduras y lo asesina;

g) El Frente Revolucionario Sandino (FRS) operó desde noviembre de 1959 hasta finales de 1960 en la zona de El Dorado y Las Trojes, en el antiguo territorio en litigio. Muchos de sus integrantes formaron parte del Frente de Liberación Nacional (FLN), que después se convirtió en el FSLN;

11. La lucha que libró el Frente Sandinista de Carlos Fonseca sintetiza las experiencias de los movimientos antes enumerados, y recoge el ideario y la gesta de Augusto C. Sandino. También se nutre de los ejemplos de lucha por la liberación nacional que se libraban en otros continentes, y tiene como referencia más cercana la lucha y victoria del pueblo cubano, en enero de 1959.

Los fundadores más connotados del FSLN se identificaron plenamente con la oleada de luchas anti-coloniales y anti-imperialistas de los años cincuenta y sesenta. Cultivaron el marxismo como ideología y utilizaron el método de análisis marxista para el estudio de la realidad nacional. El uso de estas herramientas les permitió diseccionar los intereses de clase presentes en las fuerzas políticas de entonces y determinar la necesidad de organizar una fuerza que representara genuinamente los intereses de los explotados y oprimidos de Nicaragua.

Estas concepciones comienzan a distinguirlos del resto de opositores al somocismo en el plano doméstico, mientras que su estrategia de lucha armada los diferencia de los partidos comunistas tradicionales del hemisferio. Los más importantes ideólogos de esa visión fueron Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Julio Buitrago, José Benito Escobar, Ricardo Morales Avilés y Germán Pomares.

12. Las vertientes político-organizativas más cercanas, que dan origen al FSLN fueron: Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), 1960; el Frente Unido Nicaragüense (FUN) y el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN), 1961. Pero la fundación del Frente no fue ni un acto protocolario ni una asamblea constitutiva un día determinado. Tampoco hubo firmas, ni reunión de líderes, sino que fue un proceso. En él participaron de manera relevante Carlos Fonseca, el Coronel Santos López, Silvio Mayorga, Jorge Navarro, Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, Germán Pomares, José Benito Escobar, Tomás Borge, Bayardo Altamirano, Noel Guerrero Santiago, Víctor Tirado López, Inocente Escobar y Heriberto Rodríguez, entre otros. La idea difundida después de julio de 1979, de que Tomás Borge era el único fundador sobreviviente, no se sostiene frente a las evidencias históricas.

13. La organización del FSLN significó una ruptura con las organizaciones políticas y los movimientos armados precedentes, en los siguientes aspectos:

Desarrolló la idea de una organización que luchara de manera continua, en un proceso prolongado de lucha, que devendría en una guerra revolucionaria contra el régimen. Es decir, rompe la lógica del golpe, de la invasión desde afuera y de la acción cortoplacista para derrocar al régimen, inflexión que se evidencia en la guerrilla de Pancasán.

Expresó la voluntad de representar a los sectores populares, en especial a los obreros y campesinos, llamados a asumir el protagonismo de su propia historia, frente a la lógica de las paralelas o partidos políticos tradicionales que, representando los intereses oligárquicos, sustituyeron siempre la participación directa del pueblo y lo usaron para sus propios intereses.

Planteó la necesidad de hacer transformaciones profundas al orden económico de la sociedad nicaragüense, superando el esquema político tradicional que se circunscribía a poner fin a la dictadura o a sustituir al dictador Somoza y a su familia. Los más avanzados plantearon abiertamente la lucha por el socialismo.

Propuso tempranamente una estrategia que combinara la acción guerrillera en la montaña y el campo, con la organización política de los distintos sectores, tanto urbanos como rurales. Desde 1963, jóvenes principalmente estudiantes, realizaron trabajos de organización en barrios y algunos sectores obreros. El desarrollo sostenido y con algún éxito de este tipo de trabajo, se realiza a partir de 1970, y especialmente durante el período de acumulación de fuerzas en silencio.

14. Contrariamente a otras fuerzas de izquierda, el FSLN contó desde el comienzo con una voluntad y estrategia de toma del poder. La insurrección popular fue concebida muy tempranamente por Carlos Fonseca, como el momento culminante del proceso. La primera acción armada del FSLN, aunque todavía como FLN, fue la guerrilla de El Patuca (Raití-Bocay), en la que participan los principales fundadores. En tanto, en las universidades se funda el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). La guerrilla de El Patuca fue un fracaso militar, pero dejó muchas lecciones políticas1. La principal fue que la guerrilla tenía que organizarse dentro del país y con respaldo campesino. Otra, fue la confirmación de la necesidad de la lucha armada. Después de esta incursión, Carlos Fonseca proclamó: nosotros vamos a triunfar con un gran movimiento anti-somocista. Mientras exista Somoza, hay posibilidades de organizar el movimiento armado y también un gran movimiento político.

15. Las políticas de contra-insurgencia y contención de las administraciones norteamericanas, después del triunfo de la Revolución Cubana, permiten una cierta apertura política que en Nicaragua ejecuta el presidente René Schick Gutiérrez, que incluyó una amnistía a los exiliados y opositores. En ese contexto, se generaron nuevas expectativas en la posibilidad de cambio por la vía electoral. La oposición conservadora se encargaba de fortalecer la falsa idea del fin de la dictadura por la vía civilista de las urnas. La dictadura respondió con más represión que culminó con la masacre del 22 de enero de 1967.

En este mismo período, una parte del PSN llega a la conclusión de la necesidad de organizar la lucha armada; el debate político ideológico sobre éste y otros temas, lleva a la división de sus filas. En 1967, se divide el PSN y surge el Partido Obrero Socialista Nicaragüense, transformado luego en el Partido Comunista de Nicaragua (1970). El PSN impulsa las Fuerzas Armadas Revolucionarias Nicaragüenses (FARN), un intento de los socialistas por organizar su brazo armado, fracasa por la ambigüedad de sus principales dirigentes y la represión somocista.

16. Carlos Fonseca insistió en la vía armada revolucionaria y se organiza la guerrilla de Pancasán. El FSLN realiza trabajo popular, sobre todo en el campo, y se conecta con las bases de los sindicatos campesinos organizados por el PSN. Pancasán, aunque fue un revés militar, selló el surgimiento de una opción distinta a la oposición burguesa.

En los años 1967-1970, el FSLN sufre además la caída de dos miembros de su Dirección, Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”; la muerte de extraordinarios cuadros como Casimiro Sotelo, Julio Buitrago y Leonel Rugama; y la prisión de muchos de sus dirigentes, entre ellos, Julián Roque, José Benito Escobar, Oscar Benavides, Daniel Ortega, Ricardo Morales, Doris Tijerino y Leopoldo Rivas. En Nicaragua, sólo Oscar Turcios, en su carácter de cuadro clandestino, logra quedar libre de las grandes redadas.

Entre 1968 y 1969, Carlos Fonseca guía la elaboración del “Programa Histórico” y los “Estatutos del FSLN”, y escribe “Mensaje del FSLN” a los estudiantes revolucionarios, “Nicaragua Hora Cero” y “Viva Sandino”. Entre finales de 1969 y 1970 se da el intento guerrillero de Zinica, Carlos cae prisionero y luego de un intento frustrado de liberación, es rescatado por un comando internacionalista jefeado por Carlos Agüero Echeverría (1971).

Al mismo tiempo, se inicia el período de acumulación de fuerzas en silencio, en el que tienen protagonismo Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés, Bayardo Arce y Pedro Aráuz Palacios, en la ciudad; Henry Ruiz, Filemón Rivera, Jacinto Hernández, René Tejada, Víctor Tirado López y José Valdivia, entre otros, en la montaña.

17. En este período de acumulación de fuerzas en silencio, se ponen en evidencia contradicciones entre la conducción en el interior del país (Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés, Pedro Aráuz, Plutarco Hernández, Carlos Agüero, Víctor Tirado y Henry Ruiz; posición que asume temporalmente Eduardo Contreras), y los miembros de la Dirección en el exterior (Carlos Fonseca, Humberto Ortega y Jaime Wheelock). Esas contradicciones no logran ser superadas por medio de la discusión política, porque nunca se pudo organizar una discusión colectiva entre todos los involucrados. A la caída de Oscar Turcios y Ricardo Morales Avilés, tales contradicciones se agudizan por diferencias en relación con la sucesión del mando.

18. El operativo Diciembre Victorioso el 27 de diciembre de 1974, termina con el período de acumulación de fuerzas en silencio. Desata un gran entusiasmo en diversos sectores de los nicaragüenses, pero a la vez una gran represión.

Las contradicciones entre los miembros de la Dirección producen nuevos acomodos y realineamientos. Eduardo Contreras, fortalecido con la jefatura del asalto a la casa de Chema Castillo, intenta erigirse como relevo de Carlos Fonseca. Carlos inicia su retorno al país y, en ese trayecto, se toman medidas drásticas como la expulsión del grupo que se alinea con Jaime Wheelock (1975). Se produce una ruptura, y éstos después se constituyen en Tendencia Proletaria. Carlos Fonseca se alinea a la Tendencia GPP (Guerra Popular Prolongada) que está liderada por Pedro Aráuz, Carlos Agüero y Tomás Borge; mientras Eduardo Contreras lidera a los hermanos Humberto y Daniel Ortega, y se apoya en cuadros con trabajo en el interior del país, como Leticia Herrera y Camilo Ortega.

19. Henry Ruiz se mantiene internado en la profundidad de la montaña y, según él mismo expresa, no tiene participación sustantiva en las discusiones políticas que se daban en esos momentos, delegando la representación de la montaña en Carlos Agüero, quien en la historia de este período tiene más presencia y beligerancia. Mientras tanto, la dictadura arremete brutalmente contra las bases y combatientes en la montaña y consigue apoyo para llevar a cabo un vasto plan contrainsurgente que incluye la “Operación Águila VI” (noviembre de 1976), en el que participan tropas de los ejércitos centroamericanos. En ese contexto, se da el ingreso de Carlos Fonseca a la montaña, en la búsqueda de una reunión que, treinta años después, se ha catalogado como “utópica”.

El internamiento de Carlos en la montaña es considerado unánimemente como un gran error, una acción innecesaria, decidida por el propio Carlos Fonseca en un momento de desunión interna y de ofensiva militar de la dictadura en la montaña. Carlos, no hay duda, se movilizaba en estas adversas condiciones, convencido de que en la montaña estaban creadas las condiciones para generar un vasto movimiento guerrillero que permitiría pasar a etapas más ofensivas de lucha en las ciudades, para lo cual era indispensable la unidad del FSLN. Sus principales planteamientos están contenidos en “Notas sobre algunos problemas actuales” y “Sobre la montaña y algunos otros temas”.

20. La división se termina de materializar cuando Eduardo Contreras y los hermanos Humberto, Daniel y Camilo Ortega Saavedra, deciden organizarse como una nueva tendencia (julio de 1976), la Insurreccional o Tercerista. Jaime Wheelock, Luis Carrión y Roberto Huembes terminan de cristalizar la conformación de la Tendencia Proletaria, cuya identidad y planteamientos son asociados entonces con una cierta lógica ortodoxa de partido clasista.

El análisis detenido de los factores es concluyente en que la división no se origina ni se explica por diferencias ideológicas o sobre la estrategia; sino que tienen su raíz en la disputa por la hegemonía, influencia y mando de la fuerza político militar existente. Estas contradicciones no pudieron ser resueltas de manera madura porque las condiciones de clandestinidad, el acoso permanente del enemigo y las dificultades materiales, obstaculizaban la comunicación y el diálogo.

21. Si bien se afirma que la GPP le daba prioridad a la montaña, en la realidad no fue eso lo que provocó la división, como algunos han sostenido. Durante muchos años todos le dieron énfasis a la montaña, y esto se reafirmó en las reuniones de dirigentes del FSLN en 1973 y 1974, en Nandaime y Las Jagüitas; y posteriormente, todos estuvieron de acuerdo en desatar la insurrección cuando las condiciones estuvieron creadas. Los argumentos sobre las diferencias, en realidad, encubrían la dificultad para resolver problemas de disputas de poder y representatividad al interior de las fuerzas.

El alineamiento de los militantes indistintamente en una tendencia del FSLN o en otra, es indicativo de que no existían grandes diferencias conceptuales, sino que primaron las razones circunstanciales. Generalmente, los militantes se fueron quedando en la tendencia donde se encontraban los cuadros que los dirigían, o se fueron alineando por identificación personal con determinados dirigentes, todo ello en una organización donde prevalecía la compartimentación y el secreto. Es decir, en condiciones totalmente adversas para el diálogo, el debate y la comunicación.

En no pocos casos, militantes que tenían contradicciones personales o problemas de disciplina en una tendencia, se cambiaban a otra para evadir reclamos o sanciones y poder continuar en la lucha. Muchos argumentos y hasta acusaciones mutuas entre tendencias, que en algunos momentos amenazaron con tomar rumbos peligrosos, eran más bien mecanismos para justificar una división fáctica y, sobre todo, para favorecer la construcción de la identidad de la propia tendencia.

22. Después del asalto a la casa de Chema Castillo, Somoza decreta Estado de Emergencia, suspende garantías constitucionales, establece tribunales militares, y juzgan en ellos a decenas de militantes del FSLN. Mientras arrecia la represión, en la propia montaña se presenta una discusión sobre la necesidad de una operatividad más ofensiva.

Según Víctor Tirado y Hugo Torres, con las fuerzas que se tenían en ese momento, se podía pasar a la ofensiva, haciendo emboscadas y atacando contingentes de la Guardia en movimiento. Para Henry Ruiz “Modesto”, la montaña todavía no estaba preparada para ello, porque cualquier acción ofensiva significaba operaciones masivas de capturas y asesinatos de parte de la Guardia, sobre todo contra la base social. Sin embargo, la Guardia operó de manera brutal y represiva contra las bases campesinas de la guerrilla, a pesar de la poca operatividad ofensiva de las unidades guerrilleras de la Brigada Pablo Úbeda. Está claro que no era lo mismo operar en el Frente Sur, teniendo como retaguardia Costa Rica; o en el Frente Norte con la retaguardia de Honduras, que en el centro del país; pero cabe preguntarse, ¿qué habría pasado si se hubieran mantenido las operaciones ofensivas como la emboscada de Kuskawás en septiembre de 1975?

Evidentemente, la operación Diciembre Victorioso no contó con una estrategia de continuidad de la ofensiva ni en la montaña ni en la ciudad, sea porque aún no estaban las condiciones creadas, sea porque los problemas de división existentes entre el exterior y el interior del país, debilitaron el potencial que se podría haber desplegado. Pero también cabe preguntarse: ¿Podían realizarse en 1975, ofensivas como las de octubre de 1977? ¿No fue el desgaste provocado por las mismas acciones del régimen, Estado de Sitio, Ley Marcial y las acciones organizadas del pueblo frente a la represión, las que favorecieron el escenario para la ofensiva urbana? Lo que queremos indicar es que las respuestas no son tan simples.

23. En medio de la represión y la división, el trabajo de organización se fue extendiendo en las ciudades. La población, víctima de la represión, se va quedando sin opciones. Los sectores populares más beligerantes o luchan o esperan pasivamente que los lleguen a asesinar. En particular los jóvenes, en los colegios, universidades y barrios se expresan masivamente en jornadas por el cese de la represión, libertad para los presos, derechos de los capturados –son importantes las jornadas a favor del cese del aislamiento de Tomás Borge y Marcio Jáenz, que ambos acompañan con valientes huelgas de hambre–.

En el PSN se dan nuevos debates sobre el tema de la lucha armada, y se dividen nuevamente entre los que la rechazan y los que la respaldan. De ahí surgieron dos partidos socialistas (1976), uno de tendencia de derecha2 y otro que formaliza su alianza con el FSLN y que integra su aparato armado, Organización Militar del Pueblo (OMP), al plan insurreccional. Muchos se integraron como militantes al Frente Sandinista.

La acción de los cristianos se hace sentir en el trabajo barrial, estudiantil y en las tomas de iglesias. También se llevan a cabo importantes jornadas reivindicativas, en particular de obreros de la construcción, trabajadores del campo (la Asociación de Trabajadores del Campo –ATC– organiza la marcha del hambre entre Diriamba y Rivas el 9 de abril de 1978), trabajadores de la salud (varias huelgas en 1978 y 1979), maestros de secundaria y profesores universitarios.

A nivel internacional, la dictadura se desprestigia con los prolongados períodos de suspensión de las garantías constitucionales. Muchos sacerdotes toman públicamente partido por el pueblo. Se producen impactantes denuncias internacionales, como la llevada por Fernando Cardenal ante el propio Congreso de los Estados Unidos, sobre la matanza de campesinos desatada por la dictadura somocista. Se incrementan las organizaciones de masas, ahora multiplicadas por los esfuerzos de las diversas tendencias del FSLN, que buscan ampliar su influencia en los sectores populares.

24. Como expresión de este empuje organizativo y movilizativo, surge el 17 de septiembre de 1977 la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Ante la Problemática Nacional (AMPRONAC), y la ATC en 19783, cuyos antecedentes eran los Comités de Trabajadores del Campo, que venían organizándose desde principios de los años setenta en las comunidades de Las Sabanitas, Las Parcelas, El Arenal, San Gregorio, Pío XII, Vista Alegre, San José del Monte Redondo, El Cacao, Tonalá y Sirama.

Posteriormente, los maestros se reorganizan en la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (ANDEN) y los Comité por la Dignificación del Magisterio (CODIGMA), febrero de 1978. Luego, éstas y otras organizaciones, en total veintitrés, se articulan entre sí en el Movimiento Pueblo Unido (MPU), el 17 de julio de 1978, que sirve de vehículo de cohesión y comunicación entre todas las organizaciones en lucha, aquéllas ligadas al FSLN o a otras fuerzas como el PSN. En tanto, el Frente Amplio Opositor (FAO) se crea el 14 de julio de ese mismo año, como articulación entre las fuerzas políticas opositoras y más tarde se estructura el Frente Patriótico Nacional (FPN), promovido por el FSLN.

25. A finales de 1976, la Tendencia GPP, liderada por Pedro Aráuz, decide pasar a la ofensiva en las ciudades; para ello organiza en Honduras una escuela de preparación de guerrilleros urbanos, la Escuela Selim Schible. En 1977, la represión en la montaña está en su máximo nivel. El 7 de abril cae Carlos Agüero “Ródrigo”, quien era la figura y ejemplo de combatividad entre las unidades guerrilleras de la Brigada Pablo Úbeda (BPU). Con los guerrilleros entrenados en la Escuela Selim Schible, se organiza una serie de operativos urbanos en los principales departamentos del país donde se tiene trabajo organizativo.

El 4 de mayo de 1977, se realizan varios operativos bajo el nombre de “Ródrigo no ha muerto”. En ellos se aniquila a dos patrullas completas de la Guardia en León y Estelí, y se hacen varias bajas en Managua, prácticamente enfrente de la casa del dictador, sin bajas mortales sandinistas, sólo la captura de Charlotte Baltodano. Estas acciones son poco conocidas debido a que no estuvieron acompañadas de un trabajo de propaganda internacional, ya que la Tendencia GPP había descuidado ese escenario de la lucha.

Si uno compara los operativos “Ródrigo no ha muerto” con los ataques insurreccionales en Masaya y San Carlos (octubre 77), se puede concluir que los primeros causaron bajas superiores al enemigo, pero su resonancia nacional e internacional fue insignificante. También es cierto que tienen mucha más repercusión las acciones ofensivas a cuarteles de la Guardia Nacional en cabeceras departamentales, que operaciones contra patrullas en movimiento.

26. Al mismo tiempo que la Brigada Pablo Úbeda es sometida a una gran presión que la lleva a mantenerse a la defensiva (1975-1978), se estructuran y desarrollan tres unidades de combate que operan desde Estelí hacia el centro norte de Nicaragua: la Bonifacio Montoya, al mando de Omar Cabezas; la General Pedro Altamirano, al mando de Julio Ramos; y la César Augusto Salinas Pinell, al mando de Cristian Pichardo. Estas unidades estaban en función del fortalecimiento de la montaña, pero posteriormente ya convertidas en columnas fueron muy importantes en el desarrollo de los ataques en las ciudades, particularmente Estelí, Condega, Yalí, La Concordia, El Sauce, El Jicaral, Achuapa, La Trinidad, Wiwilí, Quilalí y Matagalpa, en la insurrección final.

La actividad en la montaña se correspondía con la concepción de que las operaciones guerrilleras tendrían como escenario principal las zonas campesinas; pero cuando se decide operar en las ciudades, estas unidades se coordinaron con las unidades Terceristas que, desde los campamentos rurales, se movilizaron en acciones ofensivas contra los comandos de la Guardia en los poblados. Tal como expuso en sus escritos Carlos Fonseca, en las entrevistas con los jefes guerrilleros sobrevivientes de esta etapa, queda claro que la guerrilla rural nunca excluyó la insurrección de las ciudades como culminación de un proceso, en el que la insurrección sería la fase definitoria de la victoria guerrillera.

27. El ejército de Somoza, la Guardia Nacional, operó con una estructura que, al final, no estaba diseñada para enfrentar la envergadura de los movimientos de lucha, sobre todo por el incremento del respaldo popular. La Guardia era una fuerza asentada en los cuarteles departamentales, que hacía a la vez función de policía y de ejército.

El régimen dispuso durante mucho tiempo del Batallón General Somoza, como principal unidad de combate, y después del asalto a la casa de Chema Castillo el 27 diciembre de 1974 priorizó el aniquilamiento de las unidades guerrilleras en la montaña, a través de la fuerza de tarea Diriangén, al mando de Gonzalo Evertz “Vulcano”. Las fatídicas patrullas tenían sus principales fuertes en Waslala y Río Blanco, y no sólo operaban contra las unidades guerrilleras, sino también contra la base social campesina, la que reconcentraba alrededor de los cuarteles y las capillas.

Adicionalmente, el régimen inicia el fortalecimiento de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), como una poderosa unidad de combate, y en 1977 Anastasio Somoza Debayle pone al frente de la misma a su hijo Anastasio Somoza Portocarrero, “El Chigüín”, y con ello intenta modernizar la operatividad de la Guardia, entrenando a contingentes que operarían como unidades antisubversivas y dotándolos de fusiles más modernos: el Galil israelita y el M-16 de fabricación norteamericana.

28. Para la realización de tareas de inteligencia, la GN contaba con el G-2, Oficina de Seguridad Nacional (OSN), cuya función era la vigilancia de los enemigos políticos del régimen somocista. La OSN se informaba a través de una red permanente de agentes pagados y otros ad-honorem, integrada por somocistas que actuaban en todos los territorios, pasando información. En el campo, esta labor la realizaban también los jueces de mesta y capitanes de cañada, quienes, además, estaban facultados para capturar y reprimir directamente.

Con el triunfo de la Revolución Cubana y el auge guerrillero en América Latina en los años 60, se creó dentro la OSN un cuerpo especial conocido como Servicio Anticomunista (SAC), cuya labor era vigilar, perseguir, infiltrar y aniquilar a los que se consideraban movimientos comunistas que, en Nicaragua, era principalmente el FSLN. Una de las formas de infiltración se producía con la captura de colaboradores y militantes a los que, mediante la tortura, chantaje o amenazas, se les reclutaba para que pasaran información. Después del asalto a la casa de Chema Castillo, la labor se intensificó y resulta evidente que numerosos “quiebres” de dirigentes y cuadros del FSLN, sólo pudieron realizarse por el dominio de la información de sus casas de seguridad y vehículos en que se desplazaban.

La captura de Marcio Jaén y, en una misma operación, los asesinatos de Alberto Ríos y Julio César Maldonado (25 de noviembre 1976); la emboscada contra Bayardo Arce que termina en mi captura y la de Moisés González (julio de 1977); los asesinatos de Juan de Dios Muñoz y el ingeniero Raúl González (septiembre de 1977); la muerte del obrero Mauricio Cajina con la captura de Doris Tijerino (abril de 1978); y el asesinato de José Benito Escobar (julio de 1978); obedecieron a informaciones que pasó Marvin Corrales Irías –cuyo seudónimo en el SAC era “Macoi”–, quien había sido reclutado como informante después que fue capturado en 1975.

Pero muchos otros casos no fueron estudiados, como la muerte de Eduardo Contreras y Silvio Reñazco. Asimismo, resulta evidente que Pedro Aráuz Palacios, Carlos Arroyo Pineda, Róger Langrand Hernández, Juno Genoveva Rodríguez, Martha Angélica Quezada –todos asesinados el 17 de octubre de 1977–, y las capturas de Gloria Campos, Margine Gutiérrez, Auxiliadora Cruz y Nubia Salvadora Aguilar, fueron parte de una cuidadosa labor de información en la que se involucraron infiltrados. Después del triunfo de la Revolución, no se realizó una adecuada labor que permitiera aclarar completamente estos “quiebres”. ¿Por qué no se logró identificar a los infiltrados?

29. En la medida en que se incrementaba la lucha, también se incrementó la represión, y se multiplicaron los asesinatos. Utilizando sus redes de informantes, la Guardia realizó cientos de crímenes que presentaba como resultado de combates. Si la Guardia caía sobre una casa por sorpresa, y no daba tiempo a los guerrilleros a defenderse, en la mayor parte de las ocasiones, cuando no tenía testigos, los asesinaba de inmediato o se los llevaba para hacerlos aparecer luego en algunos lugares, que se hicieron famosos porque eran botaderos de cadáveres.

En la vida guerrillera era una norma que, en caso de ser capturado, había que gritar el nombre con fuerza para que los vecinos pudieran pasar la información a los medios de comunicación, y evitar el asesinato. A medida que arreciaron los combates, la Guardia no guardaba las formas mínimas, y cometió actos de barbarie y verdaderas masacres, como la captura y asesinato de los miembros del Estado Mayor Tercerista de León, en el Reparto Veracruz, donde cayeron Oscar Pérezcassar, Róger Deshón, Araceli Pérez Darias, Edgard Lang, Carlos Manuel Jarquín e Idania Fernández.

En repetidas ocasiones el FSLN cayó en la trampa de no denunciar de inmediato esos crímenes. Por tal razón, en las cronologías del Instituto de Estudio del Sandinismo (IES) aparecen muchos compañeros como muertos en combate, cuando en realidad fueron simplemente asesinados. Para la familia y la organización, decir que cayó en combate entrañaba cierta heroicidad, y esto permitió, de alguna manera, que se encubrieran crímenes del somocismo.

En la fase final de esta larga lucha, las capturas y asesinatos se hicieron verdaderamente masivos. Si uno revisa el periódico Barricada del año 1979 y 1980, está plagado de fotos de jóvenes, buscados desesperadamente por sus familias. De miles de ellos nunca se supo cómo murieron ni aparecieron sus restos.

30. Los ataques de la Tendencia Tercerista en octubre de 1977 constituyen un salto de calidad en la estrategia de lucha del FSLN, independientemente de su eficacia militar. Los mismos dejaron importantes lecciones para el desarrollo de la acción militar ofensiva. Se diseñaron como ataques a la Guardia acantonada en sus bases, mientras se proclamaba una Junta Provisional de Gobierno. El plan fracasó, pero las acciones tuvieron un impacto importante en el pueblo. La Guardia tuvo que replantearse su operatividad. A partir de esa ofensiva, la presión militar en la montaña empezó a disminuir.

31. Con las acciones de octubre de 1977 creció la confianza del pueblo en la posibilidad del triunfo, y las unidades militares Terceristas mantuvieron la ofensiva en el Frente Norte y en el Frente Sur.

Los ataques en el norte fueron realizados como una nueva modalidad de guerrilla rural. No fueron realmente acciones urbanas ni el clásico accionar de una guerrilla de montaña. Esta modalidad dio pistas importantes de lo que sería la operatividad del Frente Norte: columnas guerrilleras del campo entrando a operar sobre los poblados que propician y a la vez dinamizan las insurrecciones urbanas.

Estas operaciones ofensivas, además de foguear a los combatientes, obligaron a la Guardia a dispersar sus fuerzas en distintas direcciones. De igual manera, los ataques urgieron a las otras tendencias del FSLN a pasar al enfrentamiento militar. A partir de octubre, fue claro que se debía pasar a la ofensiva, a pesar de las críticas de “putchistas” o “aventureros” que se hacían a la tendencia Tercerista. La demanda más urgente fue de armas, pertrechos y entrenamiento para las unidades militares que fueron creciendo de manera ininterrumpida, con la confianza creciente en las posibilidades de victoria.

32. El surgimiento del Grupo de los Doce significó también una mejoría sustancial al trabajo de proyección en el exterior. La Tendencia Tercerista desarrolla una ofensiva de relaciones internacionales en búsqueda de apoyo político, de aislamiento de la dictadura y de recursos económicos para armas, municiones y comunicaciones. Las operaciones ofensivas que en el terreno se multiplicaban, eran indispensables para persuadir a gobiernos proclives, de la urgencia de romper relaciones con Somoza y de apoyar decididamente a las fuerzas insurgentes.

El Grupo de los Doce, en el plano internacional, dio un nuevo rostro al FSLN, proyectándolo como una alternativa creíble de gobierno y suavizando las desconfianzas hacia una organización calificada de comunista, marxista, atea y anti-imperialista. El Grupo de los Doce realizó un programa de recorridos por las ciudades más importantes del país. Las estructuras políticas de todas las tendencias se dispusieron en función de las movilizaciones; en éstas, la bandera sandinista salió de la clandestinidad, y por primera vez fue ondeada masivamente en concentraciones públicas en toda Nicaragua.

33. El año 1978 inició con un evento de gran impacto en la conciencia política de los nicaragüenses y en la opinión pública internacional: el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro. La respuesta popular no se hizo esperar, fue masiva y abarcadora la movilización de todos los sectores sociales, en repudio al crimen. La acción social y política conoció un dinamismo sin precedentes, que se fortaleció con el llamado a una huelga de brazos caídos y a la actividad permanente de los movimientos sociales: AMPRONAC, FETSALUD, ANDEN, Periodismo de Catacumbas, AES, MES, FER, cristianos revolucionarios; organizaciones sindicales: Comités de Obreros Revolucionarios (COR), Movimiento Sindical Pueblo Trabajador (MSPT), y los sindicatos tradicionales adscritos al PSN y el Partido Comunista (PC).

Desde el inicio de 1978 el país vivió en una ofensiva política, social y militar, que empujó la caída de Somoza por la vía de la lucha armada. La insurrección de Monimbó, los golpes espectaculares como el ajusticiamiento del oficial de alto rango de la GN, Reynaldo “Perro” Pérez Vega, el asalto al Palacio Nacional y la insurrección de los niños en Matagalpa, precedieron las acciones insurreccionales de septiembre de 1978.

34. Entre marzo y mayo de 1978, se inicia un proceso de diálogo entre las tres tendencias del FSLN y, en distintos momentos, se llegó a acuerdos que permitieron la unidad en la acción. Cada tendencia, sin embargo, siempre trató de mantener sus propias fuerzas en una puja por mejorar su correlación, sobre la base de la fortaleza de sus propias estructuras, cantidad de armas y cantidad de operativos. En la práctica, se dio una competencia que propulsó el desarrollo global de la organización.

Los planes de la insurrección de septiembre de 1978 fueron diseñados por los Terceristas, pero en su ejecución participaron todas las tendencias. Bajo una lógica de coordinación y dependiendo de la madurez de los liderazgos, se distribuyeron en el terreno y se asignaron las misiones. Esta insurrección se desplegó en Estelí, Masaya, León y Chinandega. En otros lugares, como Managua y el Frente Sur, se dieron algunos combates.

La idea insurreccional partía del ataque a las principales guarniciones de la Guardia, con el propósito de tomárselas, al mismo tiempo que la población se levantaba animada por los llamamientos y la agitación de estructuras milicianas –Milicias Populares Sandinistas (MPS), Brigadas Populares Sandinistas (BPS) y Comités de Acción Popular (CAP)– y políticas (MPU), que convocaban a la gente a levantar barricadas, y que recorren las calles pidiendo al pueblo que se una. Estas insurrecciones demostraron que la sola acción de las unidades militares no provoca levantamientos insurreccionales.

Donde no existía de previo un trabajo político-organizativo de base y un estado de agitación pre-insurreccional, las operaciones se convirtieron en simples ataques militares. Es lo que había pasado en San Carlos y Masaya en octubre de 1977, y en Granada y Managua en febrero y junio de 1978. Las insurrecciones de septiembre demostraron que todavía no estaban dadas todas las condiciones para el asalto final.

En las ciudades citadas, parte de la población se levantó dispuesta a apoyar a los grupos guerrilleros, hizo barricadas y se incorporó a las fuerzas milicianas; pero aún no contaba con los niveles organizativos y con los lineamientos claros sobre qué hacer; y tampoco existía el suficiente desarrollo de las estructuras militares, ni el armamento y pertrechos adecuados. Así, la Guardia pudo organizar sus operaciones de recuperación del control de las ciudades, a través de la concentración de fuerzas en una sola dirección, y la realización de operaciones de “limpieza”.

Esta insurrección, sin embargo, dejó grandes enseñanzas, y sobre todo permitió la incorporación de miles de jóvenes a las unidades de combate. En todas las ciudades, junto a los combatientes se replegaron cientos de jóvenes que, después de ser preparados militarmente, fortalecieron las columnas existentes y permitieron construir nuevas unidades combativas para las insurrecciones posteriores.

La respuesta del tirano, el bombardeo sobre las ciudades, el uso de tanques contra pobladores indefensos y los cientos de asesinatos cometidos contra la población civil en las operaciones “limpieza”, contribuyeron a dejar en evidencia el carácter sanguinario y genocida de la dictadura, visibilizando a la vez que todo un pueblo y no simplemente grupos minoritarios insurgentes, se estaban enfrentando a Somoza.

A partir de septiembre de 1978, la participación se fue haciendo realmente masiva, y se multiplicaron las formas de integración de los jóvenes a las actividades combativas a través de los CAP, las milicias, las brigadas y otras formas de organización.

35. De la insurrección de 1978 se pasó a la ofensiva general ininterrumpida, y se mantuvo un ambiente de creciente agitación y movilización política y militar. El énfasis de la organización política estaba orientado a la estructuración de unidades militares y su cualificación con entrenamiento, armas y municiones; y acciones de fogueo y de combate, como asaltos para conseguir fondos, limpieza de “orejas”, tomas de pueblos, ataques a comandos, emboscadas al enemigo en movimiento, etcétera. Mientras, las unidades populares, utilizando profusamente las bombas de contacto, llegaron a impedir el desplazamiento de las unidades de la Guardia, sobre todo por las noches.

Las emboscadas y operaciones comando en las propias ciudades, obligaron al ejército de Somoza a disminuir sus movimientos, o a moverse con un gran aparataje. En lugares como Estelí, después de la emboscada de Cucamonga el 22 de mayo de 1979, la Guardia no volvió a moverse sobre las carreteras y se mantuvo en sus cuarteles; mientras, con la emboscada de La Olla de Barro, el 17 abril de 1979, los abastecimientos a Cibalsa tuvieron que cambiar de ruta.

Las crecientes acciones en el sur, incluyendo ataques de artillería con cañones y morteros, obligaron a Somoza a destinar sus mejores fuerzas y medios para lo que definió como la dirección principal de la ofensiva guerrillera. Somoza argumentaba que estaba sufriendo una guerra de agresión de parte del gobierno costarricense, y por eso invocaba el respaldo de la Organización de Estados Americanos (OEA); temía que las fuerzas del sur penetraran y establecieran una zona de control, donde se ubicaría el “gobierno provisional”.

En el año 1979, se produjeron miles de acciones ofensivas que provocaron un desgaste material y moral del ejército de Somoza. También se multiplicó el trabajo en el exterior por todas las tendencias del FSLN para conseguir recursos, armas y entrenamiento. Cada tendencia mantuvo sus estructuras de solidaridad y apoyo, pero se multiplicaron las gestiones y se hicieron más eficaces a la medida que se fue concretando la unidad, firmada finalmente en marzo de 1979.

36. A lo largo de 1979, todas las tendencias robustecieron sus fuerzas para el combate final; sin embargo, fue la tendencia Tercerista la que pudo potenciar mejor sus relaciones externas para conseguir financiamientos y armas para el desarrollo de sus actividades, y la que se dotó de los mejores medios para propagandizar sus acciones. En particular, fue emblemático el caso del Frente Sur, donde los periodistas internacionales mantuvieron una cobertura permanente.

Para el desarrollo de las operaciones, el Tercerismo dispuso de bazookas antitanques (RPG-2), ametralladoras y fusiles FAL, que le permitió incrementar la calidad de las acciones ofensivas. La superioridad de armamento, no sólo en calidad, sino en cantidad, propició la integración de combatientes populares en las Escuadras Tácticas de Combate (ETC) y en las Unidades Tácticas de Combate (UTC), incluyendo a combatientes de la GPP que migraban al Tercerismo en busca de mejor armamento. Esta superioridad militar estableció a la Tendencia Tercerista como fuerza hegemónica que lideró los procesos de negociación con los Estados Unidos y con los gobiernos amigos. Esta correlación privó en la integración de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) y, posteriormente, en la distribución de cargos institucionales.

37. Si bien el Tercerismo elaboró las grandes líneas de la insurrección final, es un hecho que, en la mayoría de los frentes de lucha, el combate mismo –más que las orientaciones desde fuera– impusieron un mando unificado de las tendencias presentes en el territorio; este mando se encargó de elaborar el plan específico y de asignar las misiones a cada fuerza.

En un inapropiado afán de protagonismo, algunos compañeros han querido establecer la idea de que la insurrección fue dirigida por el Tercerismo y que las demás Tendencias no tuvieron que hacer, más que seguirlos. Este enfoque ignora la complejidad del proceso que precedió a la ofensiva final y simplifica de manera estéril una realidad multifacética, que se puso en evidencia en un escenario nacional de lucha, tan diverso y diferenciado, como la misma geografía nacional. Esta afirmación –desde luego– no niega el relevante papel desempeñado por “Palo Alto” en la coordinación de la guerra.

Como la insurrección no es un fenómeno estrictamente militar –para mencionar un factor–, recordemos que previo a la fase final de la lucha, durante varios meses, las diversas estructuras de organización política del FSLN que tenían dentro del país particularmente la GPP y los Proletarios, en conjunto con las organizaciones aliadas, se empeñaron en preparar y organizar a la población para la insurrección.

Centenares de cuadros de las organizaciones populares (estudiantes, maestros, obreros, sindicalistas, pobladores, colaboradores, etcétera), sobre todo en los barrios, fueron preparados en sesiones de trabajo clandestinas –que para entonces eran masivas–, y algunas fueron realizadas en aulas de las universidades; su objetivo era orientar y organizar a la población a estar listos al momento del llamado a la huelga general que era, a su vez, el anuncio del ataque final.

Este trabajo de preparación, que incluía un detallado inventario de tareas y misiones insurreccionales, cubrió muchas ciudades del país. Ahí donde no se preparó a la gente, no hubo insurrección, o las fuerzas terminaron teniendo reveses, pese a que hubiesen operado con fuerzas militares importantes. El caso más emblemático es el de Jinotega, aunque también se experimentó en Jinotepe, en Granada y en Rivas.

En otros lugares, las fuerzas militares derrotaron a las unidades de la Guardia y pasaron a tomar el control de la ciudad, iniciando entonces, por primera vez, la organización sandinista. Fue lo que ocurrió en municipios de Chontales y Boaco, donde el trabajo de organización política del FSLN era incipiente. Sin duda, el fenómeno de la insurrección es mucho más complejo que la punta del fusil.

38. Para la ofensiva final, todas las fuerzas nacionales se unieron en una sola línea: la huelga general o paro nacional y la insurrección. El desarrollo de las acciones en las principales ciudades ahora fue articulado y escalonado, a fin de impedir al enemigo concentrar sus fuerzas para ir recobrando las ciudades. El Frente Sur jugó un papel fundamental, al empantanar a las tropas élites de la Guardia. La generalización de los combates en varios departamentos y las emboscadas de contención sobre las vías, dificultaron el desplazamiento del ejército de la dictadura y lo obligaron a mantener posiciones.

El respaldo decidido del pueblo permitió a fuerzas militares absolutamente inferiores en volumen y calidad de fuego, ir controlando las ciudades. Sin embargo, hasta el fin de la guerra, la Guardia consiguió mantener avituallamiento y pertrechos superiores a los del FSLN. Salvo en el Frente Sur, en el resto del país el armamento fue fundamentalmente ligero. Las dificultades que se tuvieron en algunos de los principales frentes: Masaya, Estelí y Matagalpa para tomarse los cuarteles y limpiar totalmente las ciudades de la presencia de la Guardia, muestra que los combates fueron heroicos y desiguales, y que la victoria fue, ante todo, por el masivo respaldo del pueblo, y no un triunfo estrictamente militar.

39. El retiro del respaldo de los Estados Unidos a Somoza en la fase final de la guerra, y el apoyo a la lucha del pueblo de Nicaragua de parte de la comunidad internacional, permitieron empujar la renuncia de Somoza y la febril búsqueda de una salida negociada, que impidiera el derrumbe total del régimen y la victoria absoluta del sandinismo.

La negociación incluyó la preservación del ejército de Somoza, el cual se fundiría con fuerzas militares del FSLN. Afortunadamente, esta negociación fracasó con la actitud del efímero presidente Francisco Urcuyo Maliaños, de negarse a última hora, a entregar la banda presidencial al Arzobispo Miguel Obando y Bravo, quien a su vez la trasladaría a la JGRN, como se había acordado. Esto aceleró el derrumbe total del ejército, que había sido una institución bajo el mando de una familia y que, por tanto, no pudo asimilar la huida del tirano.

40. Las tropas de Somoza utilizaron las fuerzas con que contaban para tratar de sofocar la insurrección; por eso no dudaron en ametrallar a la población civil y lanzar bombas de gran potencia. Algunos personeros del depuesto régimen4 han tratado de negar las acciones genocidas, pero miles de nicaragüenses fueron testigos y víctimas de ellas. Bombas de 500 libras fueron utilizadas en Estelí, el Frente Sur, Managua y Masaya, causando importante número de muertos. A lo largo de sus cuarenta y cinco años de dominio, la dictadura somocista incumplió las más elementales normas de la Convención de Ginebra, en relación con los heridos, los prisioneros de guerra y la población civil. Aún a las puertas de la derrota, practicó crímenes brutales como el incendio de las cárceles de Chinandega y la masacre de Belén, Rivas.

La política del FSLN de “implacables en el combate y generosos en la victoria”, se cumplió en gran medida en todos los frentes de lucha; pero no se puede negar que también se practicaron algunos fusilamientos, sobre todo en el fragor del combate. Una vez conseguido el triunfo, en general, como conducta, se respetó siempre la vida de los capturados. Son excepcionales los casos como los de “El Chele” Aguilera y Franklin Montenegro “Sagitario”, sacados de prisión y ejecutados.

Por el contrario, la Revolución fue muy tímida en la búsqueda de aplicación de la justicia internacional contra las principales figuras responsables de crímenes y genocidio. La Revolución Sandinista abrió tribunales populares para juzgar a miles de soldados y cómplices del régimen; pero no se preocupó por llevar adecuadamente a juicio a los principales responsables de los crímenes, incluyendo aquellos de lesa humanidad que ocurrieron en Nicaragua5. Tal medida habría garantizado que criminales como Anastasio Somoza Portocarrero no sólo no disfruten tranquilamente de libertad, sino además que eventualmente regresen a Nicaragua, como algunos han sugerido en ocasiones.

41. Si no queremos que el tiempo se lleve consigo todos los recuerdos, es urgente desplegar un amplio trabajo de historia oral, entre los protagonistas de la lucha contra la dictadura. De los compañeros que entrevisté hace diez años, ya han muerto seis de ellos. William Ramírez, 10-03-03; Heriberto Rodríguez, 15-08-03; Armando Amador, 26-01-05; José Gregorio Olivas, 03-10-08; Julio Ramos, 08-11-08 y Luis Gaitán, 12-04-09. ¡Cuántos conocimientos de primera mano, cuánta experiencia vivida se llevaron entrañables hermanos, como los Comandantes Guerrilleros Julio Ramos y William Ramírez! Implacable, el tiempo acecha a la vuelta de la esquina a toda una generación de combatientes y dirigentes de una etapa que marcará para siempre la historia de Nicaragua.

Resulta esencial tomar conciencia de que en países con mayor tradición cultural y abundantes recursos materiales y humanos, “sólo una pequeña porción del pasado se documenta y sólo una pequeña parte de lo que se recuerda, se registra”. En nuestro caso, esta realidad alcanza dimensiones surrealistas. Con la edición de este libro, hemos querido indicar que todavía estamos a tiempo para recuperar fotografías, cintas, videos y textos, y sobre todo, los acontecimientos y experiencias invaluables que reposan en los recuerdos de hombres y mujeres que han hecho historia.

Es un deber reconstruir los hechos y fijarlos para la posteridad. En esa titánica labor, resulta más sencillo comenzar por el ámbito de la historia de la comunidad, del municipio, hasta alcanzar la dimensión nacional. Esta es una tarea posible que reclama de urgentes acciones. Y desde luego, no sólo de la historia de la lucha contra la dictadura; también habría que dar prioridad a la década de los años ochenta, a todo el período del gobierno revolucionario, con sus aciertos, errores y hazañas.

42. La victoria del 19 de julio de 1979 significó el fin del régimen somocista y la apertura de las compuertas para la construcción de un modelo distinto de sociedad. La sangre derramada por más de cincuenta mil nicaragüenses, fue ofrendada para aniquilar un régimen corrupto, opresivo y criminal, que encabezaba el tirano Anastasio Somoza Debayle.

Para concluir, a lo largo de todo este recorrido del combate sandinista contra la dictadura, se confirma que hay dos personajes que todo lo impregnan y se enseñorean sin mácula en este espacio de tiempo: Sandino y Fonseca. Carlos, descubriendo y reivindicando para la lucha y la historia del FSLN a Sandino, y éste, convirtiéndose en bandera y estandarte de Fonseca y su organización revolucionaria.

Como alguna vez escribiera Tomás Borge: “En aquellos días, las ansias libertarias bullían en las cabezas de los entonces incipientes creadores del FSLN y se planteaban la necesidad de buscar en nuestras propias raíces el exacto punto de confluencia, el vector en donde la realidad y la teoría revolucionaria se engranan para fluir y hacer andar la ruedas de la historia sobre la tierra nicaragüense; Carlos Fonseca encontró –escondido en la tupida maleza del olvido– el nombre de Sandino”.

Para los protagonistas de nuestra historia, no hay duda posible: Sandino es la herencia de sangre y la síntesis de la conciencia nacional patriótica; y Carlos, el artífice, el constructor de la vanguardia. Ambos con una vida personal y una mística de compromiso que no tienen paralelo y que, sin duda, el vacío del presente agiganta y evoca a gritos. Sandino es la bandera; Carlos, el Jefe de la Revolución Popular Sandinista que aún espera, para este nuevo tiempo, nuevos relanzamientos.

Finalmente, esta introducción quedaría inconclusa si no se dejan claramente establecidos dos asuntos esenciales: el primero –del que el lector será testigo– es que en todo momento nos empeñamos en mantener la rigurosidad histórica al presentar los hechos aquí examinados. Los testimonios y nuestro trabajo investigativo que los contextualiza, se sustrajeron de cualquier mezquina inclinación a la tergiversación, en beneficio de tal o cual posición o interés político. Hemos tratado a nuestros personajes y sus testimonios con el mayor respeto, imparcialidad y objetividad.

En esa etapa de la historia nacional, el Frente Sandinista es una organización que estremece, conmueve y apasiona, en particular a aquellos nicaragüenses, y a las compañeras y compañeros de otros países, comprometidos en la construcción de un mundo mejor. Ese puñado de luchadores, la mayor parte muy jóvenes, provoca intensas simpatías por su inteligencia, su ejemplo de generosidad, tenacidad y coraje, encabezando la lucha de todo un pueblo. En ese tramo de nuestra historia, así fue el Frente Sandinista de Carlos Fonseca.

Lo segundo que deseo enfatizar es que el FSLN de hoy, no es esa organización de ayer. No existe ninguna posibilidad honrada de asimilar aquel sandinismo, con la organización que hoy gobierna nuestro país. El proceso de involución que condujera al FSLN por los tortuosos caminos del danielismo, o la transición del sandinismo al danielismo –fenómeno que se encuentra en una fase de desarrollo y expansión–, sólo puede explicarse poniendo en evidencia los intereses de poder, económicos y políticos, que subyacen en las actuaciones del caudillo y su cúpula política, convertidos en parte de la oligarquía de la sociedad nicaragüense de hoy.

Estos años de estudio sobre la lucha sandinista me condujeron a la absoluta certeza histórica de que el danielismo, como fenómeno político, constituye una ruptura y distorsión de la heroica historia del sandinismo.

Este proceso que se despliega al interior de una fuerza popular, y que la somete para fortalecer intereses particulares, es sin duda un tema de enorme actualidad, y no solamente en la agenda de los nicaragüenses que se reclaman parte del sandinismo, sino también de las fuerzas progresistas y de izquierda en nuestro continente.

Presentar los testimonios de aquella historia tiene también –de nuevo– un propósito subversivo, porque la Historia contiene enseñanzas y pistas para las nuevas batallas por la transformación de Nicaragua. En primer lugar, en la lucha contra el sistema económico-social del capital y sus representantes políticos tradicionales –tal como lo planteara Carlos Fonseca–; sistema hoy encubierto por la retórica y las políticas sociales del gobierno, pero que se mantiene intacto y se refuerza. Así mismo, nos da armas para la apremiante lucha en contra del autoritarismo, el desprecio por la institucionalidad democrática, el uso y abuso de los íconos, los símbolos y los referentes de aquella hermosa proeza.

Mientras tanto, perdurará para siempre en la memoria, el desinteresado sacrificio y el vigente ejemplo de los patriotas nicaragüenses que murieron disparando auroras para liberarnos de la opresión y darnos una Nicaragua de libertad, dignidad, paz y justicia social.


GLOSARIO

Movimiento de Olama y Mollejones, 1959.

Movimiento armado de oposición a Somoza organizado por jóvenes. Fue dirigido por Napoleón Ubilla Baca, Enrique Lacayo Farfán, Luis Cardenal, Reynaldo Antonio Téffel, Freddy Hernández y Pedro Joaquín Chamorro -como su cabeza más visible-.


Movimiento 11 de Noviembre, 1960.

Movimiento organizado en 1960 por los conservadores Indalecio Pastora y Leonel Cabezas. La conspiración pretendía acabar con la dictadura mediante ataques a los cuarteles de la Guardia en varios lugares de Nicaragua. Se realizaron ataques a los cuarteles de Jinotepe y Diriamba. La Guardia Nacional controló la situación y capturó a gran parte de los combatientes.


Guerrilla de Raití y Bocay, 1963.

La Guerrilla de Raití y Bocay fue organizada en 1963 por los dirigentes del entonces Frente de Liberación Nacional (FLN), que luego se llamó Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Sus principales responsables fueron Noel Guerrero Santiago, y el veterano sandinista Coronel Santos López. El grupo de aproximadamente 56 guerrilleros, se organizó en la cuenca del Rio Patuca y El Coco, en Honduras, y penetró a Nicaragua en julio de 1963 por el Río Coco. El grupo fue reprimido por la Guardia Nacional.

Detalles de la Guerrilla de Raití y Bocay están en las entrevistas a Tomás Borge, Heriberto Rodríguez y Bayardo Altamirano. Sobre la muerte de Santos López, ver la entrevista a Rosi López, todas en el primer tomo de esta trilogía.


Masacre del 22 de enero de 1967.

El 22 de enero de 1967 la Guardia Nacional reprime una marcha convocada por la Unión Nacional Opositora liderada por Fernando Agüero Rocha. Centenares de personas pierden la vida y los líderes anti somocistas fueron encarcelados, entre ellos, Pedro Joaquín Chamorro, Herty Lewites, Edén Pastora Gómez, Carlos Guadamuz Portillo, los hermanos Sergio y Danilo Aguirre Solís, entre otros líderes de la UNO.


Movimiento guerrillero de Pancasán y Zinica, 1967-1970.

La guerrilla de Pancasán fue el primer gran intento de instalación y desarrollo de un destacamento de lucha en las montañas del norte de Nicaragua. El principal artífice del trabajo de organización previa fue Rigoberto Cruz, conocido como “Pablo Úbeda”, quien se internó en la montaña después del fracaso guerrillero de Raití y Bocay. El destacamento llegó a contar con unos 35 guerrilleros entre los que se encontraban Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Germán Pomares, Oscar Turcios, Tomás Borge y la primera mujer guerrillera de esta etapa, Gladys Báez. En agosto del 67 fueron detectados y uno de los grupos operativos fue aniquilado, cayendo los miembros de la Dirección Nacional y fundadores Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”; también cayeron Francisco “El Chelito Moreno”, Otto Casco, Carlos Reyna y Nicolás Sánchez; el doctor Oscar Danilo Rosales es capturado y asesinado; y los principales combatientes se replegaron a las ciudades.

Zinica fue otro ensayo en el esfuerzo de desarrollar la acción guerrillera en la montaña. Después de la jornada de Pancasán, algunos campesinos liderados por Catalino Flores y Denis Ortega “Chico Chiquito”, en control de las armas que quedaron de esa guerrilla, siguieron operando en la montaña, realizando -sobre todo- ajusticiamientos de jueces de mesta y asaltos a comisariatos. José Benito Escobar y Víctor Tirado, se trasladan a esa región para tratar de darle contenido político al esfuerzo. Participan también Denis Campbell, Enrique Lorente y Jorge Hernández, conocido como “Viet-cong”, y los líderes campesinos: Jacinto Hernández, Denis Ortega, Catalino Flores y Víctor Guillén “Eulalio”.

La Guardia penetra al campamento de Zinica a principios de 1970, los guerrilleros logran evadir el cerco y se trasladan a El Bijao. La Guardia arrecia la represión y son asesinados decenas de campesinos. Se produce la captura de “las campesinas del Cuá”. Víctor Tirado tiene que salir hacia Estelí y luego hacia Honduras donde es capturado y deportado a Guatemala. Más detalles de esta guerrilla se encuentran en las entrevistas a Víctor Tirado López y Víctor Guillén “Eulalio”.


Acumulación de fuerzas en silencio.

En el desarrollo de la lucha sandinista se llamó “acumulación de fuerzas en silencio”, al período comprendido entre finales de 1970 hasta diciembre de 1974. Luego de distintas oleadas represivas, tanto en la ciudad como en el campo, el FSLN había sido seriamente golpeado. Oscar Turcios se queda prácticamente solo al frente de la conducción del FSLN en el interior del país, apoyándose en Bayardo Arce, entonces profesor universitario y periodista de La Prensa, y en otros cuadros estudiantiles como Omar Cabezas, Edgard Munguía y Marlen Chow. En esas circunstancias, deciden pasar a una fase de trabajo centrada en la labor político-organizativa: desarrollo de organizaciones intermedias; vínculos con sectores potencialmente revolucionarios, como los movimientos cristianos, inspirados en la Teología de la Liberación; y el fortalecimiento de bases de apoyo. Se suspenden las operaciones militares y los golpes de mano, y aquellos que se realizan en procura de recursos materiales, no son reivindicados como operaciones del FSLN. Al salir de la cárcel, Ricardo Morales Avilés refuerza la conducción mientras otros cuadros regresan progresivamente a Nicaragua. El período de silencio concluye el 27 de diciembre de 1974, cuando se realiza el asalto a la casa de Chema Castillo que luego se conoció como la Operación Diciembre Victorioso.


Diciembre Victorioso.

Se bautizó así, al operativo de secuestro masivo de los funcionarios de Somoza y miembros del cuerpo diplomático, que se encontraban en una recepción en la casa de Chema Castillo. La operación fue ejecutada por el Comando Juan José Quezada, integrado por diez hombres y tres mujeres, en la noche del 27 de diciembre de 1974. El objetivo central era obtener la liberación de una docena de presos políticos sandinistas. El operativo fue un éxito al conseguir, antes de las 72 horas, la liberación de todos los presos, la divulgación de dos comunicados del FSLN, la entrega de un millón de dólares en efectivo, y el traslado del Comando y los presos liberados, hacia La Habana, Cuba. Detalles de esta operación están contenidos en las entrevistas a dos miembros del Comando, Hugo Torres y Leticia Herrera, las que aparecen en el primer tomo de esta trilogía Memorias de la lucha sandinista.


Operación Águila VI.

“Águila VI” fue una operación contrainsurgente llevada adelante por el Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), en las montañas de Nicaragua, a finales de 1976. El CONDECA fue creado en 1964 junto con el Mercado Común Centroamericano (MERCOMUN), como parte de la estrategia de los Estados Unidos para impedir el desarrollo de movimientos de liberación en Centroamérica, después de la Revolución Cubana. Uno de sus principales propósitos en Nicaragua fue el de apoyar a Somoza a aniquilar los grupos guerrilleros que operaban en las zonas montañosas de Jinotega, Matagalpa y Zelaya Central. En dicha operación participaron miles de soldados enviados por los gobiernos dictatoriales de Guatemala y El Salvador, y contó con la participación de equipos y observadores del llamado “Comando Sur” de la Zona del Canal de Panamá -donde se instruía y asesoraba a las dictaduras latinoamericanas-. Los efectos de esta operación se pueden palpar en los relatos de la represión en la montaña, en las entrevistas contenidas en el primer tomo de esta trilogía.


Brigada Pablo Úbeda.

En la guerrilla de Zinica, la unidad guerrillera fue bautizada como Columna Pablo Úbeda, en honor a Rigoberto Cruz quien fue conocido con ese nombre durante todo el proceso de preparación guerrillera después de la guerrilla de Raití, hasta Pancasán. Con la nueva oleada de organización en la montaña, en 1971 la unidad guerrillera retoma ese nombre. El grupo inicial, en esta fase, estaba compuesto por unos 15 luchadores quienes se empeñan en construir la Brigada Pablo Úbeda (BPU) como columna central (“buque madre” -dice Víctor Tirado) de la organización guerrillera en la montaña. Desde finales de 1971, Henry Ruiz Hernández, “Modesto”, estuvo al frente del trabajo de la montaña y de la BPU. El jefe militar fue Carlos Agüero Echeverría “Ródrigo”. Estuvieron en la montaña en algún momento del desarrollo de la Brigada Pablo Úbeda: René Tejada Peralta (caído en enero 1975), Jacinto Hernández (suplente de la Dirección Nacional, caído en 1975), Filemón Rivera (1975), José Valdivia, Víctor Tirado López, David Blanco, Juan José Quezada (1973), Francisco Rivera “Rubén”, Edgard Munguía (1976), Jonathan González (1973), René Vivas Lugo, William Ramírez, Juan de Dios Muñoz (1977), Hugo Torres, Ana Julia Guido, Omar Cabezas, Emir Cabezas (1977), Crescencio Rosales (1978), Iván Gutiérrez Cabezas, Rosa Argentina Ortiz, Roberto Calderón, Raquel Balladares, Nelson Suárez “Evelio” el legendario baqueano campesino (1977), Alfredo Jaén (1979), Serafín García, Inés Hernández, Victoria López “Nora”, Salvador Muñoz, Leonardo Real Espinal (1976), Jorge Matus Téllez (1976), Carlos Fonseca (8 de noviembre de 1976), Rufo Marín (1976), Claudia Chamorro (1977), Aurelio Carrasco (1977), Aquiles Reyes Luna (1977), Julio Avendaño (1977), Irving Urcuyo (1977), Edgard Lang (1979), Orlando Castellón “Casimiro” (1977), Gabriel Chavarría Franco “Manuel”, Edwin Cordero, Sabino Aguilar, Salvador Muñoz, Manuel Calderón, entre otros combatientes.

En esta labor se involucraron familias enteras de campesinos sandinistas como la familia Ochoa, la familia Urbina, los Hernández, los Granados, la familia de don Máximo Martínez. También estuvieron en las unidades de la montaña de la periferia donde operaba, Víctor Tirado López, Estanislao García, Francisco Ramírez, Carlitos Suárez, Alvarito Hernández, Juan Ramos “El Indio Emilio” y Facundo Picado entre otros.

La Cordillera Isabelia era el área de operaciones de la BPU, al principio cerca de lugares más poblados, pero la represión de la Guardia fue obligándolos a adentrarse al centro del país, operando en Iyas, Kiawas, El Chile, y finalmente en el sector de Las Minas, Atlántico Norte. Más detalles de la Brigada Pablo Úbeda y la montaña, aparecen en las entrevistas a Hugo Torres, William Ramírez, David Blanco, René Vivas, Henry Ruiz “Modesto” y Víctor Manuel Urbina.


Asociación de Trabajadores del Campo.

La Asociación de Trabajadores del Campo tuvo como antecedentes el trabajo de las Comunidades Eclesiales de Base, que al influjo de la Teología de Liberación realizaron labor de concientización y organización campesina y de obreros del campo en distintas comunidades rurales de Nicaragua. El Centro de Educación Promocional Agrario (CEPA) fue una de las entidades que promovieron este proceso que luego se vinculó al trabajo organizativo del FSLN, en particular por la Tendencia Proletaria. Pikín Guerrero, capturado, torturado y asesinado el 6 de junio de 1979 fue uno de los militantes que favoreció el vínculo de la organización de obreros y pequeños campesinos con el FSLN, en las comunidades de Masaya y Carazo.


Las Sabanitas, El Arenal, Las Parcelas, San Gregorio, El Cacao, Pio XII, Vista Alegre, San José del Monte Redondo, Tonalá, Puerto Morazán y Sirama.

Las Sabanitas, El Arenal, son comunidades del Municipio de Masatepe, Masaya; Las Parcelas y San Gregorio son comarcas de Diriamba, Carazo; El Cacao es una comunidad de Santa Teresa, Carazo; Pío XII, Vista Alegre, son comarcas del Municipio de Nandasmo, Masaya; San José del Monte Redondo es una comunidad del Municipio de La Conquista, Carazo. También en Chinandega se realizó trabajo de organización de los obreros agrícolas, en particular en Tonalá, cabecera municipal de Puerto Morazán, y Sirama, comarca de Chichigalpa. En estos lugares se impulsaron procesos de tomas de tierra antes de 1979.


Ofensiva de Octubre de 1977.

La Tendencia Tercerista planificó una ofensiva general para el 13 de octubre de 1977, lo que se consideraba sería el fin del régimen somocista. Los ataques fueron diseñados para realizarse simultáneamente sobre los cuarteles de Ocotal, Masaya, San Carlos, Rivas y Chinandega. Aunque la ofensiva no se desarrolló como se planeó, y se produjeron reveses militares en San Carlos y en Masaya, la ofensiva permitió demostrar la voluntad de empuje militar en las ciudades y constituyó un parte aguas en la situación del FSLN que fue visibilizado, a partir de entonces, en posición ofensiva.


Grupo de los Doce.

Dentro de los planes de la ofensiva de octubre de 1977, se incluyó la creación de una Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) la que sería presentada públicamente una vez que se iniciaran las acciones militares ofensivas. El plan contemplaba la liberación de un territorio al sur del país, en el sector de Cárdenas, Rivas, en donde se instalaría la JRG, integrada por personalidades provenientes del mundo empresarial, intelectual y religioso. Fueron ellos: 1) Felipe Mántica; 2) Emilio Baltodano; 3) Ricardo Coronel Kautz; 4) Doctor Joaquín Cuadra Chamorro; 5) Sergio Ramírez Mercado; 6) Ernesto Castillo Martínez; 7) Carlos Tünnermann Bernheim; 8) Arturo Cruz Porras; 9) Casimiro Sotelo; 10) Carlos Gutiérrez; 11) Padre Fernando Cardenal; y 12) Padre Miguel D’ Escoto Brockmann.

Una vez que fracasa el plan original, el grupo decide emitir una proclama que se firma públicamente el 14 de octubre de 1977, y de ahí son conocidos como “Grupo de los Doce”. En los meses siguientes tuvieron un papel político relevante como cara pública de la lucha insurreccional y como gestores de la solidaridad internacional. También hicieron presencia en el país, fortaleciendo el trabajo legal de protesta y propaganda de entidades como el Movimiento Pueblo Unido.


Asalto al Palacio Nacional, 1978.

El Asalto al Palacio fue la Operación “Muerte al Somocismo, Carlos Fonseca Amador”, del 22 de agosto de 1978. El Comando Rigoberto López Pérez, integrado por 25 compañeros dirigidos por Edén Pastora, Dora María Téllez y Hugo Torres, se tomaron las instalaciones del Palacio Nacional donde sesionaba el Congreso de la República y funcionaban otras dependencias gubernamentales. Es conocida popularmente como “Operación Chanchera”, y en ella se hicieron rehenes a un buen número de diputados y funcionarios para exigir al dictador Somoza, la liberación de más de cincuenta presos políticos, la publicación de una proclama, la entrega de dinero en efectivo y el traslado del Comando hacia Panamá. La operación fue totalmente exitosa, 48 horas después se consiguieron todas las demandas, y a la par de ello, se obtuvo una inmensa propaganda internacional a favor de la causa sandinista.


Insurrección de los niños, Matagalpa, 1978.

Detalles de la insurrección de agosto de 1978 en Matagalpa, están incluidos en entrevistas presentadas en el tomo II de esta trilogía.


Ofensiva General Ininterrumpida.

La ofensiva general ininterrumpida inicia a partir de los acuerdos de unidad, proceso que alcanzó su formalización a inicios de 1979. Se concentró en desarrollar una ofensiva general con ataques constantes sobre las guarniciones somocistas en pueblos y ciudades, emboscadas a unidades de la Guardia en movimiento, y golpes de mano: asaltos, recuperaciones de armas, eliminación de informantes somocistas. En esta ofensiva ininterrumpida participan los destacamentos militares de todas las tendencias del FSLN. Entre el mes de febrero y mayo se producen ataques a La Concordia, El Jícaro y a las guarniciones de El Sauce, Río Grande, Achuapa, Condega, Estelí, Limay, Yalí, San Dionisio, San Ramón, y Ticuantepe; Catarina, Niquinohomo, Posoltega. También fueron relevantes las emboscadas: La Olla de Barro, La Barranca y San Pedro, en Sutiava, Avenida Debayle en León, y de Cucamonga en Estelí. A mediados del mes de mayo, como preámbulo de la ofensiva final, se da el ataque a Jinotega por la Unidad Oscar Turcios al mando de Germán Pomares, las tomas de Bonanza y Rosita, por la Brigada Pablo Úbeda y el ataque a El Rama por fuerzas del Frente Nor-oriental Carlos Roberto Huembes. Dentro del plan, fue un gran revés la masacre de Nueva Guinea, en donde cayeron casi todos los integrantes de la recién creada Columna Jacinto Hernández, incluyendo sus mandos: Óscar Benavides, Iván Montenegro y Adolfo García Barberena.


Palo Alto.

Para la insurrección final se estableció un sistema de comunicaciones inalámbrico que permitía tener contacto con todos los frentes de guerra. El responsable técnico encargado de montarlo fue Enrique Argüello, conocido como “El Topo”. “Palo Alto” fue el nombre del Puesto de Mando Central de la Tendencia Tercerista, ubicado en San José de Costa Rica, en el que permanecieron Humberto Ortega, Daniel Ortega y Víctor Tirado. Otros puestos de mando eran: “Oficina”, que era el Estado Mayor del Frente Interno;Taller”, el Estado Mayor del Frente Occidental; “Chaparral”, el puesto de mando del Frente Nor-occidental, Chontales.


Ofensiva Final.

La ofensiva final perseguía desatar la insurrección final a través de la activación de todas las estructuras organizadas, milicianas y políticas para realizar el levantamiento general de la población y pasar al control general de los centros urbanos.

El Frente Sur inicia la ofensiva final el 28 de mayo con ataques por el sector de El Naranjo y El Ostional. Seguían, de acuerdo al plan, los ataques ofensivos y las acciones militares en ciudades del interior, orientadas a desatar la insurrección de manera escalonada y generalizada en los principales centros urbanos. En el plan le correspondía a Chinandega iniciar los ataques el 2 de junio. Acto seguido todos los sectores se lanzarían a la huelga general, el lunes 4 de junio de 1979. La ofensiva final y la insurrección de todo el pueblo llevaron a la total victoria el 19 de julio de ese año.


Masacre de Belén, Rivas.

Ver detalles de esta masacre en entrevista a José Antonio Molina en el tomo III de esta obra.






NOTAS

1 El Coronel Santos López previó el fracaso de ese intento guerrillero, y estaba en desacuerdo con el escenario escogido, pero no pudo hacer nada para cambiar las decisiones.

2 De este PSN –que permaneció al lado de la derecha después de 1979– sólo Domingo Sánchez “Chagüitillo”, junto a otros cuadros, conservó posiciones revolucionarias y más tarde logró rescatar los restos de ese Partido. Actualmente, pese a tener más de 90 años, se mantiene en pie de lucha por los ideales socialistas y principios ideológicos marxistas.

3 El 25 de marzo de 1978, culmina en Diriamba, Carazo, este proceso de organización, cuando los Comités de Trabajadores del Campo se transforman en una gran asociación. Entre sus acciones de lucha de este período, se destaca la creación de un órgano de prensa escrita denominado El Machete.

4 Justiniano Pérez fue el Segundo al mando de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI). En varias de sus obras asevera que nunca lanzaron bombas de 500 libras y que tampoco ametrallaron a la población civil.

5 La definición de crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad, recogida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualesquiera actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque. (Fuente: www.wikipedia.org).

Últimos comentarios del relato
  • Ines :

    Comandante Monica Baltodano su escrito es muy bueno, me ha gustado. Me gustaría saber, qué sabe Usted o si ha recopilado información sobre Indalecio Pulido? El fue uno de los guerrilleros que batalló hasta el final, no he visto su nombre, ni su aporte en el tiempo de combate. Sin duda hay muchos que faltan por nombrar pero de él, subirá información?. Saludos fraternos.

    21 Jul, 15
  • Admin :

    Estimados: Si no aparece su nombre es porque no me lo mencionaron o no tuve información sobre el. Pero tengo la convicción que los aportes que recibamos enriquecerán la obra. Mandanos mas información, sus datos, donde combatió. si tienes alguna foto genial. Muchas gracias

    21 Jun, 16
  • GCHA Ezequiel :

    que bueno , recordar las luchas del pueblo, cada detalle cada trinchera es una fortaleza creada por el pueblo para la victoria final. la importancia de los amigos del sur, y del orbe no se pueden olvidar esta también fue nuestra revolución y no pocos cayeron en el combate, gloria eterna a los combatientes

    16 Jun, 15
  • Jose Maria Gadea Castro :

    Me parece que la Obra de la Comandante Guerrillera Monica Baltodano es muy buena, creo que cada escritor tiene su inclinación ideológica, difícilmente vamos a encontrar a alguien que no le ponga a su texto su toque personal; pero es un arduo trabajo y creo que la ha realizado una persona con bastante crédito moral como combatiente histórico y como constructora del proceso Revolucionario en los años 80, debemos de pensar que aquí hay mucho material de estudio para las bases de la JS 19 de Julio, sobre la ejemplaridad que debe tener el Militante Sandinista.

    08 Mar, 14
  • Juan Abea Guerrero :

    Encuentro dos omisiones importantes en la reseña introductoria: Radio Sandino y el Grupo Gradas. Ambas desempeñaron una relevante labor de agitación y propaganda en dos momentos diferentes. Otra: ¿No entrevistaste a Edén Pastora?. Hay una fuente que no se debe despreciar, la obra de Plutarco Hernández: El Frente por Dentro.

    06 Mar, 14
  • Mónica Baltodano :

    Adolfo: Gracias por tu comentario. En la introducción y en toda la obra se mencionan a los iniciadores y forjadores del FSLN, en particular de la figura incuestionable de Carlos Fonseca. Al comandante Borge se le entrevistó para esta obra, y es mencionado innumerables veces por los entrevistados. Usá el buscador que aparece en pagina incial para que constates lo que afirmo. Espero que sigas leyendo los relatos!

    27 Feb, 14
  • Adolfo Delgado :

    Para ser honesto y sincero, esta introducción me parece que esta un poco sesgada. Siento en su lectura que hay un afan de minimizar la figura del Comandante Tomas Borge y hasta me parece que lo quieren sacar de la historia como uno de los fundadores. No señalan su captura, su huelga de hambre junto a Marcio Jaen, ni le dan importancia a su liberación. Los datos historicos aquí aparecidos son muy abundantes y buenos, ilustrativos, que sirve de mucho, al igual de otros documentos ya publicados ante de éste, para los jóvenes de la decada de los 90 y 2000. Creo que el comentario sobre el esfuerzo del "Danielismo", por perpetuerse en el poder, debio ser abordado en otro apartado con mayo documentación y con mucha objetividad. Porque los que pusieron a Daniel en el poder fueron la vieja militancia, incluyendo a Doña Monica Baltodano, a la cual admiro y respeto, y no supieron, desde la famosa Asamblea Sandinista maximo organo de dirección del FSLN, oponerse a lo que ustedes llaman Caudillismo. Voy a leer los tomos publicados en línea, y gracias por ponerlo a disposición del publico, y les hare llegar mi comentarios al respecto. Siempre Fraterno

    23 Feb, 14

Comentarios

Queremos saber tu opinión sobre este Relato

(Arrastre una fotografía de su computadora y sueltela en el cuadro)