Memorias de la lucha Sandinista

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Solfeo de la resistencia en Pancasán

Pancho Cedeño, Marlene Álvarez y Martín Fonseca


Francisco Cedeño, Pancho, nace en Managua el 11 de febrero de 1959. Cursa sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Calasanz; de Managua; luego estudia Sociología en la Universidad Centroamericana. Se integra al Frente Estudiantil Revolucionario en 1975 y, junto a otros músicos, crea el Grupo Pancasán para el cual Pancho aporta sus más importantes composiciones. También se involucra en tareas de organización y trabajo clandestino. Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en el año 1979, continúa su participación en el Grupo Pancasán y trabaja para el Ministerio de Cultura. Desde el año 1990 está dedicado a sus actividades particulares, pero siempre desarrolla actividades artísticas. Actualmente es Director de Estudio de la Radio Estéreo Hit, y siempre está haciendo arreglos musicales.

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Marlene Geraldine Álvarez Morazán nace en Managua el 12 de febrero de 1956. Estudia en el Colegio Francés, de Managua. Inicia estudios de Psicología y se integra al Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1974, y además de ser miembro del Grupo Pancasán, participa en tareas organizativas y en la insurrección popular de 1979. Durante la década de los ochenta trabaja en el Comité Regional del FSLN en Managua, es Jefa de Propaganda, Jefa de Organización y miembro del Comité de Zonales y Distritales. Posteriormente obtiene una licenciatura en Sociología y cursa estudios de Psicología. A la fecha de esta entrevista, trabaja en la Red de Desarrollo Local como municipalista. Concluyó una Maestría en Planeación en Desarrollo.

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Martín Alfonso Fonseca Delgado nace en Managua el 28 de diciembre de 1956. Hace su secundaria en el Instituto Nacional de Occidente, en León. Posteriormente cursa la carrera de Ingeniería Civil en la UNAN. Es reclutado por el FER en 1975, luego del triunfo de la Revolución continúa su labor en el Grupo Pancasán y forma parte del Ministerio de Cultura.



La música testimonial y de protesta fue uno de los rasgos distintivos de las luchas de los años setenta. Y en la lucha de Nicaragua, brilló de manera especial. Es uno de los aportes que dio Nicaragua al mundo: La riqueza de la música popular y testimonial. Los Mejía Godoy, el Grupo Pancasán animaron los combates de entonces. Es que la música es un elemento que acompaña a los pueblos en sus luchas, los impulsa a comprometerse, a unirse frente a la adversidad. El canto y la música acompañaron las grandes y pequeñas luchas. Fueron entusiasmo y optimismo para los combatientes. Un arma eficaz en el combate contra la dictadura.

Pancasán fue un grupo de canto testimonial de jóvenes, casi niños, que con una gran calidad artística nos acompañaron en las trincheras, en las casas de seguridad, en la cárcel, en la soledad. Acompañaron a aquellos compañeros que se extraviaron en la montaña y que quedaron sólo con un radio pequeñito y sus mochilas. Nos empujaron a resistir, a no claudicar, a no decaer, a no desmayar, mientras cantaban las penas del pueblo y sus esperanzas y luchas por la libertad.

Marlene Álvarez, Francisco Cedeño y Martín Fonseca, al juntarse para testificar sobre cómo nacieron sus hermosas canciones, le plantean a la juventud que es hora de asumir sus propios retos y su propio protagonismo en esta nueva etapa. Aquí las reflexiones de estos trovadores de música testimonial, y los desafíos que lanzan a las nuevas generaciones.

Mónica: Está con nosotros Pancho Cedeño, el principal promotor del Grupo Pancasán, a quien conocí cuando era un niño. Después que me bachilleré, el sacerdote Alfonso “Poncho” Alvarado me planteó el desafió de asumir la coordinación centroamericana de la Juventud Estudiantil Cristiana. Esa tarea la había realizado el año anterior Ana Margarita Peña, de El Salvador. Acepté el reto que implicaba retrasar mis estudios un año.

Me fui a Guatemala donde comencé un periplo por todos los países centroamericanos, para tomar contacto con los movimientos de lucha. Llegué a El Salvador en marzo del año 1972, cuando se produjo un intento de golpe de Estado para tratar de instalar en el poder al ingeniero Napoleón Duarte, víctima de un fraude electoral. El papá de Ana Margarita –donde yo estaba alojada–, estaba involucrado en ese golpe y fue hecho prisionero.

Ya Ana Margarita, su hermano Felipe y Virginia, tenían contactos con organizaciones guerrilleras de El Salvador. Entonces me movieron de casa y me anduvieron en un ambiente de lucha clandestina. Por cierto, de los cuatro hermanos, la única que sobrevivió en la dura guerra que se libró en El Salvador por la democracia y la justicia social, fue la menor, Lorena Peña, quien es una de mis mejores amigas, mi hermana hasta el día de hoy. Llego a esa casa cada vez que voy a El Salvador. Es una de las familias más dignas y heroicas que he conocido. Continué mi periplo por todo el istmo centroamericano, recorrido que hacía en autobús. Cuando pasé por Managua, rumbo a San José, Poncho me llevó a la casa de los Cedeño. Ahí te conocí. ¿Cuántos años tenías en 1972?

Pancho: Doce años.

Mónica: Y yo tenía diecisiete. Recuerdo que llegué a tu casa porque tu familia estaba comprometida con la lucha de los pobres, con los movimientos cristianos, una familia muy amada por el padre Alfonso Alvarado, de Nandaime.

Llegué a las once de noche y en la madrugada me desperté porque nacieron unos perritos y ustedes estaban muy contentos; me despertó la bulla de los niños y cuando me acerqué, me quedaron viendo con cara de susto porque era una muchacha extraña en su casa. Noté que había un piano, no era usual en una casa de la Colonia Salvadorita, hoy Cristian Pérez Leiva. ¿Lo tocabas vos?

Pancho: Empecé a estudiar música y el piano desde los nueve años, pero en mi familia no tengo antecedentes como músico. Mis abuelos cantaban en reuniones familiares, pero no se dedicaban a la música, aunque a nosotros siempre nos atrajo, y mi madre, Carmen Maglione, nos metió a mis hermanos y a mí a la Escuela de Música, y desde entonces ando bregando en el arte.

Mónica: También está con nosotros Martín Fonseca. En un disco de acetato muy viejito que tenemos en Radio La Primerísima dice, Grupo Pancasán: Marlene Álvarez, voz y guitarra; Francisco Cedeño, voz, guitarra, quena y percusión; Martín Fonseca, voz, percusión y guitarra; y Agustín Sequeira, voz, flauta, quena y percusión. Veamos datos personales, antes de entrar a hablar del Grupo. Agustín Sequeira no pudo venir, está en Chontales en asuntos de ganadería. ¿De dónde sos vos, Martín?

Martín: Agustín está en Acoyapa, Chontales, en cuestiones de ganado y de siembra para exportación. Le mandamos saludos al “Teticle”, que era su nombre de guerra en la Universidad.

Nací en Managua y el terremoto mandó a mi familia a León. Mi mamá se llama Donatila Delgado y mi papá tiene tres años de fallecido. Después de bachillerarme regresé a Managua, y en 1975 ingresé a la carrera de Ingeniería. Fue ahí donde empezamos a manifestarnos contra un sistema que realmente estaba destruyendo todos los valores, la economía del país y, sobre todo, las ansias de libertad del pueblo.

Mónica: ¿Y cómo fue que te metiste al tema de la guitarra, de la quena, la percusión y la batería?

Martín: También toco las tumbadoras y el bongó. La rítmica ya se trae, pero prácticamente aprendí a tocar guitarra por el entusiasmo que tenía, porque me gustaba la guitarra. Sabía algunos signos, pero aprendí a tocar guitarra con los pancasanes. A través del Grupo Pancasán y con la dirección de Pancho, que siempre estuvo al frente, fuimos aprendiendo todos.

Mónica: En los años setenta en Nicaragua oíamos la música chilena: Quilapayún, Víctor Jara, Isabel Parra, Ángel Parra y otros. Algunos escuchábamos la Cantata de Santa María de Iquique, que nos paraba los pelos. La música nos hacía sentir parte de todo un movimiento mundial de lucha contra la explotación. Me acuerdo del Grupo Gradas que llegaba al barrio El Laborío, en León, y cantaba. Era otra manera de convocar.

En 1973, incluso integré un grupo que se llamaba Camilo Torres, con Emilia Torres y Martina Meyrat. Luego les contaré la anécdota de cuando fui con todos mis hermanos a cantar La Internacional en una actividad estudiantil, incluyendo a la menor, Alma Nubia, que tenía once años.

Pancho, ¿cómo es que ustedes deciden conformarse como un grupo, de dónde viene esa idea?

Pancho: Creo que es como vos decís, parte de una inquietud; porque con la subida de Allende al poder, a nivel latinoamericano había un boom de música testimonial, digámoslo así. Muchas canciones de lucha, de esperanza y de mucho optimismo, se habían proyectado por América Latina y, obviamente, Nicaragua no fue la excepción.

Curiosamente, se escuchaban más que las mismas canciones testimoniales o revolucionarias cubanas, porque ya existían Carlos Puebla y La Nueva Trova; pero quizás por las condiciones que han existido en Cuba, por el bloqueo, no era posible que esa música se oyera. Sin embargo, aquí se dio ese fenómeno y se comenzó a escuchar la música en algunas emisoras y se vendía esa música en algunas tiendas de discos.

La música de la nueva canción chilena, más que cualquier otra canción latinoamericana, fue la que influyó aquí en el país, ya que había toda una efervescencia. Por otro lado, acá mismo, en nuestro propio patio, teníamos a Carlos Mejía Godoy con sus canciones testimoniales. Entonces, éste fue un foco de influencia que despertó inquietudes en los jóvenes de principio y mediados de los años setenta.

El Grupo nace precisamente en el marco de la universidad, con el nivel de conciencia de lucha de los estudiantes universitarios de mediados de los años setenta, cuando nosotros éramos estudiantes de primer ingreso, primero y segundo año de la Universidad, y nos comenzamos a conformar alrededor de tareas reivindicativas y de lucha de los estudiantes universitarios, y en solidaridad también con las luchas populares.

Pensamos que la mejor manera de integrarnos o de aportar algo, era a través de la música, y como todos teníamos esas inquietudes musicales, pues entonces comenzamos casi por un azar.

Martín: Prácticamente en ese tiempo, en las distintas actividades estudiantiles en el recinto universitario, la música era infaltable: siempre para convocar, siempre para aglutinar, previo a las actividades, pues la música era un elemento aglutinador. Para esa época, nos ayudó Laura Amanda Cuadra, quien fue de las fundadoras, y que también viene de los movimientos cristianos.

Mónica: Quiero decir que en el caso particular de Pancasán, a diferencia de otros grupos que cantaban canciones que venían de otros lados, ustedes producían sus propias canciones. Es decir, Pancho Cedeño no es sólo un guitarrista, sino alguien que compone, que crea, música; y la fundación del Grupo Pancasán es basada en la realidad cultural nicaragüense, en los ritmos que más les gusta a los nicaragüenses y por eso las letras eran tan pertinentes y nos llegaban tan hondo, mucho más que otras que te venían de otras realidades.

Pancho: En ese tiempo había grupos que se juntaban casi circunstancialmente a guitarrear, a cantar para una actividad específica, y después de la actividad se desintegraban; pero en el caso nuestro, una persona que fue vital para mantener esa cohesión y esa idea del Grupo, fue Francisco Meza, Chico Meza. Él insistía: ensayen, hagan canciones; está bien que canten las canciones chilenas, pero sería bueno hacer canciones nicaragüenses que reflejen la realidad, que llamen a la lucha, que insten a los jóvenes a integrarse, a comprometerse. Eso fue un factor de unidad y de cohesión, por lo menos en una etapa inicial, que permitió al Grupo no desintegrarse después del toque o de la actividad.

Martín: Es correcto lo que señala Pancho, porque, aunque inicialmente nos juntábamos y lo que cantábamos eran las canciones conocidas, como El Aparecido, canciones de Víctor Jara, la canción El Elegido, de Silvio Rodríguez, es decir, las canciones latinoamericanas que sonaban en algunos medios que tenían programas de canciones testimoniales; pero en la medida en que fuimos avanzando y fuimos integrándonos a distintas actividades, no sólo dentro de la Universidad, de esa práctica se fueron sacando los elementos que vinieron a nutrir las primeras canciones de Pancasán. Y quien aportó mucho, es Francisco Meza, quien era el Presidente del CUUN.

Mónica: ¿Cuál fue la primera canción que ustedes hicieron y cuántos discos grabaron?

Pancho: Hicimos cuatro discos y grabamos el primero antes del triunfo de la Revolución. La primera canción que hicimos fue Compañero Estudiante.

Oyente: Habla Julio López Campos. Hay una canción de Pancasán, desgraciadamente yo no me acuerdo cuál es el título, pero que es un recuento de las intervenciones norteamericanas en Nicaragua. Desde los años setenta me impresionó cómo fue que ustedes escribieron una canción en la que hicieron un resumen de la historia de Nicaragua. Además, quiero reconocerles no sólo la calidad artística, sino el coraje que tuvieron, porque exponían sus vidas cantando para el pueblo.

Pancho: Gracias, profesor Julio López. Siempre lo recordamos como profesor en la UNAN. Precisamente en esa época, él era una de las personas que desde su cátedra siempre elevaba la conciencia e instaba al compromiso de los jóvenes, incitándolos transformar esa realidad, de manera que es parte de esta historia.

Mónica: Seguramente los oyentes quieren oír más música, así que les vamos a poner dos canciones: Canción a un Reo Político y Apuntes del Tío Sam; y después, una vez que las oigan los oyentes, explíquennos cómo las hicieron.

Pancho: Bueno, esas canciones salieron juntitas, fueron creadas casi simultáneamente. Hay sus anécdotas alrededor de eso. La primera, Canción a un Reo Político, describe la situación que vivían muchas personas de este país en la época de la dictadura de Somoza, que eran capturados por sus ideas, por comprometerse en la lucha por la transformación de la dura realidad que nosotros vivíamos en ese momento. Como sabemos, muchos de ellos murieron en la cárcel, en las salas de torturas. Muchos de ellos fueron torturados salvajemente, pero nunca hablaron.

Por eso una frase de esta canción dice: “Ellos quieren doblegarte pero vos nunca hablarás” y eso fue inspirado en una situación. Me acuerdo que una vez llegamos a una reunión clandestina. La persona que está en la casa donde nos íbamos a reunir, nos hace de señas desde la calle gesticulando ¡váyanse! Por lógica, dedujimos que algo raro pasaba y nadie entró. Horas más tarde nos comunicaron que uno de los que íbamos a llegar a esa reunión, había sido capturado, y se trataba de nuestro buen amigo Reinaldo Payán. También queríamos mucho a su primera esposa que fue herida en la guerra y que posteriormente murió. Payán estuvo detenido, junto con otros compañeros, hasta después del triunfo de la Revolución.

Apuntes del Tío Sam se hizo en una casa de seguridad, ya nosotros andábamos medio clandestinos, aparecíamos en actividades, nos embuzonábamos y nos dedicábamos a otras cosas que no eran precisamente cantar, sino más bien andábamos conspirando y eventualmente cantábamos.

Esa canción fue compuesta muy rápidamente. A veces uno se puede tardar uno o dos años haciendo una canción; pero a veces, dependiendo del momento de inspiración, la podés hacer en media hora o veinte minutos, y ese fue el caso de esa canción que probablemente es una de las más conocidas del Grupo Pancasán.

Fue un poco antes de la insurrección de Estelí, en la Semana Santa de 1979, cuando ya había toda una negociación a nivel internacional y a nivel interno, y una de las opciones que querían dar como solución, era sacar a Somoza dejando intacto el gobierno y a la Guardia. Simplemente desparecer la figura de Somoza, un somocismo sin Somoza. Eso era promovido por el gobierno norteamericano de la época.

Entonces a nosotros se nos ocurrió que ésa no era una solución a este país, porque igualmente iba a seguir la represión, las injusticias, la pobreza y continuaríamos en las mismas. Simplemente sale un hombre, pero se mantiene toda una estructura que por años de años ha gobernado y ha reprimido al país.

La idea fue hacer una canción donde se desenmascarara el papel que las intervenciones norteamericanas habían jugado a lo largo de la historia, subrayando el aspecto didáctico, y dicho en un lenguaje y en una forma muy popular. Por eso el ritmo es muy nicaragüense, con muchos dichos y cosas propias del habla nicaragüense, para que la gente la entendiera. Para ello, nos dimos una refrescada con algunos libros de historia; además que en esa época vos te recordás que nos metían mucha historia de Nicaragua en las estructuras del Frente.

Mónica: Es que eso era vital para poder luchar, entender de dónde veníamos, el conocimiento de nuestra historia, por eso es que tenemos este programa. Lo más importante que le podemos dar a las nuevas generaciones, es contarles la historia para que saquen enseñanzas para la construcción de su presente y futuro.

Pancho: Exacto, la canción relata cómo había nacido este país, cómo había llegado hasta donde estaba y la problemática que tenía. Todo esto en forma de un cuento, porque hay una tradición oral; los latinoamericanos somos cronistas por excelencia, continuamente estamos contando historias, contando anécdotas, contando vivencias, y eso es el mejor legado a las generaciones futuras.

Mónica: Tienen una canción que se llama La Hora Cero. Es el poema de Ernesto Cardenal.

Martín: Sí, y también tiene su anécdota, porque la canción la conocimos a través de Adolfo Aguirre, quien cayó en la insurrección de 1979. Él la aprendió de la autora de la música, Fabiola Mora. Ella musicalizó un fragmento del bello poema de Ernesto Cardenal, La Hora Cero, donde habla de Sandino. Una vez llegó Adolfo Aguirre a un ensayo, pidió que lo escucháramos y cantó la canción. Desde que la oímos, nos gustó; la aprendimos e hicimos el montaje, que es la versión que aparece en el primer disco.

Oyente: Quiero preguntarles si piensan juntarse, hacer nuevas canciones, porque dentro del Frente Sandinista estamos adoleciendo de compañeros que compongan las canciones que movilizan a la gente y estamos recurriendo a las canciones viejas.

Martín: Hemos estado reuniéndonos y considerando podernos juntar para hacer por los menos un par de actividades, que presenten un resumen de todas las canciones que en esa época hizo Pancasán; un poco para motivar e incentivar la lucha, el sentimiento, la solidaridad que conlleva recordar estas letras al escucharlas nuevamente.

Pancho: Lo importante es que ahora las nuevas generaciones, con nuevas ideas, retomarán ese espíritu de juventud que nosotros tuvimos hace veinte o veintidós años.

Nosotros no contemplamos la idea de reintegrarnos, sino más bien de reencontrarnos, como decía Martín, para hacer un par de actividades muy importantes y cantar todas estas canciones, sobre todo porque pensamos que estas canciones pertenecen a toda una generación como muchas cosas que se hicieron, la misma Alfabetización, muchas tareas importantes que involucraron a todo mundo, a gente que estaba dentro o fuera del Frente Sandinista, gente que eran colaboradores o ciudadanos que querían algo mejor para Nicaragua.

Oyente: Chepe Arana. Me motivó la llamada de la niña de once años y quiero pedirles a Pancho y a Martín, que traten de explicarle a esta juventud que viene creciendo, que es el relevo, por qué la decisión de formar un grupo que en su momento va a interpretar canciones testimoniales, comprometidas; y también que expliquen por qué la decisión de ponerle el nombre de Grupo Pancasán.

Pancho: Martín puede contestar sobre el nombre del Grupo. Quiero referirme a la reflexión de Chepe sobre la importancia de los relevos. Esto me recuerda un día, cuando escuchaba unas canciones de Bob Dylan, trovador norteamericano de los años sesenta, pionero de la canción de protesta en los Estados Unidos de Norteamérica. Hay una frase de él que decía: “Cada país tiene su propia historia y cada generación tiene sus propios héroes”.

Creo que esta generación debe tener sus propios héroes, sus propios íconos, sus propios dirigentes, sus propios líderes naturales. Nosotros teníamos dieciocho o diecinueve años en 1978, nos expresábamos con el lenguaje de los jóvenes de esa época, nos vestíamos a la moda de esa época, andábamos peludos, de cotona, caites y jeans. Tocábamos las canciones que estaban de moda y reflejábamos la realidad que vivíamos. De allí, digamos, la acogida que tuvimos. No se trata de que vengan ahora un poco de “jóvenes” de cuarenta y dos años a tratar de cantar y convencer a los jóvenes de esta generación. Me parece que lo lógico es que esta generación tenga sus propios héroes, para parodiar un poco la frase de Bob Dylan.

Martín: Creo que es correcto, porque los jóvenes tienen sus maneras de expresarse. Hay grupos de jóvenes porque toda generación se ha juntado para expresar sus sentimientos, sus vivencias y también lo que ellos aspiran, lo que quieren. Ahora hay un movimiento de muchachos, quizá el ejemplo más evidente es el grupo CPU y su canción Obras no palabras, es de protesta, desde sus propias expresiones.

Pancho: Estamos globalizados, tenemos Internet, acceso a una serie de tecnologías que para nosotros eran sueños en aquella época. Ahora es la época del celular, del Internet, de las computadoras, hay otro momento, las formas de expresar de los jóvenes tienen que ser muy diferentes y acordes a lo que se está viviendo. Es bien difícil que el Grupo Pancasán haga eso porque no tenemos los dieciocho años que tiene esta juventud. Creo que hay una generación relevo que va a tener que traer al tapete todas las inquietudes de los jóvenes.

Mónica: Ojalá así pensara todo mundo, que hay que dar lugar a otras generaciones para que cumplan su papel, y no encasillarnos en que uno tiene que ser el que esté al frente.

Martín: Pensamos que estas canciones pueden ser como una transmisión de experiencias y consejos que los jóvenes de hoy, simplemente las van a oír, las van a agarrar y las van a expresar en su propio lenguaje y en su propia vida, que no es la nuestra.

Pancho: Así como nosotros tuvimos la influencia de la canción latinoamericana, la chilena y la cubana, el Grupo Pancasán es una referencia que puede tener la juventud sobre cómo se expresaban los jóvenes en los años setenta en condiciones de dictadura y totalmente adversas. Ahora los jóvenes tienen otras posibilidades para manifestarse y expresarse, y tienen que nutrirse de los elementos para poder sintetizar cuáles son las aspiraciones de la juventud, cuáles son sus inquietudes y sus vivencias.

Martín: El nombre Grupo Pancasán fue también una casualidad, así como lo fue el habernos juntado por las inquietudes musicales que todos teníamos. Nos juntábamos casi todas las tardes en los predios de la Universidad y participábamos de las distintas actividades: las fogatas, los mítines y no teníamos un nombre definido, hasta que para una actividad, exactamente un 27 de agosto de 1975 que se conmemora la gesta heroica de Pancasán, al momento de presentarnos, la maestra de ceremonia era Eva María Téller, y dice: –Ahora con nosotros el Grupo Pancasán. Fue improvisación de ella. Cuando terminó la actividad, pensando y viendo el peso histórico que tenía esta gesta y los valores que había dejado, hombre, dijimos, no está malo este nombre, es un buen nombre. Y así nos quedamos.

En un primer momento el ámbito de acción fue la Universidad, porque éramos un grupo de estudiantes universitarios que nacimos dentro de la Universidad, pero en la medida en que nos fuimos integrando en las tomas de barrios, en las tomas de iglesias, fuimos saliendo y estuvimos en muchos barrios, en muchos planteles de la construcción, en las haciendas, y como usted mencionaba, terminábamos de cantar y allí nomás llegaban las BECAT con la guardia, y aparecía la represión.

Recuerdo que después de una actividad en la casa comunal del Barrio San Rafael, ahora Barrio Venezuela, guardamos las guitarras en una de las casas de seguridad, pero media hora después, llegó la guardia, cateó la casa y se las llevó.

Mónica: La guardia se lleva las guitarras como si fuesen armas. Y es que era así realmente, por eso se decía que la música era el fusil artístico.

Martín: Al día siguiente teníamos otra actividad, y tuvimos que ir a prestar guitarras a algunas amistades, y tocar con guitarras prestadas.

Oyente: Habla el ingeniero Freddy Urroz. Debo reconocer que el canto de ustedes fue un canto de alimento, de luz, de estímulo en los momentos difíciles. En los años ochenta, estudiando en Bulgaria y en la Unión Soviética, conformamos grupos musicales; entre ellos uno que se llamaba Carlos Ulloa, y cantábamos casi todas sus canciones, y gustaron tanto, que fue necesario en muchos lugares hasta hacer conciertos.

Dos de las canciones que gustaron bastante fueron Tío Sam y Réquiem a la Muerte, por su significado profundo de la realidad que se vivía en esos momentos, y por hablar de lo que Sandino debía representar para nosotros. Les insto a que busquen la mejor manera de influir en la juventud de hoy, y, por supuesto, en la nueva onda musical.

Mónica: Agradecemos al ingeniero Urroz, quien nos hizo ver la importancia de la canción Réquiem a la Muerte, porque realmente es una bellísima canción, además que tiene mucha combinación de ritmos e instrumentos.

Pancho: Esa fue la primera canción que hicimos días después del 19 de julio. Trae una mezcla de sentimientos: la alegría del triunfo, la tristeza de haber perdido amigos y hermanos, el qué vamos a hacer ahora que ya no andamos conspirando ni clandestinos. Es decir, podemos andar con libertad. Todas esas expresiones: llorar, reír, hay cosas que no tenés claras, estás lleno de optimismo, de planes y de proyectos. Refleja todo ese montón de sentimientos que están estallando en un solo momento.

Mónica: Cuando estábamos oyendo esa canción, nos acordamos del niño que ustedes mencionan, y que es tan importante como símbolo de lucha. ¿Cómo coincidió con ustedes Luis Alfonso Velásquez Flores en ese mitin que parece fue el último en que él pudo participar, porque poco después fue asesinado?

Pancho: Esa fue una actividad donde se conformó el Movimiento Pueblo Unido (MPU), que a manera de explicación para los oyentes jóvenes, fue una alianza de organizaciones populares, gremiales, religiosas y políticas, de izquierda, de centro, cristianas, muy amplio, para luchar contra la dictadura de Somoza. Ese acto fue en la Universidad, y en esa ocasión habló Luis Alfonso Velásquez, que era un niño de ocho años que decía que los niños también tenían que integrarse a la lucha contra la dictadura.

Luis Alfonso tenía una pandilla de chavalos –pandilla en el buen sentido de la palabra– como de la edad de él, que en sus barrios repartían papeletas, hacían pintas y vigilancia. Por ejemplo, si había una actividad en el barrio, ellos se ponían a jugar béisbol en una esquina, y nos avisaban cuando aparecía la Guardia. Era como un Coro de Ángeles que también servía de correo, llevando información.

En esa actividad de la Universidad, él habló, y nosotros estrenamos la canción Apuntes sobre el Tío Sam, y a la gente le gustó mucho. Como una semana o diez días después, la Guardia lo mató. Mataron a un niño inofensivo. Lo esperó en un carro un tipo de la OSN y lo matoneó.

Por el Grupo Pancasán pasó una gran cantidad de compañeros, desde antes que se grabara el primer disco. Al comienzo lo integrábamos siete compañeros. Entre los personajes que pasaron por Pancasán, contamos con Freddy Aguirre, quien cayó combatiendo en el Frente Sur; Laura Amanda Cuadra, fundadora, trabajaba para la Asociación de Trabajadores del Campo en el año 1980 y en los preparativos de la celebración del primer aniversario de la Revolución, falleció en un accidente automovilístico. También estuvo Patricia Mülligan, quien murió de meningitis el año pasado.

Mónica: Ustedes participaron en un festival en Costa Rica, en el que andaban con “El Guadalupano”.

Pancho: Sí, el festival fue en saludo al Festival Mundial de la Juventud en Cuba, ese año, y en esa actividad en Costa Rica, participó una delegación cultural de Nicaragua que incluía grupos de danza folclórica. Andaba el Grupo Pacaya, Pablo Martínez Téllez “El Guadalupano”, muy famoso y muy conocido autor de esa bellísima canción Canto de los pájaros, que forma parte de La Misa Campesina. Al regreso de ese festival hubo una oleada represiva y cuando venía por tierra, echaron preso al “Guadalupano”. Después, él contaba muerto de la risa que le decían: –Vos andabas allí. ¿Vos sos subversivo? –le preguntaban. –No, yo sólo canto canciones rancheras. –No, no es cierto, vos andabas de subversivo. –No, no, es que yo sólo rancheras me sé. –A ver pues cantanos una.

Y “El Guadalupano” agarra la guitarra y comienza: –Voy a cantarles un corrido muy mentado… Juan Charrasqueado. Y como a la semana, lo soltaron.

Mónica: Siendo ranchera, ¡milagro no cantó Carabina 30-30! Ya está con nosotros Marlene Álvarez, otra integrante del Grupo Pancasán. ¿Qué cosas te recuerdan estas remembranzas que estamos haciendo?

Marlene: Son tantas cosas, porque realmente cada canción tiene todo un significado; recuerdo miles de anécdotas, de luchas, de movilizaciones, de presentaciones, de riesgos, de miedos, de sufrimientos también de nosotros, porque fuimos parte de todo eso, no sólo cantando, sino organizando, reclutando gente, movilizando. Desde la mañana llegábamos a la Universidad. De seis a nueve de la mañana corría, porque era atleta, luego nos quedábamos todo el día en reuniones o andábamos en colegios o en barrios, a veces en planteles de la construcción, siempre cantando.

Si había que ir a los buses a hacer mítines, pues allí íbamos, si había movilización, por supuesto. Y otras tareas, no sólo cantar, sino asegurar a compañeros; por ejemplo, a mí me tocó a veces ser seguridad de Francisco Meza, Chico Meza. Tenía que andar en una tarea muy específica de la movilización, pero, además, si había que ir a un barrio en la noche, a tragar humo en la Nicarao, en la casa comunal, y asimismo a clases, pues también íbamos a clases porque en mi casa yo entregaba cumplidamente mis notas.

Mónica: Eso es muy importante para los jóvenes de hoy, que sepan que nosotros realmente no éramos malos alumnos, pues asistíamos a clases pese a todas nuestras responsabilidades.

Pancho: Ahora lo bueno es que los jóvenes tienen la opción de no andar haciendo todas esas cosas y más bien canalizar sus actividades en función de los estudios.

Oyente: Mónica, no ha contado la anécdota de La Internacional, y ya que está ahí Marlene, que cuente el origen de la canción María Rural.

Mónica: En el año 1973 se organizó en León una actividad estudiantil donde se presentarían distintos grupos artísticos. Yo había escuchado el himno de La Internacional, pero no era usual que lo cantáramos. El FSLN nunca promovió ese himno tan hermoso y claro, aun después del triunfo de la Revolución. Mi hermano mayor, Roberto, tocaba muy bien la guitarra, y le pedí que se lo aprendiera. Y luego formé a todos mis hermanos menores, en total éramos siete, una marimba que concluía con Alma Nubia, quien tenía doce años. Todos cantamos a coro La Internacional, y fuimos muy aplaudidos. Parecíamos el coro de la Novicia Rebelde. Mi mamá andaba en Costa Rica, y cuál fue su susto cuando regresó y le contaron que todos sus hijos habían andado en esa actividad subversiva.

Oyente: Yo estuve en la guerrilla, mi seudónimo era “La Virgencita” y después “La Gata”. Estoy emocionada porque la primera vez que yo escuché la canción de los muchachos, estábamos presas. Había una compañera que se llamaba María, y a ella la mató la Guardia, apareció muerta en El Crucero, le quitaron sus bustos. Ella cantaba esa canción durante estuvimos en la cárcel, y quiero que le hagan honor a todas aquellas personas que cantaron sus canciones, que cantándolas nos daban valor.

Marlene: María Rural es una canción que hizo Arlen Siú. Quiero decirles que estudié Psicología con Arlen. Tenía mi grupo de estudio y estudiábamos en mi casa Arlen Siú, Carlos Núñez, Helio Montenegro, María Eugenia Robelo y yo. Éramos uno de los grupos de estudio que realmente estudiábamos, y Arlen y yo éramos amiguísimas. Quiero decir que ella es la segunda persona que me inspiró a cantar estas canciones. La primera fue Idania Fernández, con quien estudié y me bachilleré, y ella cantaba bellísimo.

Idania cayó en León, pero antes, cuando era conocida como “Angelita”, fue herida en el Frente Sur. Ella estudió en Costa Rica y después vino a Nicaragua y cayó junto con los héroes de Veracruz, en León. En la secundaria, con ella aprendí a tocar de oído la guitarra, y el primer grupo cristiano en el que me organicé fue con ella, y participamos en todas las tomas de colegios de esa época.

Después, en la Universidad conocí a Arlen y nos hicimos amiguísimas. Me contaba que tenía un amigo sacerdote, que le compuso una canción que se llamaba Juan Pueblo, y ella en respuesta hizo y le regaló María Rural; y cuando ella se tuvo que ir, me dio la letra, me la cantó en la casa, y me la grabó, pero lastimosamente no pude conservar esa cinta. Ella nunca cantó esa canción en público, porque la que cantaba era La Caja de mi Guitarra, que la cantó en un festival en el Auditorio 12 de la UNAN, en Managua, así como en León.

Arlen fue una persona que nos impulsó increíblemente. Al día siguiente que Arlen cayó, hicimos una movilización fuertísima en la UNAN, y después yo estaba sentada en la grama con Laura Amanda Cuadra cantando con la guitarra lo que a cada quien se le ocurría. Chico Meza vio que yo andaba tristísima y me dice: –Ahora te toca levantar esa guitarra, ¿la vas a dejar en el suelo? No, no –le dije.

Y al día siguiente, cada quien con su guitarra, comenzamos a darle forma al Grupo. Yo a la vez estaba en otro grupito con Pancho y con el flautista Raúl Martínez, y como no podía estar en dos grupos, les dije que se integraran con nosotros, porque era el Grupo más grande de la Universidad. Y así fue que Pancho llegó con su maleta de canciones a reforzarnos y empezamos a cantar sus canciones, porque antes cantábamos las de Víctor Jara, de Quilapayún, etcétera.

María Rural realmente es un símbolo de lucha porque reivindica esa pureza y riqueza de la mujer campesina. La letra tiene un contenido tan lindo y tan fuerte de una realidad que todavía, a estas alturas, viven muchísimas madres, muchísimas mujeres campesinas. Hay miles de Marías Rurales por todas partes, a las que siempre les rendimos homenaje con esa canción.

Mónica: Y por supuesto también a Arlen, quien era además una extraordinaria compañera, muy humana, con mucha convicción y muchos valores. La Caja de mi Guitarra, que es una canción a la resistencia española, que canta Daniel Viglietti.

Pancho: Viglietti le puso la música, porque la letra es de Rafael Alberti.

Marlene: Arlen hizo la lista de todos los que cayeron, y nosotros después la agregamos a ella, y a toda la gente que iba cayendo. Nos gustaba cantarla muy participativamente, porque de repente alguien se acordaba de otra persona, y lo decía, y nosotros tarareando el fondo, otro decía, fulano, fulana, gritando los nombres de los caídos, era muy fuerte.

Oyente: Me llama la atención y me gustaría saber ¿cómo hacían para grabar la música y difundirla por los medios antes de la insurrección, pues andaban clandestinos?

Marlene: Grabamos por primera vez en el año 1978 en un estudio pequeñito; era un lugar donde hacían anuncios comerciales. Don Horacio Borge era el dueño de Sonorama y era el único que en ese tiempo distribuía discos de música testimonial. Él nos llamó, nos buscó y nos propuso grabar.

Pancho: Horacio llegó de jurado a un festival interuniversitario y nosotros participamos. Creo que ganamos un segundo lugar.

Marlene: Entonces él nos buscó y nos preguntó, ¿quieren grabar?, y por supuesto primero lo consultamos con la organización, nos dieron el visto bueno y perfecto. Entonces en dos noches lo hicimos –esto es increíble–. Nosotros tampoco parábamos de hacer lo que andábamos haciendo, yo andaba súper ronca porque todo el día cantando por aquí, por allá hablando, y en la noche como a la diez de la noche, empezamos a grabar. En dos noches grabamos ese primer disco en el estudio de Lorenzo Cardenal.

En ese tiempo no había aquel montón de canales para grabar las voces primero, los instrumentos después, nada de eso, era de un solo; y nosotros no teníamos experiencia en grabar, ni mucho menos. Si alguien se equivocaba, teníamos que volver a grabar, y entonces, ¡qué terrible! Me acuerdo que había una botella de ron con miel y entonces a cada rato le dábamos para afinar el galillo.

Pancho: A veces era whisky con miel.

Marlene: Sí, sí, nos lo hizo don Horacio. Afuera había gente cuidándonos, y cuando pasaba un BECAT, o escuchaban algo raro, nos hacían señas, y dejábamos de grabar. Así pasamos dos noches grabando ese disco, en unas condiciones realmente incómodas, con tres micrófonos, y allí se grababa todo, por eso no es tan buena la grabación.

Y lo lindo es que nosotros teníamos que estar a una cuarta de distancia del micrófono, porque estábamos acostumbrados a gritar, para que la gente nos oyera, porque no contábamos con micrófonos. Era divertido estar midiendo esa cuarta de distancia, y porque, además, no sabíamos usar los micrófonos.

Oyente: Freddy Urroz. Requiem tuvo un contenido bárbaro en la conciencia de los jóvenes del momento, y quiero hacer un recordatorio de los años ochenta con la canción María Rural. Durante esa época, cuando a raíz del triunfo de la Revolución la juventud vivía una gran efervescencia, participamos en un Festival de Juventud Internacional donde había salvadoreños, chilenos, panameños y de todas partes del mundo: Tuvimos la dicha de ganar el primer lugar con esa canción, y de igual manera con la bellísima canción del gran Carlos Mejía Godoy, El Cenzontle pregunta por Arlen.

Oyente: Pancho habló de cuatro discos de Pancasán, tengo los dos primeros: Pancasán y Vamos Haciendo la Historia. Me gustaría saber cuáles son los otros dos long play que ellos tienen, y qué posibilidad hay de poderlos adquirir.

Pancho: Hicimos un par discos después, uno es Por la Patria, y el otro, Los supermanes también mueren, parodiando el título de un cuento de Sergio Ramírez. Hay una canción que habla de todas las caricaturas y las tiras cómicas que vemos en los periódicos, donde ponemos a actuar a los muñecos dentro de la coyuntura de aquella época.

Oyente: Me preocupa el mensaje de ustedes a la juventud, cuando dicen que la juventud de ahora haga sus propias canciones con sus propios ritmos y su propio feeling. El problema es que los muchachos de ahora no están haciendo canciones ni todo lo que uno podría decir que deberían estar haciendo. Siento que la juventud está, si no adormecida, en otras actividades; y creo que es bueno porque no tienen que andar corriéndosele a la Guardia, ni nada por el estilo, sino que están dedicados a actividades propias de la juventud. Pero hay muchos jóvenes que quisieran entregarse a una actividad artística.

Pienso que no es cuestión de edad, o que los cantantes tienen ahora cuarenta o cuarenta y cinco años. En este caso estamos hablando de revolucionarios, y un revolucionario no deja de cantar, no deja de agarrar un fusil o una guitarra, un pincel o un micrófono para seguir la lucha. Pienso que estos compañeros no solamente tienen la experiencia, sino la sensibilidad y el arte. Este es un emplazamiento que les hago para que promuevan entre los jóvenes el desarrollo del arte.

En la década pasada le he pedido a otros cantantes, a Mejía Godoy básicamente, que nos hicieran una canción para la lucha del seis por ciento para las universidades. Dijo que sí, pero nunca escuché que saliera nada. Entonces yo me pregunto, ¿el artista no es artista siempre?, ¿no es artista para todas las épocas?, ¿no es artista para luchar contra el gordomán, contra el neoliberalismo?, así como vos Mónica, estás luchando en los micrófonos y en la Asamblea. Es decir, no luchaste sólo cuando eras joven. Muchas gracias.

Pancho: Creo que en todos los países del mundo hay muchas cosas por qué luchar, y mucho que transformar; pero me parece que en este momento en Nicaragua, todavía la juventud no ha hallado sus propios códigos y sus propios lenguajes, está en un proceso de búsqueda, un proceso que les permita tener una visión más integral. A veces existe esa tendencia de aplicar las recetas que se usaron y fueron válidas en los años setenta. Por ejemplo, no vamos a hacer un refrito de una canción como el Tío Sam. A lo mejor es válido escribir sobre nuestra historia, pero lo lógico es que lo haga un muchacho y a lo mejor en rap o en rock, que es un lenguaje más propio de esta época.

Marlene: El oyente decía que los jóvenes están ahí pero que no hacen nada. Hace un tiempo me entrevistó un estudiante norteamericano sobre la historia del Grupo Pancasán y el papel de la cultura en la lucha, y creo que esa es otra de las ideas que tenemos que madurar, escribir toda esta historia, porque a medida que pasa el tiempo, hay cosas que se van olvidando o que se pueden distorsionar. A lo mejor sería parte de los retos.

Estoy totalmente de acuerdo en que si los jóvenes ahorita no tienen su propia expresión, es porque hay que ubicarlos dentro de lo que está pasando en este país, dentro de la falta de un modelo, dentro de los pocos espacios que los jóvenes y las jóvenes tienen para expresarse.

La ventaja ahora es que hay libertad para movilizarse y no hay necesidad de andarse corriendo y escondiendo. Ellos tienen que hacer sus propias reflexiones sobre qué está pasando en este país, qué podemos hacer los jóvenes, cómo nos podemos organizar. Creo que les toca a ellos hacer su propia reflexión, y a los niños también, porque éstos siempre han sido protagonistas dentro de nuestra historia y nuestra lucha.

Oyente: Habla Ramiro Rodríguez. Quiero apoyarlos cuando dicen que las nuevas generaciones deben asumir su responsabilidad en esta parte de la cultura, porque, en efecto, no se puede trasponer a una persona mayor de edad, con problemas familiares y laborales, sino que ellos tienen que asumir su responsabilidad. Los insto a que le den duro a este proyecto que tienen para reagruparse, y allí estaremos con ustedes.

Mónica: Acabamos de escuchar una canción que se llama Así está la cosa, muy dura, sobre la represión en la montaña. Es parecida a Las Campesinas del Cuá, en cuanto a que relata las atrocidades. ¿Cómo surgió esta canción?

Marlene: Esta canción la compuso Pancho. En ese momento había una emoción muy grande en todo el movimiento estudiantil por unas denuncias que hizo en Washington el padre Fernando Cardenal. Era una denuncia muy bien documentada, con fotos, testimonios y firmas de personas que fueron parte de todo el terror que se muestra en esa canción. Luego, Fernando y otros dos sacerdotes, presentaron la denuncia en el Auditorio 12 de la UNAN, que estaba completamente atestado de estudiantes. Los nombres y los lugares son absolutamente reales.

Mónica: ¿Cuáles son sus reflexiones ante las preguntas que hicieron los oyentes?

Marlene: Nosotros siempre hemos dicho que estas canciones no nos pertenecen, que pertenecen al pueblo de Nicaragua, a la generación que asumió ese reto. Creemos que hay que reflexionar teniendo en cuenta todos los puntos de vista posible. Los padres de familia tenemos una responsabilidad muy grande de transmitir a nuestros hijos lo que cada quien vivió en esa época, pero sobre todo, esos valores, ese amor por Nicaragua, porque eso es lo que hay detrás de todo: un amor a la gente de Nicaragua, un compromiso para que la situación de nuestro pueblo cambiara, para que nuestros hijos no vivieran lo que nosotros, nuestros padres y abuelos vivimos.

Esa reflexión hay que hacerla desde cada hogar, en cada centro de estudios, entre los amigos. Nosotros hemos compartido en algunos momentos con un montón de amigos del movimiento estudiantil, nos hemos reunido con los hijos de todos nosotros para compartir con ellos estas reflexiones. ¿Qué es lo que hicimos, por qué lo hicimos? Porque es cierto que hay apatía, hay mucha desorganización, y hay mucha falta de compromiso.

Yo no sé si muchos jóvenes reaccionan con apatía porque la lucha contra Somoza alejó a sus padres mucho tiempo, y muchos jóvenes responden: no quiero saber nada, no quiero meterme en nada, porque mi papá y mi mamá, cuando yo estaba pequeño, ni me volvían a ver, nunca me dieron tiempo porque andaban asumiendo un compromiso. Otros han respondido de otra forma, integrándose, haciendo algo, canalizando toda esa energía y esa rebeldía propia de la juventud hacia obras de beneficencia o trabajan en barrios pobres o hacen algunas cosas como las que nosotros hicimos.

Es importante compartir y reflexionar desde cada hogar, desde cada núcleo familiar. Reflexionar sobre qué podemos seguir haciendo, porque comparto lo que alguien decía, no estamos eludiendo cuando decimos que el que cantó y dice ya no canto porque ya me tocó, o el que hizo algo y dice bueno, yo ya hice, ahora que hagan otros, porque de alguna manera creo que todos podemos seguir haciendo muchas cosas.

Mónica: Un oyente dijo que los jóvenes son ignorantes y a mí me parece que eso no es correcto, no es justo con los jóvenes; ignoran algunas cosas, pero no son ignorantes, están viviendo sus propios problemas, su propia época, y quiero decir que, de alguna manera, son víctimas de una época en la que está prevaleciendo un reflujo de valores. Con el avance de la contrarrevolución mundial ¿por qué no decirlo?, con la caída de referentes, de los paradigmas de otros modelos de sociedades, estamos viviendo la etapa de la implantación del neoliberalismo, del mercado como único referente.

El mercado donde todo se privatiza, hasta la conciencia; se han privatizado los partidos y hasta nuestro Frente Sandinista, y por eso es que estamos como confundidos. Estamos en una etapa de confusión. Muchos de nuestros jóvenes fueron víctimas también de un cierto distanciamiento de los padres producto de las responsabilidades que asumieron en la lucha contra la dictadura somocista, lo cual ha impactado en ellos, pero también creo que lo más determinante es el problema de la ruptura de las escalas de valores.

Han prevalecido los contravalores del individualismo, del sálvese quien pueda; se ha vuelto todo un poco de cuánto valés, cuánto aparentás, qué reloj andás o qué carro tenés. Son cosas que la misma generación va a tener que resolver; y a nosotros, que nos tocó vivir una etapa de grandes oportunidades históricas, lo que nos corresponde es seguir en las condiciones de nosotros, luchando, con la seguridad de que los jóvenes van a encontrar sus propios caminos.

No hay que ver a la juventud con menosprecio o decir que esta juventud sólo vive preocupada de cosas secundarias, sino verlos como resultado de una etapa de reflujo que tiene que ser interrumpida en algún momento. Debemos tener confianza, esperanzas y seguridad de que esta juventud va a saber encontrar la salida a los retos actuales, que son los retos de ellos, no los nuestros. Nosotros debemos seguir luchando, pero como mujeres y hombres de cuarenta, cuarenta y cinco y cuarenta y seis años. Los jóvenes son, como decía Carlos Fonseca, más dados a una mayor generosidad y desprendimiento, y les va a tocar, les va a llegar su momento.

Nosotros tenemos a Sandino y a Carlos Fonseca, pero nuestros jóvenes también los tienen a ellos, y somos un país lleno de riquezas en valores, en referentes, en líderes, en íconos de verdad. Los mejores héroes de nosotros son los que están muertos, y tienen que servir como referentes. Los mejores héroes de nosotros son los que no salen en los periódicos, sino que viven una vida cotidiana llena de esa calidad que necesitamos que reproduzcan los jóvenes.

Pancho: Creo que lo más importante es hacer algo. Hay un mensaje que pasan en un canal de televisión que dice: “La fuerza de una persona, de un ser humano, es su capacidad de hacer algo, cualquier cosa”. Y creo que es aplicable a la realidad de este país. Es mejor que un joven esté integrado en algún tipo de actividad cultural, deportiva, social, comunal, ecológica, pero al fin y al cabo en algo que él quiera, que él crea que va a contribuir a la transformación de la sociedad, para que sea más justa, con valores sociales mucho más positivos.

La juventud puede hacer algo incluso desde sus propios estudios, es decir, desde su carrera, su secundaria, su universidad. Es tanto lo que hay que transformar. Es probable que ahora todo sea más complejo y más difícil de entender, porque antes era fácil: vos veías a la Guardia en la calle matando gente y allí no había dónde enredarse. Contra eso había que combatir, lo tenías palpable todos los días; pero hoy es una sociedad con valores negativos tan sutiles, que te enredan tanto en esa madeja, que mucha gente de las nuevas generaciones o de los ciudadanos del país, ni cuenta se dan de ello.

Martín: Lo más importante para la juventud, y para nosotros también, es que el mensaje está allí, el reto está para todos, y sobre todo para ella, que en este momento es la que tiene que asumir grandes responsabilidades como las que nosotros tuvimos en el pasado. A los jóvenes les va a tocar ser el relevo para llevar la dirigencia política, para relevar a los gerentes de empresas, a los directores, a los ministros y a los futuros presidentes. Esta juventud tendrá, con base en todos los valores de la historia y todo ese gran legado que tenemos, que recopilar y nutrirse, sin perder la perspectiva histórica del ser nicaragüense.

Pancho: Lo importante es buscar las formas propias y no necesitás militar en un partido político para hacer algo. En todo caso, necesitás militar en la verdad, ser militante de la verdad y de la justicia.

Marlene: Y en la solidaridad. Me parece que eso es importantísimo y que nadie nos lo puede quitar. En la historia de nuestro pueblo encontramos tantas vivencias y tantos ejemplos de solidaridad, que esta situación de hoy ha quitado mucho de eso, y pienso que está en cada uno de nosotros mantenerlo; hay que retomar la solidaridad, el sentido de comunidad, porque eso es algo que podemos hacer independientemente que el modelo te aleja de la gente; hay cosas de la historia que hay que recuperar y creo que una de esas cosas importantes es la solidaridad.



18 de noviembre del 2000



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