Las Segovias de Sandino. Conspiración, represión y luchas
Mónica Baltodano
Los departamentos de Nueva Segovia, Madriz y Estelí, fueron escenario de importantes pasajes de la lucha contra la dictadura somocista. Como la concepción de la lucha desde la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional le daba un rol preeminente a las zonas rurales, durante muchos años el trabajo de la ciudad giraba en torno al fortalecimiento de las unidades guerrilleras que se iban estructurando en la montaña y en el campo.
La región de Las Segovias, por su importante papel en la lucha de Sandino, pero también por estar geográficamente ubicada en la frontera con zonas rurales de Honduras, fue escenario de los esfuerzos organizativos político militares desde la década de los años cincuenta. Varios de los movimientos guerrilleros antes de la fundación del FSLN, tuvieron sus asentamientos en esta región, por ejemplo: la Columna 15 de septiembre, de Julio Alonso Leclaire; el Frente Revolucionario Sandino (FRS); la guerrilla de Manuel Díaz y Sotelo y el Frente de Liberación Nacional (FLN), y la misma guerrilla de El Chaparral, que tenía como propósito ingresar al país en esa dirección. Todos escogieron a Las Segovias como primer espacio de sus actuaciones combativas y patrióticas.
En los primeros momentos del proceso de formación del FSLN, Carlos Fonseca (1961), Jorge Navarro (1961-1963), José Benito Escobar (1964), Oscar Turcios, René Núñez y Germán Pomares, fueron personalmente a impulsar los grupos de militantes que realizaban las más variadas tareas orientadas al desarrollo de la lucha. Así, encontramos a segovianos integrados en todos los esfuerzos guerrilleros, como Faustino Ruiz “El Cuje”, Heriberto Rodríguez, Bayardo Altamirano, Adrián Gutiérrez, Ramoncito Raudales, en Raití-Bocay; Fausto Heriberto García, Filemón Rivera desde Pancasán, ya no digamos en la montaña desde 1970. Una nueva generación de segovianos integra distintas columnas de la montaña, el campo y la guerrilla urbana, donde destaca como faro luminoso el poeta Leonel Rugama. Muchos colaboradores estuvieron presentes en todos los momentos cruciales de los preparativos guerrilleros hasta la victoria de la revolución en 1979.
Al final de la lucha, Estelí particularmente se destacó en los esfuerzos urbanos con tres insurrecciones, recibiendo por ello fuerte castigo y acciones genocidas del dictador Somoza. Las bases para las insurrecciones fueron construidas –como la historia misma del FSLN– durante muchos años de trabajo organizativo, con sus flujos y reflujos provocados por las oleadas brutales de represión que desmontaban todo lo construido y que, muchas veces, exigían volver a comenzar casi desde cero.
Al conversar con distintos compañeros sobre las luchas libradas en Las Segovias, no puedo evitar introducir mis propias reflexiones, pues fui partícipe directa de esta historia. A mediados del año 1975, siendo clandestina, me trasladaron a Nueva Segovia. Bayardo Arce –quien en ese entonces era mi compañero– había sido trasladado a esta región desde mediados de 1974 con la misión de abrir la Ruta Sandino. Él llegó en sustitución de Germán Pomares “El Danto”, quien debía ir a Managua para integrar el Comando Juan José Quezada, que realizaría lo que luego se conoció como la Operación Diciembre Victorioso. Carlos Manuel Morales “Pelota”, también conocido en el norte como “Abel”, era el responsable del Regional del norte desde 1974.
Mi trabajo en Ocotal era la organización de bases y el reclutamiento de colaboradores, para ampliar las estructuras que nos habían entregado: Rosario Antúnez, la familia de Lucío Martínez, el doctor Saúl López con su mamá y sus tías; otras familias claves eran la formada por el doctor Antonio Jarquín y Luisa Molina, don Toño Marín y su esposa Eva Sofía y su hijo; don Teófilo Alfaro y Alejandro Cáceres; Don José Mateo Olivas y su esposa María Elsa Paz; los Agurcia, los Alfaro, eran parte de la organización en esa ciudad. El armero de la Guardia Nacional, Don Joaquín Matute y toda su familia; la familia de Faustino Ruiz nos brindaba refugio. En estas regiones, cuando la gente se incorporaba a la causa sandinista, normalmente lo hacían con casi toda la familia, pues era imposible tenernos en sus casas sin la complicidad de los parientes.
Los jóvenes comenzaron a organizarse en las células clandestinas1. Fueron fundamentales en esta etapa, Carlos Manuel Jarquín, caído en Veracruz, León, en 1978; y Leonardo Matute, asesinado cruelmente por la Guardia en 1977. Más tarde, analizamos que las redes crecieron con gran rapidez, sin darnos tiempo para su consolidación conspirativa, debilidad que se manifestó a la hora de la represión que desató el régimen somocista en todo el país, después del asalto a la casa de José María “Chema” Castillo, en diciembre de 1974. Esta operación generó una respuesta represiva brutal, que incluyó la suspensión de garantías constitucionales, la imposición de un Estado de Sitio y Ley Marcial y procesos sumarios contra decenas de “sospechosos”.
Dentro de los planes de fortalecimiento político militar en esta región del país, se había instalado desde finales de julio de 1975 una escuela de entrenamiento guerrillero en el cerro El Copetudo, en Macuelizo. Uno de los instructores era Omar Cabezas, quien había bajado de la montaña. En esa escuela guerrillera se concentraron para recibir entrenamiento decenas de compañeros provenientes de distintas partes del país.
La Guardia logró detectar la escuela de El Copetudo y realizó una desproporcionada operación contrainsurgente que incluyó aviones, helicópteros y centenares de soldados. Mientras caen varios de los combatientes de la Escuela, cientos de colaboradores son capturados y sometidos a crueles torturas; algunos fueron asesinados en las cárceles, como fue el caso del somoteño Tino Maldonado.
Los que estábamos clandestinos nos replegábamos hacia el sur, a medida que íbamos quedándonos sin casas de seguridad. De Macuelizo a Ocotal, luego a Totogalpa, después hacia Somoto y Condega, hasta detenernos finalmente en Estelí. Cuando el enemigo capturaba y torturaba a nuestros colaboradores, algunos daban información que producía nuevas redadas. De esta manera, la Guardia lograba que nuestras estructuras se desplomaran como un castillo de naipes.
En el año1975, en el municipio de Condega había una red de trabajo conformada también por familias: los Centeno, los González, los Corrales, entre otras. Los jóvenes se incorporaron a las células a realizar distintas tareas, y muchos de ellos pasaron luego a la clandestinidad. De ahí salieron Santiago Baldovinos y Julio C. Ríos, ambos caídos posteriormente. Durante varios meses sostuvimos el trabajo en Condega, pero ahí también cayó la represión, y a mediados de 1975 capturaron a Thelma y Vilma Corrales, y luego a Amanda y Luisa Centeno.
El 7 de diciembre de 1975, la casa de seguridad del matrimonio conformado por Alicia Centeno y Juan Ramón Espinoza, donde nos encontrábamos, fue rodeada por patrullas de la Guardia Nacional. Saltando cercos de piñuela, nos tuvimos que replegar a otra casa de seguridad, para luego salir hacia Estelí.
Por esos días ya se habían producido los conflictos que dieron lugar al surgimiento de la Tendencia Proletaria del FSLN, y Carlos Manuel Morales, quien era muy amigo de Jaime Wheelock, compartió sus puntos de vista, y prefirió salir hacia Honduras. Bayardo Arce asumió totalmente la jefatura del Regional Norte, y luego de Matagalpa y Jinotega, hasta que asumió responsabilidades nacionales, después de la muerte de Pedro Aráuz Palacios.
En Estelí, me designaron como responsable del trabajo organizativo en ese departamento, y continuamos desarrollando la organización de redes, el reclutamiento de jóvenes y el apoyo a las unidades guerrilleras que se fueron formando en el campo y en la montaña.
Estelí era uno de los departamentos donde el FSLN había mantenido un constante trabajo de base desde su fundación en el año 1961. Carlos Fonseca habló personalmente con un grupo de jóvenes, varios de ellos organizados en la Federación Sindical. Una buena parte eran los zapateros, con los que trabajaba Filemón Rivera en el Taller “El Zapatón”. Son ellos: Filemón Rivera, Adriancito Gutiérrez, Froylán Cruz, Filemón Moncada, Donoso Picado, Ricardo Rodríguez, Ramberto Zeledón, Luis Pérez, Oscar Benavides y Salvador Loza Talavera. Filemón Rivera había sido jefe del regional varios años, antes de caer preso en 1969.
Filemón se destacó por su responsabilidad, su mística, su disciplina y entrega absoluta a la lucha. En 1965 pasó a la vida clandestina y participó en la jornada heroica de Pancasán. En 1969 cayó preso, y salió libre en diciembre de 1970. De inmediato se reincorpora a las tareas y luego pasa a la montaña, en donde se mantuvo hasta su muerte en combate en la unidad que dirigía Víctor Tirado López. De Filemón Rivera sólo hemos escuchado cosas buenas, y su trabajo, en su natal Estelí, dejó huellas profundas, y a su hermano Francisco Rivera “El Zorro”, quien fue, tal vez, su mejor alumno.
Denis Enrique Romero Zamorán fue nombrado Responsable Regional del Norte en 1971. Él era un extraordinario compañero de militancia socialista que había estudiado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de ahí se incorporó al FSLN. Había sido entrenado por Al Fatah, en Palestina, y cuando regresa a Nicaragua le encargan la ciudad de Estelí, donde trabajó junto a Filemón Rivera en el reclutamiento y la organización de las redes.
Romero fue capturado en noviembre de 1971 y le aplicaron la Ley Fuga2. La Guardia Nacional afirmó que mientras lo trasladaban de Estelí a Managua, él se había tirado del jeep que iba a ochenta kilómetros por hora. Su familia desmintió la falsedad, mostrando las terribles señales de las torturas a que fue sometido. Después de Denis Enrique, René Núñez estuvo un corto tiempo al frente del trabajo en ese departamento. Algunos colaboradores nos hablaban de ellos cuando los volvíamos a contactar.
Viejos colaboradores que recuerdo, eran el papá del “Zorro”, Marcos Rivera, así como Paulina Alonso, quien contaba que a su casa llegó también Carlos Fonseca. Venancio Alonso “El Trompañero” había incorporado a la lucha a casi toda su familia, su mamá Paulina, su hermano Denis, su tía y su prima Auxiliadora Cruz. Todos ellos volvieron a ser incorporados después de un período de receso debido a la represión. Volvimos a incorporar a los zapateros con los que había trabajado Filemón Rivera, entonces en la montaña. Otros colaboradores eran Filemón Moncada y Fanis Traña, conocido como “Denis”, a cuya humilde casa llegaron casi todos los clandestinos de entonces. También colaboró con firmeza Pacífico Arévalo “Silvestre”.
Una base estratégica para nosotros fue la casa de Rosario Altamirano, hermana de Bayardo, ambos hijos de don Ramón Altamirano, precisamente el dueño del Taller “El Zapatón”, quien había participado en el Frente Revolucionario Sandino a finales de los años cincuenta. El doctor Alejandro Dávila Bolaños, desde sus convicciones comunistas, venía trabajando en el impulso de las ideas revolucionarias desde los años cincuenta. Impartía charlas a los trabajadores y artesanos, explicando las raíces de la pobreza y la explotación.
Por su parte, las Comunidades Eclesiales de Base, desde su fe, se comprometieron a fondo, impulsadas por el mensaje de la Teología de la Liberación, a la que estaban vinculados los sacerdotes Julio López y Ernesto Bravo, en Estelí; y en Condega, los sacerdotes Francisco Luis Espinoza, y uno de apellido Webster, quienes luego fueron asesinados.
Entre los seglares teníamos también a doña Dolores Arróliga y a toda su familia, quienes visitaban las comunidades El Despoblado, Santa Cruz, El Regadío, Tomabú y La Montañita, entre otras, donde después se establecieron unidades guerrilleras. De igual forma lo hicieron la familia Úbeda, Juan Alberto Blandón, América y don Ramón Rodríguez, firmes y tiernos, en particular con las mujeres clandestinas; igual los esposos Felipe y Mary Barreda, cursillistas cristianos que dedicaron su tiempo, su dinero y su casa, en donde hacían reuniones en un gran ranchón, demostrando con la Biblia en la mano, que Jesucristo quería que el pueblo se alzara contra la opresión. Todos sus hijos, en particular Felipe quien fue capturado y torturado en 1976, así como nueras y yernos se incorporaron a distintas tareas.
El doctor Munguía siempre puso a nuestra disposición su clínica para apoyar a los guerrilleros, y ahí parí a mi hijo Pancasán. Sus hijos Cristhian y Martha, también se incorporaron a la lucha. La nueva camada de jóvenes militantes de Estelí estaba representada en Aldo Briones, Luis Alberto González, Martha Marina González, Raúl Valdivia, Juno Génova Rodríguez, Auxiliadora Cruz, los hermanos Mauricio y Urania Zelaya Úbeda, Antonio Castillo y Noel Gámez, en cuyas casas tuve que pasar a veces como novia de ellos, pues su mamás no entendían qué llegaba a hacer una mujer joven a buscar a sus muchachos. Todo el trabajo realizado perseguía reactivar la beligerancia popular que había declinado luego de las represiones que acontecieron entre los años 1969 y 1971.
Observábamos que la tendencia de los estilianos era pasar directamente a las operaciones armadas. Mientras llegábamos a plantearles la necesidad de la organización y la cooperación, ellos pedían directamente armas y misiones de combate, considerando el trabajo organizativo y movilizativo como algo innecesario, que podría traerles represión sin resultados tangibles. Nosotros teníamos como antecedentes las luchas en León, el trabajo en los barrios, la movilización estudiantil, formas que multiplicaba la militancia y que permitía consolidar las estructuras.
Por su parte, Bayardo Arce tenía sus propias estructuras clandestinas en el norte. Hacía énfasis en la organización de las unidades de combate de las zonas rurales. Una de sus misiones era el impulso de la Ruta Sandino, para enlazar las ciudades con la montaña a través del establecimiento de unidades guerrilleras en zonas intermedias. La zona norte era también ruta de abastecimiento para los compañeros que estaban en la montaña.
Teníamos la tarea de conseguir vehículos, vituallas, medicinas y dinero para enviar a las unidades guerrilleras que ya se habían establecido como parte de este esfuerzo. Omar Cabezas estaba estableciendo la Bonifacio Montoya, mientras el profesor César Augusto Salinas Pinell y Fabio Martínez, procedentes de Matagalpa, trabajaban en el inicio de lo que posteriormente fue la Unidad guerrillera César Augusto Salinas (CAS).
A finales del año 1975, llegó Venancio Alonso a Estelí; después de trabajar como enlace entre la montaña y la ciudad (1969-1971), él había salido en 1972 para Cuba a entrenarse. Regresó a Nicaragua poco antes que Carlos Fonseca, y fue enviado a la montaña, pero por diferentes problemas perdió contacto y bajaba a Estelí a restablecerlos.
Bayardo asistió poco tiempo después a una reunión con Carlos Fonseca y Pedro Aráuz en Managua, ahí se acordó que Venancio quedaría en Estelí y le dieron la misión de organizar la Unidad guerrillera General Pedro Altamirano (GPA). Ese trabajo se desarrolló en 1976 en Santa Cruz, La Almaciguera, La Laguna, el despoblado San Roque, El Guaylo, Limay, Pueblo Nuevo, Tomabú y La Trinidad. Entonces se cosecharon los frutos del trabajo organizativo realizado en esas comunidades, se reclutaron a combatientes como Oscar Lanuza, Ismael Lanuza “Charralito”, José del Carmen Aráuz “El Segoviano”, que luego pasó a ser el Segundo de Omar Cabezas en la Unidad Bonifacio Montoya, hasta que se incorporó a la Tendencia Tercerista en 1978.
Los principales colaboradores fueron: Domingo Velázquez y su familia (Chico, Donaldo y Eduardo); Los Urbina, familia de Sebastián Calderón Urbina; Los Aráuz, el papá, la mamá, y los hermanos del “Segoviano”. En el Guaylo, los Huete, los Peralta; en Limay, Genaro Cruz, Carmen Castellón y los Rosales; y en Pueblo Nuevo, Leoncio Rodríguez.
También fueron reclutados Justo Pastor Cruz “Matías”, conocido como Antolín, Marlene Chavarría “Yaoska”, incorporada a los quince años a la GPA; Roberto Laguna, quien después del triunfo fue presidente de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG); Agenor Gutiérrez, Leo Aráuz, quien después se fue a combatir con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en El Salvador, y Santiago Baldovinos, quien venía de Condega. Con este grupo, se creó la primera fase de la Unidad General Pedro Altamirano.
En el año 1976 pusieron bajo mi responsabilidad a Sonia Uriarte y posteriormente a Socorro Sirias, ambas de León. Nos habían orientado volver a contactar las estructuras de todos los municipios anteriormente desarticulados por la represión: Pueblo Nuevo, Condega, Somoto y Ocotal. Sonia provenía de los movimientos cristianos y también tenía experiencia organizativa. Socorro había estado más bien en tareas de apoyo. Mientras Socorro viajaba a recontactar Somoto, Sonia atendía las comunidades rurales. Posteriormente, ella fue incorporada a la recién creada GPA. Me asignaron atender también Matagalpa, en donde ya se encontraba clandestino otro condegueño Mario González “Erick”.
Para el año 1977, Pedro Aráuz y Bayardo Arce nos comunicaron la decisión de pasar a la ofensiva militar en las ciudades. Los preparativos para ello fueron seriamente diseñados. Se nos explicó que las acciones implicarían mayor represión, y que todos aquellos cuadros clandestinos que no se sintieran capaces de soportar la presión, podrían plantearlo y se les sacaría del país por veredas, sin ningún tipo de acción disciplinaria, para que siguieran trabajando en misiones de apoyo desde el exterior. “Erick” solicitó salir y junto con Quincho Ibarra fueron sacados por veredas hacia Honduras. Los militantes clandestinos que decidimos quedarnos fuimos nuevamente juramentados.
Como parte de los preparativos se organizó una escuela guerrillera en Honduras, y para allá salió a entrenarse un grupo selecto de compañeros de distintas partes del país, entre ellos: Mauricio Valenzuela, Felipe Escobar, Luis Alberto González, Reynaldo Díaz, Arnoldo Quant, el Pelón Rostrán y Glauco Robelo. Los instructores fueron Juan de Dios Muñoz, Charlotte Baltodano y Pedro Aráuz Palacios. Después de eso, trasladan a Felipe Escobar a Estelí, con la misión de organizar las unidades militares en la ciudad. La Unidad General Pedro Altamirano estaba para entonces bajo la responsabilidad de Ismael Lanuza “Arcadio GPA”3. La GPA había sido desarticulada después que caen Santiago Baldovinos y Abraham Zapata y por desacuerdos se va Venancio Alonso con Sonia Uriarte, su compañera, asilándose en la Embajada de México.
La mayor parte de los entrenados participaron en la operación ofensiva “Ródrigo no ha muerto”, realizada el 4 de mayo de 1977 en Managua y Estelí, y posteriormente en León. La operación en Estelí fue la más exitosa. Se atacó una patrulla de la Brigada Especial contra Actividades Terroristas (BECAT), en la propia ciudad, aniquilándola por completo. Ismael Lanuza y Felipe Escobar habían realizado la emboscada que generó una gran expectativa entre nuestros militantes y la población.
Como ya dije, en Estelí la gente tenía la memoria de las luchas del General Sandino; por eso, si no había armas y acción militar, les parecía una pérdida de tiempo. Una muestra de estas concepciones se expresa en las dificultades que tuvimos cuando realizamos en todo el país la jornada “Si Tomás muere…”, que perseguía poner fin al aislamiento de Tomás Borge, quien estaba en huelga de hambre en la prisión. Esta jornada incluyó la toma de iglesias y diversas movilizaciones. Me acuerdo que en Estelí, los jóvenes consideraban demasiado pacíficas estas acciones.
Tuvimos que involucrar directamente al responsable militar del departamento, Felipe Escobar, en la toma de la Catedral. Él tuvo que dirigirla personalmente, poniéndose al frente de jóvenes estudiantes que después se mostraron entusiasmados. Las tomas de la Catedral y de los colegios de parte de estudiantes de secundaria, generaron una jornada movilizativa exitosa en toda la ciudad, creándose así una masiva efervescencia. Por primera vez, la gente se movilizó en las calles, hicieron pintas, fogatas y desafiaron políticamente a la Guardia, lo que fue fundamental como entrenamiento para las jornadas insurreccionales.
En medio de esa jornada, en junio de 1977, Bayardo Arce y yo nos movilizábamos a una reunión en Matagalpa en el carro del doctor Moisés González. Un traidor, Marvin, informó a la Guardia y nos entregó. Oficiales de la Oficina de la Seguridad nos montaron una celada en la carretera Sébaco-Matagalpa, que iniciaron con el ametrallamiento del automóvil, mi posterior captura y la del doctor González, mientras que Bayardo logró romper el cerco y llegó a pie hasta Matagalpa. Después de mi captura, Felipe Escobar es nombrado Responsable de Estelí. Mientras lo que queda de la GPA, bajo el mando de Ismael Lanuza, es reforzada con Mauricio Valenzuela.
Todas las estructuras de Estelí estaban controladas por la Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP). En octubre de 1977, la Tendencia Tercerista orienta los ataques a los poblados en la línea de empujar las insurrecciones; se organiza el Frente Norte, el cual incursiona desde Honduras montando la emboscada de San Fabián y tomándose luego otros pueblos segovianos. Julio Ramos llega a Estelí en 1977, mientras que Francisco Rivera “El Zorro” y Elías Noguera, llegan en junio de 1978, a organizar la insurrección de septiembre de ese año. En las próximas páginas conversamos con hombres y mujeres protagonistas de estas luchas en Las Segovias. Con ellos rememoramos los principales hechos de esta etapa, deteniéndonos en particular en la insurrección de Matagalpa, en agosto de 1978, y en las tres insurrecciones de Estelí.
NOTAS
1 La organización básica del FSLN era la célula, una estructura pequeña que incorporaba a varios miembros para estudiar materiales de formación política, de medidas de seguridad, y para la acción revolucionaria. Había células que se especializaban en tareas de propaganda, impresión de materiales de comunicación o de trabajo barrial.
2 Ley Fuga se denominó al método que usaba el régimen somocista de asesinar a los prisioneros, argumentando que habían tenido que dispararles mientras trataban de escapar.
3 Le decíamos “Arcadio GPA”, de la General Pedro Altamirano, para diferenciarlo de “Arcadio”, el de la montaña, que era David Blanco.
Jorge Ruiz :
Magnifico por que esta lucha fue de todos, no de unos cuantos iluminados y, no solo eso, estan tergiversando la verdadera historia de lucha. Me parece un justo reconocimiento a la memoria de los martires y heroes de la verdadera revolución sandinista. Felicito a Monica por esta brillante iniciativa. Esto es lo que realmente pasó para esos tiempos. Soy originario de Ocotal y recuerdo que junto a mi madre Guadalupe Ruiz (hermana de Faustino El "Cuje") dimos refugio a Monica y Carlos Manuel. Esta foto es de 1978 en una casa de seguridad de San Marcos de Colon, gpo. guerrillero del FSLN preparándonos para la insurrección final, entre otros compañeros están Juancito "el humilde campesino" y Jaime Agurcia.
28 Feb, 14