Memorias de la lucha Sandinista

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Estelí: Indomable guerrillera

Elías Noguera y Julio Ramos


Julio César Ramos Argüello nace el 31 de agosto de 1955 en Managua. Estudia en el Colegio Pedagógico de la capital, y desde la secundaria participa en el Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR). En el año 1973 inicia estudios universitarios de Medicina en la ciudad de León. Ahí se integra de manera formal en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, a través de Oscar Pérezcassar.

Se incorpora a la lucha guerrillera y pasa a la clandestinidad en 1976. En el año 1977 asume la jefatura de la Columna General Pedro Altamirano en Estelí. Forma parte del Estado Mayor del Frente Norte por parte de la Tendencia Guerra Popular Prolongada y, en esa condición, participa en las insurrecciones de Estelí y la toma de los poblados aledaños.

Recibe el grado de honor de Comandante Guerrillero y luego del triunfo de la Revolución Popular Sandinista forma parte del Ejército Popular Sandinista (EPS), hasta su retiro de las fuerzas armadas con el grado de General de Brigada, en marzo de 1999. A la fecha de esta entrevista, trabaja en su profesión.

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Elías Noguera nace en Boaco el 18 de diciembre de 1954. Realiza estudios en su ciudad, hasta que sale a Méjico donde estudia agricultura. Siendo adolescente se incorpora en las organizaciones estudiantiles de su ciudad, y en 1971 al FSLN. Con el seudónimo de “René”, es el segundo de Francisco Rivera “El Zorro” en el Frente Norte en el año 1977, así como en las insurrecciones de Estelí en 1978 y 1979.

Combate en Jinotega al lado del héroe de la Revolución, Germán Pomares “El Danto”. En la fase final de la insurrección conduce la toma de su pueblo natal, Boaco. Después del 19 de julio recibe el grado honorífico de Comandante Guerrillero y posteriormente queda incorporado al EPS, donde obtuvo el grado de Coronel. Sale a retiro en el año 1990 y, a partir de entonces, se dedica a la producción de café y a la organización de la Federación de Oficiales en Retiro.

En octubre de 1977, una columna guerrillera, entrenada y organizada en Honduras por el Frente Sandinista Insurreccional (Tercerista), penetró clandestinamente cerca del puesto fronterizo de Las Manos, para atacar Ocotal, cabecera del departamento de Nueva Segovia. Debido a distintos factores, no realizaron el plan, y tuvieron que emboscar a una patrulla de la Guardia en San Fabián. Mientras, otra columna ataca el Cuartel de San Carlos, otras operaciones simultáneas fallaron y lo que se pensaba sería la Ofensiva Final, se convirtió en una jornada insurreccional que dejó importantes lecciones pero, sobre todo, un camino trazado para los meses posteriores.

Desde esa columna guerrillera del Norte, se organizaron distintas operaciones sobre pequeños poblados, y de ahí fueron destacados en distintas direcciones hombres y mujeres que luego constituyeron los mandos Terceristas de los distintos frentes insurreccionales. Uno de esos guerrilleros era Elías Noguera.

En esos mismos días, Julio Ramos acababa de recibir el mando de la Columna General Pedro Altamirano, que operaba en los alrededores de Estelí, y que había realizado su primera operación en mayo de ese año, atacando un jeep BECAT de la Guardia, en el bulevar de la ciudad: la patrulla es aniquilada completamente.

Con Julio Ramos (GPP) y Elías Noguera (Tercerista) conversamos para recordar detalles de la jornada insurreccional del año 1978, en la cual por primera vez se articularon esfuerzos de las tendencias para hacer más eficaces los golpes al enemigo. También iniciamos el relato de la Insurrección Final de 1979, con sus hermosas páginas de heroísmo y en cuyas letras no puede faltar Francisco Rivera, “Rubén” o “El Zorro”.

Mónica: La primera pregunta para ambos es ¿cómo se incorporaron a la lucha?

Elías: Mirá, de Boaco poco se ha hablado, pero ahí hubo organización revolucionaria desde finales de los años sesenta. En 1971 le correspondió a Alfonso García Zeledón, que es un boaqueño y era presidente del Centro Estudiantil Universitario de la Universidad Centroamericana (CEUCA), realizar un trabajo organizativo muy fino en esa ciudad. Él ya era del FSLN, y la Dirección Nacional le orientó en esos años hacer un trabajo en la ciudad de Boaco, junto con Roberto Sánchez.

Nosotros estábamos trabajando en el Movimiento Estudiantil de Secundaria (MES) y en los barrios. Yo estaba en tercer año de secundaria; y como Boaco era una ciudad muy pequeña, imaginate en el año 1971, llevamos a cabo todo un trabajo organizativo, sobre todo en el sector estudiantil, en los barrios, con las enfermeras, también con los maestro. A partir de ahí, se conformó una célula del Frente Sandinista que dirigía Alfonso García. Los seminarios los impartía Roberto Sánchez. Ahí estaban unos obreros y unos estudiantes que eran integrantes de esa célula.

Julio: Por mi parte, quiero decir que en mi familia, mi padre Luis Ramos López, siempre fue una persona anti-somocista, y se ligó al movimiento anti-somocista desde muy temprano. Formó parte del movimiento agüerista en su debido momento, y eso marcó en mi familia y en mí una posición patriótica en contra de la dictadura.

Luego, mi incorporación al Movimiento Cristiano, cuando estudiaba en secundaria, me permitió profundizar más sobre la problemática social y participar en un conjunto de actividades sociales. Entonces vislumbramos de manera más clara, la urgente necesidad de realizar el cambio político en Nicaragua. Creo que son dos grandes corrientes: la de mi familia y la del Movimiento Cristiano, las que me condujeron a adoptar la posición sandinista que asumí en ese momento.

Participé en la toma de las iglesias en 1970-1971. Yo estudiaba en el Colegio Calasanz, en Managua; recuerdo toda esa jornada, la huelga de la leche y el pan que se desarrolló en la Avenida Roosevelt, también en 1971. Me bachillero en el año 1972, un mes antes del terremoto, y me traslado a la ciudad de León a estudiar medicina.

Estudiando medicina allá, me contacto con “El Gordo Pin”, Oscar Pérezcassar, con vos, con otras compañeras como Martha Cranshaw, y colaboramos con el FSLN. Participo también en el Movimiento Cristiano de León y en 1973 me integro de manera formal al Frente Sandinista, a través de Pérezcassar. Contaba con 18 años de edad, estaba recién bachillerado y a partir de ahí inicia mi participación de forma activa en el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Mónica: Creo que es común en nuestros dos invitados de esta mañana, su incorporación muy jóvenes: Elías tiene 44 años y Julio 43. Julio ha sido uno de los más jóvenes en cada promoción del Ejército, incluso cuando ascendió al grado de General de Brigada. ¿Cuántos años tenías Julio?

Julio: El ascenso a General fue hace dos años y tenía 41 años. Lo que pasa es que en los rimeros ascensos de 1980, yo fui ascendido a Comandante de Brigada, junto al actual General Joaquín Cuadra, con el Comandante Edén Pastora, Leopoldo Rivas y el Comandante Hugo Torres. Ésa es la primera promoción, en julio del año 1980. Cuatro compañeros fuimos ascendidos a Comandante de Brigada. Yo era el más joven, tenía entonces 24 años.

Mónica: Elías nos ha comentado que en 1975 fue a México, de donde saldría a entrenarse a Cuba; y por los problemas de la división en el FSLN, se quedó dos años en el trabajo de solidaridad en México; después pasó a Honduras, donde se entrenó para incorporarse al Frente Norte. Aunque quisiéramos que nos contaran más de sus vidas, como hemos definido que el tema es las insurrecciones de Estelí, vamos a irnos directamente a esas fechas. ¿Dónde estaban y que hacían ustedes cuando se inicia la etapa insurreccional de la lucha contra la dictadura?

Elías: En 1977, yo estaba en territorio hondureño y ahí comenzamos a preparar a los primeros grupos, dirigidos por Daniel Ortega, Germán Pomares, Víctor Tirado López, Oscar Benavides y Francisco Rivera “El Zorro”. Unos estábamos en la ciudad de Tegucigalpa y otros en el campo, en una finca de entrenamiento político-militar. Ya estaba claramente marcada la división del Frente Sandinista en tres tendencias, y en esos grupos habíamos puros Terceristas.

Después del entrenamiento militar que duró varios meses, entramos a Nicaragua de acuerdo con la tesis insurreccional de atacar las ciudades. Íbamos a atacar Ocotal en coordinación con operaciones en otras ciudades del país, como los ataques a San Carlos, a Masaya y a Chinandega, cuestiones que se descoordinaron. El mismo ataque a Ocotal no se dio, pero hicimos la emboscada de San Fabián.

Después, una parte de esa columna nos quedamos como una agrupación guerrillera en Macuelizo, trabajando ya concretamente en Ocotal; y para marzo de 1978, tenemos ahí un destacamento pequeño dirigido por Joaquín Cuadra, Facundo Picado y otros compañeros. Nos ubicamos en Macuelizo para preparar la toma Ocotal e incidir también sobre Estelí.

Julio: Cuando me integro a la zona norte, en 1977, vos acababas de caer presa, y Felipe Escobar era el Responsable de la ciudad de Estelí. La guerrilla rural no existía y había un esfuerzo reciente, aproximadamente de dos o tres años, de la Columna General Pedro Altamirano (GPA), pero que había sido desmantelada por la Guardia Nacional.

A inicios de 1977, se reactiva el proyecto de una columna del campo. Había un pequeño equipo inicial de dos compañeros de origen campesino, posteriormente se integran otros de la ciudad. Al frente estaba Ismael Lanuza “10”, originario de la zona de Tres Esquinas. Mauricio Valenzuela es incorporado después, así como otros compañeros que venían de la ciudad. Me integro a inicios de septiembre de 1977 y nos ubicamos en la zona sur de la ciudad de Estelí. Y así fue que conformamos el núcleo inicial, de manera permanente, de la Columna General Pedro Altamirano.

Esa unidad de combate se convierte en columna. Para entonces teníamos pequeñas unidades guerrilleras en otros municipios del departamento de Estelí. Había algunos contactos y colaboradores en la zona de Limay, en Achuapa y en el sur de la ciudad de Estelí.

Estas unidades guerrilleras eran un reflejo de la estrategia que el Frente Sandinista, Tendencia GPP, había diseñado para esa zona: el fortalecimiento de las columnas denominadas de campo. El concepto era crear columnas de campo. La más cercana a la ciudad iba a ser la General Pedro Altamirano, pues estaba básicamente a la orilla de Estelí, donde teníamos cerca los campamentos.

También se formó la Columna César Augusto Salinas Pinell (CAS), que dirigía el Comandante “Isauro” en la zona noreste de Estelí, buscando Jinotega, en la zona de Condega y Yalí, que abarcaba básicamente desde Condega hasta aproximadamente la zona de Zompopera y Pantasma; y más al norte operaba la Bonifacio Montoya, que partía de la zona de Quilalí y cruzaba Kilambé, hasta pegar al centro de la montaña.

Mónica: Ése era el viejo sueño de “La Ruta Sandino”. Esa serie de columnas que pegaban Honduras con la Cordillera Isabelia. Era la idea de tener una ruta de abastecimiento militar a la montaña.

Julio: Esa era la estrategia en función de la montaña; pero, por el desarrollo mismo de la lucha, a las columnas de campo, bajo la conducción de Bayardo Arce, se les empieza a dar orientaciones para actuar sobre las ciudades, como efectivamente lo demostraron. Es decir, se ajustó el concepto de columna no solamente en razón de la montaña, sino también en función de sí misma y de la ciudad.

Desde que llegué a Estelí en septiembre de 1977, pasamos un año movilizándonos de la zona de Achuapa a la de Limay, y hacíamos escuelas militares. Nosotros habíamos preparado, si mal no recuerdo, a más de sesenta militantes y colaboradores campesinos. Todo ese año ampliamos la base social, de manera que para septiembre de 1978, nosotros ya tenemos una unidad militar muy bien entrenada y consolidada.

Los principales Jefes entre los años 1977 y 1978 eran: Ismael Lanuza “10”; Mauricio Valenzuela “11”; Roberto Laguna “Mauricio” o “12”; yo era el “13”; Felipe Sáenz “Ramiro” o “14”; Pedro Pablo, un campesino de La Estanzuela, el “15”; y Oscar Lanuza “16”.

Ismael Lanuza sale para la montaña a los pocos días que yo llego, y quedo al mando de la Columna Pedro Altamirano. Posteriormente se integra otro compañero, el “9”, un muchacho de Estelí; el “8”, era Antenor Rosales; y el “7”, un muchacho de Chinandega. Ése era el núcleo que durante un año empezamos a desarrollar las clínicas militares y a preparar las condiciones de acumulación.

Oyente: Mi nombre es Dominga Rivera y en la guerrilla era “Arlen”. Yo estuve en la columna con el compañero Julio Ramos y es muy emocionante para mí revivir esos momentos. Felicito a la compañera Mónica por este programa.

Julio: Yo también quiero saludar a los compañeros colaboradores y habitantes que participaron con nosotros en los barrios de la ciudad de Estelí, con los que estuvimos hombro a hombro en las jornadas combativas; de igual manera en las zonas del campo que participaron, que es donde me desarrollé durante bastante tiempo, como El Despoblado, Tres Esquinas, Santa Cruz, un conjunto de lagunas, un conjunto de comarcas, en donde también campesinos de la zona participaron de forma combativa con nosotros. Para todos ellos, para los estilianos que históricamente han demostrado su combatividad en su esfuerzo y su desarrollo por salir adelante en las causas históricas.

Mónica: ¿Cuáles eran las condiciones que prevalecen en Estelí y que permiten la insurrección del año 1978?

Julio: Para septiembre de 1978, se produce la primera insurrección de Estelí. La gran capacidad combativa y heroica que demostró la ciudad, surge por la activación de los grupos insurreccionales, tanto de las fuerzas de la GPP como de las Terceristas comandadas por Francisco Rivera. Pero también es resultado de una acumulación que se venía realizando desde muchos años antes, del trabajo clandestino en las zonas urbanas de Estelí, que tenía años de estarse realizando.

El lanzamiento insurreccional en la ciudad de Estelí se da precisamente gracias a un esfuerzo histórico de muchísimos compañeros, héroes y mártires que ofrendaron sus vidas desde la década de los sesenta en todo el departamento, en la ciudad y en el campo, en donde hubo campesinos que participaron de forma combativa.

Estelí ha sido cuna histórica del movimiento sandinista, tanto en su versión original a inicios del siglo veinte, como en la versión del Frente Sandinista, a partir de los años sesenta; y ojalá que siempre sea destacada por producir a excelentes compañeros de gran visión y de gran capacidad.

Elías: En efecto, la actividad insurreccional en Estelí en 1978, fue producto de un trabajo organizativo histórico del Frente Sandinista desde hace muchos años, pero considero que para septiembre de 1978, las condiciones subjetivas y objetivas están dadas para el brote insurreccional; porque la gente ya no quería oír, organicémonos para que nos tomemos una iglesia, organicemos para presionar al Comandante de la Guardia que tenía preso a un dirigente estudiantil u obrero, sino que decían: –Denme las armas.

Además, la Guardia le había respondido al pueblo con fuego y plomo. Había una represión indiscriminada en el campo y en la ciudad. Habían matado a aquel niño de apellido Valenzuela, lo que desató toda una movilización de furia del pueblo; donde incluso fueron asaltados algunos supermercados, se tomaron las calles, fueron al comando a increpar a la Guardia, presionaban a la Iglesia Católica para que tuviera una posición más firme. Entonces, ya había una efervescencia de la población.

Esto es el acumulado de un trabajo organizativo donde la gente dice, no nos queda otra alternativa que la lucha armada; y esto, en parte, es motivado por toda la actividad que se había dado anteriormente en Estelí y Nueva Segovia. Y con el Frente Norte, se había desarrollado una serie de actividades militares en todo el transcurso de los años 1976 y 1977.

Mónica: Y ya también había ocurrido la insurrección de Monimbó, en febrero. Había una imagen de qué es lo que había que hacer.

Julio: Poco a poco la gente iba perdiendo el miedo. La misma gente se iba preparando en términos militares, y ya salía más a la calle.

Mónica: Tal vez habría que recordar, Elías, que había un Plan Nacional elaborado por la Tendencia Tercerista. ¿Vos estabas en Estelí para empujar ese plan?

Elías: Claro, por supuesto. Viajé de Ocotal a Estelí. Estábamos en Ocotal con la Columna Jorge Sinforoso Bravo, en la cual Facundo Picado era el jefe y yo, el segundo jefe. En junio de 1978, llega “El Zorro” a Estelí, procedente de Managua, donde se reunió con Joaquín Cuadra, y lleva consigo el plan integral insurreccional. “El Zorro” nos manda a llamar a Facundo Picado, a Pedro, “El Segoviano” y a mí. Somos cuatro los que conformamos un pequeñito Estado Mayor insurreccional en Estelí y comenzamos a trabajar desde cero.

Recuerdo que “El Zorro” sólo se vino con el pasaje, y le digo: – ¿Tampoco te mandó plata Joaquín Cuadra? –Sólo me dio para el pasaje. ¿Y vos cuánto tenés? –me pregunta. –Yo tampoco tengo; un colaborador me dio el pasaje para Estelí. ¿Y qué armas tenés? –preguntamos. Y dice: –Tengo una 45, ¿y ustedes qué tienen? –Una Browning. Ésas eran las armas del Estado Mayor, ¡imagínense! Eso era todo lo que teníamos para impulsar la insurrección.

Entonces le dije al “Zorro”: –Hagamos algo y busquemos reales. Como yo tenía un trabajo en Ocotal, que había hecho con Facundo Picado hacía meses, le dije: –Hagámosle un “préstamo” al Banco Nacional de Desarrollo (BND). ¿Quién va a ir? –pregunta Facundo. Y yo me apunté con Prudencio Serrano, otro muchacho hondureño y una compañera de seudónimo “María”. Pero a última hora Facundo observó algo, y me dijo: –Fijate que yo miro a los compañeros un poco nerviosos. Sí –le digo, sucede que estos compañeros se acaban de preparar militarmente, tienen un mes de preparados. Y entonces decide acompañarme.

Íbamos los dos jefes del destacamento militar Jorge Sinforoso Bravo y yo. Te estoy hablando de 1978. Teníamos un colaborador, un hermano de Carlos Fonseca que vivía detrás del BND, donde nos tenía preparada alguna escapatoria, por si fuera necesaria.

Cuando estábamos por entrar al banco, vino un guardia sobre la calle, y nosotros pensamos dos cosas: o se filtró la información o nos detectaron. Le hice seña a Facundo, y decidimos no entrar en ese momento. Uno de los compañeros tenía como quince años de edad, era hondureño, y se le ocurrió comprar bananos en el mercadito que está frente al banco; pero de los nervios, comienza a comérselo con la cáscara. Yo no fumo, pero también me puse nervioso, entonces compré un chelín de cigarros y fósforos, y me puse a encender el cigarro para disimular, ¡pero veo que lo encendí al revés!

Finalmente penetramos al Banco y resulta que el muchacho, en vez de sacar la pistola, sacó otro banano: –Manos arriba, manos arriba. La gente del banco se puso a reír y dijeron: –Ese maje está loco; hasta que le grito que sacara la pistola, y de los nervios ni la encontraba. Yo tenía información que en el banco había como doscientos mil córdobas y como cincuenta mil dólares, pero al final recuperamos setenta mil córdobas, y los trajimos en bus a Managua, para entregarle cuentas a Joaquín Cuadra.

Quedamos de reunirnos en Managua con Joaquín, y resulta que yo me vengo en un microbús con Facundo, y cuando llegamos al municipio de La Trinidad, sobre la Carretera Panamericana, volví a ver hacia atrás, y en el último asiento estaba “El Zorro” con otro compañero. ¡Todo el Estado Mayor venía en ese mismo microbús hacia Managua!

Le entregamos a Joaquín los setenta mil córdobas. Me están dando una salvada, ¿sabés cuánto tenía? –me dice. – ¿Cuánto? ¡Tenía 300 pesos aquí en Managua! ¡Así eran las cosas!

Oyente: La compañera que participó en el asalto al Banco junto con Elías se llama Violeta Jiménez.

Elías: Claro, ésta es una excelente compañera de Jalapa.

Julio: Cuando ustedes llegaron en junio, nosotros empezamos a reforzar desde el campo el trabajo de la ciudad de Estelí. Trasladamos a Antenor Rosales porque estaba enfermo, y se le dejó reforzando el trabajo en la ciudad que estaba bajo la responsabilidad de Felipe Sáenz, pues Felipe Escobar había caído preso.

Cuando llegó el grupo de ustedes, yo me acuerdo que a mí me lo reportan los colaboradores, porque ustedes empezaron a reclutarlos, e incluso algunas veces utilizamos las mismas casas de seguridad. Me acuerdo que una noche, estando en una casa, me dijo el colaborador: –Hermano, allí hay unos cheles raros que dicen que son sandinistas. –Esperate, dejame verlos por si son de otra tendencia; y yo asomándome allí en la madrugada a través de una rejilla, así fue que conocí a “Rubén”, “El Zorro”.

Efectivamente, los terceristas le imprimen un nuevo curso al movimiento armado, a través de la táctica insurreccional. Logran asentar el trabajo organizativo a través de los contactos del mismo Francisco Rivera, así como de José del Carmen Aráuz “El Segoviano”, quien anduvo varios años en la Bonifacio Montoya, los dos originarios de Estelí. Se restablecen una serie de contactos, y todo eso facilita el montaje de la insurrección en septiembre de 1978. A finales de agosto de ese año, se había dado la insurrección de Matagalpa, una insurrección espontánea que comenzó con una manifestación y terminó en unas barricadas.

Mónica: Estaba reciente el asalto del Palacio Nacional, el 22 de agosto, y había efervescencia entre los estudiantes organizados en la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES), que en Matagalpa era muy beligerante. Es la insurrección de los muchachos, en la que los protagonistas son prácticamente unos niños y niñas.

Elías: También fue detonante en Estelí, el asesinato de José Benito Escobar el 15 de julio. En esa ocasión se dio una manifestación gigantesca en la ciudad.

Mónica: Para la insurrección de 1978, ¿cómo se articulan las fuerzas de las Tendencias GPP e Insurreccional?

Julio: Cuando se da la insurrección de 1978, yo estaba en la zona de La Estanzuela. Bajo con treinta compañeros, todos preparados militarmente y con unas veintiuna armas largas, que nosotros habíamos venido acumulando. Como teníamos enlace directo con Honduras, nos abastecíamos de ahí, y después con el dinero que habíamos “recuperado” en un asalto a un banco de La Trinidad. A inicios de 1978 me autorizaron a comprar armas directamente en Honduras.

Elías: Los Terceristas nos dividimos en cuatro grupos guerrilleros: el primero se ubicó en Carretera Norte, dirigido por Facundo Picado, que era del Estado Mayor del Frente Norte, para contener a la Guardia que viniera de Ocotal, de Madriz y de Condega; el segundo, en el sur, por Santa Cruz, por donde estaba Julio Ramos. Allí estaba de jefe “El Segoviano”, con instrucciones de insurreccionar a esos pueblos y caerle a La Trinidad, para que sirviera de contención de la Guardia que viniera de Matagalpa o de Managua.

El tercer grupo fue dirigido por “El Zorro”, con cinco hombres, atacó la parte frontal del comando GN de Estelí; y el cuarto éramos yo con cuatro hombres en la retaguardia. En total, con 25 hombres con armas, combatientes, y otros grupos de jóvenes, de chavalos que se habían entrenado, mujeres, etcétera, que estaban en el casco urbano de la ciudad. Por eso es que afirmo que las condiciones subjetivas y objetivas de Estelí ya estaban dadas, porque la gente responde incorporándose masiva y activamente.

Julio Ramos estaba hacia el sur y entra por el barrio El Zapote. Ahí nomás se integró sin mayores discusiones. Fijate que yo recuerdo que a Julio le vi la cara hasta tres días después de la insurrección de septiembre, por el fragor del combate. Yo estaba en un sector de Estelí, por el puente de hierro, y Julio estaba con “El Zorro” por el barrio El Zapote.

Julio: Efectivamente, yo entro por el sur y hablé con “Rubén”, y entonces le pegunté si vamos a la cuestión. Yo primero me informo con los Responsables urbanos de la GPP, y luego platico con “Rubén”, ya sabiendo cómo estaban nuestras fuerzas:

–Hombré, ¿cómo está la cosa? Hombré, nosotros tenemos tanta gente –me dijo, y estamos en tal sector. Bueno, dividámonos la ciudad –le dije. Fue así que yo agarré el sector sur y establecimos la Comandancia con “Rubén”.

Me acuerdo que un día martes en la tarde, la Guardia nos reculó casi hasta arriba, y “Rubén” andaba un fusil FAL y yo un G-3, y hablamos: –Mirá, y ¿cómo paramos esta chochada? Yo andaba una granada. Nos fuimos por dentro y la colocamos debajo de la tanqueta. Ahí logramos atemorizar a la Guardia, y la tanqueta se fue en retroceso. Te estoy hablando de cuatro y media a cinco de la tarde, ya oscureciendo. Cuando los empezamos a corretear, no logramos capturar la tanqueta; pero encontramos dos patrullas, aniquilamos a una patrulla y “recuperamos” seis rifles Garand.

Mónica: Recuerdo, Julio, que después de la insurrección de septiembre de 1978 de Estelí, vos viniste a una reunión en Managua y nos contaste cómo se había ido en la retirada de Estelí cientos de jóvenes. Recuerdo a chavalas entre catorce y quince años, algunas de ellas las pasamos a la ciudad a dar cobertura a las casas de seguridad.

Vos nos contaste que era tanta la gente que estaba en los campamentos, que hasta llegaban los vendedores de helados, de paletas. Me parecía inverosímil que hubiera campamentos guerrilleros donde llegaban los vendedores ambulantes. Contanos, ¿cómo fue eso?

Julio: Después de la insurrección de septiembre de 1978 en Estelí, la gente salió en dos direcciones: hacia el sur y hacia el oeste. Efectivamente, en el campamento de Elías, cuando yo pasé visitándolos días después, buscando una gente que se me había perdido, y estaban con él. Ahí andaban los vendedores de chicles y de agua helada, que bajaban de San Roque en La Montañita. El grupo que llevabas vos, Elías, hacia el lado de San Roque, y el grupo que nos llevamos hacia el sur, hacia el lado de La Estanzuela, la zona de El Despoblado, y nos bajamos todavía más al sur de San Nicolás de Cantagallo, ya buscando hacia el lado de Sisle y Sasle.

Mónica: ¿Y la Guardia no se atrevía a entrar?

Julio: La Guardia no se atrevía, porque la verdad es que era un gran volumen de combatientes. En el primer campamento que tuvimos en el sur de Estelí, éramos aproximadamente ciento ochenta, incluyendo muchas mujeres.

Obviamente, teníamos otras estructuras más compartimentadas. A los heridos, por ejemplo, los manejé en una estructura aparte, muy cerca de la ciudad, y yo los atendía personalmente.

El resto de los campamentos eran masivos. Era necesario matar una res cada tres días para darle de comer a la gente. También comprábamos arroz, pero no en libras, sino en quintales. El campamento de Elías funcionaba de esta misma manera.

Por eso es que la Guardia estaba asustada después de la insurrección. Hicieron un par de incursiones en La Estanzuela, con unos treinta o cincuenta soldados. Nos enfrentamos a ellos y matamos al jefe de la patrulla. Se resistían a meterse. Patrullaban los caminos en camiones. Posteriormente entraron no menos de cuatro veces en la zona de El Despoblado, Estelí y Tres Esquinas.

Nosotros estábamos en campamentos distintos, pero nos poníamos de acuerdo para ciertas cuestiones, nos reuníamos y platicábamos. “Rubén” me decía: –Hombré, apoyame, dame cobertura, que voy a recibir un cargamento de armas, y yo bajaba como con cincuenta hombres.

Mónica: ¿Ahí se fue dando la unidad en la acción?

Julio: Sí, pero se dio primero en el combate. En la insurrección se dio la principal unidad y después, cuando nos retiramos. En los campamentos habían compañeros de ambas Tendencias, pero como estábamos en la misma misión, incluso hasta nos prestábamos las armas. Yo me acuerdo de la segunda insurrección, en abril de 1979. Pasa Fredman Torres y van cuatro compañeros heridos. “Rubén” me dijo: –Ve, cuidame a los heridos. Y pues, ni modo, me los mandó desarmados, y la columna Tercerista que los iba a traer, también desarmada, entonces yo le presté mi carabina y le conseguí tres armas, y me quedo solamente con la pistola. Es un detalle que muestra que había una relación fluida.

Ya para la segunda insurrección, en abril de 1979, el grupo nuestro de la GPP participó en forma limitada, porque yo había perdido la comunicación con el mando central. La Dirección Nacional nuestra tenía una reunión en Honduras y los sistemas de correo no estaban tan eficientes.

Recuerdo que estaba con “El Zorro” y escuché una conversación entre “Rubén” y Víctor Tirado, hablando en clave: –Que la hacienda, que el ganado va, que el lunes, que no sé qué. Creo que fue una Semana Santa, si mal no recuerdo. Era evidente que hablaban de nuevas operaciones sobre Estelí. Entonces, le dije: –Bueno, “Rubén”, pongámonos de acuerdo. Te voy a dar veinte hombres armados con armas de guerra para la ciudad, y te voy a cubrir la espalda por fuera. Entonces yo atajé la entrada de la Guardia por Achuapa, El Sauce, el sur de Estelí y Santa Cruz. Me puse de acuerdo con “Isauro”, presionándolo un poco para la entrada de Condega, porque él tampoco tenía orientaciones.

La unidad sandinista se dio en la práctica, y yo creo que hay que reconocer la posición y espíritu unitario de Francisco Rivera “El Zorro”. Ya en la etapa final, nosotros conversábamos sobre algunas posiciones del Frente Sur, y de igual manera yo hacía comentarios a “Rubén” acerca de la situación que estaba pasando con el grupo GPP.

Recordá que a partir de la insurrección de septiembre de 1978, la GPP tiene que reconsiderar el asunto de la montaña, y todavía había resistencia en algunos mandos para modificar el proyecto originario. Omar Cabezas era uno de ellos, y yo ejercía presión para cambiar esa línea.

Omar estaba en el cerro Kilambé, al lado de Quilalí y de Wiwilí, por San Bartolo. Nosotros, desde la Columna General Pedro Altamirano, presionamos ante la Dirección Nacional y ante las otras columnas de campo, para reorientar el proyecto en función de la ciudad, para preparar condiciones y apurar el proceso combativo. La GPP estaba en un proceso de enrumbar nuevamente el proyecto de la montaña con el proyecto del campo.

Mónica: Con Antenor Rosales, vamos a hablar de la insurrección del abril de 1979. Así que hablemos ahora de la tercera, la Insurrección Final. ¿Ustedes entran el 9 de junio de 1979 a Estelí?

Elías: Yo entré el 9 de junio a la toma de Estelí. “El Zorro” me dijo, simplemente: –Ve, hombre, vas para Estelí. Y entonces le dije: – ¿En broma o en serio? Para esas fechas, estábamos enfrascados en preparar la toma de Estelí. Estamos hablando de junio y había que consolidar y fortalecer las fuerzas guerrilleras; aún más, en medio del combate, porque ya habíamos liberado Condega y también La Trinidad.

Mónica: ¿Cuál de las ciudades fue liberada primero? Los condegueños dicen que fueron ellos.

Elías: Se habló que Condega fue el primer municipio liberado, pero realmente, en honor a la historia, el primer municipio que se libera fue La Trinidad, la que fue tomada con fuerzas del Frente Norte al mando de Antenor Rosales y “Pedrito El Hondureño”.

Para el mes de junio, nosotros ya estábamos combatiendo en Estelí. Las primeras columnas entraron el nueve de junio y después se fueron incorporando otras. Había otras fuerzas, otras columnas que se disponían a avanzar hacia Matagalpa. Recuerdo también que en Matagalpa ya había incursionado la fuerza guerrillera, ya estaba Álvaro adentro de la ciudad con una columna, estaba Samuelito con otra columna, y otras fuerzas.

Julio: En la última insurrección de Estelí, teníamos la Comandancia en conjunto con “Rubén”, y Bayardo Arce como coordinador de todas las columnas. Era el 9 de junio de 1979. Estábamos en un campamento ubicado entre Estelí y Matagalpa, esperando la famosa reconcentración de las fuerzas en la Columna Santos López. Entonces iban a bajar Omar Cabezas con la Columna Bonifacio Montoya y Christian Pichardo “Isauro” con la Columna César Augusto Salinas, pero ellos decidieron reunirse entre Yalí y Quilalí, por eso no bajaron el día acordado, y el encuentro se atrasa.

Mónica: ¿Todos estaban claros que iban a la Insurrección Final?

Julio: Sí, pero la Columna Bonifacio Montoya no tenía la experiencia de caminar por las carreteras. Todavía tenían el concepto de la guerrilla, de caminar de noche. No entendían que había que agarrar vehículos. Nuestro caso era diferente: mandábamos una columna a explorar y nos movilizamos en vehículos. Igual nos pasó en San Juan de Limay con Víctor Hugo Tinoco. Tratamos de romper esos esquemas de movilizarse a pie, y creo que eso fue lo que sucedió con la Columna Bonifacio Montoya.

Al darse ese atraso de concentración, comienza la insurrección primero en Matagalpa; entonces el Comandante Arce decide irse con la Columna General Pedro Altamirano, compuesta por ciento veinte hombres armados con fusiles de guerra, a combatir a Matagalpa. Allá estaba Álvaro Baltodano. Como Segundo al mando, me quedé con veintiséis hombres y veintiuna armas de guerra.

Con esa fuerza nos tomamos La Concordia, luego nos fuimos a San Rafael del Norte y ahí me emboscó la Guardia, y terminé encontrándome con “Isauro” y Omar Cabezas. Les pedí que se apuraran, y dos días después estábamos combatiendo en Yalí. Cuando salimos de Yalí rumbo a Estelí, íbamos en veintisiete camiones que recogimos en todos los alrededores; éramos trescientos cuarenta hombres, doscientas sesenta armas de guerra y unas cincuenta mochilas. Esto ocurrió en la segunda o tercera semana de junio1.

Elías: Yo lo tomo como referencia, porque fue unos días antes que cayera mi compañera, Fátima Pavón. Julio la conoció muy bien, su seudónimo era “Johana”. Murió allí en el combate de la Catedral de Estelí. Ella estaba embarazada.

Julio: Cuando ella cayó, creo que el 22 de junio, que fue el combate más encarnizado, vos estabas comandando la fuerza. Nosotros habíamos llegado con bastante gente y armas porque en todos los lugares recuperamos armas y se iba sumando gente de La Concordia, San Rafael del Norte y Yalí, y con todos estos grupos me trasladé a Estelí. Ya con la integración de la Columna Bonifacio Montoya y la Columna César Augusto Salinas, jefeada por “Isauro”, llegamos y establecemos la Comandancia.

Con Elías Noguera, “René”, empezamos a hacer la toma de Limay, Achuapa y El Sauce, bajamos a San Isidro y a Sébaco. Yo estaba con Francisco Rivera “Rubén” en la Coordinación Regional, supervisando las acciones en la ciudad, y si mal no recuerdo, la contraparte nuestra era Omar Halleslevens, “Pedrito”, y posteriormente mandamos a Omar Cabezas a reforzar el trabajo de León. Además de los compañeros mencionados, había otros que también jugaron papeles fundamentales. Manuel Rivas Vallecillo “Alí”, por ejemplo, era el armero. A él le subordiné alrededor de noventa hombres con los que se tomó El Sauce.

También tenemos a Víctor Hugo Tinoco, a quien me lo habían enviado como subordinado. Yo lo mandé a la zona oeste de Estelí y a Achuapa; posteriormente se tomó esta última y luego fue trasladado a Matagalpa, a solicitud de Bayardo Arce.

Todos esos lugares se fueron liberando poco a poco. Incluso hubo algunos fenómenos, como la toma de Achuapa, que hizo Víctor Hugo por medio de negociaciones en el centro del parque; en mero combate negociaron la rendición. En el caso de El Sauce, yo había estado negociando con el Comandante de la GN de ahí, quien estaba dispuesto a rendirse, pero un oficial que tenía, lo amenazó; entonces se echó para atrás, y comenzó un combate que duró treinta y seis horas ininterrumpidas.

Mónica: ¿Fue ése un cuartel de los más duros en rendirse?

Julio: Sí, ellos se reforzaron con una compañía de noventa y cuatro soldados de la Guardia. Nosotros teníamos noventa hombres al mando del Negro “Alí”, Manuel Rivas Vallecillo, y lo reforzamos con una gente de Víctor Hugo; así que llegamos a ciento cuarenta hombres, estábamos taco a taco, y logramos la rendición de la GN, pero a punta de bala.

Aun así, le cumplí la palabra al señor. A pesar de que no se había rendido, lo despachamos para Honduras, e incluso tuvimos que escoltarlo, porque había fuerzas nuestras que no estaban contentas con la decisión que yo había tomado.

Te decía que en la Insurrección Final había una Comandancia Regional y después las diversas fuerzas; obviamente que la fuerza más importante era la de la ciudad de Estelí, y los combates más encarnizados fueron en la famosa toma del centro de la ciudad, que duraron día y medio; fueron violentos, violentos, la toma del parque, de la Catedral, de un edificio de tres pisos que queda de la Alcaldía media cuadra al norte, fue sumamente violento.

Oyente: Yo quería saber, ¿por qué no ajusticiaron a René Molina, que era responsable de tantos crímenes?

Elías: Mirá, son cosas de la vida. Unos dos meses antes de la insurrección de 1978 de Estelí, comentando los operativos que habíamos desarrollado, hicimos una lista de los esbirros, de los orejas, de los somocistas, y en una de esas listas aparece René Molina. En el cuartelito, estábamos reunidos con “El Zorro” y Facundo Picado, y dije: –Aquí está un René Molina. Y hablamos sobre quién se apuntaba a un operativo contra René Molina, porque ése era un golpe contundente, era un somocista reconocido, odiado por el pueblo de Estelí.

Entonces me dice “El Zorro”: –Hacelo vos, porque a mí se me dificulta recoger la información y montar el operativo, porque como soy estiliano, me conocen; Facundo es campesino de la montaña, y no conoce Estelí; “El Segoviano” también es estiliano, pero de Santa Cruz, no de la ciudad; entonces, vos tenés que hacer ese trabajito. Entonces le digo: –Va pues. Yo con orgullo lo hago, además que es una orden, y la voy a cumplir. Comencé a recoger toda la información del señor ese y comienzo a trabajar los lugares que él visitaba, su finca, sus hábitos que él tenía, sus viajes a Managua, etcétera.

En un inicio pensé hacerlo en Managua, por la represión en Estelí, pero después decidimos hacerlo en Estelí. Estaba en una casa de seguridad de un colaborador de Víctor Tirado López desde las décadas del 60 y 70. En la montaña, Tirado me había dado el nombre de un colaborador que tenía desde los años 60 y 70, para recontactarlo. Era Alejandro Guillén, al que le decíamos “El Macho”. Por eso fue que lo conocí, en Estelí. Este señor estaba quemado en Estelí como guardiero, porque sólo vivía metido en el Comando de la Guardia, adonde iba a jugar naipes; gritaba, se echaba sus tragos con el Comandante, incluso alguna gente quería pasarle la cuenta a Alejandro Guillén, y les dije que no, no, a ése no lo toquen, ha sido colaborador, y además, yo vivía en su casa.

Yo estaba súper protegido viviendo en su casa porque nadie podía sospechar, porque hasta llegaba la Guardia a la casa de él. Resulta que Alejandro Guillén se la huele, porque él me movilizaba en un vehículo. Ya teníamos preparada la escuadra para el ajusticiamiento de René Molina, le habíamos explicado la misión, ya teníamos ubicados los taxis, que eran de taxistas colaboradores del Frente. Teníamos un plan bien diseñado.

Estamos cenando con Alejandro Guillén y me dice: –Ve, Elías, te quiero pedir algo hermanó, no hagás lo que pensás hacer. ¿Y yo qué voy a hacer? –le digo. –No, hacelo por mí, porque la verdad es que este hombre es amigo mío; es un somocista y todo, pero tanto que les veo las caras, y por eso estoy colorado como oreja; tanto que lo veo todos los días, que ya le tengo cariño de tanto verlo. La cosa es que nosotros ya íbamos sobre ese señor, y suspendimos el operativo por una cuestión de respeto, de consideración, de escucharle a este Alejandro.

Mónica: ¿Y qué se hizo Alejandro?

Elías: Está allá en Estelí siempre. Es un amigo mío, es uno de mis amigos.

Mónica: O sea que René Molina le debe mucho a Alejandro Guillén. Dicen que a Lorenzo Guerrero le pasó algo parecido, que Chichí Fernández, Francisco de Asís, abogó por él. Esas son parte de las anécdotas de la vida.

Además, nosotros no éramos muy dados a las pasadas de cuentas. A pesar de la dureza de la lucha y de tanto muerto, y con las posibilidades que los grupos guerrilleros tuvieron de ajusticiar a gente que realmente le había hecho mucho daño al pueblo, no se hizo; por eso, ahora ahí andan libres. Realmente, el Frente Sandinista tuvo una política sumamente generosa, no estábamos llenos de odio ni de revanchismo. Creo que ésa fue una ruptura con la cultura de otros grupos guerrilleros que llegaron hasta actos terroristas, pues realmente el Frente nunca fue terrorista, hay que decirlo.

Julio: Incidentes de ese tipo nos pasaron a nosotros. Me acuerdo de un coto famoso, esbirro. Organizamos el operativo al que iban “Ramiro” “14” y Lanuza, pero resulta que ellos llegan y el señor está sentado. Es un connotado oreja, tenía una red de informantes de la Seguridad Nacional. Estaba sentado en la mecedora de su casa. Llevaban una pistola 45 automática, disparaba en ráfaga. Iba camuflada en una bolsa de pan Aurora. Recuerdo que me contaron todo esto, porque yo no estaba en el operativo. Entonces hablan con el señor a menos de dos metros, quitan la bolsa de pan y, cuando van a disparar, se traba el gatillo en la bolsa del pan. El operativo no se realiza.

El resultado de eso es que “El Coto” después nos manda a decir que él ya no se va a meter en nada, que le perdonemos la vida, porque él sabía que íbamos a volver a intentarlo. Entonces dijimos: –Hombré, ya no vale la pena, la señal fue dada. Tampoco es ensañarse con la persona. Él ya estaba claro de que lo teníamos bajo nuestro control, y a partir de eso, cambió. Después nos mandó un mensaje de que iba a cambiar, pero que tampoco se quería ir de Estelí, porque él era estiliano.

Siguiendo con el relato de la insurrección, después de la toma del centro de la ciudad de Estelí, nos preparamos para el asalto final sobre el Comando, que fue el 16 de julio, pero iba a ser el 15. Artillamos un avión, hicimos en un taller en San Isidro cuatro bombas de contacto de sesenta kilos de dinamita cada una.

El avión lo conseguimos en los arrozales de San Isidro y de Sébaco. Nosotros hicimos prácticas de pilotos, y entonces le pusimos en cada ala dos bombas que hicimos de metal y que activaríamos con bombas de contacto. Eso era sumamente peligroso para ese tipo de artefactos.

Yo rescato para la historia de la gesta revolucionaria, que la aviación sandinista que dio lugar posteriormente a la Fuerza Aérea Sandinista, no solamente tuvo el componente del sur, de los aviones que venían a dejar armas, cuyos pilotos eran heroicos; sino que también hubo una aviación guerrillera en Estelí, que fue este avión que participó en un ataque aéreo, dejando caer cuatro bombas al Comando, una de ellas cayó en la cocina. Fue un ataque militar con doscientas cuarenta libras de dinamita.

Mónica: ¿Dónde consiguieron la dinamita?

Julio: Nosotros habíamos hecho un cambalache con Dora María Téllez, ella nos dio como una tonelada de dinamita. Aunque más bien fue una negociación cruzada con el Comandante Wheelock. Él quería que lo reforzáramos en la zona de Villanueva. Hombré, Jaime –le dije, pero todavía no hemos terminado la toma de Estelí. Hombré, aguantate, después te vamos a meter una mano. Mirá, que esto es estratégico –decía. Y cada quien defendía su posición, pero él realmente estaba bien prensado.

Entonces yo le mandé cincuenta hombres a cargo de “Ramiro”, Felipe Sáenz, aunque al final no lograron empatarse porque cuando éstos llegaron, estaba abandonado el pueblo. Entonces “Ramiro” se quedó combatiendo con la Guardia y no logró hacer el contacto; pero le dije a Jaime: –Bueno, reforzame para que terminemos. Nos dieron un cañón sin retroceso y la dinamita.

Elías: Pero acordarte que lo del avión primero falló, porque supuestamente el día 15 era que le íbamos a tirar la bomba al Comando de la Guardia, pero falló la coordinación abajo. El piloto estaba claro que íbamos a quemar unas llantas en círculo para que él calculara que allí estaba el Comando. Él iba a entrar de madrugada. Los compañeros cumplieron el objetivo de poner unas llantas cerca del Comando, una en cada esquina, para que el piloto se guiara, y en el centro dejara caer las bombas; pero sucedió que la gente comenzó a hacer fogatas por todo Estelí. Recuerdo las palabras de él: – ¿Adónde tiro la bomba? Entonces él se retiró.

Julio: Pero oíme, lo que pasó fue esto: él pasó y vio las fogatas; como no logró identificar el punto, ya que habían tantas fogatas, él decide esperar a que aclarara, porque él conoce el pueblo y con luz sabría dónde tirar las bombas. Cuando finalmente amaneció, había sobre Estelí una neblina tremenda. Nuevamente el piloto tuvo que esperar a que se aclarara y, encima de eso, la brújula no funcionaba, y se extravió, hasta que se dio cuenta que estaba volando sobre Honduras. Tuvimos que posponer el plan para el día siguiente.

Elías: Fue para el 15. Después nos preparamos para el asalto final, que fue el 16 de julio.

Mónica: Cuando triunfó la Revolución, éramos muy jóvenes. Julio tenía 23 años, Elías y yo 24. Estábamos llenos de coraje, de energía, de mística, llenos de ganas de transformar Nicaragua. En los diez años de gobierno revolucionario se hicieron muchísimas cosas, pero después de lo que ha pasado en los últimos diez años, ¿ustedes creen que valió la pena?

He visto a Elías de una u otra manera mantenerse activo en algunas organizaciones, y mantengo una amistad muy cercana con Julio Ramos. Yo le dije cuando recibió el grado de General, se lo dije también cuando celebramos su retiro del Ejército, que tengo una gran confianza en que todos los que luchamos, aunque algunos como Julio estén un poco apartados y no se quieren meter en los enredos actuales del FSLN, que seguimos siendo revolucionarios y seguiremos luchando, y que vamos a hacer cosas para reorientar esta parte de la historia tan difícil que nos ha tocado vivir.

¿Qué quieren decirle ustedes a esos oyentes que han llamado expresando, bueno, eso que hicieron fue lindo, fue heroico?, ¿pero ahora qué?

Elías: Considero que valió la pena luchar; la vida es una lucha diaria, una lucha permanente. Esa vocación transformadora, revolucionaria, se desarrolló en nosotros a partir de la toma de conciencia de la realidad que vivimos durante la dictadura somocista. Fue también una etapa del pueblo de Nicaragua.

Logramos derrocar a la dictadura, cumplimos los objetivos en ese momento con firmeza y dedicación, y lo decimos con orgullo, pero el principal protagonista de toda esa actividad política, por su propia conciencia, fue nuestro pueblo. Ésa es la realidad; y que nosotros junto a él, logramos ese objetivo principal.

Con el triunfo de la Revolución, se continuó otra etapa de nuestra vida y de nuestra lucha. Ahora estamos en otra fase muy distinta a las anteriores, y tenemos otros retos muy importantes y decisivos. Con la situación mundial, Nicaragua sigue como uno de los más pobres de América Latina, en la cola del desarrollo, con una gran desigualdad social, una injusticia que, en resumen, cada día hay más pobres y cada día son menos los que concentran toda la riqueza.

O sea, cuando la injusticia se viene incrementando, la democracia es frágil. Nosotros luchamos por la educación y la salud para todos; pero ahora hay falta de oportunidades para la gente desposeída. Luchamos contra esa injusticia que todavía se vive en el campo, por los problemas de vivienda: hay dos millones de personas que viven en asentamientos insalubres. O sea, ahí están los objetivos de nuestra lucha como revolucionarios, como sandinistas, que no debemos olvidarlos jamás, nunca. Porque por eso fue que luchamos junto al pueblo, que siempre debe ser el artífice de todas esas transformaciones sociales que son tan necesarias en Nicaragua y en muchas partes del mundo.

Y me parece que ese espíritu de firmeza, de decisión y de lucha, el pueblo no lo debe perder. Este sistema neoliberal, impuesto en Nicaragua y en otras partes del mundo, reprime a nuestra población, no como antes, cuando el somocismo mataba a balazos, pero ahora mata de hambre a la gente. Esa injusticia no es democracia. Cuando la gente no puede ir a clase, cuando hay deserción estudiantil de los chavalos porque no tienen zapatos, porque no tienen vestuario, entonces yo creo que, como revolucionarios, ahí están nuestros objetivos de lucha hoy. Y creo que con firmeza, debemos continuar con esa decisión de luchar permanentemente.

Julio: Yo solamente quería agregar que efectivamente para mí fue una honra y un orgullo haber participado en esa gesta en la que me inicié hace 26 años, y haber dedicado mi vida tanto a la guerrilla para botar a la dictadura de Somoza, como posteriormente a la formación del Ejército de Nicaragua, en el que participé durante casi veinte años. Fui fundador del Estado Mayor, ocupé diversas responsabilidades, fundé el Centro Superior de Estudios Militares, conocido como La Academia, y creo que hemos hecho un esfuerzo, en el caso personal, en la institucionalización del Ejército, que significa también fortalecer la democracia.

Obviamente, los retos siguen planteados. Es evidente que a pesar de que aquí se ha avanzado en el aspecto de la democracia política, en el fortalecimiento de las instituciones como el Ejército, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral, el mismo Parlamento, en donde hemos logrado la sociedad nicaragüense avances importantes, todavía cojeamos por el aspecto de la situación de pobreza, del deterioro económico y social de la sociedad nicaragüense. Al fin de cuentas es al pueblo de Nicaragua al que se deben los políticos, al que se deben las personas que laboran en la actividad pública.

Creo que tenemos un gran reto y grandes oportunidades. Quisiera ser un poco optimista por la ayuda externa que recientemente se ha contratado; no va a resolver el problema, pero con la participación ciudadana puede ser manejada de forma transparente, adecuada, estableciendo un plan de reconstrucción nacional, ampliando el empleo, mejorando la red vial, ya sea desde el gobierno central o los municipios. Parte de la ayuda internacional puede ser dirigida de manera directa a través de la gestión comunal, propia en los barrios y en las comarcas.

Creo que se nos presenta una opción de poder restablecer los índices económicos y sociales, en una situación bastante crítica que actualmente vive el pueblo, y dar alguna esperanza a todos de que las cosas van a mejorar.

Y estar claro de que continuaré participando de una u otra manera en este esfuerzo, por el cual me inicié en el año 1969 a la edad de catorce años, participando en los movimientos sociales. Vamos a continuar participando en este esfuerzo de reconstrucción, que logre el bienestar para el pueblo nicaragüense.




19 de junio de 1999






NOTAS


1 Estas fuerzas entran a Estelí el 20 de junio.


Últimos comentarios del relato
  • Gerardo Martinez :

    Elegante. Puedo estar tranquilo con este avance de ver escritas las memorias de la lucha sandinista en la web, en Internet. Dios Nos Siga Bendiciendo!!!

    20 Jun, 16
  • Admin :

    Seguimos trabajando para completar la información. Cualquier aporte, fotografias, nombress y datos de hombres y mujeres luchadores serán bienvenidos

    21 Jun, 16

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