Memorias de la lucha Sandinista

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La niña intrépida de la Carretera Norte

América Libertad Vidaurre


América Libertad Vidaurre “Beatriz”, nace el 3 de marzo de 1962 en Managua. Inicia estudios secundarios en el Instituto Modesto Armijo. Se incorpora al Frente Sandinista de Liberación Nacional, en 1976. Forma parte del Movimiento Estudiantil de Secundaria, de los Comités de Obreros Revolucionarios (COR) y de las Brigadas de Combate, como parte de la Tendencia Proletaria del FSLN. Después del triunfo de la Revolución, concluye estudios de bachillerato en el Instituto Filemón Rivera, en Managua. Trabaja en la Dirección General de la Seguridad del Estado (DGSE) hasta 1994 y labora hasta la fecha en las estructuras territoriales del Frente Sandinista.

El somocismo fue enfrentado con las armas en un proceso que fue de lo simple a lo complejo y de menor a mayor. En los primeros años, la incorporación era de grupos muy pequeños; pero cuando se profundiza la labor organizativa y militar, la respuesta del régimen se extrema en represión: la incorporación de los jóvenes se masifica y se radicaliza.

Después de los ataques sandinistas de 1977, todas las tendencias tensaron fuerzas para pasar a las acciones ofensivas, y cada una transitó, de acuerdo con sus propias experiencias, hacia formas organizativas militares con distinto nivel de preparación y formas operativas. El trabajo en los barrios, centros de trabajo, colegios y universidades, tenía expresiones legales, vinculadas a las reivindicaciones sociales; pero también se expresaba militarmente.

La población se organizaba masivamente en sus barrios a través de los Comités de Defensa Civil (CDS). En las escuelas se organizaban a través del MES, de la Tendencia Proletaria, o en la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES) de la Tendencia Guerra Popular Prolongada. En las Universidades en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER-GPP) y FER-ML (Marxista-Leninista-TP). En el movimiento sindical, además de las organizaciones tradicionales ligadas al Partido Socialista Nicaragüense, el FSLN tenía al Movimiento Sindical Pueblo Trabajador de la GPP y los Comités de Obreros Revolucionarios, de los Proletarios.

Militarmente, todas las tendencias organizaron unidades de acción que incorporaban de manera flexible a los muchachos, para que defendieran su territorio. En la GPP se llamaron CAP, Comité de Acción Popular; en la TP, Brigadas Populares (BP); y en la Tendencia Tercerista, Milicias Populares (MP).

Las unidades de acción militar más estructuradas y con armas de combate, se llamaron Comandos Revolucionarios (CR) entre los Proletarios; Unidades de Combate (UC) en la GPP; y Unidades Tácticas de Combate (UTC), entre los Terceristas.

El testimonio que nos brinda América Libertad Vidaurre es representativo del sentir y accionar de miles de jóvenes que se incorporan en esos años finales, en un proceso masivo cargado de improvisación, creatividad, coraje y osadía, que fue determinante para la victoria, porque era la expresión de la incorporación audaz de todo el pueblo, superando, de alguna manera, a la vanguardia.

Mónica: América Libertad es un bonito nombre, es como si tus padres hubieran sabido que vos aportarías tu granito de arena en la lucha por la libertad de Nicaragua. ¿Cuándo te integraste, qué edad tenías y qué te motivó?

América: Tenía catorce años, cuando me integré al Frente Sandinista. Mi motivación es herencia de mi padre, quien me puso mi nombre en honor a la Revolución Cubana. Mi padre decía “América libre”, y mi hermana, por ejemplo, se llama Patria; así, entre las dos, hacíamos la consigna de Sandino: Patria y Libertad. Cuando se da el ajusticiamiento del tirano en 1956, mi papá fue capturado y salvajemente torturado por la Guardia Nacional de Somoza.

Mónica: ¿Está vivo tu papá, cómo se llama?

América: No, murió en 1984 en Cuba, de un cáncer. Se llamaba Julio César Vidaurre Cerda, era de Rivas, del Partido Conservador. Fue diputado suplente, pero con lo del Kupia Kumi1 se retiró de todo eso y se vinculó al Frente Sandinista.

Mónica: Parece que algunos conservadores anti-somocistas simpatizaban con la Revolución Cubana, como en el caso de tu padre.

América: Si, él amaba la Revolución Cubana. Dentro de los conservadores, él tenía posiciones muy avanzadas. Estuvo con el grupo de los tres Julio: Julio Alonso Leclaire, Julio Molina y Julio Velásquez.

Mi papá colaboró política y económicamente con la guerrilla de Julio Alonso. Quien me contó esto fue Julio Velásquez, pues por coincidencias de la vida, compartimos cárcel. Él cayó herido en el año 1979, no sé en qué circunstancias. Tenía una herida en la nalga. Estuvimos presos en el Hospital Militar, en la sección de los presos políticos heridos. También estaba Franklin Hogdson. Él me contaba, pues se alegró mucho de saber que yo era hija de Julio Vidaurre. Me contó que mi papá participó en toda la organización de la sacada para Honduras de Blanquita Sandino, la hija del General Sandino. Mi mamá me cuenta ahora que ella misma viajaba por veredas para llevar comida, que mi papa mandaba a los insurgentes.

Nuestra casa fue casa de propaganda de la Unión Nacional Opositora con el doctor Pedro Joaquín Chamorro. Era un viejo luchador anti­somocista. En contraste, yo me crié con mi padrastro, un empedernido somocista y, como todo padrastro, nos dio una mala vida.

Mónica: No, no, como todos, no, hay excelentes padrastros.

América: El mío fue malísimo, nos dio una vida de perros. Mi integración también fue expresión de la rebeldía interna que había en mí. A los catorce años, conocí a Donald Guevara, un estudiante universitario organizado con Chico Meza. Me dijeron que cayó, nunca lo volví a ver. También trabajamos con Douglas López Niño, Enrique Flores y la compañera Martha Roque, todos de la Tendencia Proletaria. Hicimos trabajo a nivel estudiantil, después nos orientaron integrarnos a los COR.

Mónica: ¿Qué eran los COR?

América: Eran los Comités Obreros Revolucionarios. El objetivo del Frente con ellos era nutrir de obreros las células de los Comandos Revolucionarios del Pueblo (CRP). Gabriel Cardenal “Payo” fue de los principales constructores de los comandos.

En 1978 caí presa porque ¡me pegué una quemada!2 ¿Te imaginás?, era una chavala con el pelo largo y muy llamativa.

Mónica: América Libertad es blanca, de rasgos finos, pelo castaño claro y muy hermosa. Me recuerda mucho a Sadie Rivas, de Matagalpa. Sus rasgos no son comunes en la Nicaragua cobriza.

América: La cosa es que me agarraron presa la primera vez, y usted sabe que uno queda metido más de lleno, cuando el enemigo te empieza a golpear. En este año me conectaron directamente con “Payo”. Yo pertenecía a los COR, pero también actuaba en las Brigadas Populares.

Mónica: Hablanos un poco de “Payo”.

América: Gabriel Cardenal Caldera era su nombre y su seudónimo, “Payo”. Era un compañero de extracción burguesa que lo dejó todo por integrarse de lleno a la lucha revolucionaria. “Payo” es de esos héroes de la revolución que todavía están ocultos. Le llaman El Ángel de San Judas. Fue capturado y cruelmente asesinado el 4 de julio de 1979, faltando unos días para el triunfo de la revolución.

Mónica: ¿Qué eran las Brigadas Populares, qué tipo de trabajo hacían y qué hacían los Comandos?

América: Yo estaba en los COR por orientaciones de “Payo”. Era del MES, pero nosotros actuábamos más como Brigadas Populares: nosotros hacíamos como cincuenta bombas de contacto, salíamos a la calle, atacábamos los jeeps BECAT, los volcábamos y recuperábamos las armas.

Mónica: La labor de los jóvenes en los barrios fue fundamental. Vos eras una niña, eras parte de esos muchachos y muchachas que, sin armas, hacían que la Guardia sintiera miedo cuando entraba a los barrios. Ese era el trabajo que realizaba mi hermana Alma Nubia. Perdió sus manos a la edad de quince años, preparando las bombas para esos operativos que realizaban al caer la noche.

América: El que nos hacía las bombas de contacto a nosotros era Douglas López Niño, que después se quedó como Douglas “El Manco”, porque ¡era tan bravo a hacer las bombas de contacto, y las hacía tan grandes! Desgraciadamente, primero perdió la mano y después la vida, porque cayó en la Colonia Nicarao, según me cuentan, ya que para esa época de nuevo yo estaba presa.

Volviendo a lo de las Brigadas, nosotros llevábamos todos los materiales, andábamos rebuscándolos, al Instituto Modesto Armijo, hoy Enrique Flores. El doctor Guerrero, que es el papá de “El Cuervo” Jorge Guerrero, nos ayudaba a conseguir los componentes.

En ese Instituto me matriculé en primer año de secundaria, pero no iba a clases. Yo ya voy empeñada en consolidar el movimiento estudiantil. Ahí estaba entonces “Luis Combativo”, le pusimos así porque era un joven súper aguerrido, se llamaba Luis Antonio Vidal Herrera, y cae en un cruce que hubo con un paramilitar, cuando hacían una recuperación económica en julio de 1978. Y lo recuerdo porque su entierro fue también un problema. La Guardia no nos quería dar pase, incluso nos reprimieron, y las mujeres nos tuvimos que quedar con el ataúd en medio de la Carretera Norte, porque la Guardia dio la orden de enterrarlo inmediatamente.

Por esos días, estábamos en varias organizaciones a la vez: éramos estudiantes, hacíamos trabajo de brigada y de comando, y pertenecíamos a la Juventud Revolucionaria Nicaragüense, dirigida por Martha Roque.

Mónica: ¿Los Proletarios promovieron la creación de Juventud Revolucionaria? No tenía esa información.

América: Sí, JRN. Incluso me exigieron una carta donde pido mi militancia en la JRN, sin saber yo qué chochada era. Me acuerdo que cuando conozco a “Payo”, me enseña la carta y me dice, “vergona”, porque Payo usaba mucho esa palabra, “vergón”, y “güevón”, tenía ese lenguaje. En síntesis, hacíamos de todo. Después del trabajo de comando, todos nos replegábamos al Instituto; incluso nos tomamos un aula y ahí teníamos hasta pistolas, siendo estudiantes de secundaria.

Comenzamos a tener una proyección increíble en el sector de la Carretera Norte. Se nos aglutinaban jóvenes, algunos espontáneos, unos que se llamaban Movimiento de Ovejas Negras, eran buenísimos, pero súper desorganizados. Eso viene siendo como la antesala de las Brigadas Populares. Hacían asaltos, se repartían los reales, algunos los ocupaban para propaganda; si moría alguien, entonces ellos llegaban, le dejaban una parte a la familia y la otra les quedaba a ellos, para sus tareas.

Mónica: Eran como pandillas con conciencia anti-somocista.

América: Pero buenísimos los chavalos, buenísimos. Ellos venían, se metían al fondo de Las Américas, le daban vuelta a un jeep BECAT, y mataban a los guardias.

Mónica: Los BECAT eran unidades de la Guardia que se movían en jeep dentro de los barrios, armados hasta los dientes. En cada BECAT andaban cuatro guardias, el que manejaba, uno a su lado y luego dos guardias sentados viendo para atrás, con las piernas colgadas del vehículo, listos para tirarse. En muchas ocasiones entraban juntos varios BECAT. También les decían “cara volteada”.

América: Eran unos jipitos famosos, primero eran azules, y después estaban los del “Paquete España”, los anaranjados. Las bombas de contacto eran las que nos salvaban para hacerles los ataques. En una ocasión, la Guardia mató a una niña que tenía como trece años, mientras participaba en un atentado de esos que organizábamos. Entonces cierta gente se puso en contra de lo que había en el Instituto, porque esa oficina que teníamos ahí la convertimos prácticamente en una casa de seguridad. Ahí nadie entraba, y hacíamos posta para cuidar lo que teníamos. Tuvimos problemas por la muerte de esa niña; la familia se puso en contra de nosotros porque decían que armábamos mucho alboroto. Estamos hablando de la Unidad de Propósitos, que es un barrio que, en ese tiempo, era como nido del somocismo, y que me disculpen los compañeros que viven ahí, pero la verdad es que históricamente fue así.

Así que después de ese problema, se nos orienta formar las Brigadas Populares, que es donde entra Berta Díaz, Mauricio Lara De Trinidad y una serie de compañeros que caen por donde cae Chico Meza. Eran compañeros élites, porque eran rápidos; pero se podría decir que eran desorganizados, porque no tenían una conducción tan normada como la de los Comandos. Cuando nos integrábamos a los Comandos, nos enseñaban chequeo, contra chequeo y una serie de cosas que nosotros no dominábamos en las Brigadas.

En los Comandos nos enseñaban manejo de armas y también cómo tenderse, cómo arrastrarse, prepararse psicológicamente, cuál debería ser tu reacción en el momento en que viniera el enemigo. En las Brigadas nosotros tuvimos pérdidas increíbles, incluso ahí tenemos un cementerio en Waspán, la mayoría de la gente eran de las Brigadas; están enterrados allí Monchito y Pin, gente de los barrios de Waspán Sur, José Dolores Estrada y otros. La verdad, eran muchos los jóvenes estudiantes que pertenecían a las Brigadas.

Mónica: Las acciones de estos organismos eran decididas con mucha autonomía. Cada Brigada decidía lo que iba a hacer y después sólo te informaban qué era lo que habían hecho; no eran una estructura muy dependiente o vertical de los mandos. Igual ocurría en la GPP con los CAP.

América: No se sabía ni quién las dirigía. Las Brigadas eran autónomas. Salían a operar y hacían barbaridades a la Guardia y los obligaban a replegarse; pero sufrían también bastantes bajas. Mientras los comandos con la dirección de “Payo” Gabriel Cardenal era otra cosa. Nos reconcentraba cuando íbamos a hacer un operativo, ya no lo hacíamos a la loca, aquello de salir en carrera, no debíamos dejar botadas las armas, etcétera. Aquello era más metódico: estudiábamos el objetivo, definíamos las armas que íbamos a usar, entrenábamos, a veces hasta quince días.

Mónica: Contanos las operaciones más importantes que recordás como parte de los comandos, y ¿cómo fue que caés herida y presa?

América: Cuando paso a los Comandos Revolucionarios, nos mandan a una escuela militar donde conocí a Javier Guerra, que era el jefe de balística; estaba Róger Mayorga, al que le decíamos “El Pollo”, porque era todo ronco, y “Payo”.

Después del entrenamiento, “Payo” forma un comando que iba a operar como fuerza élite en toda Managua. No éramos de aquellos comandos que estaban destinados para ciertas zonas. Escogen supuestamente a los mejores, a la gente más vergona, como decía “Payo”, los más aguerridos. Y la verdad era que, lo que nos mandaran a hacer, nosotros lo hacíamos, no como animalitos, sino con aquella convicción de destruir al enemigo, de salir adelante, convencidos de que el triunfo estaba cerca.

En principio, nos asignan la misión de quemar la Radio Estación X, y otra operación que no pudimos realizar era la de secuestrar a unos miembros de la Organización de Estados Americanos, que venían a apoyar a Somoza. Estas operaciones se nos cayeron porque nos detectaron. Nosotros alquilamos una casa, “El Chaparro” Sergio Gómez, era como la pareja que yo tenía en esa casa, era la pantalla que teníamos. Pero metimos a toda la gente a entrenar y comienza a llamar la atención la cantidad de basura de alimentos que nosotros sacábamos a diario.

Enfrente vivía un miembro de la OSN y nosotros no nos dábamos cuenta. Se entendía que sólo vivíamos una pareja ahí, y sacábamos barriles de basura de comida; claro, era llamativo todo ese montón de hombres ingiriendo alimentos en aquella casa. Entonces detectamos que un individuo en la casa de enfrente está con unos binoculares observando la nuestra. Eso nos sirvió de alerta, y aunque en la madrugada nos cercó la Guardia, como que no se atrevieron a entrar, pudimos abandonar el lugar, pero se cayó el operativo de la OEA y el de la Estación X. Creo que se los asignaron a otros compañeros.

Luego nos orientan el ajusticiamiento de Chéster Escobar, que era el jefe de la “Mano Blanca”3. Entonces comenzamos durante veintiún días a seguir a aquel hombre, a ver dónde entraba, dónde se metía; yo hasta me fui a vender ahí, en frente de su casa, con un pequeño delantal, vendiendo y haciendo posta para levantar la situación operativa, para conocer todos los pormenores, dónde se movía, y caerle.

Teníamos listas las armas y los uniformes, los comandos teníamos uniforme: era un pantalón azul, una camisa negrita y unas gorritas todas raritas, que “Payo” nos había conseguido.

Nosotros teníamos un problema y es que sólo nos sacaban a operar y nos volvían a replegar. Salíamos, operábamos y nos replegábamos. En mi caso, yo tenía terminantemente prohibido andar en la calle; los muchachos me decían: –Es que “Payo” mucho te cuida a vos; pero no era eso, sino que yo llamaba mucho la atención. No porque fuera una diva, sino por mis características, que soy bien hablantina. Ellos decían que yo llamaba demasiado la atención y que por eso nadie quería andar conmigo. “Payo”, quitame a la “Beatriz”, es que la “Beatriz” es un problema –decían. “Payo” hasta me mandó a cortar el pelo, porque yo lo usaba larguísimo.

Hay un testimonio en el libro El Ángel de San Judas, sobre “la cabellera dorada de la Libertad”. William Agudelo la hace muy grande, ¡se le pasó la mano a William con el lápiz!4 Es que me dijo “Payo”: –O te cortás el pelo o te vas a la verga, “Beatriz”. Así, con esas palabras, porque “Payo” era duro, pero a la misma vez, como lo describía el compañero Agudelo, contábamos con él en todo momento de dolor, estaba siempre cuando lo necesitábamos. Si nosotros no teníamos zapatos, decía: –Ve, ya no andás zapatos, te voy a conseguir unos, y se aparecía con ropa y zapatos. Parece que se iba por todas las casas de la burguesía a quitar ropa y nos garantizaba todo.

Volviendo al tema, nos reconcentraron en una casa de seguridad; como nosotros teníamos veintiún días de estar metidos en esa casa, después de una serie de operativos que ya habíamos realizado –no voy a decirlos por seguridad, pero éramos especialistas en ajusticiamiento de orejas5 en los barrios– estábamos entonces deseosos de salir, ya teníamos demasiado tiempo de estar reconcentrados y teníamos toda la información. El 21 de enero llega “Payo” y le decimos: –Qué pasa que no salimos a operar. Éramos cuatro compañeros hastiados de estar metidos ahí. Entonces dice: –Es una orden que se queden aquí, y ustedes van a cumplirla. Él siempre recto.

Enrique Flores era el jefe del comando, es el que estaba encargado de toda la operación. Ya teníamos todo montado, sólo de salir a ajusticiar al hombre. “Patria Libre o Morir”, no importaba quién cayera allí, porque era pegarle un golpe de envergadura tremenda a la dictadura, golpearla donde más le dolía, ¡el jefe de la Mano Blanca! El objetivo era el hombre, y a mí me tocaba darle al blanco. Con el “Chele Guerra” habíamos estudiado los pormenores y ya teníamos las armas.

El 25 de enero de 1979 nos dice Enrique: –Hombré, “Payo” se está retrasando mucho y todos nosotros ya estamos aburridos de estar aquí. Y todos compartíamos la misma percepción: –Sí, ya estamos aburridos de estar aquí, nosotros ya no queremos estar aquí, esto y lo otro. Entonces dice Enrique: –Vamos a salir a hacer un operativo relámpago, ahí después le damos el informe a “Payo”. O sea que viene siendo un libretazo. Como quien da la orden es Enrique, que es el jefe, entonces todos a hacerle caso a Enrique, pero más que todo estábamos ansiosos por salir. Él dice: –Vamos, vamos a salir a hacer un ajusticiamiento.

Bayardo Guevara Montano “Eduardo” y yo, recuperamos un vehículo, pero nos dice el dueño: –Este vehículo me lo acaban de devolver de otro operativo. Supuestamente una gente de la GPP lo había utilizado y se lo acaban de devolver. No le creímos porque pensamos, el hombre se nos quiere zafar.

Mónica: O sea, era el dueño pero lo acababa de recobrar, ¡estaba premiado el hombre!

América: Sí, pero en ningún momento le creímos. El vehículo ya estaba chequeado. Entonces pasamos por el objetivo, pero no estaba, y cuando venimos de regreso miramos un BECAT patrullando los barrios orientales, exactamente por el puente del Riguero. Dice Enrique: –Bueno, no hicimos nada, ¿qué les parece si le caemos a esas gallinas? Entonces decidimos dar la vuelta para caerles de frente, en sentido contrario. Nos metemos al barrio y, cuando venimos saliendo, resulta que las gallinas somos nosotros, porque la Guardia, cuando nos ve pasar, se prepara. Nosotros no entendíamos que ellos ya nos andaban buscando.

Mónica: El carro estaba chequeado.

América: Claro, estaba circulado. Ése fue un error garrafal nuestro, que “Payo” hasta su último día no lo pudo entender, porque no pudo hablar con ninguno de nosotros para preguntarnos qué era lo que había pasado. Para “Payo”, fue una pérdida increíble, porque perdió a sus mejores gentes.

Mónica: ¿O sea, se entabló combate ahí?

América: No, no fue un combate, fue una masacre. Fue una masacre porque nos agarró desprevenidos. Cuando nosotros salimos al bypass, exactamente en el puente El Paraisito, el BECAT está detenido, y nos dicen: – ¡Bájense “yeicos” hijos de la gran puta de ese carro, todos con las manos en alto! Y ¡ay!, aquel alboroto nos dejó quietos. Entonces yo pregunto: –Enrique, ¿qué hacemos? ¡Arrancá! –dice. Fueron las últimas palabras de Enrique. No las voy a olvidar nunca. Enrique saca una granada, la tira, y cae en los pies de los guardias, pero no explota, porque parece que era una de esas granadas viejas.

Mónica: ¡De la Segunda Guerra Mundial!

América: ¡Por cuenta! Eran unas que tenían unos como prensa-ropa. Supuestamente, ésa era de las legítimas, pero no explota. Vamos a abrir fuego, pero no andábamos preparados en ese momento, porque nos agarraron de sorpresa.

Mónica: El factor sorpresa actuó a favor de la Guardia.

América: Exactamente, porque ellos estaban listos, sólo para disparar. Eran sólo cuatro guardias, toditos con su Garand sobre nosotros. No se oyó ni un pujido, nadie gritó, nadie lloró, aquello fue terrible; al primero que le dieron en la cabeza fue al chofer, que era Bayardo Guevara, y el carro se fue sin dirección.

Eduardo, que va detrás, me dice: –No hay falla “Beatriz”, si nos agarran, vos sos mi novia, y me echa el brazo. Ese compañero quedó completamente destrozado a la orilla mía, y yo soy herida en mi pierna derecha, y un balazo o charnel me dejó imposibilitada la mitad de la mano. El carro choca y se detiene. La pierna la tengo completamente desbaratada. La Guardia no se acerca, se queda lejos de nosotros; yo me tiro del vehículo y, en un pie, comienzo a gritar y a brincar. Como hay un billar ahí cerca, sale el montón de gente a la calle, cuando oyen las balas y el alboroto; el carro está metido en un taller, donde se estrelló sin conducción. Cuando me ven, en un segundo no había nadie, la gente desapareció.

Siempre que recuerdo, ironizo que después del 19 de julio, cuando salgo de la cárcel, lo primero que hago es ir a llorar a mis muertos a ese lugar, a recordarlos; estaba una señora que me conocía, y me dice: –Yo te llamé en ese momento y vos no me hiciste caso, seguiste de frente. Y yo digo: – ¡Lo que es la vida! Todo el mundo cerró las puertas. Los que estaban en el billar desaparecieron y en cinco minutos no sé cuántos jipones de la Guardia nos habían rodeado, y eran tan cobardes, que no se querían acercar al carro porque creían que alguna granada iba a explotar, cuando los muchachos ya estaban muertos. Murieron los tres compañeros de ese comando.

Mónica: ¿Ahí mismo te capturan herida?

América: Me capturan y me llevan supuestamente a rematarme; pero tuve la suerte de que alguien agarró las comunicaciones de la Guardia y grabó una cinta que salió mucho en La Prensa: “Aquí tigre… no sé qué...”, donde ellos dan la orden de rematarme, entonces eso comenzó a salir en la radio, se proyectó bastante. Me parece que detuvo a los guardias un poco para que no me mataran. Estuve presa hasta el 19 de julio. A la una del día logramos romper los barrotes, salir de aquellas cárceles nefastas. Esa falla me costó meses de cárcel, torturas, vejámenes, la pérdida de mis compañeros. Toda la guerra la pasé detenida ahí, en la cárcel.

Mónica: El tiempo se ha agotado. Te pedimos Libertad, que nos des un mensaje final para nuestros oyentes.

América: Quiero decirle a los jóvenes que luchen por lo que consideran que es justo, que no se dejen arrebatar lo que consideran que debe ser. Y quería aprovechar el momento más que todo para hacer un llamado a los barrios Camilo Chamorro, Bertha Díaz y Oscar Lino Paz Cubas, ya que mañana se van a dar las votaciones internas del FSLN en nuestro territorio6. Entonces, les quiero solicitar el voto para los compañeros que van en nuestra plancha electoral, que nosotros decimos que es la última del mileno.

Mónica: Una plancha para luchar con el espíritu de América Libertad.




25 de septiembre de 1999







NOTAS



1 Pacto entre Somoza y Agüero en el año 1971.

2 “Quemarse”: expresión que denota que, debido a las actividades públicas, se es reconocido como militante o colaborador. Los dirigentes estudiantiles se quemaban porque debían hablar en público y defender posiciones. Si, además, había características de notoriedad, como las señaladas por América Libertad, la persona se volvía fácilmente detectable por el enemigo.

3 Grupos de civiles somocistas organizados, que realizaban asesinatos amparados en el anonimato.

4 Se refiere a la forma como William Agudelo cuenta este pasaje sobre la orden que dio Payo a Libertad, para que se cortara su hermosa cabellera.

5 “Soplones”: Civiles que vigilaban a los ciudadanos y pasaban informes a la Oficina de Seguridad Nacional, sobre cualquier movimiento extraño.

6 Se refiere al proceso de elección de autoridades del FSLN en el territorio, realizadas ese año 1999.


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