Memorias de la lucha Sandinista

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Socialista y sandinista

Eva Sacasa


Eva Sacasa Guardián nace en Managua el 9 de septiembre de 1953 en el seno de una familia de tradición liberal y de extracción acaudalada. Estudia en el Colegio La Asunción, donde es influenciada por las religiosas y el Movimiento Cristiano Revolucionario, en el que participa a principios de los años setenta.

En 1973 se incorpora a la Juventud del Partido Socialista Nicaragüense y, a través de la universidad y el movimiento estudiantil, sostiene contactos con el Frente Sandinista de Liberación Nacional del cual se convierte en colaboradora. En 1976 es enviada a Cuba a entrenarse militarmente, retornando al país para incorporarse en las unidades militares socialistas que participan en la insurrección.

Luego del triunfo de la revolución, Eva entra al Ministerio del Interior como oficial analista, pasando a Seguridad Personal y jefa de Unidad. En 1990 ya es jefa de Personal del MINT de la Región II, atiende la Policía, el Sistema Penitenciario, Migración y Bomberos. En 1993 la nombran jefa Nacional de Recursos Humanos de la Policía Nacional, en 1996 es nombrada Inspectora General y, como tal, estuvo en la línea de sucesión hacia el cargo de jefa Nacional de la Policía.

Es licenciada en Ciencias Sociales y en Psicología; cuenta con un postgrado en Gerencia de Recursos Humanos y una Maestría en Violencia y Salud Mental, en la Universidad Centroamericana. Al momento de la entrevista, ya se conocía de su retiro de la Policía, con el grado de Comisionada General, luego de veintidós años de servicio y formación militar.

Eva es una compañera de gran calidad humana como mujer, profesional y policía. Proviene de una familia vinculada a la política, hija de don Ramiro Sacasa Guerrero, uno de los personajes que desde el liberalismo cuestionó al dictador, teniendo el coraje de separarse del Partido y crear otra organización, el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC).

En su juventud estuvo vinculada al movimiento cristiano y al movimiento estudiantil de las universidades, y se incorpora a la lucha contra la dictadura, primero desde el Partido Socialista, y luego directamente en las acciones del FSLN.

Desde el triunfo de la revolución su vida ha estado dedicada a la labor policial. Una de sus mayores preocupaciones dentro de la Policía Nacional, ha sido la defensa de los derechos de la mujer y la incorporación de éstas al cuerpo policial. Ha sostenido firmemente la convicción de que las mujeres tienen grandes calidades y cualidades para jugar ese rol de defensa de la seguridad ciudadana. Con un importante currículo profesional que le merecía la postulación a la jefatura de la Policía Nacional, es enviada a retiro durante el gobierno liberal de Arnoldo Alemán, en momentos en que ella empujaba la equidad de género dentro de la institución armada.

Su vida es de lucha y ejemplo para las mujeres nicaragüenses, y a escasos días de salir de la Policía a la vida civil, llegó al estudio de Radio La Primerísima, vestida de civil, para contarnos un poco acerca de su vida.

Eva: Quisiera agradecerte, Mónica, por volver a compartir espacios con vos después de muchos años, porque hace más de veinte años, hubo oportunidades en que sí trabajamos juntas. Para mí es importantísimo poder tener este intercambio porque te considero, además de una mujer extraordinaria, una amiga de siempre, de todos los tiempos.

Mónica: Agradezco tus palabras, Eva. Cómo no acordarme, por ejemplo, cuando luego del terremoto de Managua vos tuviste que irte a vivir a León y las dos estuvimos varios meses en un refugio, en el Colegio La Salle, atendiendo a damnificados. ¡Nunca se me va a olvidar que aprendimos a echar tortillas para la gente! Todos los días estábamos trabajando y dormíamos en el refugio, porque teníamos la convicción de que la gente humilde es la autora y responsable directa de su propia liberación y de sus propias reivindicaciones.

Vamos a desmenuzar un poco tu historia. Contale a la gente los nombres de tus padres, y los recuerdos que tenés de ellos, ¿cómo influyen en vos?

Eva: Creo que la familia juega un rol muy determinante en la construcción social de cada persona; independientemente de que mi papá y yo ideológicamente llegamos a estar en polos opuestos, desde niños nos formaba en los principios de la verdad y la justicia. Para mí, la verdad y la justicia son los principios que deben regir mi vida.

Aun siendo muy niña, recuerdo el asunto de las mentiras piadosas que a veces dicen los padres, o cuando no quieren atender a alguien y decían: –Decí que no estoy. Y yo le decía a mi papá: –Pero si usted nos dice que no mintamos y usted está mintiendo. Entonces desde ese tiempo tenía esa actitud de si vos me enseñaste este principio, es para ponerlo en práctica; yo lo tengo que poner en práctica pero también lo tenés que poner en práctica vos, y debés ser mi ejemplo.

Pienso también en la reciedumbre de mi papá; en determinado momento después de haber trabajado con el somocismo durante tantos años y haber ocupado cargos importantísimos, fue capaz de decir ¡hasta aquí nomás, no voy a seguir permitiendo la dictadura y la perpetuación en el poder! Creo que eso me marcó. Y no podría dejar de mencionar la otra parte, que también es fundamental, y es que mi mamá es una mujer con unos principios de humanismo muy fuertes.

Mónica: Ella es de los Gurdián de León.

Eva: Sí. Ella siempre nos inculcó el amor por las personas. Creo que esa combinación de dos personas me marcó. Mi papá tenía un carácter muy fuerte, en un momento yo tuve serios encontronazos con él, porque decía que se tenía que hacer lo que él decía, y cuando era cuestionado, había altercados.

El otro ámbito creo que es el Colegio. Estudié en el Colegio La Asunción y ahí había una formación muy fuerte en valores, el valor del humanismo y la solidaridad fueron muy marcados por las monjas. En particular, hubo una monja que es la que mi mamá dice: –Yo le echo la culpa a la Madre Paloma; una monja española que es muy progresista y que nos impulsó a ir a trabajar a los barrios.

Nosotros teníamos grupos con los que íbamos los fines de semana a barrios muy pobres, levantábamos censos para ver las necesidades, construimos dispensarios y recogíamos dinero. A veces trabajábamos limpiando paredes de las casas de nuestras propias compañeras, haciendo la limpieza para poder también recoger dinero.

Creo que todo ese trabajo y también el que realizamos después del terremoto en el Colegio La Salle, cuando nos vamos a León, donde estaban las personas damnificadas y pasábamos prácticamente todo el día trabajando con ellos, creo que nos enseñó la disciplina, la solidaridad, nos enseñó que nosotros podíamos también impulsar y motivar a las personas para lograr su propia organización. Creo que esos dos ámbitos fueron fundamentales.

Mónica: Después te incorporás al Partido Socialista, ¿en qué año fue?

Eva: Fui de la Juventud Socialista en 1973. Cuando regreso a Managua, estaba en el Movimiento Cristiano; pero empecé a tener serios cuestionamientos sobre el cristianismo, sobre todo porque no veía la relación entre la teoría y la práctica. Eso me llevó también a algunas contradicciones con mis compañeras y compañeros, con algunos muy creyentes; pero también comencé a tener contacto con la Juventud Socialista y con el Frente Sandinista en la universidad. Manejaba contactos con ambos y hay un momento en que mi contacto del Frente me dice que tengo que decidirme con uno o con el otro, porque no podía estar así.

Mónica: ¿Quién era tu contacto con el Frente?

Eva: Inicialmente era René Vivas y después fue Oscar Robelo. Con René tuve varios contactos, cooperaba con el Frente, no estaba militando pero yo facilitaba el vehículo al que le había sacado una copia de la llave y se los dejaba parqueado en determinado lugar para que lo utilizaran.

Con la Juventud Socialista tenía conversaciones, pero cuando Oscar me plantea que tengo que decidirme, le dije: –Yo quiero estar segura de que este camino es el que realmente quiero seguir para llegar a conseguir el derrocamiento de la dictadura de Somoza; y no estoy segura, no lo siento todavía, no estoy convencida.

Bueno, te tenés que decidir; si no tomás la decisión ya, entonces te quedás con el otro –me decía. Y yo le dije: –Bueno, me estás obligando a irme para la Juventud Socialista. De tal manera que me incorporé a la Juventud Socialista, pero sin dejar de cooperar con el Frente Sandinista.

Mónica: Hubo un momento en que el Partido Socialista establece una alianza con el Frente, que después termina prácticamente en una fusión militante. ¿Cuándo fue que pasaste a incorporarte más activamente en el Frente?

Eva: En 1976 el Partido Socialista me manda a prepararme militarmente a Cuba. Voy con una escuadra de varones, era la única mujer. Dos anécdotas de ese viaje me parecen interesantes, fue que me hicieron cortarme el pelo chiquito, porque decían que a los campesinos en la montaña les iba a parecer raro ver a una mujer; y lo segundo es que al principio yo no resistía las caminatas, era muy delgadita y no estaba preparada físicamente.

La primera semana de entrenamiento fue muy dura porque la mochila cargada de latas y de diferentes cosas era pesadísima y las caminatas largas; pero yo dije, tengo que resistir, ¡cómo va a ser posible que la única mujer diga no resisto! Transcurrió esa semana y luché y luché, y a la siguiente semana más bien superaba a algunos de los hombres.

Cuando regresamos de esa preparación yo me preguntaba, ¿para qué fuimos, si nosotros solamente trabajamos en la parte política? Porque todo nuestro trabajo había sido en organización política estudiantil, con mujeres, obreros y en los barrios. Allí empezó la relación del Partido con el Frente Sandinista, más o menos a finales de 1976 o principios de 1977, pero realmente la fusión se viene a dar en 1978.

Mónica: Yo recuerdo que en la insurrección había unidades militares del Partido Socialista.

Eva: Sí, había unos grupos de gente que habían ido a prepararse a Cuba. En 1978 salgo embarazada de mi primer hijo, y prácticamente paso inactiva nueve meses de ese año, porque Federico nace a finales de noviembre, y entonces no me incorporo en esa etapa. Lo que hice fue empezar a trabajar en la logística, en casas de apoyo, en ese tipo de actividades.

Después el niño nace y obviamente tengo que cuidarlo. En determinados momentos busco quién se quede con mi hijo para irme a la clandestinidad, porque ya Federico López –que fue mi esposo– estaba clandestino. Mi hermana me dice que no: –Sería irresponsable que los dos estén expuestos a la muerte. Luego voy a buscar a un médico pediatra que me había visto al niño y le digo que si se queda con él. Lo pensó y lo repensó, me dio sus puntos de vista y al final me dijo que esperara. Total que yo tuve que seguir con el trabajo político organizativo y de logística porque no tenía quién cuidara a mi hijo.

Mónica: ¿Qué pasa con Eva Sacasa después del triunfo de la revolución? ¿Cuáles fueron las responsabilidades más importantes que asumiste y cómo valorás esos años de tu vida?

Eva: En principio, nunca pensé ser militar, ni ser policía. Nunca se me había pasado por la mente, además, la imagen que yo tenía del policía era la Guardia Nacional.

A raíz del triunfo de la revolución, estoy en un comando en el Barrio Altagracia, y llegan a buscarme para decirme que voy a trabajar en el MINT. Me llevaron junto a un grupo de compañeros, creo que por la preparación que había recibido en Cuba. Así empiezo como oficial analista.

Para mí es importante la cadena de cargos que fui asumiendo, pero sobre todo el haber sentido los problemas que experimentaban los compañeros; el no haber empezado desde arriba, sino desde en medio. Experimenté trabajar desde las madrugadas, pasando noches sin dormir. Todo el tiempo que trabajé en Seguridad Personal, es decir, en la protección del Presidente y los dirigentes, fue una experiencia buenísima. En esa Dirección combiné el trabajo, era jefa de la Sección Política y me tocaba la educación patriótica de las y los compañeros. Allí existía la práctica de que todo oficial o jefe tenía que hacer trabajo operativo, de tal manera que yo fui jefa de sector en determinadas actividades operativas.

Con el resto de compañeros hice exploraciones subterráneas, sobre todo para conocer la realidad que vivían los compañeros, porque se decía que era duro ese trabajo en que se preparan técnicamente para detectar si hay bombas. Esa experiencia fue extraordinaria, pero sobre todo ha sido importantísimo por la comunicación, la relación estrecha con los compañeros, el trabajo colegiado.

Mónica: ¿Cuándo exactamente entrás al trabajo de policía?

Eva: Para el año 1990 yo estoy en León como jefa de Personal del MINT de la Región II, me tocaba atender Policía, Sistema Penitenciario, Migración y Bomberos. Para 1993 vengo a Managua y me integro a la Policía como jefa de Recursos Humanos a nivel nacional; paso allí tres años y en 1996 me nombran Inspectora General de la Policía.

Mónica: Contanos sobre el trabajo con las mujeres. He percibido que en la Policía hay un esfuerzo particularmente empujado por las mujeres, pero con el respaldo de algunos jefes hombres, para destacar el rol de las mujeres, no sólo como policías de línea, sino policías con cargos, responsabilidades y jefaturas.

Eva: Nosotros arrancamos con el movimiento de mujeres, cuando se crea la primera Comisaría de la Mujer y la Niñez en 1993, donde la Aminta Granera juega un papel importante. Para el 8 de marzo de 1995, estando Fernando Caldera de jefe de la Policía, le digo que por qué en vez de una celebración por el Día Internacional de la Mujer, no hacemos una asamblea donde las mujeres expongamos los problemas que tenemos, y él lo vio muy bien. Tuvimos la asamblea y se plantearon como problemas principales el acceso a cargos de dirección y la capacitación. Eso marca el inicio de una preocupación del jefe de la Policía.

En el año 1996, estando cerca el 8 de marzo, Caldera me llama y me dice: –Ve, Eva, quiero que me hagás una propuesta de crear un Consejo de Género. Por supuesto que sí –le dije. Ese fin de semana trabajé una propuesta, la consulté con algunas compañeras civiles y con algunas policías, y se la presenté a Fernando; de tal manera que el 8 de marzo él conforma el Consejo, que ha sido vital.

Este Consejo constituye el primer instrumento de donde salen las primeras propuestas para la Jefatura Nacional de la Policía. Allí se propone y se logra que el enfoque de género sea parte de la doctrina policial, que son nueve principios que nos guían. Yo soy la Secretaria General hasta el momento, próximamente voy a entregar esta responsabilidad a otra compañera.

Mónica: ¿Qué vas a hacer ahora que vas a dejar de ser Policía?

Eva: A algunas personas les he expresado que estoy como viviendo un duelo, saliendo de una institución donde he trabajado por veintidós años. Pienso que desde la sociedad civil voy a seguir trabajando por los derechos humanos, la seguridad ciudadana, la equidad de género y la participación ciudadana. Realmente no me atrae trabajar en la empresa privada o en negocios; a mí me interesa seguir aportando desde lo que aprendí y lo que toda la vida hice en la Policía.

Mónica: Eva Sacasa, por tu procedencia y los valores que has señalado como fundamentales en tu formación, ¿te considerás una mujer sandinista?

Eva: Yo creo que sí, nunca me voy a dejar de considerar una mujer sandinista. El otro día en una entrevista, mi hermano le hizo un comentario a mi mamá: –Esta mi hermana no ha dejado de ser sandinista.

Mónica: Vos has sido una luchadora, la gente te ve como a una mujer al frente de la Policía, beligerante en la lucha por los derechos de la mujer y se te ha reconocido por la sociedad. Esos valores tienen que ver con los que nos formaron en la lucha, que no era solamente acabar con la dictadura de Somoza, sino luchar por una sociedad donde prevaleciera la verdad, la justicia, la igualdad, la equidad, y es importante decirlo, porque a veces la gente quiere descalificar al sandinismo como si no fuera portador de esos valores.

Alguien como vos, que ha estado fuera de la política partidista, ha demostrado esos valores que nos reivindican como sandinistas, porque son intrínsecos al verdadero sandinismo, aunque algunos que se hacen llamar “sandinistas” los puedan haber abandonado. Creo que eso es muy importante reconocértelo a vos.

Eva: Vos sabés que desde la Policía, que es una institución apolítica y apartidaria, no puedo dejar de expresar que mis principios y mis valores son sandinistas, y que sigo aspirando a una sociedad justa, equitativa, porque creo que el problema fundamental de Nicaragua son las desigualdades, es decir, no es solamente la pobreza, sino la desigualdad.



25 de agosto 2001


Últimos comentarios del relato
  • freddy narvaez :

    Eva tambien estuvo en la direccion politica del Mint,creo que fue jefe de un Depto. recuerdo que como jefa era muy humana, en esa epoca muchos compa☼ros se quejaban por autoritarismo de algunos jefes, ella al contrario siempre un persona completamente humana

    14 Nov, 13

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