De Raudales a la fundación del Frente
Bayardo Altamirano
Bayardo Altamirano López nació en Estelí en el año 1938. Es hijo de Ramón Altamirano y Susana López. Se bachillera en el Instituto Nacional Ramírez Goyena, donde conoce en 1955 al Comandante Carlos Fonseca, con quien entabla amistad y comparte ideales políticos. Organiza los primeros círculos marxistas en la norteña ciudad de Estelí junto al doctor Alejandro Dávila Bolaños. En 1956 viaja a México a estudiar Ingeniería Civil, y con otros exiliados organiza círculos de estudio en varios estados mexicanos. Mantiene una constante relación entre los círculos y las distintas iniciativas e incursiones guerrilleras de la época.
Es parte de los fundadores del Frente Unitario Nicaragüense (FUN), del Frente Revolucionario Sandino (FRS) y del Frente de Liberación Nacional (FLN). Participa en las acciones guerrilleras de estas organizaciones, incluyendo la guerrilla del Patuca, al lado del Coronel Santos López. Viaja varias veces a Cuba, donde participa en acciones de defensa de la Revolución Cubana. Durante años estuvo en México realizando tareas de organización de la solidaridad internacional.
Durante la Revolución Sandinista fue Vice Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, luego trabaja en el Instituto de Telecomunicaciones y Correos (TELCOR), después fue Embajador en Checoslovaquia y posteriormente Vice Rector de la Universidad de Ingeniería. Actualmente es profesor de distintas universidades y actúa en organizaciones críticas a la actual conducción del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Los generales, coroneles, capitanes y soldados de Sandino que sobrevivieron a las matanzas de la Guardia Nacional en Wiwilí y otros lugares de Las Segovias y el norte del país, mantuvieron viva la llama de la dignidad y la lucha hasta su muerte. Algunos de ellos eran ancianos que siempre fueron combativos. Por eso los encontramos en distintos esfuerzos guerrilleros que se organizaron contra la tiranía.
Las nuevas generaciones rebeldes hacen contacto con estos robles sandinistas exiliados que se mueven en Honduras, Guatemala, México, Costa Rica y Venezuela. Después del ajusticiamiento de Somoza García, prolifera la represión, pero también los intentos armados que, bajo distintas modalidades y condiciones, terminan constituyéndose en los antecedentes de lo que llegaría a ser el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Por sus correrías y acciones en diferentes grupos precedentes, Bayardo Altamirano se ubica nítidamente dentro del grupo de precursores y fundadores del FSLN. Su modestia y humildad no le dejaron desmentir a Tomás Borge, quien después del triunfo de 1979 dejó establecido de que él era el único sobreviviente de los fundadores del FSLN.
En esta conversación, Bayardo nos da detalles de las circunstancias que vivían en esos años, que permiten entender que la fundación del FSLN no fue en una reunión, ni se dio en un día, sino en un largo proceso en el que los Generales Juan Gregorio Colindres, Simeón González y Ramón Raudales, los Coroneles sandinistas Heriberto Reyes, Asunción Pulido y Santos López, y el Capitán Santiago Dietrich, se constituyen en arterias por donde circuló la sangre vivificante en experiencias y en convicción para la continuidad de la gran gesta de Sandino.
Mónica: Tuve la dicha de entrar en contacto estrecho con tu familia cuando llegué a Estelí a vivir a la casa de Rosario, tu hermana, en el mismo lugar donde siempre estuvo el taller El Zapatón, de don Ramón Altamirano, tu padre, quien era reconocido como un inclaudicable luchador anti-somocista y que combatió en el Frente Revolucionario Sandino en los años 1959-1960, y que hasta su muerte mantuvo vínculos con los sandinistas y les dio cobijo en su casa.
Entiendo que vos estuviste en círculos estudiantiles en varias ciudades mexicanas como Toluca, Puebla y Guadalajara, y que apoyaste la campaña guerrillera del General Raudales. Contanos sobre eso.
Bayardo: Cuando nosotros llegamos a México, en 1956, los estudiantes no estaban organizados, se dedicaban a estudiar, y comenzamos a promover la enseñanza que nos había dado Carlos Fonseca: tratar de que hubiera un movimiento estudiantil organizado de los nicaragüenses, aunque estuviéramos en México. En varias ciudades mexicanas se formaron distintos círculos de entre quince y veinte compañeros nicaragüenses, muchos de los cuales vinieron después a combatir, entre otros, Edén Pastora, quien estaba en Guadalajara.
Mónica: Entiendo que después se constituyó en México un círculo patriótico más amplio en donde estaban Armando Amador, Edelberto Torres y la doctora Conchita Palacios, pionera de las luchas feministas.
Bayardo: Fíjate que ella rompió un tabú, porque aquí la mujer no estudiaba en la Universidad. Estudió Medicina, enfrentándose a las críticas de la sociedad de entonces, porque decían que era una mujer marimacha. Fue una precursora de la lucha por los derechos de las mujeres.
Efectivamente con ellos se constituyó un grupo más amplio de exiliados de distintas tendencias ideológicas. Participaron además; Humberto Jerez, José Félix Córdoba Boniche, Carlos José Rodríguez y el doctor Ramón Romero, cuyo hijo del mismo nombre se incorporó después a la campaña de Raudales. También tomamos contacto con Virgilio Godoy, Lisandro Chávez, Róger Estrada y el doctor Clarence Silva.
Dentro de las actividades de los exiliados era importante la celebración del aniversario de Sandino el 21 de febrero. Estudiamos la historia de Sandino y la teoría revolucionaria. Empezamos a entrenarnos militarmente, porque estábamos convencidos de que había que derrocar al tirano con las armas. Cuando llegó la noticia del ajusticiamiento de Somoza, tuvimos largas discusiones porque algunos no compartían esa forma de lucha. Lo más importante es que en ese proceso, todos fuimos consolidando la convicción de que teníamos que luchar más decididamente.
Mónica: ¿Cómo se vinculan los exiliados de estos grupos de estudio con la campaña de Ramón Raudales?
Bayardo: Algunos que estaban en México vinieron directamente a incorporarse a Honduras; otros no fuimos aceptados porque la guerrilla requería hombres fogueados en la montaña, de características campesinas. El General Raudales más bien me ordenó regresar a México, ampliar la cantidad de candidatos a combatientes y prepararlos físicamente. Aceptó a algunos de los compañeros, por ejemplo, a Manuel Baldizón, quien tenía muy buenas condiciones físicas; a Virgilio Godoy, quien en esa época fue Secretario del General Raudales. Otros quedamos haciendo campaña de divulgación y de recolección de fondos.
Ramón Raudales cae combatiendo heroicamente, de pie, volando balas, el 18 de octubre de 1958, en Yaulí. Sus recomendaciones de prepararme se convirtieron para mí en una obligación moral directa con él.
Mónica: Con Ramón Raudales participa el Coronel sandinista Heriberto Reyes, el ex militar de la Guardia Nacional, Julio Alonso Leclaire, Harold Martínez. El hijo del doctor Ramón Romero, de igual nombre, también participó en la guerrilla de Raudales y, según tengo entendido, fue capturado y nunca apareció.
Bayardo: Este joven Romero tenía gran vocación militar y le encantaba leer las hazañas del Mariscal Rommel. Hablaba en términos militares y se esforzaba para que nosotros aprendiéramos sobre eso.
Mónica: También participaste en la creación de un movimiento unificador de distintos grupos que se llamó Frente Unitario Nicaragüense (FUN). Carlos Fonseca menciona como parte de los antecedentes del Frente Sandinista, al FUN. ¿Cuál era la esencia de ese movimiento?
Bayardo: Para entonces había una serie de grupos de guerrilleros organizados que actuaban dispersos. Estaban, por ejemplo, Manuel Díaz y Sotelo; y Julio Alonso Leclaire. Por otro lado, en distintos países había comités de solidaridad. Armando Amador ya había salido de México y estaba en Venezuela. Entonces, se trató de integrar una serie de movimientos organizados y de estructurar un solo mando militar que debía coordinar todas las acciones, y que todo el apoyo fuera encauzado. Por eso fue que se creó el FUN. Posterior a la muerte del General Raudales, Humberto Jerez fue delegado por el Frente Revolucionario Sandino (FRS), mientras nosotros preparábamos condiciones en la zona fronteriza.
Mónica: En unas declaraciones que dio Carlos Fonseca en 1964, explica que el FUN tenía como finalidad “organizar la solidaridad de los exiliados anti somocistas nicaragüenses dispersos en los diferentes países de América Latina”. También explica que “una delegación del FUN participó en el primer congreso de Juventudes Latinoamericanas que se celebró en La Habana en julio de 1960. Los delegados fueron: Julio César Mayorga Portocarrero y Rodolfo Romero Gómez”. (Fonseca, Carlos: 1985: pp. 263).
Oyente: Soy Rafael Casanova y aprovechando que se encuentra Bayardo, quisiera rendirle tributo a su papá, que se llamaba Ramón Altamirano. El Taller El Zapatón fue centro de reuniones, refugio y también de conspiración.
Entiendo que Bayardo participa en la guerrilla de El Chaparral. Que nos cuente un poco de eso. También quería insistir en que ese proceso que da como resultado al Frente Sandinista de Liberación Nacional, también pasa por un cúmulo de movimientos sociales, en especial en el área sindical.
Necesitamos avanzar en la construcción de una historia científica que no excluya, por ejemplo, al movimiento sindical, que algunas veces es puesto como que fue espontáneo y hasta se le sataniza, simplemente porque lo dirigían los socialistas, que fue el rival del FSLN en la izquierda durante toda la década de los años 70. Tan importante fue la lucha armada, como la del dirigente sindical que desarrolló un papel orientador, que llevó el conocimiento y permitió que ciertos sectores se sumaran después a la lucha armada del Frente Sandinista.
Porque no era lo mismo agarrar a un obrero, a un campesino que había tenido contacto con un sindicalista, que reclutar a este hombre, virgen totalmente. Cuando esta persona había sido trabajada por estos activistas sindicales, ya tenía una idea y podía incorporarse, porque más o menos tenía un camino, una brecha abierta en su mente para asumir una actitud mucho más consecuente, mucho más revolucionaria ante la lucha anti-somocista e integrarse a un movimiento revolucionario propiamente dicho como el Frente Sandinista.
Mónica: La reflexión de Rafael es muy importante. Muchos guerrilleros venían del Partido Socialista Nicaragüense (PSN). El mismo Carlos Fonseca se organizó en el PSN. El trabajo sindical que realizaba el Partido Socialista en la ciudad y en el campo, fue una base para la incorporación de extraordinarios campesinos como Bernardino Díaz Ochoa, Víctor Guillén “Eulalio”, y otros.
En Estelí, la organización de los zapateros fue fundamental. De ahí salieron Filemón Rivera (quien fue miembro de la Dirección Nacional del FSLN), Fausto Heriberto García y muchos otros. Posteriormente, el propio Frente Sandinista realizó trabajo de organización sindical y de otros sectores, pues Carlos Fonseca vio muy claramente la importancia de desarrollar todas las formas de lucha. Las diferencias con el Partido Socialista, que en algunas etapas fueron muy fuertes, derivaban de su concepción de lucha electoral y su rechazo a la opción armada. Al final de la lucha se dieron cuenta que había que enfrentarse militarmente a Somoza pero durante muchos años nos llamaron aventureros y nosotros también respondíamos acremente.
¿Cómo es tu participación en El Chaparral?
Bayardo: Antes quiero agradecer las palabras de Rafael para mi padre. Él había estado en el complot de Mina La India. La Guardia Nacional lo echó preso y le agarró un mensaje. Él alegó que era un negocio de enviar zapatos, y no pudieron comprobar su participación. También estoy de acuerdo en destacar el papel de los sindicatos. El trabajo que realizamos en México estuvo asesorado precisamente por Armando Amador y Francisco Hernández Segura, ambos socialistas y representantes de los sindicatos nicaragüenses en la Central de Trabajadores de América Latina (CTAL).
El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 nos colmó de aliento y esperanzas. En México seguíamos organizados con los otros exiliados y teníamos una red de comunicación que partía de México, pasaba por Guatemala donde la familia Escobar –el Panzón y su esposa Estela eran los principales colaboradores–; seguía por Honduras, donde en Choluteca el principal apoyo eran los Tijerino, y en Tegucigalpa trabajamos con Lorenzo Zelaya, Guillermo Suárez Rivas, mama Carmen Rivera, José María Palacios y un sastre de apellido Ardón que conocimos en la CTAL. La red terminaba en Danlí y El Paraíso, para luego entrar a Nicaragua por puntos ciegos. Los responsables de este último tramo eran Heriberto Rodríguez y Ramón Raudales, hijo.
El poeta Ernesto Mejía Sánchez, quien residía en México, intentó reclutarnos para el movimiento de Olama y Mollejones; pero como teníamos comunicación con Carlos Fonseca, entonces detenido en Guatemala después de una de las tantas veces que lo expulsaron de nuestra patria, él nos recomendó no participar en esa intentona, por su carácter no revolucionario1.
Nosotros ya estábamos decididos a entrar a Nicaragua y nos fuimos trasladando poco a poco a Honduras, gracias a pasaportes hondureños conseguidos por la base de apoyo. Allí organizamos el Frente Revolucionario Sandino. Había otros grupos de distintas corrientes, liberales independientes, conservadores y hasta ex militares, algunos de ellos participantes en importantes acciones. Por ejemplo, estaba un grupo comandado por el capitán Alfaro, quien vivía en El Salvador y entrenó a Rigoberto López Pérez en tiro al blanco. Ellos tenían como representante en Honduras al teniente Duarte. También estaban ex pilotos de la Fuerza Aérea Nicaragüense (FAN), que habían participado en el secuestro de un avión que aterrizó en Lepaguare, entre ellos, Alí Sálomon y Carlos Ulloa.
Es decir, Honduras era un hervidero de anti-somocismo, pues el gobierno de Villeda Morales, que había desplazado a la dictadura de Carías, simpatizaba con los opositores nicaragüenses.
Cuando comenzamos a saber de la gesta del General Sandino, nuestra principal preocupación fue contactarnos con los viejos sandinistas, lo cual no era fácil por sus medidas de seguridad. Fue difícil encontrar a los Coroneles Heriberto Reyes, Lázaro Salinas, Simeón González –vivía en Juticalpa, cabecera de Olancho–, Santos López –estaba en la parte norte de Honduras–; nos rehuyeron bastante tiempo, hasta que se convencieron que podían confiar en nosotros. El Capitán Santiago Dietrich vivía en Tegucigalpa. Todos ellos tenían una gran experiencia militar, que era de lo que más carecíamos nosotros.
Teníamos algunos conocimientos de la teoría revolucionaria y analizábamos la situación de Nicaragua, pero no contábamos con experiencia militar. Esa era la riqueza invaluable de los coroneles sandinistas, además de su historia. Queríamos que nos contaran cómo había sido su lucha, porque en realidad muchas de las cosas las conocíamos solamente por el libro Sandino, General de Hombres Libres, de Gregorio Selser, que fue un factor muy importante en la formación de toda esa generación para conocer a Sandino.
Los coroneles y otros sobrevivientes sandinistas tenían comunicación entre sí y eran muy conspirativos. Tenían una cadena que comenzaba con el Capitán Dietrich. Nos daban la dirección de una pulpería donde debíamos llegar a comprar una caja de fósforos, dejábamos caer la caja de fósforos y exclamábamos ¡por los tres clavos de Cristo!, y te preguntaban qué parte de la Biblia te gustaba más, y debías responder que el Nuevo Testamento. Hasta entonces te podían contactar con Dietrich. Tomaban esas medidas de seguridad porque también había esbirros en Honduras.
Desde Cuba llegaron los compañeros que participarían en El Chaparral, con el ex teniente Somarriba al frente. Nosotros, los del Frente Revolucionario Sandino no estuvimos de acuerdo con ese mando y nos mantuvimos con el plan trazado con los viejos sandinistas. Carlos Fonseca aceptó disciplinadamente a ese jefe. El plan de Somarriba nos pareció lleno de errores, desde la escogencia del lugar del campamento, hasta la falta de sigilo conspirativo.
La inteligencia de los militares hondureños, los llamados chafarotes, los detectó. Efectivamente, el 24 de junio de ese año, fueron masacrados; murió gente valiosísima como Manuel Baldizón, quien ya había andado con Raudales, y el cubano Onelio Hernández. Y fueron heridos gravemente, Carlos Fonseca, Harold Martínez, Caney y Chester Simpson –quedó lisiado de por vida–, que al triunfo de la Revolución fue Embajador en Libia.
Mónica: Se ha afirmado que el Frente Revolucionario Sandino fue creado por los hermanos Martínez, Harold y Alejandro. Como ellos tuvieron problemas posteriormente, incluso uno estuvo preso en Cuba, eso afectó la valoración de este movimiento. Tanto Tomás Borge como el mismo Carlos Fonseca no le han dado la importancia que objetivamente tuvo en el conjunto de movimientos insurgentes de la época. Además que hay muy poca información.
Bayardo: Los Martínez se montaron sobre el caballo del FRS, que fue creado por los grupos de México. En Honduras cometimos el error de juntarnos con Alejandro Martínez, quien decía tener experiencia militar, obtenida en Costa Rica, con José Figueres. Ellos dirigieron algunas acciones. Harold participó en la columna de El Chaparral y fue herido de bala en el hombro, pero él no actuó como FRS, sino a título personal. Anduvo con el General Raudales y era amigo de Baldizón.
Luego Alejandro se metió en enredos en Cuba, pues sacó unos paracaídas de una base aérea, y por eso lo metieron preso. Él andaba con una muchacha polaca que no era bien vista por la inteligencia cubana. Harold quedó resentido y fue a informar de las reuniones del FRS al consulado de Somoza en Costa Rica. Eso apareció al triunfo de la Revolución Sandinista en los archivos de la GN. Por eso él no regresó a Nicaragua el 19 de julio, sino hasta que ganó las elecciones Violeta Barrios de Chamorro.
Mónica: ¿Tenían comunicación entre sí todos esos grupos que estaban ahí?
Bayardo: De parte del FRS siempre intentamos comunicarnos. El grupo de los liberales independientes, liderado por los hermanos Orúe, tenía prejuicios contra nosotros porque decían que éramos comunistas.
Hablamos con Manuel Díaz y Sotelo, pero él decía que nosotros teníamos demasiada paciencia, y que así no haríamos nada, que íbamos a llegar a las “calendas griegas”. Lo que pasa es que nosotros estábamos comprando armas y no podíamos movernos sin haber creado antes algunas condiciones mínimas. No podíamos darle mayores detalles. Así que Manuel Díaz y Sotelo entró a Nicaragua con un grupo y fueron masacrados cerca de Pueblo Nuevo. Ahí murió también un cubano veterano de la Sierra Maestra, el Capitán Escalona, quien combatió durante tres horas con la Guardia Nacional. A la columna de Fadel Abdalah le infiltraron un campesino que lo macheteó mientras dormía.
Mónica: ¿Cuáles fueron las principales actividades del FRS?
Bayardo: Lo primero que hay que decir es que el FRS apoyó al Presidente Villeda Morales frente a un intento de golpe de estado que quisieron darle unos gorilas jefeados por un amigo de Somoza, Armando Velásquez Cerrato (AVC). Al conocer el intento de golpe, fuimos a ponernos a la orden, y nos dieron la tarea de proteger al Presidente en la propia casa presidencial. Estábamos dispuestos a defenderlo con nuestras vidas porque sentíamos que era una batalla contra Somoza.
Después, cuando conseguimos las armas, la principal misión era meterlas a Nicaragua. Se me comisionó para llevarlas al Chichicaste y entregarlas al Coronel Lázaro Salinas, quien por veredas las introdujo a las cercanías de Murra, su zona de operaciones. Cuando ya había despachado las armas, los militares llegaron pisándome los talones, porque habíamos sido denunciados por el mismo que nos las había vendido. Me capturaron, me torturaron, y al final me llevaron a Danlí, donde finalmente me soltaron por gestiones del diputado liberal Agurcia. Mama Carmen ya me estaba rezando los nueve días.
Insistimos en la comunicación con otras fuerzas, pero los políticos eran reacios, así que avanzamos en la coordinación entre las unidades militares. Tuvimos comunicación con el grupo 15 de septiembre, de Julio Alonso Leclaire, al que le decían el Movimiento de los tres Julios (Alonso Leclaire, Molina y Velásquez). Esto lo logré a través de Julio Velásquez, quien por ser somoteño era conocido de mi familia. Para entonces ya nuestro movimiento tenía las armas al norte de Murra, que era nuestro principal centro de operaciones, bajo el mando del Coronel Lázaro Salinas. Incluso llegamos a acuerdos respecto a zonas de operaciones y apoyo de nuestras redes de colaboradores.
El grupo 15 de septiembre incursionó en Nicaragua en septiembre de 1960 y realizó combates exitosos y tomas de cuarteles en Susucayán, San Fernando, El Jícaro y Santa Clara. En Matagalpa le pegó fuego a unos aserríos. Buscaba contactarse con la Columna de Chale Haslam, pero nunca pudieron encontrarse. Se incorporaron dos estilianos: el comerciante José Juárez y Leónidas Rodríguez.
Nosotros pusimos una emboscada de contención en un lugar donde se preveía que llegarían los refuerzos de la Guardia. Incluso pusimos minas de dinamita sobre el camino. Yo era el responsable de la misión.
Luego de las acciones anotadas, el grupo 15 de septiembre tuvo que emprender la retirada porque, al igual que había pasado con otros movimientos, carecía de respaldo en las zonas donde andaba, no había base social. En esa operación tuvieron algunos problemas, por ejemplo, se perdieron varias veces. Tuvieron que dejar herido en la casa de un campesino a un médico cubano de apellido Punset. Denunciado por un Juez de Mesta, la Guardia lo descubrió y él prefirió morir peleando valientemente, antes que entregarse.
Lo más increíble fue que en esa retirada pasaron por el lugar donde nosotros estábamos para atacar a la Guardia, y por pura casualidad Julio Alonso se quitó la gorra y yo le pude distinguir la pelona casi en el momento en que íbamos a dar la orden de accionar la carga de dinamita y disparar fuego graneado, creyendo que era la Guardia. Se alegraron mucho cuando nos encontraron.
Luego de comerse en un santiamén toda nuestra comida y de refrescarse, Julio Alonso regresó a Tegucigalpa, pero algunos de sus combatientes se quedaron con nosotros. Luciano Vílchez, que le decíamos “El León del Dorado”, su hijo Victoriano y “Moleón”2, se integraron al FRS.
Mónica: ¿Quiénes fueron los principales integrantes del FRS?
Bayardo: Harold y Alejandro Martínez, Edén Pastora, Modesto Duarte, Jimmy Rodríguez, Leónidas Rodríguez, Chepe Matey, Francisco Castillo Martínez, Luis Fisher, Pedro Pablo Ríos “El Indio”, Luciano Vílchez y su hijo Victoriano, Daniel García “Wiwilí”, Chico Toribio, Ramón Altamirano (mi padre), Manuel Pastrana, un cubano apellidado Moleón (Renán Montero), Eduardo Medina y Víctor Arvizu, estos dos últimos, estudiantes que venían de México. Había otros internacionalistas como Tomás Palacios, hondureño, Héctor Zelaya del Partido Popular Socialista mexicano, y Fabricio Paz, salvadoreño.
También estuvo con nosotros Pepe Martínez, quien armando una bomba caza-bobos sufrió un accidente y quedó destrozado: perdió un ojo y una mano. Edén Pastora hizo de médico, sacándole los charneles. A mí me tocaba ponerle la anestesia, pero de ver los destrozos en Pepe, me desmayé, y desde entonces Edén se burla de mí cada vez que lo recuerda.
Otro que participó fue un gringo llamado John. También tuvimos nuestro Che, el argentino Joaquín Bassanta, quien procedía de grupos anarquistas. Era súper impaciente. En una emboscada en la que estaba a mi lado, a cada rato preguntaba: – ¿A qué horas entran los hijos de puta esclavos de los yanquis? Calma piojo, que la noche es larga –le respondía. Y él decía: – ¡Por las mil pelotas!, ¿por qué no vienen los mal paridos?
De los sobrevivientes de la Columna de Chale Haslam llegaron a Honduras Enrique Montoya y Gustavo Vílchez. De Masaya, enviados por el Frente Interno, recibimos a Rigoberto Guzmán, Oscar Guandique y Francisco Alemán. Este último era un campesino que siempre estaba pidiendo que le habláramos de la reforma agraria.
Mónica: Hay un compañero que para mí ha sido ejemplar por su tenacidad frente a sus problemas de salud: Heriberto Rodríguez. ¿Tuviste contacto con él en el FRS?
Bayardo: Yo sé que él reunió a varios ocotalianos, a su hermano Toño, Manuel Pastrana y Faustino Ruiz “El Cuje”, entre otros, y se apareció en el campamento de Los Robles, donde lo recibimos como hermano. Después Carlos Fonseca lo encargó de meter literatura revolucionaria prohibida, que recibía de Germán Gaitán, y hacía ediciones clandestinas. Por esa época lo apodamos “El Censor”, porque cuando en el camino nos deteníamos a descansar, él leía lo que llevaba, y luego regresaba pidiendo que le aclaráramos sus dudas.
De otro viejo sandinista que no hemos hablado es del abuelo Rugama, quien estaba lisiado de un brazo y sufría dolores con el frío. Siempre andaba sobándose con ungüentos que elaboraba con diferentes aceites. No renunció a la lucha y decía que él estaba ahí aunque fuera para cuidar los campamentos. Acarreaba agua y leña. Le encantaba oír las charlas políticas que se daban en la noche.
Mónica: ¿Cuáles fueron las operaciones más importantes del Frente Revolucionario Sandino?
Bayardo: Se decidió operar cuando ya nos sentimos más entrenados. Para ello se formó una columna de quince compañeros jefeada por Harold Martínez, quien se había destacado en la guerrilla de Raudales. La idea era ajusticiar jueces de mesta y atacar algunos grupos de la Guardia. Le pasamos la cuenta al que denunció al médico cubano Punset. Todo iba bien, pero, cometieron el error de meterse a la casa de Luciano Vílchez, violando todas las normas de seguridad que nos habían enseñado. Se pusieron a cocinar, ahí los atacó la Guardia y los encontró totalmente desprevenidos. Cayeron nueve compañeros y sólo seis pudieron salir vivos, entre ellos Harold Martínez.
Otras columnas operaron para atacar el Cuartel de Las Trojes, y la acción resultó exitosa porque no tuvimos ninguna baja, aunque al día siguiente la Guardia bombardeó todos los alrededores.
Otra operación fue el secuestro de un gringo llamado Thomas D. Kapp. La acción fue sencilla, pero los resultados fueron desastrosos. El gringo era muy astuto y logró establecer nuestras posiciones, la cantidad de nuestras fuerzas y muchos datos más; de modo que, cuando él fue presentado a los medios de comunicación, con pelos y señales dio toda nuestra ubicación. En el repliegue a Honduras nos cercó el ejército hondureño y tuvimos que entregarnos. Otro grupo al mando de Manuel Pastrana, continuó dentro de Nicaragua, resistieron algún tiempo, pero fueron cayendo poco a poco en distintos combates.
Mónica: Luego, ¿qué sucede?
Bayardo: La guerrilla de la que te hablo llegó hasta 1961; después de eso, salí dos veces a Cuba. La primera vez fue con el licenciado José María Palacios, para traer unas armas junto a Eduardo Medina Borge, Yayo. Las pasamos legalmente por el aeropuerto, gracias al apoyo de compañeros liberales que trabajaban allí. Me reuní con el Che por gestiones del Patojo Cáceres, quien compartía una casa con nosotros; pero fuimos casi a título personal, no como representantes de ninguna organización. El Che estaba contrariado con la desunión de los nicaragüenses. En ese primer viaje, conocí también a Tamara Bunke.
En el segundo viaje fui con Modesto Duarte, Alejandro Martínez, Pedro Pablo Ríos, Daniel García, Faustino Ruiz “El Cuje” y Polo Fisher. Nos mantuvimos unidos realizando distintas tareas. Sólo hubo problemas con Alejandro Martínez, quien terminó preso, como referí anteriormente. Él se quedó en La Habana y nosotros nos fuimos al ingenio azucarero Augusto Sandino, donde alfabetizamos, enseñamos mínimo técnico, sembramos hortalizas, reparamos vías férreas y, desde luego, hacíamos vigilancia.
En 23 y L, en La Habana, un compañero del Partido Socialista Popular nos facilitó el sótano para tener ahí una oficina. Pero estábamos como FUN. Allí recibimos varias visitas, incluso a personalidades como Salvador Allende y Janet Pagán. Estando allí me designaron para ir al Festival de la Juventud que se celebró en Helsinki, Finlandia.
Mónica: Tengo información de que fuiste miliciano de la Revolución Cubana y participaste en algunas tareas de defensa cuando los ataques a Playa Girón. Contanos sobre eso.
Bayardo: Participé en tres movilizaciones: primero contra unos alzados en la Sierra Maestra, pero no tuvimos ningún combate. En la segunda, fui subordinado de Faustino Pérez, un hombre extraordinario.
Mónica: Él fue muy amigo mío durante la Revolución, vino varias veces a Nicaragua y tuve la oportunidad de llevarlo a la Costa Atlántica. Faustino Pérez era Presidente de la Oficina de Atención a los Órganos del Poder Popular. Él también me hizo conocer muchos lugares de Cuba. Era un extraordinario compañero y había sido parte del grupo de los doce que desembarcaron en Cuba e iniciaron esa etapa de lucha. Murió del corazón.
Bayardo: Faustino también quiso mucho a Eduardo Medina Borge, Yayo, estudiante preparado en México y que se ha mencionado muy poco.
A nosotros nos incorporaron porque en ese momento había una de las tantas amenazas gringas, pues habían colocado unos barcos en posición agresiva. No fue propiamente en el ataque a Playa Girón, sino que nos mandaron a ser parte del cinturón de defensa de La Habana. Como se preparaban los primeros grupos artilleros, se aprovechó que ya tenía algo de estudios de ingeniería y que podía hacer cálculos matemáticos, tiros parabólicos y lo relacionado con el tiro de cañón; así tuve la fortuna de estar muy cercano a Faustino.
La tercera movilización fue cuando el ataque a Playa Girón. Para entonces, ya estaba organizado el FUN, y estaban en Cuba Tomás Borge, Silvio Mayorga y Orlando Quant. Nos organizamos en dos escuadras de infantería y un grupo de aviación. Volando un avión contra los invasores, cayó Carlos Ulloa.
Mónica: También investigué que junto con Modesto Duarte, participaste en la creación de la letra del primer himno del Frente Sandinista: Luchar, luchar, luchar, es nuestro grito de guerra, que después del triunfo de la Revolución Sandinista se convirtió en el himno del Ejército Popular Sandinista (EPS).
Bayardo: El otro día lo platicábamos con Luis Enrique Mejía Godoy, quien me decía: –Pero, hombre, por qué no se ha dicho eso. Le digo: –Mirá, hay cosas que son así. El que nos motivó fue precisamente el Comandante Faustino; nos dijo que era importante tener un himno. Con Modesto Duarte escribimos la letra y un cubano de apellido Santiesteban, quien tocaba piano, le puso la música. A este cubano lo apodábamos “Sabor y melodía”.
Si se fijan bien, hay influencia del Himno del Instituto Nacional Ramírez Goyena de nuestro tiempo. También teníamos influencia de la marcha del 26 de julio. Para nosotros era una cuestión importante tener un himno, y en Raití y Bocay lo cantábamos. Era una forma de hacer propaganda, nada más que lo hacíamos con mískitos. Los mískitos nos oían como quien oye llover. ¿Y éstos, qué cantan?, seguramente se preguntaban.
Oyente: Alfonso Sálomon. Bayardo, te quería preguntar desde hace rato, pero siempre se me olvida, ¿el Conejo Rosales estuvo con vos en Raití y Patuca en esa época?
Bayardo: Sí, hombre. A Rolando Rosales le apodábamos El Gordo. Sí estuvo y desafortunadamente ahora está muy enfermo, tuvieron que amputarle una pierna. Él tiene muy buenas relaciones en Suecia porque estuvo exiliado allá, fue trabajador y cuenta con una jubilación.
Oyente: Por eso te pregunto, porque estuve con Harold Martínez cuando le amputaron su pierna, y quería saber si vos eras de esa misma época. Estaba casi seguro y quería decirte eso de su pierna, por si no lo sabías.
Hombré, lo fuimos a ver y esos son momentos que no pueden olvidarse. Me dice: –Ya perdí mi pierna; ni siquiera en El Chaparral ni en Patuca me pasó esto, pero quiero que sepás que esta visita de Harold y vos, es como si tuviera la pierna, porque siento que los amigos, los compañeros, esa semilla que sembramos, vale más que nada. Y se puso a llorar, el pobre. Vos sabés que él es un hombre sencillo, bravo, pero sencillo.
Mónica: En tu biografía se dice que en Raití y Bocay tuviste el honor y orgullo de haber dirigido el primer combate que libró el Ejército Popular Sandinista (EPS), ¿Por qué lo llamás EPS, si éste se fundó hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista?
Bayardo: Porque para mí, ese brazo armado de entonces, el FSLN, es el origen del Ejército de la Revolución. Aunque bueno, también todas las luchas que hubo de los Generales sandinistas, de Colindres, de Raudales, de Pedro Altamirano, de Heriberto Reyes, de Asunción Pulido. Este último siempre fue un terror para la Guardia, a pesar de que estaba viejo y enfermo.
También se desconoce que el Coronel Lázaro Salinas mantuvo una guerrilla familiar en los alrededores de Murra. Estaba viejecito, rodeado de sus hijos, sus sobrinos y sus amigos, los Matey. Vivían esperando el sueño de que regresaran los otros sandinistas que estaban en Honduras, para constituirse en un movimiento amplio contra Somoza. Nosotros encontramos a esos compañeros.
Mónica: Muchos de ellos fueron integrándose a la lucha, como don Gregorio Olivas, o el caso de don Bonifacio Montoya, quien había estado con Sandino y vivía esperando que regresara, hasta que llegó el Frente Sandinista en los años setenta.
Vamos a cerrar el programa pero antes queremos hacer énfasis en un asunto importante, varios oyentes nos llamaron planteando que no hablemos del pasado, que veamos los problemas del presente. Quiero volver a insistir: el conocimiento de la historia es determinante para salir del coyunturalismo, del cortoplacismo, que se ha mostrado fatal para el diseño de un verdadero proyecto de transformación. Precisamente en esta etapa estamos viendo cómo se repiten los mismos errores: los pactos, los arreglos a espaldas de los intereses populares, el reparto del poder, como hizo Somoza con Emiliano Chamorro y luego con Agüero. Nosotros hablamos de Historia porque estamos absolutamente convencidos de que hacerlo es fundamental para poder encontrar las rutas del presente y del futuro.
El ser humano debe saber de dónde viene, cuáles son las principales preguntas que nos hemos hecho históricamente y las respuestas que se han dado, para poder empujar conscientemente su presente en una dirección correcta.
A las clases dominantes les conviene ese enfoque de ver sólo el hoy y si es posible, lo más cortoplacista que puedan, porque ésa es una forma facilísima de dominar a las grandes mayorías. Cuando el pueblo conoce la historia y sabe las respuestas que se han dado en el pasado en las distintas circunstancias, el pueblo no va a ser dominado fácilmente. Por eso, la historia es sumamente importante.
Bayardo, tus palabras finales.
Bayardo: En los últimos días se han realizado esfuerzos de articulación entre los sandinistas críticos de las decisiones oficiales del FSLN3. Yo quiero celebrar esos esfuerzos y hacer un llamado a todos los sandinistas a recuperar los valores revolucionarios del Frente Sandinista. Eso, además, nos lleva a una política de acercamiento y de alianzas hacia el sandinismo que llamamos “Sandinismo amplio” y hacia los sectores que han estado vecinos en nuestras posiciones, movimientos de carácter socialista.
La lucha en el campo electoral es importante pero no es la única. Apoyar las luchas populares es determinante, apoyar los esfuerzos que vienen haciendo los sectores contra el alza en el costo de la vida, la lucha de los maestros, la lucha de los electricistas, la lucha contra la privatización, esto es una necesidad y es una constante.
Estamos claros que el Frente Sandinista no anda bien, están conduciéndolo hacia un proceso de autodestrucción, desde el punto de vista de partido revolucionario. Tenemos que desarrollar la solidaridad de los sandinistas, la solidaridad que hemos perdido.
15 de enero de 2000
NOTAS
1 Carlos había sido capturado el 2 de abril, con Silvio Mayorga y Fernando Ampié. El 7 de abril, varios organismos universitarios (el Centro Universitario de la Universidad Nacional, la Asociación de Estudiantes de Derecho y la Juventud Democrática Nicaragüense, sección León) organizan movilizaciones para exigir su libertad. Lo deportan a Guatemala en un avión de la Fuerza Aérea Nicaragüense, el 8 de abril.
2 Moleón es el Comandante Guerrillero Renán Montero.
3 En esos días se realizó una reunión en El Crucero en el que participaron representantes de distintos grupos disidentes: La Izquierda Democrática, Iniciativa Sandinista, el Foro Nacional Sandinista, Sandinistas por la Dignidad Nacional, grupos de los departamentos y entes territoriales, dirigentes juveniles y representación de los sindicatos para analizar los problemas internos del FSLN derivados de su política oficial de pactos.
Anyeling Reyes :
Hola me podrían ayudar contandome la biografía de Ramón raudales la he buscado cono loca y aun no la eh encontrado.
13 Nov, 14ariel :
Fadel Abdala del movimiento de Dìaz y Sotelo, deambulò el rsto de su vida por las calles de la Jinotega de mi niñez y adolescencia, caminando torpemente asido a un bastón, desconocido e ignorado totalmente por sus coterráneos, cuidado por una de sus hermanas hasta la muerte en pleno anonimato. El actual Alcalde sandinista de Jinotega se negó a poner el nombre de Fadel a una cancha de baloncesto, deporte practicado por Fadel, en lo que considero propio de una persona que ignora los orígenes de la lucha anti dictatorial.
20 Nov, 13