Memorias de la lucha Sandinista

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Un Largo y doloroso día

Alfredo Sánchez, Patricia Brenes, Pedro Rivas Guatemala y Miguel Ángel Herrera


Alfredo Sánchez Alegría nace en Managua el 29 de mayo de 1946. Se bachillera en el Instituto Maestro Gabriel. Estudiaba quinto año de Administración de Empresas cuando es expulsado de la Universidad Centroamericana en las jornadas de lucha estudiantil de 1970-1971. Sus primeros contactos con el sandinismo se dieron en el año 1969. Se incorpora a una célula del Frente Estudiantil Revolucionario en 1971 y a actividades conspirativas del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1976.

En abril de 1977 recibe entrenamiento militar en una escuela en Costa Rica. Participa en el ataque al Cuartel de Masaya el 17 de octubre y luego sale del país; regresa después del 19 de julio. Después del triunfo de la revolución, lo incorporan al Ejército Popular Sandinista. En el año 1990 sale del Ejército y a la fecha trabaja por cuenta propia.

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Patricia Brenes Alvarado nace en Masaya el 30 de julio de 1959. Estudia primaria y secundaria en su ciudad natal, en el Colegio Santa Teresita. A partir de 1977 colabora con el FSLN como correo. Fue colaboradora en el ataque al Cuartel de Masaya e inmediatamente es capturada. Guarda prisión durante nueve meses y luego se incorpora a la Comisión del Exterior, en Panamá. En los años ochenta trabaja en el Ministerio del Interior y se retira en 1990 con el grado de teniente. Después de 1990, trabaja por cuenta propia; a la fecha brinda asesoría financiera de seguros.

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Pedro Rivas Guatemala nace en Diriá, Granada, el 29 de junio de 1948. Se bachillera en el Instituto Cristóbal Colón, de Managua. En 1968 se gradúa en el Instituto Técnico Vocacional, de Managua, como técnico dibujante arquitectónico y construcción. Trabaja como colaborador del FSLN a partir de mayo de 1976; luego de la muerte de Pedro Aráuz, se asila en la Embajada de Venezuela y lo integran a la Comisión del Exterior del FSLN como Coordinador del Comité de Solidaridad con Nicaragua en el estado de Zulia, residiendo en la ciudad de Maracaibo, bajo la responsabilidad de Marcos Antonio Rodríguez y Edwin Cordero. En agosto de 1979 se integra al Ejército Popular Sandinista, en 1992 pasa a retiro con el grado de capitán, y se integra a las estructuras municipales del FSLN en Diriá.

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Miguel Ángel Herrera nace el 29 de septiembre de 1954. Como parte del movimiento cristiano, participa en tomas de colegios en 1971. En 1972 estuvo en la huelga de hambre en la Catedral de Managua. En 1975 lo recluta Iván Montenegro a través de Julio Ramos, para la realización de trabajos en el exterior. De 1976 a 1979, permanece en Venezuela y forma parte de los comités de solidaridad con las luchas del pueblo nicaragüense. Actualmente es historiador, trabaja en el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la UCA (IHNCA).


Para octubre de 1977, el FSLN Tendencia Insurreccional o Tercerista, planifica una jornada ofensiva hacia las ciudades, que incluía el ataque simultáneo sobre los Cuarteles de la Guardia en San Carlos, Río San Juan; Ocotal, Nueva Segovia; Masaya; León; Rivas y Chinandega. La fecha: 13 de octubre. Esta jornada inicia una etapa distinta en la lucha del FSLN: el principio de un proceso de ofensiva ininterrumpida, en cruentas jornadas que permiten avanzar más rápidamente, no sólo en la acumulación de fuerzas militares, sino también en términos de la percepción de todos los sectores dentro y fuera del país, de la urgencia de acabar con la dictadura.

De los golpes planeados se realizan: la entrada desde Honduras de un columna de selectos combatientes, quienes penetran por la Cordillera de Dipilto, y realizan una certera emboscada en San Fabián; en el sur, el ataque al Cuartel de San Carlos, Río San Juan; y cuatro días después, el 17 de octubre, el ataque al Cuartel de Masaya, que se convierte en un revés al caer masacrados los principales integrantes de la unidad.

En el ataque al Cuartel de Masaya caen Israel Lewites, Juan Carlos Herrera “La Foquita”, José Francisco Castellón Peinado, Maximiliano Somarriba Taleno; y en un retén de contención, colocado en el kilómetro 14 de la Carretera Managua-Masaya, caen heroicamente Norman López Porras, Rolando López Porras y Manuel Sánchez.

El mismo día del ataque, cae en la Carretera Tipitapa-Masaya, Pedro Aráuz Palacios; y en otros sectores de Managua, Martha Angélica Quezada, Carlos Arroyo Pineda, Genoveva Rodríguez y Róger Langrand Hernández.

Mónica: Alfredo, contanos un poco sobre tus vínculos con el FSLN.

Alfredo: Me bachilleré con Daniel Ortega, quien llegó al Instituto Maestro Gabriel a quinto año. Me dio una cita por Santo Domingo, y por allá en 1965, me quiso reclutar, pero yo le dije que no. Y me da risa porque un argumento que le expuse era porque eran comunistas. Pero luego estuve en una célula del profesor Bermúdez, tío de Cristian Pérez, y con Lesbia Carrasquilla y Vladimir Pérez, en el Partido Socialista.

Después del 22 de enero del 67 mirábamos que esto no se componía a tapazos. Después de la huelga de los maestros en 1969, quise entrar en contacto a través de Alfonso García, que era Presidente del Centro Estudiantil Universitario de la Universidad Centroamericana (CEUCA), pero no me dio pelota. Después le dije a Alejandro Gutiérrez, pero me mantuve en el entorno de las actividades políticas. Fui expulsado de la UCA en las jornadas de lucha estudiantil de 1970 y, al pasar a estudiar a la UNAN, me integro en las células sandinistas del FER con Isabel Turcios, Susy Guillén, María Lourdes Casco y Gladys Gómez.

Trabajamos en el Barrio Acahualinca con Nora Astorga, que nos apoyaba como abogada. Organizábamos dispensarios, brindando atención médica con estudiantes de medicina de León. Recuperábamos medicinas y las dábamos a la gente humilde.

Cuando ingresó Daniel Ortega al país, en 1976, a mí me tocó, con quien entonces era mi esposa, Estela Soto y mi pequeño hijo de dos años Fidel Ernesto, trasladarlo de León a Managua, y quedo incorporado a actividades conspirativas.

En abril de 1977, participo en Costa Rica en una escuela militar, que estaba bajo la responsabilidad de Plutarco Hernández. Israel Lewites es el instructor militar, y Silvio Casco, el político. El 17 de septiembre de 1977, la Guardia me montó un cerco a mi casa en el Barrio Santa Ana, y ahí capturaron a Estela y a mis hermanas.

Después del ataque al Cuartel de Masaya, quedé sin contactos y me tuve que asilar en la Embajada de Francia, y luego en la de México. Salí a este país, donde permanecí algún tiempo. En septiembre de 1978, me trasladaron para Panamá; entré a Costa Rica guiado por Walter Ferreti “Chombito”, y estuve un tiempo en el Frente Sur, en una columna con Johnny Torres y Javier Pichardo.

En marzo de 1979, nos cayó la guardia tica en el campamento, y me capturaron. Y ahí es que veo a Iván Montenegro, que había sido capturado también. Me planteó incorporarme a la columna que entraría por Nueva Guinea. Yo conocía muy bien ese terreno, pues había andado de cacería, y expresé mi desacuerdo con esa operación. Ellos no conocían ese lugar. El fango llega hasta la cintura, no había ninguna base social, pues no había trabajo previo. Lo consideraba una locura, y así lo expresé. A los días tuve un accidente y me enyesaron el tobillo, así que no pude, a mi pesar, participar en la insurrección. Pase varios días dándome contra las paredes. Vine a Nicaragua hasta después del triunfo.

Mónica: ¿Cuál es tu percepción de las condiciones históricas? ¿Qué fue lo que determinó y cómo se programó el ataque al Cuartel de Masaya? ¿Por qué no lo atacaron el 13, sino hasta el 17 de octubre?

Alfredo: Hay que reflexionar un poco acerca de lo que venía siendo la estrategia y la táctica de nuestra organización guerrillera el Frente Sandinista, sin querer echar limoncito sobre heridas, ni mucho menos. Todos sabemos la difícil situación de la guerrilla en la montaña.

Un día de éstos, el Comandante William Ramírez explicaba en un programa en la televisión, que el inmenso apoyo campesino del que se hablaba, era una ilusión; que apenas se tenía apoyo de uno que otro colaborador, y las redes de aprovisionamiento eran pocas. En definitiva, la perspectiva de la lucha en las montañas cada día iba en retroceso. Compañeros como Henry Ruiz “Modesto”, Víctor Tirado López “El Canoso” vivían en condiciones de casi completo aislamiento, situación que se aceleraba negativamente desde la caída del Comandante Carlos, en noviembre de 1976.

Hay que reconocer lo acertado de la interpretación de la coyuntura que se hace a partir de la plataforma de los 50 años de lucha sandinista, que se comienza a convertir en la Biblia del movimiento Tercerista. La conclusión es que en la montaña, los compañeros se desangran, mueren y no se consigue mucho; que había que llevar la llama del fusil revolucionario a las ciudades. Y ése es realmente el fondo del porqué de estas acciones en los centros urbanos.

Mónica: ¿Cómo es que vos te involucrás en la preparación y participación de este asalto?

Alfredo: Fue un poco de casualidad. Desde unos meses antes, estábamos preparando un golpe de justicia revolucionaria y de propaganda armada: el ajusticiamiento del esbirro Alesio Gutiérrez. Desafortunadamente, hicimos tres intentos y no pudimos lograrlo; se salvó por pura suerte el guardia ése.

El primer intento lo montamos para el 23 de julio. Participamos con Álvaro Baltodano y Norman López. Alesio se había hospitalizado un día antes. Después, en otro intento, hubo un desperfecto en el taxi recuperado. En el tercer intento, nos sacan a Álvaro y a mí del operativo, y deciden que participarían Arnoldo Real Espinoza, Carlos Sequeira “Ciro” y Navarrete Davis, no recuerdo el nombre pero apareció en los periódicos de la época. El operativo estaba planteado para mediados de septiembre.

Ocurre que, supuestamente, este Navarrete lo comenta y llega a oídos de alguien de la OSN. Lo cierto es que el propio día, capturan a Arnoldo Real Espinoza y a Carlos Sequeira. Aquí ocurrió algo que todavía no he podido aclararme, porque la Guardia dio como fecha de captura una, y después yo los vi libres. Y el 17 rodearon totalmente mi casa y sus alrededores. Se armó una balacera de la que salgo herido, pero logro escapar.

Antes habían capturado a otra persona que trabajaba conmigo, Chico Cuadra. Era dueño de un taller y había sido detectado por una tontería, pues uno de los mecánicos le miró el libro Cincuenta años de lucha sandinista; después tuvieron diferencias por un pago, y parece que éste lo denunció. Lo cierto es que lo capturaron el primero de septiembre.

El 17, como decía, logro evadirme de ahí, voy herido y buscando contactos; logro pegar con Carlos Belli y él me lleva a su finca en la Carretera a Masaya, donde luego veremos el papel que jugó esta finca. Él me hizo contacto con Álvaro Baltodano, quien me traslada a una casita campesina allí en Pacayita, donde la familia Conto Aburto.

En esa finquita estaba un buzón de armas. Esta familia era colaboradora desde el tiempo de Allan Bolt, y por ahí pasaron muchos sandinistas. En esa casita estaba embuzonada una buena cantidad de armas que fueron, básicamente, las que se usaron en el asalto al Cuartel de Masaya.

Mónica: ¿Pero vos tenías entrenamiento? Aquí veo en tu biografía que habías pasado un escuelita político militar en 1977 en Costa Rica.

Alfredo: Fue en el mes de abril, en la primera escuela que se abrió en Costa Rica, con una duración de diez a doce días, y la dirigió Israel Lewites, a quien conocíamos como “Gustavo” y “Gastón”. Recuerdo que Israel era encargado de la parte militar, porque en realidad el jefe de la escuela era Plutarco Hernández.

En esa escuela también participó Juan Carlos Herrera. Era un entrenamiento limitado, con disparos en seco, triangulación, arme, desarme y táctica. Para darles una idea de las limitaciones, cuento esta anécdota. Una tarde, como a las 3:00, está cayendo un mecatazo de agua muy fuerte, con truenos, rayos y todo; de repente, Israel, que está recostado en la hamaca, se levanta rápidamente, a mí me asustó, porque creí que era otra cosa, porque decía: –Todo mundo a las armas, agarren las armas, agarren posiciones y busquen cómo, comiencen a disparar. Entonces le preguntamos nosotros, ¿a quién? Y él nos contesta: – ¡Aprovechemos, pendejos, no ven que así no nos van a oír! Y comenzamos a disparar con todo lo que teníamos ahí, que en realidad era un fusil, una ametralladora Browning, un Garand, una M3, una Thompson y un AR-15 de la que Israel vivía enamorado, y con la que murió combatiendo en Masaya. Entonces, ésa era la única forma de disparar, aprovechando los rayos y truenos.

Mónica: Patricia, ¿cómo te involucraste en la lucha y en qué consistió tu colaboración en los preparativos del ataque al Cuartel de Masaya?

Patricia: Antes de 1977, ya había tenido contacto con la comandante Leticia Herrera. Unos tres años atrás conversamos, sin entrar en mayores detalles, de la lucha revolucionaria. Para ese entonces, Leticia ya andaba clandestina, y trabajaba con Allan Bolt, era el año 1975. Yo los vi en Masaya, en casa de unos internacionalistas, unos franceses. Ahí nos conocimos de cara.

Me volví a encontrar con ella en el año 1977, en la casa de Sebastián Escobar y Adelita Tapia, quien tuvo participación también en el ataque de octubre. En esa casa estuve platicando con Leticia y Álvaro Baltodano, quien se me presentó como profesor. Hay que recordar que Sebastián Escobar era profesor de matemáticas en secundaria, tenía muchos alumnos y mucha simpatía del pueblo de Masaya. Álvaro me pidió colaboración, argumentando la importancia de que yo no estaba quemada y no iban a sospechar de mí.

Así comencé a apoyar al comando de octubre. La operación se planificó para el 13, pero por una falta de coordinación con la gente de Granada, con Camilo, se pasó para el 17. Hubo muchos contratiempos, incluso una persona se desertó, por eso las armas se trasladaron de lugar, y se hace un sinnúmero de cosas precipitadamente.

Alfredo: Patricia nos presta el jeep de su papá para ejecutar la acción, y la coartada que habíamos amarrado era que nosotros la habíamos secuestrado. Yo quiero preguntarte ahora, porque al día siguiente salís declarando tranquilamente: –No, yo lo presté. Entonces me pregunté, ¿por qué dijo eso?

Patricia: En realidad estaba muy joven y me faltaba experiencia, estaba nerviosa. Porque “Gastón” Israel Lewites, me había dicho que me tenía que ir con Adela unos días antes, pero no funcionó la huida de nosotras, y nos tuvimos que quedar ahí. Yo perdí el contacto con Israel, con Álvaro y me quedé como desorientada.

Mónica: ¿Cuál fue tu participación y cómo caés presa?

Patricia: Yo sólo entregué el jeep de mi papá. A mí me llegó a traer la Guardia porque capturaron a Belli; me parece que estaba bastante nervioso porque no conocía la situación de Masaya, y se perdió en el terreno. La Guardia me captura el día 18 por la mañana. Habían interrogado bastante a Carlos. Fue todo muy rápido y en circunstancias muy difíciles para preparar lo que iba a declarar, y por eso dije que lo entregué. Pero ya en el interrogatorio, sostuve lo más que pude la coartada del secuestro, hasta que ya no fue posible.

Mónica: Vamos a conversar ahora con Miguel Ángel Herrera, para que nos dé detalles de uno de los participantes, Juan Carlos Herrera, su hermano.

Miguel Ángel: Quiero hablar un poco en mi condición de historiador y, colateralmente, como hermano de uno de los caídos en el ataque del 17 de octubre. Juan Carlos participa en las luchas estudiantiles de abril del 1971 con el Movimiento Estudiantil de Secundaria. Unos meses después se produce la separación del profesor Miguel Ángel Bonilla, que había sido presidente del CUUN1.

Miguel Bonilla “El Mono”, caído en la insurrección final de 1979 aquí en Managua, fue profesor de Juan Carlos y de un grupo de compañeros que luego tuvieron una destacada participación en la lucha revolucionaria, entre ellos Paúl González, caído en Masaya en la insurrección final; Cairo Chávez, un compañero que murió en el terremoto; y formaban parte del grupo de estudiantes en el que estaban los hermanos Caldera, Manuel Salvatierra, etcétera.

En julio de 1971, se produce la separación del profesor Miguel Ángel Bonilla, acusado de ser un instigador marxista, un subversivo. Como tenía una estrecha relación con sus estudiantes, éstos lo respaldaron con una movilización estudiantil en el colegio y, por ese motivo, Juan Carlos salió expulsado del Colegio Calasanz en León. En 1972, se vincula también a las acciones del movimiento cristiano. Luego salió a Venezuela y, a su regreso, se incorporó definitivamente a la lucha.

Mónica: ¿Por qué iban a Venezuela?

Miguel Ángel: Mi padre había sido un trabajador emigrante en Venezuela, en el año 1948. Se casó aquí y nosotros nacimos aquí, pero vivimos un tiempo, y allá quedaron vínculos. Yo llegué después del terremoto a Venezuela y lo que me encontré fue a un Juan Carlos vinculado a las luchas estudiantiles de los liceístas venezolanos. En ese momento, para nosotros la experiencia chilena era muy importante, era una bandera de lucha.

Cuando Juan Carlos regresó a Nicaragua, se vinculó al FER de la UNAN, y a través del Movimiento Cristiano también se vinculó al Frente Sandinista con compañeros muy cercanos, como Miriam Blanco. Un asunto muy importante que marcó a Juan Carlos fue la convivencia, en 1974, en una comunidad de jóvenes estudiantes en el Barrio Ducualí. La conformaban José García, Carlos Zamora, Carlos Carrión y Gabriel Cardenal, este último, asesinado en julio de 1979.

A partir de ahí fue su vinculación directa con el Frente Sandinista, a través de Allan Bolt y, posteriormente con la comandante Herrera. Cuando Leticia regresa de Cuba, después de haber participado en la acción del 27 de diciembre de 1974, Juan Carlos se vincula más directamente a trabajar con ella, y posteriormente con el comandante Daniel Ortega.

Mónica: Pedro, ¿y qué estabas haciendo vos cuando se dio el ataque al Cuartel de Masaya? ¿Cómo te diste cuenta de la muerte de estos otros compañeros que no participaron de ese ataque y, sin embargo, también caen?

Pedro: En esa etapa del proceso revolucionario, yo era colaborador directo del Frente Sandinista a través de Martha Angélica Quezada, y me dedicaba con ella a hacer diferentes contactos en Managua, movilizándola en mi vehículo.

El último contacto que tuve con ella fue el día 14 de octubre, después de hacer un recorrido por toda la capital. Al despedirnos, me dijo: –Mirá, Humberto, hemos recibido la invitación de los otros compañeros a la toma del poder; y me explica que las condiciones no están dadas y que sería una aventura hacer eso. Nos despedimos y quedamos de contactarnos el día 18.

Cuando me doy cuenta del ataque al Cuartel de Masaya el día 17 de octubre, ahí nomás me remonto a lo que Martha Angélica me había dicho de la invitación a la toma del poder. Yo trabajaba aquí en Managua en Sovipe Ingenieros, y viajaba diario a Diriomo; pero ese día, la carretera estaba obstruida por Masaya y tuve que desviarme por La Concha.

Al día siguiente, un compañero de trabajo que se llama Manuel Roque, me dice: –Pedro, esa gente que cayó es de la tuya. No puedo creerlo –le digo yo. Pero decido no regresarme a Diriomo ese día, presiento algo. Publicaron unas fotos de los muertos, miro que está una compañera muerta, pero no la reconozco, la muerta está de afro.

Mónica: En la edición de La Prensa del miércoles 19 de octubre, estaba Martha Angélica, un desconocido, Genoveva Rodríguez, Róger Langrand, Manuel Sánchez y Pedro Aráuz Palacios con sus grandes bigototes. “Numerosos militares heridos”, dice el subtítulo, y a ocho columnas: “¿Quiénes son los insurgentes?”. Y relata sobre el ataque a San Carlos: “saldo de 20 muertos y numerosos soldados heridos”, me imagino que se refiere a todo el conjunto de los ataques, están las fotos de estos compañeros. Efectivamente, Martha Angélica aparece con un gran afro, yo tampoco la reconocía. ¿Cómo hacés contacto con Martha Angélica Quezada?

Pedro: El primer contacto que me llega del Frente Sandinista es una muchacha como de unos 17 ó 18 años. Simplemente llega un día y me dice: –Vengo a verlo a usted y a solicitarle cooperar con el Frente Sandinista. Y me lo dice así, abiertamente, cosa que a mí me llamó la atención, y me sorprendió.

Mónica: Eso significa que ya te había reportado alguien.

Pedro: Claro, es que Pedro Aráuz era de Diriomo, éramos conocidos a partir de los ocho años. Estoy marcado por el anti-somocismo porque mi papá era opositor. En los sucesos de abril, en Olama y Mollejones, y cuando el ajusticiamiento de Somoza, mi papá fue a parar a la cárcel porque era un fuerte opositor. Además, yo estudié dos años en el Instituto Ramírez Goyena, en la época caliente; en ese entonces, la participación de los estudiantes era totalmente revolucionaria, y asistíamos a los mítines en la Facultad de Economía. De alguna manera, yo participo en las actividades revolucionarias desde la edad de doce años, principalmente en ese tipo de actividades. Así comenzó mi formación.

Cuando esta joven me lleva esa invitación, ya estoy participando, ya estoy convencido de que la única alternativa era el Frente Sandinista. Yo había participado en la UNO, Unión Nacional Opositora, con los Conservadores, participo en UDEL (Unión Democrática de Liberación). Para la masacre del 22 de enero, a nosotros nos llevan como borregos, porque en la propia marcha escucho que dicen “de que se van, se van; que se van pero hoy”. A mí me quedó grabada esa cuestión. Me retiro porque miro que ya estaba un cordón de la Guardia ahí, donde mataron a aquel Sixto Pineda2. Cuando íbamos llegando a la Volkswagen, escucho todo eso. Esa fue una de las primeras traiciones que calaron en mí.

Posteriormente participé en varios mítines de UDEL, en el Cine Blanco. Tomo la palabra y les digo abiertamente que la única alternativa es el Frente Sandinista, porque entonces yo ya estoy buscando cómo me marquen.

Alfredo: Yo te hago una pregunta a vos, Pedro, que eras de la GPP. A mí por lo menos, por mucho tiempo me quedó como un remordimiento, que por la acción de nosotros en Masaya, cae de casualidad Pedro Aráuz. ¿Cómo percibieron ustedes eso?

Pedro: Nosotros percibimos que fue una coincidencia, una casualidad. En Los Altos de Masaya se encontraba la casa de seguridad de Pedro. En ella estaban otros compañeros que logran salir por los algodonales. Resulta que él cae en un tranque.

Mónica: Una de los que estaba era Nubia Salvadora Aguilar Rodríguez, a quien capturan.

Alfredo: Yo sé que fue casualidad. Nosotros ponemos un retén en Los Altos de Masaya. Pero, por ejemplo, las compañeras que caen aquí por el Cine Cabrera, Martha Angélica y luego Langrand y los otros que caen por La Aviación; es decir, ¿cómo asociarlo a la casualidad, si éstos caen en otros lugares? La pregunta es: ¿había algún trabajo de la OSN, que ya los había detectado?

Mónica: Es cierto que durante un tiempo hubo mucha molestia por la caída de Pedro, porque algunos pensábamos que las acciones precipitadas, sin organización y sin comunicaciones adecuadas, exponían innecesariamente las valiosas vidas de los combatientes y de los cuadros. Fue casualidad que muy cerca de esa casa de seguridad, se haya planificado poner ese retén.

Pero, como comentábamos en otro programa, ahora tenemos muy claro que existía un organismo dentro de la Seguridad Nacional, que se llamaba el Servicio Anti-comunista, y lo jefeaba Enrique Canales. Este tipo se nos escapó de dos operativos de ajusticiamiento. Vivía en la calle principal de Altamira. La función del SAC era el seguimiento, vigilancia y aniquilamiento de los jefes del Frente Sandinista y trabajaba sobre la base de infiltración. Por medio de infiltrados se daban cuenta de los movimientos de la Dirección y actuaban específicamente contra ellos.

Lo que hemos reconstruido es que había un seguimiento y un montaje sobre Pedro Aráuz y los lugares donde llegaba, porque ese mismo día, en distintos lugares, cae toda la red. Porque caen, además, Martha Angélica, que era la compañera de Pedro Aráuz, y vivía en la casa; Genoveva Rodríguez, que era cobertura de la casa; Carlos Arroyo, que era el responsable de Managua; y Róger Langrand, que era colaborador directo, chofer que movilizaba a Pedro y a Carlos Arroyo. También son capturadas Margine Gutiérrez, Auxiliadora Cruz y Gloria Campos.

La muerte del más importante jefe de la GPP y la destrucción de la red, es pura casualidad que coincida con los ataques a Masaya. En Los Altos instalan un retén, y en un momento determinado, se manejó que la muerte de Pedro había sido producto de descoordinación, o falta de aviso; porque, a partir de un momento, las tres tendencias del FSLN nos avisábamos de los operativos más importantes, para que no se produjeran bajas innecesarias. En este caso, no sé si hubo ese aviso.

Tal vez lo que habría que decir es que seguramente nunca sabremos quiénes fueron algunos infiltrados. No sabremos cuántos infiltrados de esos quedaron totalmente impunes y hasta en las filas y ocupando cargos después del triunfo de la revolución.

Pedro: Porque hubo muchas especulaciones y la misma OSN las hacia rodar. Decían que Pedro cae en un retén y que andaba en la bolsa las direcciones de las casas. Eso es falso, porque Pedro Aráuz tenía una capacidad conspirativa superior. No iba a cometer ese error. Él podía memorizar muchísimos datos.

Yo movilizaba a Martha Angélica al lado de Tipitapa, ella se quedaba ahí, y después la pasaban recogiendo. Días después que ella me contacta para cooperar con el Frente, me dice: –Necesitamos urgentemente que vayas a firmar el contrato de una casa. Como yo estoy dispuesto a todo, acudo a firmarlo.

Precisamente, había una agencia de alquiler de casas al costado sur de donde estamos hoy, en Radio La Primerísima. Yo no sé qué casa estaba alquilando, solamente estoy prestando mi nombre y da la casualidad que, en las inmediaciones de La Primerísima, está también la casa de seguridad que yo alquilaba; es una de las casas que cae. Pero aquí hay una cuestión que a mí siempre me llamó la atención: la casa es alquilada por mí, incluso unos periodistas que llegaron a cubrir al lugar de los acontecimientos, recogieron un papel que era un recibo de alquiler de esa casa firmado por mí, y se lo llevaron a mi familia. O sea, para mí que la Seguridad de inmediato sabe que yo la alquilo, porque firmo con mi nombre legal, pero no me caen inmediatamente.

Yo estuve en mi trabajo el 17, paso el 18 y no me muevo. Pienso, aquí tiene que venir algún contacto para decirme qué es lo que tengo que hacer. A mí ni se me ocurre irme a asilar, porque me iban a tener como traidor dentro de las filas del Frente. A mí no se me pasaba por la cabeza hacer eso; pero ya para el 19 han pasado dos días y no hallo qué hacer. Llega un hermano mío y me lleva a la Embajada de Venezuela, y me quedo allí, asilado.

Miguel Ángel: Me parece muy interesante la conversación y es realmente impactante, lo que fue ese mismo día, en la vida de cada uno de nosotros.

Habría que recordar un poco la situación en que se encontraba Nicaragua para el año 1977, y especialmente la crisis política que adolecía la dictadura de la familia Somoza. Los cambios que estaban ocurriendo en la política exterior de los Estados Unidos y los cambios que sucedían también en América Latina y especialmente en El Caribe.

Los esfuerzos que había en Nicaragua por liberarse de la dictadura de Somoza, eran ingentes; esto involucró a millares, no fueron decenas, sino millares de jóvenes, así como Patricia Brenes que se incorporó a los dieciséis años, o Pedro Rivas Guatemala, que desde su puesto de trabajo empezó a conspirar contra la dictadura o el compañero Alfredo Sánchez, que también desde su actividad cotidiana comenzó a conspirar contra la dictadura somocista. Hay situaciones muy diversas.

Mónica está en la cárcel, Pedro en su trabajo, Patricia está estudiando, Alfredo ya está conspirando, y otros estamos en otras condiciones; y el 17 de octubre de 1977 es un día muy intenso; desde una perspectiva política, uno lo puede apreciar en los periódicos de la época.

Días atrás se habían producido los ataques a San Carlos, en Río San Juan; en Ocotal, Dipilto y Nueva Segovia, y eso expresaba en una buena medida la extensión de la presencia del Frente Sandinista en el territorio nacional; sobre todo porque después de la muerte del Comandante Carlos Fonseca, la dictadura proclamó el fin del Frente Sandinista.

Son momentos de crisis en donde con la acción, que es una de las características de las luchas sociales y políticas del pueblo nicaragüense, logran sacarle ventaja a las derrotas militares. Porque el 17 cayeron muchos y valiosos compañeros.

Pedro: Realmente, ésa es la importancia histórica del 17 de octubre. Fue un día largo, fue un día histórico, porque un ataque a un cuartel en una ciudad a treinta kilómetros de la capital, en el Pacífico, nunca había ocurrido antes. Lo de San Carlos y el Frente Norte fue importante, pero este ataque tuvo mucho impacto porque era cerca del corazón del enemigo.

Mónica: Miguel decía, logramos convertir las derrotas en victorias, porque no hubo una victoria militar en el ataque al Cuartel de Masaya, no se logró tomar el cuartel; tanto en este ataque como en otros lados, nos matan a cuadros valiosísimos.

Alfredo, decías al comienzo que estos ataques fueron el producto de un cambio de táctica. Yo sostengo que la propuesta Tercerista, la propuesta Insurreccional, no es producto ni de Humberto, ni de Daniel, ni de los que estaban ahí, sino que era parte de la estrategia del Frente Sandinista que no se había aplicado. Cuando uno estudia los escritos de Carlos Fonseca lo he repetido varias veces en este programa, se da cuenta que, desde 1964, su diseño de la lucha era avanzar en la montaña, hacer trabajo político en las ciudades, organización del pueblo, realizar golpes militares y recuperaciones económicas. Es cierto, se pensaba en tener una base de operaciones en la montaña, pero no es para operar nada más en la montaña. Carlos plantea, y esto lo hemos hablado con Víctor Tirado, que en un determinado momento se debía pasar a las insurrecciones de las ciudades, y lo dice desde 1964.

Alfredo: Lo que pasa es que se produce como una inercia, que se refleja incluso en el término prolongado que usa la GPP.

Mónica: Eso también es cierto. Pero eso no fue decidido en 1975 ni en el año 1976. Ese término se usaba históricamente para indicar que no era con un solo golpe, o con un levantamiento cuartelario, que lograríamos un cambio revolucionario, porque no sólo queríamos quitar a Somoza, sino todo el régimen; y además, queríamos acabar con la subordinación de Nicaragua al imperialismo norteamericano, por eso hablábamos de Liberación Nacional.

Alfredo: A lo mejor el mérito es de darse cuenta, tocar el timbre, y dar la campanada. Pero estoy de acuerdo que eso no es autoría única, ni exclusiva, ni mucho menos.

Mónica: Y como explicaba “El Zorro”, también había la convicción, sobre todo de los que habían bajado de la montaña, como el propio Rivera o Víctor Tirado, de que si golpeabas en las ciudades, descompresionabas la montaña, que estaba verdaderamente aculada, como se dice popularmente, por la represión. La incorporación campesina es reprimida de manera brutal, familias y valles enteros son desaparecidos.

Alfredo: Por la represión, las operaciones “Águila VI”, por ejemplo.

Mónica: Volviendo al tema del ataque, me interesa que expliquen de manera concreta en qué consistió el ataque. ¿Cómo se organizó, cuánto duró?

Alfredo: Como se ha dicho, se planificó realizar ataques simultáneos en el norte, en San Carlos, en Rivas, Granada, León y Chinandega. Hubo descoordinación, y el hombre que entra de último a Managua es Israel Lewites, creo que el 10 de octubre. Había que coordinar a través de Camilo Ortega, jefe del Regional Benjamín Zeledón. Para nosotros, los Terceristas, se produce una descoordinación entre los compas que están en el Frente Norte, Joaquín y Daniel, y no hubo confirmación de fecha3.

Cuando nos damos cuenta, están atacando allá en Las Manos, en el norte, y en San Carlos tienen que tirarse. Cuando nosotros nos damos cuenta de que el factor sorpresa está perdido, nos reconcentramos el propio 13 de octubre, y comenzamos a chequear el Cuartel. Observamos que por las noches estaban cuadriplicadas los postas, y le digo a Israel: – ¿Por qué no elegimos otro lugar? Vámonos a Matagalpa, ahí hay donde retirarse, si acaso fallamos. Aquí, ¿a dónde nos vamos a retirar aquí, a los cafetales de Diriamba y San Marcos? Entonces me dice: –No, hermano, aquí no va a haber retirada, aquí tenemos que estar. La bebemos o la derramamos, eso es. Yo le decía: –Vámonos a Matagalpa, nos llevamos un bus, nos disfrazamos de equipo de baseball.

Pero bueno, vamos para adelante. Estuvimos observando y esperando la señal que tenía que venir de Granada, del lado de Camilo; el 13 no se puede, el 14 tampoco, mañana sí. Y la gente reconcentrada en la casa de Adelita, de Chan Escobar y en otro lugar, en la Punta de Plancha, donde los Rodríguez, y ahí estábamos esperando mañana, mañana, mañana y nunca se da la situación.

En eso se nos ocurrió una idea que estuvimos barajando y analizando. En San Carlos había caído un teniente de la Guardia de apellido Abaunza, que era de Masaya, y se estaba preparando el entierro. Pensamos, mínimo, va a venir un pelotón, una compañía de los cadetitos de la Academia, vestiditos de blanco, futuros asesinos del pueblo. Entonces pensamos caerles después que hubieran hecho su exhibición de ejercicios de orden cerrado y sus demás cosas. Casi estuvimos por caerles. A Israel le gustó mucho la idea, pero luego vimos que podíamos herir y lesionar a mucha gente civil que iba a estar ahí en el entierro. Por eso lo descartamos.

Pero el asunto es que el asalto lo estábamos postergando día tras día. Analizábamos la mejor hora para hacerlo. Por las experiencias de las tomas de los colegios, recordaba que cuando nos tomábamos la UCA o las iglesias, las horas de la madrugada eran las más tensas; la Guardia siempre nos caía por la madrugada, ya fuera para desalojarnos o para llevarnos presos, casi siempre era por la madrugada. Luego pensamos hacerlo después las 7:30 de la mañana, pero pensábamos que era la entrada de los chavalos al colegio, que no era conveniente.

Oyente: Habla Gardiel. Yo soy participante de octubre en el Frente Norte, que en ese tiempo era una columna. Quería hablar un poco sobre eso, a qué se debió que no se dieron en el mismo momento todas las acciones que se tenían planificadas. Tal vez usted recuerda que Jorge Sinforoso Bravo cae en el Puente Los Cabros; él era precisamente la persona que se iba a encargar de comunicar a los compañeros que estaban en el Frente Interno, ya que nosotros en ese tiempo estábamos en la Cordillera de Dipilto con Daniel y Joaquín. El compañero cae trayendo armas de Honduras, y nosotros no podemos hacer nada, porque ya estamos en la montaña.

Lo que decían los compañeros es “cuando se entere la gente que estamos combatiendo, se van a dar cuenta y se van a lanzar”; porque las únicas personas que sabían que la acción se iba a realizar el día 13, era la columna Frente Norte Carlos Fonseca Amador y el Frente Sur, donde estaba Humberto.

Mónica: Sí, Gardiel. El sábado pasado hablábamos que, de acuerdo al plan, Jorge Sinforoso Bravo y Lenin Cerna eran los encargados de organizar el ataque al Cuartel de Chinandega, y que además, eran parte de la comunicación con Camilo. No tengo muy claro en qué circunstancias cae Sinforoso Bravo, pero efectivamente su caída afecta las coordinaciones.

Gardiel: La última vez que vi a Sinforoso, fue en septiembre, en El Paraíso, Honduras. Estaba Germán Pomares, Víctor Tirado, Oscar Benavides, otro compañero que le decíamos “El Recluta”, “El Zorro”. Ahí nos despedimos, porque íbamos para adentro. Íbamos a tomarnos Ocotal, pero la acción no se realiza porque combatimos un día antes en San Fabián, el 12. Joaquín Cuadra apresura los planes. Comenzamos a recuperar vehículos, y fue cuando chocamos con la Guardia el 12 de octubre en San Fabián, y ya no pudimos ir a Ocotal.

Mónica: El sábado pasado estuvimos explicando que la columna a iba a atacar el Cuartel de Ocotal la noche del 12 de octubre y amanecer 13, la unidad donde estaba “El Danto”, ataca a una patrulla que venía de Las Manos hacia Ocotal, y desgraciadamente, uno de los miembros de la patrulla logra salir vivo y llega a Ocotal a avisar de la presencia de los guerrilleros. Entonces todos consideran que ya no había condiciones para atacar Ocotal, y más bien deciden emboscarse a ambos lados de la carretera, propiamente en San Fabián.

Y es así que se cambia el plan, que en vez de atacar Ocotal, se hace una operación absolutamente exitosa, que es la emboscada de San Fabián. Después, esa misma fuerza se toma San Fernando, otros pequeños pueblos cercanos y también varias fincas en todo el mes de octubre, lo que constituyó uno de los movimientos militares más importantes de esa época, porque permitió golpear al enemigo, hacer presencia en un espacio de raíz sandinista, animar a la población y foguear a los combatientes.

De esta columna Frente Norte, posteriormente se envían compañeros a Estelí, al Frente Sur y a otros departamentos. Es gente fogueada con casi un mes de acciones de propaganda armada y de lucha, entre los cuales recordamos de manera especial al “Zorro” quien decía sobre esa jornada: –La Guardia creía que éramos miles y apenas éramos cuarenta. Eso denota la importancia de esta jornada de octubre.

Oyente: Soy Mariana Tapia de Maltez, y quería referirme al ataque al Cuartel de Masaya. Yo vivía en Corinto y, como cristianos, estábamos organizados en grupos de oración. Mi sobrina, Adela, estaba metida en el asunto; y me llega a decir una noche que estábamos en una Asamblea: –Tía, va a haber un ataque al Cuartel de Masaya. Y me pide que rezáramos y pidiéramos por los muchachos. Entonces me quedé nerviosa y empezamos a rezar y a pedir por ellos; pero yo solita, porque no quería revelar lo del ataque.

En la mañana siguiente, ocurre lo del Cuartel de Masaya. Ahí andaba mi sobrina Adelita Tapia, Constantino Tapia Roa, y nos damos cuenta de todos los muchachos que murieron. Todo aquello era horrible, y la desesperación por los que andaban persiguiendo. Lo que quiero decir es que me di cuenta desde la noche anterior del ataque al Cuartel; pero no se lo dije a nadie, sólo le pedía a Dios, solita yo.

Mónica: Dice Patricia que ella perfectamente la había identificado, que la conoce y le manda también un saludo.

Alfredo: En la operación sobre Masaya, cabe destacar en letras grandes, muy grandes, el heroísmo de los tres compañeros que se quedan en el retén del kilómetro 13.5, en el puente que hay cerca de la entrada a Veracruz y Ticuantepe. Ellos hicieron una cantidad de bajas y mantuvieron a raya a los refuerzos de la Guardia que llegaban de Managua. Fueron tres o cuatro horas, y eran sólo tres hombres con un fusil ametralladora arcaico, creo que de la Primera Guerra Mundial. Los compañeros eran Norman López Porras, Rolando López Porras y Manuel Sánchez. Hay una loma al lado izquierdo, con una casita que todavía está.

Pedro: Tal como la dejó la tanqueta, porque fue cañoneada.

Alfredo: Sí, detrás de esa casa estaba dispuesto colocar el retén con una ametralladora Karlgustav, viene de Carlos Gustavo. También había otro retén en el sector de Los Altos de Masaya, ahí estaba Rito Moisés Rivera, quien luego cayó con Camilo Ortega en Los Sabogales, y otro compañero.

Para el asalto al Cuartel, se conforman tres equipos: el principal va en un camión manejado por Carlos Belli4, y adelante lleva a Israel Lewites, el jefe de la operación militar. Atrás van Juan Carlos Herrera, Manuel Rodríguez Morales, Manuel Marcia, Bayardo Obregón, Francisco Castellón Peinado, Maximiliano Somarriba y Guillermo Picado “Mauricio”. De este grupo, caen Israel, Juan Carlos, Francisco Castellón, Max Somarriba y Guillermo Picado. Ellos eran parte del grupo de asalto o punta de lanza.

Mónica: Fijate que Guillermo Picado no aparece en ninguna lista de las que he consultado5.

Alfredo: Este compañero aparece ya muerto en las fotos de La Prensa. Yo lo conocía perfectamente, pero no pusieron su nombre porque no lo pudieron identificar. Era un compañero que había estado en la montaña. Él vivía en el taller de Francisco Cuadra.

Después hay dos grupos de apoyo. Uno que encabeza Álvaro Baltodano, y que integran, Sebastián Escobar, Tino Tapia y Arbelio Rodríguez Morales “Joel”. Van en el jeep de la Patricia. El tercer equipo está bajo mi responsabilidad y es otra unidad de apoyo. La constituimos una pareja: María Eugenia Ferrey, única mujer que participa en las acciones armadas, y yo. Ambos íbamos en un carrito Volkswagen del doctor Tapia, hermano de Tino.

El plan inicial es que el camión irrumpa y frene a la entrada del portón del Cuartel, y salten disparando. Hay dos unidades de apoyo: una cubre el sector norte del parque, que es la que encabeza Álvaro Baltodano con Constantino Tapia y Sebastián Escobar6. María Eugenia y yo, que íbamos a estar más retirados del portón del Cuartel, debíamos estar primero en el lugar, y luego la de Álvaro, y por último entraba el camión. Pero todo se cambia en el transcurso, parece que uno de los familiares de los dueños del camión, lo reconoce y lo sigue, por lo que los compañeros del camión aceleran; y cuando nosotros apenas vamos por la puerta del Instituto de Masaya, se dio una explosión, cuando se suponía que debíamos estar ya en nuestras posiciones. Y todo se malogra.

Dicen los relatos de los compañeros que iban en el camión y que sobrevivieron, que la Guardia estaba en la calle, estaban abordando vehículos para ir a ver precisamente el asunto de Los Altos de Masaya.

Creo recordar un informe del nefasto que estaba de jefe de la Plaza de Masaya, Rafael Ascencio. Él dice que recibieron una denuncia de presencia de hombres armados en Los Altos, y para ese lado se estaban moviendo. Por supuesto que eso trastoca radicalmente los planes porque, insisto, la idea era frenar el camión en el portón, entrar lanzando granadas de fragmentación y disparando. Conocíamos perfectamente la ubicación de las covachas donde estaban los guardias y los íbamos a agarrar descansando, después de la noche de tensión.

Mónica: A mí me gustaría preguntarle a Patricia, ¿qué te preguntó la Guardia cuando te captura? ¿De qué te implicaban?

Patricia: Primero trataron de darme confianza, no me atacaron directamente preguntándome lo del Cuartel, sino datos personales míos, cómo había sido la cuestión del secuestro. Llegaron gentes de Managua a Masaya, especialistas de la OSN; fue un interrogatorio bastante lento, hasta llegar al asunto que ellos deseaban. Ya en la sin remedio, tuve que decir que en verdad yo no era militante, sino que era simpatizante. Me sostuve ideológicamente, no podía rechazar mi participación, una vez descubierta.

Estuve en una cárcel aparte con Nubia Salvadora Aguilar, capturada en Los Altos, que conoce bastante bien la historia de Pedro Aráuz Palacios, porque decía que ya lo venían siguiendo, y que todas estas muertes era porque ya les venían montando un operativo días antes. Cerca de la casa de Los Altos hay una familia Wong, donde ellos habían notado con anterioridad unos radios de comunicación que indicaban que había ya todo un operativo montado contra Pedro Aráuz.

Nueve meses estuve presa y fui absuelta por un jurado de conciencia en julio de 1978. Salí, gracias al pueblo de Masaya que en ese momento fue muy combativo. Después de salir de la cárcel, como no me podía quedar en Masaya, en ese entonces fui contactada por la GPP y me fui con ellos, porque con los Terceristas perdí todo contacto. Alfredo se fue para México, luego Álvaro Baltodano también. Así que me contactó el comandante William Ramírez y Mario López, a quien en ese entonces le decían “El Mini Capi”.

Me tenían siempre vigilada, así que me tuve que ir a Costa Rica, y luego a Panamá. Estuve allá recibiendo unos cursos y en la Comisión del Exterior, con el comandante Henry Ruiz y con Daniel Núñez.

Mónica: Porque al fin y al cabo, a vos no te importaba que fueras Tercerista, GPP o Prole. El Frente Sandinista era uno y todos estábamos luchando contra la dictadura desde distintas formas y con diferencias en algunos enfoques; pero al final de cuentas todos teníamos un enemigo común, que era la dictadura y el sistema.

Patricia: Eso es correcto.

Mónica: Hablábamos la vez pasada sobre la importancia de tener un objetivo común, porque es la única manera en que se puede dar una verdadera unidad; la unidad no es el resultado de besitos, ni de amores, ni de ausencia de crítica. La unidad es el resultado de compartir objetivos y estrategias.

Pedro: Yo pertenecía a la GPP, y otro compañero en la empresa, Manuel Roque, era de los Proletarios, e intercambiábamos folletos. En Sovipe Ingenieros también trabajaba Nora Astorga, como asesora jurídica, y ella era Tercerista. El día 18, esperando que llegaran mis contactos a decirme “vámonos”, sin conocer su participación política, le digo a Nora: –Posiblemente me van a involucrar en la muerte de Pedro Aráuz Palacios; como él es de Diriomo, a lo mejor voy a salir pegado. Entonces ella reunió a los ingenieros Enrique Pereira y otros, y les planteó la situación de que yo estaba preocupado por eso. En la tarde, me dice Nora: –Fíjate, Pedro, que no hay nada; todo está tranquilo. Pero el día 19, acababa de salir de la empresa para irme a asilar, y ahí no más llegó la Seguridad a buscarme.

En 1978, con el ajusticiamiento del “Perro Vega” Coronel Reynaldo Pérez Vega que hizo Nora, me doy cuenta de que estábamos las tres tendencias del Frente Sandinista en Sovipe.

Alfredo: Siguiendo con lo de Masaya, cuando vimos que no había nada que seguir haciendo con el asalto al Cuartel, nos retiramos para el lado de Monimbó. En la esquina frente al parque, estaba la gente apoyando. Nosotros estábamos interpretando el sentir de las masas que estaban dispuestas a volar penca. Cuando íbamos para el lado de Monimbó, los monimboseños ya venían bajando y traían palos, machetes, rastrillos o cualquier cosa; es decir, venían a incorporarse a la lucha.

Mónica: Es importante la reflexión de Alfredo Sánchez sobre el tema del pueblo, de la organización y de la acumulación del trabajo. La victoria contra la dictadura no fue posible, sino hasta que el pueblo asumió como propia la lucha; y eso no fue de la noche a la mañana. Se tuvo que vencer la concepción fatalista de que esto es lo que nos tocó y no podemos hacer nada contra eso. Vencer el conformismo y la pasividad, con trabajo de concientización, de organización y de lucha, es decir, todo mezclado.

El triunfo no fue producto de acciones militares. La revolución fue una obra en la que hubo organización, concientización y por supuesto golpes militares. Porque no es posible lograr verdaderas victorias sólo con golpes militares y sin el apoyo de la gente, y Alfredo lo ha retratado muy bien. Fue necesario todo un proceso de acumulación para que se dieran las condiciones para la insurrección final, y lo importante es que el Frente Sandinista en su conjunto no la desaprovechó.

Miguel Ángel: Las sociedades tienen determinados momentos de avances o retrocesos en sus metas y objetivos. Hoy en Nicaragua, en medio un mundo cada vez más globalizado y con estas políticas económicas neoliberales, de lo que se trata es de regresar al futuro. Cuando digo regresar al futuro, es que coincido con Alfredo, con Pedro y Patricia, de retomar los valores que hicieron posible el avance de la sociedad nicaragüense en la década de los años 80.

No se puede repetir el tiempo pasado, pero sí se pueden extraer lecciones que nos sirvan para avanzar como pueblo y como nación. Eso es muy importante. Los valores que legaron los héroes y mártires, tales como el sentido de la solidaridad y la fraternidad, debemos hacerlos parte de la vida cotidiana. Estoy seguro de que hay una generación que está detrás de nosotros, que hará las nuevas conquistas del pueblo nicaragüense.

Una compañera me recordaba que fue esencial la entrega al estudio, muy importante para aprehender la realidad y para poder transformarla. El sentido de fraternidad permitió mantener un enfoque colectivo y de organización, independientemente de las trincheras y de las tendencias.

Finalmente, tener la convicción de la conquista de una sociedad mejor, de un futuro mejor, donde realmente no exista la pobreza, sino trabajo, salud, educación, que son derechos de la sociedad.



23 de octubre de 1999





NOTAS


1 El dirigente estudiantil Miguel Bonilla fue sacado de su casa de habitación y brutalmente asesinado por la Guardia en los días de la insurrección de Managua.

2 A eso de las 6 de la tarde, llegó a la avenida Roosevelt el Teniente GN Sixto Pineda Castellón, piloto de la Fuerza Aérea, con la misión de dispersar la manifestación opositora de la UNO, con chorros de agua desde un camión cisterna. Del lado de los manifestantes salió una bala de fusil 22 que le quitó la vida instantáneamente y ese fue el pretexto para iniciar la masacre del 22 de enero de 1967 en donde cayó un número indeterminado de gente. Según el doctor Iván Antonio Guerrero Murillo, quien tenía trece años de edad en ese entonces, en esa masacre hubo entre un mil y un mil quinientos muertos.

3 En la entrevista a José Valdivia, queda claro que el mensaje a Camilo lo traía un colaborador de nacionalidad costarricense, militante de Vanguardia Popular, quien no pudo hacer el contacto y se regresó con la comunicación y el dinero. Esto lo confirma Humberto Ortega, al señalar que el mensajero traía 30.000 dólares, pero los llevó de regreso al no encontrar manera de contactarse.

4 Carlos Belli fue herido y capturado en el ataque al Cuartel.

5 En el libro titulado Porque viven siempre entre nosotros, del Instituto de Estudio del Sandinismo, la lista presentada registra: a) En el Cuartel: Israel Lewites, Juan Carlos Herrera y Francisco Castellón Peinado. b) En el kilómetro catorce: Norman de Jesús López Porras, Rolando López Porras y Manuel Sánchez García.

6 Los compañeros Constantino Tapia y Sebastián Escobar fueron capturados, cuando iban en busca de asilo diplomático


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