Memorias de la lucha Sandinista

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Al final, dejamos las tesis a un lado y nos fuimos a volar verga

Luis Carrión


Luis Carrión Cruz nace en Managua el 18 de noviembre de 1952. Estudia primaria y secundaria en el Colegio Pedagógico La Salle. Al bachillerarse en 1969, sale a estudiar a Estados Unidos, y retorna en 1971 por decisión política, a integrarse a la lucha. Inicialmente participa en la creación del Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR) y en 1972 se integra al Frente Sandinista de Liberación Nacional. En 1974 pasa a la clandestinidad. En 1975 se producen contradicciones con la Dirección Nacional del FSLN y es expulsado junto con otros importantes miembros del Frente.

Sale un año de Nicaragua y participa del proceso de creación de la Tendencia Proletaria, en la cual queda incorporado como cuadro dirigente. En noviembre de 1976 regresa al país a continuar con las tareas organizativas de la Tendencia. En 1979 sale brevemente al proceso de unidad en el que le encargan la organización de la columna Camilo Chamorro, que inicia en abril de 1979. Con esta columna realiza acciones ofensivas sobre El Rama, Presillas, Santo Tomas y Juigalpa. Estas últimas ciudades son insurreccionadas por esta columna.

Después del triunfo revolucionario, forma parte de la Dirección Nacional Conjunta del FSLN, y es reconocido como Comandante de la Revolución. Su principal responsabilidad fue asumir como Vice Ministro del Interior y luego Ministro de Economía. Después de 1990 realiza una Maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard, y fue fundador del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en 1995. A la fecha está dedicado a su profesión y participa en este Partido.


La fractura del FSLN en tres tendencias es uno de pasajes de la historia del Frente, menos estudiados en profundidad. La mayor parte de los protagonistas de esta fase están muertos. Las duras condiciones de la clandestinidad, la escasez de recursos y las formas artesanales de organización, generaron severas dificultes de comunicación entre los integrantes de la Dirección Nacional del FSLN.

La misma integración de la Dirección Nacional en sus distintas etapas, es un tema algo confuso. La definición de los fundadores hasta hoy no ha quedado dilucidada totalmente. Después de la captura de Carlos Fonseca y Víctor Tirado López, en 1962, ¿quiénes integraron la Dirección Nacional?

De los que Carlos Fonseca menciona como miembros de la Dirección en el interrogatorio de 1964, quedaron activos y en el país, únicamente Carlos y Silvio Mayorga. Noel Guerrero, apartado en México; Rodolfo Romero, no aparece; Jorge Navarro, caído; Marvin Guerrero, asesinado en Chinandega; Manuel de Jesús Andara Úbeda, en tareas de apoyo en México; Bayardo Altamirano, en tareas de apoyo en México. De los que Carlos menciona como participantes del Patuca, quedaban activos Germán Pomares, Narciso Zepeda y Francisco Buitrago.

Para el año 1967 en que se organiza la guerrilla de Pancasán, los dirigentes más activos en la línea de la lucha armada y organización de esa guerrilla son: Carlos Fonseca, Oscar Turcios, Silvio Mayorga, Julio Buitrago, Humberto Ortega, Tomás Borge, Daniel Ortega, Edmundo Pérez, Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, José Benito Escobar, Ricardo Morales Avilés y Doris Tijerino, quien era suplente de la Dirección Nacional, con el seudónimo de “Conchita Alday”.

Según Humberto Ortega, para el año 1969, en comunicaciones entre Carlos Fonseca y Oscar Turcios, deciden integrar lo que será la primera Dirección Nacional del FSLN. Ellos son: Carlos Fonseca, Secretario General; Oscar Turcios, Segundo responsable; Julio Buitrago; Ricardo Morales Avilés; Efraín Sánchez; Francisco Rosales, en Europa; Humberto Ortega. Quedan pendientes: Tomás Borge, José Benito Escobar y Daniel Ortega.  

Para 1973, Efraín Sánchez y Francisco Rosales ya no forman parte de la Dirección Nacional, y Julio Buitrago había caído. Carlos Fonseca y Humberto Ortega están fuera del país; José Benito Escobar y Daniel Ortega están prisioneros, de manera que cuando caen Oscar Turcios y Ricardo Morales Avilés, asume la coordinación del FSLN en el interior del país, Pedro Aráuz Palacios, quien había desarrollado estrecha relación con Oscar Turcios.

Para 1974, los principales cuadros en el país son: Pedro Aráuz, quien había ingresado en 1971; Eduardo Contreras, quien había entrado en septiembre de 1973; Plutarco Elías Hernández, Regional Chinandega; Bayardo Arce, que había trabajado estrechamente con Turcios en la organización política; Henry Ruiz, a cargo de la montaña; Carlos Agüero, como responsable militar en la montaña; Jacinto Hernández y Víctor Tirado, en el campo.

En junio de 1974, ingresa Edgard “La Gata” Munguía con un mensaje grabado de Humberto Ortega, en el que comunica que Henry Ruiz debe encargarse de la coordinación general del trabajo y Munguía sustituirá a “Modesto” como coordinador de la montaña. Se realiza una reunión de los principales cuadros en la Finca Panamá, de Yico Sánchez, donde discuten este tema.

Sobre el contenido de la decisión de Carlos Fonseca y Humberto Ortega, que se comunica a los que están en el interior, hay dos versiones. Bayardo Arce asegura que quien viene a hacerse cargo del país es Edgar “La Gata” Munguía, mientras a Pedro Aráuz lo trasladaban a la montaña. Así mismo, informa que Jaime Wheelock ha sido incorporado a la Dirección Nacional. Humberto sostiene que la decisión era nombrar a Ruiz como Coordinador en el interior.

El conjunto de la decisión es rechazado por los reunidos. Ellos proponen integrar a la Dirección Nacional a Pedro Aráuz, Eduardo Contreras, Henry Ruiz, Carlos Agüero, Jacinto Hernández, Víctor Tirado y Plutarco Hernández. Rechazan los cargos que se han asignado a Jaime Wheelock y reafirman que Pedro Aráuz sigue siendo el coordinador en el interior del país. Además, deciden plantear a Carlos Fonseca y a Humberto Ortega que se les reconoce como miembros de la Dirección Nacional, siempre y cuando ingresen al país. Entre los reunidos están: Pedro Aráuz, Plutarco Hernández, Víctor Tirado López, Bayardo Arce, Tomás Borge, Eduardo Contreras y Germán Pomares.

Humberto afirma que estaban además Henry Ruiz y Carlos Agüero. Bayardo asegura que estaba Henry Ruiz. Pero éste afirma que nunca participó en una reunión donde se discutiera este tema, aunque sí recuerda una reunión posterior en Las Jagüitas, cuya esencia fue la finalización del período de acumulación de fuerzas en silencio, y la realización de una acción para liberar a los presos, que luego se llamó Operación Diciembre Victorioso.

A los objetivos públicamente conocidos de esta acción, se agrega el interés de que Eduardo Contreras lleve a Carlos Fonseca y a Humberto Ortega un mensaje sobre la situación del país, una posición sobre los conflictos en la Dirección Nacional, y la demanda para que ingresen al territorio nacional.

Mientras en Nicaragua se realiza la reunión de Las Jagüitas, en agosto de 1974, en La Habana hay una reunión de Carlos Fonseca, Humberto Ortega, Jaime Wheelock y Roberto Huembes. Este último regresa a Nicaragua portando los criterios de “los de La Habana sobre diversos temas”. (Ortega, Humberto: pp. 263).

Como se ve, hay un panorama conflictivo, de falta de entendimiento entre los que están fuera y los que están dentro, que urgía un proceso de conversación que no se dio nunca, y que está en la base del proceso de fraccionamiento que se expresa en términos visibles, en primer lugar, con Jaime Wheelock, Luis Carrión y Roberto Huembes.

Hablamos con Luis Carrión por el interés de conocer La Ruta del Comandante Pancho, tal como tituló su padre, don Luis Carrión, un libro que resume las principales acciones del Frente Oriental Carlos Roberto Huembes, que organizó y dirigió Luis, entre abril y julio de 1979. De nuestra conversación también conseguimos información y datos importantes para entender el proceso de fractura del año 1976, que marcó significativamente la vida del FSLN como organización revolucionaria.

Mónica: ¿Cómo es que siendo de una familia burguesa te integraste a la lucha? ¿Cómo fue tu proceso?

Luis: En mi adolescencia fue muy importante mi asociación con los grupos cristianos que, en aquella época, estaban inspirados en su mayoría por la Teología de la Liberación. Yo empecé, no con la Teología de la Liberación, sino en tareas sociales, con algunos amigos, apadrinados por un cura del Colegio Centroamérica, el padre Moraza.

Íbamos a Acahualinca a ayudar a la gente a mejorar sus viviendas, para lo cual conseguíamos materiales de construcción. Esa vena de solidaridad con los pobres nos llevó a ponernos en contacto con la realidad más dramática de la ciudad, y comenzó a generar un sentido de urgencia de que las cosas no podían seguir igual.

Cuando me bachilleré, mis padres me enviaron a estudiar a los Estados Unidos. Era un período crucial, entre el año 1969 y 1971. En 1969 se da la huelga de los maestros, y también una ruptura dentro el somocismo: se funda el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC), y surge a la luz pública la disensión de Ramiro Sacasa y de un grupo de liberales1.

Comienza así una crisis política que toca a la dictadura, y en 1970 se da la toma masiva de iglesias y colegios, por la libertad de los reos políticos, además que continuó la lucha de los maestros. Hay una gran efervescencia política social en el país, y mis primeros contactos me habían dejado con la sensación de que era necesario comprometerse, que yo no podía estar al margen de eso y todo esto me hizo sentir que yo estaba fuera de la jugada.

Cuando regresé de vacaciones, entre 1970 y 1971, me volví a ligar a los grupos cristianos, participé en actividades de formación social, y ya estaba con estos movimientos Fernando Cardenal. Por todo esto, decido regresarme a Nicaragua. Sentía que estaban ocurriendo acontecimientos históricos y yo no era parte de ellos.

Cuando regresé en 1971, me metí a la UNAN-Managua, a estudiar Economía, y rápidamente me conecto con Octavio Rivas, que era el Presidente del Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN). Rivas venía de los grupos cristianos y fue a la primera persona que le oí hablar directamente de la necesidad de la lucha armada.

Al principio participé en forma inorgánica en el movimiento estudiantil cercano al Frente Estudiantil Revolucionario; pero nunca como miembro del FER, no me gustaba su estilo, aunque llegué a ser como de confianza de ellos; participaba en las reuniones y dentro de los planes, pero nunca me integré.

A principios de 1972, algunos amigos nos percatamos de que había todo un grupo de gente que provenía de los movimientos cristianos con una sensibilidad social y política, pero que no estaban articulados; y organizamos lo que se llamó Movimiento Cristiano, pero se orientó a trabajar en los barrios más que en la universidad.

El hecho de venir de una familia que tenía los recursos necesarios para mandarme a los Estados Unidos, no pesó negativamente; o tal vez fue contrapesado por mi vinculación a los grupos cristianos que tenían este alto grado de compromiso social. Desde ahí me fui adentrando en la Teología de la Liberación que, de alguna manera, después me acercó al marxismo, porque me puse a estudiar marxismo con William y Samuel Law, inicialmente.

Mónica: ¿Cómo te reclutaron al Frente?

Luis: A través de mi participación en el movimiento estudiantil, establecí relaciones con Bayardo Arce, e hicimos una cierta amistad; en octubre de 1972, él me plantea que el Frente quería tener una reunión conmigo y con Roberto Gutiérrez. Se hizo esa reunión en el Colegio Calasanz, de Managua, en la oficina de Ángel Barrajón. Roberto Gutiérrez y yo fuimos a la reunión un poquito empoderados de que éramos líderes de un movimiento y que íbamos a buscar cómo establecer una alianza con el Frente Sandinista.

En el Movimiento Cristiano ya habíamos arribado a la conclusión que no había salidas pacíficas a la situación y que el tema de la lucha armada era inevitable. A esa reunión llegaron Ricardo Morales y Bayardo Arce. Rápidamente nos pusimos de acuerdo. Nos plantearon que hiciéramos algo por los reos políticos. Fue cuando se planeó el ayuno y la toma de Catedral el 22 de diciembre de 1972.

Ahí nosotros quedamos conectados. Nos dábamos un poco de autonomía. Pero, ya después del terremoto, se reforzó el carácter individual de la participación y la militancia. El Movimiento Cristiano seguía, y teníamos nuestras actividades; pero la relación con el Frente era más de militancia personal. En la práctica, el Movimiento comenzó a actuar en congruencia, en armonía con las necesidades políticas; al final casi todo el mundo terminó metido en el Frente.

Mónica: ¿Tuviste unas escuelas militares antes de irte a la clandestinidad?

Luis: Sí, la primera escuela, siendo todavía legal, fue en junio de 1973. La realizamos en la Península de Chiltepe, en una finca de mi abuelo. Los instructores eran Oscar Turcios, Ricardo Morales, Bayardo daba lo de las organizaciones intermedias, y era a la vez alumno; y estaban Joaquín Cuadra, Roberto Gutiérrez, Álvaro Baltodano y yo. Ahí casi se muere Bayardo. Cuando íbamos a salir de regreso, cayó un aguacero tremendo, llovía sin parar. El mandador de la finca nos dice: –No se vayan, es peligroso; pero, bueno, nosotros chavalos, recién entrenados militarmente, nos creíamos la mamá de Tarzán y entonces nos vamos.

El camino era cruzado por un cauce, nosotros no nos percatamos; nos metimos y el jeep ya no pudo seguir, nos quedamos entrampados allí: el agua comenzó a subir. Al final, estábamos todos encima del techo, asustados, porque además era de noche; sólo cuando caía un rayo podíamos ver un poco y todo estaba rodeado de agua, no sabíamos ni para dónde nos íbamos a salir. Me acuerdo que Ricardo Morales comenzó a cantar y le seguimos todos nosotros con las voces temblorosas, cantando.

Mónica: ¿Y qué cantaba?

Luis: Creo que Abelachao, uno de esos cantos. Y llegó un momento que la corriente remueve el vehículo y todos caímos al agua, menos Bayardo y Ricardo Morales. Como Bayardo no sabía nadar, Ricardo Morales se dio a la tarea de tratar de protegerlo de alguna manera; entonces le decía: –Agárrese, no se suelte, y confiando en que el jeep no se diera vuelta, y afortunadamente así ocurrió.

Todos logramos salir. Después llegó un tipo, nos prestó una soga, se la tiramos a Bayardo y los halamos a tierra firme a él y a Ricardo. Allí se perdió un fusil, un AR-15. Pero lo recuperamos de una manera increíble. Lo fuimos a buscar al día siguiente, no lo encontramos.

Pero unos días después, en la misma finca donde habíamos estado, se celebró el cumpleaños de mi abuelo; entonces llegó una gente de los alrededores, entre ellos un hermano jesuita. Ocurre que el percance fue enfrente de El Charco, que es la finca de los jesuitas; entonces yo estaba comentando que habíamos ido a cazar, porque se supo rápido que había pasado algo allí. Y entonces me dice el hermano éste: –Sí, yo encontré un fusil, pero no es de cacería. Como no, es que esos son unos fusiles especiales. Todos metiéndole cuentos al hombre, y nos lo dio. Así que recuperamos prácticamente todo y lo único que no se pudo recuperar fue el jeep, que quedó totalmente destruido.

Mónica: En 1973, estamos en un período en que se evidencian todas las contradicciones del somocismo con lo que pasó después del terremoto. ¿Cuáles eran tus actividades, a grandes rasgos, en ese año que fue un año previo a que te fueras a la clandestinidad?

Luis: Comenzamos a hacer algún trabajo de reclutamiento. Al poco tiempo después de eso, ya estaban Álvaro Baltodano, Roberto Gutiérrez, Joaquín Cuadra, prácticamente todos entramos en ese momento; pero a cada quien le dieron tareas diferentes.

Mi responsabilidad principal estaba siempre con la movilización política de los grupos cristianos en la universidad; me encargaron atender al grupo de León. Si te acordás, yo llegaba los sábados a León, se nos orientaba hacer trabajos en algunos lugares, el Frente quería abrir espacios en unas comarcas cercanas a León. Creo que vos trabajabas cerca de allí, en Los Arcos, donde se hizo un trabajo.

Mónica: En lugares donde había conflictos de propiedad y tomas de tierra y cosas así; anduvimos por allí poniéndole ácido a los alambres de púas e impulsando las tomas de tierra en Los Arcos y en otros lugares.

Luis: Sí, cierto que el Frente tenía interés, y yo creo que después se hicieron bases importantes. Y aquí en Managua, básicamente trabajamos en los barrios orientales: 14 de Septiembre, La Nicarao, Santa Julia, San José Oriental, El Riguero; y en la parte de abajo, en San Judas. Era trabajo de concientización social, de movilización política y organizativa, pero también de empezar a reclutar para la construcción de redes de apoyo clandestinas para la actividad del Frente.

Luego tuve un segundo entrenamiento en 1974; eran unos entrenamientos bastante modestos, en condiciones de clandestinidad, fue en Jinotepe en la Finca Panamá, de Yico Sánchez. Allí estuvieron René Núñez, Roberto Huembes, el hijo de Yico, Orlando Castellón, que murió después en la montaña, y los entrenadores eran Mauricio Duarte y Eduardo Contreras.

Mónica: ¿Quién era tu responsable?

Luis: Bayardo era el contacto con nosotros, básicamente. El que tenía contacto directo con Ricardo, era Joaquín Cuadra; a él lo agarraron para equipo de apoyo, los movilizaba, entonces él se veía directamente con Ricardo y con Oscar Turcios.

Mónica: ¿Vos estuviste al tanto de los conflictos que se generaron con la muerte de ellos, por la decisión de quién iba a quedar al frente?

Luis: Pues mirá, muy tangencialmente; no tuve un conocimiento directo. Supe algún tiempo después de unas reuniones que se iban a hacer y después no se hicieron, que iba a venir la gente de la montaña; pero para mí, la continuidad de Pedro Aráuz al frente del trabajo, en este caso, era natural. De la montaña yo no sabía casi nada.

A Pedro lo conozco después de la muerte de Ricardo, cuando los llevé a él y a Eduardo Contreras a la casa de Jorge Jenkins y Nora Astorga, y otra vez que estuvo en la casa de mi papá y yo no me enteré. Yo no fui parte ni viví ninguna situación conflictiva en ese momento.

Mónica: Te vas a la clandestinidad en el año 1974. ¿Qué factores jugaron en tu traslado a la clandestinidad?

Luis: Fue el resultado de una decisión política, no fue una situación especial, particular mía. Se tomó el acuerdo de romper lo que se llamaba la “acumulación de fuerzas en silencio” y prepararse para reiniciar la actividad militar. Entonces, en 1974, pasó un grupo grande de gente a la clandestinidad, fuimos varios, yo sé que de León salieron varios. Me acuerdo que del movimiento estudiantil se fue “La Gata” Munguía, Omar Cabezas, Roberto Huembes. Del Movimiento Cristiano, Joaquín Cuadra y yo. Creo que era parte de la preparación, y que, de alguna manera, también había una intención de ver la decisión; porque vos sabés que ésa era la prueba de fuego de quiénes daban el paso y quiénes no lo daban. Así que fue más producto de una decisión orgánica que de una situación particular; no fue que ya estuviera muy quemado, no. Fue en agosto de 1974.

Mónica: ¿Cuáles son tus principales tareas entonces?

Luis: Me quedo en Managua junto a Roberto Huembes, éramos responsables de Managua. Por cierto, Roberto había sido compañero mío en el Colegio. Managua en aquel momento no era una gran cosa, estaba la parte del Movimiento Cristiano, estaba el FER, el movimiento estudiantil, y había algunas células en varios barrios. El trabajo de nosotros era hacer crecer las redes de apoyo, ampliar las organizaciones intermedias.

Para esos años, en la UNAN, el trabajo del FSLN ya estaba establecido; pero a nivel de barrios de Managua, había muy poca organización. Los contactos eran dispersos, por lo que tuvimos que usar todos los vínculos con las organizaciones de base cristianas y las comunidades eclesiales de base. Estaba muy fuerte la Teología de la Liberación y era fuerte la politización de la gente organizada en estas comunidades, por lo que resultaba bien fácil, realmente era natural.

Además, la mística de sacrificio del Frente Sandinista era muy afín a la mística del sacrificio cristiano, y claro está, por debajo estaban operando fuerzas que favorecían esta concientización: el desgaste de tantos años de la dictadura y la crisis que se produce después del terremoto. Hubo grandes luchas sociales después del terremoto, por ejemplo, la huelga contra las sesenta horas en la construcción, y el SCAAS se convirtió en un símbolo de resistencia. Fortaleció mucho al sindicalismo.

Mónica: ¿Supiste de las contradicciones que tuvo Bayardo en relación con la conclusión del período de acumulación de fuerzas en silencio?

Luis: En la Finca Panamá, donde tuve ese entrenamiento, se habla de que se va a romper la etapa de acumulación de fuerzas en silencio, y que se va a pasar a la ofensiva. En esa reunión, que creo que él estaba, no estuve en ninguna reunión donde él planteara algo, lo que supe es lo que me dijo Eduardo Contreras, que “Clemente” no quiere pasar a la clandestinidad, que se niega, y que esa situación no puede prolongarse. Después, ya no sé qué. Y él dijo cosas que a mí me sonaron como amenazantes; entonces fui a hablar con Bayardo. Creo que ése era el propósito de Contreras.

Fui a hablar con Bayardo, y él me habló de unas diferencias que había con los de La Habana, de un viaje que había hecho a ese país Roberto Huembes, que yo ni sabía; y creo que sí me habló algo de él, de que no estaba de acuerdo. Pero al final, me dice que sí, que va a pasar a la clandestinidad. Y él pasa medio sancionado.

Mónica: Entonces, ¿cómo comienzan a darse las contradicciones? ¿Qué tipo de contradicciones dieron lugar a una situación tan dramática como la que se presenta, creo que, en octubre de 1975, en que a ustedes los expulsan?

Luis: Primero hay que reconocer que la contradicción principal no era con nosotros, sino entre el grupo de aquí, por lo menos Pedro Aráuz, Tomás y supuestamente la gente que estaba en la montaña; y la Dirección que estaba en La Habana, que básicamente eran dos personas, Carlos Fonseca y Humberto Ortega, a la cual ellos habían incorporado a Jaime Wheelock. Eso había provocado un rechazo aquí. De tal manera que el comando que asalta la casa de Chema Castillo, y Eduardo Contreras en particular, lleva la misión de resolver ese asunto.

Y esas contradicciones eran principalmente de hegemonía, a mi modo de ver, de quién iba a controlar. A mí me dijo en alguna ocasión Pedro Aráuz: –Si aquí viene Carlos Fonseca, tiene que comenzar como militante de base, nada más. Tiene no sé cuántos años de estar fuera, no sabe nada.

Pero esa contradicción hegemónica tenía una vestimenta, digamos, de tipo político estratégico, y es que aquí comenzó a surgir la tesis que después fue la Guerra Popular Prolongada. En Cuba habían hecho unos trabajos y unos escritos donde se planteaba el tema de una insurrección, como algo distinto a lo de la GPP, y un enfoque más amplio, más abierto, político, de las alianzas más amplias y todo eso.

¿Qué ocurrió? Que antes del asalto a la casa de Chema Castillo, de Cuba comisionan a Jaime Wheelock, y lo mandan a Nicaragua supuestamente para que organizara una reunión en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, para que vinieran Carlos y Humberto, y que la gente de Nicaragua saliera, pudiéramos reestructurar la Dirección Nacional, y se recompusiera la situación interna. Pero en lo que Jaime viene viajando, la gente del Comando llega a La Habana, y lo primero que exige es que se cancele la misión de Jaime Wheelock, y que además, éste no es miembro de la Dirección Nacional, porque eso había sido una decisión unilateral de Carlos, decían.

Mónica: ¿Es Eduardo quién lleva ese mensaje?

Luis: Sí, es Eduardo Contreras. Y así ocurrió, se canceló la misión de Jaime. ¿Qué es lo que ocurre? Y esto es mi interpretación, ocurre que, desde el punto de vista político, Contreras, que viene con todas las fuerzas del comando y el apoyo de los que estaban en la cárcel, de José Benito Escobar y de Daniel Ortega, principalmente, se impone políticamente; pero desde el punto de vista de las tesis, Eduardo Contreras es ganado para la tesis insurreccional.

Por eso es que los resultados políticos inmediatos de ese encuentro en Cuba son ambiguos, porque Eduardo Contreras fuerza a que se publique un texto, que lo firmó Humberto Ortega, que era sobre la insurrección, pero poniéndole una introducción donde en última instancia decía que la insurrección era una parte de la guerra popular prolongada. Es decir, obviamente, todavía se estaban haciendo equilibrios políticos que se expresaban en que era una total incongruencia lo que estaba planeado.

Pero esto está ocurriendo allá; y las noticias que empiezan a venir aquí, creo que a Pedro Aráuz lo pusieron nervioso, porque ya el discurso cambia, como que el mensajero se estaba volteando. Por su parte, Jaime Wheelock, a quien dejan sin misión en México, decide venirse y entra. Viene, digamos, un poco resentido con Carlos y Humberto, porque lo dejaron colgado de la brocha a medio camino, ¿verdad? Entonces él viene y se reúne con Pedro Aráuz, y se incorpora al trabajo.

A todo esto, después del asalto a la casa de Chema Castillo, empezamos a conversar y a compartir, fundamentalmente con Roberto Huembes, con quien yo me comunicaba más, pero también, un poco con Jaime Wheelock; que las tesis políticas eran muy conservadoras, muy cerradas, que no permitían aprovechar el espacio del anti-somocismo, que era muy grande en Nicaragua.

Empezamos a demandar un debate sobre algunos aspectos de la estrategia: que era necesario hacer alianzas amplias, que la dictadura era un eslabón débil en las estructuras de dominación del imperialismo norteamericano. Básicamente, por allí iba la línea. Cuando el asalto a la casa de Chema Castillo, no sé si vos recordás que cuando iba el bus con el Comando para el aeropuerto, salieron centenares, miles de personas a expresar su contento. Estamos hablando del año 1974; o sea, aquí hay un potencial mucho más grande que el que nosotros nos imaginábamos y que hemos tocado, eso decíamos.

En aquel momento todo el énfasis estaba puesto en la montaña desde el punto de vista militar; desde este enfoque, no hablábamos de insurrección. Nosotros no teníamos una idea clara en ese momento, pero sí de que no podíamos hacer una lucha meramente rural, en la zona rural.

Pero, ¿qué pasa? De alguna manera, Jaime Wheelock, que está conectado a esas discusiones, nos cuenta a Roberto Huembes y a mí, muchas de las cosas que él conoció cuando estuvo allá en La Habana, de las cuales no teníamos mayor conocimiento. Me parece que cuando comenzamos estas discusiones y estos debates, Pedro Aráuz, Carlos Agüero, quien estaba en la ciudad y se movía entre Managua y León, ellos dos piensan que Jaime Wheelock, de alguna manera, es el representante de aquéllos que están allá en La Habana, y que está metiendo ruido.

Mónica: ¿Ellos le habían dado tareas a Jaime?

Luis: Sí, era responsable del departamento de Granada; y además, le habían encargado abrir una ruta clandestina para Costa Rica, que allí es donde entran los Coronel. Él se conecta con los Coronel, con Richard Lugo y esa gente. Estos mismos meten a Humberto, a Daniel, a Eduardo Contreras, a todos ellos.

Aquí estoy haciendo una interpretación, porque estas cosas no se hablaban de manera abierta. Pero yo pienso que ellos ven a Jaime como una influencia nociva que hay que neutralizarla, y le dicen que se tiene que ir para la montaña; pero le dan una argumentación bastante extraña, pues que era importante ir a documentar la lucha de los campesinos y como él tenía vocación de historiador... Entonces, aquello sonó falso, ¿no?

Nosotros nos ponemos bastante chiva, porque el debate que estábamos impulsando parecía que estaba provocando situaciones fregadas. Jaime entra exactamente a principios de febrero del año 1975, y todo esto ocurrió muy rápido, realmente. Habíamos hecho el documento que presentamos a la Dirección Nacional de aquel entonces, sobre este tema de la dictadura.

Mónica: ¿Quiénes eran la Dirección entonces?

Luis: Eran Pedro, Plutarco Hernández, que ejercía como tal; Carlos Agüero, que había bajado de la montaña; Tirado y Henry estaban en la montaña, y Tomás. Tomás vivía sancionado. Incluso yo fui responsable de Tomás Borge. Me sentía mal, porque yo era recién integrado, y Tomás Borge tenía mil años; y yo era el responsable de él. Me decían: –No te confiés, no le creás, tené cuidado; me vivían alertando sobre él. Pero, en estas circunstancias de conflictos, Tomás había venido asumiendo un rol, porque se volvió un apoyo indispensable para Pedro Aráuz en esa situación compleja.

Eduardo Contreras no estaba en ese momento, porque él estaba en la transición de Cuba para acá todavía. No sé si Plutarco estaba en esta decisión, porque en un momento se va para Costa Rica.

Nosotros teníamos diferentes niveles de percepción de la problemática. Roberto Huembes era alguien muy apreciado por Oscar Turcios, quien había vivido en su casa, desde que él era un chavalo; o sea que él tenía un vínculo más viejo y efectivamente más fuerte.

Cuando notifican a Jaime Wheelock que tiene que viajar a la montaña, Roberto Huembes, quien parece que había tenido sus pláticas con la Dirección, pide una reunión en donde estoy yo, y les dice que lo que está pasando no es lo que habían hablado. Parece que él había dicho que no, que se agotara la discusión política, y que no se tomaran decisiones de este tipo.

A raíz de eso hay una especie de negociación. Entonces, a Jaime Wheelock le plantean que salga del país, que se vaya a Costa Rica de responsable de no sé qué cosa; que mientras tanto, la Dirección se compromete a agotar la discusión con Roberto Huembes y conmigo. Jaime acepta y nosotros, también.

Pero los acontecimientos se desencadenan bien rápido. Tenemos una o dos reuniones con Carlos Agüero, y rápidamente vemos, después de la segunda creo, que nos dice: –Es que aquí no hay que discutir más, esto ya se agotó, se acaban las discusiones. Y le dicen a Roberto Huembes que él se tiene que entregar, que se tiene que ir a la montaña.

Entonces Roberto, primero se ahueva un poco, y dice: –Bueno, pues está bien, me voy a ir, esto ya no tiene arreglo. Pero hablando, decidimos escribir una carta dando nuestras razones políticas, porque realmente la situación es tensa. Nosotros estábamos metidos en una casita que alquilaba Lumberto Campbell, aquí por Las Mercedes, donde no había nadie, era muy evidente.

Lumberto la había alquilado, pero no vivía allí, no vivía nadie. Sólo estábamos clandestinos una compañera campesina que era la que salía, compraba algo de comer porque nosotros estábamos encerrados; entonces nos sentíamos bastante inseguros, no había las condiciones mínimas; nosotros no conocíamos la zona, nos habían llevado allí, nos habían pedido que entregáramos todas las estructuras.

Mónica: Y a vos, ¿adónde te iban a mandar?

Luis: A mí me iban a mandar creo que a Granada; Tomás iba a quedar de responsable de Managua y Roberto iba para la montaña, creo que así era. Pero a estas alturas; ya nosotros estamos bien inciertos y comenzamos a hablar con la gente, con las relaciones nuestras, nuestros contactos, y les contamos como están las cosas. Vos sabés que la relación personal pesaba muchísimo, y entre la relación clandestina con una gente que ni saben quién es y otra gente con la que tienen ya confianza, ellos se ponen también alertas porque nosotros los alertamos.

Y decidimos hacer esa carta en la que prácticamente lo que decíamos era que nosotros nos retirábamos, que no se podía continuar, y que nosotros íbamos a seguir la lucha por los medios que pudiéramos. No habíamos terminado la carta, y llegan Carlos Agüero, Tomás Borge, William Ramírez y Jorge Sinforoso Bravo a la casa. Y nos dicen: –Bueno, ¿qué pasó? –Es que estamos escribiendo una carta. –Bueno, pero pásenla. –Es que no la hemos terminado. –Pásennos lo que llevan. Y nosotros ingenuamente la entregamos.

Era una carta larguísima, porque era todo un pliego de exposiciones políticas, de ética y tantas cosas más, y seguimos escribiendo. Hasta el momento que nos golpean la puerta y dicen: –Ya leímos suficiente, no tenemos que leer más. ¿Qué piensan hacer? –Nos vamos a ir del país. – ¿Y cómo? –Ese es problema nuestro. –No, porque si algo les pasa, ya este problema se sabe, y van a decir que nosotros los matamos. –No, nosotros tenemos medios seguros, etcétera. Y nos dicen: –Se tienen que asilar; la única manera en que se pueden ir, es metiéndose a una embajada. Entonces, francamente, yo no la veía tan mala la salida, pero Roberto Huembes decía: –No, no. Hasta que hubo un momento en que él dice: –La única manera es si me meten a la fuerza, encañonado. Entonces Tomás se saca la pistola de la cintura, no le quita la funda, se la saca con la funda puesta, y entonces dice: –Si eso querés, vamos. Entréguenme sus armas. Entregamos las armas, las agarra Jorge Sinforoso Bravo, las mete en una bolsa plástica, y nos montamos en el carro de William Ramírez. Vamos William, Tomás, Jorge Sinforoso, Roberto Huembes y yo, y nos llevan a la Embajada de Venezuela.

Mónica: ¿Jaime ya no estaba?

Luis: Jaime estaba todavía con su plan de que se va para Costa Rica, él no sabe nada de la última evolución; además, nos dicen que parte de la discusión es que no van a acusarnos de traidores ni de nada, pues. Entonces, van a dejarnos a la Embajada de Venezuela. Jorge Sinforoso entra con nosotros, y le dice a la secretaria: –Ellos vienen a asilarse. Ella abre los ojos como platos y se va. Nosotros nos quedamos un rato ahí, vimos el carro dar un par de vueltas, y después se fueron. Eso fue al medio día, como a la una de la tarde. Cuando ellos se van, nosotros salimos; nos vamos a la casa de Javier Pichardo, y le pedimos que nos lleve a Granada, donde fuimos a buscar a Jaime.

Mónica: ¿Ustedes trabajaban con Pichardo, ya lo conocían?

Luis: Sí. Roberto lo conocía; yo, hasta en ese momento. Y él nos llevó a Granada. ¿Qué pasa ese día? Sacaron un comunicado del Frente diciendo que nos habíamos asilado, que nos expulsaban, ya no me acuerdo qué decía; pero no incluyen a Jaime Wheelock porque ellos no saben qué ha pasado con él, porque todo este último conflicto es sólo con Roberto y conmigo, de tal manera que a Jaime no lo expulsan.

Creo que la reacción drástica es, en buena medida, motivada por las contradicciones que existían antes que nosotros comenzáramos siquiera a hablar de esto, y la sensación de que ya no sabían bien dónde estaba Eduardo Contreras, si se había pasado para allá o si seguía aquí con ellos.

Mónica: ¿Toman una decisión motivada por el miedo de pérdida de control?

Luis: Claro, yo creo que sí, entonces estaban muy nerviosos. Pensaban, por aquí esto se nos va a descomponer, hay que cortar por lo sano, originalmente. Pero luego, esto se desarrolla agarrando otra forma, o sea, fue más que eso, porque en el fondo había enfoques políticos distintos. La gente que después va a formar la Tendencia Insurreccional, los Terceristas, realmente tienen un enfoque político muy distinto al de la GPP, y ya no fue posible un debate libre. ¿Y por qué?, porque ya había también, de por medio, la lucha por mantener posiciones de poder.

Creo que eso no lo podemos obviar, porque incluso se estuvo planeando una famosa reunión en la que iba a estar todo el mundo. Esa reunión se podía hacer en cualquiera de los países vecinos fácilmente. ¡Ah, no!, pero se tenía que hacer en la montaña. Nunca se hizo.

Mónica: Se da toda esa situación en octubre, y ahí nomasito entra Carlos. ¿Creés que si hubiese estado Carlos, se habrían hecho de otra forma las cosas?

Luis: Él no forma parte de la decisión, pero Carlos viene también un poco chimado, con Contreras creo yo; pero esto ya no me consta, son mis análisis. ¿Qué pasa cuando él viene aquí? Ya a estas alturas, nosotros, Huembes, Wheelock y yo, no somos el problema principal.

El problema principal de Carlos Fonseca es Contreras, realmente. Cuando Carlos Fonseca está en Honduras, en ese momento que él decide entrar, él es acuerpado por Pedro, Tomás y Carlos Agüero, que estaba en la ciudad todavía. Incluso Carlos Fonseca se reunió con un montón de gente, lo llevaron a reunirse con un montón de gente. Él toma la decisión de entrar, porque yo creo que él se sintió débil en el contexto exterior; aquí consigue ese respaldo, y aquí es nuevamente, pues, la figura mítica.

Se identifica con la GPP porque era lo más cercano a sus ideas tradicionales, a sus ideas que traía y que históricamente había tenido él sobre los campesinos, el foco guerrillero. En esos trabajos que se hicieron en La Habana, yo sé por Humberto y por Jaime Wheelock, que él no tuvo una participación muy activa; él no se ennotó con eso, en los trabajos de la insurrección. Y esos que se hicieron en La Habana.

Mónica: Víctor Tirado dice otra cosa, dice que él es el padre de toda la tesis insurreccional; y si uno lee a Carlos en el año 1960 y 1964, y aun en sus escritos de finales de 1970, uno ve que él no pensaba que la montaña iba a ser algo inmóvil, que de allá iban a bajar las columnas guerrilleras. Él plantea en sus escritos que todo era para ir acumulando una fuerza que tenía resolverse en una insurrección.

Yo he llegado a la conclusión, hablando con todos los que he podido, que había muy poquito espacio para leerse entre ustedes mismos; o sea, se escribían y no se oía al otro, porque había cosas tan razonables de lo que planteaba uno, de lo que planteaba el otro, que al final de cuentas, si te fijás, fue la resultante de todos esos factores, lo que pudo hacer que se llegara a la victoria. Porque la tesis insurreccional no puede surgir sin el desarrollo de todo un proceso, todo ese trabajo que se hizo incluyendo el de la montaña, que constituyó una especie de motivo, de mecanismo de acumulación. Porque mientras no se daban las condiciones insurreccionales, que no se podían crear arbitrariamente, debía transcurrir todo un proceso de desgaste de la dictadura; pero sin lucha no hay desgaste; sin lucha y sin desgaste, no hay condiciones insurreccionales. La insurrección no es más que una fase…

Luis: Es el momento final.

Mónica: ¡Es la culminación! Es más, ya puedo afirmar que no se dieron insurrecciones espontáneas en términos absolutos. Se dieron insurrecciones que tal vez no decidió orgánicamente una estructura del FSLN para un momento determinado, como la de Monimbó; un poco menos la de agosto de 1978 en Matagalpa, porque al final la dirigieron los cuadritos del FSLN ahí. La de abril de 1979 en Estelí no fue realmente espontánea, pues estuvieron involucradas las columnas de Francisco Rivera. Pero en general, todas las insurrecciones fueron resultado de la acción organizada, de la acumulación del trabajo político del Frente. Eso sí, hubo una cantidad inmensa de acciones por todos lados, desarrolladas con autonomía por las estructuras de base, y nunca vamos a poder registrarlas todas. Eso era acción de masas, pero con actividad organizativa de la vanguardia. Obviamente que ese palpitar del trabajo de base era muy difícil medirlo a control remoto; por eso algunos, desde afuera, no valoran ese trabajo de hormiga, y creen que la insurrección fue resultado de sus mentes brillantes.

Luis: Claro, primero hay una gran crisis, hay una inmensa cantidad de luchas pequeñas, medianas, etcétera, que se acumularon; porque prácticamente desde principios de 1978, la revolución pasa a la ofensiva y no la pierde. Hay un receso entre septiembre y diciembre de 1978, tal vez después de la insurrección, donde hay un natural repliegue después de haber desplegado todas las fuerzas. Pero desde enero de 1979 se toma la iniciativa, ya sin ninguna capacidad de la dictadura para impedirlo, pues había acciones de todo tipo por todas partes. Hubo un estado insurreccional durante año y medio, por lo menos, ¿y qué pasa?

La insurrección de Masaya, la primera en febrero del 1978. Allí no había estructuras organizadas al frente. El alzamiento se produce espontáneo. Pero el resultado de ese alzamiento es que como allí había algunas gentes que podían hablar en nombre del Frente Sandinista. Eso se articuló, y esa sublevación de Masaya, por esa razón no fue un hecho sin consecuencias, sino que dejó una enorme organización, y una voluntad política de la gente, de lucha; esa voluntad, sin la organización, se disipa. Hubieran habido acciones, pero probablemente sin rumbo, sin norte claro, y se hubieran disipado, pienso yo.

Mónica: En Masaya, para esa insurrección había gente organizada en el Frente, de los mismos dirigentes. La acción no fue como un plan, pero había trabajo previo que permitió que la gente se expresara con un cierto nivel de organización. Pero, bueno, continuemos. ¿Entonces, en diciembre de 1975, Carlos no pudo hacer nada para impedir que se fracturaran?

Luis: Es que él se vuelve a hacer GPP; en parte, por factores políticos, al sentirse aquí con respaldo y, por otro lado, amenazado. Porque Eduardo Contreras quería ser el Secretario General del Frente, él quería desplazar a Carlos; de eso no hay ninguna duda, porque eso fue hablado. Yo estuve en reuniones donde ese tema se habló, cuando en el año 1976 se discutió hacer una gran reunión donde estuvieran Henry, Carlos Agüero, Carlos Fonseca, Pedro Aráuz, Eduardo Contreras, Víctor Tirado, Humberto y Daniel Ortega; creo que hasta Roberto Huembes iba estar en esa reunión. Y Eduardo Contreras, cuando hablaba en esa reunión, hablaba abiertamente del objetivo de resultar él como el Secretario General. Esa reunión nunca se produjo. Y supuestamente, cuando a Carlos Fonseca lo matan, él subía a la montaña a organizar esa reunión. Yo no sé si a esas alturas pensaba que fuese viable.

Mónica: A mí me quedan dudas de que en realidad él estuviera pensando ya en esa posibilidad, porque, con la represión que había, no tenía ni pies ni cabeza hacerla en la montaña. ¿Se habló de hacer una reunión donde estuviera toda esa gente, ahí, en la montaña?

Luis: Sí se habló de hacerla en la montaña; eso lo hablaron Eduardo Contreras y Pedro Aráuz en México o en Honduras. Pedro hace un viaje a México, creo que ellos se encuentran en Honduras. Después de ese viaje, en 1976 entra Contreras por primera vez a Nicaragua, después que se había ido en el Comando. Mi primer encuentro con Contreras, después de eso, es en enero de 1976 en Costa Rica, y estaban él, Daniel y Humberto. Posiblemente Daniel y Humberto llegaron a finales de 1975 a Costa Rica, es mi cálculo2.

Cuando Contreras va a entrar por primera vez a Nicaragua, Pedro le ha ofrecido casas de seguridad, pero él va desconfiado, y nos pide a nosotros, que estábamos en Costa Rica en ese momento, que le demos algunas bases de apoyo, y le damos una casa en el Barrio Acahualinca. Él había sido responsable de Managua y conocía buena parte de nuestra base; entonces él directamente contactó a varias gentes, entre ellos, al que después lo entrega, “Garlopa”, le decían, el nombre no me acuerdo ahorita, quien es el que monta la trampa donde lo matan a él.

“Garlopa” es un tipo al que se había contactado antes de la división, creo que fue Gabriel Cardenal, porque éste llegaba a los planteles de la construcción a hacer trabajos. Entonces él lo contactó y le planteó toda una historia de que él había trabajado con fulano, con zutano y con perencejo, pero toda su lista de referencias eran muertos. Nosotros lo vimos raro; lo vimos raro porque no había nadie que pudiera dar constancia de lo que estaba diciendo. Lo dejamos integrado, pero en un rol más o menos marginal.

Claro, cuando se da lo de la división, y viene Contreras, él lo contacta, y este hombre se le vuelve importante, indispensable. Contreras venía de la casa de este “Garlopa”, en Ciudad Sandino, cuando le hacen la emboscada: lo estaban esperando.

Comentario de la autora: Según Luis Carrión, la muerte de Roberto Huembes el mismo día 6 de noviembre de 1976, fue producto de una fatal casualidad. Roberto Huembes hizo un cambio de vehículo en el Reparto El Dorado, en donde habitaba Silvio Reñazco, quien había caído asesinado por la mañana, junto a Eduardo Contreras y Rogelio Picado. Por esa razón había un operativo de la Guardia sobre la casa de Reñazco. La persona que lleva a Roberto a ese cambio de vehículo es Ana María Morales. Después de dejarlo, Ana María observa que hay una gran cantidad de guardias y da la vuelta para tratar de recogerlo. Ella mira cómo Roberto intenta escaparse de la Guardia y sale corriendo, pero le disparan y lo matan. (Carrión Montoya: pp. 92).

Mónica: ¿Qué pasó con las estructuras, cuando ustedes se van?

Luis: Cuando nosotros nos vamos y la GPP quiso contactar a varias gentes, creo que la gente se replegó; hubo un vacío pues, aunque los detalles no los sé muy bien. La gente queda lógicamente confundida, no sabía qué creer ni hacer.

Mónica: Entonces, ¿cuándo es que ustedes se conforman ya como Tendencia y cuáles son los planteamientos? Según me has dicho, pensaban que la GPP era muy cerrada y conservadora; pero lo que hemos conocido en términos más sencillos, es que ustedes planteaban que había que organizar el Partido Marxista Leninista, y después, hasta que ya estuvieran dadas las condiciones políticas, hacer la lucha armada. De hecho, ustedes le pusieron al FER que controlaban, FERML (Marxista-Leninista).

Luis: Te voy a decir. Nosotros empezamos con un planteamiento que era más parecido al Insurreccional, pero después derivamos en un planteamiento un poco más ortodoxo. Mientras estuvimos en Costa Rica, organizamos sesiones de debate, discusiones, análisis, no sé qué. Total que nuestra tesis de las alianzas amplias empiezan a verse un poco aplastadas por la idea de que había que crear la vanguardia, y que la lucha armada era la etapa superior de la lucha política; que la lucha armada, para tener éxito, tenía que montarse en unas condiciones políticas determinadas y organizativas.

Este planteamiento, en sí, no está mal; pero creo que nosotros teníamos una interpretación un poco mecánica de eso, porque es cierto, la lucha armada sólo es posible exitosamente, como ocurrió aquí por ejemplo, cuando las condiciones políticas están creadas; porque si no, las masas no se incorporan.

Pero nosotros teníamos una visión un poco mecánica, y todo eso de las alianzas amplias, realmente nosotros no lo trabajamos. Nos metimos más bien al trabajo de organizaciones de base; tratamos de meternos con el movimiento obrero, donde tuvimos un cierto éxito, y con organizaciones populares de barrios.

Nos sentíamos, te voy a decir francamente, un poco más cerca de los Terceristas que de la GPP. Aunque, efectivamente, nosotros planteamos una tesis como más ortodoxa del Partido vanguardia, en realidad no teníamos una elaboración de cómo exactamente iba a desarrollarse la lucha armada; nos hacía más clic la idea de la insurrección.

Además, y eso siempre juega, había algunos contactos personales, Joaquín Cuadra era mi amigo, que estaba en los Terces, y no teníamos muchas luchas entre nosotros; los roces fueron principalmente con la GPP.

Mónica: Ustedes salen todos del país, pero para constituirse como Tendencia tenía que haber una decisión. ¿Cómo y cuándo fue eso? Porque siempre se había hablado de que primero surge la Tendencia Proletaria y después la Tendencia Tercerista. Sin embargo, la decisión de constituirse como Tendencia, los Terceristas la adoptan a mediados de 1976, propiamente en junio de ese año, en una reunión en la comunidad campesina de El Coyolar, San Caralampio, en las faldas del Mombacho. (Ortega, Humberto: pp. 292).

Ustedes, ¿cuándo se constituyen efectivamente como Tendencia?

Luis: Mirá, cuando salimos, la primera idea era que comenzáramos a construir las bases de lo que podría ser una Tendencia. Pero cuando aparecen Daniel, Eduardo Contreras y Humberto en el escenario, en Costa Rica, y luego se producen las pláticas de Eduardo con Pedro Aráuz, entonces todo se pone en pausa. ¿Por qué?, porque el esfuerzo que supuestamente se iba a hacer, era un esfuerzo de reintegrarlo todo.

Mónica: Cuando hablás de esas pláticas de Eduardo con Pedro, ¿a qué te referís?

Luis: Esas pláticas pueden haber sido o febrero o marzo de 1976. Pedro viaja a Honduras, las fechas exactas se me escapan. No sé si Pedro fue a México, pero a Honduras sí fue, y ahí se encontró con Eduardo Contreras. Antes de ese viaje, el planteamiento de Contreras era, aunque no tan formal, pero más o menos, de cómo nos integramos todos nosotros. Pero después de ese viaje, él viene hablando de la famosa reunión que se iba a hacer en la montaña, porque Pedro le dijo que eso ya estaba súper desarrollado y que tenían prácticamente zonas controladas y no sé qué. Obviamente, eso era más importante para ellos que nosotros. Principalmente para él, porque era el líder clarísimo del grupo.

Mónica: ¿Del Tercerismo?

Luis: Sí, era el Tercerismo desde el punto de vista de tesis, pero no tenía forma orgánica. Ya era, porque ellos tenían una serie de ideas que eran distintas; no se habían definido como tal aún, porque estaban con la expectativa que se podía dar la reunión y que podía salir ganando Eduardo Contreras, y él quedar como Secretario General del Frente Sandinista. Entonces él viene una vez, sale y vuelve a entrar en el año 1976. Pero desde la primera vez, viene mucho más escéptico de la reunión con Pedro Aráuz. Incluso entró Humberto; se volvió a salir porque no era viable que anduviera aquí.

Mónica: Humberto entró en abril de 1976, y en junio se reunieron y decidieron crear el Tercerismo. Estuvieron “El Danto”, Daniel, Camilo, Leticia, Eduardo Contreras. Ahí deciden estructurarse como Tendencia y hacen una división del trabajo. A Allan Bolt lo dejan como responsable de Masaya y Granada.

Luis: Yo sí sé que después que Eduardo Contreras llega de regreso a Costa Rica, empezamos a ver que ellos están estructurándose. Incluso, algunos contactos que les habíamos dado, después ya no querían saber nada con nosotros porque ya los tenía agarrados Contreras. Entonces nosotros les ponemos a ellos el nombre de Terceristas. Nosotros fuimos, porque lo que les dijimos fue: Aquí hay un conflicto entre dos partes ¿verdad?, y ustedes vienen y lo que hacen es crear una tercera; en vez de irse por una de las partes o buscar la unidad, que era lo ideal, crean una tercera.

Entonces, es posible que de manera formal, ellos hayan tomado su decisión antes que nosotros; porque nosotros, hasta que vemos eso, es que ya también decidimos constituirnos orgánicamente como tendencia; antes, realmente, no lo habíamos hecho. Nosotros somos quienes los calificamos de “Terceristas”.

Es bien difícil ubicar todos los momentos exactos tanto tiempo después; pero cuando nosotros vimos que ellos ya van constituyendo lo suyo, que no están muy interesados en lo que nosotros podíamos tener, entonces le damos forma a la Tendencia Proletaria.

Mónica: ¿Y cómo se concreta eso?

Luis: Primero se viene Roberto Huembes, es el primero que viene, a mediados de 1976, a recontactar a la gente. Nosotros no teníamos comunicación, teníamos uno por aquí, otro por allá, pero aún no le dábamos una forma organizada. Roberto Huembes debe de haber venido como en julio o agosto de 1976. Nosotros, Wheelock y yo, entramos en noviembre de 1976, pero ya no tuvimos chance de hablar extensamente con él, porque vinimos, lo vimos una noche un ratito en que llegó, casi a saludarnos, y al día siguiente o días después, lo matan; de tal manera que nosotros ya no tuvimos chance de intercambiar nada con él. Lo mataron inmediatamente.

Después de eso, ya no volví a salir hasta diciembre de 1978, y regresé para marzo de 1979, cuando se dio la reunión donde se firma la unidad. Una segunda unidad, porque hubo un primer intento.

Mónica: Contanos del primer intento.

Luis: No me acuerdo adónde fue, si en Costa Rica o en Panamá; hubo un primer intento que hace crisis con el asalto al Palacio, porque en esa reunión se acuerda que va a ser una acción unitaria. Yo no estuve allí. Creo que por parte de nosotros estaba Jaime Wheelock, pero sí se firma algo; sé que se firmó y circuló un documento firmado, como en mayo o junio de 1978.

En Managua hicimos reuniones entre Joaquín Cuadra, William Ramírez y yo, donde supuestamente se iba a coordinar la acción del Palacio; pero los Terceristas pensaban que la GPP se les iba a ir arriba, se iban a adelantar, y los de la GPP pensaban que los Terceristas se iban adelantar. Así que los Terceristas se adelantaron.

Entonces lo que hicieron fue pedirnos a última hora la lista de los presos; por eso hubo gente que se quedó, porque ya no hubo chance de completar listas, ni de revisar con calma, y alguna gente se quedó.

Luego, en marzo de 1979, cuando se da en firme la unidad, se acuerda crear el Frente Nor-Oriental que se va a llamar Carlos Roberto Huembes, y que se va a formar de dos Columnas; una, la Jacinto Hernández, que iba a entrar de Costa Rica3; y la otra, la Camilo Chamorro, que era mi misión organizarla en ese período.

Obviamente, ese Frente nunca tuvo una coordinación integral, era un concepto. Pero la Jacinto Hernández entra, y nosotros no teníamos ni contacto ni nada con ellos; ni sabíamos cuándo entraron, no sabíamos nada realmente. De tal manera que al final, sólo existe la Camilo Chamorro, pues la Jacinto Hernández, es aniquilada.

Cuando empezamos a ver en los periódicos que están presionando a la columna Jacinto Hernández, nosotros actuamos sobre El Rama, para quitar presión; y “El Danto” se va a la toma de Jinotega, para quitarnos presión a nosotros. Porque efectivamente, después de El Rama, sentimos que se viene una cantidad enorme de guardias, que eran los que estaban en Nueva Guinea. A los dos días más o menos, o un día, no recuerdo, no fue mucho, se limpia aquello de guardias, porque los movilizaron para Jinotega. La verdad es que la Guardia no tenía capacidad de respuesta, pues tenía sólo un grupo que era el que movía para todas partes.

Mónica: Es interesante el inicio de la historia de la columna Camilo Chamorro. En sus inicios, ustedes topan con una pequeña guerrillita cerca del Río Siquia, por Loma Verde. La había organizado un obrero sindicalista involucrado desde los primeros años con el Frente. Me parece increíble que “El Chelito” haya ido a parar allá.

Luis: Sí, ahí estaba Adrián Gutiérrez, originario de Estelí. Era una escuadra de origen estiliano. Estaba como maestro de primaria en una comarca metida ahí en el infierno de esa montaña; y también estaba “Chico” Laguna, estiliano, que había salido en abril de 1978, cuando la toma de Estelí. Él había andado no sé si con Omar Cabezas. Él dice que la explosión de un mortero lo dejó fregado, y entonces se fue al Rama, y allí se topó con Adrián4.

Hay una parte que realmente es bien enternecedora, hasta cierto punto. A través de Agustín Sequeira, que era mi baqueano dentro de esa zona, él me dice: –Ahí hay una gente. – ¿Quiénes son? –Yo no sé, pero dicen que son del Frente. Organizamos una reunión y me meto al monte donde están ellos; eran nueve o diez, en cuenta los hijos de Adrián, que tenían uno catorce, y el otro, dieciséis años, eran chavalitos; estaba Laguna, estaba una mujer, los demás eran gente de la zona. Pero Adrián era responsable Político, Laguna era el responsable Militar, y los demás eran combatientes. Tenían un rifle 22, dos revólveres 38 y una escopeta. Cuando llego y los veo, les digo: – ¿Y ustedes qué pensaban? ¿Qué pensaban hacer con esto? Entonces me dice Adrián: –Nosotros sabíamos, estábamos seguros de que íbamos a hacer contacto con el Frente Sandinista. Ellos estaban alzados, tenían como dos meses de estar alzados y tenían su campamento.

Mónica: Eso es impresionante. Adriancito Gutiérrez es una biblia del Frente. Anduvo de apoyo desde Raití y todas esas guerrillas él se las pasó. Estuvo directamente en Zinica, donde salió herido. Con una trayectoria que no da lugar a ninguna sombra de duda de su firmeza, su lealtad y de la calidad de su participación.

Luis: Y Adrián salió en nuestras operaciones también. Cuando yo llegué, ellos no me conocían, pero inmediatamente se cuadraron. Nosotros escogimos hacer una columna en ese sector, en parte porque ninguna tendencia estaba ahí, nadie estaba ahí; y hay que decir que ese Frente fue de los poquísimos lugares donde después, los acuerdos de unidad se llevaron a la práctica en el terreno, y teníamos algún trabajo incipiente ahí.

La GPP tenía un trabajito en Santo Tomás y en Juigalpa; los Terces tenían más gente en Boaco, Juigalpa y Santo Tomás. Esa fue la base sobre la que nosotros nos montamos, además del trabajo de este grupito de estilianos. Por eso logramos organizar rápidamente el grupo.

Mónica: Al final, las columnas que insurreccionan las ciudades hicieron una combinación con la guerrilla rural. Los intentos exitosos de 1977 y de 1978 hicieron un repliegue a las zonas rurales. En el año 1978 la mayor parte de ellos se mantuvieron enmontañados, para volver a entrar en 1979, como pasó en el norte. En Chinandega, en el propio año 1979, después de los primeros reveses, se concentraron en El Chonco, y de ahí bajaron a poner emboscadas en la carretera. Incluso en Managua tuvimos una guerrillita rural en El Crucero, que salió y operó sobre la Carretera Sur. Ustedes tuvieron una entre Masatepe y San Marcos.

Luis: Es correcto. La montaña y las zonas rurales eran como un refugio, aun en las partes más urbanas. Estaba hablando el otro día con Salvador Mayorga, precisamente de eso. Él estuvo en la insurrección de Diriamba, y quieren hacer una reconstrucción con los compañeros que participaron en eso. Nosotros teníamos una guerrilla en los pueblos que andaba ahí, pero nada más que era de medio tiempo, porque cuando no hacía falta, se iban a la ciudad; después volvían a incorporarse.

Comentario de la autora: Ya instalado Luis Carrión en Presilla, se incorpora Gerardo Arce. En abril del 79, en plena Semana Santa, salen Luis Carrión, Ricardo Pereira y Javier Guerra a cumplir una misión en Santo Tomás, y se produce un evento espectacular. Movido por una denuncia, el propio Comandante de Santo Tomás, en su carro Fiat 135, acompañado de un guardia, captura a Javier Guerra “El Chele”, mientras éste intentaba comprar unas medicinas en una farmacia. Luego, la Guardia se topa con el vehículo donde van Pereira y Luis, una Datsun Ranchera, y los persiguen mientras van disparando con una 45. Aunque los combatientes andan armados, no pueden disparar al otro carro por temor a matar al “Chele”. Pero como la Guardia continúa persiguiéndolos, Luis decide enfrentárseles, y rescatar al “Chele” Guerra. Frena violentamente y el vehículo de la Guardia queda a la par. Desde el carro, le dispara primero al guardia que va detrás, tres balazos y acierta; y luego acierta dos balazos en el cuerpo del Comandante, quien ya herido y de rodillas, trata de manipular una Mazden. Como Luis ya no tiene tiros en su magazín, se le lanza encima al Comandante, sin poderlo dominar, porque era un hombre fuerte; pero entonces el “Chele” Guerra toma el Garand del otro guardia y baja a culatazos al Comandante, y finalmente Luis lo remata con un disparo de Garand, dejando herido al guardia, pues no quiso fulminarlo. (Carrión Montoya: pp. 76-80).

Mónica: Vamos a hablar de las andanzas del “Comandante Pancho”. ¿En qué consistió toda la operación? Ustedes arrancan en los primeros días de mayo en El Rama, tienen un revés allí, vuelven a reagruparse, y ya después comienza lo que fue la ruta victoriosa que es, prácticamente, el montaje de la dinámica insurreccional en todo el país.

Luis: Exactamente. Nuestra dinámica de combate solamente puede entenderse en un marco de insurrección general. Si no ha sido así, tal vez hubiéramos tenido que hacer lo que me propusieron después del Rama. Vos sabes que estábamos todos medio apaleados, y entonces me dice Adriancito: –Compa, vámonos para el cerro Wawachán. Definitivamente, si no hubiera estado la insurrección generalizada, seguramente hubiéramos ido a parar al cerro Wawachán. Es que Laguna y Adrián Gutiérrez venían de la GPP, estaban marcados. En otra ocasión me dice Adriancito: –No estoy de acuerdo en cómo estás llevando esto. ¿Y por qué? –le pregunto. Es que debemos hacer buzones de comida –me dice. Y yo le digo: –Se va a podrir la comida, no fregués.

Mónica: Había sus exageraciones. No sé dónde leí que ya para los días insurreccionales algunos mandaron a hacer hamacas.

Comentario de la autora: El ataque a El Rama, el 17 de mayo de 1979, se organiza con cinco grupos: dos de combate, jefeados por Tomás Maldonado y Gerardo Arce; uno de contención, otro de auxilio y uno de limpieza de orejas. El Comando fue pasconeado y mueren varios militares, pero no se lo pudieron tomar. Un grupo tuvo un accidente con una granada que rebotó en un poste. Ahí muere heroicamente un compañero de apellido Gaitán, que se lanza sobre la granada para proteger al resto.

La respuesta de la Guardia es violenta y rápida. Atacan con aviones y tropas de refuerzo. Persigue a los guerrilleros, captura y asesina a varios, y llega al campamento donde asesina al sanitario, la enfermera y cinco compañeros más. De cuarenta y cinco compañeros que habían salido al ataque, logran reagruparse sólo veinticinco, y tienen que dispersarse por la presión. Se interrumpe el proceso de la formación de la columna.

Se reanuda el proceso en el norte de Presilla, a donde llegan Adolfo “Popo” Chamorro y Miguel Guzmán, juntando una fuerza de treinta y cinco combatientes con más y mejores armas. Deciden atacar Presilla y atacan Muelle de los Bueyes. Pero tienen dificultades en La Gateada. (Gerardo Arce en Carrión Montoya: pp.11).


Mónica: Volviendo a la ruta que siguieron, entiendo que el lugar más difícil para ustedes fue La Gateada. Es el único lugar donde salió gente a defender a la Guardia. ¿Qué nos podés decir?

Luis: Sí, el lugar más difícil para nosotros fue La Gateada. Realmente ahí tuvimos cero apoyos, tampoco se insurreccionaron contra nosotros, lo único es que no nos dieron ningún apoyo: no había información, las casas estaban cerradas, no podías hablar con nadie. De tal manera que no lo tomamos, nos replegamos, le dimos la vuelta y seguimos para adelante.

Dimos la vuelta porque, además, nosotros estábamos abajo, y La Gateada termina en una loma. Con sólo llegar al pueblo, ya estás muerto de cansancio, porque era toda cuesta arriba y difícil; y bueno, eso se desarmó solo, después.

Creo que el Frente Oriental no tuvo una gran importancia militar, como la del Frente Sur o la insurrección de Managua, que fueron lugares que empantanaron enormes cantidades de fuerzas. Yo diría que su importancia fue más que todo política, en el sentido de que ésa era una zona donde prácticamente no había habido ninguna presencia sandinista ni revolucionaria. Llegamos tal vez con algunos muchachos en Acoyapa, en Santo Tomás y en Juigalpa; pero de ahí no pasaba.

Había anti-somocismo conservador efectivamente, y una parte importante de éste se suma a la lucha. Me acuerdo que todavía después del triunfo de la revolución, en unas reuniones en esa zona, alguna gente me decía: –Soy conservador porque conservo la revolución; o sea, ellos no podían quitarse su identidad conservadora histórica, pero estaban totalmente alineados con la revolución.

Entonces, el Frente Oriental incorporó y comprometió a muchísima gente en un tiempo relativamente corto. La verdad es que nuestro trabajo era pequeño en Acoyapa, Juigalpa, Santo Tomás, un poquitito en La Esperanza y en El Rama, y pare de contar. Lo mismo, las otras tendencias, más o menos eran en las mismas zonas. De tal manera que en realidad la columna crece mucho, cuando pasamos La Gateada, para el lado de Villa Sandino y Santo Tomás.

Ya entonces, toda esa base que estaba ahí, que tenían una guerrillita que la había dirigido José Román González, quien era de Managua, era Prole, tenía una columna en donde estaban metidas todas las tendencias. La columna Camilo Chamorro en realidad, al inicio, era principalmente de la gente Prole que habíamos movido de diferentes partes del Pacífico, más los campesinos que se habían sumado. Pero ya ahí en Santo Tomas, cuando llegamos, ahí se hace una integración bien buena; ahí no hubo ningún problema, ninguna discrepancia, ni nada pues, de las tendencias.

Ellos hacían como pequeñas acciones en la zona de La Libertad, Santo Domingo, San Pedro de Lóvago, Santo Tomás, y ahí estuvieron hostigando, no tenían muchas armas. Realmente tenían poquitas armas y atacaron el Comando en La Libertad, y ahí fue donde mataron a José Román González5, que era el jefe; lo matan ahí en el camino entre La Libertad y Santo Tomás. El balazo se lo dan en la pierna, pero le cortó la femoral; se lo traen y muere desangrado en el camino.

Mónica: ¿Quiénes eran tus principales cuadros en el Frente Oriental?

Luis: Hubo dos momentos: el primer momento, antes de El Rama, que mis principales cuadros eran Laguna, Tomás Maldonado y Gerardo Arce. En un segundo momento, después de El Rama, Gerardo Arce y Tomás Maldonado. Lo que pasa es que a Tomás lo hieren bien pronto, en el primer ataque que hicimos después de El Rama, en Presillitas. Era un Prole de Diriamba. Después del triunfo, fue jefe de un Batallón de Lucha Irregular (BLI). Él era carpintero. En Presillas lo hieren en un pulmón y se cura prácticamente solo. Gerardo Arce era mi segundo al mando, él era mi persona de máxima confianza.

Después, rápidamente sube “Popo” Adolfo Chamorro, quien era el único de todos los que estábamos ahí, que tenía entrenamiento militar formal; porque Gerardo y Tomás habían estado en Cuba tres meses, y creo que también Ricardo Pereira. Eran los que tenían ya un nivel superior; pero el único que tenía entrenamiento militar formal era “Popo”, porque él estudió Medicina en una escuela militar en México. Entonces, él se graduó de médico, pero también de oficial, y se notaba, porque tenía mucho más elementos que la mayoría de nosotros. Yo era empírico completamente.

Mónica: A pesar de que no tenías entrenamientos, vos tenés unas reacciones militares audaces, en varios momentos, que las relatan tus subordinados. En la toma de Santo Tomás, cuando fracasa la emboscada, te lanzás sobre la carretera.

Luis: Más que militares, mis reacciones son políticas; porque cuando me tiré a la carretera, eso era más bien un poco frustrado, ya cuando veo venir el camión de la Guardia, me doy cuenta de que no lo vamos a poder detener, que la emboscada está mal puesta. Por eso me bajo a la carretera a dispararle de frente, pero no es una reacción militar.

Lo hubiera sido, si la emboscada la hubiéramos puesto en otro lugar; donde la teníamos no era un buen lugar, ahí mataron a Javier Guerra. Yo le había dado el mando de la emboscada, porque era contención, ya que el objetivo principal era Santo Tomás; entonces esa fuerza estaba ahí para contener a los guardias que estaban en Nueva Guinea y La Gateada, que no las habíamos tomado. Y cumplió su cometido, porque pasó un camión con dos o tres guardias, pero el grueso se regresó.

Santo Tomás la tomamos sin problemas6. ¿Qué es lo que pasa? La Guardia estaba realmente atemorizada a esas alturas, esa es la verdad. Entonces ellos vienen en varios vehículos, pero el primer vehículo va bien adelante. Ese vehículo era la carnada. Entonces, cuando ellos ven la balacera, todos los otros se quedan atrás y se regresan a Nueva Guinea, y después se van a pie desde Nueva Guinea, cruzando por monte, a salir a un lugar que se llama La Palma.

Mónica: Ya a esas alturas van derrotados prácticamente...

Luis: Así es. Juigalpa resistió un rato, y después abandona; y a Boaco ni llegamos, ahí no se tiró ni un tiro. Cuando la gente de Matagalpa llega allá, la Guardia ya se había ido porque los de Juigalpa se los pasaron llevando. Entonces, realmente, desde el punto de vista militar, ahí el punto más fuerte que ellos tenían era Juigalpa, que para nosotros ya era el final del camino. Cuando llegamos ahí, ya habíamos sido reabastecidos: teníamos armas, nos habían llegado unos refuerzos que eran Roberto Calderón, “La Negra” Turcios, que los mandaron en una avioneta. Ya habíamos establecido comunicación.

Nosotros arrancamos sin ningún tipo de comunicación con Palo Alto. En Santo Tomás la logramos7, porque ahí había un radio y un tipo que tenía nociones de radio, y le digo: –Poné una frecuencia que te cubra Honduras y Costa Rica; y donde oigás una comunicación rara, una gente hablando raro, me llamás. Y así fue. Cuando le hablo a Humberto Ortega, primero estaba chiva, que quién era el que les hablaba. Hizo varias preguntas, me acuerdo. Que si te acordás que esto y lo otro, para verificar que era yo. Hasta que, ¡ah, sí!, ¡ah, bueno! ya se convenció Humberto, a quien yo le reconocí la voz inmediatamente.

Mónica: ¿El Frente Oriental arrancó sin radio comunicaciones?

Luis: Así es. Después nos mandaron un radio, pero al comenzar no teníamos. En síntesis, el Frente Oriental fue una contribución. Joaquín Cuadra me decía que qué andaba haciendo en Chontales, que debía haberme quedado en Managua. Y tenía razón, porque aquí se estaba librando una batalla realmente importantísima, y esas armas que yo tenía se hubieran sumado a la insurrección de Managua.

Mónica: Claro, proporcionalmente, yo me asusto de las pocas armas que teníamos en Managua: ciento veinte, ciento treinta, más unos RPG-2, unas ametralladoras 30, y un mortero que estaba recortado, que se le hundía cuando disparábamos. Cuando oigo lo que andaban el Frente Norte y otros frentes, era desproporcionado. Aunque todo el mundo se queja de que teníamos pocas armas. Pero, realmente, la victoria no fue una victoria militar. Lo que pasa es que era tal cantidad de gente y tal levantamiento, que potenciaban las armas comparativamente con la Guardia.

Luis: Efectivamente. Esas armas, sin una acción masiva, no sé qué hubiera pasado; a lo mejor la historia hubiera sido distinta; excepto en el Sur, porque en el Sur eran cantidades de armas. Guerra a cañonazos, morterazos y bombas, verdad. Allí hubo tendaladas de muertes, más que en todos los demás lugares juntos, creo yo; ya en la fase final, la cantidad de muertos en el Sur fue espectacular.

Pero fuera de eso, en los lugares donde nosotros atacamos había más guardias y más armas que las que nosotros teníamos, pero creo que no tenían un mando claro, además, ellos estaban divididos por comandos departamentales, ya eso te fraccionaba el mando, te impedía movilizar la fuerza en la mejor forma regular posible. Segundo, los Comandantes, yo creo que estaban un poquito atemorizados, no querían sacar a su tropa, para que estuvieran ahí protegiéndolos a ellos y a su posición principal.

Luego quedaron aislados todos los comandos departamentales; donde se insurreccionó la gente, quedaron aislados sin posibilidades casi de recibir refuerzos, y la inteligencia de ellos se acabó. Te voy a dar un ejemplo. Cuando nosotros llegamos aquí al Búnker, yo entro, hay un papel encima de un escritorio, y es una carta de un tipo que estaba en Santo Tomás cuando nosotros llegamos ahí, con Cornelio Bravo; era amigo de Cornelio Bravo hijo.

A Cornelio Bravo lo acusaban de ser colaborador de la Guardia y la gente lo quería matar. Yo impedí eso. Ellos estaban en la casa del cura refugiados. Ellos tenían su casa, pero estaban en la casa del cura, que era donde estaba el radio. Cuando llego ahí, todavía está el combate en el Comando y estaban nuestros compañeros en una casa que habíamos tomado cerca del Comando, y desde ahí estaban atacando. Yo me llegué a meter, y estando ahí, ellos nos metieron un roquetazo con un Push and Pull que desbarató una parte de la casa.

Cuando veo esa carta, que es un informe que este hombre le manda a la Guardia, donde le dice que yo soy el jefe y que llegué como con mil guerrilleros. El tipo no nos vio juntos, sino que vio pasar uno por aquí, otro por allá; entonces, eso en vez de hacernos daño, pues yo creo que nos ayudó. ¡A la puta con mil guerrilleros! ¿Y los que están por los otros lados?

La Guardia se aterrorizó, y teníamos como cuarenta fusiles y un RPG-2, y nada más. Entonces se aislaron, se desplomaron, no tenían información, y no estaban preparados. Esa sensación de saber que todo un pueblo está contra ellos desde meses anteriores a la insurrección, debe de haber sido insoportable.

También ellos habían realizado un análisis sobre la contradicción que tenían entre ser una fuerza policial y combatir a los guerrilleros. Porque si se dispersaban para proteger la ciudad, o salían a las zonas del campo, eran fácil blanco; y si se concentraban, dejaban libre todo el espacio para que operaran los guerrilleros y se siguieran fortaleciendo. Requerían, entonces, crear prácticamente un ejército.

Es de donde sale la decisión de crear la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), era el embrión de un ejército que ya no iba a estar ligado territorialmente; porque esa liga territorial es más policial que militar. Los ejércitos son una fuerza que se desplazan de aquí para allá, según donde se necesite, ¿no? Además, en todo ese período, durante meses, los guardias vivían aterrorizados. Con una sensación de acoso, de que cualquiera y todo el mundo era su enemigo. Eso es insoportable y desgastante.

Ya cuando viene la insurrección, salvo ciertas tropas de la EEBI, ellos estaban dispersos y no tenían mucha tropa con la cual operar. Creo que en Managua tenían algunas reservas, había suficientes tropas.

Realmente, desde finales de 1977 y especialmente a partir de enero de 1978, hay un ánimo insurreccional. Con la muerte de Pedro Joaquín, todo el mundo se sintió amenazado: si matan a Pedro Joaquín Chamorro, no hay nadie que esté fuera de las posibilidades de ser asesinado por la dictadura. Y desde septiembre de 1978, ya había condiciones insurreccionales.

Mónica: Ya cerrando nuestra entrevista, ¿cuáles creés vos que fueron los factores determinantes en la hegemonía del Tercerismo?

Luis: Creo que hubo varios factores: uno, ellos supieron crear una caja de resonancia internacional, tanto comunicacional, como política. Todo el trabajo que ellos hicieron con Carlos Andrés Pérez, con Torrijos, en México con el PRI, incluso en Costa Rica con Rodrigo Carazo Odio. Dos, supieron explotar el efecto agitacional de las acciones militares mejor que todos los demás. Tal vez lo más simbólico y lo más emblemático fue el ataque al Cuartel de Masaya. Creo que eran trece compañeros, pero la repercusión política y publicitaria que eso tuvo fue extraordinaria. Claro, yo quiero decir que ocurre también en un momento en que hay un agotamiento político importante del Frente. Pero estuvimos en Estado de Sitio desde 1975, y lo suspenden en julio de 1977.

Otra cosa que hicieron los Terceristas fue que le dieron rostro político al FSLN, con el Grupo de los Doce. Eso fue importantísimo, porque además permitió que la gente se identificara abiertamente, a través del Grupo de los Doce, con el Frente Sandinista. Además, el Grupo de los Doce le daba credibilidad al Frente: eran un Joaquín Cuadra Chamorro, Carlos Tünnermann, Sergio Ramírez, Felipe Mántica.

Nosotros padecíamos el síndrome de la clandestinidad, nadie enseñaba la cara ni nada. Ellos fueron los primeros que publicaron comunicados firmados con sus nombres. Nosotros firmábamos todos con seudónimos, nadie ponía su nombre. Darle un rostro político legal, aunque fuera por un corto tiempo, fue muy útil. Era, además, una expresión de las alianzas amplias.

Insistiendo en esto de su política comunicacional y el uso político de las acciones armadas, cuando ellos arrancan con el Frente Norte Carlos Fonseca, todas sus acciones fueron exitosas. Sin embargo, disuelven el Frente Norte Carlos Fonseca y mandan a la gente a las ciudades del Pacífico. Esa fue una decisión audaz, súper audaz. Yo me pongo a pensar, si ese Frente lo hubiéramos hecho nosotros, y hubiera ido tan bien, no sé si yo me hubiera atrevido a hacer eso. Yo hubiera dicho, esperate, si todo va bien, para qué lo vamos a joder.

¿Pero de dónde deriva esa decisión? Deriva de la comprensión clara que ellos tenían: el papel principal de las acciones armadas era político. O sea, era multiplicar la resistencia a la dictadura, que la gente pudiera darse cuenta de que se podía ganar. Y yo creo que, desde 1978, eso ya se sintió. Creo que, por esas mismas razones, lograron un apoyo muy grande de Cuba.

Mónica: Humberto Ortega dice que Fidel les dio 1,200 fusiles FAL y él los repartió así: 900 a los Terces, 200 a los GPP y 100 a los Proles.

Luis: Sí, Humberto era el gran repartidor. Nosotros compramos armas con un dinero que nos dio la Resistencia Nacional de El Salvador, que era parte del FMLN, una de sus cinco organizaciones. Ellos tenían plata porque hacían secuestros y nosotros, no; y en ese momento no tenían cómo usarla. Entonces la Resistencia nos dio apoyo a nosotros, porque se sentían ideológicamente identificados con nuestras posiciones. De Cuba recibimos algo, no mucho, y efectivamente, Humberto era el que las repartía.

Mónica: Creo que un factor muy importante en las comunicaciones en el Tercerismo lo jugó Radio Sandino, porque hubo varios momentos en que Somoza aplicó con vigor el Código Negro, y la Sandino jugó un papel de información muy importante para divulgar sus acciones. A veces también divulgaban las de las otras tendencias, pero capitalizándolas a su favor.

Luis: Sí, pero en general ellos se colocaron bien; incluso, las negociaciones para la transición, yo no tengo conciencia de que nosotros hayamos tenido ninguna participación; no sé si la GPP...

Mónica: Sí, Henry y Tomás. Tomás estaba allá prácticamente pegado a ellos. Estuvo en las reuniones que se hicieron en ese período, y en la del Presidente Rodrigo Carazo, y con William Bowdler, en Puntarenas.

Luis: ¡Ajá! Bueno, ¿vos sabés que, durante unas horas, yo iba a ser el jefe del Estado Mayor del Ejército que iba a salir de los dos ejércitos? Yo no sé cómo hubiera sido. El día 17 de julio, no había terminado el ataque a Juigalpa, cuando nos conectamos y se hizo una votación por la radio, y me escogieron a mí. Por suerte, el tal Urcuyo se negó a entregar, y se cayó toda la negociación, porque eso hubiera sido el infierno, eso hubiera sido una cosa imposible. Una locura, porque eran las huestes somocistas. En El Salvador hicieron la Policía conjuntamente, después de la guerrilla; con la diferencia que ahí había Policía separada del Ejército; aquí, no; aquí era la misma, una sola cosa.

En síntesis, esos fueron los elementos que explican la hegemonía Tercerista. Ellos tuvieron una visión correcta de cómo colocar las piezas claves en su lugar, al punto que, de alguna manera, todos contribuimos a hacer realidad esa estrategia, porque nosotros mandamos al carajo todas las tesis de vanguardia y ¡vamos a volar verga ya! ¿Me entendés? Estos elementos son, a vuelo de pájaro, pues para una valoración más a fondo, se requiere de más información.

Por eso, esa hegemonía nadie la discutió después del 19 de julio. Es decir, ya estaba acordado que Daniel Ortega sería el miembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) y el Coordinador de la Junta, ya estaba negociado. ¿Y qué íbamos a decir? Hubo todo un proceso de acomodo y, al final, como quedaron las cosas, no tiene que ver con las tendencias originales. Daniel Ortega era de los Terceristas, pero había a su alrededor mucha gente que fue de la GPP.

Mónica: Porque al final de cuentas, es decir, desde el punto de vista de las concepciones políticas ideológicas, los reacomodos fueron distintos; porque, como vos decís, muchas veces las ubicaciones fueron circunstanciales. Dependían de con quién estabas trabajando o a quiénes te contactaron, no necesariamente de acuerdo con las concepciones políticas ideológicas.



8 de octubre de 2009





NOTAS


1 El Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC) fue fundado en 1968 por el ex Ministro de Educación Ramiro Sacasa Guerrero, en protesta por la decisión de Somoza de presentarse a la reelección en 1974.

2 El cálculo es correcto porque, según el mismo Humberto, él sale de La Habana hacia San José Costa Rica en la Navidad de 1975. Señala que desde mediados del 75, habían comenzado a salir de La Habana Eduardo Contreras, Carlos Fonseca y Daniel Ortega. Carlos entra en noviembre a Nicaragua; en abril del 76, Daniel y Humberto entran por unos días, para asistir a una reunión crucial para la formación del tercerismo.

3 La columna Jacinto Hernández entra por el Sur y avanza hacia Nueva Guinea, conducida por Iván Montenegro. El 1 de mayo de 1979, inicia su ingreso y, a partir del 13 de mayo, empieza un combate desigual en el que primero es capturado, torturado y asesinado Adolfo García Barberena “Domingo”, y luego, el 17, caen Oscar Benavides “Rosendo” o “El camaradita”, Iván Montenegro, Yelba María Antúnez, Francisco Sirias Tenorio, José Noel Navas y unos noventa combatientes más.

4 Según Gerardo Arce, los que estaban en un sector de La Esperanza eran Adrián Gutiérrez, Marvin Laguna y Reynaldo Blandón; eran sostenidos por algunos colaboradores, entre ellos, Napoleón Alaniz y Emilio Fajardo.

5 El 13 de junio de 1979, se produjo el ataque a La Libertad, donde cayó José Román González.

6 La toma de Santo Tomás fue el 19 de junio de 1979, según las cronologías oficiales del IES.

7 Según Gerardo Arce, después de la toma de Santo Tomas y San Pedro de Lóvago, en el Plantel de Carreteras recuperaron un radio de aficionados. El compañero José Santos Ortega, que había trabajado en Telcor, fue quien se puso a buscar, hasta encontrar a Palo Alto.


Últimos comentarios del relato
  • Oscar Mazier :

    Compañera, en Radio Sandino en la clandestinidad,aun antes de los acuerdos unitarios de las tendencias del FSLN, teníamos la orientación de destacar la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Sin adjetivos (terceristas,gpp,proletarios), no se trataba de adjudicarnos acciones de otros,era simplemente destacar la lucha del pueblo nicaragüense y su destacamento principal,el FSLN, y sus combatientes. Usted puede escuchar todas las grabaciones de radio Sandino en la clandestinidad y se dará cuenta que nunca propagandizamos particularmente a ninguna de lascorrientes,siempre hablamos del Frente Sandinista de Liberación Nacional haciendo caso omiso de las tendencias.

    04 Mar, 14
  • freddy leonel narvaez :

    y estos libros donde los encuentro para compra. Hace rato andaba buscando testimonios de este tipo, sobre todo para terminar de saber algunas cosas, pero recuerdo que en el 75 nos dicen en la Nicarao:Somosde la tendencia proletarios! y nadie dijo nada solo seguimos organizando los barrios, nos dijeron que los compas se habian asilado pues los querian matar Tomas Borge, ya ven dice el Cmdte Carrion que eso no fue asi.

    14 Nov, 13

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