Memorias de la lucha Sandinista

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El asesinato de los hermanos Douglas y Jacinto Blanco

Dinorah Parrales


Dinorah Parrales nace en Diriamba el 6 de julio de 1934, siendo sus padres el Ing. Chéster Parrales Gómez y su madre Juana Parrales Blanco. Estudia primaria y secundaria en colegios privados de su pueblo natal, como el Colegio Divina Pastora. Inicia sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la UNAN, León, en 1956. Después de sufrir varios exilios, se gradúa de abogada en 1970, en la Universidad Centroamericana (UCA).

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Cursaba el primer año de Derecho, cuando ocurre el ajusticiamiento del dictador Anastasio Somoza García por el patriota Rigoberto López Pérez (21 de septiembre de 1956). Entre los detenidos estaba el catedrático de la Facultad de Derecho, quien más tarde sería su suegro, Emilio Borge González, procesado con Edwin Castro, Ausberto Narváez y Cornelio Silva, estos últimos asesinados en 1960 mientras guardaban prisión.

Tomás Borge González y los catedráticos Emilio Borge González y Alonso Castellón integraron un comité universitario por la libertad de los presos. Dinorah guarda uno de los bonos que emitieron para conseguir fondos solidarios para esa lucha.

Recuerda el fracaso de Olama y Mollejones, donde participaron su ex-marido Álvaro Borge, y algunos caraceños como Danubio Silva, Livio Bendaña, los hermanos Chamorro, León Alfonso Borge y otros opositores que fueron capturados y luego procesados por rebelión.1

Dinorah explica que su sandinismo lo lleva en la sangre, y que su abuelo Napoleón Parrales escribió “La Barbarie Yanqui y la Vileza Criolla”, donde denuncia los abusos y crímenes de los norteamericanos, por lo que fue expulsado del país en 1927. Todo ello está relatado en la obra de Gregorio Selser, “Sandino, General de Hombres Libres”.

Asegura que su abuelo fue visitado por el propio General Sandino en l927 en su casa en Diriamba, y que la mayoría de los diriambinos no lo sabe porque no se ha escrito la historia completa, pero que ese hecho está registrado en los archivos que guardan en los Estados Unidos sobre La Constabularia (la fuerza militar nacional creada por la ocupación yanqui y que es el antecedente de la Guardia Nacional de Nicaragua).

Uno de sus tíos, Elías Parrales, murió en el Norte, le arrancaron la piel, lo torturaron. Todo ello, asegura, la convirtió en “una sandinista de convicción, no como muchos, que lo fueron de ocasión”.

11 de Noviembre

Afirma que su esposo Álvaro Borge, rivense opositor, fue uno de los gestores del “Movimiento 11 de Noviembre”, de l960, en Rivas, y, según ella, el plan establecía que los ataques a los Cuarteles debían comenzar en esa ciudad, pero todo empezó mal al ser capturado Álvaro Borge en Costa Rica, el 8 de noviembre, unos días antes de la fecha fijada. Fue torturado y procesado en Costa Rica, donde estuvo prisionero durante cuatro años.

Guarda memoria de cómo el régimen tico era muy duro con estos prisioneros, y en esa época era terrible visitar a un reo en las cárceles ticas. “Se pasaba hasta por un ultrajante examen vaginal”. Lo más duro fue cuando Álvaro no pudo asistir a la vela de su pequeño hijo de tres años, Sidney Borge, víctima de poliomielitis.

Acosada por la GN

Dinorah es una mujer de mucho coraje y convicción, los que puso de manifiesto en distintas ocasiones. Recuerda que en 1977 ya estaba comprometida en la lucha, colaborando con el FSLN en la defensa de los presos políticos y era objeto de persecución. Por entonces tenía una escuela como de setecientos cincuenta alumnos y tuvo que cerrarla por los constantes acosos de la Guardia.

En diciembre de 1977, la Guardia llegó a capturarla, y al no encontrarla, sacaron de la cama y se llevaron como rehén a su hijo Alejandro Ernesto, entonces estudiante de quinto año de secundaria, y ahora un científico nuclear en Europa.

Cuando se dio cuenta, se fue al Comando GN hecha una furia, exigiendo la libertad de su hijo y entregándose a cambio, pero no la querían dejar entrar, entonces entró como pudo, y amenazó con volar el local al jefe del Cuartel de entonces, el Teniente Zeas, diciéndole que andaba varios cartuchos de dinamita, y que no lo dejaría salir mientras no le entregaran a su hijo.

Después se fue a los medios de comunicación, entre otros, a la Radio Corporación, y pasaron la noticia de que su hijo estaba preso injustamente. Al día siguiente 29 de diciembre de 1977, fue a la Oficina de Leyes y Relaciones Públicas de la Guardia, llegó donde el jefe, Coronel Aquiles Aranda. Recuerda que ese día ahí andaba Amada Pineda con un grupo de campesinas del Norte.

Cuando entró a las oficinas de Aquiles Aranda, él estaba informando a los periodistas que el hijo de Dinorah estaba preso porque era uno de los participantes del ataque al Cuartel de Diriamba en 1960. Ella sacó la partida de nacimiento de su hijo y demostró ante los periodistas que para esa fecha el muchacho ni siquiera había nacido, dejando en ridículo al oficial de la GN. Así fue que soltaron a su hijo, y cuando vino a Diriamba, encontró que su casa estaba llena de gente dándole solidaridad.

“Yo estaba metida de lleno en las tareas de la defensa de los perseguidos, de los sandinistas que no tenían para pagar abogado, para meter escritos de exhibición personal, por ejemplo, de los campesinos”.

Recuerda a uno de sus defendidos, de apellido Rivera, que “de las torturas le habían sacado los ojos, en San Marcos, en El Porvenir, donde ya estaba instalado El Chigüín. Si se escribieran todos los crímenes de la Guardia, serian volúmenes y volúmenes. De Rivera tengo una foto que la puedo buscar para que se publique”.

Masacre de los Blanco, el 8 de septiembre de 1978

Dinorah: Mi familia tenía una distribuidora y parte de la casa la utilizaba como bodega. La Guardia me acusa de que ahí se guardaba material bélico, y era mercadería de mi familia.

El 7 de septiembre el ingeniero Alfonso García me había llegado a avisar que había una orden de captura para mí, y me recomendaba que me fuera. Yo no quería irme porque tenía un montón de gente que dependía de mí, mis presos, y compañeros que protegía.

El 8 de septiembre de l978 a la 1:00 pm., la Guardia realiza un operativo por aire y por tierra. Sobrevuelan con una avioneta y desde Managua llegan jeeps de las famosas Brigadas Especiales contra Acciones Terroristas (BECAT). Al frente estaba el esbirro Ricardo Lau, quien luego participó en el asesinato de los jesuitas en El Salvador.

Me acuerdo que en esos días yo defendía a una señora que la habían llevado presa, y en mi casa estaba Francisco Jiménez “Chico Ceja”, primo hermano de Hugo Torres Jiménez; también estaban otros a quienes les decían “Los Ñatos”, gente sencilla y humilde del pueblo, estaba uno que le decían “Patincho” y otros que estaban esperando unas exhibiciones personales, y estaba mi hijo Álvaro, que ya andaba involucrado en la lucha.

La Guardia decía que mi casa era refugio de sandino-comunistas, como los llamaban. Como abogada, a mi casa siempre llegaba gente del campo, de los mercados y barrios, para que los defendiera de las arbitrariedades de los jefes políticos somocistas, y otros que me pedían un Habeas Corpus, para la libertad del algún familiar.

Esa tarde se encontraban dos hijos de Olinto García Pérez, gran opositor. Después se aparece Jacinto Blanco con sus hermanos Ismael y Douglas, y se esconden en mi dormitorio. Cuando alguien avisó que llegaba la Guardia, mi hijo Álvaro les gritó que salieran por el tejado, los Blanco no hacen caso y son horriblemente masacrados, ametrallados por mercenarios vietnamitas y tropas de la temible EEBI un cuerpo élite del ejército de Somoza. Ellos no opusieron resistencia y luego el Diario Novedades los señaló como los terroristas-comunistas Jacinto y Douglas Blanco.

Se ha hablado de los Blanco, pero en realidad, en esas masacres murieron muchos más. En ese operativo falleció una vecina a causa de un violento paro cardiaco, por todo lo que la Guardia hizo.

Sobreviviente de esa masacre es mi hijo Álvaro Borge, torturado treinta veces por la Guardia en Jinotepe, porque en esa época creían que era hijo de Tomás Borge. También se salvó Francisco Jiménez “Pancho Ceja”, quien salió en calzoncillo, y ahora trabaja en la secretaría municipal del FSLN en Diriamba.

Un esbirro de la dictadura llamado Hugo López, muy conocido, que decía que pertenecía a grupos de oración, fue quien sacó por el portón de atrás de mi casa los cadáveres masacrados, y declaró que murieron en combate, pero era mentira, ellos no dispararon.

A tres cuadras de mi oficina, en casa del Ing. Alfonso García, vivía Jaime Wheelock Román, y ahí se encontraba a la hora del operativo. Alfonso me contó después que un guardia entró a su casa, y como Jaime estaba escribiendo, le preguntó qué escribía, pero como no sabía leer, no supo quién era ni lo que escribía, y no lo detuvo. Alfonso vivía pegado a la casa de la Teresa Peña, contiguo a Tropigás. Iván Villavicencio era el dueño de todo eso, era un gran opositor a Somoza.

En esa ocasión, además de capturar a Álvaro Borge Parrales, también se llevaron al niño de cinco años, Alejandro Ernesto Peunetg Parrales, hijo de su segundo matrimonio. Lo tuvieron primero en el Cuartel de Diriamba y luego se lo llevaron a Jinotepe. El 30 de octubre de 1978, el Diario El Nacional, de Caracas, Venezuela, publicó en primera plana: “Prisionero de Somoza a los cinco”. Uno de los reos políticos más jóvenes del mundo, acompañado de la foto de Dinorah cargando a su hijo. Dinorah salió al exilio después de esa masacre.

Diez años después, en un reportaje periodístico titulado “Masacre que no detuvo la insurrección de Diriamba”, Álvaro Borge, hijo de Dinorah, relata que en su casa estaban varios compañeros de una célula, les avisó que llegaba la Guardia, y la mayoría pudo huir, llevándose unas armas. Los Blanco fueron capturados en la habitación de Dinorah. Un teniente de apellido Bravo ordenó a un helicóptero que rafagueara los alrededores, para tratar de cazar a los que habían logrado salir.

Recuerda que a Douglas Blanco lo tenían recostado contra una pared, lo golpeaban salvajemente, y Douglas les decía: “No señor, ya no”. Entró un guardia con un rifle Gárand con la bayoneta calada, y se la colocó en la garganta. “Si metés las manos te mato, Douglas las retiró, y el guardia le ensartó la bayoneta. Douglas gritaba y la sangre le salía a borbotones del cuello. El guardia disparó cuatro tiros sobre su cuerpo.

Álvaro fue capturado ese mismo día y sometido a brutales interrogatorios. Durante la detención, un agente de la Seguridad somocista a quien le decían Pajarito, le contó cómo mataron a Jacinto Blanco “Chinto”. “Vieras cómo dejaron al gordito, a mí no me gustaría que te hicieran lo mismo”, y le contó que le habían rajado desde los talones hasta los testículos, dejándole de fuera todas las carnes.

Por su parte, en el comunicado de la Oficina de Leyes y Relaciones Públicas de la GN, los dieron como muertos en un enfrentamiento, publicando las fotografías en las que claramente se ve el bayonetazo en el cuello de Douglas.

Pese a la brutal represión, al día siguiente, 9 de septiembre, se realizaron ataques al Cuartel de Diriamba, acompañados de barricadas y levantamientos populares en los barrios Cementerio y San José, donde la gente se mantuvo hostigando hasta que la Guardia inició otra de sus fatídicas “operación limpieza”.





NOTA


1 Más de 120 jóvenes participantes en los sucesos de Olama y Mollejones fueron acusados por rebelión y algunos también por el cargo de traición a la patria. Este último cargo fue rechazado por los acusados como algo absurdo. Entre agosto y octubre de 1959 fueron enjuiciados y la mayor parte de ellos liberados en diciembre del mismo año.


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