Memorias de la lucha Sandinista

Descargar documento

La guerra era nuestra única opción

Manuel Salvatierra Rivera


Nace el 12 de enero de 1956 en el Barrio La Luz, Managua, siendo sus padres Manuel Salvatierra y Rosa Obdulia Rivera. Estudió primaria y secundaria en el Colegio Calasanz con ayuda de amigos de sus padres, pues éstos últimos no contaban con los suficientes medios económicos. Se integra a la lucha política en el año 1972, y como militante del FSLN en 1977.

Fue reconocido como Comandante Guerrillero en agosto de 1979 y ocupó distintos cargos en el Ejército Popular Sandinista (EPS): Responsable Militar de la II Región; Segundo Jefe de Zona en Chinandega; Jefe de Estado Mayor de la VI Zona Militar (1983-1986) y a partir de 1986, Jefe de la Región. En agosto de 1990 es nombrado Jefe de la Fuerza Aérea Sandinista (FAS) hasta mayo de 1999, año en que fue nombrado Agregado Militar en la Embajada de Nicaragua en los Estados Unidos, función que cumple hasta junio del 2002. Luego desempeñó el cargo de Inspector General del Ejército de Nicaragua; y en el año 2005, a los 49 años de edad, pasa a retiro con el Grado de Mayor General.

*

En el Colegio Calasanz se fraguan sus primeras ideas políticas por influencia de Ángel Barrajón, para entonces cura escolapio, y de José María “Chema” Sacedón. No se olvida que este último le regaló el libro “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. “Me dio una perspectiva del mundo diferentísima y me ayudó a entender lo que motiva a todos los jóvenes, qué son las injusticias, las diferencias terribles que hay entre los más pobres y la gente que tiene más recursos”.

Después del terremoto de 1972, en sus últimos años de secundaria, se incorpora a grupos de reflexión sobre la realidad nacional con jóvenes del Colegio Calasanz y de otros colegios, como José García, Darmalila Carrasquilla y Nelly Castillo. Todos formaron parte de lo que más tarde se llamó Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR).

Sus primeras acciones dentro del MCR estaban dirigidas a la comunidad en el barrio La Luz. Las tareas iniciales perseguían concientizar a la comunidad y organizarla para emprender obras comunales. Recuerda que uno de los muchachos a los que incorporó a ese trabajo fue a Lucío Jiménez, quien en los años ochenta y parte de los noventa fue Secretario General de la Central Sandinista de Trabajadores (CST). También recuerda como parte del núcleo inicial de ese trabajo comunitario, a Roberto Fonseca.

En este momento, Manuel Salvatierra ya había participado en manifestaciones contra el incremento del precio de la leche y el alza del transporte, y se solidarizaba con estudiantes de quinto año, con las tomas de colegios. Recuerda en una de estas acciones a Julio Ramos Argüello y Carlos Zamora, quienes “estaban en el tercer piso de un colegio con una foto del “Che” Guevara, hecho súper revolucionario en esa época, y los otros mocosos estábamos en tercer año y mirábamos con cierto respeto todas esas cosas, pero yo no era tan activo en ese momento.

Después de bachillerarse ingresa a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en Managua, a estudiar Ingeniería Civil, carrera que cursa hasta tercer año. No se involucra en el trabajo estudiantil del Frente Estudiantil Revolucionario (FER). “Me dijeron con mucha claridad que estudiara en la Universidad, pero que no me involucrara. Empezamos a colaborar en otro tipo de cosas, como regar volantes del Frente, eso ya eran palabras mayores para nosotros. Regamos volantes en los colegios y en las celebraciones de Santo Domingo. Teníamos que planificar muy bien las cosas para que no nos pasara nada, pues era riesgoso.

Entré a trabajar a una compañía de seguros que se llamaba La Protectora, ahora INISER (Instituto Nicaragüense de Seguros), y a veces, con varios amigos, nos íbamos en el vehículo de la empresa, le quitábamos las placas, y regábamos volantes en los colegios. Después compré una moto y con Javier Álvarez íbamos a regar volantes.”

Dentro del MCR recuerda a Virginia Cordero, Jeanine Horvilleur, Ana Horvilleur, Etelvina y Mireille Vijil, José García “Cachirulo”, Javier Álvarez y Francisco “Pancho” Sánchez.

“Éramos otra camada que venía detrás de ustedes. Me acuerdo de una vez que de La Vicky para el lago veníamos con Javier Álvarez, cada uno en una moto. Traíamos unas volantes del Frente dentro de nuestras chaquetas de dril. De repente, detrás se nos puso un carro marca Nova, que eran los que usaba la Seguridad. Entonces le digo: nos vienen siguiendo, separémonos, van a seguir a uno y así liberamos la mitad. Él siguió recto, yo doblé a la derecha, y me siguen a mí. Vuelvo a ver hacia adelante y me fijo que entré a una calle que era rotonda, ¡juelagranputa!, lo único que se me ocurrió fue parquear la moto, como que iba a una casa, golpeé la puerta de lo más normal, ellos dieron la vuelta, se parquearon un rato a ver qué pasaba, y después se fueron”.

Manuel reflexiona que estas tareas, aunque parecían sencillas, implicaban un gran riesgo. “En esa época podía significar que te torturaran o te mataran, porque ya todos los días aparecían muertos en la Cuesta del Plomo. Ese era un proceso de toma de conciencia mediante el cual te auto-imponías una participación en contra de la dictadura. También era parte de la convicción de que los partidos y las formas de lucha tradicionales, no servían para ni mierda, y que era a balazos que había que resolver las cosas. Es mi opinión de joven de diecisiete años”.

En ese proceso de toma de conciencia recuerda a ráfagas sucesos como el de la matanza del 22 de enero de 1967 y las reflexiones que van forjando sus percepciones. Cuando el 22 de enero, yo tenía once años, una hermana mía trabajaba cerca de la Avenida Roosevelt y llegó a la casa desesperada, enloquecida por todo lo que había visto; fue un drama familiar. De repente me di cuenta que un gobierno es capaz de matar a cualquiera, sin asco, entonces vos empezás a tener un criterio sobre él, y decís “estos hijueputas son asesinos, son criminales, no respetan, no valés nada para ellos. Todas esas cosas te marcan. Además, estoy hablando de familias muy humildes, que todos los días buscan cómo ganarse la vida y que saben que están en un mundo donde, por mucho que hagan, la mayoría de la población va a estar jodida con este sistema”.

Desde 1974 Manuel trabajaba en misiones para el FSLN, pero no estaba integrado como militante. Rememora sus dudas para integrarse totalmente, derivadas del gran sacrificio de sus padres para sacarlo adelante y del miedo natural a la muerte. Después del asalto a la casa de Chema Castillo, la represión se recrudece y decide seguir trabajando en los barrios.

Manuel: Mis grandes contradicciones eran, en primer lugar, que mis padres toda la vida se han esforzado por sacar adelante a sus hijos. Para mí era difícil tomar un rumbo que podía significar sufrimiento para ellos. Valoraba tremendamente su esfuerzo. En segundo lugar, el miedo natural de uno, hombré, puta, ¿iré a socar? Porque todas las imágenes que vos tenés de los sandinistas es que eran unos héroes que nunca claudicaban. En tercer lugar, miraba que había muchas posibilidades de que te echaran preso o te mataran. Básicamente me quedé trabajando en los barrios de Managua, en El Riguero, cerca del Barrio La Luz, que era un barrio sumamente combativo, ahí conocí a la religiosa María Hartman, quien colaboró con el FSLN y más de alguna vez transportó armas, bombas de contacto y materiales para la lucha .

En febrero de 1976 es capturado Tomás Borge en la Colonia Centroamérica. La Guardia llega a la casa de Ruth Marcenaro, de donde había salido Tomás, y como ahí se encontraba Lucío Jiménez estudiando con Rina Campos, para entonces militante del FSLN, los capturan a todos. De ahí la represión se extiende hacia el barrio de Lucío, La Luz. Entonces yo también caigo preso. Tenía veinte años.

Agarran el expediente del Barrio La Luz, que me imagino tenían, y nos empiezan a recoger. Recuerdo que yo había usado el vehículo de Manolo Cordero, el hermano de Virginia. Pues el carro lo tenían cuadriculado porque cuando me echaron preso, me preguntaron específicamente por ese vehículo.

Yo trabajaba en La Protectora, que quedaba cerquita de la Loma de Tiscapa1 Mi responsable era Óscar Robelo, y él me había dicho: Mirá, echaron preso a Lucío, cambiá tu rutina, llegá más temprano, andate más tarde. Yo sigo llegando a La Protectora, porque no me dicen nada más.

Un día que salgo como a las cinco y media de la tarde, me agarraron, me esposaron, me pusieron una capucha y una pistola en la cabeza. – ¡Vámonos! Me metieron en un carro, me pusieron atrás, en las piernas de un agente de la Seguridad. Era un carro civil, un Nova de los que usaban ellos. Se pusieron a dar vueltas en Managua, como diez minutos, y sentí cuando regresamos al mismo punto, porque empezó la subida de La Loma y La Curva. Yo estaba clarísimo para dónde me llevaban, y en medio de esa tensión hijueputa tan horrible, lo primero que pensé fue: Jamás les voy a decir ni mierda a estos hijueputas. Me imagino que el proceso de reflexión que había tenido, me había hecho conciencia sobre cómo debía actuar. Me tuvieron preso durante nueve días, me dieron una gran vergueada, me pusieron a hacer ejercicios desde la entrada, encapuchado, y como a las dos horas me les empecé a caer, dije, aquí me les voy a caer, ¡qué va a ser!, me levantaron a pija.

No me metieron a las celdas. Vos subías a La Loma, había una casetita de madera, ahí me metieron, ahí me obligaron a hacer ejercicios, ahí me verguearon. No sé a qué hora de la noche llegaron con un gran peso, lo tiraron sobre mí, me esposaron a ese motete, y yo pensé, me van a tirar a la laguna. Pero mirá, ¿sabés qué es lo que más me impresionó? Estaban presos los miembros de toda una familia de Waslala, el abuelo, las mujeres, los niños, los habían traído de la montaña. Después del triunfo de la Revolución, estando en el Ejército, ocupamos el Cuartel de Waslala, y cuando cavamos una trinchera, encontramos una cantidad de cadáveres.

Después me sacaron de la casita de madera, me pasaron a la cárcel de La Aviación2, donde ahora es la Ajax Delgado, y ahí, a los once días me dejaron ir. Por cierto, estaba preso el poeta Carlos Rigby, ahí estaba el jodido. En el ínterin, mi mamá le fue a rogar a todo el mundo, incluyendo a una tía, Irma Aguilar, que vive actualmente en Honduras, que era amiga de muchos guardias, y ella habló con sus amigos, se movió junto a mi mamá, que hacía cualquier cosa por sacar a su hijo.

Mi mamá me cuenta en las pláticas que tuvimos posteriormente, que después que supo que estaba vivo, una de las grandes conmociones que tuvo fue darse cuenta que fumaba, que tenía ese vicio, porque “Cachirulo”, José García, hablando con ella le dice: Mire, llévele comida y llévele cigarros, y mi mamá le dice: No, mi hijo no fuma.

En 1976 Óscar Robelo me manda para Nagarote. Trabajé seis meses ahí, y en enero de 1977, el mismo Óscar me citó a una esquina en Linda Vista, y me dijo: Tengo como misión proponerte que seás parte del Frente. Yo estaba orgullosísimo, “culazazazo”, hasta la pared de enfrente. Óscar muere después en circunstancias terribles. Nosotros hacíamos unos explosivos con tubos de niples, entonces él iba a poner un niples en la casa de un agente de la Seguridad, cerca de Linda Vista, y estaba subiéndose a un muro, quién sabe qué pasó, y explotó, quedó encima del muro, y la explosión lo hizo mierda.

Mónica: ¿Y en Nagarote qué hacías?

Manuel: En Nagarote había varias células del movimiento cristiano y yo trabajaba con ellos: estudiábamos, organizábamos y reclutábamos más gente. Lo que más me sirvió fue ver la pobreza crítica en que vivía la gente allí, también el atraso social, porque en las familias miserables, a los niños discapacitados, por ejemplo, los amarraban a una mesa o a un árbol, como animalitos mientras se iban a trabajar. ¡Eso era tan normal y tan duro¡

Mónica: En 1977 todo estaba claro respecto de las tendencias del FSLN. ¿Vos entrás al Frente Proletario?

Manuel: Toda la generación con la que trabajo queda en los Proletarios, no fue ninguna decisión ideológica. A mí me sacan de Nagarote y me mandan clandestino a Carazo. Me pierdo de mi familia, me voy a la zona urbana, que en mi opinión, y por la experiencia que viví, es durísimo, durísimo, durísimo. Lo digo porque, si bien la guerrilla rural tenia enormes exigencias físicas, la urbana era durísima por la tensión en que se vivía.

La vida de un clandestino en la ciudad y sus alrededores, es dura. Yo nunca estuve en la montaña, pero pienso que hay diferencias: en la montaña tenés tus espacios, en la ciudad siempre estás en una situación de tensión o de riesgo, desde la casa de seguridad, por las normas que debés tener para entrar y para salir, cuando andás en las calles, es decir, siempre andás con el peligro a tuto. Recuerdo que cada vez que salía, no sabía si iba a regresar.

Mónica: ¿Quién era tu responsable y cuáles fueron tus principales casas de seguridad?

Manuel: Mi contacto es Agustín Lara. En Jinotepe la principal casa de seguridad que tuve era la de Dulce María Porras, donde ahora hay un hotel. En San Marcos había una casa de seguridad a la salida hacia Las Esquinas y otra más metida en el barrio. Una de las casas era de una profesora que tenía una pulpería, y la otra era de una pareja súper humilde, el señor era obrero y ella una ama de casa y además trabajaba de doméstica, iba a planchar y a otros oficios. En Diriamba, varias, la principal donde “Chocorrón”, no me acuerdo del nombre, quedaba por La Viña.

Nota de Mónica: Pedro Aguilar aclaró que “Chocorrón” es don Freddy Sánchez Bonilla. Él y su esposa doña Ignacia Mejía, vivían frente a la entrada del trío arrocero La Viña, y además de brindar su casa para que habitaran compañeros clandestinos, ambos eran correos, ella localmente y él fuera de la ciudad de Diriamba. Don Freddy trabajaba en TRACSA, y eso le servía como fachada para sus actividades. Don Freddy era hijo de doña Carmen Bonilla, a quien le decían “La Chocorrona”, y toda su familia es conocida así en el pueblo. Fueron colaboradores a distintos niveles por tradición opositora familiar al régimen somocista.

***

Además, visitaba las comunidades de San Gregorio, San José de Monte Redondo, por Masatepe, El Arenal, que quedaba al sur. Me movía entre Diriamba, Jinotepe, San Marcos y las comunidades cercanas. Allí el trabajo era muchísimo más amplio, tenías que contactar jóvenes, reclutarlos, incorporarlos a la organización y hacerlos parte de la estructura del Frente. Los Proletarios nunca agarramos pleito por la cuestión de las tendencias del FSLN. Sabíamos que los GPP habían mandado a la mierda a Jaime Wheelock, Luis Carrión y a Carlos Núñez. También conocíamos de manera general que los habían querido sacar del país, toda esa babosada.

Conocí a Carlos Núñez y a Jaime Wheelock, a Luis lo conocí antes, en el Movimiento Cristiano. Hay varias facetas a destacar, una es que la vida interna que teníamos como organización, era de mucho estudio. Estudiábamos y leíamos en puta.

Mónica: ¿Te dieron entrenamiento cuando pasaste a la clandestinidad?

Manuel: Mi entrenamiento militar fue cada vez que nos reuníamos. Pero sí, nos daban un entrenamiento básico, irresponsable, puedo decir ahora, pero yo me sentía un comando de tropas especiales, y lo más importante era eso, estaba súper motivado y me sentía poderosísimo. Nos ponían a practicar arme y desarme, cómo tendernos, cómo disparar, pero nunca disparábamos, porque eran poquísimas las balas.

En nuestra generación hacíamos ejercicios por lo menos dos horas al día. Preguntale a todas las muchachas de los Proletarios: a las cinco y media de la mañana un grupo de ocho o diez estábamos haciendo ejercicios en Linda Vista. Les sacaba la grasa a todas ellas, éramos atléticos. Y teníamos un grupo de estudio en el que estaban Nadine Lacayo, Salvador Mayorga, Oswaldo Lacayo y Luis Carrión.

Me acababan de reclutar y me tocó ir a recoger a Jaime Wheelock. Entonces no lo conocía. Íbamos hablando y él me preguntó cómo me llamaba, le dije que Manuel Salvatierra. Fue por ENACAL (Empresa Nacional de Acueductos y Alcantarillados), y luego me preguntó si yo leía. Sí –le digo– yo leo. – ¿Usted ya leyó “Imperialismo y Dictadura”? –me dice. Este es Jaime Wheelock, dije. Bueno, le dije mi nombre por pendejo, pero este es Jaime Wheelock.

Mónica: ¿Además de Agustín, a qué personas recordás que estuvieran clandestinos o involucrados en los trabajos de organización campesina? Este trabajo es importante, porque le dio una connotación especial a la organización político-gremial y a la participación campesina en la lucha militar también. Ahí están las bases de lo que luego es la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC).

Manuel: Mirá, de ahí surgió Edgardo García, y toda la familia, porque esa es una comunidad de una sola familia. Pedro Aguilar surgió de allí, y todos los Aguilar, son el noventa por ciento de la gente de San Gregorio. El Centro de Educación y Promoción Agraria (CEPA), tenía un trabajo muy grande en esas comunidades. Por ejemplo, a El Arenal llegábamos y conocíamos a mucha gente, como a los Jarquín, y con los jóvenes de esas familias se empezaron a constituir las estructuras militares de la localidad. “El Pollo”, no recuerdo su nombre, y Nadine Lacayo, hicieron ese trabajo con el CEPA. De esta manera empezamos a crear un tendido territorial.

En 1977 fue una etapa de organización, de preparación y capacitación, además hacíamos escuelas de entrenamiento militar. Al final de ese año, después de los ataques insurreccionales de octubre, me mandaron a Costa Rica y allá me entrenó Manuel “Pelota” Morales.

Jaime Wheelock estaba en esos entrenamientos, y me parece que Carlos Núñez, aunque no estoy seguro. Jaime era el que nos hacía los entrenamientos matutinos. Nos daban unas grandes apaleadas y después nos íbamos con un rifle de balín a practicar tiro, a disparar, y el último día antes de regresar, fuimos a una de las reservas forestales, limpiamos una zona, y ahí sí disparamos de verdad. Éramos ocho o diez.

En Costa Rica teníamos un Gárand, un Enfield, una carabina, una pistola 45 y una de 9 milímetros, estábamos con armas de verdad, y sí aprendimos. Fue el curso militar más importante que he tenido en mi vida. Pero también en Nicaragua teníamos capacitación política-ideológica y entrenamiento militar, además yo particularmente era súper travieso con las armas. Me acuerdo de una vez en que Luis Carrión llevó una 44 Magnum enorme. En la reunión la comencé a desarmar, se acabó la reunión, y me quedé con toda el arma desarmada, y me dice Luis Carrión: Bueno, mañana que me voy, me la das, armada. ¡Jueputa!, no sé cuánto me llevé armándola, porque no la podía armar, tenía unos resortes todos raros en la culata.

Pero lo que más nos desarrollaba era el fogueo cotidiano, porque comenzamos a hacer algunas pequeñas operaciones militares, y me tocaba organizarlas y dirigirlas, pues en determinado momento me dijeron que me hiciera cargo. No llegué como el elegido para las actividades militares. Obviamente era la tendencia que yo tenía y era de las cosas hacia las que más me inclinaba, me gustaba la planificación. Estas preferencias, junto a la parte militar, ayudaron a que la Dirección del Frente decidiera que me hiciera cargo de lo militar en Carazo.

Mónica: La parte militar tenía que ver con la creación de los comandos. Todas las Tendencias del Frente tuvimos dos niveles en la organización militar. Ustedes les llamaban Comandos, en la GPP Unidades de Combate, ustedes tenían las Brigadas, nosotros los Comité de Acción Popular (CAP), muchachos que no tenían armas de guerra, pero que actuaban con gran autonomía usando bombas de contacto o pistolitas.

Manuel: Básicamente teníamos los Comandos Revolucionarios del Pueblo (CRP), y personas que se destacaban por su nivel de autoridad y eran los líderes naturales de las escuadras o grupos o comandos, como se llamaran. Tratábamos de ser selectivos, porque los entrenábamos para que ellos fueran líderes militares. Creamos grupos de comandos en Diriamba, Jinotepe, San Marcos, El Arenal, Masatepe, San José de Monte Redondo, etc., y teníamos un sistema de comunicación.

Mónica: ¿Cuáles fueron las operaciones que más recordás?

Manuel: No me preguntés fechas, porque entonces me voy a enredar. Un asalto en Nandaime, que fue un desastre, porque capturaron a un compañero; una emboscada a un BECAT entre Diriamba y Jinotepe; varios asaltos a fincas para conseguir armas, entre ellas la Hacienda El Porvenir, que era de Somoza.

El Porvenir se ataca con un grupo de combatientes liderados por Marco Tulio Navarro, quien había regresado herido del Frente Oriental que dirigía Luis Carrión y se estaba recuperando. En ese momento se da la insurrección y él organiza a un grupo de jóvenes de la zona de San Marcos y con ellos se toma El Porvenir.

Mónica: ¿No te acordás de la emboscada de La Olla de Barro en marzo de 1979? Glauco Robelo cuenta que también participó una unidad de ustedes. En esa emboscada cae el compañero Aníbal Galán, de los Proletarios de Carazo. Según Glauco Robelo, los CRP harían un  ataque al Cuartel de Niquinohomo y las fuerzas GPP la emboscada de La Olla de Barro, pero como César Delgadillo llegó tarde con su fuerza, se incorporaron a la emboscada.

Manuel: Sí, hubo una emboscada, hicimos mierda dos vehículos, fijate que no me acordaba quién la había organizado, pero así fue.

Mónica: En los primeros meses de 1978 se realizan las primeras pláticas entre las tendencias del FSLN, pero no logran llegar a la unidad. Sabíamos que en septiembre habría una ofensiva insurreccional, y nos orientan participar, aunque en muchos lugares no teníamos comunicación con las otras Tendencias. Nos orientan activar lo poco que teníamos desde el punto de vista de organización militar. ¿Qué hicieron ustedes aquí en Carazo? Tengo entendido que Jaime Wheelock estuvo en Diriamba.

Manuel: No me acuerdo, no tengo presente que Jaime haya llegado. De lo que estoy claro es que en 1978 nos dijeron que saliéramos a las calles y se atacara. La estructura política empezó a hacer zanjas y a organizar a la población para participar armados en las operaciones de Diriamba. Entonces sí, hicimos algunas operaciones, atacamos el Comando.

Mónica: Me decía Agustín que habían logrado meter unas armas de Costa Rica.

Manuel: Antes de 1978 no recuerdo que se haya dado eso. Me entregaron como veinticuatro o treinta fusiles FAL pero esto fue para la insurrección final.

En 1978 fue con escopetas, con rifles, que atacamos al Comando GN, y se replegó la Guardia. Se hicieron barricadas y, lo más importante, la gente se levantó. Era impresionante ver el poder de la gente insurreccionada. Los que salieron a la luz pública no tuvieron más alternativa que irse clandestinos. Fue un momento de reclutamiento masivo. La insurrección de 1978 permitió que llegáramos muchísimo más organizados y fuertes a la de 1979.

Hicimos varios ataques al Cuartel de Diriamba en febrero de 1979, en uno de los cuales muere Camilo Chamorro. Un oficial de la GN que andaba de civil, le dispara por la espalda, cuando él estaba tendido disparando al Comando.

Después de eso nos movilizábamos por las noches en grupos armados. Los somocistas tenían temor de nuestra presencia. A veces hacíamos propaganda armada. Recuerdo una vez que íbamos a hacer una movilización masiva, y me dijeron: –Mirá, tenés que encerrar a la Guardia en el Comando. –Por supuesto. Y doce jodidos nos fuimos en cuatro grupos de tres a volarle tiros a la Guardia al Comando para no dejarlos salir, el problema es que ellos ya sabían y entonces estaban afuera los jodidos.

Mónica: ¿Te acordás de otros compañeros que formaban parte de esas estructuras militares, ya sea de Carazo o de otros lados?

Manuel: En el caso de Carazo, hubo gente de allí y gente que llegó, por ejemplo, unos muchachos de Granada, a dos de ellos los mataron; unos de Jinotepe; otros de Masatepe. Recuerdo a Róger González, de la familia de “Los Gallinas”, de Diriamba, ahora de la Fuerza Naval.

A propósito, un paréntesis, ¿vos sabés que a mí me mando Jaime Wheelock a la montaña a contactar a Henry Ruiz?

Mónica: No, ¿en qué fecha?

Manuel: Creo que fue en 1977. Me dijo Luis Carrión: Mirá, en la montaña están jodidos y necesitamos establecer una vía de comunicación para apoyarlos, para darles armas y plata, andá y establecé contactos”. No estaba difícil porque yo conocía a las monjitas de Siuna, a Dorotea Wilson, a Juanita y a todas ellas. Las conocía por medio de María Hartman. Entonces le dije a María, necesito ir allá, y me fui con ella a Siuna. Me contacté con Dorotea y le digo: –Fijate que vengo a esto y esto y esto. –Ok me dijo, yo los voy a buscar, están a día y medio de camino. Entonces ella se fue con el siguiente mensaje: –Queremos apoyarlos, darles armas y plata, queremos establecer una forma de hacerlo”.

Cuando regresó, la Dorotea trae el siguiente mensaje: –Que dejés lo que vas a dejar. – ¿Y qué más?, –le pregunto. –Solamente. –Decime ¿cómo están? Me describió a Henry Ruiz, tres gatos, un revolver, cuatro pistolitas. – ¡Estaban hechos mierda! Me dice Dorotea: –yo estoy preocupada porque están jodidos, que no sé qué, que no sé cuánto. Pero entonces, idiay niña, si están tan jodidos, ¿por qué esa parquedad, esa indiferencia? No dijo nada más Henry Ruiz. Yo soy un chavalo, pero me llamó la atención esa actitud. Pero, ¿qué podía hacer? eso pasó, y ahora reflexiono: ¡Ay la vida!, ¡si hubiéramos tenido esos mismos veinte años de edad pero con cincuenta años de experiencia!

Mónica: Después de que se da la unidad en marzo de 1979, se inicia una fase de la ofensiva ininterrumpida que culminaría con la insurrección generalizada. La orientación es ¡Atacar, atacar, atacar!, realizar todas las operaciones posibles para desgastar al enemigo. ¿Qué acciones hicieron en Carazo?

Manuel: Antes de la insurrección atacamos varios lugares. Santa Teresa, por ejemplo, la atacamos de noche. Llegábamos a la mayoría de las comunidades y hacíamos propaganda armada. Íbamos grupos de ocho o diez jodidos armados, pasábamos por las calles y recorríamos todo el pueblo. Íbamos bien armados, por si alguien nos quería joder. Obviamente había un ambiente favorable, ya había pasado la insurrección de 1978, ya la gente había sentido su propia fuerza, ya habíamos atacado en varias ocasiones la ciudad de Diriamba.

Nota de Mónica: Tuvimos dificultades para establecer con Manuel Salvatierra las fechas de las principales operaciones realizadas por los Comandos y Brigadas que estaban organizadas en Carazo. Sin embargo, después de distintas investigaciones podemos concluir que ese ataque al Comando de la Guardia en Santa Teresa del que habla Manuel, fue realizado el 22 de diciembre de 1978.

La Prensa del 23 de diciembre de 1978, da a conocer la situación de terror que vivieron en Santa Teresa la noche del 22 de diciembre por enfrentamientos que hubo en ese pueblo y que dejaron tres civiles muertos. La Prensa informa que según comunicado de la Oficina de Leyes y Relaciones públicas de la Guardia Nacional, el día 22 de diciembre después de las ocho de la noche, el Comando de la GN de Santa Teresa fue rodeado y asediado por un grupo de entre treinta y cuarenta hombres que disparaban armas de diferente calibre y lanzaban bombas de contacto.

Dice también el comunicado, que el Comando fue defendido por unos ocho soldados y que llegaron refuerzos procedentes de Jinotepe, y al abrirse paso, en la refriega murieron tres individuos identificados como Rafael y Rolando Narváez Fonseca, y Milton Linarte Rodríguez, mientras fue herido y capturado Pedro Pablo Rivas Corea. El comunicado afirma que los heridos estaban vestidos de verde olivo, usaban pañoletas rojinegras y portaban una bandera del FSLN Proletario.

En La Prensa del día siguiente 24 de diciembre, bajo el título “Historia se repite en Santa Teresa”, el subtítulo, “Víctimas inocentes”, la madre de los hermanos Narváez Fonseca desmiente el comunicado de la Guardia y dice que sus hijos no eran parte del grupo de atacantes al Cuartel. Y narra detalles que demuestran que los chavalos de 16 y 17 años no tenían nada que ver. Un testigo presencial da fe de que ellos y otro joven, Milton Linarte Corea, fueron capturados y que un guardia preguntaba por radio si los mataba, y después les disparó.

La misma noche de los hostigamientos al Cuartel, fueron capturados Pedro Pablo Ríos y Francisco Campos Martínez. De este último se decía que había sido torturado en el Comando GN, pues los vecinos escucharon sus gritos de dolor.

***

También atacamos San Marcos, no nos tomamos los pueblos, pero atacábamos los Comandos. Me acuerdo de una anécdota: en una ocasión llevé una carabina que me habían dado, cuyas balas tenían una pintura anaranjada, entonces pregunté qué era eso, y mi gran líder, que siempre fue Jaime Wheelock, me dijo que eran balas trazadoras. ¡Qué bárbaro pues! Y que en la noche iba a ver que brillaban, entonces, cuando yo disparaba, salía ¡fuiiiiiiii!, y de repente miraba que las balas iban para allá y para acá, por distintos rumbos.

Después de esta operación le pregunté a Jaime Wheelock sobre las balas trazadoras. –¿Cómo es que de repente se miraba que las balas salían para otro lado, iban en una dirección, y salían por allá? –Aaah –me dice–, es que la pintura que cubre la bala se vuelve incandescente y en algún momento se desprende–. Despuesito del triunfo de la Revolución, en un polígono de tiro, pedí unas balas trazadoras, agarré una, le quité la pintura, y la disparé. ¡Y la jodida brillaba como qué!, y me dije: – ¡Me enganchó este Jaime Wheelock! ¡Esos éramos los jefes militares de la guerra contra Somoza!


La insurrección final, junio de 1979

Mónica: ¿Ustedes tenían más fuerza en Diriamba que en Jinotepe? ¿Por qué la insurrección fue positiva en Diriamba y no hubo insurrección en Jinotepe?

Manuel: En 1979 me encuentro por primera vez con Noel Escobar, y te aclaro que hasta hoy somos buenos amigos. Él llega y comienza a disculparse porque no llegó a una reunión. Me percato de repente que él piensa que está hablando con otra persona. Le digo, compa nosotros no teníamos ninguna reunión. Me dio risa el maje, y me dio risa otra chochada, él andaba una cadenita con dos banderitas del Frente, y clandestino, ¿me entendés? Para mis adentros pensé: ¡Este jodido anda arriba de los palos! Pero con él me coordino para hacer el Plan de la Insurrección en Carazo, ya que los Terceristas no estaban en este departamento.

Para esa época tengo treinta fusiles FAL, era el que tenía la fuerza combativa y el armamento. En hombres y armas tenía la mayor capacidad bélica, tenía un RPG-2 anti-tanque y una ametralladora MG-42.3 Hacemos el plan militar de la siguiente manera: primero vamos a comernos lo más fácil, y después vamos a resolver lo otro, entonces, ¿qué es lo más fácil y lo más simbólico?: Tomar Diriamba, y después, con todas las fuerzas, tomarse Jinotepe.

Para tomarnos Diriamba bastaba una mañana, y en la tarde íbamos a estar atacando Jinotepe, entonces necesitábamos que en ese período contuvieran a las tres tanquetas que tenían en Jinotepe, para eso iba a dar el RPG-2, y no sé si parte del armamento. La decisión es que Noel Escobar quede a cargo de Jinotepe, y yo de la operación de Diriamba. En Jinotepe había que contener a la Guardia en diferentes lugares, poner el RPG-2 sobre la línea norte-sur, a cien metros del Comando, para que no se pudieran mover las tanquetas e impedir a como fuera que la Guardia se montara en ellas.

En la operación militar en Diriamba primero ubicamos dónde estaban los francotiradores. Habían once puntos, creo: en La Salle, en el Depósito de Agua, en la Iglesia San José, en El Reloj, en todos los puntos más altos de Diriamba. La Guardia ponía uno o dos guardias y desde allí controlaban y mantenían una fuerza en el Comando. Entonces organicé en once grupos a cincuenta y cinco combatientes, hombres y mujeres. Yo llevaba un grupo con la ametralladora, iba al Reloj, lo simbólico de la ciudad.

La orden de combate era muy simple: vos vas a tal punto, vos vas a tal punto, vos a tal punto, destruyen eso y nos vemos en el Comando. Diriamba estaba jamoncito.4 El grupo con el que voy sale de la zona de El Arenal, en un punto ubicado sobre una cañada, ahí nos reunimos, nos organizamos y empezamos una marcha a las nueve de la noche, durante toda la noche, y cruzamos cerca de San Marcos porque no queríamos alertar a la Guardia, por eso nos fuimos tan lejos.

Eso es en la noche del 6 junio, según reconstruimos colectivamente5. La huelga general fue el 4 de ese mismo mes. El 7 fue el día fijado para atacar. Llegamos a Diriamba por los cafetales que están al norte, pusimos un área de seguridad y mandé a recoger la última información, antes de irnos a atacar, porque no teníamos radio. Al volver los combatientes que habíamos mandado a explorar, uno de ellos se regresó por otro lado, y cuando va llegando al campamento, como va de uniforme verde olivo, el muchacho que estaba de posta lo confunde con un Guardia, le pega un balazo y lo mata.6

Mónica: Se llamaba, Rolando Flores Norori.


Rolando José Flores Norori “Marlon” (1959-1979)


Nace el 29 de diciembre de 1959 en Jinotepe. A la corta edad de dos años, es abandonado por su padre, y es su madre quien asume la responsabilidad del hogar. Su infancia la pasa al lado de su progenitora, quien se desempeña como vivandera en el Mercado Bóer, en Managua.

Aprendió sus primeras letras en la escuelita del mercado. En 1971, por razones económicas se traslada con su madre a la ciudad de Rivas. A la edad de trece años aprueba primaria en una escuela religiosa en Popoyuapa. En 1976 su familia pasa a vivir a Jinotepe.

En 1977 Rolando ingresa a las filas del FSLN. En 1978 lo integran a Comandos Revolucionarios del Pueblo (CRP). Durante las jornadas de la ofensiva final (1979), se destacó en la Columna “Camilo José Chamorro”.

Participa en misiones bélicas y operativas, entre otras: recuperaciones de armas, quema del Beneficio La Amistad, en San Marcos, hostigamientos a los comandos de la GN de Santa Teresa y San Marcos y ajusticiamiento de delatores, en Jinotepe. En todas estas actividades se distinguió por su disciplina y convicción.

Para la insurrección final forma parte de las columnas que dirigía Manuel Salvatierra y que tenían como misión la toma de la ciudad de Diriamba. Poco antes de entrar a la ciudad, es enviado a realizar una misión de exploración. Al regresar de la misma, el posta lo confundió con un guardia y le dispara, matándolo en el acto. Su muerte el 7 de junio de 1979, al comenzar la ofensiva final, fue muy trágica para todos sus compañeros.

*

Comenzamos la insurrección de Diriamba con un compañero muerto, y eso, oíme, tenés que agarrarlo y decir: ¡Bueno pues, vamos por él, vamos por todos! Cada uno se fue a su misión lo más rápido posible. Me toca cruzar la calle de El Reloj que viene de Managua. Estoy a dos cuadras, nos asomamos con cuidado para cruzar, porque la Guardia estaba en El Reloj, y al primero que se sale un poquito le pegaron un balazo en el estómago, ¡juelagranputa! ¡Y esta es mi escuadra!

Lo halamos, lo dejamos en una casa, y les digo: Miren, si estamos aquí de pendejos, no vamos a llegar al Reloj, y tenemos que llegar, así que nos vamos a cruzar a todo mamón, girando en la esquina del Reloj, pero no nos vamos a parar. Entonces nos cruzamos la calle disparando, claro, les íbamos respondiendo. No tuvimos más bajas. Fuimos a dar la vuelta hasta la salida a Jinotepe. Yo llevaba la ametralladora y agarramos El Reloj y lo crucificamos, porque esas balas jodidas atravesaban el concreto. La Guardia tuvo uno o dos muertos. En media hora mi grupo se había chicharroneado a los guardias que estaban allí, los otros se habían ido.

Como a las siete y media de la mañana ya teníamos resuelto Diriamba, pero claro, de repente comienza a llegar el montón de gente armada de revólveres 22, de escopetas 12, ¡Alaputa! A buscar cómo no los maten, pero a la vez, que estén organizados.

Sitiamos el Comando, pero éste tenía unas paredes anchísimas, así que la única forma de entrada es sobre el centro del mismo. Pero era difícil entrar ahí, entonces nos vamos por atrás, les decimos que salgan, que les vamos a pegar fuego, y decidimos hacerlo con un par de granadas en el techo, combustible y que se quemen estos hijueputas, fácil pues, nada del otro mundo. Mando a hacer eso, vamos a poner unas granadas en el techo y anclarlas para que no se vayan rodando. Los que están atrás suben a un muchachito, un niño, que va con la granada. La Guardia oye el ruido en el zinc, y desde abajo dispara y lo mata. ¡Jueputa! Yo tuve que doblar la página en ese momento, para no volver a pensar en eso, porque era demasiado trágico. Primero, porque era un niño, y después, por la forma en que murió. La guerra está llena de unas injusticias terribles y unas dolencias del alma que tenés que guardarlas para otras épocas, porque si no, no podés vivir.


Gerardo Morales Aburto “Róger”7(1963-1979)


Nació en Jinotepe el 16 de septiembre de 1963. Sus padres son Antonio Morales y Estebana Aburto. Era el tercero de cinco hermanos, tres mujeres y dos varones.

Realizó sus estudios en la Escuela “Rafaela Herrera”, en Tecomapita, luego pasó a la Escuela “Tomás Guevara”, en Jinotepe, y posteriormente al Instituto Juan José Rodríguez, donde cursa hasta segundo año de secundaria en 1978.

Además de trabajar en la agricultura, se desempeñaba como ayudante de albañilería por la mañana, y por la tarde se dedicaba a sus estudios.

A partir de 1977, todavía un niño, empezó a involucrarse en la lucha. Se organiza en la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES), participó en tomas de iglesias y colegios y en hostigamientos a la Guardia con bombas de contacto. Todo ello lo llevó a involucrar también a su familia. Su mamá Estebana terminó colaborando con el FSLN y en su casa llegaron a reuniones y a quedarse, entre otros, Flor de María Monterrey y Pedro Aguilar.

Integrado a las estructuras militares en las Unidades de Entrenamiento y Fogueo (UEF), pasó rápidamente al Comando Revolucionario del Pueblo (CRP) en Jinotepe. En abril del 1979 había participado en una emboscada a la GN en la Carretera Jinotepe-Nandaime, luego en la Marcha Guerrillera y en la emboscada de contención del ataque a Santa Teresa, el 13 de mayo del 1979. En el fragor de la lucha desarrolló una audacia extraordinaria.

El día 5 de junio participa en acciones de propaganda armada en barrios populares de Jinotepe. Luego integra uno de los grupos que se organizan para hostigar a la GN acantonada en el Cuartel de Jinotepe, y posteriormente se suma a las fuerzas que atacan el Comando de Diriamba. En todas estas operaciones “Róger” portaba una ametralladora UZI.

En el primer intento de toma del Cuartel de Diriamba, cuando tienen rodeado el Comando, en una demostración de osadía, Gerardo “Róger” se sube al techo de la casona para tirar desde ahí una granada, pero de abajo es abatido a balazos, quedando su cuerpo encima del tejado. Al morir en combate el 7 de junio de 1979, tenía tan solo 15 años de edad.

Su madre Estebana recuerda que la noticia de la muerte de Gerardo se la dio otro compañero integrante del CRP de Jinotepe de nombre Joaquín Medina Téllez “Ricardo”, quien estaba muy cerca de Gerardo al momento de su muerte.

Sus restos fueron encontrados en unos cafetales entre Jinotepe y Diriamba en el mes de agosto de 1979. Su madre pudo reconocerlo por las ropas con que había salido de su casa: una camiseta roja y una chaqueta de azulón. Fue enterrado en Jinotepe en agosto de 1979.

*

Con la muerte del niño nos enfurecemos, agarramos a ráfagas el Comando y decidimos quemarlo, estamos en ese pleito de que le vamos a meter el combustible, cuando empieza una balacera en la parte de El Reloj, ¡pero fuerte!, y me llegan a decir: “Ahí viene la Guardia con tres tanquetas”.

Mónica: No había funcionado la retención, y es allí cuando muere Aura Ortiz.

Manuel: Sí, y varios más. Entonces la Guardia se mete al centro con las tanquetas y unos vehículos atrás, y nos divide en dos: yo quedo a un lado, y el otro grupo para el sur. Logramos salir, pero las tanquetas, nos agarran movidos, no podemos hacer ni mierda y, además, teníamos el pijazo de gente que se nos había unido. Se arma un burumbumbum, se retira un grupo con César Delgadillo, y el otro se queda conmigo. Entonces vamos a dar la vuelta lejos y después nos encontramos.

Había más de quinientas personas, entonces tenemos que organizarlas, porque toda esa gente no se iba a ir a sus casas, había que entrenarlas, equiparlas con cualquier cosa que hubiera, darles de comer, formar grupos, definir responsables. De repente teníamos un ejército en Diriamba. Después me logro contactar con Noel Escobar, y me dice que el muchacho que tenía el RPG-2 se aterrorizó, nunca disparó, y los otros muchachos que estaban con los fusiles, en medio de las balas no pudieron impedir que la Guardia se metiera en las tanquetas y los desalojara.

Salieron los guardias sobre la carretera y se pasaron llevando a los que estaban mal parqueados, que son Aura Ortiz y todos los demás que estaban buscando cómo hacer algo, pero que están en un descampado, los mataron sobre el camino, porque la Guardia iba como fuera para Diriamba. Entonces el plan jamón que era: te tomás esto, agarrás a toda tu gente y te vas a hacer mierda a los de Jinotepe, ahí quedó, ese fue el plan, y otra la realidad. Los desalojados fuimos nosotros.

Nos retiramos, nos reorganizamos, hicimos contactos con Jinotepe y con San Marcos, donde había unos muchachos que tenían problemas. Había un muchacho que se llama Marcos Tulio Navarro, quién se había ido al Frente Oriental con Luis Carrión, lo habían herido con una granada, así que regresó, él no podía participar, pero él organizó a los jóvenes de allí e hizo una repela de armamento, y cuando yo me contacté de nuevo con él, tenía veintisiete armas de guerra. ¡Una maravilla!

Mónica: ¿Qué es lo que hicieron entre el 7 y el 22 de junio que es cuando se toma Diriamba?

Manuel: Del 6 al 15 hay una serie de combates en interés de mantener una presencia activa fuerte y atacar a la Guardia sobre Diriamba, sobre la carretera a Jinotepe, sobre San Marcos y Las Esquinas, y algunas actividades en Jinotepe. Estábamos peleando con la Guardia que tenía tanquetas y demás.

Teníamos el problema de cómo joder esas tanquetas hijueputas, porque el RPG-2 se me quedó por otro lado, entonces ideábamos cómo la Guardia se metiera y cómo atacarla por atrás, aunque llegaran las tanquetas, volarles pija por atrás y en uno de esos rifi-rafa, creo que fue como el 15 de junio, hay unos francotiradores en la Iglesia San José. Estábamos un grupo de tres que queremos bajarnos de la Iglesia a esos jodidos, y estamos cruzándonos tiros con ellos, matamos a unos y logramos que otros se fueran, y salimos avanzando. Hay otro grupo nuestro que está por el Cementerio, y cuando nos ve avanzar, ¡nos dispara!, y nos hiere a los tres.

A los tres nos hirieron, a mí una bala en el pie y otra en la ingle, a un muchacho de Granada, lo hieren no sé dónde, en fin, los tres quedamos hechos mierda. Yo aún podía caminar, llegué hasta el Cementerio, que es donde estaban los muchachos. Todo mundo jode con que vivo resentido con César Delgadillo, pero la verdad de las cosas es que estoy claro que eso fue parte de la guerra. Él dice que nos va a volar verga, otros le habían dicho que no, pero él dijo que sí, y ya está.

Llegamos adonde ellos y nos llevaron a una comunidad hacia el mar, La Trinidad creo que se llama, y ahí nos estuvieron atendiendo, me canalizaron y después nos distribuyeron en varias casas. Me llevaron a Jinotepe y los otros quedaron en Diriamba. En Jinotepe me llevaron donde unos colaboradores a los que conocía, vivían frente a un instituto que está en la parte sur de la ciudad, cerca del Hospital, ahí estuve cuatro días, pues eran consistentes las heridas. El día 22 se toman Diriamba, y yo busco cómo irme para ahí.

Mónica: Vos eras el jefe de las unidades. ¿Y quiénes eran tus principales jefes intermedios?

Manuel: César Delgadillo era el segundo.

Mónica: Tengo información de que hay una decisión de concentrar fuerzas de la Tendencia Proletaria y por eso a los cuadros de Masaya los mandan a Carazo. ¿Quiénes llegaron como refuerzos?

Manuel: Sí, esa fue la decisión. Concentrarnos donde éramos más fuertes e íbamos a tener capacidad de resolver militarmente, entonces llegó un refuerzo de combatientes y se hicieron cargo de diferentes responsabilidades. Uno de ellos es César Delgadillo. Entre los otros jefes que tenía hay una muchacha a la que le decíamos “Patricia”, era muy buena esta mujer, vive en Masatepe; y un muchacho de La Concha. Eran jefes de escuadras, pero la verdad es que de los jefes de escuadra que tuve, prácticamente a todos los mataron en la insurrección. Por ejemplo, Juan Fernando Brenes, un combatiente buenísimo, brillante, de Carazo. Mi hijo mayor se llama Juan Fernando en honor a él. Otro era Camilo Chamorro. Uno de los barrios de Managua lleva su nombre. Así era, combatíamos, pero nos mataban.

Después vino el proceso de organización del gobierno, de la junta municipal. Estuve unos días en San Marcos con Marco Tulio, después ya llegaron ustedes los del Frente Interno, para la toma de Jinotepe. También se atacó San Marcos en ese momento, varios lugares, pero el más relevante obviamente era Jinotepe.

Mónica: ¿Por qué razón sacan a Agustín Lara de la conducción del FSLN en Carazo después que había permanecido tantos años haciendo un trabajo de hormiga?

Manuel: No tuve nada que ver con la decisión, pero estoy claro por qué lo sacaron. Llegó a haber una preponderancia de la actividad militar después de la insurrección de 1978. La parte militar decidía lo que se iba a hacer y la parte política acompañaba. Por decirlo de otra manera: vamos a hacer estas operaciones militares, pero también hay que movilizar a las masas. A veces puede ocurrir que simplemente no vieras el momento en el cual estábamos, y siento que en cuanto a Agustín, tantos años de permanencia, posiblemente le crearon un cierto afán de conservar lo que había hecho, y la verdad es que era obvio que se estaba muriendo un montón de gente. Esa es la explicación. Así fue.

Mi percepción es que de 1978 a 1979, todos estábamos enfocados en la actividad militar, y que todo reclutamiento, que toda actividad política, iba a fortalecer esta organización militar que tenía que combatir. Teníamos escuelas, capacitaciones militares, acciones de pequeños grupos, esa era la vida que teníamos.

Mónica: Diriamba fue la primera ciudad que realmente se libera por acción de su propia gente, es decir, por el trabajo local, porque en el caso del Norte, hubo ciudades que estaban liberadas antes pero por las fuerzas que llegaron, y no como resultado del propio trabajo local. El caso de Diriamba ilustra sobre la importancia del trabajo previo, pues la insurrección no es la consecuencia de ataques militares, sino de la combinación de un trabajo de organización, un trabajo político que se realizó durante muchos años y que canaliza de forma revolucionaria la explosión de la gente, cuando la gente dice ¡Ya basta! Explota en forma de insurrecciones porque hay trabajo de organización, pues de lo contrario no tendría resultado. Todo esto tiene obviamente su componente militar, es decir, las unidades armadas que permiten poner contra la pared al enemigo. Nunca tuvimos una correlación militar a nuestro favor. Lo que determinó la victoria fue el apoyo de la gente.

Manuel: Sí, Diriamba no se tomó porque llegó una fuerza militar más poderosa que la que estaba ahí y la derrotó. En Diriamba, como ocurrió en buena parte del país, hubo un componente militar que acompañó a toda una acción de la población, y que finalmente logró expulsar la presencia de la Guardia. Sin embargo, en todo el período insurreccional, la movilización de las masas tenía un componente ligado a la lucha militar.

Mónica: Quisiera tu valoración sobre esa etapa de tu vida, de esa lucha, con todos sus sinsabores y todas sus plenitudes, como decís.

Manuel: Nosotros pertenecemos a una generación dichosa. Vos ves ahorita a los jóvenes, y yo digo, ¡puta!, ¡qué difícil es para una generación de jóvenes encontrar un rumbo, una visión de su vida que trascienda. La generación nuestra trascendió, porque cambió esta sociedad, la transformó, dejó huellas profundas en la sociedad nicaragüense. Yo me siento satisfecho, orgulloso de la época que nos tocó vivir.






NOTAS


1 Ahí quedaban las celdas de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), lugar de interrogación y tortura.

2 Las cárceles de La Aviación, instalaciones centrales de la Guardia Nacional.

3 La MG-42 (Maschinegewehr 42, «ametralladora 42» en alemán) es una ametralladora media desarrollada por Alemania que entró en servicio en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. La MG-42 posiblemente tenía la cadencia de tiro más alta entre las ametralladoras medias de un único cañón y un expediente probado de fiabilidad, durabilidad y simplicidad. Además de ser fácil de usar por la tropa, consiguió la reputación de ser una de las mejores ametralladoras creadas. Wikipedia.

4 Estar jamoncito, estar suavecito, fácil de comer.

5 Esta cronología reconstruida colectivamente forma parte de esta obra.

6 Según conversaciones posteriores, se establece que el compañero que cae era un comando y su nombre, Rolando Flores.

7 Esta biografía fue trabajada con apoyo de Pedro Aguilar, jefe del CRP de Jinotepe en 1979, quien visitó a la mamá de Gerardo el 24 de octubre del 2012, para despejar confusiones que habían sobre la identidad del muchacho audaz que cayó encima del techo del Comando GN de Diriamba. Gerardo Morales era parte del CRP de Jinotepe. En las cronologías oficiales del IES, se habla de Gerardo Mora, y aparece como caído en el ataque al Cuartel de Jinotepe.


Últimos comentarios del relato
  • Seudonimo Cecilia :

    Los Hnos Narvaez dieron su vida por una mejor Nicaragua.los llevare siempre en mi corazon.

    27 May, 18
  • Teresa Narvaez F :

    Mi estimado Manuel Salvatierra, despues de haber leido su comentario, dejeme rectificar. Lis Hermanos Rafael y Orlando Narvaez eran parte de los compaňeros que dieton su vida por Nicaragua, ese dia el cual yo nunca olvidare porque ellos me dijeron que me escondiera debajo de una de las bancas del parque. Asi tambien los Hnos Blanco de Diriamba eran mis Primos. Gracias, Teresa N F

    27 May, 18
  • Admin :

    Gracias por su aporte

    21 Oct, 20
  • seupdonimo oscar :

    el ataque al comando de santa teresa fue el 23 de diciembre 1978, donde mueren los hermanos (orlando y Rafael) narvaez y Milton Dinarte, un dia antes el 22 de diciembre, nos hechamos unos tragos en el campo de la escuela de santa teresa y Orlando dijo: voy a ser el primero en llegar al comando de la guardia, los chavalos de teresa nos reunimos en la quebrada y osotros solo llevabamos bombas de contacto, mucho me acuerdo en especial de orlando, ya que estudiabamos en el juan jose de jinotepe.

    31 Mar, 16
  • Admin :

    El comando de Sta Teresa fue atacado en varias ocasiones. En Septiembre de 1978, lo cual está documentado tanto en los medios escritos como en comunicados del FSLN. Se volvió a atacar en Febrero. Yo tenía información de otro ataque en diciembre de ese año, pero no logramos conseguir mas información. El ataque del 13 de Mayo de 1979 fue del que mas datos conseguimos y está todo documentado también por las publicaciones en La Prensa. En este ultimo la GN presentó como guerrilleros muertos a unos civiles que no habían tenido nada que ver y eran Marcelino Guerrero, Carmen Cortez Delgado y Armando Cortez Guido. Los datos que nos diste nos servirán para ver si confirmamos ese ataque en diciembre. Cualquier información sera bienvenida.

    21 Jun, 16

Comentarios

Queremos saber tu opinión sobre este Relato

(Arrastre una fotografía de su computadora y sueltela en el cuadro)