Memorias de la lucha Sandinista

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Una bala en la selva de Zinica

Víctor Manuel Urbina


Víctor Manuel Urbina Sevilla nace el 10 de marzo del año 1952 en Kuskawás, Zelaya Central, en el seno de un núcleo campesino. Se integra al Frente Sandinista con su papá y varios miembros de su familia a finales de los años sesenta. Entonces tiene aproximadamente dieciocho años. Al integrarse a las unidades guerrilleras de principios de los setenta, realiza funciones de baqueano en las escuadras de Víctor Tirado y Carlos Agüero, en Kuskawás. Aprende a leer y escribir en la guerrilla.

Víctor Manuel formó parte del grupo de guerrilleros que compartió con Carlos Fonseca Amador su estadía en la montaña después que llega ahí en marzo del año 1976, procedente de Managua. Víctor se despide de Carlos el 6 de noviembre de 1976 –dos días antes de la caída en combate del máximo dirigente del Frente Sandinista de Liberación Nacional– para cumplir misiones que el mismo Carlos le encomendara.

Después de la caída de Carlos Fonseca Amador, Víctor sale de la montaña con Francisco Rivera “El Zorro” y se une a la Tendencia Tercerista del FSLN. Participa en la acciones de octubre de 1977, en el norte de Nicaragua y posteriormente en el Frente Sur. Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, queda incorporado como soldado del Ejército Popular Sandinista, y a la fecha, sobrevive de un pequeño negocio familiar.

Carlos Fonseca ingresa al país en noviembre del año 1975, en momentos en que la represión de la Guardia se encontraba al rojo vivo. Ya se habían producido las expulsiones de Jaime Wheelock, Roberto Huembes y Luis Carrión, dando lugar a la primera fractura en las filas del FSLN, que posteriormente se conoce como Tendencia Proletaria.

Las diferencias que desde hacía años se venían arrastrando entre la conducción que operaba dentro del país y los dirigentes en el exterior, habían llegado al extremo de plantear que no se reconocía el mando de los que estaban afuera, en tanto no se hicieran presentes en el país.

Tal situación venía forzando la entrada de Carlos Fonseca al territorio nacional. A su ingreso, Carlos mantuvo comunicación especialmente con Pedro Aráuz, Tomás Borge y Carlos Agüero, quien tenía la representación de la montaña. Carlos Fonseca sabe de las diferencias entre distintos miembros de la Dirección Nacional y, de hecho, se alinea con el grupo que encabeza Pedro Aráuz y del que forman parte Tomás Borge Martínez, Carlos Agüero y Henry Ruiz, quien se mantiene alejado en la profundidad de la montaña. Es en este núcleo que se toman las decisiones de ese período y, por tanto, las de su ingreso a la montaña.

Carlos impartió una escuela a varios guerrilleros que se preparaban para incorporarse a la Brigada Pablo Úbeda, entre ellos William Ramírez, Roberto y Manuel Calderón, y en la que también son instructores Juan de Dios Muñoz, Carlos Agüero y Pedro Aráuz. Hugo Torres recuerda que estando en una casa de seguridad que quedaba detrás del Hospital Ocón, en la que estaban Charlotte Baltodano, Carlos Agüero, Rufo Marín, Leticia Herrera, Sabino Aguilar, Tomás Borge y otros, llegaron Pedro Aráuz y Carlos Fonseca.

Carlos Fonseca pasó la Navidad y el año nuevo con Carlos Agüero, Claudia Chamorro, Pedro Aráuz y Luz Marina Acosta, mientras en esos días sube a la montaña un selecto grupo de combatientes, algunos de ellos ya con cierto fogueo en la vida clandestina.

A principios del año 1976, Somoza lanza una ofensiva brutal sobre la montaña que incluye la operación militar Águila VI, en la que participan militares de otros ejércitos centroamericanos, y oficiales norteamericanos funcionan como asesores. Después de bajar de la montaña, es capturado Roberto “Tito” Chamorro, quien brinda a los agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), detalles de lugares donde operan los grupos guerrilleros que hasta entonces se habían logrado asentar en la zona norte de Matagalpa. La represión a las bases campesinas de apoyo a la guerrilla y la persecución a los grupos guerrilleros, se va a recrudecer brutalmente en todo ese año 1976.

En marzo de 1976 inicia su ingreso a la montaña Carlos Fonseca, acompañado de Carlos Agüero, Claudia Chamorro, Rosa Argentina Ortiz y Juan de Dios Muñoz, entre otros.

En junio de 1976 se produjo una reunión en la que participan Humberto Ortega, Daniel Ortega, Germán Pomares, Leticia Herrera, Eduardo Contreras y Camilo Ortega, en la comunidad de El Coyolar, San Caralampio, faldas del Volcán Mombacho. Ahí deciden constituirse como grupo autónomo, dando lugar a la Tendencia Tercerista del FSLN. (Ortega, Humberto: pp. 292).

Carlos avanza hacia el Iyas, buscando el punto donde supuestamente se produciría una reunión con todos los líderes del FSLN, tanto los de la montaña: Carlos Agüero, Víctor Tirado, Edgard “La Gata” Munguía, como los de la ciudad y los del exterior.

Muchas interrogantes surgieron respecto a la racionalidad de esta subida a la montaña de Carlos. La mayoría considera que no era lógico que, para hacer una reunión, tuviera que subir hasta esa zona intrincada de la geografía nacional. Además de ser miope casi hasta la ceguera, Carlos era un hombre mayor que no estaba en condiciones físicas, pues aunque tenía toda la voluntad, estaba fuera de entrenamiento desde hacía mucho tiempo.

Carlos Agüero bajó en repetidas ocasiones a reuniones en la ciudad, lo hizo también Juan de Dios Muñoz en misiones de correo, también David Blanco buscando contactos. Víctor Tirado y Henry Ruiz ya habían estado en la reunión de Las Jagüitas en 1974, y luego éste último bajó en búsqueda de la unidad en 1978. Así que, de ser necesaria una reunión con los líderes de la montaña y la ciudad, más bien éstos pudieron bajar a cualquiera de las ciudades. Para esas fechas ya había condiciones en Estelí o en León, por ejemplo.

En conversación con Henry Ruiz, comparte plenamente este criterio, y afirma que jamás fue citado a bajar a la ciudad para sostener alguna de estas reuniones. ¿Bajo qué criterio aceptó Carlos que él debía subir a la montaña? Víctor Tirado afirma que tal vez Carlos buscaba fortalecer su liderazgo, cuestionado por otros jefes, pasando un tiempo las duras condiciones de la montaña. Es probable.

Lo cierto es que Carlos no escatimó ningún esfuerzo para tratar de limar las asperezas entre los protagonistas principales de la división del FSLN, y en su estancia en la ciudad escribió “Notas sobre algunos problemas de hoy”. Mientras en la propia montaña escribió “Notas sobre la montaña y algunos otros temas”. Algunas partes de su texto fueron reproducidas después de su muerte, aunque el conocimiento pleno de los escritos de Carlos no se hizo sino hasta después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

Los detalles de los últimos momentos de Carlos Fonseca no se han establecido con absoluta claridad. En el libro de Sergio Ramírez, La marca del Zorro, hazañas de Francisco Rivera Quintero “El Zorro”, se explican los últimos movimientos que Carlos realiza en la montaña, de quien él se despidió horas antes de su muerte. Pero en ese libro quedan planteadas también una serie de dudas sobre el tema, en particular sobre el interés real de los otros miembros de la Dirección Nacional, de realizar una reunión que Carlos Fonseca consideraba vital para el futuro del FSLN.

Los miembros de la Brigada Pablo Úbeda, René Vivas y David Blanco, son enfáticos en señalar que, orientados por Henry Ruiz, bajaron durante tres meses a un punto donde supuestamente llegaría Carlos, y nunca lo encontraron. En una de estas ocasiones, bajaron también Hugo Torres y Roberto Calderón1. Nueve de septiembre, nueve de octubre y nueve de noviembre eran las fechas supuestamente acordadas, pero no encontraron ninguna señal de que Carlos asistiera al punto.

Quisimos hablar con alguien que hubiese acompañado a Carlos Fonseca en los últimos días de su vida; no con la pretensión de que nos despejara estas dudas, pues no está en sus posibilidades, sino para saber de los últimos movimientos de quien es, sin lugar a dudas, el principal artífice de la organización del FSLN, de su lucha y de sus victorias.

No fue fácil esta conversación porque “Juancito” Víctor Manuel es parco. No es muy dado a los detalles, ni a la plática larga. Tuvimos que cucharearlo, ya que él tiende a reducir su relato a unas pocas palabras, y a hablar de varios años como si se tratara del mismo instante. Pero sin duda alguna, es claro que Víctor Manuel Urbina Sevilla mantiene vívidos recuerdos sobre Carlos Fonseca, sobre su sencillez y fraterna manera de relacionarse con sus compañeros. No puede olvidar el empeño de Carlos para que él aprendiera a leer, encargándole esta misión a Claudia Chamorro.

Mónica: ¿Por qué te decían “el humilde campesino”2?, ¿quién te puso ese nombre?

Víctor Manuel: Este nombre me lo pusieron en el Frente Sur. Antes, no me decían así. Edén Pastora fue quien me empezó a decir así, “el humilde campesino”.

Mónica: ¿Tu seudónimo en la guerrilla siempre fue “Juancito”?

Víctor Manuel: No, es que usted sabe que los guerrilleros no van a tener en todos los lugares el mismo seudónimo, hay que cambiárselo; y cuando nosotros estábamos en una comarca, teníamos un seudónimo; y si estábamos en otra comarca, era otro.

Mónica: ¿Pero el más común fue “Juancito”?

Víctor Manuel: Ya ése de “Juancito” fue después, cuando estuve en Panamá. Quien me bautizó con ese nombre fue Chuchú Martínez, el escritor, el que trabajaba con el General Omar Torrijos. Cuando llegamos después de estar presos con Germán Pomares en Honduras, entonces ahí Chuchú me dijo: –“Juancito” te vas a llamar, “Juan Alberto”; y vos, le dijo a Pomares, vas a ser “Mateo”.

Mónica: Después de la muerte de Carlos Fonseca, saliste de la montaña, te integraste al Frente Norte y luego te mandaron para el Frente Sur. ¿Dónde estabas al final, en la insurrección?

Víctor Manuel: Entré por el Frente Sur Benjamín Zeledón, con Edén Pastora.

Mónica: Ahora que sabemos dónde combatiste en la Insurrección Final, comencemos por el principio, “Juancito”: ¿Cómo te incorporaste a la guerrilla? ¿Quiénes fueron tus primeros contactos?

Víctor Manuel: Me incorporé a la lucha guerrillera cuando hice contacto con el Comandante Víctor Tirado López, con Filemón Rivera y Jacinto Hernández. Nos conocimos por medio de Acción Católica (AC), porque el presidente de la Comarca de Kuskawás, don Máximo Martínez3, era opositor al régimen, era del Partido Conservador.

Cuando llegaron los compañeros –como mi papá también era del Partido Conservador– lo contactaron y miramos, pues, que no era una mala organización, porque ahí andaba el Presidente de AC. Dijimos, ésta es una buena lucha para uno. Mi papá incluso era vocal de la directiva de AC y mi hermana era catequista.

Nosotros éramos seis hermanos y nos invitaron a que nos integráramos a la lucha guerrillera, porque no había otra manera de acabar con el régimen de Somoza. Entonces empezamos a colaborar un poco, pero como la zona ya estaba colorada, éramos perseguidos por la Guardia; entonces me integré de lleno y con un sobrino, “Vidal”, Marlon Urbina, nos fuimos a la clandestinidad. Ahí me integré a la lucha guerrillera.

Mónica: Según me he informado, vos realizabas la tarea de baqueano en la guerrilla. ¿Cómo desarrollaste esta capacidad?

Víctor Manuel: Bueno, usted sabe, toda persona tiene su sector, como decir, usted nació en León y conoce todo León. Como fui criado en la comarca de Kuskawás, me conocía toda la comarca. Como uno se acostumbra en el campo a la oscuridad, me orientaba bien en la noche.

Mónica: ¿De tu familia murieron algunos?

Víctor Manuel: A mi papá lo mató la Guardia en la misma matanza que hubo cuando murió Carlos Fonseca. Otro hermano, Aquiles Urbina, murió en Kuskawás. Pedro Urbina, lo agarró la Guardia y lo mató por San Dionisio, Matagalpa. Otro sobrino mío que se llamaba Fabio Urbina, también lo mataron en Kuskawás.

Después que me integro de lleno, anduve con Filemón Rivera, Jacinto Hernández, Víctor Tirado López y después con Francisco Rivera, conquistando al campesino, organizando al campesinado. Íbamos de un lado a otro por la noche, y también por la misma línea buscando a los opositores del régimen, a los del Partido Conservador. Entonces nos movilizamos en Kuskawás, El Corozo, Los Chiles, Yaosca, Waslala y Las Vallas.

Ahí se hizo una emboscada, en Kuskawás4, donde cayó Jacinto Hernández. Y unos días después, en la retirada, cae Filemón, en el Cerro Grande. Cuando nos íbamos a retirar todos, se perdió, y en la retirada lo mataron. Después de ahí, hubo una masacre en Kuskawás, donde fueron perseguidos todos los colaboradores. Mi mamá y toda la familia tuvieron que salirse de ahí porque nos quemaron las casas. Yo ya no tenía casa a donde ir.

Fue por 19765 que Francisco Rivera me dijo: –Nos vamos a encontrar con un señor de edad y hay que cuidarlo, acaba de bajar de la ciudad, no te voy a decir quién es por medidas de seguridad. Pero por fin me dijo su nombre, porque él confiaba mucho en mí. Entonces así fue que conocí al Comandante Fonseca, en Las Vallas, ahí estaba acampamentando.

Cuando hacíamos un campamento, sólo nos quedábamos dos o tres días para que no nos detectara el enemigo. Entonces miré que en el campamento había mucha bulla: cocinaban, cortaban leña con hacha; y entonces, una vez le dije al Comandante Carlos: –Mire, ¿no es peligroso? Porque aquí tienen como seis meses. Y me dice: –No, porque tenemos necesidad de estar aquí, porque así tenemos contacto con la gente que tiene que venir de la ciudad y debemos esperar, aguantar. Como a los quince días nos cayó la Guardia, hubo un tiroteo en el campamento y nos retiramos6.

Mónica: En ese combate es donde le pegan un charnelazo en una pierna a Carlos, ¿verdad?

Víctor Manuel: Sí, lo hirieron en una pierna. Él no sintió sino hasta después, en la noche, que le dijo a la Claudia Chamorro, porque la Claudia era la de los primeros auxilios. A ella le dice: –Siento un dolor en la pierna, entonces la Claudia le miró qué era y es que le habían pegado un charnelazo en la pierna, pero era leve. Y después de ahí, estuvimos en otro campamentito, cuando llegó “El Zorro”. Y ahí estuvimos varios días.

Mónica: Tengo entendido que a ese nuevo campamento le pusieron “Cola de Mico”. ¿Sabés por qué razón lo bautizaron con ese nombre?

Víctor Manuel: Cola de Mico era una planta que se comía. El Comandante Carlos nos enseñó a cocer y a comer esa planta.

Mónica: “El Zorro” dice que ni los campesinos sabían que esa planta se podía comer y que Carlos les enseñó cómo hacerlo, y comentó que había descubierto esa planta en la guerrilla de Pancasán. Por eso le llamaron así al campamento, ya que es lo que comían para no alertar a la Guardia buscando provisiones en los alrededores. Frijoles sin sal y cola de mico. Era todo lo que teníamos para matar el hambre en el campamento del Jefe de la Revolución. (Ramírez, Sergio: 1989: pp.117).

Víctor Manuel: Sí, es que estuvimos como refugiados. Ahí la Guardia andaba detrás, no teníamos comida. Ese palo es espinudo; pero cuando está tierno, el cogollo es grueso, entonces lo cortábamos, lo pelábamos y lo cocíamos. Tiene un sabor como el del quequisque.

Mónica: ¿Después qué pasó?

Víctor Manuel: Después de ahí, llegaron otros compañeros y salimos para el Cerro El Varillal con el Comandante Carlos. Me asignaron para el lado de Jinotega para hacer contactos con el lado de Honduras. Iba “Pedrito”, Inés Hernández.

Mónica: ¿Quiénes eran los otros que andaban en el grupo con Carlos Fonseca en los últimos días?

Víctor Manuel: Eran Claudia Chamorro, Facundo Picado, la “Mayra” Celestina López, Francisco Rivera “Rubén” o “El Zorro”, Inés Hernández “Pedrito”, el “114” Benito Carvajal, Silvio “116”. El Comandante Carlos Fonseca nos da la misión para que vayamos a hacer los contactos con los otros compañeros que están al lado de Honduras. Me manda a mí con “Pedrito”.

Mónica: Dice Francisco Rivera que quería que ustedes hicieran una ruta para que las armas entraran directo de Honduras, y no tuvieran que dar la vuelta por Managua.

Víctor Manuel: Ajá. Entonces, así fue que me despedí de él una noche. Nos quedamos cerca porque no llevábamos provisión, para buscar qué comprar al campesinado. Compramos un chancho, y cierta noche lo destazamos en la montaña. Como a las siete de la noche se dio el tiroteo del combate de la Guardia. Yo creía que era donde había quedado él, donde nos habíamos despedido; pero él ya había salido en marcha y ya iba por Boca de Piedra, sólo con el campesino Crescencio Aguilar y el “114” Benito Carvajal, y muere en el combate.

Oyente: Marvin Marenco. Tengo una inquietud. En los primeros meses de la Revolución, tuve el privilegio de trabajar con un compañero que lo conocíamos como “Juancito”. Recuerdo mucho a ese campesino que trabajó con nosotros en los primeros meses. Él nos platicaba del Comandante Carlos Fonseca, a quien nombraba con el seudónimo “Agatón”, nos decía que le enseñó las primeras letras. En ese tiempo él me conoció como “Marcos”, porque todavía no nos quitábamos los seudónimos de la guerrilla. Me gustaría saber si es él para saludarlo, porque tengo muchos años de no verlo, de no saber de él y me alegra mucho que esté ahí en el programa.

Víctor Manuel: Si, mucho gusto, yo soy; y claro que me acuerdo de vos, “Marcos”.

Mónica: Víctor Manuel, ¿cómo es eso que Carlos Fonseca te enseñó a leer?

Víctor Manuel: Carlos Fonseca me explicaba que teníamos que aprender a leer y escribir, porque decía: –Cuando tomemos el poder, el enemigo nos va a arrebatar el poder porque no vamos a saber cómo vamos a ir a ocupar el poder; entonces hay que aprender. Entonces, yo le decía: –Pero mire “Agatón”, yo creo que me van a matar. Entonces, ¿cuándo voy a llegar al poder? ¡No, no! –me decía– no hay que pensar en la muerte. Hay que pensar en que vamos a triunfar.

Entonces le dijo a la “Luisa”, que era Claudia Chamorro: –Vos me le enseñás las primeras letras del abecedario. Entonces me estuvo enseñando la compañera “Luisa”. Ella me enseñaba el A B C. Un día Carlos Fonseca la escuchó que me estaba dando la clase, entonces la llamó y le dijo: –No es así como vos le estás explicando las letras, no se pronuncia así. Entonces la “Luisa” le dijo: – ¿Cómo le voy a explicar? Explíqueme usted. Y Carlos le dijo: –La letra B no se pronuncia así, sino que sólo así: b (imita sonido).

Mónica: Él usaba el método fonético. Me imagino que lo había aprendido en Cuba.

Víctor Manuel: Peor vergüenza me daba a mí estar haciendo como el mudo. No, más vergüenza me daba. Pero me decía “Luisa”: –Es que “Agatón” me está diciendo que te enseñe así a leer las letras. Y más pena me daba.

Mónica: ¿Cómo se relacionaba Carlos con ustedes?

Víctor Manuel: Quiero contarle cómo era él: nosotros hacíamos pozol, molíamos el maíz cocido en una maquinita. Una vez yo repartí las pelotitas y le doy a él primero, entonces me dice: –No me des a mí primero, dale al posta que está vigilándonos a nosotros; después, por último, a mí.

Mónica: ¿Qué otra anécdota recordás de Carlos?

Víctor Manuel: Me acuerdo que una vez que salí con él, iba a dejarlo a un lugar de El Varillal. Iba también Claudia Chamorro. Entonces me dice: –No llevamos nada, sólo maíz cocido para comer. Yo puedo ir a comprar –le digo– porque aquí nomás en la cabecera hay una venta. Bueno, andate –me dice.

Lo dejé en la montaña. Compré dulce y cuajada y me regresé. Pero al llegar a una casita, entré y vi unas cabezas de banano maduras; entonces le digo al campesino: – ¿Me podés vender una cabeza de banano de ésas que tenés ahí? Dame un peso –me dijo. Y me llevé la cabeza de banano montaña adentro; pero antes de llegar adonde está el grupo, escondí la cabeza de banano.

Entonces, cuando llegué, me dice Carlos: – ¡Qué alegre me siento porque ya viniste! Cometí un error de haberte mandado, cualquier cosa que te hubiera pasado, ¿cómo quedábamos nosotros aquí sin baqueano? ¿Qué encontraste? Pues este dulce –le contesté. Entonces caminamos hasta donde había dejado la cabeza de banano y le dije: – ¿Quiere bananos? ¡Ah, también trajiste banano! Entonces les dice Carlos a los demás: – ¿Cuánto quieren de dulce ustedes? La Claudia dice: –Una tapa cada uno. Entonces dijo Carlos: – ¡Qué hambrienta es esta mujer!

En la noche caminamos a la montaña. Bueno –me dice, qué decís, ¿comemos? Le digo: –Usted es el que manda. No, vos sos el que mandás, porque sos el baqueano –me respondió. Él no podía decir que él mandaba, sino: –Vos sos el que mandás, porque sos el que conoces la situación.

Mónica: ¿Y él cargaba su mochila y el papelero que dicen que andaba?

Víctor Manuel: Sí, su mochila, sus papeles y su radio.

Mónica: ¿Y en los descansos, escribía? Porque él escribió desde las montañas sus “Notas sobre la montaña y algunos problemas actuales”, uno de sus escritos más importantes.

Víctor Manuel: Sí, porque le gustaba estar escribiendo.

Mónica: En el libro que escribe Sergio Ramírez, en base al testimonio del “Zorro”, afirma que cuando se encuentra con Carlos Fonseca en el campamento de San José de Las Vallas:

Carlos nos reunió un día a Juan de Dios Muñoz, a Facundo Picado y a mí, para explicarnos las razones de su presencia en la montaña. Nos informó que su intención era buscar a “Modesto” para celebrar una reunión de la Dirección Nacional, que tenía una enorme importancia para el futuro del Frente Sandinista. Esa reunión, de acuerdo a los planes que andaba en la cabeza, debía celebrarse en la vega del Río Iyas el 15 de noviembre de 1976. Ahí se iba a tratar el asunto de la estrategia, era necesario –según sus palabras– redefinir la estrategia de lucha, aquí estamos mal, vamos mal, nos están matando uno por uno y nosotros nada estamos haciendo, esta cosa no es así nos dijo, tenemos que hacer una reunión con “Modesto”, con los compañeros de la Dirección Nacional, con otros cuadros de importancia y vamos a analizar estos problemas, la situación interna del FSLN y la situación política y militar del momento. (Ibídem: pp.114).

Y en el libro, “El Zorro” también dice que durante todo ese tiempo no lograron tener comunicación con “El Viejo” Tirado ni con la “Gata” Munguía, y se suponía que ellos iban a asistir a la reunión. Estos compañeros estaban en otros sectores de la montaña, más cerca de los poblados. No está claro si tenía comunicación con “Modesto”, porque dice que a finales de septiembre de 1976 le ordenó al “Zorro” acompañar hasta el Río Iyas a Carlos Agüero, que llevaba instrucciones suyas de hablar con “Modesto” para que saliera de la profundidad de la selva y fuera acercándose al sitio de la reunión. Francisco Rivera dice que esa misión le llevó catorce días, siete de ida y siete de regreso. Estamos hablando de finales de septiembre.

Y dice “El Zorro” que él –y vos debes estar informado– sabía que había puntos de contacto donde ustedes iban periódicamente a buscar correspondencia o a buscar si había las señas que habían convenido para hacer los contactos. ¿Te acordás de eso?

Víctor Manuel: Sí, sí. Una vez, cuando casi terminaron al grupo que había quedado con “El Zorro” en Las Vallas. Así fue que dimos con él, porque quedó solo. La última que le matan fue a Claudia Chamorro. Los agarraron en un cañaveralito, comiendo caña, cuando les salió la Guardia. Ahí los emboscaron. Entonces, por medio de un contacto, lo encontramos a él, porque había quedado solo. Un campesino colaborador lo tenía escondido. Esperamos la noche y para sacar el buzoncito que estaba enterrado, miramos el escrito que había hecho “El Zorro”. Decía que estaba solo: estoy en tal casa, y daba las señas. Así fue que fuimos a buscar al “Zorro”.

Mónica: Eso que referís es después de la muerte de Carlos Fonseca. Contanos lo que pasó antes. Porque el comandante David Blanco explica que la gente que estaba en la Columna Pablo Úbeda (entre ellos Hugo Torres, Roberto Calderón, David Blanco y René Vivas) se fue en diferentes fechas en busca del comandante Carlos, pero que no se pudo concretar el contacto. La primera fecha fue 9 y 10 de septiembre, la segunda 9 y 10 de octubre y la tercera 9 y 10 de noviembre. Parece que habían acordado que era cada mes, ir dos días.

René Vivas explicó que había un palencón donde debían dejarse unas señas y que ellos nunca encontraron nada. La pregunta es: ¿Por qué no pudieron hacer contacto ambos grupos, si los dos lo andaban buscando? ¿No sabía el grupo de Carlos el lugar donde iban a encontrarse? El punto establecido para el contacto es el que une al río El Garrobo, que cae en el río Iyas, en Zelaya Norte. En la ribera de este último se iba a realizar la reunión de la Dirección Nacional, y no se pudo llevar a cabo.

Nosotros habíamos invitado al comandante David Blanco a venir a este programa, pero tuvo problemas, así que vamos a escucharlo por teléfono. Adelante, David.

David: El comandante Fonseca cae en Boca de Piedra, como se sabe. Entonces yo fui designado por el comandante Henry Ruiz para llevarlo las fechas nueve de cada mes. Yo anduve septiembre, octubre y noviembre. El contacto era nueve y diez. Yo tenía que estar ahí con anticipación, es decir, un día antes, y me retiraba de ahí el once de cada mes. A esos contactos fuimos en una oportunidad con Hugo Torres, con Roberto Calderón y con otro compañero campesino de ahí. Nosotros íbamos a llevar al comandante Fonseca a una distancia de dos días más, para el centro montañoso, donde se iba a dar una reunión importante de los principales dirigentes del Frente Sandinista.

Es así que en el libro, Francisco Rivera “El Zorro” habla de un error grave, que el comandante Fonseca haya destacado a los mejores baqueanos para salir de ahí, y no para encaminarlo a él un poco más. Estos baqueanos eran “Pedrito” Inés Hernández, y Facundo Picado; este último cayó en una de las insurrecciones de Estelí. Eran baqueanos experimentados y fueron destacados para ir a traer a los otros dirigentes: Daniel Ortega, Humberto Ortega, Bayardo, Víctor Tirado. En el lugar donde se iba a realizar la reunión, ya estaban Henry Ruiz y Carlos Agüero, era en el macizo del Kiawás.

El que toma esa decisión es el propio comandante Carlos, porque ya habían pasado toda el área más peligrosa; el único lugar que faltaba era la ermita de Boca de Piedra, que es un gancho de abra, un abra que viene de sur a norte de Yaosca arriba, y el abra que va de oeste a este, que es donde iban ellos. Esa es un abra que habíamos usado de años, pero que la dejábamos enfriar por épocas. La Guardia se emboscaba esporádicamente.

Mónica: David, nos habías relatado en otra ocasión que en 1979 fuiste parte del equipo que se formó para ir a recoger los restos del Comandante a Boca de Piedra. ¿Podrías contarnos esa experiencia?

David: A mí me designó la Dirección Nacional del FSLN para ir a traer los restos de Carlos Fonseca a Waslala, donde ya los habían trasladado. Entre los compañeros que fuimos iba Irving Dávila. Había otro grupo de compañeros que lo habían ido a traer a Dipina, una comarca al este de Boca de Piedra, a unos quince minutos en helicóptero, que fue donde la Guardia sepultó al Comandante.

Mónica: ¿O sea que la Guardia movió a Carlos, ya muerto, a otro sitio no muy lejano?

David: Sí, ya muerto se lo llevaron a esa comarca a enterrarlo. Entonces a él le cortaron las manos. Ahí en Boca de Piedra, donde yo había estado mucho antes, habían reclutado a un campesino de apellido López7, quien fue al que obligó la Guardia a cortarle las manos, las dos manos.

Mónica: ¿Cuál es el sentido de cortarle las dos manos?

David: Me imagino que para constatar su identidad con las huellas digitales. Pude ver con posterioridad Novedades, donde aparece un gran titular en la fecha de la muerte de él. Dice el gran titular: “Descabezado el FSLN”, y la cabeza de él; es decir, el cuello del Comandante Fonseca quedó en un trozo de madera, dejando la cabeza levantada, y la foto la tomaron sólo del cuello. Entonces pensábamos que era algo maquiavélico de la Guardia de Somoza, cortarle la cabeza, porque decía: “Descabezado el FSLN” y la foto aparentaba eso. Después del triunfo de la Revolución, al campesino López lo echaron preso, y yo fui a hablar por él, porque prácticamente lo que hizo fue porque la Guardia lo obligó.

Carlos Fonseca para mí fue lo más grande, el más extraordinario revolucionario; es decir, un hombre dedicado toda la vida a la causa, que tuvo su tiempo para luchar por la libertad de Nicaragua. Fue un hombre muy correcto. Fue incuestionable su moral, su honradez.

Carlos Fonseca es prácticamente quien mantiene la unidad en el FSLN. Sin un Carlos Fonseca, el Frente Sandinista se hubiera dividido mucho tiempo antes de 1975. La división se da cuando ya hay un grado de desarrollo y él es partícipe, pero en gran medida, cuando él entró a la montaña, ya no fue protagonista de algunos acontecimientos. Él insistía en cómo se tenía que dar la victoria.

Carlos es como una especie de raíz de un árbol, que de una u otra forma influyó en la educación de todos los dirigentes del Frente y eso es fundamental. Las concepciones de Carlos Fonseca son fundamentales para el triunfo del sandinismo, pueden dar fe de ello los dirigentes que están vivos.

Mónica: Gracias, David, por tus aportes y reflexiones.

Siempre en base al testimonio de “El Zorro”, parece que el grupo de los once compañeros que estaban con Carlos, fue dividido por él, y les dio misiones. El grupo uno, compuesto por Inés Hernández y Víctor Manuel Urbina, iban a abrir la ruta a Honduras; el grupo dos, integrado por Facundo Picado, Silvio “116” y “Mayra”, cuya misión era ir a El Bote a esperar a los dirigentes que vendrían del Pacífico a la reunión; y el grupo tres, formado por “El Zorro”, Claudia Chamorro, Leonel “112” y el “113”, que debía quedarse en Kusulí, para garantizar el traslado hacia Iyas de los dirigentes que venían del Pacífico. Y Carlos se quedó sólo con Benito Carvajal “114” y Crescencio Aguilar “Danilo”.

En su relato, “El Zorro” dice que él y Facundo Picado se opusieron desde el primer momento a la decisión de Carlos Fonseca, porque significaba que él iba a aventurarse por una ruta que era desconocida, con dos inexpertos: “Danilo”, un chavalo campesino de dieciséis años, reclutado el año anterior, y Benito Carvajal “114”, otro chavalo todavía más nuevo, que había llegado de la ciudad apenas seis meses antes. Carlos se marchó con ellos el 7 de noviembre por la noche hacia su cita con la muerte.

Creo que la manera como muere Carlos Fonseca, el hecho que haya organizado esos tres grupos, a mi juicio no expresa una irresponsabilidad, sino un profundo desprendimiento en aras de los objetivos. Y el objetivo principal, como lo hemos relatado aquí, era lograr una buena reunión que permitiera resolver las diferencias entre los dirigentes sandinistas, relanzar la estrategia y avanzar más rápidamente hacia la victoria.

Oyente: Julio López. A mí me parece que es de mucha importancia ese detalle que vos acabás de dar, que dice mucho del comandante Fonseca. Él le daba tanta importancia a esa reunión para redefinir la estrategia, que decide desprenderse de sus mejores hombres, de sus mejores cuadros, de sus mejores baqueanos, y se queda totalmente desprotegido, para ir a buscar a los otros compañeros, para poder hacer la reunión; y Carlos prácticamente se queda solito, se queda sin chan, se queda sin nada, sacrificándose incluso para hacer posible ese encuentro que debería conducir a un viraje estratégico. Yo creo que toda la vida de Carlos está llena de esos pequeños detalles que muestran su grandeza.

Mónica: Quiero leerles este testimonio de Francisco Rivera (Ibídem: pp.122-123):

El siete de noviembre a las siete de la noche, mientras caía un gran aguacero, inició Carlos Fonseca su marcha postrera acompañado de los dos muchachos que se había obstinado en elegir, dejándome a mí con los otros tres, Claudia Chamorro, entre ellos. Antes de partir me ordenó entregarle a “Danilo”, el campesinito, los papeles que me había confiado la primera vez, en junio, y que yo anduve todo ese tiempo bajo la camisa metidos en un envoltorio de plástico y así mismo le acomodé al chavalo el envoltorio debajo de su camisa. Me abrazó y fue un abrazo para siempre.

Y ahora que reflexiono en mis recuerdos sobre aquel momento tan cargado de tristeza, encuentro que era extraño: siete compañeros se despiden a las siete de la noche de un siete de noviembre y la lluvia que caía sin clemencia. Y tampoco olvido su estampa al irse, la barba de meses poco desarrollada, su gruesos lentes que le eran tan necesarios por la miopía, su uniforme verde olivo, sus botas altas, su escopeta automática calibre 12, su pistola Browning nueve milímetros de 14 tiros y una granada de fragmentación al cinto.

Salía de noche porque a pesar del problema de la vista que le dificultaba la marcha en la oscuridad, el primer trecho había que hacerlo por un camino transitado, antes de penetrar al monte por un abra. Así fue que cayó en Boca de Piedra, Comarca de Zinica, esa misma noche del siete de noviembre del 76, sorprendido por una patrulla de guardias a pocas horas de marcha de El Varillal, donde nos habíamos despedido sin que yo lograra oír los tiros, debido al ruido del aguacero que siguió cayendo al amanecer. Combatió en desventaja, el “114” cayó con él y “Danilo” pudo escaparse, pero fue emboscado y muerto posteriormente.

Fue directo a su muerte, Carlos Fonseca, obsesionado por esa idea de una reunión para la unidad, medio ciego, guiado por un niño bajo la lluvia en la noche cerrada de la montaña y cercado de los peores presagios: patrullas asesinas, helicópteros, perros de presa; las comarcas sembradas de muertos, los ranchos y las milpas quemadas, los caminos vigilados palmo a palmo, la guardia acampando en las capillas y en las ermitas, y cuando todo el mundo nos denunciaba por miedo y eran pocos los que se atrevían a colaborar.

Víctor Manuel: El Comandante Carlos, como dicen, siempre vive en el pensamiento de los hermanos sandinistas. El mensaje es que siempre sigamos su ejemplo, de nunca doblegarse hasta la muerte.

Mónica: Y seguir luchando hasta que Nicaragua sea a como él la quiso, una Nicaragua para todos.

Himno a Carlos Fonseca de Carlos Mejía Godoy

Poseídas por el Dios de la furia y el demonio de la ternura. Salen de la cárcel mis palabras hacia la lluvia. Y sediento de luz te nombro hermano en mis horas de aislamiento, vienes derribando los muros de la noche nítido, inmenso.
Comandante Carlos, Carlos Fonseca, tayacán vencedor de la muerte, novio de la patria rojinegra Nicaragua entera te grita: ¡Presente!
Cuando apareciste llegaste a nosotros con tus ojos miopes, azules, intensos, fuiste desde entonces el hermano terco, indeclinable, sempiterno. Fuiste mecanógrafo, hormiga, martillo y al día siguiente de nuestro encuentro vimos tus letreros subversivos en todos los muros de nuestro pueblo.

Comandante Carlos...

Una bala en la selva de Zinica penetró en tu recio corazón de santo y estalló tu sangre en nuestras vidas como una gigante bomba de contacto. Desbordante de amor hacia los hombres, trinitaria roja tu pecho desnudo, tus ojos azules generosos apuntando firmes hacia el futuro.
Comandante Carlos...
Cuando los afiches del tirano sean insepultas huellas de la escoria; cuando los traidores y cobardes sean referencias de una vieja historia. Las generaciones venideras de la Nicaragua libre y luminosa van a recordarte eternamente con tu carabina disparando aurora.

Comandante Carlos, Carlos Fonseca, tayacán vencedor de la muerte, novio de la patria rojinegra Nicaragua entera te grita: ¡Presente!



6 de noviembre de 1999






NOTAS


1 Detalles de la búsqueda de este contacto están en la entrevista a Hugo Torres sobre la Montaña.

2 En el libro de Sergio Ramírez, “El Zorro” se refiere a Víctor Urbina como “Juancito” y a Inés Hernández como “Pedrito” o “El humilde campesino”, lo que se ha prestado a confusión.

3 Don Máximo Martínez es reconocido entre los guerrilleros como “El Patriarca de Kuskawás”, por su liderazgo entre los campesinos y su firme apoyo a la guerrilla.

4 La emboscada de San Antonio de Kuskawás se realiza el 9 de septiembre de 1975. Participan Filemón Rivera, Jacinto Hernández, Chico Ramírez, Facundo Picado, Alvarito Hernández, Serafín García, Crescencio Rosales, Fidel Aguilar. Es uno de los más importantes golpes de la guerrilla en ese período, pues caen 13 guardias

5 Carlos entra a la montaña en marzo de 1976, pero Francisco Rivera se conecta con él hasta junio, en el campamento de Las Vallas. Cuando Rivera llega a este campamento, encuentra ahí a Carlos con un grupo de compañeros, entre ellos, cuatro campesinos: Inés Hernández, Facundo Picado, Víctor Manuel Urbina y Vidal Urbina, hermano de Víctor.

6 La Guardia atacó el campamento de Las Vallas a finales de septiembre de 1976. Facundo Picado organizó la retirada.

7 Se refiere a Matías López, cuya casa quedaba a 200 metros de la Capilla de Cristo Rey, sobre el Río Boca de Piedra. 


Últimos comentarios del relato
  • carlos :

    Me podrian decir si los papas de Claudia Chamorro Chamorro eran los dueños de una jaboneria..? como se llamaban...no encuentro su biografia. gracias.

    30 Jan, 16

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