Memorias de la lucha Sandinista

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Firmeza y dignidad de la mujer sandinista

Vilma Núñez de Escorcia


Vilma Núñez de Escorcia nace el 25 de noviembre de 1938 en Acoyapa, Chontales. Hija de Humberto Núñez, dirigente del Partido Conservador, opositor a Somoza, y de Tomasa Ruiz. Estudia su primaria en Acoyapa y secundaria en el Colegio Divina Pastora, en Managua.

En 1958 se incorpora al movimiento estudiantil en la Universidad de León, donde estudia la carrera de Derecho. Forma parte del Comité por la Libertad de los Presos Políticos a partir de ese año. Es sobreviviente de la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959. Como militante de base del Partido Conservador y abogada especialista en Derecho Penal y Derechos Humanos, se vincula con el Frente Sandinista de Liberación Nacional desde las acciones estudiantiles de protesta, y es formalmente reclutada en 1975.

En 1979, cuatro meses antes del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es encarcelada, torturada y procesada ante un tribunal militar, por la presunta comisión de un delito de tráfico de armas que jamás había cometido, condenada a diez años de prisión y al pago de una multa millonaria; es excarcelada antes del triunfo, mediante fianza.

Al triunfo de la revolución es nombrada magistrada de la Corte Suprema de Justicia y vicepresidenta de la misma (1979-1987). Entre 1987 y 1990 se hace cargo de la Comisión Nacional para los Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios. Luego de la derrota electoral del FSLN en 1990, funda el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), organismo no gubernamental del cual es presidenta y directora hasta la fecha.

El enfrentamiento de la dictadura no sólo fue con las armas en la mano. Mientras la organización guerrillera se desarrollaba, a veces con altibajos y lentitud, la lucha avanzaba también en los campos de la reivindicación social, a través las movilizaciones, denuncias y el enfrentamiento político del sistema opresivo. Los luchadores eran perseguidos, capturados, torturados y, muchas veces, asesinados en las propias cárceles.

La lucha por la defensa de los derechos civiles y políticos fue una trinchera fundamental en la que batallaron honrados abogados, que desafiando abiertamente al régimen, defendían a los presos políticos, se sumaban a las manifestaciones y además, muchos de ellos cumplían misiones clandestinas como colaboradores. Aquiles Centeno Pérez, por ejemplo, defendió desde la primera carceleada a Doris Tijerino; el doctor Roberto Argüello Hurtado, también; Mario Mejía, quien después sería acusado por la dictadura y tuvo que salir al exilio; Yadira Centeno hizo una vibrante defensa de Rosa Argentina Ortiz; y los doctores Diego Manuel Robles y Cristóbal Genie, en Matagalpa, también cumplieron ese rol. Todos ellos se involucraban a riesgo de sus propias vidas en esta preciosa e importante tarea de la defensa de los derechos civiles de los perseguidos por el régimen somocista. Vilma Núñez de Escorcia formó parte de este conjunto, por cierto no muy numeroso de juristas, que con la ley en la mano libraron batallas estratégicas en este campo.

Dos días antes de este diálogo con Vilma, se había conmemorado un aniversario del 4 de mayo, que Sandino bautizó como “Día de la Dignidad Nacional”, y que lo es porque en 1927 nuestro héroe nacional lo convirtió en ocasión para la dignificación de Nicaragua, porque “todos menos uno”, aceptaron la onerosa rendición con el Pacto del Espino Negro.

En las palabras del General Sandino:

El 4 de mayo debe ser efectivamente día de fiesta nacional, no porque en ese día Moncada haya vendido al ejército liberal, del cual era General en Jefe, como a una partida de bestias, debe ser fiesta nacional porque ese es el día en que Nicaragua probó ante el mundo, que su honor nacional no se humilla; que le quedan todavía hijos que ofrendarían su sangre para lavar las manchas que sobre ella puedan echar los traidores.

En medio de referencias al significado de la gesta sandinista, compartimos reflexiones con Vilma Núñez, una de las mujeres más respetables de nuestro país, hija de Sandino, que con dignidad, coraje, valentía, perseverancia, dulzura, fuerza y sensibilidad, ha sido una incansable luchadora contra las injusticias y defensora de las utopías y las causas nobles.

Es conocida en toda la geografía nacional, no sólo porque en esas luchas su nombre aparece en las páginas de los periódicos, en la radio y la televisión, sino, sobre todo, porque es alguien que está en el terreno con la gente, en los lugares donde se producen las violaciones a los derechos humanos, siempre al lado de los afectados por los poderosos.

Conversamos con ella sobre cómo su compromiso con los derechos de los oprimidos le permitió identificar la injusticia con el somocismo. De ahí que la propia vida de esta gran mujer, esté marcada por el compás de la lucha sandinista en Nicaragua.

Mónica: ¿Cómo estás, Vilma?

Vilma: Mónica, ¿cómo estoy? Un poco emocionada, pero también cohibida, sinceramente. Quizás parezca mentira, pero me inhibo bastante, cuando delante de mí, hablan de mi persona, y más cuando se magnifican actitudes que en ese momento fueron las responsabilidades normales y comunes que se tenían que asumir frente a una situación determinada. Sin embargo, no puedo dejar de agradecerles profundamente que en este programa se esté recordando todo esto, en este momento en que se quiere olvidar que esta revolución, que debemos buscar cómo rescatar y cómo volver a fortalecer e impulsar, la hicimos muchas gentes, unos aportando más, otros aportando menos, pero que es la obra más colectiva del pueblo de Nicaragua.

Oyente: Pedro Pablo Martínez Téllez. Como fue el 4 de mayo, Día de la Dignidad Nacional, quiero decirles que Sandino también es patrimonio de todos los nicaragüenses. Como héroe nacional de la patria, es el símbolo de la lucha popular clasista y anti-imperialista y, por tanto, es un patrimonio de los sandinistas revolucionarios y de todo el pueblo nicaragüense.

Oyente: Alfonso Sálomon. Quería saludar a doña Vilma, quien tiene en la política nacional una posición bien definida; su prioridad no es ser candidata a nada, sino esa vocación infinita de servir. Esa es la conclusión que yo he sacado de esta ejemplar mujer nicaragüense de la cual nos sentimos todos orgullosos. Eso demuestra que uno puede ser revolucionario, sin necesariamente pertenecer a un partido; porque la actitud de doña Vilma es verdadera y revolucionaria, de la cual deberíamos tomar ejemplo los nicaragüenses; porque al que hay que servir es al país, a la nación, al pueblo de Nicaragua, no a un partido.

Oyente: Aura Violeta Aldana. Qué mejor manera para recordar el Día de la Dignidad Nacional, que teniendo a doña Vilma Núñez de Escorcia allí en la radio. Una de las mujeres más respetables, fundamentalmente por sus principios. Doña Vilma va a pasar a la historia como un referente de dignidad, como paradigma histórico del género femenino.

Mónica: Yo quería, doña Vilma, que nos contara de sus raíces: ¿Cómo es que a su padre lo llegaba a capturar la Guardia? ¿Y cómo es que ello le marcó para involucrarse con el FSLN?

Vilma: Efectivamente, yo conocí desde muy pequeña lo que es la injusticia, la cara del somocismo y el accionar del somocismo.

Soy originaria de Acoyapa, un pueblo súper conservador, en todo sentido, pues era la cuna de Emiliano Chamorro. Mi padre era de origen conservador, fue diputado dos veces en aquellos tiempos, no me acuerdo ni cuándo, en los años 40, por ahí. Siempre fue como el dirigente principal del Partido Conservador, o sea, del partido que histórica y tradicionalmente hacía la oposición a Somoza.

Recuerdo que cada vez que había algo en contra de Somoza, a mi padre lo echaban preso. Entonces, aunque mi padre no vivía en mi casa, porque, te quiero decir, soy hija fuera de matrimonio; y ésa es otra de las facetas de mi vida, que marcó para siempre mi condición de clase, llegaba la Guardia en la noche a golpear a patadas las puertas de mi casa.

Después, recuerdo aquel caminar en una calle pedregosa de Acoyapa, de mi casa al lugar donde lo tenían preso, a suplicarle a los guardias que nos dejaran ver a mi papá, que por cierto tenía presión alta o algo así. Lo encarcelaban en una bartolina, y a veces lo sacaban en una hamaca al corredor. Es algo que tengo presente, y que no se me olvida. Entonces, yo desde muy niña tomé conciencia, tenía para entonces unos siete u ocho años, y tomé una posición y una actitud frente al somocismo. Por lo tanto, soy anti-somocista desde muy pequeña.

Te quiero hablar de eso que mencioné de mi conciencia de clase. Por ser hija fuera de matrimonio, quizás del hombre más importante del pueblo con una familia formal y muy influyente, a veces recibíamos algunas reacciones adversas de las amistades de la familia formal de mi padre. Hasta cierto punto, nosotros éramos como los hijos preferidos de mi padre, porque él nos quería muchísimo a los tres hermanos que éramos.

Algo que yo recuerdo siempre, fue la reacción de la Directora de la escuela pública donde yo estudiaba. Recuerdo que íbamos a hacer la primera comunión, en el acto de toda la escuela; y el día anterior, la Directora me llama y me dice: –Dígale a su mamá que en la lista de primera comunión mañana, usted no va a aparecer como Vilma Núñez, sino como Vilma Ruiz, que era el apellido de mi mamá, porque Dios no entiende de reconocimientos.

En ese momento no comprendía la dimensión de todas esas cosas; entonces voy donde mi mamá tranquilamente con la razón, y es lógico, mi mamá reacciona indignada. Una gran frustración sentí yo, cuando ella impide que nosotros demos la primera comunión con el grupo.

Mónica: Su mamá era bastante fuerte, porque prefirió que no dieran la primera comunión allí, a tener que doblegarse.

Vilma: Exactamente, y entonces nos saca del grupo. Todo esto lo recuerdo perfectamente; lo viví quizás más como la frustración de no dar la primera comunión ese día, con el grupo de las compañeras porque era escuela de mujeres. Entonces el padre de la iglesia, que era Fernando Villanueva, reaccionó indignado, y en la misa del siguiente domingo, hicimos la primera comunión.

Mi mamá nos súper protegía, y entonces yo me sentía hasta cierto punto un poco presa. Me iba escondida a los ríos con mis amigas y amigos, y no entendía por qué tanta protección. Después, más mayor, fui asimilando por qué ella tanto nos protegía; pero al mismo tiempo, desarrolló en nosotros aquello de la autoestima: –Ustedes tienen que ser los mejores, ustedes valen. Los mejores siempre, en aquello de la competencia en las escuelas, influyó tanto en nosotros que he tenido una autoestima muy grande.

Pero toda esta situación de la discriminación, la interioricé cuando me tocó salir de la escuela pública de Acoyapa, para entrar en secundaria. Yo quería entrar al Colegio de La Asunción, donde estaban mis amigas del pueblo, y no pude, porque era hija ilegítima. Después las monjas cambiaron todo eso, y vos debés saber que fue uno de los pilares que ayudaron a la lucha revolucionaria. Después me tocó estudiar en el Colegio Divina Pastora, me mandaron a Managua interna porque en Acoyapa no había secundaria. Todo eso me forja desde muy pequeña y llego después a la universidad.

Mónica: ¿Y tus padres?

Vilma: Mi papá murió, desde que estaba muy pequeña. Ese fue otro factor muy desafortunado para nosotros, que también nos marcó, porque nos tocó lidiar con una serie de limitaciones económicas. Mi padre nos dejó capital, pero no en manos de mi madre, sino de un guardador; éste nos robó todo. Me acuerdo que había complicidad de los jueces, porque éstos tenían que autorizar la venta de bienes de los menores y lo habían hecho de manera arbitraria. De allí es de donde nace mi interés de estudiar Derecho. Nosotros tuvimos que estudiar con grandes limitaciones. Mi mamá también murió, en 1975, y ya no pudo ver la revolución.

Mónica: ¿Ella entendió su lucha? Sé que uno de sus hermanos de padre y madre, León Núñez, dice que nunca ha sido sandinista, y que más bien es del Partido Liberal; es decir, en la familia no eran todos de la misma línea. Cuéntenos un poco de eso.

Vilma: Sí, León Núñez es mi hermano y le tengo lógicamente un cariño filial muy grande. No compartimos puntos de vista en muchísimas cosas; los dos enfrentamos esas mismas situaciones que expresé, pero las personas, aunque sean hermanas, reaccionan de diferente manera. Pero además, él tuvo otras oportunidades, por ese esfuerzo de mi madre de sacarnos adelante, estudió diez años en las mejores universidades de España, lo que le dio un bagaje de formación profesional muy grande; pero reaccionamos de manera distinta frente a toda esta discriminación.

En cuanto a cómo me vínculo con el Frente, fijate que cuando termino de estudiar secundaria, llego a la universidad cuando se iniciaba la lucha, después de adquirir la autonomía universitaria. La primera cosa que nosotros hicimos al llegar a la universidad, fue vincularnos con el movimiento estudiantil, y te digo que habíamos pocas mujeres. Fui parte del primer Comité Pro-Libertad de Reos Políticos Universitarios. Estaban presos Emilio Borge, el doctor Alonso Castellón, quienes eran profesores, y el Comandante Tomás Borge Martínez, quien era estudiante de la universidad. Estaban presos porque se les involucraba en el ajusticiamiento de Somoza García, y yo encabecé ese Comité, incluso tuvimos varias entrevistas con Luis Somoza.

Mónica: Estaban presos también Edwin Castro y los acusados de participar en el movimiento de abril del 54.

Vilma: Sí, exactamente, estaban presos todavía. Pero resulta que el Comité se organiza con carácter universitario, sólo en función de los estudiantes y los profesores presos. Luchábamos por el respeto a la autonomía universitaria recién conquistada. Luego se dan las acciones de El Chaparral y la respuesta estudiantil con el famoso “Desfile de los Pelones” y la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959.

Yo iba en esa marcha, y por suerte estoy viva; soy una de las sobrevivientes de esa masacre estudiantil. Siempre las mujeres que participamos en eso, íbamos adelante y tuve esa suerte de salir con vida. Pertenezco a la generación del 23 de julio, y ese día para mí es sagrado; nunca dejo de ir al acto de la Universidad allá en León, salvo cuando por cuestiones de trabajo no estoy en el país.

Siempre mantuve una lucha dentro del movimiento estudiantil; era muy activa y muy beligerante. Recuerdo que no ocupé nunca un cargo de dirección dentro de las estructuras del Centro Universitario de la Universidad Nacional, que era la dirigencia estudiantil; y ahora me doy cuenta que era precisamente por la famosa discriminación en contra de las mujeres. Las mujeres éramos las que hacíamos de todo, cerrábamos los mercados, buscábamos los apoyos cuando los muchachos se ponían en huelga de hambre en la universidad, éramos las que pasábamos la comida. Me acuerdo que por la Iglesia La Merced nos subíamos las tapias para pasarles la comida a la universidad, pero nunca nos elegían; y ahora ya me doy cuenta del por qué.

Cuando ya estoy en la universidad, los amigos de mi padre me buscan porque me destacaba por mi lucha política, y además, porque no abandonaba mis estudios, era excelente alumna. Bueno, por cierto, compañera de estudio de Iván Escobar1, y había hasta cierto punto una competencia entre nosotros porque él siempre iba detrás de mí, nunca logró ganarme; y siempre teníamos esa competencia por el primer puesto, por el segundo puesto. Los amigos de mi padre me buscan porque me veían como un prospecto para que me vincule al Partido Conservador.

Te digo que me vinculo con el Partido Conservador, más por razones afectivas que por una identificación ideológica. Incluso creo que en ese tiempo, en los partidos tradicionales como el Partido Conservador, no se hacía mucho énfasis, ni se cuidaban de estudiar qué cosa era el liberalismo, conservadurismo, ni socialismo, ni nada; sino que era una lucha completamente anti-somocista.

Sin embargo, mi experiencia y participación fue así como de base en el Partido Conservador. Me permitió abrir un poco los ojos y darme cuenta que la solución de los problemas de Nicaragua no estaba en las paralelas históricas, y que había que ir mucho más allá, y entonces recordaba que tenía razón Fernando Gordillo. Fue un compañero entrañable, muy amigo mío, quien me empezaba a hablar de las luchas que había que emprender de otra forma.

Mónica: Parece que Fernando Gordillo fue un faro en ese período. Varias mujeres, como Michele Najlis, me han hablado de él como un educador, como un ser que guiaba a la gente de la universidad para comprometerse en otro tipo de lucha.

Vilma: Quería decirte que yo me vinculo con el Frente Sandinista, cuando todavía estoy en el Partido Conservador. Mi primera vinculación con el Frente fue sin saber que estaba participando en una acción del FSLN. Fue cuando las luchas por las tierras en las comunidades indígenas de Sutiava, en la toma de las Lomas del Panecillo, donde incluso hubo muertos. A mí me tocó manejar la defensa de todos los involucrados, y yo no sabía que era una acción del Frente Sandinista; sin embargo, los que ya andaban directamente en él, analizaron cuál era mi actitud, mi comportamiento, mis inclinaciones y comenzaron a buscarme.

Salvador Pérez, de allá de la comunidad indígena, me habló en nombre del Frente Sandinista pidiendo colaboración económica, y así me empecé a vincular. Después, prácticamente era como la defensora oficial de todos los presos que caían en las luchas pre-insurreccionales.

Me comencé a vincular ya más directamente como en 1975, pero quien me recluta, para usar esa palabra que siempre se usaba, directamente y me propone integrarme al Frente Sandinista, es el compañero Blas Real Espinal. Fue quien me habló directamente del por qué yo ya era del Frente2.

Mónica: Blas es de una familia de El Viejo, y su hermano Leonardo Real Espinal, cayó en la montaña en 1976.

Vilma: ¡Exactamente! Entonces, yo me acuerdo del gran susto que me di cuando matan a Blas Real Espinal, porque él me llevaba gente que estaba o que caía presa para que la defendiera, incluso cuando ya mi casa es casa de seguridad del Frente Occidental Rigoberto López Pérez.

Blas me llevó a una compañera como empleada para buscar que fuese alguien de confianza política, por las tareas que realizaba. Me acuerdo mi gran susto y mi gran tristeza, cuando en la televisión veo la cara de Blas Real Espinal muerto. Apareció asesinado en San Benito, por Rancherías, en Chinandega, después de haber estado preso algunos días. Lo asesinan junto a otros compañeros y un hermano de la empleada que él me había llevado3.

Después trabajé directamente con el Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez, desde antes de la insurrección de septiembre. Mi responsable, para usar la terminología de entonces, y con quien trabajaba más directamente, fue Róger Deshón. Pero quien me forjó mucho el pensamiento y me ayudó incluso a que saliera viva después de cinco días de torturas, fue Oscar Pérezcassar. La Guardia no logró que yo revelara ni un sólo dato de toda la logística que había quedado en mi poder, después que mataron a los muchachos, los héroes de Veracruz.

Mónica: ¿Entonces a usted la capturan después de la masacre de los Héroes de Veracruz?

Vilma: ¡Exactamente! A Oscar Pérezcassar yo lo transportaba muchísimo, y él no perdía un solo momento en estarme explicando el porqué de las cosas y estarme diciendo cómo tenía que actuar si me capturaban. Él me preparó para eso. A los muchachos los matan en Veracruz porque un estrecho colaborador del Frente, que se llama Pedro Bustillo, quien está viviendo creo en Honduras, dueño de una desmotadora, los denunció. Él nunca pudo asimilar cómo, siendo él colaborador del Frente Occidental, se había tomado la decisión de hacer un operativo para quemar las desmotadoras como una forma de presión económica y él era dueño de una desmotadora4.

Él fue quien denunció a los compañeros y por eso los matan. Yo estaba fuera del país, haciendo unas gestiones, cuando eso ocurre. Otto, mi marido, comienza a llamar y me dice: –”Ródrigo” dice que te vengás inmediatamente; y él tenía una gran preocupación porque había dos compañeros que tenían el pseudónimo de “Ródrigo”. El que Otto conocía, era Chico Quiñónez, que vivía contiguo a la casa donde mataron a los compañeros de Veracruz. Entonces a él le preocupaba que este “Ródrigo” me estuviera llamando así. Pero cuando él me da la razón por teléfono, me doy cuenta que el “Ródrigo” que me está llamando es Joaquín Cuadra.

Yo era chofer de Joaquín Cuadra. Entendí después por qué Róger Deshón se empeñaba en que siempre fuera yo quien lo llevara y lo trajera. Lógicamente, para que no mucha gente lo conociera. Después me di cuenta de la importancia de Joaquín Cuadra; yo no sabía quién era, ni sabía que era del Frente Interno por la Tendencia Tercerista. Se empeñaba en que fuera yo quien lo condujera, y a veces incluso ya casi de nochecita, lo que me causaba algunos niveles de tensión en la casa porque a Otto le daba temor, y le decía yo: –No se preocupen que voy a ir con la Julia. Julia era la empleada, esa que me llevó Blas. Ella era incapaz de saber por dónde nos andábamos moviendo en Managua, y era cómico que yo venía a dejar a Joaquín, a veces con la empleada, por lo que ya era de noche. De día no había problemas. Entonces por la cobertura de que yo era miembro del Partido Conservador, jamás les hacía pensar que estaba trabajando con el Frente Sandinista.

Después, cuando matan a los muchachos de Veracruz, precisamente es a mi casa donde llega Joaquín Cuadra a hacer la reunión para reestructurar lo que es el Frente Occidental. Me acuerdo que entro del aeropuerto en la mañanita a mi casa, y encuentro sentadas en la sala a Ana Isabel Morales –ahora sé quiénes son– y Leticia Herrera, dos personas que nunca las había visto; y entonces, después Joaquín me explica de qué se trata todo. Deciden que Leticia es la que va a asumir las funciones que tenía Róger, que ella va a ser mi responsable, y que además va a vivir en mi casa, porque quien vivía en mi casa de manera permanente era Róger.

Entonces recuerdo que después, con Leticia, conocí a Dora María. Dora estaba ese día refugiada en la casa de las monjas de La Asunción, y cuando Leticia va a reunirse con ella, me ve la cara y me dice: – ¿Por qué te asustaste? ¿La reconociste? Entonces yo le digo: – ¡Claro, esos ojos son inconfundibles! Los ojos de la Dora María con el rostro debajo del pañuelo, en el asalto al Palacio. Inmediatamente me di cuenta de quién era.

Son vivencias que recuerdo con una fuerza increíble; por ejemplo, a mí me tocaban cosas como ir a recoger a Leopoldo, Polo Rivas, quien entra de Honduras e ir a buscarle casa de seguridad en León. Siempre se buscaba una casa que no provocara sospecha. Me acuerdo que le busqué la casa de unos compañeros que colaboraban con el Frente, de origen burgués, y él no se sintió bien, y me decía: –Vení sacame de aquí, porque me hacen muchas preguntas, me quieren estar hablando mucho, y darme muchas opiniones. Él estaba como muy impaciente. Me correspondió compartir de cerca esta situación con muchos compañeros y compañeras.

Leticia también me explicó muchísimas cosas, y Pedro Bustillo, la persona que denunció a los muchachos de Veracruz y por el cual los mataron, fue también la persona que me denunció a mí. Nos denunció a nosotros. O sea, este hombre sabía dónde estaba la información concentrada y quería quebrar completamente al Frente Occidental.

¿Por qué me doy cuenta de esto, cómo supe esto? En ese momento no sabía. Cuando triunfa la revolución, Ana Isabel Morales me contó que habían encontrado todo mi expediente cuando llegaron al Búnker, y allí es cómo ellos también se dan cuenta de que el que nos había denunciado había sido Pedro Bustillo.

Cuando me capturaron, de mi casa se llevaron unas armas que el día anterior un colaborador había sacado de su casa nervioso y ya no tuve tiempo de ubicarlas en otro lugar; porque la orientación que tenía era que en mi casa no debía haber armas, porque allí llegaban muchos compañeros.

Mónica: ¡Claro! Muchos jefes llegaban allí.

Vilma: ¡Exactamente! Como había caído todo el Estado Mayor de León, había que recontactar las estructuras. Recuerdo que Joaquín me dijo: –Tratá de recordar quiénes son los colaboradores, dónde están los buzones, quién puede tener tal cosa y quién tal otra; y tratamos de hacer una reconstrucción. Pero Leticia puso en clave toda la lista de los colaboradores. Me imagino que eso mismo se hizo con muchos otros de los colaboradores; los que estaban en mi casa, era una lista muy importante, que si la han encontrado con nombres y apellidos hubiera sido un quiebre fatal.

Sin embargo, no me lograron hacer hablar, y una cosa que me quitaron, y que me hubiera gustado después haberla conservado, fue la ametralladora personal de Oscar Pérezcassar. Era una de esas que se doblan, lindísima, yo nunca la toqué, nunca en mi vida he tocado un arma, les tengo miedo; y entonces me acuerdo que cuando caí presa, con esa campaña de desprestigio que trataron de montar los de la Guardia, decían que ésa era un arma propia para mujeres y era la de Oscar Pérezcassar.

Mónica: ¿Doña Vilma, cómo la interrogaron?

Vilma: Fijate que a mi esposo y a mí nos capturaron como a las cuatro de la mañana. Rodearon toda la casa en un operativo como que éramos la gente más criminal del mundo. Incluso doña María Lacayo, hermana de Manuel Ignacio Lacayo, una linda gente de allí de León, siempre me dice cuando me ve: –Me debés un rosario de oro; porque la Guardia se metió hasta su cuarto y se le robaron un rosario de oro.

O sea que se tomaron prácticamente toda la manzana. Nos sacaron de la casa, me vendaron los ojos con la camiseta de Otto, se la quitaron a él, y nos llevaron a El Fortín; por el movimiento del vehículo, yo sentí que nos llevaron ahí. Nos tuvieron hasta como a eso de las diez u once de la mañana; pusieron el radio bien alto, a Otto lo pusieron aparte y a mí aparte, para que yo oyera lo que la Guardia estaba diciendo: –Como no, ella está capturada, pero nosotros no hemos capturado a su marido.

Había ya la presión universitaria, la presión de la gente en las calles, las mujeres del mercado. Los amigos de mi esposo Otto llevaron a mi hija, que tenía nueve años y que quedó en manos de la empleada y en poder de la Guardia en mi casa. No quisieron que la vecina la sacara. Eso me angustiaba tremendamente, y yo la escuchaba en la radio que le decía a la Guardia: –Devuélvame a mi papá, si a mi papá se lo llevaron con la mamá. Era una forma de irme ablandando, para que yo creyera que a Otto lo iban a matar.

Casi todo el día sólo me tuvieron metida allí en un cuarto inmundo en El Fortín, y es hasta en la tarde que ya me sacan vendada, me llevan a un cuarto donde me van a interrogar y me quitan toda la ropa. Sólo tenía una capucha y estaba completamente desnuda; eso es lo más destructivo que te podés imaginar, y a esa edad yo no sé si ahorita me preocuparía pero a esa edad, bueno, hace veinte y tantos años. Resulta que no me torturaron los torturadores tradicionales de León, Pablo Espinales y un “Chele Aguilera”, porque como yo los conocía por el trabajo diario allí sacando presos y todo, les iba a identificar la voz, y fueron agentes de la Oficina de Seguridad Nacional de Managua, a la que le tenía horror.

Me acuerdo cuando vos estuviste presa, me acordaba de la Doris Tijerino, sólo me imaginaba eso, y entonces quien dirigió el interrogatorio fue Franklin Montenegro, durante cuatro o cinco días. Pasaba como cinco horas interrogándome, así desnuda casi siempre. Tiraron agua en el piso, me pusieron chuzos con electricidad y así.

Primero me trataron de convencer para que colaborara, que no querían hacerme nada. Allí ya no podía negar, no podía negar. ¡Si habían encontrado una serie de cosas en mi casa! Entonces yo dije siempre que todo eso me lo había dejado “Lencho”, el que dirigió los operativos de las desmotadoras; pero que yo sabía que ya a “Lencho”5lo habían despachado para Honduras, después que lo saqué de la cárcel mediante un sobreseimiento, ya no había a nadie que afectar. Bueno, eso fue como cinco días torturándome, desnuda, interrogándome, pero no lograron hacerme hablar.

Mónica: Creo que todo esto es muy importante para entender cómo se forjó una, y de dónde viene una para ser como es hoy, y por qué la firmeza y la fidelidad a los ideales por los que nos comprometimos, por los cuales sufrimos muchos, tienen que seguir vivos; porque mientras no se realicen, ¿por qué vamos a dejar de luchar?

Oyente: María Haydee Sequeira. Realmente todo lo que ha expuesto la compañera Vilma Núñez es algo digno y valiosísimo que nos debe hacer reflexionar a cada hombre y mujer nicaragüense, independientemente del credo político o de cualquier creencia.

Quiero decir que la mujer nicaragüense ha sido valiente, sufrida y de vanguardia. Recordamos a Doris Tijerino, cuando fue masacrada, sus piernas moradas en una primera plana de La Prensa de aquellos años, y fue cuando León se volcó: mujeres, hombres, sacerdotes, religiosas, no quedó nadie en sus casas, protestamos y nos congregamos en el parque San Juan de Dios. De allí vimos salir a los políticos que les temblaban las piernas. Teníamos el cuerpo entero lleno de ira, de dignidad, y primera vez que yo tomo la palabra con casos concretos y un mensaje político del ideario de Sandino, de seguir luchando con la mente, con la cabeza en alto y sin arrodillarnos como esclavos ante lo que estábamos viviendo y el atropello que representaba para nosotros la violencia contra la compañera Doris Tijerino.

Lo que dice la compañera Vilma me recuerda que aquí no estamos nosotros para estar criticando qué es lo que vos fuiste, sino lo que fuiste capaz de hacer, y lo que estás haciendo y que estás dispuesta a seguirlo haciendo. Recordamos a un Chico Ramírez que perteneció a la Guardia de Somoza y que tuvo la valentía de entregar su fusil, junto a Efraín Nortalwalton, un profesor salvadoreño; estuvieron presos, y nosotros nos movimos en el movimiento estudiantil revolucionario en León; muchas personas de la sociedad leonesa colaboraron con dinero para recoger el costo del fusil y para que los sacaran de la cárcel.

Recordemos a los hermanos Tejada Peralta ¿qué les pasó?, ¿de dónde venían y cómo tuvieron la valentía de rebelarse ante el conjunto de injusticias que vivía el pueblo nicaragüense? Recordemos a los que venían de los movimientos cristianos, de la juventud, los hermanos Carrión que dejaron todas sus comodidades. La Juventud Socialista, el Movimiento Social Cristiano tuvo elementos como Hugo Mejía, quien se dio cuenta de la realidad y pasó a la Presidencia del CUUN, Moncho Centeno y las células que se organizaban donde las mujeres siempre estaban presentes.

Las mujeres usábamos unas redes de lucha en las que nos exponíamos hasta en nuestro prestigio como mujer, porque se nos tildaba con muchos epítetos que afectaban nuestra reputación, y no nos importaba, porque sabíamos que más adelante iba a estar el triunfo, incluso a favor de ésas y ésos que nos criticaban como mujeres desviadas, porque nos encerrábamos en los cuartos del CUUN. ¿A qué?, simplemente a hacer en los mimeógrafos manuales, panfletos de lucha que iban a ser distribuidos al día siguiente en la universidad y en la ciudad.

Recuerdo que vi cómo golpeaban a Orlando Castillo, lo estaban masacrando dos verdugos que le daban en la cabeza con la cacha de una pistola, frente a la Facultad de Odontología. Le quebraron sus anteojos y fue llevado preso en un carro Mazda anaranjado, cuya placa tomé; y entonces me movilicé hacia donde Omar Cabezas, y todo el movimiento estudiantil se dirigió a la casa del compañero Carlos Tünnermann. Le pusieron una capucha, lo estaban interrogando, y dimos veinticuatro horas de plazo para que lo liberaran; de lo contrario, nos levantábamos los estudiantes. Hicimos las gestiones y fue liberado.

En fin, el rol de las mujeres ha sido tan delicado, tan difícil y tan importante, que yo merezco saludar a todas mis hermanas y a la compañera Vilma; mis respetos por esa trayectoria de lucha a la par de todas, las que aún hoy día son nuevas, se están integrando, pero también valen mucho. ¡Adelante, pues! Y no desfallezcamos, que Nicaragua tiene que salir adelante.

Mónica: Hemos recibido muchas llamadas sobre la coyuntura política, los problemas internos del Frente Sandinista, pero quisimos centrarnos en el testimonio histórico. Doña Vilma, ¡sus reflexiones finales!

Vilma: Vos sabés que hemos compartido diferentes momentos, tratando de encontrar respuesta a estas situaciones tan complejas y tan difíciles. Creo que mi Partido, el FSLN, está viviendo la peor crisis que nos podamos imaginar. Sinceramente, siento que el Frente Sandinista es rehén de una dirigencia que lo tiene cautivo, y que no permite la posibilidad de participación real de toda la membresía y de toda la militancia, para buscar cómo darle otro rumbo.

Yo siempre reclamo mi derecho a que se me respete mi militancia política y con todo orgullo, porque es una militancia que me la he ganado. Digo soy militante del Frente Sandinista. Sin embargo, ya mucha gente me dice: – ¿Para qué seguís diciendo que sos militante del Frente Sandinista?

Mónica: ¿Usted cree, Vilma, que la militancia es exclusivamente estar en un organismo? Porque la militancia sandinista, la militancia de esos ideales de Sandino, la podés realizar aunque no estés en el cotidiano bregar de las tareas de un Partido llamado Frente Sandinista.

Vilma: Eso es precisamente lo que yo les contesto: la militancia hay que verla desde diferentes ángulos. Por qué yo voy a renunciar a una militancia que no se reduce a pertenecer o estar en un comité de base, o estar en la Asamblea Sandinista o estar obedeciendo las órdenes de una dirigencia, en la cual ya no creés; porque definitivamente ya no creo en ellos y no estoy de acuerdo con la forma como se está conduciendo al Partido.

Yo creo que nosotros, desde esa militancia real, no formal, de pertenecer a un órgano partidario, sino la real, que consiste en la consecuencia con los principios, una consecuencia con la lucha desde cualquier espacio. En eso estoy totalmente de acuerdo con vos; se puede seguir aportando a buscar cómo rescatar al Frente Sandinista, y yo no quiero perder la confianza de que algún día podamos rescatarlo.

Sin embargo Mónica, yo pienso que uno de los problemas que ha existido aquí, es la falta de coherencia que a veces hay entre el discurso y la práctica. Y creo que uno tiene que buscar cómo lograr esa coherencia. Allí es donde se plantea lo difícil, se plantea la disyuntiva de qué hacer de la práctica.

O nos vamos a mantener sólo con el discurso de oposición, buscando cómo desarrollar conciencia en la gente y que otros hagan las acciones, o vamos a buscar también cómo impulsar acciones para que respalden ese discurso que mantenemos. Sinceramente creo que de este sandinismo que está buscando cómo encontrar una opción diferente de la impuesta a nuestro Frente Sandinista por la cúpula, podría salir esa opción, esa opción que en un momento determinado puede rescatar al FSLN.

Yo quisiera que buscáramos cómo encontrar que todos estos grupos valiosos con inquietudes, pudiéramos anteponer actitudes, anteponer aspiraciones, saber ceder en un momento determinado y saber cómo fortalecer esa verdadera unidad, que no es la unidad del sometimiento, que es la que nos proponen por el otro lado.




6 de mayo de 2000







NOTAS


1 En el momento de la entrevista, era diputado del Partido Liberal Constitucionalista y Presidente de la Asamblea Nacional.

2 Blas Real Espinal cayó el 31 de octubre de 1978, junto a David Martínez, María del Pilar Gutiérrez y José Benito Centeno, entre otros. (Cronología, 23 años de lucha sandinista, IES).

3 En conversación posterior con la doctora Vilma Núñez, pude enterarme de que la compañera que trabajó como empleada doméstica y que era colaboradora, se llama Julia Munguía; y que su hermano, caído junto a Blas Real Espinal, era Francisco Méndez Munguía. Como se puede ver en la cita anterior, su nombre no está recogido en las cronologías oficiales.

4 En un comunicado del Frente Occidental Rigoberto López Pérez, se informó que el 7 de marzo de 1979, la unidad de combate Julio César Chávez atacó la desmotadora San José, en la Paz Centro, destruyendo maquinaria y una gran cantidad de algodón almacenado. (Gaceta Sandinista, No 4. pp. 32).

5 El nombre de “Lencho” es Lorenzo García; él vive actualmente fuera de Nicaragua.


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