Memorias de la lucha Sandinista

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Siete veces preso, pero no me doblegaron

Gonzalo Navarro Marín


Gonzalo Navarro Marín (en su cédula aparece como Teófilo Gonzalo Marín) es hijo de Manuel Antonio Navarro y de Marcelina Mairena Ñamendi. Nace en Monimbó el 10 de febrero de 1939.

Estudia hasta quinto grado en el Colegio Salesiano de Masaya y a lo largo de su vida aprendió v desarrolló varios oficios: panadero, carpintero, repostero, zapatero y fue vendedor de diversos enseres, como camas, muebles y cocinas. Estudió en Costa Rica técnicas en ventas.

Gonzalo Navarro fue uno de los dirigentes populares del Partido Socialista Nicaragüense (PSN) más conocidos y respetados en Carazo. Aunque nació en Masaya, protagonizó su militancia de sindicalista socialista en las ciudades caraceñas.

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Gonzalo desarrolló un espíritu revolucionario. Afirma que desde 1960 formó parte de una célula de Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN) en su natal Masaya, junto al barbero Román Suazo. Cuando la JPN fue reprimida, perdió contacto con esa organización revolucionaria.

En 1967, Salvador Suárez, de la Central de Trabajadores de Masaya (CTM), fue quien le habló por primera vez de la lucha contra la dictadura. Pese a que solo era pequeño comerciante, Gonzalo comenzó a cooperar económicamente con la CTM. También hacía pintas y visitaba algunos centros de trabajo: llegó a ser ejecutivo de esta organización.

Vendiendo cosas en Carazo conoce a la que será su esposa, Dora Espinoza, originaria de Las Esquinas, Diriamba, y en 1971 se casa con ella. Se traslada a vivir a Diriamba y entra en contacto con la realidad económica social en que vivían los obreros de esta localidad. Recuerda el impacto que le causó la miseria y la postración de la clase obrera.

Gonzalo: Empiezo a ver un estado desastroso del obrero agrícola y sin organización, por ejemplo, conocí a un compañero de Masaya en la finca de Bayardo Mendieta. ¡Estaba vistiendo harapos! Le digo, –Hombré ¿qué te pasa Masaya que estás así tan arruinado, descalzo, con dos chavalitos, en una casucha toda horrible? –Es que aquí estoy trabajando. –Pero hombré ¡vos no tenés que andar así! ¡Vos Masaya, vos no tenés por qué estar en harapos! ¿Y cuánto ganás? –Me pagan cinco pesos al día y como frijoles y arroz y el guineíto de aquí.

Eso me estrujó el alma, el espíritu. Hablando con Salvador Suárez, de la Central de Masaya le digo: –Allá en Carazo es un desastre todo eso, ¿no hay nadie del PSN ahí, para que trabajemos? –Me dice–: Te vamos a contactar con Julio Castro.

Julio Castro es mi mano derecha para iniciar la lucha sindical en Carazo. Hablo con la Confederación General de Trabajadores Independientes (CGT-i) de Managua, y me dan la representación en Carazo. Para entonces el PSN tenía pocas bases. Estaba el señor César Estrada, Julio Briceño padre, Nelo Herrera y su hermana Argentina, Julio Castro y toda su familia, sus hijos tenían doce o trece años; su hermano Raúl Castro y Mayra Rosales. Muy buenos muchachos, excelentes, esos son las bases de apoyo con las que me sustento en Diriamba. Para poder trabajar legalmente, formamos una comisión que decíamos que era una Asociación para el Progreso de Diriamba.

Inicié las labores sindicales. Observé, por ejemplo, que en la fábrica de empaque de licores Santa Cecilia, en tiempo muerto les pagaban siete córdobas a las mujeres por trabajar medio día. En tiempo de producción les pagaban quince córdobas, que era el salario mínimo. No había incentivos a la producción, no había sobresueldo, no había nada. Las despedían sin vacaciones. Les pagaban su salarito y ¡van de viaje! ¡Fuera!

Los inspectores del Ministerio del Trabajo eran ciegos, sordos y mudos. Más bien eran aliados de la Guardia para reprimirnos. Una vez la Guardia salió de las propias oficinas de un inspector de apellido Medina, y el inspector no dijo nada, creo más bien avisó que yo estaba llegando.

También investigué cómo estaban las condiciones en la empresa SACSA, donde había trescientos trabajadores. Era la fábrica más grande de Carazo y también les pagaban una miseria: quince córdobas. Les pagaban un incentivo por producción, pero se pegaban una malmatada por tres o cuatro pesos. Todo eso lo comienzo a investigar en 1972, un poquito antes del terremoto de Managua.


La huelga de SACSA, diciembre de 1974

Horacio González era accionista de La Cantera, S.A. y ahí llegamos. Las condiciones también eran espantosas. ¿En qué sentido? Utilizaban una máquina para cortar la piedra, pero los obreros no usaban guantes, máscara ni gorra. Había un viento y una polvareda espantosa. Los hombres trabajaban sin ninguna protección hasta diez horas al día, si podían, para poder sacar un poco de producción. Y empecé a trabajar con toda esa gente, tanto de SACSA como de La Cantera, S.A. Con estos últimos logré formar un sindicato y hasta elaborar un pliego de peticiones que introdujimos en la Inspectoría Departamental del Trabajo.

Trinidad: Esa fue la etapa del capitalismo crudo cuasi feudal.

Gonzalo: Sí. Yo quisiera describir a Diriamba en esa época. Las bujías que iluminaban las calles en 1967-1968 eran de 25 watts, una en cada esquina, y algunas veces servía una bujía a media cuadra, que medio iluminaba.

Como las condiciones eran difíciles para los trabajadores de SACSA, decidimos hacer un pliego de peticiones. La empresa corrió a noventa y nueve trabajadores solo por tener la intención de hacer un pliego petitorio. El sindicato que había en SACSA era blanco, y nosotros intentábamos hacerlo al margen de ellos.

El problema eran los personeros de la fábrica. Estaba de gerente un señor que se llamaba Leoncio, que era de Masaya, conocido mío, no me acuerdo ahorita el apellido. Este Leoncio corrió a los noventa y nueve trabajadores que estaban firmando la petición. Yo les había hecho la promesa, –Miren si despiden a uno, nos vamos al paro.

Entonces les digo: ¡Nos vamos al paro!Y se pararon los tres turnos. Ahí salta a la palestra como dirigente, Edgardo García, quien era obrero en la fábrica de sacos. Previamente habíamos tenido una reunión con el dirigente del sindicato de La Cantera, quien promete un apoyo y una solidaridad hasta el final.

Más de trescientos hombres y mujeres se van al paro. La huelga se realiza enfrente de SACSA, en los potreros de un señor Serrano, creo. Los trabajadores de La Cantera, a pesar que tienen introducido un pliego ante la Inspectoría del Trabajo, y que estamos negociando un pliego petitorio con Horacio Rappaciolli González, también se van al paro, en solidaridad y apoyo, demostrando que a la clase obrera, cuando está consciente de su papel, no le importa la cuestión económica, sino manifestar su solidaridad con los otros explotados.

Trinidad: Contanos Gonzalo, ¿cuáles fueron los más destacados dirigentes en esa época?

Gonzalo: Edgardo García, Anselmo Centeno y otros compañeros cuyos nombres ahorita se me escapan. Tuvimos el apoyo de la familia Herrera, de Jinotepe, de Julio Castro, Lucío, Mayra Rosales. La chinita Arlen Siú llega dos noches a acompañar, a moralizar, a darles ánimo a los compañeros. Es decir, Diriamba se vuelca hacia los trabajadores y les lleva café, pan, solidaridad y les lleva ánimo para que continúen la huelga, la cual dilata trece días. Les llegaban a acompañar las esposas, los hijos, las novias y novios de los trabajadores y trabajadoras. Durante toda la huelga pidieron cooperación. La gente que pasaba en sus carros para La Boquita y Casares, se detenía, les daban algo de dinero o arroz, frijoles y cosas así para que se mantuvieran en la huelga.

Como el Ministerio del Trabajo declaró ilegal la huelga, se hizo peor la bulla, pero se suspende porque los recursos que se lograban obtener no daban para la comida de los obreros. Además, era diciembre, y ya estábamos llegando a la Navidad. Se suspendió como el 22 de diciembre. La gente quería estar en su casa, con su familia. La fábrica metió a gente nueva para que trabajara y los viejos trabajadores fueron despedidos sin preaviso, sin vacaciones, sin nada, porque se perdió la huelga.

César Estrada: El movimiento obrero sindical en Diriamba fue insumo para la organización del movimiento revolucionario...

Gonzalo: Sí, claro, lo que yo procuraba era que el obrero, el campesino, el obrero agrícola, la población de Diriamba que había estado muy sumisa, muy sometida a los terratenientes, aprendieran que era posible luchar. Aunque las herramientas fueran muy débiles, como las que establecía el Código del Trabajo, lo importante era que aprendieran que era posible luchar contra todos ellos. Esta fue una de las huelgas que más destacó en Nicaragua. Días después, el 27 de diciembre, el comando “Juan José Quezada” asalta la casa de Chema Castillo.

César: ¿Cómo es que Edgardo García, de socialista se va con los Proletarios?

Gonzalo: Edgardo García trabaja unos meses con nosotros después de la huelga de SACSA, pero como mira que cuando yo caía preso no había nadie que se moviera con beligerancia, entonces comienza a trabajar con el Movimiento Cristiano.

Nota de Mónica: Edgardo García Aguilar nace en 1956 y para la huelga de 1974 en SACSA, tiene 18 años. Su padre, Miguel Ángel García, era el pastor de la Iglesia Bautista en la comunidad de San Gregorio, y se comprometió junto a la familia de su esposa, los Aguilar.

Las primeras influencias políticas de Edgardo le llegan por medio de la familia Torres, también bautistas, en especial de José Miguel Torres. Según me relató el propio Edgardo, sus vínculos iniciales fueron con Arlen Siú y “Chu” Orlando Castellón, quienes llegaban para realizar un trabajo campo-ciudad por parte del Movimiento Cristiano y del FSLN. Recuerda que estuvo en algunas escuelitas conspirativas en la finca El Panamá, de Yico Sánchez, con Arlen. Sus correos fueron Marlon Siú, que para entonces era muy niño, y una muchacha llamada Sagrario.

Edgardo estuvo vinculado al Partido Socialista porque en SACSA, donde trabajaba, varios socialistas lo pusieron en contacto con esta organización. Luego siguió trabajando desde su comunidad con gente de Managua que llegaba de parte del Centro de Promoción y Educación Agraria (CEPA), entre los que recuerda a Ricardo Zúniga, Hans Gutiérrez, Nelly Castillo y Mauricio Martínez, quienes realizan actividades en la comunidad de San Gregorio, de donde es toda la familia de Edgardo. También se involucra toda la familia Aguilar, en particular don Domingo Aguilar y sus hijos.

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Lo que pasaba es que la lucha fuerte apenas comenzaba con esas huelgas. La lucha fue dura, porque acuérdense que Agüero había defraudado al pueblo de Nicaragua el 22 de enero. Entonces cuando inicio la lucha sindical, el pueblo está apático, no creía en nadie. Me propongo ser firme en la lucha y demostrarle al pueblo de Diriamba que no era un politiquero, sino un obrero que realmente sentía en carne propia las vicisitudes del pueblo.

Para darle confianza a la gente hasta me quedaba a dormir ahí, por ejemplo, en La Trinidad, buscando Barranco Bayo, ahí estaba la casa de un señor que trabajaba en SACSA, donde dormí en dos ocasiones. –Mire compañero –me dice, la casita de nosotros está forrada con cañita de trigo, y de cama solo le puedo ofrecer esta banquita, aquí usted se duerme. –No se preocupe –le digo, que ahí me duermo. Fui conquistando el cariño, el aprecio, la confianza del pueblo, eso no se logra en un día, no se logra así digamos solamente con una palmadita en el hombro o que le llevés una repostería a su casa o que le acariciés a su hijo. No, el campesino, el poblador, tiene que ver hasta dónde realmente le estás hablando con seriedad, con sinceridad y con verdad. Esto es lo que hace posible la huelga de SACSA y la huelga de La Cantera, y después otras actividades que se desarrollaron como parte del trabajo del Partido Socialista. Por eso es que en 1975 la Guardia me echó preso tres veces.


Tareas de organización sindical y las detenciones de Gonzalo Navarro

Trinidad: ¿Qué pasa después de estas huelgas en SACSA y La Cantera?

Gonzalo: En enero de 1975, a mi regreso de un curso sindical en Costa Rica, fui detenido por la Guardia y estuve cuatro meses en las cárceles de Diriamba. Salí y empecé a organizar el sindicato de la licorería Santa Cecilia, también el Sindicato de Carpinteros, Albañiles, Armadores y Similares (SCAAS), primero en Diriamba y luego en Jinotepe. El SCAAS fue el bastión fundamental para llevar adelante la lucha sindical en el departamento de Carazo.

En Diriamba se destacaron Adrián Paniagua, un señor de apellido Velásquez, Anselmo Centeno, Julio Castro padre y Miguel Castro.

El SCAAS de Diriamba ya tenía personería jurídica, entonces rescatamos esa personería para que la Guardia y los monopolios de Somoza, miraran que estábamos legales. Aún con eso siempre hubo persecución de la Guardia.

Bajo la presión sindical es que este gremio obtiene un mejor salario. Con el apoyo del SCAAS logramos formar el sindicato de trabajadores de la Santa Cecilia, pero el dueño, el señor Blen, lo desbarata en tres ocasiones. Primero despide a 15 trabajadores y luego a 27. Logramos introducir una demanda ante el Ministerio del Trabajo, y el asesor legal, que era el doctor Ernesto Somarriba, ganó los dos juicios. Las mujeres que habían sido despedidas injustamente, recibieron cada una como tres mil córdobas en productos de Santa Cecilia. También tratamos de organizar el sindicato de PLASTINIC, y en eso estábamos cuando volví a ser detenido por la Guardia.

César: ¿De qué te acusaba la Guardia?

Gonzalo: La Guardia nunca me acusaba de nada, solo me echaba preso, y no decía nada más. Me interrogaban qué andaba haciendo.

También traté de organizar el sindicato de la Avícola San Francisco, pero por las detenciones que sufrí, nunca logré consolidar la organización de ese sindicato. El dueño de esta avícola era míster Bonn, un norteamericano. Jamás consintió que los trabajadores se organizaran porque él sabía que iban a reclamar sus derechos. Wilfredo Navarro, quien ahora es diputado, era el asesor legal y el gerente era un señor Alvarado.

César: ¿Cómo te comunicabas con los trabajadores, llegabas a la empresa y te dejaban entrar?

Gonzalo: No, no, la táctica mía era visitarlos en sus casas. En la empresa un vigilante te prohibía entrar.

Estuve preso siete veces, en Carazo cuatro veces, en Masaya una vez, me tuve que hacer pasar como ladrón y mi mamá pagó ochocientos córdobas para que me soltaran, fue después de la insurrección de septiembre de 1978. Otra vez, cuando matan a Pedro Joaquín Chamorro, voy al sepelio y fuimos detenidas como tres mil personas. En La Aviación estuvimos en los patios porque las celdas estaban abarrotadas. Como en ese tiempo no había cédula de identidad, me puse otro nombre, y logré salir. Les dije que era Testigo de Jehová, y me sacaron.

César: ¿Cómo hacías para mantenerte económicamente?

Gonzalo: Mirá, los hombres, como diría Bernardino Díaz Ochoa, no viven del aire, y aquí quiero destacar a mi esposa, Dora María Espinoza Echeverri. Ella asumió el mantenimiento del hogar durante todos esos años, y nunca recibí un solo reproche de ella por las actividades que desarrollaba, habiendo sufrido ella en carne propia tanto la falta de aporte económico, como la represión.

En dos ocasiones la Guardia llegó a sacarla de la casa a media noche para registrar la vivienda. Le sacaban su ropa, sus cosas y se las tiraban a la calle. En una ocasión llegó el segundo al mando, Teniente Coronel Sergio Cifuentes, se introdujo a los aposentos, y le preguntó ¿Y este hombre, qué es lo que lee? Ella le enseñó las revistas Atalaya y Despertad de los Testigos de Jehová que yo tenía porque estudié esas revistas.

Entonces teníamos dos hijos tiernitos. Armé un taller de carpintería, compré las herramientas, trabajaba ocasionalmente, y con eso me financiaba en parte, pero como digo, realmente el sustento fue mi señora. Después de dos años de trabajar sin nada, la CGTi me empezó a dar doscientos córdobas al mes para transporte, pero cuando se divide el Partido en 1976, esos realitos desaparecen.


La división del Partido Socialista en 1976

En la Clínica Santa María participé de un comité ampliado del Partido Socialista donde una de las cosas principales que destaqué, es que ya era el momento de entrenar a los cuadros para la actividad militar, que era necesario que el Partido dejara de estar con luchas tibias, que ya era tiempo de empezar a mandar a los jóvenes a entrenar a Cuba o donde fuera. En Carazo se sentía la presión de los jóvenes que estaban pidiendo armas.

César ¿Y qué respuesta le dio el Partido con relación a ese planteamiento?

Gonzalo: Luis Sánchez Sancho, hijo de Domingo Sánchez Salgado “Chagüitillo”, que era el presidente del Partido Socialista en ese momento, dividió al Partido, agarró todos los fondos de esta institución y se fue a hacer tienda aparte, dejando a muchos de nosotros completamente en el aire.

Trinidad: ¿Quién queda al mando del Partido Socialista?

Gonzalo: Queda Róger Cabezas, quien después del triunfo de la Revolución fue Jefe del Tránsito. Aquí queda toda la parte del partido, quedan Julio Castro y Julio Briceño. El SCAAS se lleva la otra parte. Escuché por la radio en 1973, cómo Pinochet acabó con el gobierno de la Unidad Popular en Chile, y eso me causó mucho dolor, pero me potenció para ser bien beligerante.


Acciones socialistas para obstruir las movilizaciones somocistas

El 26 de febrero de 1978 había una marcha en Managua promovida por Somoza. Luchamos para que esa marcha no se diera. Tengo que destacar la lucha de los hermanos del Partido Socialista que participaron, como el profesor Marcos Cruz, de Santa Teresa. En casa del compañero Itamar Vásquez, de Jinotepe, fabricamos los “miguelitos"1. Arriesgando su vida, Itamar soldó los clavos de cinco pulgadas con que se hicieron “miguelitos”, los que por primera vez salieron a luz en Nicaragua.

Fueron distribuidos en Santa Teresa por Marcos Cruz, en Jinotepe se le entregó una parte a Vado, quien ahora es abogado, y en Diriamba el operativo fue dirigido por mí y realizado con Julio Castro y su hermano. Julio García, primo de Edgardo García, ayudó a trasladar de Jinotepe a Diriamba, dos cajas de “miguelitos”. Nos costaron como quinientos y pico de pesos en soldadura, porque Itamar Vásquez no cobró ni cinco centavos. Regamos esos “miguelitos” a la media noche, con todas las medidas de seguridad, habidas y por haber. Una parte la regamos en la carretera que va para La Boquita, en Diriamba, otra se regó en Dolores y otra en Santa Teresa.

Como los buses iban a salir a las cuatro o cinco de la mañana, regamos los “miguelitos” a la una de la mañana de una manera coordinada. Nadie fue detenido, la Guardia no logró saber quiénes habían hecho esos “miguelitos” ni quiénes los habían colocado. En la casa de Julio García forjamos una parte, la otra, en mi casa Como a las seis de la mañana, con piedras y palos se insurreccionó Diriamba por primera vez, y fue en contra de la marcha que estaba promoviendo el régimen de Somoza. La Guardia sofocó la protesta con gases lacrimógenos.

Nota de Mónica: El 26 de febrero la Guardia arremete contra los insurreccionados en Monimbó. Trasladan fuerzas de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI) para controlar la situación. Agustín Lara relata que en Diriamba hubo un reflejo de esa insurrección cuando la gente levanta barricadas, obstruye el tráfico y también hacen estallar bombas de mecate.

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La Marcha del Hambre

Otra cosa que quiero relatar es la Marcha del Hambre. Ahí aparece Flor de María Monterrey, una muchacha Vijil y Ximena Oyanguren. Ellas se presentan como representantes del Frente Sandinista de la rama de los Proletarios. Esto fue después de la muerte de Pedro Joaquín Chamorro, antes ahí nadie hablaba del Frente Sandinista. Eso no significaba que nosotros no estuviéramos preparando las condiciones para una insurrección, pues habíamos mandado a Rusia a Noel Herrera para que se preparara académica y militarmente, pero desaprovechó esta oportunidad y no completó el curso.

La Marcha del Hambre fue famosa en Diriamba. Se hace conjuntamente entre la CGT Independiente del Partido Socialista, y los Proletarios, a cuya cabeza estaba la Flor de María Monterrey. En la esquina de la casa de Napoleón Molina, nos reunimos Celeste Larios, “La Chagua” Molina y su marido; Matilde Gutiérrez, Julio Castro padre y Julio Castro hijo, Raúl Castro –lo mataron en Chontales después del triunfo– y yo. Ahí se planifica la marcha a principios de marzo.

En esa reunión me eligen para que dirija esa marcha. Decidimos que nos vamos a reunir a las siete de la mañana en la plazoleta del cementerio de Diriamba, y hacemos un llamado a los trabajadores y a la población entera, y también viene gente de Jinotepe, San Marcos, San Gregorio, toda la familia de Edgardo García que terminaron organizados con los Proletarios.

Nunca tuve diferencias con ellos porque les decía, las siglas no nos diferencian. En la lucha el objetivo es uno: derrocar a Somoza, derrocar a la dictadura, hacer desaparecer a la Guardia.

La Marcha comienza como a las diez de la mañana. Habíamos marchado nada más como una cuadra cuando llegó la Guardia y la desbarató a balazos. A una señora como de clase media de quien no supe su nombre, porque no era de Diriamba, un balazo de Gárand le pasó rozando la pierna y le quemó la piel. La señora empezó a gritar, a pegar alaridos Yo estaba a la par de ella. Todo el mundo se dispersa, se va, y yo busqué como esconderme en una casa.

Nota de Mónica: la Marcha del Hambre se realiza el 9 de abril de 1978. El 25 de marzo fue la gran asamblea de organización de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC). La Marcha fue impulsada por la recién organizada ATC, detrás de la cual estaba la Tendencia Proletaria. Se involucraron la Asociación de Mujeres Nicaragüenses ante la Problemática Nacional (AMPRONAC) y el Movimiento Pueblo Unido (MPU), dentro del cual estaba el Partido Socialista Nicaragüense. Era una marcha completamente pacífica, pero la Guardia llegó disparando a mansalva. Margarita Castillo activista de AMPRONAC de Managua, participaba en la marcha, y recibió un disparo que le cercenó el talón del pie.

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La marcha del Primero de Mayo de 1978

Después de la Marcha del Hambre continuamos fortaleciendo la organización para celebrar en Diriamba el Primero de Mayo de 1978, Día de los Trabajadores. Una vez más salgo electo coordinador de esa marcha. El inicio sería en el costado norte de Diriamba, en unos campos baldíos por el Colegio Pedagógico.

La Guardia empezó a reprimir desde las siete de la mañana. Apresó a Freddy Pavón, quien había estado en la huelga de SACSA. Él estaba encargado de recibir a la gente que llegara a la marcha. Se lo llevan preso a Managua, pero la marcha se logra consolidar y sale, logramos cubrir unas dos cuadras de personas. Llegamos al Reloj y luego bajamos a la calle que queda a la orilla del Mercado Central de Diriamba, el mercado viejo. La Guardia llega y desbarata la manifestación a punta de plomo, nada de garrotes. A punta de plomo.

Llegan dos jeep, se bajan los guardias y entonces la parte que iba adelante es desbaratada, y en la parte trasera, que vamos por la Academia Santa María con una manta, la Guardia comienza a volar balazos y ahí hieren en el abdomen a un muchacho recio que se llama Luis. Él llegó a ser del Ejército después del triunfo de la Revolución. Lo balearon del parque una cuadra al sur. También sale otro herido pero no me di cuenta quién era, porque tuve que ampararme en la casa de doña Carmen, a la que le decían “La Chocorrona”. Esta señora cooperaba. Logramos marchar desde ese campo que queda cerca del Pedagógico, hasta la Academia Santa María. Los trabajadores logramos marchar en nuestro día, y era la primera vez en Carazo que se hacía una marcha de esa naturaleza.


Vínculos directos con el FSLN

César: ¿Qué fue lo que te motivó a trabajar directamente con el Frente Sandinista, siendo miembro del Partido Socialista?

Gonzalo: Sigo siendo miembro del Partido Socialista. Mirá, es que en Carazo fui una referencia para los compañeros del Frente Sandinista, entonces ellos encontraron en mí a una persona en quien podían confiar, una persona que siempre estuvo presta a dar su colaboración.

Yo sabía que Edgardo García estaba trabajando con el Frente, porque durmió varias veces en mi casa, llegó con dos o tres compañeros a dormir mal, pero durmieron en mi casa. A mí me contactó José María Alvarado por medio de don Francisco Gutiérrez, y me dijo: – ¿Es verdad que vos estás dispuesto agarrar las armas? –Esas ya las agarré hace rato, –le digo–.

En varias ocasiones me entrevisté con José María Alvarado, y después me dijo: —Mirá, ya no voy a venir yo, sino una compañera muy hermosa, muy elegante, blancota, alta. Su nombre nunca lo supe, nunca lo pregunté, yo nunca preguntaba nombres a nadie. Con ella nos reunimos en varias ocasiones donde Itamar Vásquez, en Jinotepe.

Gonzalo relata que José María Alvarado “Chema”, quien fue Ministro de Telecomunicaciones y Correos (TELCOR) durante la Revolución, le pidió elementos para enviarlos a entrenar a Costa Rica, y en julio de 1978 envió a Marcos Cruz, Raúl Castro, Jonathan Vásquez y a un muchacho del barrio El Cementerio, de Diriamba. Todo transcurría sin incidentes, pero uno de los entrenados cometió errores cuando venía de regreso a Nicaragua: “Jonathan Vásquez, violando las sagradas leyes de la conspiración, se bajó del bus en la frontera, y pidió raid, y el que le dio fue un jeep de la Guardia. ¡A parar a La Loma fue Jonathan Vásquez! En su declaración nos quema a mí y a Marcos Cruz, y cuando Marcos ingresa a Nicaragua, también cae preso”

Ellos le contaron después a Gonzalo que al medio día la Guardia los acostó en el hirviente pavimento de la Loma, para que hablaran. Él supuso que debían estar presos, porque los otros vinieron y dijeron que Jonathan y Marcos se habían regresado un día antes: “Le platico a la CGTi, quienes no sabían nada de esas cosas porque yo lo hice en la más completa clandestinidad y me dicen: –Vení a meter un Recurso de Amparo, y vamos a ir a denunciar a la Comisión de los Derechos Humanos que la Guardia te anda persiguiendo. Ya había aparecido en Novedades la noticia: Gonzalo Navarro, está mandando gente a Costa Rica a entrenarse. ¿Qué te parece?

Sigue relatando Gonzalo: En esta parte de la lucha hay que destacar que los acontecimientos se van sucediendo de una manera muy acelerada. Se van integrando personas como el doctor Raúl Estrada, un destacado opositor y colaborador nuestro, del Partido Conservador. Cuando matan a Pedro Joaquín Chamorro, es como que le hayan matado a un hermano, y nos pregunta, – ¿Quiénes de su grupo están dispuestos a hacer bombas de contacto y a ejecutar la acción? –Mire, si usted nos pone el material, nosotros las hacemos y las vamos a lanzar contra quien sea. – ¡Correcto! –me dice.

Nicaragua se mantenía en estado de sitio desde el asalto a la casa de Chema Castillo en 1974. La Guardia registraba todos los vehículos en kilómetro 7 de la Carretera Sur en Managua. Raúl Estrada me contó cómo hizo para pasar el aluminio negro, el azufre y el clorato, por ese lugar. –Llega un guardia a quererme registrar, yo traigo todo eso camuflado en las puertas del vehículo. –Idiay hermanó –le dice al guardia–, ¿cómo estás? ¡Estás delgado, debés estar desvelado! –Sí, –le dice–, estamos defendiendo al hombre. – ¡Váyanse a tomar unas gaseosas! Le di cincuenta pesos a cada uno…– ¡Claro!, ¡es de los nuestros, es de los nuestros!, –dice el guardia, y le dan pase libre.

César Argüello, hijo de la dueña de la panadería, doña Nubia Argüello, que también colaboró, se fue al lado de La Boquita a donde un familiar. Llevaron todo el material en una camioneta que les habían prestado, ahí hicieron las bombas y Gonzalo las distribuyó entre Santa Teresa, Jinotepe y Diriamba. Siempre por los canales respectivos y en el más completo secreto. Se involucran Julio García, Raúl Estrada y Julio Castro hijo.

Se lanzaron bombas molotov a la puerta de la casa de la diputada Nubia Hernández, quien salió despavorida de Diriamba, y en otros lugares. Y así llegamos a la insurrección de septiembre. Recuerdo que el ingeniero Navarro nos proporcionó un rifle Gárand con quinientos tiros y un tubo de plástico PVC para enterrarlo, y en eso participaron Raúl Castro, César Argüello y Enrique Guerrero, el hermano de Piquín Guerrero, un flaco que se volvió drogadicto.

César Espinoza tenía un garaje con madera que utilizábamos como base de operaciones. No participé directamente, sino otras células que fueron a Casares a recuperar una escopeta 12, un fusil 30-30 y pistolas, y con eso participamos en la insurrección de septiembre. Salíamos en la noche con el Gárand a hostigar a la Guardia. Desde dos cuadras les disparábamos. Ellos se capeaban detrás de sus muros y nunca nos contestaron.

Después de septiembre volví a caer preso casi al inicio de la insurrección final. ¿Por qué no me mataron con tantas carceleadas? Hombré, lo que pasa es que nunca me opuse y siempre me acogí, me amparé en la cuestión del movimiento sindical. Gracias a eso jamás cayó preso ninguno de los compañeros que anduvieron conmigo Y todos quedaron vivos.

César: No has mencionado a los Contreras, ¿no tuvieron participación?

Gonzalo: De los Contreras recuerdo que Diego anduvo un ratito con nosotros, pero después se fue con los Proletarios, Félix pertenecía al Partido pero se fue para Managua, y Róger Contreras, un delgadito que cualquiera decía no camina por su voluntad sino que es el viento el que lo lleva, fue muy valiente en las misiones que se le encomendaban, las cumplía a cabalidad, nunca dijo no. No hablaba mucho, no decía mucho, pero era un hombre valiente.

Nosotros nos coordinábamos con los comandos de los Proletarios, con Flor de María Monterrey, y también teníamos contacto con la Tendencia GPP. Recuerdo a uno que le decían Hugo Medina, quien me pidió colaboración y llegaba a mi casa: Pues si hombré, no hay problema –le dije–, si yo estoy colaborando con ustedes desde hace mucho tiempo sin ser GPP, sin ser Proletario ni ser Insurreccional, yo estoy en lucha abierta.

Sobre las tendencias del Frente y la unidad, Gonzalo señala que “cuando me hablaban que estaban divididos en tres grupos, yo les decía, si aquí el único enemigo es el somocismo, aquí el único enemigo es el imperialismo norteamericano, nosotros no tenemos por qué dividirnos. En Carazo la unidad se da en la lucha después de la muerte de Pedro Joaquín Chamorro. Diriamba se conmociona y presiona a los dirigentes del Frente Sandinista. Para entonces estaba Flor de María Monterrey, por la GPP, Hugo Medina, José María Alvarado, que vino de parte de los Insurreccionales y me hablaron que era necesario alistar los cuadros para la lucha armada ya más definitiva. La unidad no se dio por decreto, o porque alguien quiso, sino que se dio en la lucha.

César: ¿Qué dirigentes participaron en la conducción de la lucha por parte de los diferentes partidos en el municipio de Diriamba?

Gonzalo: Gilberto Martínez, un relojero, representaba al Partido Comunista, pero él jamás salió de su casa. Por parte de los conservadores, a los que conocí como hombres beligerantes fueron el doctor Raúl Estrada, el ingeniero Juan Morales y a Panchito Gutiérrez. Don Francisco Alemán, era del PLI, y tenía tiempo de estar colaborando con la causa revolucionaria, Alfredo Mendieta, que era conservador, nunca lo miré en nada. Si colaboró con otras fuerzas puede ser, pero yo nunca supe.

César: ¿Y recuerda usted casas de seguridad y colaboradores en el municipio de Diriamba?

Gonzalo: Colaboradores de aquí fueron Matilde Gutiérrez, en una parte de su casa vivían los Proletarios y en otra los GPP; Celeste Larios, un señor que no me acuerdo su nombre, que era sastre, que quedaba de la tienda Alemán como diez o veinte varas para el norte, me contaron que ahí había estado Caldera y el ingeniero García, dicen que ahí estuvo también Jaime Wheelock.

De la Juventud del Partido Socialista, Mayra Rosales, una hija del compañero Miguel Castro, Araceli Castro, también Emma Castro, hija de Julio Castro, esas participaron, andaban en la calle conmigo, eso es en Diriamba, también una prima de Edgardo García que vivía en San Gregorio. De Jinotepe estuvo Magda Estrada, Argentina Herrera, hermana de Nelo Herrera, es decir, yo hablo de antes de 1978, porque la colaboración de muchas mujeres después de 1978 se volvió masiva.

César: ¿Cómo fue que caíste preso la última vez?

Gonzalo: En la Colonia San Sebastián, donde viví mucho tiempo, como a setenta varas estaba una mujer que fue ajusticiada casi al inicio de la insurrección, como el 12 ó 15 de mayo de 1979, se llamaba Ruth Parrales. No me daba cuenta que ella era espía, pero se presentaba como mi amiga, llegaba a mi casa. Los que la ajustician pertenecían a una célula del Frente Sandinista Proletario. Por causa de eso caigo preso al día siguiente.

César: ¿Fuiste de la Junta de Gobierno Municipal que se integró después de la liberación de Diriamba el 22 de junio de 1979? ¿Qué recuerdos tenés de eso?

Gonzalo: El 27 de junio 1979 salí electo como miembro de la Junta de Gobierno junto al doctor Raúl Estrada, Juan Morales, Edgardo García, Fernando Fernández y don Paco Alemán, como el Tesorero. Estuve un año.

Fernando Fernández y Juan Morales, mirá lo que me hicieron: vos vas a hacerte responsable del mercado, de la limpieza de la ciudad, del rastro, del cementerio, de los teléfonos que estaban destruidos, quemados, del agua y de restablecer la energía eléctrica. No sé si querían que me corriera o que demostrara mis capacidades. Mis compañeros no se percataban de que yo había estado organizando a mi pueblo desde 1967 en la Central de Trabajadores de Masaya, y que Nicolás Arrieta, a quien le decían “El Coto Arrieta”, era un comunista que nos había capacitado en cuanto a administración y muchas cosas.

Así que desempeñé bien el papel que me asignaron. Lo que hice fue sencillo: llamé a los antiguos barredores que trabajaban en la Alcaldía, donde no había ni una escoba, ni carretones ni nada. Vayan al monte, traigan escobas de monte y corten unas varas. Digan que lo manda el miembro de la Junta, vayan sin miedo. Después fui recuperando los carretones, algunas palas y barras. No conocía nada de Rastro Público, qué iba yo a meterme con cuestiones esas, así que nombré al mismo responsable del Rastro, nada más que le dije: Mire usted, de hoy en adelante se comporta con honradez, si usted comete cualquier desliz, me lo llevo. El del cementerio también, era un viejito, y le dije: Mire usted sigue siendo el responsable, reciba a los muertos, no les cobre piso por ahora, eso lo voy arreglar más tarde.

En el mercado nombré a un albañil, para que se hiciera cargo de la Intendencia. Para entonces ya estaban unos argentinos, unos altos, flacos… Los Montoneros, hombres de lucha, hombres de armas, y esos me ayudaron a organizar el mercado.

Con la luz eléctrica ya estaba ahí el ingeniero García, que siendo empleado de la Empresa Nacional de Luz y Fuerza (ENALUF), cooperó con la lucha, no había nada más que hacer. En la cuestión del agua sí me metí de lleno. Un muchacho que se llamaba Aldo, comenzó a boicotear las orientaciones que le daba, entonces lo despedí inmediatamente y puse a Marianita Contreras a cargo de eso, y en seis meses llevamos el agua hasta cerca de SACSA, más de seiscientos servicios en pocos meses. Se agotaron los medidores de agua y entonces le decía a Marianita, anote a quién se le está poniendo el servicio de agua, cuando vengan los medidores, le pone medidor.

Lenin decía que se van a ir quedando en el camino un montón de gente, pero uno tiene que seguir adelante. Tengo casi 74 años, estoy en la Asociación de Comerciantes del Mercado “Alonso Fernández” y ¿qué es lo que me propongo?, morir organizando siempre a mi pueblo para que logre mejores escalones y supere su situación económico-social y política e ideológica.

La gente en el mercado no sabe organizarse, no sabe cómo levantar un acta, no sabe cómo levantar una agenda, no sabe cómo defenderse, llegan donde el Alcalde y lo tratan mal. No reclaman sus derechos organizadamente.

Yo me hubiera ido adentro de Matagalpa, de Jinotega, a Bluefields a Puerto Cabezas, a Wiwilí, a alfabetizar a esa gente, a capacitarla, a ayudarle, porque Daniel dice que hemos triunfado porque sacamos a la gente del analfabetismo, pero es una gente que apenas logra escribir su nombre, eso es muy poco, si estás a mil años luz del desarrollo, entonces necesitás conducir a este pueblo que todavía está sumido en la ignorancia.

En Diriamba hay una desocupación pavorosa. Cuando muchos que estuvieron en el Servicio Militar Patriótico (SMP) me preguntan ¿qué hacemos?, quisiera ayudarlos a organizarse en una cooperativa de carpinteros, de albañiles, de cuestiones así, me entendés, pero no tengo tiempo ni la energía de hace cuarenta años.

Nunca he pedido nada, ni quiero que me den nada, de la ATC recibí, por casualidad, una moto usada que era la que utilizaba cuando la pérdida del poder en 1990. Pero en Diriamba usted puede preguntar ¿cuáles fincas, cuáles casas, cuáles terrenos han sido míos o fueron míos o yo me apropié de algo de alguien?

Trinidad: Hablando de eso Gonzalo, qué opinás de estos ex-combatientes del Ejército y del Ministerio del Interior (MINT) que siempre siguen pidiendo. ¿Creés vos que tienen derecho, porque hace poco viste los tranques que hubo al lado de León?

Gonzalo: Hombré, yo te digo que no les asiste la razón, ¿por qué? Porque los que estuvieron en el Ejército recibieron su paga y su indemnización al momento en que fueron despedidos.

Siempre tenemos la idea de “La Piñata”, queremos vivir de gratis y no, para que este país pueda desarrollarse, crecer, liberarse de tantas ataduras que tiene, lo primero que tienen que hacer sus ciudadanos es ponerse a trabajar en serio, formar cooperativas, sindicatos, pequeñas empresas, microempresas, lo que sea, pero ponerse a trabajar. Muchos se dicen cristianos, y lo que quieren es que Dios les baje una bolsa de dinero. Dios te ayuda, pero si vos trabajás, si vos no trabajás no te ayuda, ¿es así o no es así?








NOTA


1 “Miguelitos” eran las tachuelas fabricadas para ponchar llantas de los vehículos e impedir las movilizaciones. Los movimientos populares los utilizaron como arma para impedir las acciones de esquiroles, la represión y la movilización represiva. En realidad es un arma de lucha en distintas movimientos huelguísticos. No fue en esta lucha que relata Gonzalo que salieron por primera vez.



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