Memorias de la lucha Sandinista

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EXPERIENCIAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE PODER POPULAR:

CASO NICARAGUA1


Agradecimientos


Buenos días y mi agradecimiento al Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y de Ciencias del Ambiente (CEPIS) por esta invitación. También agradezco mucho a los jóvenes que hicieron la mística2 que precedió nuestra intervención, porque nos llenaron de recuerdos y de emoción. Ustedes representaron muy bien, cómo nuestro pueblo estuvo dominado por los Estados Unidos, la lucha sangrienta por romper esas cadenas y, finalmente, los logros de la Revolución Popular Sandinista. Fue muy bella esa “mística” y confieso que nos hizo llorar.


Una compañera brasileña exponía ayer cómo se operó, en la década de los 80, la animación del movimiento popular y revolucionario de Latinoamérica. La Revolución Nicaragüense jugó un gran papel en ese entusiasmo, así como antes, en la década de los 60, lo constituyó la Revolución Cubana.


Hoy tiene también un gran efecto en todos los latinoamericanos, los éxitos de la Revolución Democrática Bolivariana en Venezuela, así como también impacta en nuestro ánimo, en nuestro espíritu, en nuestro optimismo, el triunfo electoral del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, a pesar de la complejidad por la que atraviesa el movimiento popular brasileño, de la que hablaban ustedes.


Los éxitos y los avances del Partido de los Trabajadores acá en Brasil, ahora son para nosotros una esperanza, un desafío, un ejemplo, lo que nos da una idea de la importancia de la continuidad histórica y, por lo tanto, de la importancia de tener historia para vernos como parte de ese ininterrumpido y continuo movimiento de los pueblos por los cambios, por las transformaciones, por las conquistas.


Es muy importante, cuando analizamos el presente, siempre tener en cuenta la historia, las enseñanzas buenas y malas que nos han dejado las generaciones precedentes. Como muy bien decía Plinio de Arruda Sampaio: “debemos tener memoria histórica”.


Anoche recordábamos, por ejemplo, que fui invitada por el CEPIS a compartir este 25 aniversario, sin que algunos de ellos se recordaran que yo estuve en 1980, acá en Sao Paulo, todavía vestida de verde olivo. Y si hubiera podido traer mi fusil, lo hubiera traído. Recuerdo que fuimos el 26 de julio del 79 ̶ o sea 7 días después del triunfo del Frente Sandinista ̶ con nuestros fusiles a La Habana, y después a Holguín. Yo fui de las privilegiadas que integramos aquel grupo de guerrilleros que llegó a Cuba a celebrar el 26 de julio y el triunfo de nuestra Revolución. Ahí conocimos a Fidel, a Celia Sánchez, a Vilma Espín, entre otros.


En enero de 1980 estuve acá, invitada por el CEPIS. Venimos a contar cómo los jóvenes cristianos en Nicaragua habíamos asumido el compromiso de la lucha armada y lo difícil que había sido. Conversamos sobre las discusiones y las interrogantes que nos habíamos planteado frente a la necesidad de luchar con las armas en la mano en contra de la dictadura.


Y recuerdo que cuando contaba mis vivencias, mis testimonios, me preguntó alguien allí: ¿Por qué decidiste entrar en la lucha armada? Recuerdo que dije: fue un acto de fe. No conocía, en ese momento, a la persona que formuló la pregunta. Era Frei Betto. Y a partir de entonces hicimos una amistad que se mantiene intacta a pesar de la distancia y del hecho que Betto, no ha podido llegar a Nicaragua en los últimos años.


Yo les contaba anoche a algunos jóvenes, que en esa ocasión nos invitaron al sindicato de los metalúrgicos. Ahí conocí a Lula, quien nos invitó a comer feijoada en el comedor del sindicato del que Lula entonces era presidente. Yo miraba aquel edificio y pensaba que era más grande que la casa presidencial en Nicaragua. Ese sindicato tenía un gran poder y una gran combatividad.


Recuerdo que me llevó a su casita y conocí a su esposa. Así que lo invitamos al año siguiente a compartir el primer aniversario de la Revolución Popular Sandinista. Yo estaba embarazada de nueve meses, en 1980, cuando llegó Lula con Betto. En la casa de Sergio Ramírez le presentamos a Fidel Castro y Fidel lo invitó entonces a visitar Cuba.


Son cosas que encadenan la vida y la historia. De manera que para mí, estar acá compartiendo los 25 años de CEPIS, tiene un profundo significado. Y estar compartiendo con ustedes sus alegrías, sus esperanzas y también sus dudas, sus críticas, ¿qué podrá pasar en el futuro en Brasil y ̶ por qué no decirlo ̶ en Latinoamérica? Porque la dimensión de la victoria de la izquierda en Brasil tendrá un impacto en todos nosotros.


Bien, me invitaron a exponer el tema sobre nuestras experiencias en la construcción del poder popular en Nicaragua. Ello nos obliga a hacer una sintética introducción histórica.


Breve introducción histórica


Recuerden, en 1821 nuestros países centroamericanos se independizan de España, pero casi al mismo tiempo caen bajo la dominación de los Estados Unidos. En el caso de nuestro país, la dominación fue directa, permanente. Más de 20 intervenciones directas de los marines en nuestros territorios.


En 1927 inicia su lucha antiimperialista Augusto C. Sandino, después del llamado Pacto del Espino Negro en el que se acuerda desarmar a las fuerzas nicaragüenses a cambio de unos cuantos dólares, y entregarle así las armas a los invasores. Sandino decidió, en ese momento, no entregar sus armas y comenzó a organizar su propio ejército, el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN).


Sandino y sus campesinos obtienen una gran victoria sobre los Marines, a los que lograron derrotar, a pesar de las diferencias numéricas y tecnológicas. Luego es traicionado y asesinado a manos de Anastasio Somoza García. Con el asesinato de Sandino, en 1934, el gobierno norteamericano instala la Dictadura Militar Somocista, que se constituyó en una de las más oprobiosas y sanguinarias de América Latina, que dura hasta 1979,


Luego Carlos Fonseca Amador recoge la bandera y el símbolo de la lucha de Sandino, y en 1961 funda el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Tuvieron que transcurrir más de 25 años de trabajo clandestino, de organización, de acción sobre la conciencia. Fue necesaria la combinación de las más variadas e inimaginables formas de lucha, toda la inventiva y la imaginación popular al servicio de un objetivo: derrocar la dictadura, romper la subordinación de nuestra patria a los Estados Unidos, al imperio, abriendo las puertas para construir una nueva sociedad.


Queríamos construir una Nicaragua democrática, una Nicaragua con justicia social, una Nicaragua que muchos imaginábamos socialista, es decir, sin explotadores y sin explotados. Una sociedad igualitaria, donde los frutos de nuestra naturaleza, nuestras riquezas naturales, se utilizaran por primera vez desde que fuimos dominados por la colonización española, para nosotros.


Hablar de la experiencia popular nicaragüense, es hablar de las luchas sostenidas por un pueblo por más de 50 años, por una verdadera independencia, por una auténtica autodeterminación, y por una sociedad más democrática y justa.


El carácter de la dictadura somocista y el contexto internacional de desarrollo de la lucha sandinista


Debemos recordar que la dictadura somocista se caracterizó por:


-Una total subordinación a los intereses norteamericanos. Las compañías norteamericanas controlaron el comercio internacional de nuestros productos y nuestros recursos naturales: minas, pesca, banano y más adelante, el sector financiero. Nicaragua fue una base militar para propósitos imperiales: control de la región Centroamericana y base para otras operaciones. No es casualidad que de Nicaragua saliera una parte de los invasores de Bahía de Cochinos, en Cuba.


-El enriquecimiento personal de la familia del dictador, constituyéndose en uno de los más grandes capitales de la región.


-El establecimiento de una democracia formal con reglas de juego aparentemente democráticas: elecciones periódicas (siempre amañadas), separación de poderes estatales, leyes, etc., pero todo bajo el control total de la dictadura.


-A través de pactos y prebendas, logró mantener formalmente una “oposición” alimentada con coimas, lo que le permitía legitimarse periódicamente a través de comicios electorales fraudulentos.


-Al amparo de su régimen floreció también una débil burguesía, sobre todo ligada al cultivo del café y del algodón, y luego a la actividad comercial y financiera. Mientras Somoza les permitió el desarrollo de sus actividades, estos sectores le apoyaron firmemente.


-Ejerció una feroz represión (el Ejército era su guardia pretoriana) contra quienes luchaban por las libertades, incluso contra quienes utilizaron formas pacíficas de oposición. El incremento de la lucha armada le sirvió de pretexto para generalizar la represión.


-Finalmente, la falta de libertades públicas y la lucha de resistencia, desestabilizaron de tal manera al régimen, que la burguesía, preocupada, empezó a buscar un cambio, pero salvaguardando sus intereses de clase. Se intentó un Somocismo sin Somoza.


Características de la lucha popular del FSLN y formas de lucha adoptadas para derrotar a la dictadura


La historia de las luchas populares tiene su origen en la resistencia que nuestros indígenas hicieron ante la dominación española. Sin embargo, los sectores populares no desarrollaron muchas luchas independientes. Siempre fueron ocupados como carne de cañón de intereses en pugna, por sectores de la clase dominante.


Derrotado el Movimiento Sandinista en 1934, heroicas pero muy limitadas fueron las luchas sindicales en la época de la dictadura. No obstante, hay que destacar numerosos esfuerzos de insubordinación de honrados militares y diversos sectores que ofrecieron resistencia, como el ajusticiamiento del primer Somoza por Rigoberto López Pérez, en 1956, acontecimiento conocido como el “principio del fin de la dictadura”; así como algunos levantamientos heroicos como el del Chaparral.


A partir de los años 60, la nueva y principal fuerza de organización popular fue el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), cuyo principal creador, Carlos Fonseca, lo concibe y construye como una organización alternativa a los partidos tradicionales, a las “paralelas históricas” de liberales y conservadores, como una fuerza nueva que represente al pueblo en la búsqueda de su propio camino.


El Frente Sandinista se organizó inicialmente como una fuerza guerrillera que perseguía el fin de la dictadura y la toma del poder por la vía armada. Animado por los resultados del movimiento 26 de julio en Cuba, el Frente Sandinista escoge como teatro preferencial de su lucha el campo, las zonas de montañas (bajo la concepción del foco guerrillero), aunque también realiza operaciones en las ciudades.


Los primeros movimientos guerrilleros eran organizados desde fuera del país. Así fueron las guerrillas de Raití y Bocay en 1963. La reflexión sobre los reveses conduce a adoptar la táctica del trabajo y organización de bases campesinas. Entre 1967-1968 se realizan los intentos de la guerrilla de Pancasán en el norte del país. La montaña fue definida como el principal teatro de operaciones durante varios años.


A finales de los años 60 y principios de los 70, se da una confluencia de los cristianos revolucionarios nicaragüenses con el Frente Sandinista y, en particular, con el movimiento estudiantil universitario. Coinciden en la reflexión de que es necesario el desarrollo del movimiento popular en apoyo a la lucha armada.


Se construyen, a través de distintas organizaciones, puentes de vinculación con el campesinado mediante el trabajo directo con y las organizaciones campesinas que luchan por la tierra. En las ciudades, a través de organizaciones juveniles y populares, alrededor de reivindicaciones como la vivienda, el agua, los servicios de salud, por mejoras en las condiciones de vida. Y por supuesto, las luchas sindicales. El Frente Sandinista se vincula estrechamente a las luchas de los maestros por sus reivindicaciones salariales y por la libertad sindical. Después del terremoto de Managua (en diciembre de 1972), pasa a vincularse con los movimientos de obreros de la construcción.


De esta manera, dentro de las luchas sociales se van identificando a los hombres y mujeres que son capaces de trascender las reivindicaciones inmediatas y llevar a un plano más político sus expectativas. Todo ello entendiendo que para el cambio de la realidad, era necesaria la alianza obrero-campesina que busque el poder para el cambio integral.


Además de las luchas sectoriales, se lograron impulsar luchas eminentemente políticas, por la democracia, por la libertad, así como las luchas por la libertad de los presos políticos.


La incorporación masiva del pueblo a la lucha armada se logró a través de dos décadas de trabajo de base, en que se vincularon acciones armadas con actividades políticas, lucha por reivindicaciones con golpes de mano, reclutamiento de colaboradores, asaltos a bancos para conseguir recursos, acciones de denuncia, de divulgación y de trabajo sobre la conciencia, con llamamientos a la insurrección.


En los últimos años se adoptaron variadas formas de vinculación. Desde las múltiples formas de colaboración: aporte económico, préstamos de automóviles o casas para reuniones o para que vivieran los combatientes clandestinos, tareas de comunicación, obtención de armas, vituallas, medicinas, o la cura de heridos, hasta la incorporación a los grupos de combate, en los que también se articularon diferentes niveles de participación. Por ejemplo, existían los grupos juveniles que actuaban en los barrios o cercanos a sus casas en hostigamientos a la guardia (comités de acción popular), igualmente se organizaban las brigadas para acciones específicas, y también estaban los guerrilleros clandestinos de tiempo completo para la realización de acciones más complejas.


Se logró construir una política de alianzas con sectores de la burguesía, que comenzó a manifestar su descontento ante la voracidad económica y comercial de la Dictadura que invadía, con la competencia desleal, sus cotos de caza.


Fue muy importante el trabajo internacional para conseguir respaldo político, apoyo en la condena a la dictadura, y también para obtención de recursos.


Y, finalmente, la insurrección armada que fue un gigantesco acto de masas que involucró a decenas de miles de nicaragüenses en las más diversas tareas.


Contexto en que se libró la lucha y los factores de la victoria sandinista


Muy brevemente queremos recodar que la lucha librada se desarrolló en un contexto determinado por los siguientes factores:


El apoyo incondicional de los Estados Unidos hacia la dictadura se mantuvo hasta los últimos días de la misma.


El período dictatorial coincide con cierto desarrollo del modelo capitalista agro exportador. Los Estados Unidos le asignan a Nicaragua el rol de abastecedor de materias primas baratas (algodón, café, banano, carne, madera y oro), y de consumidor de los bienes producidos en Estados Unidos. La situación económica de Nicaragua vive una cierta mejoría con el impulso de la Alianza para el Progreso, en los años 60, promovida por el expresidente estadounidense, John F. Kennedy.


Prevalece en el ámbito internacional la guerra fría entre los bloques Este-Oeste. Mientras los Estados Unidos siguen respaldando a la Dictadura Militar Somocista, la URSS se mantuvo distante y hasta ignorante, sobre la naturaleza de la lucha que se libraba en Nicaragua. Sus representantes eran los partidos comunistas tradicionales los que, hasta la victoria, mantuvieron una feroz crítica a la lucha armada del FSLN.


La Revolución Popular Sandinista se produce en el momento en que comienza a manifestarse la crisis de la deuda externa. Después de la etapa de transnacionalización de las economías, en donde el capital financiero internacional de la postguerra ha invertido grandes capitales en Latinoamérica a través de su política de préstamos.


Hay un agotamiento de los modelos dictatoriales que han respaldado los Estados Unidos. Después de la Revolución Cubana se multiplican en toda Latinoamérica los movimientos de resistencia y las luchas guerrilleras. La guerra de Vietnam, los movimientos de mayo en París, la masacre de Tlatelolco en México, la victoria de Allende en Chile, son hechos que crean un ambiente de efervescencia latinoamericana.


El gobierno demócrata de Estados Unidos, con la presidencia de Jimmy Carter, se ve fuertemente presionada por otros gobiernos del mundo y organismos de derechos humanos, horrorizados por el escalamiento de la represión y el genocidio de los Somoza. El incremento de la lucha popular obliga a los Estados Unidos a plantearse el fin del apoyo a la dictadura, y la búsqueda de una salida negociada.


La Iglesia Católica latinoamericana en muchos lugares asume un rol crítico de las dictaduras. Por todos lados se crean movimientos cristianos que se identifican con la lucha armada revolucionaria.

A partir de 1977, el FSLN impulsa una política de alianzas con los sectores descontentos de la burguesía. Se adoptan novedosas formas de lucha política como el Grupo de los Doce (aglutinamiento de personalidades democráticas).


El asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro, en enero de 1978, por elementos ligados al régimen dictatorial, así como la respuesta popular de repudio, favorecen los masivos levantamientos populares.


La represión abierta de la dictadura, el bombardeo de ciudades y asesinatos de civiles, desnuda completamente el carácter genocida del somocismo y minimiza el respaldo externo como interno, a la vez que hace crecer la resistencia.


Las banderas con las que luchó el FSLN

Las banderas se resumen en el Programa Histórico que elaboró Carlos Fonseca en 1968-69:


-Soberanía Nacional. La búsqueda de una Nicaragua independiente de los Estados Unidos, que sea libre para construir su propia historia. En tal sentido busca la independencia económica, el fin del control de las transnacionales sobre nuestros recursos naturales, como el oro, el banano, los recursos pesqueros. Pero, ante todo, reivindica el principio de la autodeterminación, el antiimperialismo y el fin de la presencia norteamericana en nuestra patria, así como una política exterior independiente.


-Democracia y honestidad administrativa. El fin de la Dictadura y la construcción del Poder Popular. La democracia identificada como la participación directa del pueblo en sus propias transformaciones.


-Construcción de un Ejército Nacional que tenga como misión la salvaguarda de la soberanía y no la represión del pueblo. Destrucción de la Guardia Nacional como aparato privado de represión, que humillaba, torturaba y asesinaba al pueblo.


-Tierra para los campesinos. Reforma Agraria que ponga fin a la miseria rural y a la injusta distribución de la tierra y al latifundio.


-Justicia social, expresada como “no más explotación ni miseria”. Aniquilamiento de las grandes diferencias sociales. Se proponía construir una sociedad más justa, en donde todos tuviesen acceso a la educación y a la salud gratuita. La revolución en la cultura y la enseñanza.


-Emancipación de la mujer. Fin de la odiosa discriminación de las mujeres con respecto al hombre, promoviendo la igualdad económica, política y cultural. Compromiso de eliminar la prostitución y el régimen de servidumbre de las mujeres.


-Unidad Popular Centroamericana, con el propósito de dar continuidad al ideal de la unidad de la región.


-Plena libertad de organización del pueblo. Impulsar la organización popular autónoma de los partidos tradicionales.


-Libertad Religiosa y Estado Laico, comprometiéndose a respetar la libertad de profesar cualquier religión o creencia.


-Solidaridad entre los pueblos en lucha, poniendo fin a la utilización del territorio nacional como base de agresión yankee contra otros pueblos hermanos.


La Revolución Popular Sandinista


La victoria del 19 de Julio de 1979 fue la conclusión e inicio de una gigantesca demostración de participación activa del pueblo. Para la realización de sus importantes tareas contó siempre con la acción organizada de los sectores populares. Los compromisos de la Junta de Gobierno de Unidad y Reconstrucción Nacional estaban asentados en tres pilares:


Economía Mixta.


Pluralismo Político.


No alineamiento en el campo internacional.


Con las armas en la mano asumimos el gobierno, asumimos el poder, destruimos el ejército de la dictadura y construimos un nuevo Ejército Popular. Hicimos una Reforma Agraria integral, no sólo repartiendo tierras a los campesinos, sino que los dotamos de recursos para la producción, de asistencia técnica y de financiamiento a través de un Banco Nacional de Desarrollo.


Hicimos transformaciones sociales en la educación: en Nicaragua había 60% de analfabetismo y en el campo llegaba hasta el 90%. Con la Cruzada Nacional de Alfabetización, Nicaragua bajó el analfabetismo al 12 %.


Hicimos grandes esfuerzos en salud: el índice de niños que morían en el primer año de vida era de 120 por cada mil, y en los diez años de la Revolución, logramos bajarlo a 60 por cada mil, todavía muy alto en comparación con Cuba, donde el índice es de apenas 6 por cada mil.


El movimiento popular giró alrededor de las siguientes tareas:


-Defensa de la Revolución inmediatamente agredida por los Estados Unidos, quienes organizaron rápidamente un ejército contrarrevolucionario con restos de la guardia somocista, con sectores desplazados y campesinos descontentos. La defensa de la Revolución se organizó a través de las milicias, las reservas y el servicio militar.


-La participación en la Cruzada de Alfabetización y las tareas de educación.


-La Reforma Agraria y la participación en jornadas productivas, cortes de café y de algodón.


-La organización de ciudadanos se inicia dando lugar a las grandes organizaciones de campesinos, obreros, estudiantes, mujeres, pobladores, hasta la organización cuadra por cuadra para la realización de tareas comunitarias. Todas girando alrededor de las grandes faenas revolucionarias.


-La creación de una nueva institucionalidad, a través de una nueva Constitución y nuevas leyes.


-El desarrollo de una desafiante política internacional independiente, que le lleva a abrir relaciones con los países socialistas de quienes empieza a recibir sustantiva ayuda.


La Revolución fue inmediatamente asediada por las fuerzas más reaccionarias de los Estados Unidos, particularmente desde que asume el gobierno Ronald Reagan (1981-1989). Éste accede al poder con un programa centrado en la recuperación de la hegemonía mundial y se propone, a toda costa, aniquilar el proyecto de nación independiente que se inicia en Nicaragua. Esta agresión trastoca las bases inicialmente impulsadas y, sin pretenderlo, la Revolución fue colocada en medio del conflicto Este-Oeste.


Lecciones para los desafíos del presente


El movimiento popular logró sostenerse en el poder hasta las elecciones de 1990. La razón fundamental de la derrota electoral, fue el desgaste profundo en la capacidad de resistencia de la economía y la población, producto de las pérdidas en vidas humanas y la desesperante situación económica.


Esta derrota se produce en un contexto adverso a las ideas de cambio en el mundo. En Europa se produce el fin del socialismo real y, con ello, cunde la sensación de que las fuerzas reaccionarias en el mundo han vencido. El paradigma de la Revolución luce derrotado.


Sin embargo, se considera que otros factores que incidieron estaban dados por debilidades internas del proceso mismo. Se descuidó el trabajo sobre el factor conciencia, y la resistencia moral fue minada por errores en la conducción, soberbia en las actuaciones y una excesiva preocupación por el control del poder por el poder mismo. La dirigencia se fue distanciando de la base.


En 1990 fuimos desplazados del gobierno. Ganó las elecciones una fuerza de corte neoliberal, de ideología conservadora. Su propósito era la restauración del sistema capitalista en todas sus formas y expresiones. Comenzó un período de retrocesos, desmontajes y de desarticulación de las transformaciones que hicimos en los años 80.


Coincidió nuestra derrota con el fin del socialismo real en Europa del Este, incluyendo la poderosa Unión Soviética, así como con el auge de la globalización capitalista. Con ello, el desmontaje de las ideas de cambio, las ideas de resistencia. Sólo Cuba ̶ y por eso consideramos que Cuba es un faro que alumbra no sólo a Latinoamérica, sino al mundo entero ̶ logró resistir las embestidas contra el movimiento revolucionario mundial y, en particular, en Latinoamérica, lo que llevó en el caso de Nicaragua, no sólo a la derrota, sino también al crecimiento de ideas derrotistas. Una cosa es perder las elecciones y otra cosa es que cunda la visión o la lógica del derrotismo, como ocurrió de alguna manera en nuestros países, y también en la Nicaragua Sandinista.


Me pidieron que expusiera las enseñanzas de la lucha que libramos en aquellos años, pero yo quiero hacer una síntesis a la luz del presente. Porque no podemos olvidar que esa derrota ocurrió hace ya trece años, o sea, más tiempo del que estuvo la Revolución en el poder y, por lo tanto, no sólo queremos analizar lo que ocurrió con la Revolución, sino lo que ocurre después de la derrota y lo que ocurre ahora también, para sacar las lecciones que nosotros consideramos más importantes.


Como decía Gramsci, “hay que observar el presente tal como es, si se quiere transformación”. Nunca debemos despegarnos de la historia, pero tenemos que ver el presente, porque éste nos muestra las diferencias.


Si bien es cierto uno encuentra similitudes, cosas muy parecidas, a cosas que ya han acontecido, también encontramos sustanciales diferencias. Así, no podemos dejar de mencionar el impacto que ahora tienen las transformaciones en materia tecnológica, en materia de comunicación. Por ejemplo, la teoría revolucionaria, el marxismo, fue escrita, fue diseñada, en un período en que no se había descubierto el genoma humano, el mapa de la vida.


Algunas de las cosas que vemos hoy eran impensables: como las comunicaciones por Internet. Era impensable que se pudiera mandar una foto en el mismo instante en que el hecho se está produciendo. Eran impensables los niveles de exclusión a que llevaría el capitalismo y los niveles de concentración de la riqueza que se han producido en los últimos años.


O por ejemplo, y todo es discutible, es cierto que el imperialismo se expresa de manera particular desde el poder de un sólo gobierno, en un país determinado, como los Estados Unidos, por lo menos para nosotros así se nos expresa históricamente.


Pero ahora sabemos que más allá de un país, están las grandes transnacionales, las grandes corporaciones, esas que son las que controlan los gobiernos de estos países imperialistas. A ellos no los vemos, ni los conocemos, ni sabemos quiénes son. Sabemos que hay unos Bill Gates, que existen unos dueños de las grandes corporaciones, pero a ellos ni las caras les vemos. Al que le vemos la cara es a Bush.


Entonces hay nuevos fenómenos y nuevas cosas que se nos presentan ahora que es importante estudiar, para descubrir las formas ̶ también nuevas ̶ que se nos presentan para encontrar también nuevas formas para la resistencia frente al modo de vida que el modelo nos impone.


Y por eso, permítame enumerar las lecciones que nosotros extraemos de esa combinación de la experiencia, de nuestra propia vivencia, y de lo que vemos hoy en el mundo.


Primera enseñanza: Consideramos que no basta la toma del gobierno, o por la vía de las armas o de las elecciones. La toma de los gobiernos, por parte de fuerzas de izquierda, no significa de manera mecánica la garantía de las realizaciones esperadas por los sectores populares. Tan o más importante que ganar el gobierno, es ganar la conciencia de la gente, de la mayoría.


En las condiciones de la democracia que conocemos, esa forma de democracia que es la democracia liberal, con sus votaciones y elecciones de representantes, en donde todos los partidos políticos -incluyendo los de izquierda- son arrastrados por la lógica del mercado político: hay que comprar, hay que vender nuestro programa, hay que vender nuestra propuesta, como hace la derecha en un mercado. Las campañas entonces se transforman en campañas de mercadeo político.


Las propuestas y los individuos se venden como mercancía. Estos procesos con frecuencia conllevan a frustraciones del pueblo, porque los intereses tácticos, la inmediatez, el conseguir hoy una victoria política, una imagen política, nos interesa más que las transformaciones a mediano y largo plazo.


Para la izquierda las campañas deberían ser espacios para trabajar más bien sobre la conciencia y sobre el ciudadano que es la base, la única garantía de verdaderas y durables transformaciones. Porque podemos ganar elecciones, pero si no hay motivación y convicción en la gente para las transformaciones, el poder servirá únicamente para que algunos individuos vivan mejor, pero las transformaciones no contarán con respaldo de las masas.


Como lo ha demostrado realmente la Revolución Cubana. Porque si algo ha trabajado el pueblo de Cuba y el Partido Comunista de Cuba y sus organizaciones, es la base, la resistencia. Las realizaciones verdaderamente transformadoras son aquellas que hacemos los ciudadanos y ciudadanas, nosotros mismos, por convicción. No es posible realizar todas las transformaciones nada más desde los aparatos, desde de las instituciones. Las transformaciones verdaderas son las que realiza el pueblo por él mismo.


Es más, los liderazgos partidarios son ahora mucho menos confiables y no ofrecen por sí mismos garantías suficientes para las aspiraciones de los ciudadanos y ciudadanas. Podés tener un dirigente probado, de origen proletario, de origen revolucionario, pero no basta. Necesita a la gente, empujando, luchando, haciendo y demandando sus propias transformaciones. Hay que ver al presidente o al dirigente simplemente como un actor al que las circunstancias históricas lo colocaron ahí para cumplir una función que le ha encomendado la propia gente.


Y lo decimos en base a nuestra experiencia. Para hacer la lucha fue preciso gente de coraje. Fue la gente misma llena de coraje, de sentimiento, de símbolos, de ganas de hacer las cosas, y por eso es que de un puñado de guerrilleros que comenzó en los años 60, la Revolución y la Insurrección se convirtieron en un gigantesco acto de masas.


Insistimos: El poder como control de aparatos, es sólo una parte. No es menospreciable, es importantísima, pero es sólo una parte. Si se controla el poder, pero se descuida el desarrollo del ser humano, de la conciencia, de la batalla de las ideas; si se quiere construir una sociedad nueva, pero sin cuestionar la base, la cultura ideológica sobre la que se fundó la vieja sociedad, si no la cuestionamos, no son posibles transformaciones duraderas y, al final seremos, como nos ocurrió a nosotros, derrotados. Puede ser que nuestra derrota, la de los sandinistas, sea una derrota táctica, pero una derrota importante. Si fue estratégica, el tiempo lo dirá.


Segunda enseñanza: La necesidad de una nueva horizontalidad. En nuestros tiempos, como les contábamos, nuestra concepción clásica era la de la vanguardia ̶ y fue necesaria en algún momento ̶ . Es más, ahora algunos movimientos, por ejemplo, el Movimiento Feminista en Nicaragua se cuestiona y dice que pasamos de un modelo de vanguardia, de organización vertical, a un modelo totalmente plano.


Ya hay reflexiones de que ese modelo totalmente plano no es tan autóctono. Parece ser que ese modelo, totalmente horizontal, también venía como parte de los paquetes de ajustes estructurales de la economía que requieren de la desestructuración de la sociedad. La verdad es que no hay que tragárselo todo.


Pero hemos de ser enfáticos: Ese modelo de una vanguardia que todo lo dirige, al que se le tienen que subordinar todas las organizaciones populares, ese modelo, a nuestro juicio, ya no está vigente. Para nosotros los partidos de izquierda y las fuerzas de izquierda, deben de renunciar a ese vanguardismo y a las estériles pretensiones hegemonistas, porque se está produciendo ̶ como parte de las nuevas realidades ̶ la emergencia de distintos sujetos.


Antes nuestro sujeto era exclusivamente el proletariado y la alianza con el campesinado, pero las nuevas realidades generan una multiplicidad de sujetos que responden a una multiplicidad de banderas y desafíos que tienen que ver con las realidades cambiantes. La relación de las organizaciones políticas no puede ya ser más la de la verticalidad. Por eso planteamos como urgente, en estas nuevas situaciones, una nueva horizontalidad.


Reconocer la emergencia de la diversidad de prácticas, la emergencia de nuevos sujetos económicos, políticos, sociales, culturales, que han alterado de manera irreversible el mapa que antes teníamos.


Tercera enseñanza: Y puede ser una verdad obvia, y como decimos en castellano una “perogrullada”, algo tan evidente que es una verdad de Perogrullo: La juventud como protagonista.


La experiencia nos enseña que es entre los jóvenes donde encontraremos la mayor capacidad de abnegación y sacrificio disponible en la sociedad, frente al acomodamiento de la clase política y el acomodamiento natural de la gente mayor. Digo, en términos generales, son los jóvenes los más capaces para acometer la realización de las tareas que a otros nos parecen imposibles.


Porque realmente la tarea de vencer, de derrotar el modelo que se nos ofrece como la única verdad ̶ el capitalismo con sus poderosas maquinarias ̶ , eso no puede ser acometido, si no es por gente que sea capaz de soñar y de imaginar que eso es posible. Si no somos capaces incluso de visibilizar la posibilidad de ese cambio, no lo vamos a hacer. En donde más arrojo y coraje vamos a encontrar para acometer esa tarea que algunos ya dan por imposible, es en los jóvenes. Así fue siempre. Es la experiencia de nuestra Revolución.


Como dije en Euskadi:

Es esa juventud la que ha probado estar mejor dispuesta en espíritu y energía para emprender la rebelión mundial frente a la mediatización de las luchas; frente a las mutaciones ideológicas de quienes alguna vez fueron dirigentes revolucionarios; frente a las claudicaciones políticas y el pragmatismo; frente a la búsqueda del poder por el poder mismo; frente a la defensa de los nuevos intereses frutos del ejercicio no siempre lícito ni legítimo del poder; frente a la búsqueda sin principios de espacios de poder; frente a la mezquindad y el egoísmo; frente al abandono de la solidaridad como conducta ética y política; frente al sometimiento a los valores individualistas y mercantiles de la globalización neoliberal; frente a todos esas viejas enfermedades del capitalismo, convertidas ahora en verdaderas pestes planetarias.”.


Cuarta enseñanza: Hay que levantar nuevas banderas, hay que encontrar en la cambiante realidad, nuevas banderas. Por ejemplo, ahora es ineludible la bandera contra la guerra y el hegemonismo, y también la necesidad de levantar de nuevo la bandera de la paz. Está también la bandera de la lucha contra la corrupción, la bandera de la honestidad en la gestión pública.


Ahora es mucho más clara y vigente la necesidad de levantar la bandera de la lucha contra la dictadura de los hombres sobre las mujeres, de los padres sobre los hijos, la bandera de la plena igualdad entre los sexos. Hoy es mucho más urgente levantar la bandera contra la doble moral. Ahora se vuelve a poner en evidencia la bandera contra el racismo, contra la xenofobia, por ejemplo, en los países de Europa.


Igualmente se vuelve urgente la bandera de la independencia y de la soberanía. Se vuelve a poner en el orden del día, incluso, hasta la soberanía frente a las intervenciones militares, tal como estamos viendo que acontece allá en Asia y el Medio y Cercano Oriente.


Y bueno hay muchas otras banderas que descubriremos en cada una de nuestras realidades, pero es evidente, que no podemos seguir aferrados a las mismas banderas y que cada pueblo, cada nación, cada colectividad, debe ser capaz de encontrar las propias y actualizarlas.


Quinta enseñanza: Unidad no es unanimidad. Antes se reivindicaba la unidad como la dirección única o como la subordinación a un mismo programa, a un mismo planteamiento y, a veces, hasta una misma bandera partidaria.


La vida y las realidades nos muestran que con alguna frecuencia, esa unidad y ese reclamo de unidad esconde sectarismo, esconde incluso hasta un tipo de sectarismo que lleva a la descalificación y que llevó, en no pocos casos, hasta el genocidio y hasta el asesinato de hombres y mujeres luchadores, bajo el pretexto de la unidad. En nuestros tiempos, el reclamo de la unidad ha llevado no pocas veces a la descalificación y a la degradación de quienes disienten, de quienes critican.


Unidad no es unanimidad como decía ayer, Plínio de Arruda Sampaio. Hay que encontrar coincidencias en las agendas, pero tenemos que reconocer que hay énfasis y distintas agendas, y que lo que tenemos que buscar es cuáles puntos de nuestras agendas los juntamos y los convertimos en determinados momentos de la historia en algo que nos haga caminar a todos juntos, para ser más fuertes, para ser más contundentes, pero sin querer establecer una unidad que elimine la especificidad y las diferencias.


Sexta enseñanza: Es el asedio perpetúo a la opresión. Todos desde nuestras distintas trincheras, desde nuestros distintos países, y desde nuestras distintas realidades, podemos contribuir al asedio perpetuo a la opresión.


La opresión se sigue manifestando como la exclusión de millones de seres humanos a los más elementales derechos, como lo decía ayer el representante de Haití. Lo peor del caso es que ya pasaron, por ejemplo, 10 años desde que las Naciones Unidas y los gobiernos de los países ricos dijeron que íbamos a trabajar diez años en el combate a la pobreza, y trazaron lineamientos y grandes estrategias de combate a la pobreza y, después de transcurrido el tiempo, resulta que hay más pobreza, que hay más miseria, que hay más excluidos; además, los pobres son más pobres y los que antes eran menos pobres ahora son más pobres.


Entonces la constatación de que la opresión se manifiesta en la exclusión de las mayorías a las oportunidades más elementales, nos debe de conducir al convencimiento de que es necesario resistir a la opresión y combatir a la opresión. Ese combate se tiene que hacer desde cualquiera de las trincheras en que nos haya tocado quedar ubicados en las actuales circunstancias históricas.


Hay que disputar en cada país, en cada realidad, en cada municipalidad, hay que disputar los espacios políticos, económicos, ideológicos, sin despreciar ninguna lucha, ningún acto de insubordinación, sin actitudes excluyentes. Hay que resistir y avanzar, hay que cuestionar todo lo que sea opresivo, hay que avanzar sin despreciar a nadie que esté aliado en la lucha por el combate a esta subyugación.


Nosotros no decimos no a ninguna vía. No negamos la vía armada. Si los revolucionarios colombianos siguen sosteniendo que la única vía para sus transformaciones es la lucha armada, hay que ser solidarios con ellos, hay que ser solidarios, porque para nosotros no hay ninguna sola vía cerrada para la transformación y el cambio. Cada pueblo tendrá que irlo encontrando por sí mismo.


Finalmente: En este mundo global, en este mundo en el que las comunicaciones permiten al sistema uniformar determinados discursos, uniformar determinados parámetros, incluso, uniformándonos culturalmente, obligándonos a renunciar hasta a nuestras formas tradicionales de comer, debemos resistir.


Voy a contarles algo que nos está pasando ahorita. ¡Es un drama! En Nicaragua y en Centroamérica se produce un frijol que nos fascina, es el pequeño frijol rojo. No es como el frijol de ustedes, así grandote, que hemos estado comiendo. Es un frijol pequeñito por eso le dicen el rojito. Ese frijol es una herencia histórica, cultural, de nuestros antepasados. Ustedes saben que una gran cantidad de centroamericanos salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses ̶ por miles ̶ han emigrado a Estados Unidos. El peso de la inmigración es tan alto, que Nicaragua exporta 600 millones de dólares y recibe por remesas de los que viven fuera, 800 millones de dólares. Resulta que hace poco, el New York Times anunció que ese frijol, el rojito, se podrá producir en Estados Unidos y que ahora ellos van a poder abastecer “el mercado étnico” de los Estados Unidos, y más barato que el frijol que producen nuestros países.


La lucha por resistir pasa por analizar con el campesino que defender sus semillas, no es sólo un asunto económico o material, sino que es un asunto de cultura, de dignidad, y con esto concluyo: No es cierto que las condiciones materiales, la pobreza, la miseria y la exclusión son las generadoras de la resistencia. No es cierto. La resistencia sólo se genera por convicción, por conciencia.


Puede haber muchos pobres y no se produce resistencia. Incluso con mucha frecuencia la extrema pobreza y la miseria, no generan luchas. La lucha sólo se consigue cuando se combina con dignidad, con conciencia y con subjetividad.


Todas estas cosas la debemos de elevar como categorías, principios, valores. El rescate de lo nuestro, el rescate de nuestra nacionalidad, de nuestra identidad, de nuestro ser latinoamericano.


Queridas compañeras y compañeros:


El próximo 21 de febrero estará cumpliendo 60 años de asesinado el General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino. Después de ese asesinato persiguieron y aniquilaron a todos los campesinos que lo habían acompañado y luchado con él. Destruyeron sus cooperativas y quisieron borrar su nombre, su bandera, sus ideas. No pudieron. En 1961, Carlos Fonseca fundó el Frente Sandinista y ahí está su nombre y los ideales por los que él combatió. El nombre de Sandino nos alumbró, nos animó, nos dio coraje y convicción.


Primero fuimos poquitos, y después fuimos miles, y después fue todo un pueblo. Y con su ejemplo de campesino digno, de campesino revolucionario, de campesino visionario, conseguimos una victoria importante. Nuestra victoria no fue en vano, jamás fue en vano. Murieron miles de jóvenes, miles de campesinos, quedaron muchas madres sin sus hijos y mujeres sin sus esposos y hombres sin sus esposas, pero vencimos, y nuestro ejemplo alumbró la historia de muchos pueblos latinoamericanos y por eso, decimos que no fue en vano.


Nuestras derrotas no son definitivas, porque lo que los revolucionarios sandinistas queremos no es nada más que un gobierno, o estar mandando. Los verdaderos revolucionarios sandinistas queremos un cambio profundo y sabemos que se está operando y se sigue dando, no sólo en el estrecho marco de nuestras fronteras nacionales, sino en la patria grande que también soñó Sandino, rescatando la de Bolívar.


Yo estoy segura que con Sandino y Carlos Fonseca, volverán a colocarse en alto, en los cerros, en las montañas de Nicaragua, estas hermosas banderas y estas canciones libertarias que alumbraron nuestro trabajo esta mañana.



Gracias.





NOTAS


1Exposición realizada en el “Encuentro sobre Experiencias de Construcción de Poder Popular en América”, organizado por CEPIS en Sao Paulo, Brasil, del 26 al 30 de octubre de 2003.


2 Las llamadas “místicas” del MST son la combinación de cantos, poesía, teatro, uso de símbolos, banderas, trajes y cualquier otro elemento tradicional, que sirven para interpretar pasajes, luchas, promover sus principios y valores, incrementar la mística y el imaginario colectivo para el cambio revolucionario de la sociedad.


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