Memorias de la lucha Sandinista

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Debemos desnudar los planes de Daniel Ortega

desde la izquierda”1


Cuando analizo lo que está pasando en Nicaragua, me viene a la mente un cuento oriental. Dice el cuento que un hombre perdió sus llaves y un amigo lo encontró en su casa, toda iluminada, registrando en cuclillas por el suelo. ¿Qué estás haciendo?, le dijo. Buscando las llaves. ¿Y dónde se te perdieron? Allá, en aquel callejón oscuro, respondió. Entonces, ¿por qué las buscas aquí si se te cayeron allá? Bueno, porque aquí hay luz…


Y es que muchas veces buscamos donde no vamos a encontrar, sólo porque ahí están enfocados los reflectores. Y perdemos energía y mucho entusiasmo buscando inútilmente. Los medios de comunicación, la propaganda y, a veces, los líderes políticos, nos ponen a buscar en donde no vamos a encontrar.


Las contradicciones políticas que todos los días vemos destacadas en los medios de comunicación no necesariamente reflejan el problema central de Nicaragua; el problema al que debemos ponerle atención. El sistema ha tenido capacidad para distraernos con asuntos superficiales, con lo que aflora, para que no indaguemos ni nos preocupemos por ver lo que está por debajo, lo que subyace, lo que permanece en la sombra. Y es ahí donde podríamos encontrar lo que buscamos.


En Derecho hay un principio que dice:“La causa de la causa es la causa del mal causado”. El sistema ha tenido capacidad de dejarnos en la superficie, sin que lleguemos a “la causa de la causa”.


En las últimas décadas, en el mundo y en Nicaragua, hemos estado viviendo con un enfoque de los problemas que nos deja en la superficie, que impide escudriñar y desentrañar las razones últimas y primarias por las que vivimos en un mundo tan inequitativo, desigual e injusto. La mayoría de la población es prisionera de un enfoque que no llega nunca a la raíz. Por eso buscan y obtienen las respuestas de manera incompleta y, a veces, inadecuada.


Tengo la convicción de que los problemas que vemos todos los días en nuestra vida política, no son más que reflejos de esa raíz que es el sistema capitalista ̶ hegemónico y dominante ̶ en el que estamos viviendo. Mi compromiso de lucha es para la construcción de otro mundo que creo posible, necesario y urgente.


En este mundo capitalista, neoliberal, con una hegemonía basada en la supremacía económica, ideológica y militar, sabemos que aunque los Estados Nacionales tienen una soberanía cada vez más reducida, hay en todos ellos ̶ aún en los más pobres y frágiles como Nicaragua ̶ pequeños grupos locales enriquecidos y articulados con la hegemonía del capital internacional. Esas minorías son las que se sienten satisfechas con la situación actual. En Nicaragua no pasan del 5%.


A nivel mundial, ese grupúsculo de gente satisfecha oscila entre un 10 y un 15% que, por supuesto, siente que las cosas les van bien.


No se puede construir justicia social atropellando la libertad


Construir un mundo diferente requiere no sólo criticar el sistema en el que vivimos. Requiere analizar críticamente los modelos alternativos que se han construido, y que se siguen construyendo para solucionar las inequidades que a diario nos conmueven con sus dramáticas cifras. Requiere también tener capacidad para delinear los rasgos de ese otro mundo que queremos construir. Y requiere luchar para que no sea sólo un delineamiento teórico, sino hecho con la participación práctica y concreta en los esfuerzos por el cambio.


Entre los rasgos que creemos son fundamentales para un modelo alternativo están: la igualdad, la justicia social y la libertad. Si ésos son los rasgos, nos corresponde analizar la igualdad o desigualdad que hay en el sistema que criticamos y en el modelo que se nos presente como alternativa.


¿Qué nivel de igualdad o de desigualdad hay en el sistema que existe? ¿Y cómo se manifestó la igualdad o la desigualdad en los sistemas que quisieron ser alternativos ̶ los del socialismo real ̶ o en los modelos alternativos que se promueven? Se dice, por ejemplo, que se trata de hacer algo distinto en Venezuela. Y, ¿cómo se manifiesta la igualdad o la desigualdad en Nicaragua, donde el gobierno nos dice que estamos viviendo “nuevos días de Revolución”?


Igual con la justicia social, creemos que hablar de promover la justicia social sin libertad, es peligrosísimo. Ya se probó: el sistema que se suponía iba a ser justo socialmente, aplastó la libertad y fracasó. Actualmente, hay dirigentes del Frente Sandinista que creen que se puede hablar de justicia social y construir justicia social atropellando la libertad.


Igualmente, hay dirigentes del Frente Sandinista que nos critican porque tenemos un afán exacerbado por la democracia. Nos dicen que cómo defendemos esta “democracia burguesa” cuando para construir una sociedad más justa hay que ser a veces antidemocráticos y autoritarios. No estamos de acuerdo con esa posición.

Entre los rasgos de un modelo alternativo hay que tener también muy en cuenta la cultura política. En Nicaragua no estamos construyendo ninguna alternativa si decimos que queremos una nueva sociedad y seguimos alentando una cultura política clientelista, de prebendas repartidas a manos llena, saturada de inmoralidades y donde se atropella el principio del Estado Laico, manteniendo un maridaje entre Iglesia y Estado que alienta las expresiones más conservadoras de la religiosidad. De esa manera, no estamos construyendo ningún modelo alternativo.


Obligadamente, tenemos que hacer todas estas reflexiones desde la acción, desde la práctica. Y eso significa el diseño de un mínimo de estrategia de cambio. Esa estrategia debe tener tres elementos fundamentales: enfrentar la lógica de des-ideologización que nos han vendido, y que hemos comprado creyendo que hay que renunciar a la construcción de un cuerpo de ideas, de un análisis que utilice herramientas científicas para desmenuzar la realidad, cuando no puede haber una práctica de transformación y cambio si no tenemos un mínimo de ideas orientadoras hacia ese cambio.


El segundo elemento es, reconocer quiénes son los que están llamados a hacer los cambios, los sujetos de los cambios. Cómo actúan, cómo los identificamos, cómo se articulan.


El tercer elemento es, tener clara la convicción de que este mundo actual es injusto, porque en él predomina la lógica del mercado, cuyo ADN determina un resultado injusto. Tener claro que por eso debemos apostar a cambios pequeños y a reformas, pero teniendo siempre delante un horizonte de mediano y largo plazo que asegure cambios más profundos. De lo contrario, nos quedaremos buscando las llaves debajo de la luz, absolutamente desenfocados, sin atinar a identificar problemas y proponer soluciones y, por tanto tampoco el verdadero modelo alternativo.


Después de esta necesaria introducción del “desde dónde” hablamos, pensamos y actuamos, ¿cómo miramos la realidad nicaragüense?


En Nicaragua, tuvimos una Revolución triunfante y después una contrarreforma que, a mi juicio, aún no ha tocado fondo. Uno de los elementos determinantes de esa contrarreforma ha sido la contrarreforma ideológica, la contrarreforma en la subjetividad, que afectó la organización de la gente.


Creemos y sabemos que no es posible hacer cambios sin sujetos activos, conscientes, organizados, movilizados y luchando. Sabiendo todo esto, tenemos que llegar a una conclusión dramática: No existe, en la actual etapa, un liderazgo capaz de liderar una nueva corriente de lucha por las transformaciones necesarias. Sí, tuvimos una Revolución, pero quince años después tenemos como resultado un pueblo en buena parte desmovilizado, subordinado, alienado, que cree en las posibilidades de cambio y de mejorar su vida a partir de enfoques mágicos, sin una ruta y un camino claramente definidos.


Uno de los dramas más grandes de Nicaragua es, que habiendo tenido una Revolución, tenemos hoy que preguntarnos: ¿Existe izquierda en Nicaragua? ¿Existen organizaciones de izquierda en Nicaragua?

Si uno mide al Frente Sandinista actual con los parámetros de lo que es una organización revolucionaria, transformadora, seguramente llegaremos a concluir que no podemos colocar al FSLN, como una fuerza de izquierda. Eso no significa que yo niegue que haya sectores, bases, gente dentro del Frente Sandinista que son de izquierda y siguen aspirando a un mundo distinto.


Dieciséis años de gobiernos neoliberales nos han dejado como resultado la desorganización, la desmovilización y el desmontaje de un movimiento popular organizado para el cambio. Pero esto no sólo es efecto del neoliberalismo. También el Frente Sandinista tiene responsabilidad.


La mayoría de nuestras organizaciones fueron creadas al calor de la Revolución y fundamentalmente como instrumentos de defensa de la Revolución al servicio de las transformaciones revolucionarias.


Por eso, la mayoría de estas organizaciones crecieron y se desarrollaron sobre la base de una subordinación a la vanguardia del Frente Sandinista. La lógica con la que actuaron, en base a la teoría de entonces, era ser correas de transmisión de la vanguardia, que era la que encarnaba los grandes ideales y las grandes metas.
Para hacer realidad los ideales revolucionarios, las organizaciones tenían que responder a la estrategia revolucionaria que diseñaba la vanguardia.


Después de la derrota electoral, muchas de estas organizaciones hicieron algunos esfuerzos por su autonomía. Quienes más lo lograron fueron los movimientos de mujeres. Pero, en gran medida, con el primer quiebre que se da en el Frente Sandinista, en 1994, muchas de estas organizaciones volvieron a jugar un rol subordinado, a partir de distintos mecanismos, entre los que se incluyeron mecanismos de cooptación a través de prebendas, reparto de propiedades y de cuotas de poder.


Durante años, estas organizaciones han mantenido sus luchas y sus demandas muy subordinadas a la lógica política de la estructura partidaria.


El pacto es una conjunción de intereses políticos, económicos y religiosos


Hay que tener en cuenta, además, que el Pacto entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, tuvo al comienzo dos patas. Ahora tiene tres, porque incluye la pata del pacto con el cardenal Miguel Obando y Bravo y un sector de la jerarquía católica. Aquellas primeras dos patas fueron la política y la económica.

La política es la que se mira más, la que está siempre enfocada por los reflectores: el reparto de las instituciones del Estado y sus cargos. Pero no está bajo la luz de los reflectores el gran aporte económico que para el pacto hiciera Daniel Ortega: garantizar la desmovilización social. Daniel Ortega recibió el aporte de llegar al gobierno con un 35%, pero él hizo el principal aporte desmovilizando totalmente a todas las organizaciones populares.


Y eso es lo que permitió el desarrollo del proyecto neoliberal sin ningún tipo de límites. El desarrollo de nuevos capitales entre allegados a Ortega y Alemán; el tráfico de influencias que permitía a los allegados de los caudillos jugar con ventajas en el proceso de privatizaciones de activos públicos; la venta de bienes adscritos a la Corporación Nacional de Administración Pública (CORNAP). Todo lo que pasó con las quiebras bancarias, el reparto millonario de indemnizaciones, el escándalo de los Certificados Negociables de Inversión (CENIS); todo eso constituye la pata económica del Pacto.


En estas circunstancias, el aparato del Frente Sandinista se fue debilitando cada vez más. La organización en el Frente se redujo de manera dramática y quedó convertida únicamente en una estructura electoral: unos 30 mil fiscales, miembros de las mesas de votación y garantizadores de la defensa del voto, gente que ni siquiera realizaba tareas de carácter proselitista. Esta estructura se mantuvo organizada exclusivamente para la defensa del voto en momentos electorales y subordinada al Secretario de Organización, Lenín Cerna.


Sin ninguna organización política en el Frente Sandinista, se llegó también a un punto ̶ sobre todo en los últimos cuatro o cinco años ̶ en que se perdió totalmente la institucionalidad del Partido. Los propios analistas orgánicos del Frente Sandinista y del danielismo lo reconocen: Actualmente, no existe ni organización política ni institucionalidad partidaria en el FSLN y las decisiones que tomaba hasta hace poco Daniel Ortega y un pequeño grupo, las toma ahora la pareja presidencial y unos cuantos allegados.


La victoria electoral sorprendió al Frente Sandinista con este gran debilitamiento de su organización y con nula institucionalidad. Además, se trató de una victoria minoritaria: el 38% de los votos no le garantiza a Daniel Ortega una correlación social suficiente para impulsar su proyecto político, que es un proyecto personal, centrado en el control del poder.


Este es el contexto en donde surge la idea de crear los Consejos del Poder Ciudadano. Los CPC expresan la convicción ̶ que ellos tienen ̶ de que su proyecto político cuenta con un respaldo de votos modesto que, además, no cuenta con un tendido institucional orgánico capaz de impulsarlo y además, que parte importante del tendido que hubo en el pasado, se redujo exclusivamente a lo electoral. Ellos lo saben perfectamente. El propio 5 de noviembre, ya se dan cuenta que tienen que construir una estructura que responda de manera directa a la lógica de su proyecto.

Y entonces diseñan los CPC, que, como dice el decreto creador, serán una especie de escuelas reproductoras de las ideas que surgirán desde un núcleo de mando que se coloca en la cúspide en la persona de la Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo.


El diseño de los Consejos Comunitarios que hay en Venezuela, es bastante similar. Nosotros estuvimos muy ligados al proyecto de la Revolución Bolivariana desde su inicio, y recuerdo que hablando con uno de los principales líderes de este esfuerzo nos decía, que ellos también fueron sorprendidos con la victoria electoral.


En Venezuela había dos grandes monstruos partidarios. El Movimiento Quinta República ganó las elecciones, porque logró capitalizar el gran descontento de la mayoría empobrecida frente a la dinámica de los grupos de poder y después de la crisis de los precios del petróleo y el “caracazo”. Cuando ganaron, se dieron cuenta que no tenían organización, que no tenían estructura, que no tenían ningún tendido. Entonces empezaron a experimentar distintas formas de organización. La más reciente, articulando lo que llamaron “misiones”, así como otras formas de organización barrial como son los consejos comunales. Bastante similares a los CPC de aquí, porque están diseñados para desarrollar tareas de carácter estatal al servicio a la comunidad en educación, en salud, en vivienda.


¿Cuál es el problema que enfrentan en Nicaragua los CPC? Que están montados sobre los restos, sobre lo que queda de la estructura del Frente Sandinista, sobre espacios que perdieron liderazgo y protagonismo real.


Los CPC son reflejos de la pérdida de liderazgo y vínculos con la organización social


Los liderazgos orgánicos, ligados a la estructura partidaria y a las actividades de defensa del voto, estaban muy desvinculados del trabajo social. No todos, porque hay sandinistas ̶ incluso danielistas ̶ y gente votante del Frente Sandinista, que nunca perdió vinculación con la organización social. Pero una mayoría sí la perdió.


En la mayoría de los casos, el líder del partido no participaba en las organizaciones sociales, ni siquiera en los Comités de Desarrollo Municipal (CDM), allí donde los hay. Porque también es cierto que no hay CDM en todos los municipios del país.


Instalar los CPC, montados sobre los restos de la estructura del Frente Sandinista y colocarlos por encima de expresiones de participación que ya tienen diez, quince o dieciséis años de trabajar, y organizarlos sin considerar los liderazgos locales y tradicionales, es lo que ha generado conflictos en muchos lugares.


Es el caso, por ejemplo, de Condega, uno de los municipios pioneros en la aplicación de la Ley de Participación Ciudadana, con un CDM, con una comisión de educación, una comisión para resolver el problema del agua, una comisión para los problemas de salud.


En otros lugares, por ejemplo en Managua, nunca se organizaron los espacios de participación ciudadana que conocemos en otros municipios. Yo muchas veces critiqué a Herty Lewites, le reclamé, por su poca preocupación por la organización ciudadana. Durante su gestión edilicia, las instancias de participación ciudadana brillaron por su ausencia, como han brillado también por su ausencia en el caso del actual alcalde.

Sin embargo, algunas organizaciones mostraron interés en impulsar comités barriales en zonas muy grandes. También ha habido el proyecto de crear comités de desarrollo distrital, que en realidad aún no existen. Esta debilidad de las estructuras de participación ciudadana en Managua, favoreció el desarrollo de los CPC, en la capital.


En Managua, tienen un poco más de organización, a pesar de que el trabajo del Frente Sandinista en la capital tiene muchas debilidades. Managua es uno de los municipios en donde el Frente tiene el enorme desafío de ganar las elecciones municipales del 2008 y no la tiene fácil. Creo que Managua, será una de las plazas más disputadas de manera real en las próximas elecciones. En Managua, la Alianza Movimiento Renovador Sandinista sacó casi el 20% de los votos y quedó por encima del Partido Liberal Constitucionalista (PLC). El Frente Sandinista sacó un 26 por ciento y Alianza Liberal Nicaragüense-Partido Conservador (ALN-PC), un 23%.


Managua es una plaza en la que el Frente Sandinista ha perdido muchísimo respaldo y en donde se expresan de manera más evidente las contradicciones de la estructura que depende de Daniel, con la estructura que depende de Lenín Cerna y con las estructuras barriales auténticas, impulsadas principalmente por el Movimiento Comunal, por organizaciones de mujeres y por algunos restos de organizaciones sociales.


El proceso de descomposición social, de debilitamiento y corrupción del FSLN terminó convirtiendo la labor política en una labor pagada. Tenemos dificultades para cambiar la lógica con la que hoy la gente se mueve: si no les pagas el pasaje y el refrigerio, no acuden a ninguna reunión. Y eso no es por la pobreza, es por la descomposición generada por la dinámica y la lógica de hacer política.


¿Cómo cambiar esto? Hay que volver a empezar, retomar la labor de hormiga de los años 60 y 70, construyendo núcleos de conciencia. Ir tejiendo, reconstruyendo ideales, desarrollando procesos de formación, con pensamiento crítico.


Puedo imaginarme con fundamento que esta descomposición afecta también hoy a las bases de los CPC. Yo no me imagino al 80-90% de la gente que se ha integrado a los CPC, moviéndose exclusivamente por convicción. Hay muchos intereses particulares, inmediatos y materiales. Y, naturalmente, dependiendo del liderazgo territorial, local y barrial, los resultados de los CPC van a ser más o menos positivos. Los CPC ya han estado vendiendo frijoles a precios más baratos.

El titular del Ministerio Agropecuario y Forestal (MAGFOR), Ariel Bucardo, dijo que el Estado importó los frijoles con los 16 millones que dio el Presidente venezolano, Hugo Chávez, para los damnificados del Huracán Félix y los damnificados por las lluvias posteriores que afectaron particularmente en el Occidente y el Norte del país. Este año estamos hablando de por lo menos 70 millones de dólares derivados de la cooperación de Venezuela, recursos sin control que el gobierno va a mover a través de los CPC, y que ya ha comenzado a moverlos.


Me puedo imaginar que estos recursos serán una “motivación” para organizarse en los CPC. Otra motivación será la posibilidad de encontrar trabajo. Ya hay gente que va a pedir trabajo a una institución estatal y le dicen que vaya a buscar primero el aval del CPC. Y si va a su CPC no se lo dan porque “vos andabas con el MRS ¡y que te den trabajo ellos!”.


Podemos entonces imaginarnos a los CPC reproduciendo los procesos de corrupción y de utilización clientelar de los recursos, aunque seguramente habrá sus excepciones, porque habrá gente que participará sinceramente.


Con este panorama, pienso que los CPC, obedecen a la necesidad de contar con una organización de base popular que responda a la lógica del proyecto. Y aquí viene la gran pregunta y la discusión: ¿cuál es el proyecto del FSLN en el gobierno? Hay algunos, como William Grigsby Vado, que plantean que dentro del Frente Sandinista hay actualmente una batalla campal entre la línea de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que quieren impulsar un proyecto transformador de raíz, un proyecto anticapitalista y hasta un proyecto hacia el socialismo, y una parte de los ministros y dirigentes, que se resisten a ese cambio.


Las Contradicciones a lo interno del FSLN no son ideológicas ni políticas


Según este análisis, existe dentro del Frente Sandinista una corriente que viene del “Bloque de los Empresarios”, que asumieron un gran poder y una gran influencia desde hace años, y ahora luchan para impedir que el gobierno de Daniel Ortega se radicalice hacia la izquierda.


Tengo severas dudas de que este análisis sea real. Más bien, las pugnas actuales en el Frente Sandinista las estoy percibiendo así: el proyecto personal de Daniel Ortega necesita de un ropaje ideológico para chocar y confrontar a otras fuerzas dentro del Frente, que se le rebelan, pero no porque no quieran una radicalidad de izquierda, sino por otros aspectos.


Esto es lo que ha mostrado un poco Nicho Marenco al reclamar el derecho a disentir, el derecho a pensar, el derecho a criticar, el derecho a ver de manera distinta las cosas, el rechazo a un enfoque tan verticalista, autoritario y poco democrático como el que actualmente encarna la pareja presidencial. De más está decir que algunos, incluso, analizan el actual conflicto en el Frente Sandinista, como una confrontación personal con la “insoportable” de la Rosario Murillo.


Creo que las contradicciones en el Frente seguirán presentes y la pareja presidencial va a querer que sean percibidas como la confrontación de dos proyectos: una propuesta que quiere seguir con el neoliberalismo, de presunto carácter socialdemócrata, y el proyecto revolucionario verdadero, que es el que encarnarían ellos: Daniel Ortega, Rosario Murillo y los CPC.


Esto no tiene ninguna base de sustentación, porque uno sabe que actualmente el poder de Daniel y de Rosario dentro del aparato institucional, tanto estatal como en los restos del Frente Sandinista, es muy alto y muchas de las decisiones que han tomado en temas estratégicos como: la continuidad de las políticas neoliberales, el presupuesto 2008 ̶ que es exactito al presupuesto que dejó Bolaños ̶ ; los acuerdos con el FMI que por primera vez no fueron una imposición del FMI, sino el resultado de una propuesta que hizo el propio gobierno; la resistencia a entrar en una revisión y negociación soberana de la deuda interna, decisiones que perfectamente podrían haber tomado y no han querido tomar; todo ello nos indica que vamos a entrar al segundo año del gobierno con un presupuesto que tiene una lógica claramente fondomonetarista y neoliberal. ¿Cuál proyecto revolucionario, pues?


Si el proyecto de la pareja presidencial es revolucionario y progresista, más del 30% del período del gobierno pasará sin indicar que lo es. Y, a nuestro juicio, esto no sucede porque haya unos ministros que se resistan a implementar una política revolucionaria, porque todos sabemos que uno de los rasgos de este gobierno, es tener un gabinete sin capacidad de hacer su propia propuesta, sin capacidad de distanciarse en lo más mínimo de las órdenes presidenciales, para no correr el riesgo de ser defenestrado ante la más mínima disidencia.


Si uno agarra la página web del Banco Central y revisa lo que ellos llaman la estrategia hasta el año 2010 y el Memorando de Entendimiento con el FMI, nos vamos a dar cuenta que este gobierno del Frente Sandinista, tiene una política financiera igualita, una política fiscal igualita, una política comercial igualita, una política crediticia igualita, una política cambiaria igualita a la del gobierno de Enrique Bolaños. ¿Cuál es el gran avance que ha anunciado el Presidente del Banco Central? Que hicieron una propuesta de política social. ¿Y quién financia la política social? ¿Los ricos de este país?


El 8 de enero, dos días antes de la toma de posesión de Daniel Ortega, Mario Arana, el Presidente del Banco Central durante el gobierno de Bolaños, decía que miraba muy bien como venían las cosas. Decía que en Nicaragua hay una deuda social explosiva, que es fuente de inestabilidad y fuente de movilización social y que la gente ya no puede seguir aceptando un nivel tan alto de inequidad social, y que por eso era buenísimo que Chávez nos diera dinero para aliviar esa deuda social.


Hoy, el gran capital de este país está feliz de la vida: hay una política social que les garantiza estabilidad, pero la hay sin modificar la política tributaria o la política fiscal o la política financiera. Están felices de que la política social se haga con los fondos venezolanos.


Realmente, las contradicciones que estamos viendo en el Frente Sandinista no tienen que ver con ningún modelo revolucionario, porque ese modelo no existe. Los conflictos surgen por un modelo de dirección centrado en el poder por el poder mismo. Lo que existe hoy es una disputa de poder que no tiene nada que ver con el diseño de dos proyectos distintos, sino con las debilidades de un proyecto girando sólo alrededor de intereses económicos, materiales, de negocios en disputa.

Es el caso del petróleo venezolano: una de las grandes dificultades que tuvo Nicho Marenco quien empezó las negociaciones con Venezuela, siendo alcalde, y cuando Daniel Ortega no era aún Presidente. Nicho organizó y dirigió la “Alternativa Bolivariana para Nicaragua” (Albanic) para iniciar el contrato petrolero, y fue literalmente defenestrado de esa posición y se creó Albanisa, excluyéndolo a él. Lo que hay detrás de estas contradicciones son discusiones y disputas alrededor del manejo de algunos de estos negocios.


No hay proyecto revolucionario en el Frente Sandinista. Hoy, lo que hace en Nicaragua el gobierno del Frente Sandinista es más de lo mismo del proyecto neoliberal, con ingredientes adicionales absolutamente negativos. El peor elemento es el pacto con la jerarquía católica para abrazar las ideas más oscurantistas y atrasadas. Este ingrediente nos crea condiciones más difíciles para la transformación, para un cambio revolucionario.


Cuando perdimos las elecciones en 1996, ¿cuál era el principal problema? Que el retorno del Frente Sandinista al gobierno estaba identificado con el regreso de la guerra. Como tuvimos que hacer una Revolución en condiciones sumamente difíciles, en medio de una guerra, la población nicaragüense identificaba izquierda con guerra. Hasta el año 1996 eso era evidente. Pero después, la izquierda quedó identificada con pacto.
Daniel Ortega es hoy igual a pacto, a reparto de las instituciones, a reparto del poder, a corrupción, a ambición del poder por el poder mismo.


Y el mayor drama es que ahora haga un discurso dizque revolucionario, porque no hay cosa más negativa para las ideas progresistas, para el socialismo, que el hecho de que Daniel hable de socialismo. Porque lo desprestigia, desprestigia la idea, el concepto que se podría eventualmente levantar. Su práctica va en total contradicción con las ideas de izquierda. Igual con Venezuela: no pudo tener peor embajador en Nicaragua la Revolución Bolivariana que Daniel Ortega.


En el 2006, estando todavía vivo Herty Lewites, hicimos una encuesta sobre la percepción que tenía la gente en Nicaragua sobre la “izquierda”. Un altísimo porcentaje contestó que Daniel era “de izquierda”. El 80% de la gente dijo que no se sentía para nada “de izquierda”. Y sólo un 7% se consideraba “de izquierda”. Valoración general: Daniel es de izquierda y la izquierda es vista como negativa.


La situación del mundo, de América Latina, es hoy muy compleja, muy confusa. La Revolución Bolivariana de Venezuela ha generado muchas contradicciones y hay muchas dudas y confusiones, y muy poca información. Hay grandes interrogantes y grandes dilemas y también grandes esperanzas. Lo que sí vemos clarísimo es que después de veinte años de neoliberalismo, el sistema no ha dado respuestas y hay cada vez más conciencia de eso.


Nuestro desafío es construir y presentar a la gente una propuesta alternativa que los seduzca, que los involucre y que los lleve a una victoria real sobre la inequidad y la injusticia. Pero hay que buscar las llaves para ese modelo donde realmente están.


En el Movimiento por ELRescateDEL SANDINISMO, integrado en la Alianza MRS, queremos presentar una alternativa. Cuando nuestro énfasis crítico lo ponemos exclusivamente en la pata política del pacto ̶ el reparto de las instituciones entre el PLC y el FSLN ̶ coincidimos con la derecha. Pero si ponemos el énfasis en el modelo económico que está impulsando Daniel Ortega, que es la continuidad del modelo neoliberal anterior, nos distanciamos de la derecha y podemos presentar la perspectiva de una fuerza alternativa.


Nosotros estamos optando por fortalecer el Movimiento por el Rescate del Sandinismo, como una fuerza que presione dentro de la Alianza MRS para lograr una mayor radicalidad. Creemos que es urgente construir una alternativa de izquierda más radical.


Para lograr despartidizar las instituciones y los cargos institucionales ya está la derecha, ya está ALN. Queremos otra cosa, queremos más: la justicia social, la equidad.


Creemos que Nicaragua necesita volver a reivindicar la izquierda, volver a refundar el sandinismo. Necesitamos lograr construir una propuesta alternativa que vaya a la raíz de los problemas y que desnude el proyecto de Daniel Ortega, desde la izquierda.






NOTA


1 Charla a Envío, publicada en Revista No. 309. Diciembre 2007.


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